Los 362 días que cambiaron la vida de Fermín: “Los Juegos son un reto personal”

Actualizado Martes, 6 agosto 2024 - 00:20

El 27 de julio de 2023, Fermín López debutaba con el Barcelona en un partido de pretemporada contra el Arsenal, en Los Ángeles, para sustituir a Gündogan. El 24 de julio de 2024, el mismo jugador debutaba en unos Juegos Olímpicos, en un partido frente a Uzbekistán. Faltaban dos días para se cumpliera un año, 362 días que cambiaron totalmente la vida de este futbolista de 21 años. Un año en el que se ha hecho un sitio en el Barcelona, pese al despido de su valedor. Un año en el que ha sido internacional. Un año en el que ha ganado una Eurocopa. Un año en el que ha llegado a unos Juegos Olímpicos. Un año en el que está a un paso del oro, un último paso, como gran estrella de esta España en las que pocos confiaban. Es su particular cuento de la Cenicienta.

Con cuatro goles decisivos, el último para empatar frente a Marruecos en Marsella, Fermín es, a sus 21 años, el jugador referencia del torneo. Si en la final marca, igualará como máximo goleador al marroquí Rahimi, que luchará por el bronce con su selección. El gol es un elemento diferencial de Fermín, un futbolista metálico, que carga la pierna en cualquier lugar, en un instante. El gol que tanto necesitaba Xavi Hernández y por lo que exigió al club que incluyera al futbolista el chárter hacia Estados Unidos hace un año, pese a las reticencias.

"Hace lo que le pido"

"Me lo llevo porque hace lo que yo quiero que haga en el campo", dijo Xavi. Desde ese debut ante el Arsenal, en partido amistoso, jugó 43 partidos oficiales con su equipo y marcó 11 goles. "Yo siempre hago lo que me pida el míster", dijo en el estadio Velodrome de Marsella, tras vencer a Marruecos. Santi Denia se beneficia.

Dos días después de aquel debut en Los Ángeles, Fermín escribió en sus redes sociales: "Nunca lo tuve fácil y ha sido un camino duro y de mucho sacrificio. Hoy es un día muy feliz para mí y para mi familia". Se refería el jugador de El Campillo (Huelva) a las dudas que había tenido sobre si algún día llegaría al primer equipo.

Dudas que le habían llevado a plantearse marcharse lejos, al fútbol polaco, incluso, donde reencontrarse, como hizo Dani Olmo tiempo atrás, en su caso a Croacia. Ya había conocido cesiones, al Betis al Linares, y no quería más. Incluso había tenido la ayuda de un psicólogo, en la Masía, mientras se planteaba si dejarlo todo y dedicarse a sus estudios universitarios de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, que todavía mantiene.

La llegada de Xavi, alguien que siempre mira a la cantera, fue providencial. Dos de sus hallazgos, Fermín y Cubarsí, son pilares de esta selección olímpica. Xavi también integró otra, en Sidney 2000, donde España perdió en la final ante Camerún. Algún consejo podría dar al que ha sido su pupilo, exultante como cuando pateó el banderín de córner tras marcar a Marruecos. Por fortuna, la tarjeta amarilla no le priva de la final.

"Los Juegos son un reto personal", afirma Fermín, para el que "el equipo merecía la victoria ante Marruecos". "Ojalá yo pueda meter más goles -añadió-, pero lo importante es que hemos pasado a la final, y ahora hay que ir a ganarla". Será el zapato de oro de esta Cenicienta.

Los 'tapados' del fútbol lucharán por el oro tras vencer a Marruecos en la caldera de Marsella

Los ‘tapados’ del fútbol lucharán por el oro tras vencer a Marruecos en la caldera de Marsella

El fútbol español no para. Después de la Eurocopa y de los triunfos de la selección femenina, los 'tapados' de Santi Denia también quieren soñar. Esta noche lo hacen con el oro, después de derrotar en tierra hostil, la caldera de Marsella, a Marruecos (1-2). Su rival será Francia, la anfitriona, que resolvió su eliminatoria con una sufrida victoria en la prórroga para citarse con España en la final del próximo viernes en el Parque de los Príncipes (18:00). Los que empezaron como pajes se sienten ya príncipes.

Fermín es quien mejor representa ese sueño, uno de los futbolistas del torneo, con cuatro tantos. El cuarto sirvió para igualar un choque muy complejo, por la potencialidad del rival, por su juego, preparado para la contra, y por la atmósfera. El barcelonista añadió la asistencia a Juanlu, que entró en tromba en el área, hacia el gol y hacia París. Los Juegos de verdad les esperan.

Cuarta final

El fútbol masculino repite, pues, final tras perder la de Tokio, entonces con futbolistas reventados, como Pedri. Fermín jugó la Euro, pero apenas minutos. Está fresco, como Baena y el resto. Será la cuarta final olímpica, después de obtener la plata en Amberes'20, tras perder la final ante Bélgica, ganar en Barcelona'92 y perder de nuevo ante Camerún, en Sidney 2000, y Brasil en Tokio, hace tres años. Denia tiene que repasar qué se hizo bien y mal en cada caso. Por ahora, su gestión es impecable, con el único borrón de la derrota ante Egipto en día de rotaciones. El técnico movió el banquillo con rapidez cuando era necesario. Juanlu, el hombre del gol decisivo, fue uno de sus cambios.

Marsella era Casablanca. España iba a jugar como visitante en un estadio Velodrome de un solo color, tomado por la comunidad de origen marroquí de la segunda ciudad más poblada de Francia. Para contrarrestarlo sólo había un camino: la pelota, el dominio. Lo intentó el equipo de Santi Denia desde el principio, era su plan, pero un penalti innecesario le obligó a cambiar.

Hakimi intimida

Barrios llegó tarde a un despeje e impactó en el gigante Richardson en el área. No podían existir dudas cuando le advirtió el VAR. Era claro. Rahimi, el mejor delantero del torneo hasta entonces, no falló, seguro y determinado ante Arnau Tenas. Hakimi intentó desconcertarlo antes del lanzamiento, de compañero a compañero, ya que ambos pertenecen al PSG.

El ex jugador del Madrid es uno de los mayores de 23 años elegidos por su federación para disputar los Juegos. Tiene sentido, por calidad, por puesto y por liderazgo. Lo decide todo sobre el campo, la verdadera extensión del entrenador. Incluso más.

España tenía, pues, que acelerar el ritmo de balón, porque hasta entonces apenas había presentado un lanzamiento de Fermín. La coyuntura, además, era la más peligrosa posible, ya que el juego de Marruecos está basado en la rapidez de sus transiciones, gracias a Hakimi, Targhaline o Balde. Cuanto menos toques, mejor. La olímpica no se diferencia en su juego de la absoluta que echó a España del Mundial de Qatar.

La selección de Denia necesitaba llevar el miedo a Marruecos, que acosó a España con el viento de cola del gol hasta el descanso, demorado más de 10 minutos por la lesión del colegiado, al que tuvo que sustituir el cuarto árbitro por un choque con Pubill. Baena lo había intentado con dos disparos aislados, uno de ellos repelido por el exterior del palo. Era necesario más.

Marruecos se preparó para resistir ante España y buscar las contras. Akhomach, el futbolista del Villarreal, probó cerca de Arnau. En su despliegue era peligroso; en su área no era seguro. Fermín lo intuyó y se aprovechó de una jugada sucia cerca de Munir para marcar un gol de los que le distingue. En estos Juegos se ha destapado con un rol muy distinto al que tiene en su club o en la selección absoluta. Es el jefe.

Con la misma ira que marcó pateó el banderín de córner, lo que le valió una tarjeta que, por fortuna, ya no es peligrosa para la final. Con la pausa necesaria habilitó a Juanlu en el camino del gol y del sueño del oro.

El hundimiento olímpico de Rahm entre el viento y el colapso mental: "No sé cómo explicarlo"

El hundimiento olímpico de Rahm entre el viento y el colapso mental: “No sé cómo explicarlo”

De un cuerpo de gigante apenas sale la voz. Jon Rahm, abatido, parece buscar respuestas con su mirada, respuestas que no encuentra tampoco en sí mismo: "Ni yo sé cómo explicar lo que ha pasado". Lo que acababa de pasar era un hundimiento olímpico. Rahm dominó el último recorrido del torneo de los Juegos con una autoridad inesperada. Había estado irregular los días anteriores con el putt, pero, en cambio, el domingo parecía que todo le salía en el green. Lo mismo en las salidas del tee. Ese juego sin fisuras le hizo alcanzar el ecuador del recorrido con cuatro golpes de ventaja. Después, el colapso, los errores, los bogeys, el hundimiento.

El diploma que corresponde a un quinto puesto no colma a un gran campeón. Rahm lo es. Sólo quienes lo son arrastran riadas de gente, como las 80.000 personas que se acercaron al Golf National, cerca de Versalles, adonde llegaron con intenciones muy distintas a quienes tomaron su palacio hace más de dos siglos. Eran más de las que caben en el estadio de Saint Denis. Buena parte de los espectadores llegaban a animar a Rahm en un torneo olímpico con los mejores golfistas del circuito. El polémico fichaje del español por el LIV saudí no ha mermado en absoluto su carisma.

"Me va costar reponerme"

"No ha sido una buena semana para mí, pero ha sido una gran semana de golf para la gente. Me va a costar reponerme de esto. Es duro, sobre todo después de tenerlo en la mano", explicaba un Rahm huidizo, con ganas de irse, volar de vuelta a Estados Unidos y reunirse con su familia. Una nueva paternidad le espera.

Rahm sentía las miradas encima sin querer mirar a nadie. Un difícil ejercicio de concentración que ya era apreciable cuando el español apareció en el putting green, la última zona de calentamiento. Fueron minutos, al contrario que sus rivales.

Un último contacto con la hierba bajo un sol oblicuo, menos húmedo que los anteriores. Refugiado del ruido en sus auriculares, no embocó ninguna. No importaba, ahí no. Salió disparado, entre gritos de "¡Rahm!, ¡España! o ¡Europe!". A ninguno respondió, a ninguno escuchó. Estaba en modo concentración, en modo recorrido, perfecto hasta la mitad del campo. En el hoyo 11 llegó el primer problema; en el 14, el crack del que no pudo reponerse.

Maldito hoyo 14

"En mi opinión, el mayor problema no ha estado en el hoyo 11 o en el 12. Lo más importante ha sido el tercer golpe del 14", explicó Rahm. Fue el hoyo maldito, un par cinco en el que realizó un doble bogey. En ese mismo hoyo había hecho un eagle el primer día y un birdie en el tercero. En cambio, había salvado en el par el hoyo ocho, donde había tenido los mayores problemas los días anteriores. "A partir de ahí no ha sido fácil mentalmente, porque ves que pierdes lo que tenías en la mano", admitió.

La concentración ha sido un elemento clave en el crecimiento de Rahm, desde los tiempos en los que la Federación lo sancionaba por explotar en el green, golpear los palos y las bolsas. Incluso fue obligado a trabajar con golfistas discapacitados, una especie de servicio social que siempre ha reconocido como clave en su vida. Eso cambió a Rahm y París empezó por ver al Rahm maduro, seguro, con un juego compacto, sin fisuras. Los errores descubrieron a otro que empezaba a mover y hacer girar los palos tras los errores.

En los 10 primeros hoyos tan sólo se fue fuera de calle en dos ocasiones, algo que solventó sin superar nunca el par. Birdie a birdie, con cuatro en cinco hoyos consecutivos, firmaba un -5 en los primeros nueve. En los siguientes nueve, un +4. Partió con -14 y acabó en -15. Había dicho que era necesario estar seis golpes por debajo del par para el oro. Acertó en el diagnóstico, no en el campo. Sólo araño uno.

Récord de Scheffler

"Conozco este campo, aquí ganamos la Ryder y he jugado otras veces, pero es un campo complejo debido al viento, no lo notaba en el swing», añadió el español, aunque ello no explica la diferencia entre una parte y otra del recorrido. Los hoyos de mayor dificultad llegan al final, aunque para entonces Rahm ya había perdido la buena tendencia, al contrario que el vencedor, Scottie Scheffler, de menos a más para firmar el récord del campo, con nueve golpes bajo par y un total de -19, cuatro golpes menos que el español. El estadounidense, primero del ránking mundial, recibió este año de manos de Rahm la chaqueta verde de Augusta.

El británico Tommy Fleetwood (-18) fue segundo y Hideki Matsuyama (-17), tercero. Dos golpes separaron a Rahm, pues, del podio. Con un birdie en el 18 habría forzado el desempate por el bronce con el golfista japonés. Hizo un bogey. Estaba mentalmente fuera.

A sus 28 años, volver al mismo lugar no será un problema en Los Ángeles 2028, después de su ausencia en Tokio por un positivo en Covid. "Ahora no me habléis del futuro, por favor. Cuatro años es mucho tiempo y primero tengo que entender qué ha pasado", finalizó. Tenía prisa por irse.

La piscina de la polémica se cierra con dos nuevos récords del mundo, tres en total

Actualizado Domingo, 4 agosto 2024 - 20:28

La piscina de la polémica se cierra con tres récords del mundo, además de un buen puñado de récords olímpicos, hecho que pone en cuestión la polémica acerca de si su escasa profundidad afectaba a la velocidad. El español Hugo González fue uno de los que se quejó. Al récord de 100 libre (46.40), logrado por el chino Zhanle Pan, se unieron en la última jornada de la natación en París los de 1.500 libre masculino y 4x100 estilos masculinos.

Bobby Finke, de Estados Unidos, batió el de la mayor prueba de fondo (14.30.67) para superar en 35 centésimas la plusmarca anterior, del chino Sun Yang, que estaba vigente desde 2012. Fue un buen día para Estados Unidos, ya que su relevo de 4x100 estilos femenino mejoró el que ya tenía al concluir en 3.49.63.

Regan Smith, Lilly King, Gretchen Walsh y Torri Huske, autora de una fabulosa última posta, añadieron otro éxito para un relevo que desde 1960 acumula 11 oros en la especialidad.

China, oro en 4x100 estilos

En la misma prueba, pero en categoría masculina, volvió a lanzarse a la piscina el gran héroe de París, Léon Marchand, pero con escasas opciones de obtener un quinto oro, dada la menor potencia del equipo francés. No obstante, consiguió sumar una medalla olímpica más, en esta ocasión de bronce.

China dominó en la combinada gracias a Jiayu Xu, Haiyang Qin, Jiajun Sun y Zhanle Pan (3.31.58), con 55 centésimas de ventaja sobre Estados Unidos, mientras los locales tocaron la pared a casi un segundo.

Marchand, con cuatro oros y un bronce, y Katie Ledecky, con dos oros, un bronce y una plata, son los nadadores más galardonados, además de la joven canadiense Summer McIntosh, una de las mujeres del futuro, y el equipo australiano.

Los tres récords del mundo, además de algunas de las pruebas más rápidas de la historia de los Juegos, como todas las ganadas por Marchand, ponen en entredicho si la profundidad de la piscina de La Défense Arena, de 2,15 metros mientras que la normativa actualizada de la FINA exige 2,50, ralentizaba a los nadadores por el mayor oleaje generado. La media de las marcas es inferior a la de Tokio.

Jon Rahm, quinto, se hunde a mitad de recorrido y se queda a dos golpes del podio olímpico

Jon Rahm, quinto, se hunde a mitad de recorrido y se queda a dos golpes del podio olímpico

Sentir las miradas encima sin mirar a nadie. Un difícil ejercicio de concentración que ya era apreciable cuando Jon Rahm apareció en el putting green, la última zona de calentamiento. Fueron minutos, al contrario que sus rivales. Un último contacto con la hierba bajo un sol oblicuo, menos húmedo que los anteriores. Refugiado del ruido en sus auriculares, no embocó ninguna. No importaba, ahí no.

Salió disparado, entre gritos de "¡Rahm!, ¡España! o ¡Europe!" A ninguno respondió, a ninguno escuchó. Estaba en modo concentración, en modo recorrido, perfecto hasta la mitad del campo, que cerró con cuatro golpes de ventaja. En el hoyo 11 llegó el problema; en el 14, el hundimiento del que no pudo reponerse. Fue quinto.

"No sé cómo explicarlo", se repetía una y otra vez Rahm, abatido. "Cuando lo tienes tan cerca, es muy doloroso perder de este modo", insistía, sin querer hablar de futuro, de una nueva experiencia olímpica en Los Ángeles 2032: "Ahora no me habéis de futuro. Me va a costar reponerme de esto". Admitió que los errores afectaron a su concentración, pero, en su opinión, "el problema no estuvo en el hoyo 11 o 12, sino en el tercer golpe del 14".

+4 en los nueve últimos

La concentración ha sido un elemento clave en el crecimiento de Rahm, desde los tiempos en los que la Federación lo sancionaba por explotar en el green, golpear los palos y las bolsas. Incluso fue obligado a trabajar con golfistas discapacitados, una especie de servicio social que siempre ha reconocido como clave en su vida. Eso cambió a Rahm y alumbró al campeón que se observó en París durante una primera parte del recorrido perfecta, fuera en el tee como en el green.

En los 10 primeros hoyos tan sólo se fue fuera de la calle en dos ocasiones, algo que solventó sin superar nunca el par. Birdie a birdie, con cuatro en cinco hoyos consecutivos, firmaba un -5 en los primeros nueve hoyos. En los siguientes nueve, un +4. Partió con -14 y acabó en -15. Había dicho que era necesario estar seis golpes por debajo del par. Acertó en el diagnóstico, no en el tratamiento. Sólo arañó uno al campo.

La mayor dificultad del último tramo no explica la diferencia, porque la crisis llegó antes, con dos bogeys en los hoyos 11 y 12, donde las jornadas anteriores había realizado par y birdie. Marcado por esos errores, en el hoyo 14, un par 5 y, por tanto una oportunidad para el birdie, incluso para el eagle, que había logrado en la primera jornada, acabó por realizar un doble bogey.

Scheffler, Fleetwood y Matsuyama, en el podio.

Scheffler, Fleetwood y Matsuyama, en el podio.EFE

Ese tramo fatal no sólo le hizo perder el liderato con el que había arrancado la jornada, igualado en el hoyo 12 por el británico Tommy Fleetwood, también las posiciones de podio. Cuando salió del doble bogey era quinto, empatado con el francés Víctor Pérez, una de las sorpresas del torneo olímpico de golf, que realizó un recorrido de -8 el último día.

Después de uno de sus errores, Rahm agitó el palo, gesto de desesperación que jamás había hecho hasta entonces en todo el recorrido. Necesitaba volver a su estado del principio frente a un desenlace en desventaja. Un putt larguísimo le permitió hacerlo en el hoyo 15 y empatar con -17 con el japonés Hideki Matsuyama en la tercera plaza. El oro estaba a dos golpes, demasiado en dos hoyos. El bronce, en disputa. Un nuevo bogey en el 17 le dejó a merced de un birdie en el hoyo más difícil. Volvió a hacer girar su palo, desencajado. Mal asunto. El resultado fue un nuevo bogey. Miró al césped. Desencajado, tampoco quería mirar a nadie.

El número uno del ránking

Los 18 hoyos del Golf National, tomado por una peregrinación cuyas intenciones nada tenían que ver con la que tomó el cercano Palacio de Versalles, siguieron al español, convertido ya en un icono, hasta el final. Unas 80.000 personas, más de las que acudieron a la Ryder Cup en este mismo campo o de las que caben en el estadio de Saint Denis. El polémico fichaje por el circuito saudí LIV lo ha apartado de determinados focos, pero su carisma sigue intacto.

Rahm no pudo devolver tanto cariño en forma de oro y vio cómo lo ganaba el estadounidense Scottie Scheffler, el hombre al que Rahm, de ganador a ganador, le puso la chaqueta verde este año en Augusta. El estadounidense, el mejor del ránking este año, fue de menos a más en el torneo olímpico para acabar con el récord del campo en la última jornada (-9) y una tarjeta global de -19. La plata fue para Fleetwood (-18) y el bronce para Matsuyama (-17). Dos golpes malditos separaron, pues, a Rahm del podio, aunque los golpes malditos en París fueron muchos más.

Ana Peleteiro no encuentra su rebeldía en París para volver al podio olímpico

Ana Peleteiro no encuentra su rebeldía en París para volver al podio olímpico

Bajo el agua de París, Ana Peleteiro no se sintió como Taylor Swift, no esta vez. La atleta gallega necesitaba encontrar la rebeldía que forja su personalidad, esa irreverencia que está en su gen de gran competidora. Lo invocó señalando con el dedo frente al foso, gritándole. El podio esperaba en el triple salto a la Peleteiro de máximos, a la Peleteiro que reta a Peleteiro, a la Peleteiro que se cree Taylor Swift cuando avanza con la mirada fija hacia la arena. No la encontró.

Esa Peleteiro es que la que apareció en Tokio, pero no en París, adonde llegaba después de ser madre y de demostrar una recuperación ejemplar y exprés para gritar que es posible, que la maternidad no debe apartar para siempre de la alta competición. A los 28 años, había conseguido saltar este año en el mismo segmento que en 2021 (14,85 por 14,87). No lo hizo, sin embargo, en el lugar elegido en su mente. Sus piernas no pensaron lo mismo. El sexto puesto, un diploma, no colma a esta atleta voraz, en un concurso dominado por Thea LaFond, de Dominica, con 15,02. Esa es la barrera en la que piensa Peleteiro desde Tokio. Esa es la barrera de los sueños.

Buen nivel global

Peleteiro entró en el foso con una fuerza medida y un primer intento de 14,55. Una distancia que le garantizaba, prácticamente, estar en la mejora, y eso significaba tranquilidad. Sin embargo, el concurso iba a estar muy por encima desde el principio, algo que sabían la atleta y su entrenador, Iván Pedroso, en pie en la grada para intentar dar indicaciones a la española. Meticuloso y pausado en el día a día de los entrenamientos, ahora era el momento de la vehemencia. Necesitaba transmitir a la atleta toda su ciencia, mucha, y toda la energía. Gesticulaba, hablaba alto cuando Peleteiro se acercaba a la grada.

La ausencia de Yulimar Rojas, su compañera de entrenamiento en el grupo de Guadalajara, dejaba abierto el oro, algo que no está en duda con la venezolana en la pista. En pocas pruebas del atletismo actual existe un dominio tan incontestable, sobre el que ahora se abre un interrogante dada la rotura del tendón de Aquiles que sufrió Yulimar en abril. No es cualquier lesión. Es el muelle del triplista, sometido a una presión brutal en cada uno de los apoyos. No estaba, pues, la mejor, pero el concurso era, globalmente, de nivel, por lo que Peleteiro necesitaba estar en sus mejores marcas para llegar al podio. Es lo que hizo para alcanzar el bronce en Tokio, en una serie en la que se mejoró a sí misma salto tras salto para acabar en 14,87, su récord de España. En París la habría llevado de nuevo al podio. Fue la marca con la que Shanieka Ricketts logró la plata.

Más riesgos

Ese 14,55 mantuvo brevemente a la gallega en primera posición, pero sólo el tiempo de entrar en contacto con el foso para las saltadoras. Ricketts se fue a los 14,61, Leyanis Pérez a los 14,62, Jasmine Moore a los 14,67 y Thea LaFond a los 15,02. Peleteiro arriesgó en el segundo intento. Necesitaba apurar en la tabla para ganar centímetros. Fue nulo. Su rostro lo decía todo. No se encontraba. Pedroso la llamó. Movía las manos rápido, hablaba. La española escuchaba. Había algo dentro de sí que no encontraba. El salto son centímetros pero también son sensaciones. Cuando se dirigió a la recta del foso, habló consigo misma, se golpeó el pecho. No mejoró la marca (14,52), pero se dejó 12,5 centímetros en la batida, lo que quería decir que tenía un registro mejor en sus piernas si podía ajustar el salto.

Una de las grandes cualidades de Peleteiro es la velocidad que alcanza para impulsar el salto, dividido en tres partes: 'hop', 'step' y 'jump'. El tercero, que lleva al foso, es el que marca la diferencia. Pedroso es de la opinión que los dos primeros son los buenos. El cubano es un sabio del triple. En ocasiones, sin embargo, eso puede llevar al que el tercero tenga poco tiempo de contacto y, por tanto, menos fuerza.

Aparece la lluvia

La lluvia apareció para dificultar más el concurso de la española, puesto que en ese momento era la que debía sumar centímetros para alcanzar el podio. La intensidad hizo que los jueces devolvieran a las atletas dentro del estadio. La práctica era imposible. Hubieron de vestirse y desvestirse. De regreso, la española volvió a situarse en la recta. Pidió al público que la siguiera con las palmas, pero se levantó del foso seria. El salto había sido bueno, pero insuficiente (14,59). Continuaba quinta en la clasificación, a dos puestos del podio. En el quinto, sobre la arena, se llevó las manos a la cara. Se había quedao en 14,26. Era sexta, el puesto que ya no pudo mejorar en el último (14,31), incapaz de encontrar a su Taylor Swift en París.

La enmascarada Cata Coll detiene un penalti para mantener el sueño olímpico de España

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 20:20

La selección de moda sintió el frío del fracaso cerca, muy cerca. La parada de la enmascarada Cata Coll, en el primer penalti de la tanda ante Colombia, la alivió como antes lo hicieron los goles agonísticos de Jenni Hermoso e Irene Paredes, al límite de la eliminación. Aitana Bonmatí, su Balón de Oro, marcó el definitivo. Antes, fue el tanto de la capitana el que la devolvió al partido y a la fábula que empezó en Sidney, hace un año, y que continúa camino del sueño olímpico. Un camino, por ahora, épico pero espinoso. España pasa por lo peor, frente a una dura Colombia, que la llevó a agotar la prórroga (2-2), pero descubre la prueba de vida para intentar reencontrarse con lo mejor de sí misma, camino de las medallas. Las semifinales, como a los hombres, les esperan.

En la prórroga, España ya no sintió el mismo sufrimiento que durante un partido en el que fue por detrás en el marcador, por dos veces, y en el juego hasta el tanto de Jenni Hermoso, a un cuarto de hora del final. Mayra Ramírez y Linda Caicedo habían adelantado a Colombia gracias a un contraataque mortal frente a una España atascada, impotente. Irene Paredes le dio otra oportunidad, pero la prórroga no cambió el decorado. La capitana Catalina Usme, en cambio, no pudo ofrecer lo mismo a su selección, al fallar el primer lanzamiento, detenido por Cata Coll. Mariona, Eva, Salma y Aitana no fallaron.

Sufrir al contraataque

Mayra Ramírez está varios pasos por delante de su propia selección. Es vertical y poderosa, mortal a campo abierto. Ángelo, seleccionador de Colombia, sabe que es lo hay que hacer cuando se maneja semejante materia prima. La tropa combate, bien organizada; Mayra aguarda con la mirada afilada, mirada de águila. La presión es constante, con anticipación para poder robar o provocar pérdidas de balón, y buscar a su mejor delantera. De esa forma sufrió España lo inesperado, un gol que empezó con una pelota perdida por Alexia Putellas y la incapacidad de Paredes para impedir que Mayra llegara al mano a mano con Cata Coll. La máscara de la portera española, a lo Mbappé, no atemorizó a la colombiana. El gol premió al técnico que había impuesto su guion. El rostro de Montsé Tomé, en cambio, era el de quien no encuentra la salida del laberinto.

El gol llegó tan pronto, a los 12 minutos, que el mayor problema no era la desventaja frente a una selección inferior, clasificada como tercera de su grupo. No. El problema era que España no conseguía encontrar la fluidez de su juego y en el choque o la segunda jugada era peor que Colombia. La portera Tapia apenas tuvo que emplearse en todo el primer tiempo y lo más comprometido que detuvo fue un tiro de Bonmatí. La Balón de Oro apareció menos de lo deseado en los espacios, y eso dice mucho de lo que le ocurría a la selección, dominadora, pero demasiadas separas las líneas y sin que Salma Paralluelo pudiera ofrecer la referencia necesaria. Los movimientos de Salma pretendían arrastras a las centrales colombianas, muy seguras, y crear espacios para las llegadas de Alexia y Aitana.

Segundo gol de Colombia

Colombia no era una muralla. Era un equipo que supo jugar desde su inferioridad, pero sin negar lo ofensivo. Al contrario, cada robo era una acción de contraataque que exigió mucho a la defensa española, algo a lo que no está tan habituada, debido a sus altos niveles de posesión. El segundo gol, al poco de iniciarse el segundo tiempo, llegó también en una acción lanzada por la banda derecha. Athenea del Castillo no pudo impedir el centro y en el área a las españolas les faltó aplomo. Linda Caicedo se movió a sus anchas para girar sobre sí misma y batir de nuevo a Cata Coll. Se repetía la historia del inicio, con una España que buscó el gol sin éxito, pero lo sufrió con demasiada facilidad, pese a perder Colombia a Pavi, su segunda atacante. Se fue del campo entre lágrimas.

Tomé buscó más gol a toda costa cuando ya no había tiempo de volver al principio para buscar el juego que no ha encontrado en estos Juegos. Salieron Jenni Hermoso, lo que llevó a Salma a situarse en la banda, y Alba Redondo. Aceleró el ritmo de balón la selección frente a un rival que acusaba físicamente el esfuerzo, pero firme e impulsado por el público colombiano en la grada del estadio de Lyón. El gol de Jenni, en una segunda jugada finalmente aprovechada, dio esperanzas a una España volcada y con tiempo suficiente por delante. El remate de Paredes, en el tiempo añadido, fue la forma de que se sintieran de nuevo campeonas. Como tales fueron a la muerte súbita. Como tales no empezaron, pero ganaron. Ese es el camino.

La historia detrás del primer oro de España: los Botín de la vela, la meditación y la sombra del tercer hombre

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 22:42

Un mal paso, un apoyo de más es una derrota en una embarcación de 4,99 metros de eslora, longitud de proa a popa, y 1,75 de manga, la anchura. Cada movimiento, pues, tiene que estar sincronizado, como en una coreografía, mientras la embarcación llega a alcanzar los 30 nudos de velocidad, más de 50 kilómetros por hora, sobre una superficie cambiante, el mar. Los dos hombres han de formar, pues, una pareja perfecta, sincronizada y a la vez compleme

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Léon Marchand gana su cuarto oro y llama a la puerta del Olimpo de Phelps o Spitz

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 21:33

La irrupción de Léon Marchand en el olimpismo ha sido tan brutal e incontestable que parecería exagerado decir que, en una sola semana, este francés de 22 años ha entrado en el Olimpo de la natación. En realidad, es cierto, porque los cuatro oros con los que deja París como ídolo local y como estrella de estos Juegos, rendido a su eclosión en el cuarto el propio Emmanuel Macron, en la grada de La Défense, son comparables a las hazañas de algunos de los grandes de la historia, como Michael Phelps, Mark Spitz, Ian Thorpe o Alexander Popov.

Es cierto que las cosechas de los mencionados son mayores, porque compitieron en varias citas olímpicas, pero también lo es que todos hicieron granero al nadar las pruebas de relevos, algo que Marchand no ha realizado en París. Francia, que se emociona con el regreso a la natación y al podio de Florent Manaudou, a sus 33 años, no tiene un relevo ganador que ofrecerle. Colectivamente, no son sus mejores tiempos, pese a Marchand, no le sucede como a la ejemplar natación italiana. Que España tome nota.

Cuando Phelps ganó ocho oros en Pekín 2008 o Spitz siete en Múnich 1972, tres y dos, respectivamente, llegaron en los relevos y cinco fueron individuales. Marchand ha empezado por cuatro sin ayuda de nadie, las cuatro victorias que mostraba en su mano tras alcanzar la última meta, en los 200 estilos, a ritmo de récord del mundo hasta las tres últimas brazadas. Llegará. También más victorias.

El libre, estilo por explorar

Marchand confirmó en su última participación que es un nadador de estilos colosal, algo que le acerca a Phelps, con el que comparte entrenador, Bob Bowman. Si algo le diferencia de otros de los grandes nadadores de la historia es que no acomete las pruebas individuales del estilo libre, un terreno por explorar junto a Bowman. El último 50 de los estilos, el del libre, apunta a un nivel altísimo. El futuro lo dirá. En cambio, ha dominado la braza de una forma asombrosa. Un estilo en el que se prodigan nadadores más compactos físicamente. Marchand es longilíneo, con un cuerpo púber, hecho que favorece su nado subacuático, básico para establecer diferencias.

El francés ha nadado los 200 y 400 estilos, los 200 braza y los 200 mariposa más rápidos de la historia de los Juegos. Los récords olímpicos parecen devaluados, debido a unos años de locos, entre bañadores de poliuretano, los que usaba Phelps, y textiles, pero lo conseguido por este nadador de 22 años son palabras mayores. Ha nadado más rápido que Phelps en Pekín. En los 400 estilos ya arrebató el récord a Phelps (4.02.50). En el 200 estuvo en tiempos de conseguirlo en los tres giros. Para batirlo le faltó oposición. Acabó en 1.54.06, a seis centésimas de la plusmarca de Ryan Lochte (1.54.00), un nadador imponente que tuvo la mala suerte de coincidir con la era Phelps. Era su eterno segundo. El Olimpo de la natación también debería tenerle reservado un sitio, pese a verse privado habitualmente del oro, salvo en los relevos.

La siguiente pregunta es hasta dónde podrá llegar Marchand después de París, donde ha contado con un apoyo poco común en la natación, con un público que jadeaba en cada una de sus brazadas. París necesitaba un héroe y lo ha encontrado en el joven de Toulouse. La responsabilidad, sin embargo, también era un peso en los Juegos en su país, algo que sufrió Thorpe en Sidney, pese a las medallas. Marchand, en cambio, ha demostrado una concentración excepcional. Ni siquiera el desafío del 200 mariposa frente a Kristof Milak, mejor en las series, las semifinales y hasta los primeros 150 metros de la final, lo hundieron. Emergió como una orca asesina y voraz para transformarse fuera de la piscina, con su rostro dulce y aniñado, y los cabellos de un dios griego. El Olimpo es su lugar.

Fermín hace soñar al fútbol con las medallas tras vencer España a Japón

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 19:02

El fútbol llegó a París tapadito. El fútbol de ellos. El impacto de la selección femenina, clara favorita, y la resaca de la Eurocopa dejaron a los hombres de Santi Denia en el perfil bajo. Tampoco la primera fase logró cambiar esa percepción, con una derrota ante Egipto. La victoria lograda en cuartos ante Japón (0-2), en Lyon, cambia la situación y les lleva a soñar con las medallas, gracias a dos goles de Fermín, uno de los mejores futbolistas del torneo. Tendrán dos oportunidades. Si ganan a Marruecos, el lunes, habrán asegurado el oro o la plata.

Fermín es uno de los dos futbolistas presentes en el torneo olímpico que disputó la Eurocopa. El otro es Álex Baena, ambos titulares frente a los japoneses. Denia plantó a España en el campo a partir de un 4-2-3-1, con el azulgrana en la mediapunta y Abel Ruiz por delante. Los goles, uno en cada parte, llegaron con sendos golpeos habituales de Fermín. Es uno de los mejores palos de este jugador metálico. El portero Brian Kokubo, sin embargo, pudo hacer algo más en el primero. El segundo fue más duro. El azulgrana extendió su catálogo con un lanzamiento que, esta vez sí, encontró la respuesta del arquero y un pase a Baena en el área que no supo aprovechar.

El VAR y Abel Ruiz

El tanto primer llegó cuando España había logrado atemperar la presión nipona, alta e intensa. Nunca, sin embargo, llegó a tener el partido verdaderamente controlado, con llegadas peligrosas de Japón.

Si Fermín, con tres goles en el torneo, se ha destapado como el futbolista más decisivo, su compañero de equipo Cubarsí no ha encontrado su mejor forma y ha de agradecer al VAR su poca eficacia en el que habría sido el empate. Japón estrelló otro remate en el palo en su mejor fase, aunque España pudo llegar a la segunda parte con la ventaja, tener más mando y ampliar la distancia en el marcador. Primero, gracias a Fermín y, finalmente, a un remate de Abel Ruiz.

La selección deja en el camino del torneo olímpico a Japón por segunda vez consecutiva, después de haberlo hecho en Tokio, entonces en semifinales, en una selección de la que repiten dos futbolistas, Eric García y Miranda. Ambos se colgaron una plata que esta selección, con menos nombres y menos ruido, quiere mejorar.