De las noches negras de Los Galácticos al muro anti-remontadas de los últimos 17 años: la esperanza del Real Madrid en el Metropolitano

De las noches negras de Los Galácticos al muro anti-remontadas de los últimos 17 años: la esperanza del Real Madrid en el Metropolitano

El Real Madrid, y especialmente la plantilla actual, es un club experto en remontadas. Lo lleva en la sangre. Ahí están las de la Champions de 2022 y 2024 como grandes gestas de los últimos años, dándole la vuelta al marcador de la eliminatoria en el Santiago Bernabéu, convertido en el manicomio de lo inexplicable. Pero la virtud de este Madrid que ha sido campeón de Europa seis veces en las últimas once ediciones es también transformarse en un muro infranqueable en la casa del rival. Así ha conquistado también el continente, evitando una y otra vez que su enemigo golpee en último lugar en campo propio. Antes del derbi de esta noche, la estadística clama contra la historia: si ha ganado la ida en Chamartín, nadie le remonta al Madrid desde el Bayern de Múnich en los octavos de final de la 2006-2007.

Son 17 temporadas sin venirse abajo en Europa cuando se ha llevado un resultado favorable del Bernabéu. Desde entonces el Madrid ha tenido noches negras en los partidos de vuelta, obviamente, como el 4-0 de Manchester hace dos años o el 2-0 de Stamford Bridge en 2021, pero en ambos casos la ida había terminado en empate.

Rechazar la remontada rival es una característica de esta generación madridista, comandada primero por Zinedine Zidane y ahora por Carlo Ancelotti. Una virtud clave para reinar en Europa que nunca tuvieron Los Galácticos, acostumbrados a sufrir en campo enemigo cuando tenían las eliminatorias de cara. Quizás Zizou aprendió de los errores de esa época, que terminaron lastrando el legado futbolístico de la primera galaxia de Florentino Pérez.

Aquel Madrid, por ejemplo, se puso por delante en las semifinales de 2003 contra la Juventus, en los cuartos de 2004 ante el Mónaco y en octavos de 2005, otra vez frente a la Juventus, y fue incapaz de mantener la ventaja en la vuelta. Cayó en Turín las dos veces y en el Principado, cuando era el gran favorito a levantar una Champions que terminó ganando el Oporto de Mourinho.

Dos sufrimientos

Una serie de actuaciones inexplicables que contagiaron el ambiente y se repitió en 2007, ya sin varios galácticos, contra el Bayern en octavos. El Madrid venció en la ida por 3-2 y perdió en Múnich por 2-1.

Fue la última remontada en contra. 17 años después, sólo dos equipos han estado cerca de repetir un triunfo así contra el conjunto blanco: el Borussia Dortmund en los cuartos de 2014 y el Atlético de Madrid en las semifinales de 2017.

En 2014, los alemanes le dieron un susto gigante al Madrid de Ancelotti, que soñaba con la ansiada Décima. Los blancos ganaron con contundencia la ida por 3-0, con goles de Bale, Isco y Cristiano, y acumularon sufrimiento en una vuelta agónica, en la que el Dortmund se puso 2-0 al descanso. La actuación de un joven Casemiro, colosal para apuntalar el muro defensivo, fue vital para aguantar.

Sólo un cero en la portería

Tres años después, el extraordinario zigzagueo de Benzema sobre la línea de fondo del Calderón despidió al estadio y al Atlético de la Champions. Fue el último encuentro continental de los rojiblancos en el Manzanares y el mayor intento de remontada sobre la meta madridista. En la ida, un hat-trick de Cristiano parecía decidir todo, pero Saúl y Griezmann marcaron en el primer cuarto de hora y calentaron el ambiente. Isco, tras la obra de arte de Benzema, recortó distancias, pero el Atlético no dejó de empujar.

Esos dos muros levantados por el Madrid se convirtieron en dos Copas de Europa. Este año sólo ha conseguido dejar la portería a cero en una ocasión en Champions, así que Ancelotti necesitará recuperar su viejo muro para volver a sobrevivir a su competición fetiche. Enfrente, el hambre de Simeone y del Atlético.

El Barça saltó el Muro Amarillo

El Barça saltó el Muro Amarillo

Actualizado Miércoles, 11 diciembre 2024 - 23:37

En un partido eléctrico, el Barça logró un triunfo muy peculiar, que le va a llevar al podio de los octavos. El Borussia fue un incómodo enemigo, aunque nunca aprovechó sus ocasiones y se sostuvo por dos goles en fallos del rival.

Partido tan frenético nos proporcionó la inquietante duda del resultado, mientras se vivía una pasión incontrolable entre un Dortmund que era como un avispa a punto de picarte y un Barcelona que se ha convertido en un ma

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Ferran Torres resuelve una noche trepidante en Dortmund

Actualizado Miércoles, 11 diciembre 2024 - 23:12

Hay momentos en que entender a Hansi Flick no es fácil. Encontrar explicación a por qué quita del campo de una tacada el talento de Dani Olmo, el colmillo de Raphinha y el oportunismo de Lewandowski no es fácil. Pero en Dortmund, cuando lo ganado parecía que se le escapaba como agua entre los dedos en una segunda parte desatada, al alemán le funcionó. En la locura, cuando el Borussia se aprovechaba de los pocos errores que cometieron los azulgrana, emergió Ferran Torres para amarrar tres puntos que casi certifican que el Barça estará en octavos. [Narración y estadísticas (2-3)]

No fue una cuestión tanto de suerte como de merecimiento. Mostró este Barça de doble cara la dominadora en el Signal Iduna Park, aunque a los alemanes les costara un minuto forzar el primer córner. Aún no habían engrasado los azulgrana el fuera de juego en el que atraparía una y otra vez a los alemanes. En escenarios gigantes como el dominado por el Muro Amarillo, apareció una vez más el equipo sólido que, por primera vez en la era Flick, también mostró una versión de control y paciencia para ir desajustando al rival poco a poco, sin tanto machetazo.

En esa trampa cayó el Dortmund, incapaz de arrebatarle la pelota, impreciso y salvando el pellejo por la imprecisión del Barça en el área. Dejaron conectar demasiado a Dani Olmo, Lamine Yamal y Raphinha y eso les hizo sufrir mucho durante los primeros 20 minutos.

Presión alta y efectiva

Probó Balde con un centro lateral al que no llegó Raphinha. Le dio réplica Lamine con otro que no cazó por milímetros el capitán brasileño y volvió a probar a Kobel con un disparo lejano. La presión del Barça era altísima y efectiva porque su rival apenas podía correr a su espalda y, cuando lo lograba, caía en clamorosos fueras de juego. Aún así tuvo latigazos para calentar a Iñaki Peña que, aunque la jugada estuviera invalidada, se lucía.

Se estaban gustando los azulgrana y parecía sólo cuestión de tiempo que llegara el gol. Lo falló Raphinha en una ocasión hilvanada entre Olmo y Lamine que envió rozando el palo. El Barça había dejado a un lado su verticalidad para amasar el partido ante un contrario muy ordenado en su área. Pese a la maraña de piernas amarillas, Lamine fue capaz de encontrar el espacio suficiente para armar un zurdazo que obligó a la mejor parada de Kobel. Ese susto hizo desperezarse al Borussia, que se estiraba con Duranville creando problemas a Balde y Gittens a Koundé, dos estiletes en las bandas que debían alimentar a Guirassy. Al guineano le amargó Peña al tapar un cabezazo picado bocajarro pegado al palo.

Todo el control en el que se había recostado el Barça saltó por los aires en la segunda mitad. Sahin echó mano de Yan Couto para intimidar y Guirassy consiguió batir la meta azulgrana, otra vez en fuera de juego. Aún no era aún su momento, era el de un jugador brasileño que lleva el brazalete de capitán tatuado. Raphinha siempre aparece al rescate para dar el picotazo letal. Fue una jugada casi del manual Flick: Pedri roba y protege, encuentra a Olmo que, con un control orientado, lanza al capitán a la carrera entre Can y Schlotterbeck para encarar y batir a Kobel.

Casadó y Ryerson pugnan por un balón.

Casadó y Ryerson pugnan por un balón.AP

La alegría azulgrana de ver en el marcador reflejado su dominio duró un suspiro. Lo que tardó en lanzar una contra el Dortmund y que Cubarsí, en un gesto infantil, derribara de un empujó a Guirassy en el área. No dudó el francés Letexier en pitar penalti que el propio guineano convirtió en el empate.

Fue entonces cuando Flick agitó el banquillo con Fermín y Ferran. También con De Jong, pero el holandés está opaco. Koundé se escapó hasta la línea de fondo y puso un centro en el punto de penalti que golpeó el andaluz ante Kobel. El suizo no embolsó la pelota y apareció Ferran para rebañarla. De nuevo el Barça tenía ventaja en el minuto 75. Y de nuevo no sabría protegerla. Desde el mismo saque de centro nació el empate cuando Gross esquivó la trampa del fuera de juego y le regaló el segundo gol a Guirassy.

No se cansó de remar este Barça y volvieron a asociarse los mejores para evitar que se escapara la proeza de ser el único equipo en asaltar el Signal Iduna Park en tres años, desde noviembre de 2021. Pedri, catalizador, buscó a chispa de Lamine y el joven astro, en otro partido de personalidad, dejó al valenciano franco para batir a Kobel. Bendita locura.

Schlotterbeck, el superviviente del doble desastre que se llevó por delante a Flick

Schlotterbeck, el superviviente del doble desastre que se llevó por delante a Flick

El 23 de noviembre de 2022 fue uno de los días más funestos en la historia del fútbol alemán, estremecido por una derrota ante Japón que precipitaría el adiós a la Copa del Mundo y supondría el primer clavo en el ataúd de Hansi Flick. Aquel 1-2 estuvo a punto de llevarse por delante la carrera de Nico Schlotterbeck, un prometedor defensa de 22 años a quien su seleccionador venía mimando desde las divisiones inferiores. Las críticas, despiadadas, se cebaron con el central, convertido hoy en jugador franquicia del Borussia Dortmund.

El seísmo originado en Doha tuvo su réplica el 9 de septiembre de 2023 cuando Japón propinó otro durísimo 1-4 del que ya nunca se repondría Flick, el primer técnico destituido en la historia de la Nationalmannschaft. Durante aquella noche lúgubre de Wolfsburgo, Schlotterbeck formó también como titular. Esta vez como lateral izquierdo. Su segunda debacle frente a Takuma Asano, autor del 1-3, que ya le había dejado en evidencia en el Khalifa International Stadium. "Se lo pusimos demasiado fácil, sobre todo en la forma en que encajamos. Especialmente el 1-2: no sé si alguna vez se ha marcado un gol más fácil en un Mundial", lamentó entonces Ilkay Gündogan.

El actual delantero del Mallorca había ridiculizado dos veces a uno de los mejores talentos de la cantera alemana. El mismo que cinco meses más tarde disputaría la final de la Champions ante el Real Madrid y que ahora se dispone a ampliar su vínculo con el Dortmund, asciendiendo, de paso, un par de escalones en el escalafón del vestuario. De tercer capitán, tras Emre Can y Julian Brandt, a próximo portador del brazalete.

Balones largos y buenas conducciones

Schlotterbeck piensa renunciar a contratos más jugosos siguiendo el consejo de Robert Schneider, el agente que ya guio los últimos años de Lothar Matthäus y Oliver Bierhoff. Zurdo de gran prestancia, destaca por su excelente manejo, especialmente en los balones largos. Durante la última Champions fue el segundo central con más pases que rompieron la línea rival (132), sólo por detrás de su compañero Mats Hummels (133). En la pasada Bundesliga lideró dos apartados estadísticos: posesiones ganadas (245) y metros conduciendo el balón (4.690), con amplia ventaja sobre Xavi Simmons, segundo con 3.890 metros.

"Tiene mucha confianza en sí mismo y sabe lo que hacer con el balón", dijo Flick en mayo de 2022, nada más convocarle por primera vez con la absoluta para un partido oficial. A los 22 años y seis meses, Nico debutaría en la segunda jornada de la Nations League ante Inglaterra (1-1). No se trataba de un amistoso cualquiera en Múnich, dado que aquella noche Flick ensayó por primera vez con una línea de tres centrales. Desde el primer minuto, Schlotterbeck evidenciaría su calidad en ataque como las carencias a la hora de guardar la espalda. Un pecado mortal para el actual técnico del Barça, que mecaniza cada movimiento en busca de la perfección defensiva.

"Implica muchos riesgos"

Con cartel de favorito, el líder de LaLiga visita hoy el Signal Iduna Park, guarida de un Borussia demasiado irregular en la Bundesliga, pero que ha sabido optimizar su superioridad ante Brujas, Celtic, Sturm Graz y Dinamo Zagreb. No hay demasiada fe con Nuri Sahin en el banquillo, pero tras la venta de Niclas Füllkrug al West Ham, la leal Südtribüne empieza a acostumbrarse a los goles de Jamie Gittens y Serhou Guirassy. Nada resulta sencillo tras el éxito del pasado curso y las despedidas a Marco Reus y Hummels. Ahora se precisa de un paso al frente de Schlotterbeck.

El viejo Westfalenstadion vibró el pasado 29 de junio con su ídolo, titular con Alemania en el cruce de octavos de la Eurocopa. Nico sustituía al sancionado Jonathan Tah y completó ante Dinamarca 90 minutos a la altura, con asistencia incluida para el 2-0 de Jamal Musiala. «Mi forma de jugar implica muchos riesgos. En los últimos tiempos he intentado minimizarlos, aunque he metido la pata dos o tres veces», admitió durante una entrevista con el Westdeutsche Allgemeine Zeitung. Schlotterbeck, por el que el Dortmund pagó 25 millones al Friburgo en 2022, bien vale hoy tanto riesgo.

Andrija Maksimovic, un pequeño Messi contra el Barça en Belgrado

Andrija Maksimovic, un pequeño Messi contra el Barça en Belgrado

Actualizado Martes, 5 noviembre 2024 - 19:33

En el Estrella Roja el adjetivo «pequeño» no quiere decir precisamente insignificante. Una buena prueba es su estadio, oficialmente denominado Rajkio Mitic, pero al que tanto en Serbia como en todo el planeta fútbol se le conoce mucho mejor como Pequeño Maracaná. Aunque actualmente su aforo es de alrededor de 50.000 espectadores, en el pasado, cuando aún se admitían localidades de pie, llegó a albergar 110.000. Una cifra que, claro, quedaba empequeñecida con los 200.000 que pudieron llegar a darse cita entonces en el mítico estadio brasileño del que toma su nombre.

Allí, en el estadio que este miércoles recibirá a un Barça castigado por la UEFA a prescindir de la compañía de su público por la sonrojante pancarta mostrada en el Luis II, hay un jugador que acapara todas las miradas y al que llaman pequeño Messi: Andrija Maksimovic.

A sus 17 años, este futbolista se ha convertido en el debutante más joven con la selección de Serbia en toda su historia, tras estrenarse a su vez en la élite tan solo un año antes. Su debut como internacional absoluto fue el 12 de octubre, ante Suiza, en la Nations League, y, posteriormente, también tuvo algunos minutos en el duelo con la Roja que se disputó tres días después en Córdoba.

Detalles de genio

Por el momento, sus registros goleadores andan algo lejos de los que dejó la estrella argentina en su paso por el club azulgrana, pero en el Estrella Roja están tremendamente ilusionados con él. No en vano, es capaz de dejar detalles de calidad. Como, por ejemplo, el libre directo, muy esquinado en el lado derecho del ataque del conjunto de Belgrado, al que supo darle una parábola envenenada y que acabó abriendo el marcador en su último encuentro en la Liga serbia, en casa frente al Vojvodina. Un encuentro que se saldaría con victoria de los locales por 3-0.

Por supuesto, ya hay varios grandes clubes europeos que lo tienen en su punto de mira. Como, por ejemplo, la Juventus, el Borussia Dortmund o el Liverpool. No obstante, su irrupción en el equipo aún no ha tenido efectos positivos en una Champions en la que el Estrella Roja cuenta los tres partidos disputados hasta el momento por derrotas. Y, a pesar de que la visita del Barça ha sido acogida también con una ilusión tremenda por parte de sus seguidores, la historia no invita al optimismo.

Es cierto que la última vez en que los azulgrana jugaron en el Pequeño Maracaná, en octubre de 1996, el partido se saldó con 1-1, pero la amenaza que representan ahora tanto Hansi Flick como Robert Lewandowski hay que tenerla muy presente. Más, incluso, que la sutil parábola con la que Maradona puso en pie a ese estadio hace ya 42 años. En la campaña 2019-20, con el alemán en el banquillo del Bayern y el polaco como estilete de los bávaros, el actual máximo anotador de Primera División fue capaz de marcar todo un póquer de goles en Belgrado. Una hazaña que, visto su estado de forma y pese al bajón del derbi, no sería para nada extraño que aspire a reeditar este miércoles.

El huracán europeo del Real Madrid

El huracán europeo del Real Madrid

Si no fuera porque el Real Madrid aniquila a sus rivales europeos con morbosa asiduidad, nadie podría asimilar en el fútbol actual que, burlado en el primer tiempo y con dos goles en contra, pudiera en sólo 45 minutos masacrar a un equipo alemán con cinco goles.

Increíble, sí, pero ya no se puede hablar de milagro, porque esos presuntos milagros son habituales en las noches europeas del Real Madrid. Fue un huracán, un tornado y se gustó masacrando

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La historia derrota al juego en el Bernabéu con un Vinicius imparable ante el Dortmund

La historia derrota al juego en el Bernabéu con un Vinicius imparable ante el Dortmund

El carro se transformó en cuadriga con el sonido seco del latigazo que el coliseo blanco espera, paciente, por mala que haya sido la noche. Es el latigazo del gol. Lo soltó Rüdiger, un tipo con aspecto de gladiador que llegó hace poco tiempo a la verde arena, pero contagiado ya de lo incomprensible. Lo incomprensible sucede en el Bernabéu. Lo incomprensible es lo que se preguntan los jugadores del Borussia Dortmund. Lo incomprensible lo personifica Vinicius, dueño de un hat trick que precede a su Balón de Oro. Noches como ésta lo explican.

La historia dice que cuando ese latigazo se escucha en esta grada, la victoria llega por la ley de la naturaleza, como el verano sucede a la primavera. A la historia, sin embargo, hay que acompañarla. El Madrid lo hizo con el alma y el Bernabéu, con la liturgia, para superar a un rival que había sido mejor con la pelota. Ahora queda acompañarla con el juego, aunque el juego, hoy, parezca algo que nada tiene que ver con el Madrid, con lo que acontece en el Bernabéu. También es fútbol.

Vinicius logró un empate que parecía imposible después del dominio incontestable del Dortmund, plasmado en dos goles de ventaja al descanso. En el segundo tiempo, el Madrid consiguió cinco, tres del brasileño en total, una de esas remontadas que quedan para el recuerdo, una más, aunque no tenga la trascendencia de otras. Queda mucho para los títulos. El final del brasileño, un demonio, resultó incontenible para un rival que no cayó jamás, que obligó a lo mejor a Courtois y que incluso hasta los últimos minutos pisó el área contraria. No pudo, sin embargo, con la escena, ni con Vinicius.

Mbappé frente a Vinicius

Mbappé observó la crecida de Vinicius como un subalterno. Fue importante en el centro del primer gol a Rüdiger, clave, y en el trámite del segundo, pero fue uno más. Más peso tuvo Modric, titular después de iluminar al Madrid en Vigo, porque Ancelotti necesita un auriga, aunque sea un viejo auriga, para poner a correr a los 'purasangre'.

El papel de Vinicius es el que debía corresponder a Mbappé, o eso debe pensar el francés. En ese duelo debe encontrar una motivación. Vinicius le dará todos los pases posibles, pero no le va a dar un metro en el pulso de ídolos y de egos cuando toque el oro. Será el lunes.

Mbappé apareció en el centro del área, un lugar donde no explota sus mejores condiciones, la carrera al espacio. La posición de delantero centro no le beneficia. Ancelotti no es el primer entrenador que lo sitúa en el área, ya lo hicieron Deschamps o Luis Enrique. La decisión es el resultado de la optimización de recursos, al dejar la banda izquierda a Vinicius, como el PSG o Francia sucedía con Barcola o Dembélé. Una volea en los primeros minutos, desviada por un defensa, fue de lo poco que el francés pudo encontrar en el primer periodo. Sus cualidades piden espacio para activar su físico, para explotar en la carrera, el desborde y el gol. Por supuesto que tiene calidad para hacerlo como delantero centro, pero es en el primer rol en el que es mortal pero no único, no con Vinicius. El área puede acercarle al gol, pero también le acerca a la prisión.

Ancelotti ha repetido que Mbappé y Vinicius tienen libertad para moverse en el frente de ataque. Frente al Dortmund no lo hicieron inicialmente, estáticos, lentos. Eso provocó que el Madrid jugará en exceso al pie, en lugar de hacerlo al espacio, hecho que facilitó el trabajo defensivo del Dortmund. Ryerson, en la derecha, lo hizo con una solvencia sorprendente, dado que suele ser la zona cero para un rival del Madrid, al tratarse de la banda por la que encara Vinicius y a la que cae Mbappé.

Inacción por falta de plan

A Vinicius y Mbappé les acompañaba Rodrygo, titular en el regreso de Ancelotti al 4-3-3, después de la mala experiencia, pese a la victoria, con los tres centrales en Vigo. Modric, clave en ese triunfo, volvía al once en un centro del campo, junto a Valverde y Bellingham. Ni Tchouaméni ni Camavinga. La experiencia no funcionó, con un dominio total de Nmecha, Sabitzer y Brandt durante la primera hora. Nmecha dio un curso de mediocentro y Brandt estuvo en todas partes. La razón no era únicamente su calidad, sino también la inacción del Madrid. Inacción por falta de plan, de ideas y, especialmente, de presión, agresividad y velocidad con la pelota. Sin presión alta, el Madrid replegaba frente a un rival que tocaba y tocaba hasta hacer eternas las posesiones.

Ese planteamiento no es el que corresponde al Madrid, pero, en cualquier caso, únicamente tiene sentido con una eficacia defensiva altísima. No la tiene el conjunto de Ancelotti y al Dortmund le costó poco, muy poco, demostrarlo. Llegó al área y encontró en las dudas de Lucas Vázquez una mina. Tras una de sus pérdidas, Gurassy cedió a Malen para abrir el marcador y, más tarde, el lateral no pudo anticiparse a Gittens en un centro.

Lucas Vázquez pudo resarcirse con su gol, tercero del Madrid, después del empate. El hueco dejado por el lesionado Carvajal no es cualquier cosa, porque aportaba mucho más que un lateral. De lo que sucedió después del latigazo de Rüdiger, con Vinicius desencadenado, sabe mucho Carvajal. De lo que pasó antes, hay que preguntar a Ancelotti. Mejor antes del clásico.

La venganza de Nuri Sahin: alumno de Klopp, máster en Harvard y el sueño del '5' del Madrid

La venganza de Nuri Sahin: alumno de Klopp, máster en Harvard y el sueño del ‘5’ del Madrid

Nuri Sahin (Lüdenscheid, 1988) sabe de herencias. Fue uno de los primeros en ponerse el '5' de Zidane en el Madrid cuando todavía nadie había sido capaz de portarlo durante varios años seguidos y este año ha asumido el banquillo del Borussia Dortmund, último finalista de la Champions. Después de Cannavaro y Gago, le tocó el '5' a él. Era 2011 y Mourinho le había elegido como centrocampista clave para el futuro del Madrid. Tenía 23 años y todo para triunfar, pero las lesiones lastraron su paso por un Bernabéu al que hoy regresa para clamar venganza: la suya personal y la del Dortmund, que hincó la rodilla en Wembley ante los blancos el pasado mes de junio.

Sahin fue el cerebro del éxito del cuadro alemán la pasada temporada. Llegó en diciembre para ser el asistente de Edin Terzic, pero su inclusión fue clave en el devenir de la campaña del cuadro alemán. Tanto que la directiva no dudó en darle el puesto cuando decidió terminar con la etapa de Terzic. No ha cambiado mucho el panorama en Dortmund, porque el conjunto minero lidera la Champions con dos goleadas en dos partidos: 0-3 al Brujas y 7-1 al Celtic.

Cuentan en Dortmund que a Sahin no le ha temblado el pulso y que lleva los galones de entrenador en la sangre. Habla cinco idiomas, clave en un vestuario multicultural, e incluso un master en Gestión Deportiva en la Universidad de Harvard, logros académicos que ha acompañado a su propia experiencia futbolística. La positiva y la negativa.

Porque la carrera de Sahin no se entiende sin el sufrimiento por las lesiones, circunstancia capital para que a los 36 años ya sea entrenador de máximo nivel. Después de su corto paso por el Madrid y tras fracasar también en el Liverpool, volvió a su casa, a Dortmund. Allí arrancó con buen pie pero en la tercera temporada volvió a sufrir una grave lesión de rodilla. Tenía 26 años y se acercó del todo al aprendizaje para los banquillos.

Una lesión, 'clave' en su aprendizaje

Tanto en Alemania como en España, Sahin era uno de esos jugadores con mente de entrenador. Solía apuntar ejercicios y discursos en una libreta y sus problemas físicos le llevaron a acelerar sus lecciones para ser técnico. «Con esa lesión empecé a disfrutar pensando en tácticas, sesiones de entrenamiento, reuniones, análisis de vídeo... Todas estas cosas relacionadas con el entrenamiento», admite. Se hizo cargo del equipo de su niñez, el Meinerzhagen, mientras se recuperaba de su lesión en el Dortmund, y comenzó a deslizar su interés en poner fin a su carrera. Dejó el Borussia y fichó por el Antalyaspor turco, y sólo necesitó un año y medio para que le ofrecieran dar el salto del campo al banquillo. Así lo hizo. 24 meses después, volvió a Dortmund.

Su buen hacer en Turquía llamó la atención del Dortmund, que a mitad de la pasada temporada le ofreció el puesto de asistente. Era un mensaje claro: querían que fuese su siguiente entrenador. Seis meses y una final de Champions más tarde, Sahin aterriza en el Bernabéu convertido en técnico.

Alumno de Klopp, admite que conversa de forma constante con él y que le pide consejos. Admira la presión de sus equipos y la motivación que fue capaz de darle a sus vestuarios. Ambos, técnico y futbolista, lograron juntos la histórica Bundesliga de 2011.

Espacio para Mbappé, la obsesión del cuerpo técnico del Madrid: acumulación en el lado derecho, intercambios con Vinicius...

Espacio para Mbappé, la obsesión del cuerpo técnico del Madrid: acumulación en el lado derecho, intercambios con Vinicius…

Kylian Mbappé es el máximo goleador del Real Madrid esta temporada. Suma ocho tantos en los 12 partidos que ha disputado, cinco en los últimos siete. Cifras decentes pero no extraordinarias, que es lo que busca el conjunto blanco en un fichaje de su envergadura. El futbolista mejor pagado de la plantilla es también la gran pieza del puzle global de Ancelotti, un rompecabezas que de momento no termina de encajar y que busca cada semana nuevas soluciones. Y es que el cuerpo técnico lleva ya tres meses instalado en una obsesión: la liberación de Mbappé. Un pensamiento que lo condiciona todo. Hoy, ante el Dortmund, vivirá una nueva prueba.

El delantero francés ve puerta cada 121 minutos y dispara más que nadie, pero más por ansia individual que por las ocasiones que el equipo genera para él. Tres de sus ocho goles han llegado de penalti y se le nota encajonado en el embudo del Madrid. Todos parecen estarlo y romperlo es la obsesión de Ancelotti y sus asistentes. Pero, ¿cómo?

El Madrid, salvo en Balaídos, no ha cambiado demasiado de sistema, pero sí de piezas. Sigue jugando en 4-4-2 con rombo o en 4-3-3 con Rodrygo en la derecha, pero la salida de Kroos y la llegada de Mbappé han trastocado el sistema, la ocupación de los espacios y el estilo de juego del equipo. Sin el alemán y con el galo, Ancelotti ha sumado un delantero más y ha perdido a un centrocampista en salida de balón, obligando a situar a Mbappé entre Vinicius y Rodrygo y retrasando a Bellingham a la medular, alejándole de la frontal del área y haciendo más difícil su llegada a la frontal, salvadora para el Madrid el año pasado. El británico todavía no se ha estrenado este curso y su frustración es cada día más evidente.

El problema de juego de los de Ancelotti es claro, pero también es obvio que el Madrid morirá con estas piezas, de ahí las mil pruebas en este inicio de curso y el pequeño caos que sufrió el equipo en Vigo al intentar el sistema de tres centrales. ¿Para qué? Por los espacios.

Acumulación en el lado derecho

Una de las situaciones que ha observado el cuerpo técnico es precisamente esa acumulación de jugadores en tres cuartos de campo. Demasiada. Tchouaméni, Camavinga, Valverde, Bellingham, Vinicius y Mbappé, con Rodrygo como alternativa a uno de los centrocampistas franceses. Son seis hombres para el ataque, los mismos que el año pasado, pero solapados.

Hasta este verano, Kroos asumía el lado izquierdo en salida, Tchouaméni o Camavinga el eje, Valverde el interior derecho, Vinicius y Rodrygo las bandas, siempre en diagonal hacia el centro, y Bellingham tenía para él todo el frente de ataque para moverse en libertad hacia el área o para ayudar en salida. Desde agosto, nada cuadra.

El mapa de calor de los futbolistas ante el Celta fue contundente. La zona más pisada por los jugadores del Madrid fue el interior derecho, ahí intentaron conectar Valverde, Bellingham, Tchouaméni e incluso Camavinga. La izquierda, toda para Vinicius y para las apariciones de Mbappé, y nadie en el lado zurdo en salida de balón. Ni siquiera Bellingham, que ha jugado en ese lado en varias ocasiones pero al que Ancelotti quiere en la derecha. ¿Por qué? Por Mbappé. «A Kylian le gusta caer a la izquierda, a Jude le queremos por la derecha con Rodrygo», explicó ayer el técnico.

Intercambios con Vinicius

Lo ideal, reflexiona el cuerpo técnico, es que los seis de ataque intercambien posiciones, como en el gol de Vinicius para el 1-2 en Vigo, donde el brasileño se desmarcó en diagonal para terminar definiendo en la derecha del área. Crear espacios para que las estrellas puedan potenciar su gran virtud: correr al hueco. Pero eso no está pasando, ni siquiera al poner a Tchouaméni como tercer central para centrar a Camavinga y Valverde y generar más espacios por dentro para Mbappé y Bellingham. Esa es la teoría, pero a la práctica le quedan muchas pruebas. «No lo he explicado bien», asume Ancelotti.

En Lille se vio la peor imagen del equipo. El 4-4-2 con Camavinga, Valverde, Tchouaméni y Bellingham fracasó, con los tres primeros ocupando prácticamente la misma zona del campo. Ahí nació la idea de jugar con tres centrales en Vigo, pero en defensa no funcionó.

Mbappé, mientras, busca su espacio. En el PSG fue delantero y extremo izquierdo, en Francia disfrutó escorado al lado zurdo con Thuram en punta... En Madrid, parece clave su comunicación con Vinicius para intercambiar posiciones y alternar egos.

Las dudas del Madrid ante un mes crítico: la mitad de kilómetros que el Dortmund, Kroos, las estrellas...

Las dudas del Madrid ante un mes crítico: la mitad de kilómetros que el Dortmund, Kroos, las estrellas…

En el Santiago Bernabéu los problemas se miden en derrotas. Y a veces, cuando el éxito es demasiado constante, incluso en empates. «El empate es la antesala de la crisis», define siempre Ancelotti. Y claro, una derrota es el agujero negro del madridismo. Un lugar en el que destruirlo todo: al entrenador, a las estrellas, a los asistentes, a los futbolistas de rotación... Nadie sirve. Ni siquiera acumulando 36 partidos sin perder entre todas las competiciones y habiendo ganado hace unos meses Liga y Champions. Quizás por eso, el italiano pidió «mente fría» y no tirar «todo a la basura» después de caer en Lille. Una derrota dolorosa por las sensaciones repetidas durante varios momentos de este curso: «Ojalá sea un gran toque de atención», admitió el italiano. Van varios y en Valdebebas ya deslizan la necesidad de un punto de inflexión.

El Madrid suma ya bastantes dudas en su calendario. Su mejor noche fue la de la Supercopa de Europa, cómo no, con la motivación de un título. Después llegaron los empates en Mallorca y Las Palmas, las primeras partes de 0-0 en casa contra Valladolid y Betis, la irregularidad contra el Stuttgart, el caos final contra el Alavés... Situaciones en las que el conjunto blanco no brilló a pesar de las victorias y comenzaron a ser germen de las reacciones a la derrota del miércoles en Francia.

Las lagunas del equipo son evidentes y el cuerpo técnico es el primero en admitirlas. «No hemos encontrado un sustituto deKroos. Es así», reconoció Ancelotti antes del duelo continental. Con el alemán también se sufría, sí, y basta retroceder doce meses para encontrar triunfos agónicos en septiembre y octubre gracias a los goles de Bellingham, pero la plantilla parecía tener las ideas más claras.

El nivel de las estrellas

El alemán bajaba en salida de balón al lado izquierdo, Bellingham era la punta del famoso rombo, Rodrygo mezclaba entre la punta y la derecha, Camavinga, Tchouaméni y Valverde se repartían con sentido el centro del campo... El cuadro de Ancelotti parece haber perdido esa química, al menos de momento. Bellingham se ve obligado a bajar demasiado, Tchouaméni parece lento por momentos, Camavinga acaba de regresar de lesión, Valverde se pega en exceso al carril diestro tapando a Carvajal... Los defectos en Lille fueron excesivos.

Y por último, Vinicius y Mbappé. El primero está todavía cogiendo el punto de ritmo que le hace diferencial. Sin eso, parece costarle repetir esos esfuerzos que le van a convertir en Balón de Oro. Y Mbappé, que es el máximo goleador del equipo, todavía no mezcla con naturalidad con sus compañeros. En Lille, el centro del campo jugó demasiado lento en un equipo pensado para que sus delanteros sean rápidos y verticales al espacio. Lo reconoció Ancelotti: «Nuestros atacantes necesitan un juego más vertical».

El Madrid perdió hace un año en el Metropolitano con Kroos de titular y en Valdebebas se niegan a pensar que no hay solución posible a los problemas de juego sin el alemán. Admiten los errores pero miran también a los futbolistas de manera individual y esperan que este mes sea «un punto de inflexión» en el nivel de cada uno. Los jugadores del Madrid son de los que menos corren tras las dos primeras jornadas de Champions, según los datos de la UEFA. 108 kilómetros de media, por los 115 del City o Liverpool o los 224, el doble, del Dortmund.

El Dortmund y el Milan, en el Bernabéu

En las próximas semanas, el Madrid recibirá al Villarreal, visitará Vigo, recibirá al Dortmund y al Barça, viajará a Valencia y jugará ante el Milan en el Bernabéu. Seis duelos, cuatro de Liga y dos de Champions, claves para el devenir madridista en ambas competiciones.

Y entre medias, la entrega del Balón de Oro el próximo 28 de octubre en París, justo dos días después del clásico. Si nada cambia, Vinicius se llevará el galardón, en lo que será un momento de euforia para el futbolista y para el club y, veremos, si un momento de inflexión en la temporada del Madrid. Lo necesitan por puntos y sensaciones.