Raphinha, Iñigo Martínez, De Jong... Flick revaloriza al Barcelona de pies a cabeza

Raphinha, Iñigo Martínez, De Jong… Flick revaloriza al Barcelona de pies a cabeza

Actualizado Jueves, 15 mayo 2025 - 23:42

Hansi Flick ha sido el gran artífice del resurgir meteórico del Barcelona y ni siquiera le ha hecho falta que haya habido un periodo de transición de por medio. Con Dani Olmo como único factor diferencial con respecto al curso pasado, entre los indiscutibles méritos del técnico alemán se encuentra su capacidad para revalorizar al equipo y encontrar soluciones a los distintos problemas que se fue encontrando.

En una temporada en la que ha cerrado un doblete de Liga y Copa del Rey y en la que cayó de la Champions en semifinales tras dos espectaculares partidos ante el Inter de Milán, el alemán no solo ha contado con la inusitada solidez de un Pau Cubarsí, que se afianzó como titular en el centro de la zaga antes de sacarse el carné de conducir, el enorme talento en la medular de un Pedri a quien las lesiones, por fin, parecen haberlo dejado en paz de una vez por todas y la genialidad de un Lamine Yamal que, pese a su juventud, es a todas luces el nuevo gran estandarte del club.

También ha sido capaz de recuperar o darles la confianza necesaria a jugadores que, a la postre, han sido también del todo determinantes para armar la columna vertebral de su equipo: Wojtiech Szczesny, Iñigo Martínez, Frenkie de Jong y Raphinha. La gravísima lesión de Marc-André ter Stegen a finales de septiembre del año pasado dejó la portería azulgrana en vilo. Flick, inicialmente, quería contar con un portero con experiencia en caso de que cayera también Iñaki Peña y Robert Lewandowski, otro de los jugadores que ha tenido un gran rendimiento bajo su mando, se puso en contacto con su compatriota Szczesny para que descolgara los guantes y se enrolara en la aventura azulgrana.

Szczesny, talismán

Al polaco le costó entrar en el equipo. No en vano, llevaba retirado desde el verano. Pero una vez empezó a jugar con asiduidad, Flick dejó sin duda alguna la portería en sus manos, incluso después de un desafortunado partido en el estadio del Benfica. Pasó a considerarlo su talismán particular durante el gran número de partidos en los que, con él bajo los palos, el equipo no conoció la derrota. Pese a algunos fallos puntuales y a que su rendimiento parece haber bajado últimamente algunos enteros, la solidez que transmite desde un puesto tan delicado como el de arquero ha sido vital.

En el centro de la defensa, la gran apuesta de Flick fue la de Iñigo Martínez. Hasta tal punto, que priorizó sin dudarlo su inscripción en la Liga por encima de la del gran fichaje de este curso, Dani Olmo. El zaguero, quien llegó al club el curso pasado en la recta final de una lesión que impidió que Xavi pudiera contar con él en los primeros compases de la competición, ha sido fundamental en sus esquemas.

Tanto a la hora de poner en práctica con éxito la trampa del fuera de juego en la que tantos y tantos rivales han caído a lo largo de la presente campaña como por todo lo que transmite en el vestuario. No en vano, el vasco, de 33 años, es uno de los más veteranos de una plantilla en la que los jóvenes talentos de La Masia no paran de demostrar una calidad intachable, trufada a veces por algunos inevitables pecados de juventud. La experiencia que puede aportar Iñigo Martínez, tanto dentro como fuera del campo, también ha sido clave en la gran temporada que han firmado los azulgrana.

El regreso del neerlandés

En el centro del campo, mientras, además de propiciar las irrupciones del también lesionado de larga duración Marc Bernal o de un todoterreno inasequible al desaliento como Marc Casadó, Flick ha sido el artífice de la recuperación de un jugador que parecía aparentemente perdido para la causa: Frenkie de Jong.

En cuanto llegó al club dejó claro desde el primer momento que el neerlandés iba a ser fundamental para sus esquemas. Y, poco a poco, también con algunas fases de cierta incertidumbre de por medio, parece haber logrado su objetivo. Tanto a nivel de juego como, sobre todo, de implicación por parte de un futbolista que, al fin, lució como es debido galones de capitán en un duelo tan comprometido como el protagonizado ante el Real Madrid en Montjuïc el pasado domingo. Se espera que su estela no vuelva a decaer por enésima vez.

Pero quien ha protagonizado la metamorfosis más decididamente espectacular, a pesar de todo, ha sido sin duda Raphinha. El brasileño, que nunca llegó a gozar del todo de la confianza de Xavi Hernández, ha firmado unos números que podrían hacerlo candidato, por lo menos, a estar en el podio del próximo Balón de Oro.

Con Flick, se ha erigido en el segundo máximo anotador de los azulgrana, con un total de 34 goles en 54 partidos, a los que les suma también 25 asistencias. Su actitud de darlo todo hasta el final le ha permitido firmar varias acciones decisivas. Como, por ejemplo, el gol, prácticamente en el último suspiro, con el que los azulgrana se impusieron por 4-5 al Benfica en la fase de liguilla de la Champions a finales del pasado mes de enero. Infatigable, también hizo dos tantos en una nueva remontada de los azulgrana, esta vez ante el Real Madrid, en Montjuïc, en un duelo que se reveló crucial para que el Barcelona conquistase su vigésimoctavo título de Liga.

Santi Giménez: "El periodismo bufandero sin careta se inventó en Barcelona... y ya se apuntaron todos"

Santi Giménez: “El periodismo bufandero sin careta se inventó en Barcelona… y ya se apuntaron todos”

Santi Giménez (Barcelona, 1968) es un montón de cosas. Subdirector de ‘As’, comentarista de ‘Carrusel Deportivo’ y ‘El Larguero’, colaborador cultural en RAC1, muy alto, llamativamente pelirrojo (tirando a cano ya, todo hay que decirlo), culé, escritor, abuelo aunque no lo parezca, bebedor sibarita y actor fetiche de David Trueba, entre otra serie de cuestiones.

Acaba de publicar un libro de relatos, ‘Nos crecen los enanos’, alrededor de las calamidades históricas del Barça, que, pese a que la semana ha sido dura, no son tantas. "Cualquier equipo podría tener su libro de desgracias. Las del Barça a mí me tocan más de cerca, pero los del Atleti o el Espanyol tendrían varios volúmenes. Hasta el Real Madrid, aunque no lo quieran reconocer, con las Ligas de Tenerife o el Centenariazo. Lo bonito es que, por muchas putadas que te haga tu equipo, tú no te bajas. Si no, seríamos todos del Madrid. Un coñazo", explica.

Perder no es para tanto.
En realidad, lo cojonudo es lo que decía [el regatista] Dennis Conner: "Sólo hay una cosa mejor que ganar que es perder y volver a ganar". Porque cuando te la has pegado antes, la victoria es distinta. Sin las derrotas en las finales de Copa de Europa de Berna o de Sevilla, las Champions que ha ganado luego el Barça no tendrían el mismo sabor. Si ganas las seis primeras Copas de Europa y luego no pierdes una final ni a tiros, no tiene ni puta gracia.
¿Aún disfrutas escribiendo?
En esto, como en el deporte, también te imaginas que vas a ganar siempre y luego es mentira. Crees que vas a escribir con tiempo y al final no te da la vida y no cumples los plazos. Esto tan famoso de Virginia Woolf de que para escribir en condiciones hay que tener una habitación propia lo podían decir ellos porque eran totalmente millonarios. Yo tengo un trabajo, unos plazos, una vida… Así que en general aún me gusta escribir, pero siempre existe el momento en el que te arrepientes de haberte metido en este lío.

Para saber más

Siendo un hombre de múltiples inquietudes, ¿es aplicable ese arrepentimiento también al periodismo?
No me arrepiento nada porque creo que tampoco sabría hacer otra cosa. Es lo que siempre he querido hacer y me da igual el periodismo deportivo, que me gusta mucho, u otro tipo de periodismo porque es cierto que me interesan muchas cosas. También hago cosas de periodismo cultural o histórico [consejo del entrevistador: busquen sus dos libros de los Execrables, sobre la cara oculta de los grandes personajes de la Historia], por ejemplo. El periodismo te permite tocar muchos palos y conocer a gente interesante y a mucho miserable también, no nos vamos a engañar.
Existe un prejuicio crónico hacia el periodista deportivo, como si por hablar de fútbol fueras automáticamente un gañán.
Es verdad y no se sostiene. En el periodismo deportivo se ha escrito muy bien y solamente tienes que mirar la cantera que ha sido. En Barcelona, Carles Francino, Andreu Buenafuente, Jordi Basté o Joaquim Maria Puyal empezaron en el periodismo deportivo y seguro que en Madrid hay otros mil ejemplos. El periodismo deportivo te da una agilidad, una rapidez y una manera de actuar que no la tienen otras secciones. Los de política, evidentemente, van muy agobiados durante la campaña electoral, pero es que para nosotros la campaña electoral empieza en agosto y acaba en junio. Además a través del deporte puedes escribir de casi cualquier cosa de la vida. Es verdad que estamos bastante estigmatizados y esa fama de zotes viene porque se toma la parte por el todo. Si ves a ciertos personajes y programas como ‘El Chiringuito’, vas a pensar que todo el mundo es así y que los periodistas deportivos somos gente que nos dedicamos a gritarnos con la camiseta puesta. Y los hay, pero son sólo una parte.
¿Hay diferencia en esto entre Madrid y Barcelona?
No lo creo. De hecho, el periodismo bufandero sin careta lo inventa el ‘Sport’, que es el primer diario que se declara abiertamente del Barça. Un poco forzado por eso, le siguió ‘Mundo Deportivo’, que originalmente quería ser ‘L’Equipe’ y cuando el Espanyol jugaba en casa abría con el Espanyol. ‘As’ y ‘Marca’ se sumaron también enseguida a la casa del Madrid, aunque Marca mantuvo aún un tiempo la zamarra de "el diario de todas las aficiones", que ya evidentemente ha pasado al olvido. Pero esa corriente se inventó en Barcelona y ya se apuntaron todos.
Empezaste tu carrera cerrando dos periódicos, ‘Las Noticias’ y ‘Diario de Barcelona’. Sólo podías mejorar.
A ver, igual fue una señal, pero me quedé porque era divertido. El primero fue un proyecto que duró tres meses y cerró porque, evidentemente, lo utilizaron para blanquear dinero y el siguiente acabó muriendo por cuestiones políticas, pero era el diario más antiguo del continente después de ‘The Times’. Ahí viví cómo se pasaba de la linotipia y los fotolitos a los periódicos de ahora, que son otra cosa que nada tiene que ver con aquel diario y aquella era del periodismo que murieron a la vez.
En esos primeros años de carrera vives dos cosas que se han mitificado mucho y no sé si fueron para tanto. La primera es ese periodismo crápula de redacciones con tabaco y alcohol.
Era para tanto. En el ‘Diario de Barcelona’, cada día a las siete de la tarde subía el del bar de abajo con un carrito como los de los aviones con ginebra, vodka, whisky… Lo que bebieras. Aparte de las botellas que cada redactor tenía en su cajón, claro. Iba sirviendo y a las siete y media, cada tarde, todas las mesas se llenaban de cubatas. Y ya tomaba nota a los que se quedaban a cenar para ver qué les subía a las diez. Yo me integré bien. Vi que era tradición y me pedí un gintonic.
Un esfuerzo.
Claro, joder, si a mí me encantaba la Fanta y hasta hacía deporte, pero hay que integrarse. El tema es que entonces el ambiente era diferente porque se pasaba muchísimo más tiempo en las redacciones. No había teléfonos móviles ni ordenadores portátiles y todo el mundo trabajaba llamando por el teléfono fijo de su mes o saliendo a la calle a buscar noticias, pero teniendo que volver para escribirlas en la redacción. No era esto de ahora que hago cuatro llamadas con el móvil, lo escribo desde donde sea y me puedo pasar una semana sin ver a los compañeros. Antes estábamos juntos todas las putas horas del día.
Y teníais acceso a los protagonistas, otra cosa que ha desaparecido.
Claro. Tenías acceso a los jugadores del Barça y del Espanyol porque cada día salían del entrenamiento y hablaban contigo. También es cierto que ahora hay cientos de periodistas cubriendo al Barça y antes éramos diez o doce. Nos conocían a todos por el nombre, se paraban a hablar, dejábamos los coches en el mismo parking… Hubo una época en que los futbolistas del Barça entrenaban en unos campos detrás del Miniestadi, pero se cambiaban en el Camp Nou. Era un trayecto de unos 300 metros y normalmente lo hacían andando, pero había ahí algunas facultades de las universidades y, si veían mucha gente, nos pedían que les llevásemos en nuestros coches. Este era el nivel de confianza.
Los viajes ayudaban mucho también.
Viajabas con ellos en el mismo avión, estabas en el mismo hotel, podíais salir juntos por la noche… Los clubes o la selección nos metían a los periodistas en ese pack y con lo que nos cobraban básicamente pagaban el hotel y el avión a los jugadores. Ahora que tienen mucho más dinero, ya no les interesa. La convivencia era total y yo creo que hay algo en que tanto los clubes como los futbolistas se equivocan. Dicen que nos han alejado porque si les conocemos demasiado, nos metemos en sus vidas. Y es falso. Cuando sí había trato nadie se metía en sus vidas privadas, aunque las conocíamos, porque les protegías mucho más. Salían ganando los jugadores porque un tío con el que tienes una relación personal, cuando te tenga que dar un palo te lo va a dar con más cariño que si no le conoces de nada.
La segunda cuestión mitificada de tus inicios son los Juegos de Barcelona 92 y la felicidad y modernidad que transmitieron.
Eso fue curioso porque la ciudad estaba bastante dividida en los años previos. A mi generación, que éramos aún muy jóvenes, nos pareció cojonudo que nos los dieran, pero para la gente más mayor aquello era un atraco a la ciudad, cuatro años de obras, nos iban a invadir los turistas y los independentistas decían que era una maniobra para españolizar, porque hubo alguna actuación cuestionable del juez Garzón al respecto. El orgullo surge a posteriori porque recuerdo mucha gente que decidió irse de Barcelona esos 15 días y a la semana volvió porque vieron que aquello era maravilloso. Yo lo viví desde dentro y me pareció fantástico. Por mucho fútbol que haya hecho y muchas Champions del Barça, los Juegos de Barcelona son mi recuerdo profesional más feliz.
Eras casi un crío.
Tenía 23 años. Otra cosa que pasaba en ese periodismo tan mitificado es que no había Comité de Empresa y el director decidió echar a toda la sección de deportes de un día para otro poco antes de los Juegos Olímpicos, fichar a cuatro chavales y me tocó ir a cubrir el atletismo. Me vi en el Estadio Olímpico haciendo el deporte rey y flipé.
Aquí hay un giro argumental loco porque de esa imagen idílica pasaste a trabajar en la política, en Prensa de CiU. ¿Qué pintabas allí?
Nada, pero cerró el periódico, mi madre se preocupó mucho por mi futuro laboral, ella estaba en Convergència y se enteró de que había una vacante para cubrir durante dos meses una campaña electoral absurda para las europeas. Pensé: "Bueno, son sólo dos meses y necesito dinero para irme de vacaciones". La gente era majísima y fue divertido verlo desde el otro lado, pero la campaña era de un hombre aburridísimo que se llamaba Carles Gasòliba y mi trabajo era básicamente escuchar tertulias y atender a los medios de comunicación que querían entrevistas. Lo que pasa es que la vida en Cataluña es lo que sucede entre elección y elección y llegaron casi seguidas a la Generalitat, al Ayuntamiento y unas generales, y me fui quedando.
Eso ya era más interesante.
Mucho. El Ayuntamiento fue Miquel Roca contra Pasqual Maragall; la Generalitat, en el 95, iba a ser la última de Jordi Pujol, que luego no, y las generales, que fue la última campaña que hice, ya en la caravana electoral, fue la que acabó con el Pacto del Majestic con Aznar, que lo viví. Ahí ya dije que me iba, que aquello no era lo mío y tampoco era, digamos, el partido que a mí me representa. Pero fue una experiencia cojonuda.
¿Qué tal con Pujol?
Hostia, es un personaje increíble. Llevaba acompañándole tres o cuatro meses a actos y un día había un foro internacional en Barcelona y, como hablaba inglés, me pusieron a guiar a un equipo de la BBC que estaba haciendo un reportaje especial sobre Pujol. Los llevo a hablar con él y el tío me vio así pelirrojo, alto y hablando raro, me confundió con el de la BBC y me empezó a chapurrear en inglés hasta que entendió que yo era de los suyos. Pero lo mejor era lo de las siestas.
Desarrolla, por favor.
Pujol necesitaba echarse la siesta en casi cualquier circunstancia, así que cuando tenía comidas fuera, le cerrábamos una sala y el tío se tiraba en el suelo, debajo de la mesa, a dormir un rato. Sólo le asomaban las piernas. Un día estaba dormido y entró un obrero que estaba arreglando un pladur del salón, vio los pies que salían por debajo de la mesa, miró quién era y pensó que había habido un atentado. Empezó a gritar: "¡Han matado a Pujol!". Y el otro se despertó sobresaltado sin entender nada. Fue una escena increíble.

David Ramírez / Araba Press

De CiU pasas al ‘Sport’, tu carrera se dispara y compartes redacción con tu compañero del alma, Lu Martín.
Así es. Es el mejor reportero que hay y su capacidad para sacar noticias y trabajar es increíble. Luego hay que arreglarle los textos, eso sí. Nos conocíamos de antes, de los viajes y tal, y siempre congeniamos. Cuando empezamos ya a viajar juntos a todo, la cosa cogió otra dimensión.
Y acabasteis en la cárcel.
Yo obligado, él voluntariamente en un acto de amor. Fue en un stage del Barça en Suiza y tuvimos un accidente de tráfico. Nada grave, pero como era un viernes por la tarde, había un herido leve, yo conducía y era extranjero, el protocolo marcaba que tenían que encerrarme hasta que apareciera el juez de guardia el sábado o el domingo. Me metieron en el calabozo y Lu dijo que no me dejaba solo y que también le detuvieran. Accedieron, pero entonces pidió una celda con dos enchufes y que nos dejaran meter los ordenadores porque teníamos que trabajar. Todavía están alucinando los policías suizos. Fue la única petición que hicimos, tampoco fuimos tan problemáticos.
Habría que preguntarles a ellos.
El caso es que al final nos echaron de la cárcel. Les dimos tanto la paliza que, para que dejáramos de molestar, nos mandaron al hotel bajo la promesa de que volviéramos cuando llegase el juez.
¿Cumplisteis?
Por supuesto, son gente muy educada los suizos.
En 2010 fichas por ‘As’, que para un culé es pasarse al enemigo.
Yo nunca lo había visto como el enemigo y en el ‘Sport’ era una mala época de cambios. Echaron a Miguel Rico, Lu se fue cinco minutos antes de que lo despidieran, Fernando Zueras se fue, Carazo ya no pintaba nada… Aquello había cambiado mucho y lo cierto es que yo tampoco pintaba ya nada y era el siguiente al que iban a echar. Entonces apareció el ‘As’, que buscaba un delegado en Cataluña porque Tomás Guasch se había ido con Paco González y Lama a la COPE. Alfredo Relaño pensó en mí y me pareció muy divertido. La verdad es que he escrito con más libertad del Barça en el ‘As’ que en el ‘Sport’. En un diario de Madrid puedes explicar cosas que pasan en el Barça que no te gustan, mientras que en uno de Barcelona que vive de las promociones y de los contactos del club, es más jodido. Total, a mí el Barça ya no me da nada porque soy del ‘As’, así que tengo la absoluta libertad para escribir lo que quiera.
Relaño también valoró siempre que le resistías las sobremesas, cuestión no siempre sencilla.
Sí, sí, sí. Vamos, creo que el día que Alfredo decide ficharme es uno que viene a Barcelona a verme, vamos a comer y acabamos a las siete de la tarde. Me dijo: "Me has aguantado la comida. Creo que eres el hombre adecuado" [risas].
No hemos hablado de tu faceta de actor, una carrera corta pero intensa.
Soy un actor de culto como John Cazale, que sólo hizo cinco pelis, pero todas buenas y casi todas con Coppola [risas]. Soy el John Cazale de David Trueba. Estuve en ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’, ahora en la de Eugenio [‘Saben aquell’] y ya estoy esperando lo siguiente, pero ya sabes que a los actores, a partir de cierta edad, ya no nos llegan tantos papeles.
Sobre todo a los galanes, claro.
Exactamente, me pasa un poco como a Jorge Sanz.
Jorge es tu amigo.
Así es, incluso me hizo alguna presentación bastante histórica de un libro de la que no voy a hablar porque no quiero volver a la cárcel.
Aquí volvemos a lo de los prejuicios del principio. En realidad, te mueves en un círculo intelectual de Barcelona.
Sí, esto empezó también es mucho por Lu, que se movía en ese ambiente. David Trueba, Pep Guardiola, Fermín Muguruza... Gente interesante que, además, también que te respetan y no ven al periodista deportivo como a un gañán ni te dicen: "Hostia, has leído libros y sabes de cosas a pesar de ser periodista deportivo". Tengo una amistad normal y natural, no es aquello de buscar el famoseo por el famoseo.
¿Guardiola se relaja en algún momento?
Quiero aclarar que no me considero amigo de Pep, esos son Trueba y Lu, yo soy un conocido, nos llevamos bien y hemos salido a cenar juntos todos. Guardiola se relaja dentro de su sistema. Es decir, habla de otras cosas y es divertido, pero llega un momento en que habla de fútbol y es que lo vive de verdad, es muy apasionado y es un privilegio que te explique fútbol.
Cuando hemos hablado de mitos de los 90, no hemos hablado del mayor para el barcelonismo: Johan Cruyff.
Merecido todo. En la distancia corta era magnético, el carisma en persona. Un tío divertido, fácil, afable e inteligentísimo. Tardé diez ruedas de prensa en atreverme a preguntarle algo, estaba cagado. Cruyff tenía una bronca abierta con Díaz Vega y al día siguiente a un partido había una reunión de los entrenadores con los árbitros, fue la primera vez que me atreví a preguntarle: "¿Y usted con qué cara va a ir allá?". Y el tío me miró y dijo: "Muy buena pregunta, pues no voy a ir" [risas]. Entonces ya me relajé y empecé a preguntar a Cruyff sin miedo. Al cabo de unas semanas, nos cruzamos por la calle, se paró y vino a buscarme para saludar. Ese día pensé: "Ya está, ya me puedo morir en paz".
¿Laporta es dios o diablo? Desde lejos, se ven las dos corrientes en el barcelonismo.
Lo que es Laporta es constante. Los que tiene a favor, los tiene siempre a favor y son inamovibles. Los contrarios son el ejército de Pancho Villa y nunca acaban de decidir quién da la cara contra él, porque Laporta es muy bueno en la confrontación, tiene siempre esa base de incondicionales y para ganarle vas a tener que bajar al barro. Y Laporta es un tío de batalla mientras que los otros son parte de una alta sociedad barcelonesa a la que no le gusta mancharse las manos ni tienen la jeta que tiene Laporta para jugarse el patrimonio. Laporta es un integrista del Barça.
Luego te sale un Lamine Yamal y te lo soluciona todo.
Claro, porque, después de que te salga un Messi, que te salga un Lamine es para contarlo en los libros de Historia. Increíble. También hay que tener en cuenta el factor azar y que para que estos chavales salgan ha hecho falta hacer muchos fichajes terribles antes. Por ejemplo, Fermín estaba cedido en el Linares. A todos estos jugadores les das confianza por la necesidad absoluta. Si se llega a quedar Dembélé, Lamine estaría jugando en el Girona.
¿Cómo ves el estado general del periodismo?
Está cambiando y no sabe cómo. Hay un problema de empaquetamiento, de cómo vender y monetizar el producto. Los periódicos de papel ya no se venden y en la web la gente no quiere pagar. Por lo tanto, la ecuación es complicada y eso está llevando a una cosa espantosa que es el clickbait y el síndrome del redactor asesinado, esos que se mueren a medio titular y te dejan la idea a medias o unos puntos suspensivos. Siempre tengo la sensación de que alguien ha entrado en la redacción y les ha disparado. Eso va muy en contra del oficio. Creo que no se hace buen periodismo y hay que darle una vuelta a las webs, no puede ser que se dediquen a ser elementos para engañar al lector como un imbécil porque picará dos veces en una noticia de estas, pero verá que es una chorrada y a la tercera ya no entrará porque no es gilipollas. Y luego hay que ordenarlas mejor, no puede estar todo al mismo nivel y una noticia sobre la Dana al lado de otra sobre las tetas de una concursante de la Isla de las Tentaciones. No lo acabo de entender, pero también es cierto que ya soy un señor viejo.
Bueno, te ha cundido. Has cubierto Barcelona 92, has tratado a Cruyff y has bebido con George Best.
Cierto, lo de Best es quizás lo que más ilusión me ha hecho por inopinado. Yo simplemente estaba en la barra de un bar y se me sentó al lado. Me vino a buscar él a mí. Era la final de Champions United-Bayern del Camp Nou, en el 99, la de la remontada en el descuento. La BBC me contrató para hacer una crónica social en el descanso y salí del estadio porque tenían el plató fuera. Como iban palmando, me fumaron y ya no pude volver a entrar, así que me fui a ver el segundo tiempo al Hotel Princesa Sofía, que era lo más cercano. Joan Gaspart, que era el dueño, había quitado todas las teles temiendo que los ingleses se las rompieran, así que pedí una cerveza y me senté a escuchar a Lama y Paco narrar la final rodeado de ingleses sin entrada y que no sabían cómo iba el partido.
Tenías el poder.
Absoluto. Empecé a explicarles lo que iba pasando y ellos me empezaron a pagar cervezas, más de las que incluso yo puedo beber. Cuando les dije que habían ganado me vi con seis o siete botellas delante, se abrieron las puertas del ascensor, apareció George Best y se sentó a mi lado.
¿Qué te dijo?
Me contó que se había ido antes del campo porque le estaba espantando el United, le felicité por el triunfo y el tío me dijo: "Nosotros éramos mejores". Estuve tomando una copa con él y, en cuanto pude, me fui discretamente.
¿Por qué?
Hizo algo indignante. Se pidió un vino blanco.
El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

En algún momento divertirse con el fútbol se ha convertido en un pecado, una cosa de piperos, no hemos venido a esta vida a disfrutar. Es consecuencia del postureo identitario y bastante tóxico que mueve las redes sociales y, también, una excusa cómoda cuando tu equipo es un peñazo. No importa pasarlo bien y el resultado, sólo cuando ganas. Si palmas, lo que importa es que nosotros somos diferentes, pese a que está comprobado que todas las aficiones son iguales. ¿Saben cómo lo sé? Porque absolutamente todas presumen de no ser como el resto. No falla una.

Pensaba en esto mientras era feliz viendo al Barça ganar la Liga contra el Madrid y perder la Champions frente al Inter. No por el resultado -que en el primer caso también, no les voy a mentir- sino porque fueron partidos memorables. Resulta que me gusta el fútbol y lo había olvidado. Lo hemos olvidado muchos. El equipo de autor de Hansi Flick no es el mejor que he visto, pero sí el más divertido. Y la diversión es lo que nos llevó al fútbol antes de que las miserias adultas nos hicieran mezquinos.

Como debí ser asesino en serie en otra vida y el karma me lo está devolviendo, vi el clásico con 14 niños de 11 años invadiendo mi salón. Estuvieron todo el partido gritando, celebrando los goles en la cara de los otros y riéndose. Se lo pasaron en grande. Al acabar, se felicitaron o se dieron ánimos y siguieron destrozándome la casa en amor y compañía, mientras yo hacía cortes de mangas virtuales a mis amigos madridistas. La enfermedad no viene de serie, la pillamos a base de zascas y memes.

Los apóstoles del fútbol como religión y no como juego me dirán que me divierte tanto porque no soy del Barça, que es una aberración recibir siete goles en una semifinal de Champions y que si fuera culé me pasaría los partidos al borde del ictus. Esto último es probable, pero no había visto al barcelonismo tan orgulloso de su equipo desde Pep Guardiola. Y me da envidia.

Me da envidia que vayan al campo sabiendo que todo puede suceder, que un 0-2 no es nada, que el fútbol se juega a ganar sin miedo a perder, que la risa de los malditos niños es un indicador de felicidad al que aspirar y mi hija sufre como una bellaca para llegar sin dormirse al minuto 60 cuando ve al Atleti. Ganar es de horteras, pero divertirse... Divertirse es lo único realmente importante del fútbol. O debería.

Gavi: "No han querido que lleguemos a la final porque con la temporada que estamos haciendo estaban cagados"

Gavi: “No han querido que lleguemos a la final porque con la temporada que estamos haciendo estaban cagados”

Actualizado Jueves, 8 mayo 2025 - 10:09

La eliminación del Barcelona en las seminales de la Champions League, con derrota en la prórroga frente al Inter de Milán, ha desatado la indignación en la expedición azulgrana por la actuación arbitral.

El mismo martes, nada más acabar el partido, el entrenador Hansi Flick expresó su malestar por la labor de Szymon Marciniak. "Lo que pienso ya se lo dije al árbitro. Todo lo que era al 50% era para ellos, y eso me pone triste", dijo entonces el técnico, cuyas críticas fueron respaldadas por algunos jugadores.

Ya el miércoles, Gavi fue el que incendió las redes sociales con un mensaje contundente en su cuenta de Instagram. "Es muy duro y más sabiendo lo cerca que estábamos, culers. No han querido que lleguemos a esa final porque con la temporada que estamos haciendo estaban cagados. Da igual los años que llevemos sin ganar la Champions. Aunque sé que es muy duro y desearía ganarla cada año, estoy seguro que la ganaremos si estamos todos juntos como siempre estamos. Sé que llegará. Por calientes que estemos ahora podemos cerrar esta temporada ganando tres títulos [..] una temporada muy buena a pesar de este bajón, a reventar Montjuïc el domingo y a ganar!!!!!".

También Joan Laporta cargó contra el árbitro polaco en un mensaje publicado el miércoles. "Ayer luchamos para estar en la final de Múnich, pero no pudo ser básicamente por decisiones arbitrales que nos perjudicaron. Pero eso nos tiene que hacer más fuertes para tener la mentalidad necesaria para ganar LaLiga", declaró el presidente a Barça One.

El máximo mandatario de la entidad azulgrana ha admitido que el equipo está viviendo "un momento muy duro" después de caer eliminado en la prórroga (4-3) tras ir por delante a un minuto del final del tiempo reglamentario, "porque teníamos la final a tocar".

"Pero tenemos un equipo de presente y de futuro, y estoy seguro de que, si seguimos trabajando, los sueños se harán realidad y la temporada que viene volveremos a la 'Champions' y la competiremos para volver a ganarla", ha añadido.

En este sentido, Laporta ha destacado que los culés vuelven a sentirse "orgullosos" del equipo e hizo "un llamamiento" a la afición para que apoyen al conjunto azulgrana en el clásico liguero contra el Real Madrid.

"Todos tenemos claro que el del domingo es un partido fundamental y, entre todos, tenemos que ayudar al equipo para que recupere la mentalidad para ganar LaLiga", concluyó.

Tres heridos en un atropello deliberado cerca de los Campos Elíseos durante la celebración de la clasificación del PSG

Tres heridos en un atropello deliberado cerca de los Campos Elíseos durante la celebración de la clasificación del PSG

Actualizado Jueves, 8 mayo 2025 - 08:10

Tres personas resultaron heridas la pasada noche al ser atropelladas por un coche cerca de los Campos Elíseos de París, mientras los aficionados del PSG celebraban la clasificación de su equipo para la final de la Liga de Campeones contra el Arsenal, informaron fuentes policiales.

El incidente tuvo lugar "en una calle perpendicular a la avenida de los Campos Elíseos cuando un vehículo, en circunstancias indeterminadas por el momento (acto deliberado no probado por el momento), colisionó con tres personas", indicó la Prefectura de Policía de París (PP).

"El vehículo fue luego incendiado en la avenida Marceau, no lejos de los Campos Elíseos, según vídeos difundidos en las redes sociales. Un periodista de Afp vio un coche incendiado en esta avenida, y otro periodista de la misma agencia vio un vehículo del Ayuntamiento de París incendiado en otra calle, también cerca de los Campos Elíseos.

A la 01:30 (23:30 GMT), diecinueve personas habían sido detenidas, según un primer balance de la policía. A primera hora de esta mañana, la cifra de arrestos era de 43 personas vinculados a la vandalización de comercios, coches quemados, policías agredidos y heridos en el tumulto, según informa un sindicato policial en X.

Luis Enrique, a por el triplete con el primer PSG sin Mbappé: "Jugar la final contra Barça hubiera sido lo peor"

Luis Enrique, a por el triplete con el primer PSG sin Mbappé: “Jugar la final contra Barça hubiera sido lo peor”

Sonreía Al Khelaifi en el palco del Parque de los Príncipes tras el pitido final del duelo ante el Arsenal, estaba el presidente del PSG ante la segunda oportunidad de conseguir la ansiada Champions que el Bayern le negó en aquella burbuja pandémica en Lisboa en 2020. Pensaría el dirigente en la despedida de Kylian Mbappé, un jugador que, pese a decir que su "sueño era ganar una Champions con el PSG", salió destino al equipo que lo había conseguido 15 veces.

Era el único título que les faltaba a ambos. Pero ahora son los franceses los que están en la final y no los blancos. Seis títulos en los últimos 10 años, parecía una apuesta segura la del delantero. Pero en este primer envite, quien resultó ganador fue el mandatario. La suya fue Luis Enrique, un entrenador que había conseguido el triplete con el Barça con un juego que costó implantar en el campeón francés, pero ahora lo han asimilado de una manera brillante y, sobre todo, efectiva. "Creo que nosotros merecemos estar en la final", valoró el entrenador parisino.

No necesitaron realizar su mejor juego en este segundo partido ante el Arsenal, pero su pólvora arriba consiguió lo que intentó la británica, mojada en los últimos metros. Aunque es complicado dilucidar si la falta de gol gunner fue por demérito propio o mérito ajeno. Más bien lo segundo. "Un equipo para ser grande necesita un portero como Gigi", alabó Marquinhos a su portero.

Donnarumma resultó un muro bajo palos, con paradas espectaculares en todos los momentos del encuentro: desde el agobio inicial inglés hasta las desesperadas llegadas finales para volver a meterse en el partido. "El mejor jugador de los dos partidos ha sido el portero que les ha ganado la eliminatoria", concretó Mikel Arteta, entrenador del Arsenal.

Aspira el equipo de Luis Enrique al triplete, esta vez con el ya proclamado campeón de la liga francesa a falta de cuatro jornadas. "Somos un equipo de raza", calificó. Se lo jugará en el espacio de una semana. El Reims espera en el último título doméstico, el Inter en el europeo, el más deseado. Son tres los entorchados en la máxima competición continental de los italianos. "El Inter es un equipo muy difícil, pero queremos hacer historia en el club", explicó Marquinhos.

Cuando Felix Zwayer pitaba el final del encuentro, el asturiano corría a saludar a Arteta en un abrazo cariñoso, pero breve. "Hemos sido mejores que el rival y merecíamos más, pero estamos fuera", valoró el técnico vasco. Luego, la euforia, corro de la patata con todo su cuerpo técnico mientras el estadio estallaba. Era mucha la tensión que había vivido el técnico, renovado este año hasta 2027, para lograr el sueño de los qataríes. De momento les ha llevado de nuevo a una final tras un "camino tortuoso" cinco años y cuatro entrenadores después.

La final, mejor sin el Barça

A algunos les parecerá un reto, otros, como el fichaje de este año, Joao Neves, pensaban que "con este gran equipo sería raro no llegar a la final". Aunque admitió el mediocampista luso que "siempre hay que sufrir" y que "siempre hay algo para mejorar" a la hora de lograr lo que todos ansían: la Orejona. "Perdí la primera, sé cómo es de difícil jugar una final, pero también el camino de llegar a ella", concluyó Marquinhos.

Luis Enrique, que celebró justo a las 0.00 su 55 cumpleaños, se alegró de no tener que jugar la final contra un FC Barcelona que, a su juicio, mereció pasar a ella por el juego desplegado. "Jugar la final contra el Barça hubiera sido lo peor", reveló el asturiano sobre el choque emocional que le habría supuesto. No obstante, se verá el 31 de mayo en Múnich.

El PSG vence al Arsenal y buscará, a la segunda, su ansiada Champions

El PSG vence al Arsenal y buscará, a la segunda, su ansiada Champions

Era un duelo de segundas oportunidades, de buscar la gloria después de haberla rozado. Los parisinos no pudieron alcanzarla en aquella época de mascarillas y coronavirus y los británicos sucumbieron precisamente en este mismo estadio hace casi dos décadas a manos del germen del mejor Barça de la historia. Así que el PSG vio la puerta abierta y se coló para presentarse en la final ante el Inter. Lo hizo sin Mbappé, pero con un equipo solidario que demuestra que la Champions la tienen que atacar y defender once futbolistas. [Narración y estadísticas, 2-1]

Salió el Arsenal a encontrar pronto el tanto del empate en la eliminatoria, mandón y muy agresivo. No se habían cumplido los primeros 10 minutos y ya llevaba tres ocasiones claras de gol, una de Martinelli tras un saque de banda de Skelly a modo córner, otra de Rice, un cabezazo que se fue por poco tras un gran centro de Timber y la última un disparo desde fuera del área de Odegaard. En las dos últimas, la respuesta de Donnarumma fue más que sobresaliente. La mano abajo para despejar el disparo del noruego competirá con la de Sommer a Yamal por la mejor parada de esta Champions.

Los ingleses notaron la vuelta de Thomas Partey a su centro del campo. El jugador ghanés permitió a Rice volver a ocupar el carril interior, lo que daba más llegada al peligroso medio británico, y sus saques largos de banda generaban casi más peligro que un saque de esquina. También Odegaard pudo aparecer más en tres cuartos y comandar la presión alta que ordenó Arteta a sus hombres.

No encontraban los franceses el balón para desesperación de Luis Enrique. Kvaratskhelia no lo necesitaba. El primero que le llegó lo mandó al palo y encendió a la grada a la par que bajó un poco el ánimo de los gunners. De hecho, pese a que los ingleses quisieron mantener alta su presión, poco después un robo de Fabián dejó solos a Doué y Barcola para montar la contra. Quizás fue la juventud o la falta de picardía, pero la jugada terminó con un disparo inocente del que ejerció como nueve en ausencia del tocado Dembélé.

Poco después, el español decidió hacerlo por su cuenta y clavar un gol de bandera. El interior recogió un rechace de la defensa británica en el balcón del área, regateó a Martinelli con su control de pecho y la clavó con la zurda, imposible para Raya tras un roce con un defensa. Golpe que pudo ser doble si Barcola, un minuto después, hubiera conseguido culminar bien un nuevo contraataque del PSG. Le sobró un toque de balón.

El partido perdió efervescencia. El Arsenal, por miedo a recibir más castigo y el PSG, contento por haber duplicado su ventaja en una primera parte que comenzó como quien es vapuleado por una gran ola bajo el mar. Afortunadamente, sin heridas de gravedad, apenas un leve mareo.

El rugido de los Príncipes

La segunda mitad comenzó tranquila, como en un armisticio. Entonces salió a calentar Dembélé y rugió el Parque de los Príncipes. El PSG empezó más conectado al juego y a la eliminatoria. Resultaba metafórico ver a Kvaratskhelia perseguir a Saka en ayuda de Mendes, amonestado en el primer tiempo, y al equipo con más querencia por el esférico, como le gusta a su técnico.

Como en un espejo, en el minuto 65, fue Saka el que emuló la jugada de Kvaratskhelia para recortar hacia dentro y poner el balón en la escuadra. En esta ocasión no fue el palo el que evitó el tanto sino Donnarumma, inspiradisimo toda la noche, con otra mano inverosímil. Pero más inverosímil se antojó la remontada británica después de que el VAR llamara a Zwayer por una mano de Timber tras un disparo de Achraf. Penalti de los modernos, pero penalti. Sin embargo, Raya quiso dar un hálito de vida más a los suyos y detuvo el lanzamiento de Vitinha.

Último aliento

No lo quisieron tomar los británicos que se durmieron en una diagonal de Kvaratskhelia en la que el balón terminó en las botas de Achraf con un Partey blando en el duelo. El marroquí metió una comba imposible para Raya. Ese segundo tanto francés espoleó algo el orgullo inglés, que quiso anotar el tanto del honor poco después, obra de Saka tras una gran lucha de Trossard.

El partido se alocó, pero la ventaja francesa permitía a los de Luis Enrique reducir la ansiedad habitual de los últimos minutos. La final se tocaba con la punta de los dedos y los de Donnarumma la merecieron durante toda la eliminatoria. Espera el Inter, un equipo con más oficio y tres entorchados. Mal negocio.

Acerbi, el caótico verdugo del Barça: "salvado" por el cáncer, acusado de racismo y con tatuajes de una película de dibujos

Acerbi, el caótico verdugo del Barça: “salvado” por el cáncer, acusado de racismo y con tatuajes de una película de dibujos

En el minuto 92, segundos antes del desastre, ningún aficionado del Barcelona hubiera creído que en sus desvelos aparecería el león Álex, la hipopótamo Gloria o el rey lémur Julien y mucho menos el jefe de los pingüinos chiflados, los culpables del todo. A esas alturas de la vuelta de las semifinales de Champions ante el Inter, con 2-3 en el marcador, la afición azulgrana ya no quería marcha, marcha. Pero el defensa italiano Francesco Acerbi apareció en el área pequeña, se anticipó a Ronald Araujo, marcó el gol que llevaba el partido a la prórroga y celebró con sus tatuajes al aire. Unas alas en la espalda, un millón de frases por todos los lados y, entre la amalgama de tinta en su cuerpo, los personajes de Madagascar, la película de animación de DreamWorks que triunfó en 2005. Delirios de juventud.

A Acerbi le apodaban ‘Leone’, en algún momento quiso tatuarse varios leones famosos, de Mufasa a Álex, y un personaje llevó a otro, nadie sabe muy bien por qué. Tampoco se conocen los motivos de las ausencias de la cebra Marty y la jirafa Melman, como tantas otras cosas de Acerbi.

DANIEL DAL ZENNAROEFE

Un futbolista tan peculiar como controvertido, tan ejemplificante como criticable. Que este martes, a sus 37 años, marcara su primer gol en Europa, un gol para la historia, sólo es un episodio de una vida muy vivida.

La muerte de su padre y el cáncer

Formado en el Brescia y el Pavía, Acerbi pasó su juventud al borde del amateurismo en Italia, jugando incluso en la Serie D y no debutó en la Serie A hasta los 23 años. Puro central ‘azzurri’, duro y bueno en el juego aéreo, su carácter y su zurda le llevaron del Chievo al Milan, pero la élite le vino a buscar en el peor momento. Cuatro meses antes de convertirse en ‘rossoneri’ en 2012 había muerto su padre y, con la pérdida, cayó en el alcoholismo.

"No me respetaba, no respetaba mi trabajo, ni a quienes me pagaban. A menudo llegaba al entrenamiento 'achispado', sin haberme recuperado de los efectos del alcohol. Físicamente me encontraba bien porque siempre he sido fuerte. Me valía con dormir un poco para rendir", confesó sobre aquella época en una entrevista con la revista 'L'Ultimo Uomo'. Por suerte lo rescató la medicina, aunque no fue un tratamiento de desintoxicación, si no una quimioterapia.

Después de fracasar en el Milan fue traspasado al Sassuolo y en el reconocimiento médico le detectaron un cáncer testicular. Fue operado y llegó a jugar pocas semanas después, pero una recaída le obligó a parar durante meses y, entonces sí, a replantarse su carrera, sus adicciones, su vida.

"El cáncer fue mi suerte. Doy gracias a Dios por tenerlo. Descubrí que estaba enfermo en julio de 2013, nada más llegar al Sassuolo. Me operaron y seguía comportándome como un no profesional fuera del campo. Por fortuna alguien de ahí arriba me amaba y me envió de nuevo la enfermedad. Sin ella hubiera terminado muy mal. Nadie me hubiera salvado. Sin la enfermedad habría acabado jugando en la Serie 'B' o, tal vez, me habría retirado. Estoy satisfecho de la persona en la que me he convertido a pesar de todas mis deficiencias", afirmaba al mismo medio quien, tras su regreso a los campos de fútbol, ya empezó un ascenso lineal.

Fuera de la selección

Titular en el Sassuolo hasta llegar a debutar como internacional por Italia, en 2018 le fichó la Lazio de Simone Inzaghi, celebró su primer título -la Coppa de aquella temporada- y en 2022 se fue con Inzaghi al Inter. Ya habitual en la Italia que ganó la Eurocopa de 2021, aunque suplente de Bonucci y Chiellini, el año pasado protagonizó una polémica que le apartó temporalmente de las convocatorias.

Luca BrunoAP

El defensa del Nápoles Juan Jesus aseguró que había recibido insultos racistas de él ("me dijo vete negro, solo eres un negro"), aunque semanas después Acerbi no fue sancionado por falta de pruebas. Este martes, en la vuelta de las semifinales ante el Barcelona, después de frenar varios ataques azulgranas, encararse con Iñigo Martínez y con quien se le pusiera delante durante más de 90 minutos, marcó el gol de su vida. Para siempre, entre la afición culé, quedará el recuerdo de su físico ideal.

El racismo, su 'debut' de lateral izquierdo y el dorsal 3: las pruebas de madurez de la estrella Bukayo Saka

El racismo, su ‘debut’ de lateral izquierdo y el dorsal 3: las pruebas de madurez de la estrella Bukayo Saka

Cuando Bukayo Saka (Londres, 2001) llegó al Arsenal tenía ocho años. El menudo jugador de origen nigeriano había mostrado tanto talento tras su aterrizaje que en el club les preocupó haberle asignado el dorsal número 3, correspondiente a un defensor, por si eso enfadaba a su familia o al futbolista. Obviamente, ese número no afectó al jugador, ya que una de las principales características del extremo gunner es su fortaleza mental, algo que ha mostrado en múltiples ocasiones.

La última, en la vuelta de los cuartos de final de la Champions League ante el Real Madrid. El delantero cogió el balón en el Bernabéu para intentar batir a Courtois desde el punto de penalti, pero el belga adivinó su lanzamiento a lo panenka. Lejos de condicionarle, el británico anotó en la segunda parte precisamente con un golpeo similar, aunque en esa ocasión con el balón en juego. "Tenía mucha confianza en que marcaría, el chip funcionó en el segundo tiempo", admitió riendo ante la televisión británica.

Pero hubo un instante más importante aún en la carrera del delantero, puesto que cuenta que su debut en la selección inglesa fue "uno de los mejores momentos de su vida como futbolista", fue aquel fallo en la tanda de penaltis en la que Inglaterra perdió la Eurocopa ante Italia. "En ese instante supe que recibiría insultos racistas", expresó el jugador que compartió esa triste suerte junto con sus compañeros Jadon Sancho y Marcus Rashford. "Puedo prometeros que no dejaré que ese momento negativo me rompa", apuntó el futbolista.

Saka no sólo no se rompió, y tenía apenas 19 años, sino que siguió creciendo dentro de su club y de la selección para mostrar el talento que siempre han visto sus entrenadores en Hale End, academia del Arsenal. "Mentiría si dijera que un jugador con 11,12 o 13 años va a ser una superestrella, pero con Bukayo, con 15, jugando en la selección y con nosotros y realizando grandes partidos ante grandes rivales empiezas a pensar: 'Este chico puede hacerlo'", expresó Luke Hobbs, uno de sus técnicos en categorías infantiles.

Destacan de él que es un chaval "nada arrogante" y muy sencillo. De hecho recuerdan en el Arsenal que los primeros tratos con su entorno fueron siempre a través de su padre, sin ningún agente de por medio, y que su progenitor nunca tuvo problemas con las decisiones que tomaron desde el club, como que hubiera partidos en sus inicios que los jugara como lateral izquierdo y no como delantero. "No hay problema, Luke, si juega con los mayores es una buena experiencia para él", respondía Yemi Saka al técnico.

Ataque y defensa

Precisamente, ese sacrificio defensivo es el que destacó Thierry Henry de su juego ante el Madrid, pasando por alto, no sin cierta sorna, que el joven delantero copiara su celebración tras marcar en el Bernabéu pidiendo silencio al público, como hiciera Raúl en el Camp Nou. Un sacrificio que también ha mostrado en la ida de semifinales ante el PSG. Especialmente en los primeros 15 minutos de juego, donde los franceses apabullaron a los británicos en el Emirates. "Sé que sólo cambiaron dos jugadores tras nuestro primer encuentro. Pero la cohesión que tienen, cómo mueven el balón... Eran mucho mejores y me impresionaron mucho. Creo que lo son, sí [el mejor equipo al que se han enfrentado este curso].

En la segunda parte cambió el dominio y no el marcador gracias a Donnarumma. El portero italiano desbarató todas las oportunidades del Arsenal y su defensa le protegió lo suficiente para marcharse con un buen botín al Parque de los Príncipes. Nuno Mendes fue el encargado de secar a Saka, la mayor peligro gunner. "Es un lateral top, muy rápido. Fue una gran batalla y me encantó librarla, tengo ganas ya de la de la semana que viene", valoró tras el duelo. Aún así, el británico completó cuatro de los 11 regates del equipo inglés, generó una ocasión y disparó una vez a puerta. La prensa francesa, aunque algo dividida, le calificó como la mejor baza de los británicos en la ida y la gran amenaza para la vuelta de esta noche.

Con un Arsenal mermado en ataque por las sensibles bajas de Gabriel Jesús y Kai Havertz, Saka, con la productiva colaboración de Mikel Merino, deberá dar un paso al frente si quiere meter al Arsenal en la final de Champions, escalón que no pisaba el equipo británico desde 2006. Su rival fue el FC Barcelona.

Otra tragedia del Barça en la Champions

Otra tragedia del Barça en la Champions

Actualizado Miércoles, 7 mayo 2025 - 00:20

Siempre que parece que el Barcelona acaricia el título europeo, el más importante del mundo, pasa algo que provoca una tragedia. Y es que la Champions es otra cosa. Negreira nunca lo hubiera pitado. Y muchas cosas más que el Barcelona protestaba porque no sentía como siempre los apoyos arbitrales. La Champions no depende de Medina Cantalejo.

No se puede ganar un título cuando recibes siete goles en una eliminatoria. Además, de mediocre, es imposible. Ya puede jugar de cine el Barcelona de Flick. Puede hacer una presión maravillosa y jugar muy adelantado, pero la defensa es un coladero, comandada por un pésimo Iñigo y aún peor Araújo.

Se dice que Lamine Yamal es el nuevo Leo Messi. Es un disparate de comparación. Lamine tiene una única jugada: quebrar hacia adentro y chutar con su zurda. Pero por mucho que nos parezca algo bellísimo es que no mete un gol ni al arco iris. Y Messi era una máquina goleadora. ¿Acaso se ha olvidado?

Qué difícil es competir en la Champions. El Barcelona machacó con un juego sensacional, que es un prodigio estratégico de Flick, cuando se veía perdido con dos tantos en contra. Logró ridiculizar al Inter hasta convertirlo en un guiñapo. Con lo que nunca contó es que el Inter es malévolo, aprieta cuando le conviene y los minutos finales los jugó primorosamente, mientras Lamine era sólo un quizá.

Y el Inter logró el 3-3. Curiosamente el mismo resultado de Barcelona. Los gurús decían que era un partidazo. Discrepo. Fue un correcalles, con fallos tácticos y defensivos de última generación. No es normal acabar con un resultado negativo de 4-3. Y prórroga. El Inter había parecido que estaba muerto, pero acabar con un equipo italiano en la Champions es muy difícil. Es el fútbol competitivo, incómodo y perverso.

Ser finalista de la Champions es un viejo anhelo que parece imposible con la política de Joan Laporta. Acabó en fracaso en Milán. No fue suficiente. El Barcelona volvió a fallar con un gen que sólo es positivo en el fútbol español.

Así que el domingo ya veremos si el Barça mata definitivamente al Madrid. Cuanto menos puede haber dudas porque caer contra el Inter es un síntoma de que el líder ha perdido el vértigo del inicio del campeonato, cuando era imbatible. Ahora es un equipo cansado por estrés y en línea descendente.