España acaba de arrancar la Nations League con una remontada ante Bélgica y ya tiene enfrente a su principal rival por la clasificación. Se trata de Inglaterra, en un duelo que tendrá como escenario un estado mítico, vetado durante décadas al fútbol femenino, pero hoy es la casa de la selección inglesa, sin distinción de sexos. Wembley acoge un partido con mucha rivalidad y la Federación Inglesa (FA) lo ha querido vestir de gala llevándolo a uno de los campos más emblemáticos del mundo, con capacidad para 90.000 espectadores y donde el fútbol femenino ha batido récord de asistencia.
España lo visita por primera vez, coronada por dos títulos en menos de dos años: la Copa del Mundo, en el que se impusieron a las inglesas, y la Nations League, torneo en el que las británicas no lograron clasificarse para la Final Four. De hecho, la última vez que las lionesses jugaron en este estadio londinense fue en diciembre de 2023 ante Países Bajos. Congregaron a 71.632 aficionados, pero perdieron 3-2 y se quedaron fuera de la fase final del campeonato.
Nadie espera otra cosa que hoy no se vea un partidazo. «Es con los que sueñas la noche anterior. Me motiva mucho jugar en este estadio, que sólo con el nombre se te eriza la piel», confesó Aitana Bonmatí, doble ganadora del Balón de Oro.
«inadecuado» durante décadas
La selección femenina apenas había disputado partidos en Wembley hasta 2014. De hecho, pese a que el estadio se alzó en 1923 y fue sede de los equipos de la FA a partir de 1966, las mujeres empezaron a jugar allí en 1989. Pero es que el fútbol femenino fue considerado «inadecuado para las mujeres inglesas» durante décadas, algo por lo que en 2008 la Federación pidió disculpas públicas.
Fue entonces, en el contexto de los Juegos de Londres, cuando comenzaron a fraguarse los planes que hicieron despegar a la Women's Super League, en la que hoy juegan intencionales españolas, como Mariona Caldentey, Laia Codina, Laia Aleixandri, Maite Oroz o Leila, y a la selección. Su primer partido en el nuevo Wembley, reformado en 2007, fue un amistoso en noviembre de 2014 ante Alemania con 45.619 espectadores. Cinco años después, frente al mismo rival, ya serían 77.768.
«Un ejemplo donde mirarnos»
Por este campo pasó también Irlanda del Norte en 2021, pero el gran hito fue la final de la Eurocopa de 2022, cuando Inglaterra, tras vencer a España en los cuartos de final, se alzó con el título ante Alemania. 87.192 aficionados vieron proclamarse campeona de Europa a las chicas de Sarina Wiegman. Para entonces, ya presidía la Federación una mujer, Debbie Hewitt, y las jugadoras recibían la misma cantidad que los chicos de Gareth Southgate por cada convocatoria: 2.000 libras (2.400 euros). Las primas, sin embargo, siguen siendo una asignatura pendiente, porque lo es también que FIFA y UEFA igualen los premios.
«Es un ejemplo cómo tratan el producto y llevan los campos. Aprovecharon su momento al ganar la Eurocopa para desarrollar el fútbol femenino, creyeron en él. Es un ejemplo donde mirarnos», reconoció Bonmatí, que advirtió de que las inglesas no serán un rival fácil. Su seleccionadora señaló que no se parecen al equipo al que derrotaron en Australia, pero España tampoco. «Jugamos a tener el balón, a atacar. Ahora somos más verticales, más versátiles», resumió Aitana.
«Respeta al árbitro, respeta el fútbol». Ése fue el mensaje que la RFEF y LaLiga quisieron transmitir esta jornada para acabar con semanas de polémica y tensión antes de que el calendario se empine, pero no lo consiguieron. Las decisiones de los colegiados volvieron a estar en el punto de mira tanto en la disputa por el título como en la huída del descenso. Hubo aficiones que silbaron, como ocurrió en el Bernabéu al grito de «¡Corrupción en la Federación!», y los mismos clubes que pusieron a sus jugadores junto al trío arbitral detrás de la pancarta mostraron después su descontento con decisiones que o bien consideran que les perjudicaron o no entendieron cómo se gestionaron. Eso sí, ninguna cayó en contra de los intereses de quienes pelean el título y fueron especialmente relevantes en el caso de los duelos Valencia-Atlético de Madrid y Las Palmas-Barcelona, donde el descenso también estaba en juego.
Fue el Valencia el equipo que, con más contundencia, cuestionó el arbitraje de Busquets Ferrer con Iglesias Villanueva en el VAR. En el minuto 55, con el 0-2 en el marcador y el Valencia volcado en la portería del Atlético, un centro de Gayà lo cabeceó Sadiq y el balón impactó a bocajarro en el brazo de Javi Galán, abajo pero separado del cuerpo. Mestalla reclamó penalti, pero no lo pitó y el VAR ni siquiera intervino. Minutos después de finalizar el encuentro, el Valencia lanzó un mensaje en sus redes sociales con el vídeo de la jugada: «Nosotros respetamos a los árbitros, pero esto es penalti».
Nadie entendía que ni siquiera se hubiera avisado al colegiado para que peritara con las imágenes. Ni siquiera Simeone. «Me mostraron la imagen del penalti y es la misma jugada de la Eurocopa. Le pega en la mano; no entiendo nada. En la Eurocopa era penal de Cucurella. Dicen que la mano estaba muerta, pero le pega en la mano. Ojalá que sea más claro siempre para todos porque la situación es poco entendible, un día va a ser penal, otro no... Ojalá que se pudiera manejar la misma línea en todos los equipos», reconoció el argentino, que se llevó la victoria 0-3, pero pudo ver complicarse el duelo en esa jugada.
Eso es lo que pensó Corberán, que quiso ser más diplomático: «Prefiero pensar que no ha sido penalti, duele menos. Porque un gol creo que hubiera cambiado la dinámica del partido por completo». «Hay un VAR para corregir errores y creo que es más saludable pensar que no ha sido penalti que pensar que lo era y no ha sido señalado», añadió el técnico.
La duda, como evidenciaba Simeone, permanece. Para la mayoría de árbitros españoles no es penalti. El CTA afinó esta temporada los criterios para que la manos en posición natural no fueran falta. En este caso consideran que no es sancionable porque, pese a estar despegada del cuerpo, no ocupa una posición antinatural. El problema es que para la UEFA sí lo es o, al menos, así lo determinó en septiembre en una reunión del Comité de Árbitros con el ejemplo de aquella de Cucurella que, en los cuartos de final contra Alemania en la Eurocopa, no se pitó.
La mano de Cucurella en el España-Alemania de la Eurocopa.REUTERS
El criterio, que hizo público una filtración para enfado de la UEFA, es que los ingleses Anthony Taylor y Stuart Attwell (VAR) debieron pitar penalti. «El contacto mano con balón que detiene un tiro a puerta debería castigarse de forma más estricta, y en la mayoría de los casos debería concederse un tiro penal, a menos que el brazo del defensor esté muy cerca del cuerpo o sobre el cuerpo», recogieron en el documento de observaciones. «En este caso, el defensor detiene el tiro a puerta con el brazo, que no está muy cerca del cuerpo, haciéndose más grande, por lo que se debería haber concedido un tiro penal», zanjaron.
La única diferencia con la de Galán es que no interceptó un remate a diez metros como el de Musiala, sino el testarazo a bocajarro de Sadiq. Como Simeone, en el Valencia no entienden el criterio ni que el VAR no llamara a Busquets para que evaluara la jugada, por lo que no hay audio de la interpretación.
Revisión de un fuera de juego
Sí lo hay de la jugada polémica que encendió el partido en el estadio de Gran Canaria entre Las Palmas y el Barça. En el minuto 81, con los azulgranas ganando 0-1 pero con los insulares volcados, hay una mano de Eric García en el área, de espaldas y cayéndose, que ataja un disparo de Álex Suárez. Cordero Vega no señala el punto de penalti, pero Del Cerro Grande enseguida le llama desde el VAR. «El brazo, aunque va al apoyo, está extendido, ocupa un espacio, y es un disparo a portería, pero quiero que valores que también hay una posición de fuera de juego previa», le explicaba.
Le muestra primero la imagen de la mano y después varias tomas para verificar el fuera de juego que en LaLiga esta temporada ya es semiautomático. Sin embargo, el colegiado revisa hasta comprobar la posición adelantada del lateral Álex Muñoz en el centro del que nace toda la jugada y que la invalida. ¿Por qué entonces avisó el VAR? «Después de esta semana, es normal que todo se revise», comentó entre sonrisas Eric García. Las protestas del Real Madrid, la carta de queja por los arbitrajes y la reunión privada con el CTA es «la semana» a la que se refería el central azulgrana.
Cordero Vega revisa en Las Palmas la polémica jugada en el VAR.AFP
No quiso Diego Martínez buscar explicaciones sino que se las pidió al árbitro al final del partido. «¿Por qué paráis?», preguntó el entrenador en un diálogo que cazaron las cámaras de Movistar Plus. «No, pero está bien ejecutado, porque si no hubiera fuera de juego, hubiera sido falta...», decía el árbitro. «Ya pero es que... entonces, ¿por qué lo paráis?», reclamaba el técnico ante lo que se encontró esta respuesta: «Para que la gente lo sepa, para que no se piensen que no...». Y ahí quedó la conversación que luego Martínez resumió en sala de prensa. «Es un tema de interpretación y ojalá que a partir de ahora alguna de estas jugadas extrañas nos caiga de cara».
Tampoco se libró de la polémica el Rayo. Se quedó con diez ante el Villarreal por la roja que García Verdura mostró a De Frutos al filo del descanso por una entrada que el videoarbitraje. Eso provocó el enfado del presidente Martín Presa, que dejó el palco para bajar a los vestuarios. En el Bernabéu, el Real Madrid, después de las quejas, tuvo una tarde plácida con el Girona.
No es que no hubiera penaltis o expulsiones en el resto de la jornada, pero fueron jugadas claras en las que ni siquiera tuvo que mediar el VAR.
Sólo un árbitro 'Elite'
El comunicado de los árbitros pidiendo respeto y la campaña de la RFEF contrasta con que para esta jornada el CTA sólo haya designado a un colegiado 'Elite UEFA'. Fue Sánchez Martínez y arbitró el Celta-Osasuna, un duelo donde se esperaba menos tensión que en otros que marcaba el calendario. Hernández Hernández, que arbitró competición europea, y Gil Manzano descansaron.
Sánchez Martínez en el Celta-Osasuna.AFP
Sin embargo, a Cordero Vega, que ha vuelto a Primera esta temporada, se le asignó el partido Las Palmas-Barcelona, auxiliado por Del Cerro Grande.
Al frente de la Sala VOR en Vallecas y en Mestalla hubo dos colegiados descendidos a Segunda el pasado verano pero que siguen en el VAR de Primera: Figueroa Vázquez, que avisó de la expulsión que desde el Rayo ven muy rigurosa, e Iglesias Villanueva, que no consideró revisar la mano de Galán.
La razón de estas designaciones hay que situarla, según fuentes federativas, en que se realizan dos semanas antes, que los árbitros suelen pitar cada 15 días y que había que encajar esta jornada con la elección de los colegiados en la ida de las semifinales de la Copa del Rey con dos partidos tensos entre Barça y Atlético y Real Sociedad-Real Madrid.
No piensa ceder el Atlético. Fue el mensaje que lanzó en Mestalla por si alguien dudaba mirando el calendario. Una sola derrota en casi cuatro meses le sostienen en todas las peleas aunque, por momentos, muestre algunas dudas. Ante el Valencia liquidó el duelo en la primera media hora con la magia de Griezmann y la letalidad de Julián Álvarez, pero tuvo que apretar los dientes cuando los locales arrearon antes de que Correa echara los tres puntos al zurrón. [Narración y estadísticas]
Los primeros dos goles se los apuntó la Araña pero al Valencia lo descosió un francés. Como el gato de Cheshire de Alicia, aparecía y desaparecía por donde menos se lo esperaba la defensa del Valencia, incapaz de detectarle. No necesitó correr ni bregar, ni aunque Corberán le hubiera puesto enfrente más músculo en la medular. Le bastó con buscar el lugar donde le dejaban pensar para ir regalando asistencias de gol.
Quiso el Valencia acordarse de cómo competía estos duelos antes de empequeñecerse y buscó apretar en el área de Oblak queriendo el control, pero sin ningún acierto. Ni Sadiq ni Iván Jaime ni Javi Guerra tuvieron ocasión de armar sus remates. Y los colmillos rojiblancos no tardaron salir, aunque fuera en una jugada anulada por fuera de juego. Giuliano mandó a pasearse la pelota por el área pequeña de Mamardashvili como primer aviso. El segundo ya fue gol. Apareció Griezmann en la frontal para elevar la pelota por encima de la defensa y que cayera a los pies de Lino. El brasileño la estrelló en el larguero, pero el rechace, con la punta de la bota lo tocó Giuliano ante la mirada pasiva de toda la defensa para dejar a Julián Álvarez que abriera el marcador.
El Valencia resopló y volvió a buscar a Oblak para quedarse atascado en tres cuartos de campo. Nadie era capaz de armar la pierna y el Atlético vivía cómodo recostado en su orden y esperando los errores, porque llegaban. Siempre llegan pese a los esfuerzos de Corberán por corregirlo. Desde el fondo de la clasificación no es fácil no equivocarse. Entonces aparecía Giuliano para correr, más por costumbre que por necesidad.
El Atlético balanceaba de orilla a orilla el juego hasta que aparecía el Principito y su magia. Le faltó silbar mientras se iba escorando al pico izquierdo del área para colocar otro balón entre los centrales que cabeceó Julián. El argentino pudo hacer el tercero antes del descanso aprovechando un error de Mosquera en la salida de pelota, tan grosero como su remate. Dos goles de cuatro remates por ninguno de Valencia dibujaban un panorama cómodo. Eso debió pensar Simeone sacando del campo a Lino y Azpilicueta, para reforzar con Galán y Gallagher escorado a la izquierda. No sabía que la idea de Corberán era agitar el partido.
Alimentó el ataque con Hugo Duro y se adueñó del duelo. A arreones encerró al Atlético con remates de Javi Guerra y los centros de Gayà primero para Sadiq, que reclamó una mano de Molina en el área que cortó su cabezazo -como el Valencia en redes sociales pese al respeto arbitral- , y luego para Hugo Duro.
No quería rendirse este Valencia, con más coraje que acierto, mientras los rojiblancos se recomponían moviendo de nuevo el banquillo. Enmendaba Simeone lo que había hecho al descanso, soltando a Gallagher por el centro, porque daba la sensación de que los valencianistas habían regalado la primera parte y lo podía arreglar.
Probó Almeida con un derechazo antes de que volviera al campo entre silbidos Rafa Mir para obligar a Oblak con un testarazo. Quería el Valencia, arriesgaba, pero las dudas del Atlético no eran suficientes para dejar escapar su cómoda ventaja. Es más, apareció el error valencianista que cerró el encuentro. Javi Guerra perdió la pelota que permitió a Gallagher armar una contra con la calma suficiente para que Correa la acabara con un derechazo cruzado que vació Mestalla.
El 27 de abril de 2023, Javi Guerra (Gilet, 2003) llevaba un minuto en el campo, 55 en Primera, cuando soltó un zapatazo a la escuadra del Valladolid que encarriló en el minuto 90+3 la salvación del Valencia para locura de Mestalla, que vio en ese chaval espigado de zancada elegante a un redentor. Nadie en el fútbol europeo le perdió de vista desde entonces. Comenzó el interés de grandes clubes y se convirtió en internacional Sub-21. Hubo muchos focos sobre él y, con ellos, aparecieron también algunas sombras. Casi dos años después, aquel chaval tímido y discreto es un futbolista más maduro, ha convivido con la exigencia de quienes le encumbraron, con la soledad de la crítica, y vuelve a emerger justo cuando más se le necesita. Guerra es esencial para este nuevo Valencia de Carlos Corberán que huye de la quema, a pesar de que nadie olvida que podría haber llegado hoy a Mestalla vestido con la camiseta del Atlético de Madrid.
El pasado verano, por 25 millones, con alguno más en variables porque el 30% iría al Villarreal, la presidenta del Valencia, Layhoon Chan, le abrió la puerta hacia el Metropolitano y nadie pareció escandalizarse. Porque así actúa Peter Lim y porque Guerra se había ensombrecido casi al mismo ritmo que su mentor, Rubén Baraja. Tras su irrupción, también había sido un jugador indiscutible en el primer tramo de la temporada 23/24, con un arranque estelar con tres goles y una asistencia. No parecía haber nadie mejor que Pipo, una leyenda en el centro del campo, para guiarle. Sin embargo, en la fase de pulido del diamante algo falló.
En diciembre Javi Guerra salió del once y no volvió hasta marzo. Entró en un bucle que arrastró hasta el pasado mes de diciembre. Entraba y salía de las alineaciones titulares, pero no parecía un jugador decisivo. También el Valencia se desdibujó y si vivió cómodo fue por las rentas de la primera vuelta.
La llamada del Atlético -también hubo de la Real Sociedad- fue la atendida por el club en ese contexto, y también por el jugador. «No tenía presiones para irse ni quería irse, pero en el Valencia todos saben quién decide», explican fuentes presentes en aquellas conversaciones, que fueron muy rápidas. Pese al acuerdo entre clubes, poco se llegó a hablar con el futbolista porque se reactivó la operación que los rojiblancos habían iniciado en paralelo por el Chelsea por Gallagher, que finalmente fue la que cuajó.
Guerra se quedaba en el Valencia lo que, según su entorno, llevó con naturalidad, sin que eso despistara su rendimiento. Aún así, cambió su papel y eso sí que afectó. El Valencia arrancó esta temporada mal, muy mal, y, en ese contexto, apareció el «estrés» por dar el 200% en cada partido sin conseguir que el equipo ganara. Otra vez a entrar y salir del once para lograr lo que parecía imposible. «Tenía falta de confianza en sí mismo porque el entrenador dudaba», explica su entorno. Si a otros se les perdonaban los errores, a él no. Su listón era más alto por las expectativas generados. Sin ganar y hundidos en la tabla, fueron días de reflexiones y de una decisión en diciembre: acabaría la temporada en el Valencia. «No iba a dejar al equipo tirado en esta situación». El Oporto le buscó el último día, según desveló el director deportivo, Miguel Corona. Pero se quedó. Ya había cambiado algo: Corberán.
Más balón, más regates y más disparo
«Dos charlas con le han servido para llevarlo a lo más alto. Se siente respaldo y se está viendo», explican. Con el nuevo técnico sólo se ha perdido diez minutos de los seis partidos de Liga y en todos ha sido titular, lo que le ha llevado a LaLiga a incluirle entre los candidatos a mejor sub-23 del mes de enero. Con Corberán, dispara más, regatea más y es más protagonista con el balón. Eso sí, recupera algo menos, cosa que el entrenador no le afea. Le quiere para otra función en la que el futbolista se siente más feliz.
El Atlético será un examen ante los ojos de Simeone, porque Guerra estará, como todos, en el mercado este verano. Tiene contrato hasta 2027, una cláusula de 100 millones y el Villarreal cobra un pellizco de 100.000 euros por cada diez partidos oficiales que juega. Desde abril de 2023, se frotan las manos.
El análisis sobre el arbitraje español obliga a mirar más allá de las fronteras de LaLiga, donde los datos arrojan una visión de respeto, aunque no exenta de polémica. Los colegiados y colegiadas son designados por FIFA y UEFA de manera habitual para dirigir partidos de sus competiciones internacionales de clubes y selecciones y tienen un especial reconocimiento en labores de Videoarbitraje (VAR), pero también son reclamados para dirigir los comités técnicos de otras federaciones o impulsar el arbitraje en ligas emergentes como la saudí.
España es el país europeo con más árbitros, principales, asistentes y de VAR, reconocidos con la escarapela FIFA, un total de 51 entre hombres y mujeres en este 2025. Esa cifra solo la supera Argentina y Brasil. El máximo organismo internacional eligió solo al trío de Mateu Lahoz como árbitro de campo en su última gran competición, el Mundial de Qatar, por detrás de los dos de Brasil, Francia o Inglaterra. El valenciano dirigió tres partidos pero quedó marcado por los cuartos de final entre Países Bajos y Argentina, un duelo muy tenso que provocó críticas de los dos equipos más por la gestión (mostró 16 amarillas) que porque hubiera cometido errores groseros.
Esa representación se vio, sin embargo, incrementada en el VAR. El Comité Técnico de Árbitros (CTA) de la RFEF fue el único que estuvo representado por tres colegiados: Martínez Munuera, De Burgos Bengoetxea y Hernández Hernández. A la FIFA le agrada el desempeño de los españoles con esta herramienta puesto que en la primera final de sus competiciones con VAR, el Mundial Femenino en 2019, puso acento español con Sánchez Martínez y Del Cerro Grande. En la final del Mundial de Clubes de ese mismo año, el videoarbitraje estuvo controlado por Martínez Munuera, al que cogería el relevo el canario Hernández Hernández en el 2023.
En el ámbito UEFA, España tiene presencia en el Comité de Árbitros de UEFA, presidido por el italiano Roberto Rosetti al que acompañan la checa Dagmar Damková, el esloveno Vladimir Sajn, el neerlandés Björn Kuipers y el español Carlos Velasco Carballo. Además, tiene cinco colegiados en el llamado grupo Élite, como Italia e Inglaterra, que son los encargados de pitar en Champions y las finales continentales. En ese grupo, que se revisa cada seis meses, estarán al menos hasta junio tres hombres, Gil Manzano, Sánchez Martínez y Hernández Hernández, y dos mujeres, Marta Huerta de Haza y Olatz Rivera Olmedo.
De hecho, los datos UEFA son muy ilustrativos. En las últimas 10 temporadas, hablando de los torneos europeos de clubes y de las rondas finales (de octavos hacia adelante) los colegiados españoles han arbitrado una media de 25,7 partidos sobre un total de 174 (87 de Champions y 87 de Europa League). Es decir, casi el 15% de los partidos, una cifra nada despreciable, teniendo en cuenta además que han sido años en los que el Madrid ha ganado seis Champions, el Atlético ha jugado dos finales, el Barça ha ganado otra y el Sevilla ha levantado cinco Europa League.
Munuera Montero, tras expulsar a Bellingham.ANDER GILLENEAAFP
En la temporada en curso, los españoles han arbitrado en la máxima competición europea masculina 11 partidos, cinco de ellos Sánchez Martínez. En la campaña 22/23, fueron los colegiados más designados en los torneos europeos, con 16 partidos en Champions. Eso sí, en la siguiente campaña, la pasada, la cifra cayó a siete. Las últimas finales las dirigieron sobre el césped Mateu Lahoz (Champions 2021), y Del Cerro Grande (Conference League 2023) y auxiliando desde el VAR estuvieron en la final femenina de 2020 Sánchez Martínez y De Burgos Bengoetxea. La razón de la ausencia de colegiados en estas fases finales es, en parte, por la continua presencia de equipos españoles, pero hay quien señala también el efecto mediático del caso Negreira, que los puso en el foco de las críticas en España.
Estos cinco colegiados Élite acuden semestralmente a seminarios organizados por el Comité de Árbitros de la UEFA en los que evalúan sus actuaciones y se establece este ranking. La polémica que persigue al arbitraje en LaLiga tuvo reflejo en que la UEFA sólo se designada a un árbitro de campo para la pasada Eurocopa, que fue Gil Manzano. El extremeño fue de los primeros en hacer las maletas tras pitar sólo el Austria-Francia, donde erró al no conceder un clarísimo saque de esquina a los austriacos y que, del saque de puerta, naciera el gol de la victoria de Francia. En el VAR, esta vez tampoco hubo mayoría: Alemania tuvo tres representantes frente a los dos españoles, Hernández Hernández y Martínez Munuera.
Otras Ligas
Ahora bien, pese al fallo de Gil Manzano, la UEFA envió al español como representante del arbitraje europeo a la Copa América en cumplimiento de la alianza que cerró con la Conmebol y que trajo al argentino Facundo Tello a la Eurocopa.
Al margen de los organismos internacionales, los colegiados españoles son reclamados por otras competiciones. En los últimos tres años han sido llamados en Turquía, Chipre, Egipto, Grecia o Arabia. De hecho, la Saudí Pro League tentó a Mateu Lahoz y tiene al frente de los asistentes a Roberto Díaz Pérez. En abril del pasado año, un equipo arbitral acudió a videoarbitrar las últimas, y tensas, jornadas en Turquía reclamados por aquella Federación. No es la única que ha mirado a España: la Federación búlgara tuvo al frente de sus árbitros al andaluz Fernández Borbalán, a quien Louzán considera como posible sustituto de Medina Cantalejo al frente del CTA.
«Los árbitros españoles tienen personalidad, tienen talento. Los que critican se olvidan de que ellos también fallan». Son palabras de Massimo Busacca, el jefe de arbitraje de la FIFA, que precisamente ayer dio una charla a los árbitros españoles, a los que elogió de ese modo.
«Somos un equipo sin soluciones, sin alma». No es el diagnóstico de uno de los aficionados que abandonaron las gradas del Nuevo Zorrilla el domingo para no ver, de nuevo, a su Valladolid humillado. Son palabras de Anuar, uno de los capitanes del colista de Primera. Otro, Luis Pérez, se despidió aplaudiendo la bronca que le dedicaba la grada por cuestionarles públicamente las críticas que le había dedicado en otros partidos. Los pucelanos se han hartado de sufrir. Con solo 15 puntos, cinco derrotas consecutivas y el segundo entrenador de la temporada, Diego Cocca, destituido, ven a su equipo enfilado hacia el descenso, y lo que es más preocupante, abocado a una descomposición que parece imparable.
Miran al césped, pero más al palco, donde focalizan el origen de todos los males en Ronaldo Nazario, el astro brasileño que compró el 51% de las acciones del club en septiembre de 2018 por 30 millones de euros a través de su empresa Tara Sport 2018 S.L.
El pasado mes de noviembre, el club convocó una ampliación de capital que eleva su paquete de control hasta el 82% y que fue recurrida ante los tribunales por Ágora Inversiones, propietarios del 9% de las acciones. El resto está en manos de pequeños accionistas y del Ayuntamiento de Valladolid, que tiene un 0,785% del capital social.
Pese a aumentar su poder, Ronaldo tiene al Valladolid en venta. Tiene que desprenderse del club para cumplir su sueño de presidir la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). «Tengo cientos de motivaciones, pero la más grande es devolver al fútbol brasileño el respeto a nivel mundial. La situación de la Seleção no es la mejor ahora mismo, tanto dentro como fuera del campo. Tengo planes increíbles», reconoció Ronaldo en una entrevista con Globoesporte hace unos meses.
Antes ya se había deshecho del 90% del Cruzeiro tras una mala racha deportiva que le llevó a ver una foto suya quemada en la grada. «Quiero irme, ya no me sirve nada, estoy decepcionado», confesó al comprador.
Ronaldo junto a Óscar Puente, alcalde de Valladolid en 2018 cuando compró el club.EFE
En Valladolid va por el mismo camino. En la grada del Nuevo Zorrilla ya proliferan los carteles amarillos con la leyenda de 'Ronaldo Go home'. Nadie le perdona lo que ocurre con el equipo. El primero, el ministro Óscar Puente, ex alcalde de Valladolid a quien el brasileño fue arrinconando en el palco. «No he visto a un Real Valladolid más inoperante, con menos calidad, menos autoestima, menos carácter, más desorientado y más perdido en mis 56 años de vida. Si ha habido un equipo peor que este, yo no lo he conocido. O no lo recuerdo», se lamentaba en redes este fin de semana.
Más traspasos que fichajes
La gestión de Ronaldo desde que llegó a Pucela ha sido de mínimos. Ha estado cuatro temporadas en Primera, con dos descensos, si bien su paso por Segunda acabó siempre en ascenso. Ha tenido hasta ahora tres entrenadores, dos muy queridos, Sergio González y Pacheta, y dos que llegaron por deseo del propietario y con los que nunca ha habido feeling: Pezzolano y Diego Cocca. El uruguayo llegó a hacer burla en la celebración del ascenso de los cánticos de dimisión que había escuchado toda la temporada. El argentino, por su parte, no ha revivido al equipo que, como admitió Anuar, no tiene soluciones. Ambos han hecho las maletas en un intervalo de apenas tres meses.
A la complicación de enderezar una temporada torcida se suma la venta en el mercado de enero de los mejores jugadores: Juma Bah, traspasado a City por 6 millones, Lucas Posa al Ajax por tres y Kike Pérez al Venezia por un millón. Queda la duda de si la lesión de Raúl Moro fue lo que impidió su venta. A esas se suma la de Boyomo en verano a Osasuna por cinco.
En el balance de fichajes y ventas de Ronaldo siempre hay beneficio. Salvo la temporada 22/23, en la que fichó por 11 millones más de los que generó en traspasos, en el resto ha comprado por 48,28 y ha vendido por 87,7, lo que arroja un saldo favorable de casi 40 millones de euros. Así ha evitado que las cuentas de club arrojen pérdidas continuadas en los balances anuales.
La operación más cara que ha afrontado el Valladolid en la etapa Ronaldo fue la compra de Gonzalo Plata por nueve millones, que una temporada después vendió por 12. Otro buen pellizco dejaron Fresneda, Larin o Weismann.
Esta temporada su mayor inversión la hizo en el croata Stipe Biuk, que llegó cedido en enero de 2024 y sumó en el ascenso. Ya en Primera, pagó cuatro millones... para enviarlo en préstamo al Hajduk Split.
Tocaba estrenar un campo nuevo y hacerlo bajo la mirada de futbolistas internacionales como Raúl Albiol, Juan Foyth o Marcos Senna. Esta tarde volvía a ser especial para el centenar de chicos del Discóbolo La Torre AC, que vieron arrasadas sus instalaciones por la dana el 29 de octubre. Dos meses antes de que el agua se lo llevara todo, habían conseguido cambiar el césped pero, después de la tristeza, vuelven a tener uno reluciente gracias al Villarreal.
El club que preside Fernando Roig ha financiado la construcción de estas instalaciones, que se han reubicado a 500 metros del destruido, gracias a los dos millones de euros que aportó al programa 'Alcem-se Esport' que puso en marcha la Fundación Trinidad Alfonso.
La intención, tanto del Villarreal como de la Fundación que forma parte del Legado Juan Roig, es que la actividad deportiva regrese a las zonas afectadas lo antes posible. Por eso, su empuje económico sufragará también nuevas instalaciones deportivas en Beniparrell, en el campo municipal de Catarroja, el polideportivo Joan Girbés de Algemesí y el campo de Las Encrucijadas de Aldaia. Todas ellas está previsto que estén listas el próximo mes de marzo.
A estos campos, que se rehabilitarán con la donación del Villarreal, que alcanzará para un afrontar una segunda fase en los próximos meses.
En el acto de inaguración, mientras llegaban al campo los primeros chicos y chicas, ha estado la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, el director de la Fundación Trinidad Alfonso, Juan Miguel Gómez, y Albiol, Foyth y Senna en representación del Villarreal.
"Para el Ayuntamiento de Valencia es una alegría muy grande poder recuperar la normalidad con este campo en La Torre, la pedanía más golpeada por la dana de la ciudad de Valencia. Esto ha sido una primera fase, la instalación del césped en la que el Villarreal ha puesto 174.000 euros y el Ayuntamiento 123.400. Ahora viene una segunda fase que es instalar las torres de alumbrado, que estarán a finales de marzo, y luego la licitación de vestuarios. La inversión total será de dos millones", explicó la alcaldesa.
"Esta colaboración del Villarreal ha sido muy emocional y es una satisfacción haber podido transformar en tiempo récord una parcela que estaba llena de coches en un lugar lleno de vida y deporte", añadió la alcaldesa.
Tesón y fe es lo que tuvo el Valencia para sumar un punto de oro con un testarazo de Sadiq en el minuto 84 ante el Villarreal que le saca de puestos de descenso. Siete años llevaban los valencianistas saliendo derrotados de La Cerámica y, justo en el momento de más necesidad, se sobrepusieron a sus carencias para arrancarle dos puntos que hacen tropezar a los de Marcelino en su pelea por la cuarta plaza. [Narración y estadísticas: 1-1]
Era un duelo muy desigual en calidad y pronto empezó a vislumbrarse. El Valencia es un equipo que se asemeja a una batucada, con una sonoridad que puede entusiasmar pero que nace de los golpes. Empezó Rioja, tras un buen balón de Pepelu a la espalda de Cardona que chutó por encima del larguero. Se enganchó Javi Guerra, cazando el despeje de Gueye a un centro de Gayà que tampoco cogió portería. Se protegía el equipo de Corberán con cinco defensas para que el partido no se quebrara, tratando de convertirse en cemento por donde no hallara grietas el equipo amarillo. Una tarea que empezó a complicarse.
El Villarreal va camino de ser una sinfónica bajo la batuta de Marcelino y con solistas capaces convertir una pieza en sublime. Solo había que esperar a que aparecieran. Lo hizo Ayoze, revolviéndose en la frontal pero sin lograr engatillar y sorprender a Mamardashvili. Después fue Álex Baena quien se coló en el área hasta toparse con Rioja, omnipresente por toda la banda derecha. Poco a poco iban afinando hasta que en una triangulación casi de billar llegó el gol. Sacó de banda Pau Navarro apoyándose en la descarga con Pépé, que buscó a Gueye y el nigeriano tiró una pared con Yeremy Pino que le habilitó en la frontal con hueco para golpear y batir al guardameta georgiano en el minuto 32.
Del golpe le costó al Valencia reponerse. Sin conseguir estirarse en ataque mas que a arreones, estaba muy lejos de poner en aprietos reales a un rival que, si bien en ocasiones desafina en defensa, es capaz de desatar un vendaval en cualquier momento. En frenarlo se esforzaron y, pese a ello, tuvo Baena una clara ocasión de engordar el marcador, aunque sus propias dudas lo evitaron.
Poco cambió en la segunda parte. No necesitaba Marcelino acelerar el partido porque, sin prisa, parecía que sus jugadores lo iban inclinando. El problema es que no lo cerraban y la ventaja era corta. Probó Ayoze con un testarazo a centro de Cardona y Baena a desbordar incluso con caños pero no tenían un partido cómodo. Este Valencia de Corberán, que sigue teniendo muchas carencias, ha crecido en tesón y hasta en oficio. Por eso, viendo que no aparecía la lucidez, echó mano de Sadiq e Iván Jaime buscando piernas. Respondió el Villarreal con Buchanan y Comesaña, que tuvo la mejor ocasión para cerrar la victoria en el primer balón que tocó. Quería más el Villarreal sin conseguirlo. Ni Ayoze, en una frívola chilena, ni Pépé, que marcó, pero en fuera de juego.
Quien tuvo premio a su valentía fue Corberán. Tanto perdón groguet tenía invitaba al riesgo. Cuando se lleva el descenso pegado a los talones poco importa por cuánto se pierde. Mandó al campo a Rafa Mir y a Fran Pérez y, entre los dos, pergeñaron el empate. Un pase el largo del extremo a la espalda de los defensas lanzó al murciano a la carrera y, aunque su disparo lo despejó Diego Conde, el rechace lo cazó Sadiq para poner el empate y dar mucha vida al Valencia.
El Manchester City se miró al espejo y, por primera vez en la temporada, se reconoció. Apareció para descoser al Newcastle el equipo arrollador y letal capitaneado esta vez por Omar Marmoush. El egipcio, recién llegado a la Premier, mostró galones con un hat-trick en 14 minutos que puso cuesta abajo el partido.
Sólo jugó ocho minutos ante el Real Madrid y fueron para ver cómo su equipo perdía la ventaja en los instantes finales del partido y se veía abocado a otra derrota, el sino que marca la temporada que a él no le pesa. Acaba de llegar al Etihad y no tiene lastre mental. Le costó solo media hora encarrilar un duelo que, aunque en otras temporadas podría darse por liquidado, en esta, para tortura de Guardiola, nunca parece que haya ventaja suficiente.
El egipcio comprobó que nada le costaba quebrar a la defensa del Newcastle y avisó con un disparo por encima del larguero. El siguiente balón que pasó por sus botas acabó en el fondo de la red. Lo vio Ederson y le puso una asistencia para que se colara a la espalda de la defensa, el ganara el duelo a Trippier con solo buscar mejor el bote de la pelota y la picó por encima de Dubravka. Bello primer gol en Premier League, que no fue suficiente. Explotó el filón de medirse con el lateral apenas cinco minutos después. Esta vez la asistencia fue de Gündogan, un pase filtrado entre defensas para que se hiciera hueco y cruzara un disparo imparable.
Desató entonces el City un vendaval ofensivo bajo el equilibrio que en el centro del campo le dio Nico González. Era la pausa que necesitaba un equipo que no tenía en el campo a dos de sus baluartes en defensa: Ruben Dias y Akanji, diez semanas de baja por una lesión en el aductor que le lleva al quirófano. También protegió Guardiola a Ake y a Grealish para el duelo en el Bernabéu o la visita del Liverpool el próximo domingo.
Nadie los echó en falta en los primeros 25 minutos, como tampoco a Haaland, que apareció para poner un centro buscando a Foden que casi se mete en propia puerta Burn para desesperación de un Newcastle que apenas pudo pisar área rival. A la media hora emergió un gris Isak para aprovechar un error de Gvuardiol que acabó un disparo demasiado cruzado que se paseó por la portería ante la mirada de Ederson.
Lejos de dar un paso atrás, el City creció aún más por la orilla de Savinho, convertido en un puñal imparable para Lewis Hall. El brasileño se coló hasta la línea de fondo y servir el tercer gol a Marmoush, que apareció en el corazón del área sin que nadie le detectara.
En el descanso quiso Eddie Howe activar a las urracas fortaleciendo el lateral derecho, con Livramento por Trippier, y el centro del campo. Logró que se estirara su equipo y que el tiro de Milley retara a Ederson, pero sin conseguir discutir el mando del partido.
El susto de Haaland
El Newcastle fue capaz de hacer ningún daño, más bien se le vio aliviado porque los locales frenaron su ímpetu. Levantaron el pie recostados en un marcador muy favorable, en un dominio claro e indiscutido que redondeó Mcatee en el minuto 83 rebañando al segundo palo una peinada de Haaland en un saque de córner.
Ya podían permitirse poner la mente en el reto Champions cuando el noruego dejó sin respiración a todo el estadio: sin contacto pero en un giro se tiró al césped con la mano en la rodilla. Fue atendido y volvió en pie sin cojear, pero Guardiola lo sacó del campo. En una temporada donde la suerte no ha estado de cara, no iba a tentarla.
El Valencia pone el turbo para huir del descenso con tres victorias consecutivas en Mestalla. Quiere vivir y da síntomas de haber redirigido su camino en LaLiga, de haberse acostumbrado a manejarse en el alambre y saber cuáles son las batallas que no debe perder para lograr el objetivo. No era su guerra la Copa del Rey y no pelearla, por doloroso que fuera, le permitió no distraerse en su esfuerzo por ser otro. Ante el Leganés fue un equipo tenaz que supo masticar el duelo sin cometer errores que le pasaran factura hasta que llegó el universo para premiar a Mosquera, incómodo en las últimas jornadas, y sobre todo a Diakhaby. Queda atrás el temor por su rodilla. Antes de que se cumplan 12 meses, juega y marca. [Narración y estadísticas]
Mestalla estaba preparada para empujar a sus jugadores como en cada final de las que disputada. No hizo falta. Esta vez, desde el césped tiraron de la grada. Es cierto que probó el Leganés con dos disparos lejanísimos, pero el Valencia se asentó con control y dominio. Corberán optó por arroparse con tres centrales para adelantar la línea con algo más de seguridad y con Rioja convertido en un carrilero amo de la banda derecha, un experimento que funcionó. Y muy bien.
Los madrileños no parecieron tan fieros y tuvieron que sobreponerse a la lesión de Barisic en el minuto 7 y a que Raba, en su plan de encontrarle las cosquillas a los centrales, fracasara. Sólo Rosier se atrevió con un disparo alto. Fue entonces cuando el Valencia apretó para ir encerrándolos en su área.
Emergió otra vez la figura de Javi Guerra como catalizador. Se ha despojado del miedo que lastró su plástica zancada y se atrevió con un tiro desde la frontal ajustado al palo de Dimitrovic. Junto con los centros de Rioja, fueron un dolor de cabeza para la defensa pepinera, que se vio asediada a saques de esquina. Hasta que recibió el primer gol. Un balón a tierra de Cuadra Fernández, que había interrumpido, lo rescató Diego López, se la dejó de cara a Almeida en el pico del área y el tiro del portugués, como si el área fuera un pinball, lo envió Mosquera con la pierna izquierda lejos del alcance del portero.
En media hora, el Valencia se había puesto con ventaja y el Leganés respondió con un disparo de Darko Brasanic que hizo trabajar a Mamardashvili. No parecía despertar del equipo de Borja Jiménez y al borde del final de la primera parte le llegó el segundo. Un centro chut de Rioja obligó a repelerlo a Dimitrovic y apareció Diakhaby para poner el segundo en el marcador y hacer estallar que Mestalla, a coro, gritara su nombre.
Al regreso del vestuario, Hugo Duro pudo haber sentenciado tras una asistencia de Almeida que se paseó por el área pequeña del Leganés, pero también Óscar tuvo un disparo que rozó el palo de Mamardashvili. El partido estaba inclinado, que no cerrado. Por eso Jiménez quiso agitarlo y Corberán buscó más pólvora con Sadiq. A punto estuvo de no hacerle falta si a Gayà no se le hubiera escapado centímetros por encima del larguero su vaselina desde el pico del área pequeña.
Como el Leganés no lograba reaccionar, los valencianistas buscaron más, con tanta personalidad como la que mostró Sadiq para robar en la línea de medios, conducir hacia la portería y dejarle a Diego López la pelota con tiempo para ajustarla al poste y obligar al guardameta del Leganés a estirarse.
Estaban cómodos hasta que, en el minuto 80, los madrileños se acordaron de que se metían el líos. Como saben que el Valencia puede temblar, trataron de buscarle las cosquillas. Primero fue con una falta lanzada por Óscar que salvó el portero georgiano encadenando una seguidilla de malos despejes que siempre acababan creando peligro, como el peligroso disparo de Neyou. Pero este Valencia parece que haber hecho terapia de supervivencia. El final del partido le recordó a Mestalla que su destino este año es sufrir.