Hoy se cumplen tres años de la guerra de Ucrania. Un conflicto en el que los muertos se cuentan por varios cientos de miles. Hasta el 24 de febrero de 2022, muchos se resistían siquiera a pensar en un conflicto a gran escala con Rusia, aunque las ascuas que prenderían ese fuego llevaran quemando prácticamente desde ocho años atrás. En esa fecha, con los primeros impactos de misiles en múltiples localizaciones del territorio ucraniano, la pesadilla empezó a hacerse realidad. En agosto de 2022, se reanudó la Liga bajo fuertes medidas de seguridad. Tiene que haber un búnker al lado de los estadios y a veces se suspenden momentáneamente los partidos por ataques en la zona, como sucedió recientemente en el partido Dinamo de Kiev-Oleksandriya. Los encuentros internacionales de clubes y selección se disputan fuera del país.
«Creo que los primeros días casi puedo rememorarlos hora por hora, porque son como un trauma emocional que se instala en tu mente de por vida. Fue un día terrible y profundamente aterrador y esa fecha será recordada para siempre por todos nosotros desde una perspectiva desgarradora», señala Mykola Matviyenko, capitán de un Shakhtar Donetsk cuya región, el Donbass, es tal vez la que ha encajado un castigo más severo durante este conflicto. Incluso, antes de que la guerra tomara la forma que muestra actualmente. «Es difícil describir estos sentimientos con palabras, solo los que han experimentado este horror por sí mismos pueden entenderlo de verdad», insiste el defensa central de 28 años.
«Hay compañeros de equipo que han perdido familiares cercanos y amigos, gente que murió defendiendo nuestra tierra», explica Matviyenko, que entiende muy bien que en una situación así el fútbol es una vía de escape para muchos compatriotas. «Muchos de nuestros seguidores están en el frente, defendiendo nuestro país, y han compartido repetidamente cómo ver fútbol y animarnos les da algo de distracción, aunque sea solo un poco», destaca.
MUNDO
«Hacemos lo que mejor sabemos hacer, y a través de nuestro trabajo y nuestro juego, tratamos de arrojar luz sobre lo que pasa en Ucrania y recordarle al mundo que la guerra sigue en curso y que hay gente perdiendo la vida cada día», reitera el capitán. «Nadie sabe cuánto va a durar todo esto, pero vivimos para el día en que llegue a su fin. Soñamos con ello, creemos en ello, y rezamos por ello, porque es verdaderamente espantosa», sentencia.
El regreso de Vinicius Tobias
En marzo de 2022, la FIFA permitió que los extranjeros que jugaban en Ucrania pudieran ir a otros países. Muchos lo hicieron. Entre ellos, el brasileño Vinicius Tobias, quien recaló en el Real Madrid Castilla en calidad de cedido y llegó incluso a jugar un partido de Copa del Rey con el primer conjunto blanco. El pasado verano, regresó al Shakhtar. «Tuve la oportunidad de jugar en el equipo más grande del mundo, conocí a mucha gente que nunca pensé que conocería, hice amigos y me convertí en mejor persona. Fue un alivio salir de Ucrania pero si no hubiera habido guerra no sé si habría tenido la oportunidad de jugar en el Real Madrid. En aquel momento estaba muy asustado por todo lo que estaba pasando, solo tenía 17 años, así que fue un alivio para mí, sin duda», recuerda el carrilero.
«Cuando fiché por el Shakhtar en enero de 2022 fue la mejor decisión que tomé. No había guerra y esperaba que no pasara nada, nunca pensé que me vería envuelto en una», asegura. El brasileño agradece, desde luego, el trato que recibió durante su etapa en el club madridista, donde aún conserva buenos amigos. Y entiende, también, que su situación actual pueda preocupar a su familia y entorno más cercano. «Por supuesto que mi familia está preocupada por la situación, pero ellos saben que es mi sueño y esperan que todo acabará pronto. Mi familia siempre me ha dejado perseguir mi sueño, sea cual sea la situación, siempre han estado a mi lado y siempre lo estarán», señala.
En el caso del boliviano Diego Arroyo, su llegada al Shakhtar Donetsk, este mismo mes de febrero, no se vio en absoluto condicionada por la guerra. «Fue una oportunidad increíble para mi carrera profesional, así que no tuve que pensarlo demasiado», explica a pesar de que la situación sea tan delicada. «Nunca me imaginé verme envuelto en una zona de guerra, pero debo decir que el club siempre nos ofrece seguridad y tranquilidad todos los días», asegura. Esa confianza que transmite, tal vez, es lo que hace que su familia esté en gran parte tranquila.
«Mi familia está muy feliz por la decisión que tomé y están todos muy emocionados por el hecho de que sea jugador de un equipo tan importante como el Shakhtar. El club siempre nos transmitió confianza y seguridad a mí y a toda mi familia para poder vivir aquí y dedicarme a lo que más me gusta, que es jugar al fútbol», recalca. Confía, además, en que el conflicto concluya en los próximas fechas. Algo que también espera su compañero Vinicius. «Creo que terminará pronto. Hemos esperado mucho y han pasado muchas cosas durante este tiempo, y todos estamos cansados de la guerra. Todo lo que queremos es vivir con la normalidad que solíamos tener antes», cierra.