Resultó ser un partido repleto de sucesos de irritación perpetua, exasperación esperpéntica, furia retorcida, rabia espantosa, ira insoportable y bilis derramada. En definitiva, lo sucedido en el Sánchez-Pizjuán fue un espejo sucio del actual estado
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Desde que el Madrid se proclamó campeón de Liga, cinco jornadas antes del final, ha marcado 16 goles en cuatro partidos, con tres victorias y un empate, y únicamente cuatro tantos encajados. No se jugaba nada, por lo que Ancelotti ha alternado titulares y suplentes, ya en la vigilia de la finalísima de Wembley. Suplentes como Brahim, nueva estrella de Marruecos; Joselu, internacional con España, o Güler, con maniobras y goles que indican que nos encontramos ante algo tan misterioso como grande. A ellos hay que añadir al suplente Modric, que no necesita definición.
La nueva condición del croata es una prueba de la creciente competitividad interna del equipo. Tan cierto es que tiene 38 años como que su fútbol sigue vigente, hecho que le acerca a una renovación más en el Bernabéu, especialmente ante el vértigo de un «no» de Kroos. El peso que han tenido ambos futbolistas en el mando del gran Madrid europeo del último decenio es lo más difícil de sustituir en el futuro, porque no hay réplicas en el mercado. Son al Madrid lo que fueron Xavi e Iniesta al Barça. Con más o menos fútbol, sin embargo, el Madrid ha reforzado su centro del campo con un perfil más físico y jugadores jóvenes, como Valverde, Camavinga, Tochuaméni o Bellingham. Piezas muy polivalentes, como se ha demostrado ante la plaga de lesiones que afectó a la defensa, sin que el club decidiera buscar alternativas.
La portería soportó la baja de Courtois con la aparición de Lunin, mientras que futbolistas como Carvajal o Vinicius encontraron su mejor versión para liderar a un Madrid capaz de resistir como de atacar. Hace años que no se recuerda una versión del equipo con menos puntos débiles. Puede ser que más brillantes, pero no tan sólidas.
Vinicius y el Balón de Oro
A ese equipo es al que llegará Mbappé, considerado el mejor jugador del momento, pese a su mediocre Champions. Vinicius está, hoy, un paso por delante en la carrera por el Balón de Oro. Haberse convertido en un icono contra el racismo también ayuda, aunque la Copa América que va a disputar pesa menos que la Eurocopa.
La llegada del francés convertirá a este Madrid en un equipo de otra dimensión, si se compara con sus grandes rivales en la Liga, puesto que tiene capacidad económica para realizar más operaciones, quizá la llegada de Davis. Es como si Florentino Pérez diseñará ya un Madrid de Superliga, en paralelo al nuevo Bernabéu, con una plantilla larga en la que hay estrellas y hay equipo. Pocos como Ancelotti para manejar el ecosistema. Eso no lo pone a salvo de las crisis ni garantiza títulos, pero dispara sus capacidades frente al resto.
El Madrid siempre ha estado a mucha distancia de la clase media de la Liga, pero el próximo año lo estará todavía más de Barcelona y Atlético, oponentes con los que habitualmente se juega los títulos. Los azulgrana no están únicamente en una crisis económica, también deportiva y de credibilidad. Hay formas y formas de ser segundo, importan el cómo y el cuándo. Xavi tiene jugadores para haber ofrecido más. No ha logrado estabilizar un equipo fiable, un año después de ganar la Liga, y se ha mostrado débil emocionalmente. Laporta, por su parte, parece un presidente de cómic.
LA CANTERA, PRUEBA DE VIDA
La prueba de vida es su cantera, con Cubarsí, Lamine Yamal y Fort como últimas apariciones. Ese mérito sí es atribuible a Xavi y puede justifiar su continuidad, ya que la tesorería del club no está en condiciones de competir en el mercado. Desde el ascenso de la 'Quinta del Buitre', está demostrado que las crisis son la mejor oportunidad para las canteras. En el Madrid, hoy, no hay necesidad de mirar hacia abajo, y también algo de pereza y falta de sensibilidad.
Pero además de los canteranos, el Barça necesita un plan estratégico claro a medio plazo, firme y sin dudas, aunque para ello hace falta un liderazgo del que carece. Laporta y Xavi han acabado el curso metidos en el camarote de los hermanos Marx.
ACOMODADOS EN EL ATLÉTICO
El liderazgo del Atlético no está en cuestión, porque es mesiánico. Simeone no puede justificarlo todo con la clasificación para la Champions, sobre todo en un año en que su capacidad para comprimir la competitividad del equipo se ha visto en cuestión en varios partidos.
El Simeone de otros tiempos no se reiría tras un 1-4, como el encajado frente a Osasuna, aunque no haya nada en juego. En el Madrid es al revés, porque cada minuto de alternativa es una oportunidad. Alguien tiene que hacer sentir lo mismo a los futbolistas del Atlético, que han pasado del potro al sofá.
El Simeone del pasado tampoco se resignaría. Ni el Xavi de otros tiempos, cuyas palabras de que el Barça no estaba para competir con el Madrid irritaron a Laporta. El punto de partida es difícil, pero ambos deben exigir más y exigirse más a sí mismos. Míchel no dejó de hacerlo tras ser goleado en el Bernabéu y la clasificación del Girona para la Champions es su título.
ABRAHAM P. ROMERO
@AbrahamRomero_
Madrid
Actualizado Miércoles,
22
noviembre
2023
-
22:26Sin Courtois, Militao, Tchouaméni, Camavinga ni Vinicius, el italiano reflexiona sobre el...
Los misiles de la muerte pudieron hasta con el cíclope blanco. Courtois hace milagros, pero no hay panes y peces para quien no los merece. La caída del Madrid fue algo más que una muerte a balón parado. Fue una ejecución en el paredón de todos sus males, con disparos de Declan Rice que tenían todo lo que, hoy, no tiene este Madrid deambulante: la contundencia y la precisión. Rice, en realidad, sólo apretó el gatillo.
La cruel derrota, consumada por Mikel Merino, un delantero de paso, compromete al equipo blanco, que necesita invocar a todos los espíritus de la remontada, no sólo a Juanito, y compromete a Ancelotti. Con el entrenador atascado, Vinicius perdido y Bellingham desesperado, la esperanza es la épica y quien todavía no sabe nada de esa épica. Mbappé llegó para ganar Champions. Primero debe ganar al destino. [Narración y estadísticas (3-0)]
La forma de caer ante el Arsenal es proporcional a dos cosas: la tendencia del Madrid en los últimos partidos y la proporción del rival. Leganés, Real Sociedad y Valencia, con distintos resultados, ya mostraron los problemas de un equipo frágil en defensa, desenfocado en el centro del campo y no siempre enfocado en ataque.
No es el equipo de Mikel Arteta lo mejor de la Premier, pero es un equipo que crece y crece si le dejas jugar. Si los goles no llegaron antes de que Declan Rice activara el cañón, fue gracias a Courtois, brutal en sus intervenciones ante el propio Rice y Martinelli, en el primer tiempo, o de nuevo Martinelli y Merino en el segundo. El Arsenal hizo lo suficiente para golear de cualquier manera.
parábola inverosímil
La pegada de Rice está fuera de catálogo. Ambos goles llegaron de falta, lejanas, y ambos con una potencia y colocación que redujeron a Courtois a su condición humana. Ni un reproche al portero, todo el mérito para el jugador inglés, que recordará este día toda su vida, sea cual sea el desenlace de la eliminatoria. Primero salvó la barrera con una parábola inverosímil; después, colocó en la escuadra.
Ancelotti sabía bien de la febrícula de su equipo y por eso les mandó abrigarse. El Madrid no tiene la temperatura corporal adecuada y el entrenador sacó la mantita al salir al Emirates para cubrir bien todo el centro del campo. En el Bernabéu habrá que quitársela y jugar a pecho descubierto. No quedan días para 'pechos fríos'
La manta era el 4-4-2, en el que Bellingham se situaba en la izquierda y Rodrygo, en la derecha, con claras instrucciones defensivas. Vinicius y Mbappé, pues, compartían el ataque. Las razones de Ancelotti no se debían únicamente a la peligrosidad del Arsenal por las bandas, con Saka y Martinelli, sino a las componendas que tiene que hacer en la defensa desde el principio de temporada. Valverde volvió al lateral derecho y en el izquierdo apareció Alaba, con una venda en un muslo, todavía bajo mínimos. El austriaco conoce el puesto, ya que jugó en esa posición en sus inicios en el Bayern, pero hace ya largo tiempo. Saka lo sometió a un tormento, pero también puede decirse lo mismo de Martinelli ante el uruguayo. El compromiso en las ayudas de Bellingham y Rodrygo no bastaba.
Bellingham, desesperado tras una ocasión perdida.EFE
El cambio de sistema, del 4-3-3 habitual al 4-4-2, cargaba el mensaje: precaución. El Arsenal de Arteta es un equipo de alto ritmo de juego y llegada por las bandas, pero también de compenetración en las jugadas a balón parado, diseñadas por uno de los ayudantes del técnico donostiarra. Cuando lanza un córner, acumula jugadores casi en la línea del portero, como niños que esperan, ansiosos, que se rompa la piñata. El overbooking hizo que Saliba rechazara un centro-chut que había superado a Courtois. Con esa producción ofensiva no tener en el área a Havertz o Gabriel Jesus es un hándicap. Arteta ha pedido a Merino que se convierta en camaleón. Se ha puesto el traje del nueve con goles, también frente al Madrid, el tercero, después de porfiar mucho frente a Courtois.
El Madrid respondió al acoso inicial con posesiones largas, aunque estériles, para bajar las revoluciones al partido. Cuando pudo, corrió, gracias a los robos o pérdidas que abrían un páramo por delante. Ni Vinicius ni Mbappé, sin embargo, encontraron la precisión para batir al español Raya, sin trabajo, pero con sensación de dominar el área en todas sus salidas.
Más desalentador resultó su nula reacción tras los goles del Arsenal, cuando ya no había que abrigarse más, sino destaparse. La excitación del equipo inglés y la mejor gestión de Arteta pudieron generar un resultado todavía más cruel, mientras Camavinga se autoexpulsaba y las soluciones del banco, como Brahim, no aportaban nada, porque el problema no era de nombres, sino de rumbo. Ahora sólo está a tiempo de la épica.