‘Monchi’ se une a Unai Emery en el Aston Villa

'Monchi' se une a Unai Emery en el Aston Villa

Premier League

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El ya ex director deportivo del Sevilla se despide del club después de muchos años y un final desagradable

Monchi, en rueda de prensa, en 2019.EL MUNDO

En el escudo del Aston Villa se dibuja un león rampante. Con las garras tendidas. Amenazante y fiero. A Ramón Rodríguez Verdejo ‘Monchi’ (San Fernando, Cádiz; 1968) le apodan león y en Birmingham pasará, cómo mínimo, la próxima temporada. En el banquillo de Los Villanos, un viejo amigo: Unai Emery. En el césped, uno de esos jugadores revalorizados que el director deportivo pescó en la liga francesa: el central Diego Carlos. El fútbol es una suerte de reencuentros. Los leones se solapan. Los clubes pasan, pero la dignidad siempre permanece.

Monchi sale del Sevilla por la puerta de atrás. Es un deporte ingrato donde el poder devora todo a su paso. Las diferencias con José Castro y, sobre todo, con el vicepresidente José María del Nido Junior, han sido irreconciliables. El director general deportivo se ha llegado a sentir ninguneado y puenteado en un club en tenguerengue, perdido en batallas intestinas, y donde el fútbol ha estado en un segundo plano durante toda la temporada. La séptima copa continental, la Europa League ganada a la AS Roma en Budapest, ha servido para calmar el dolor, pero no para curar la herida.

La mala planificación de la plantilla en verano, debido a injerencias y ajustes económicos, dejó muy tocado al director deportivo. El club coqueteó con el descenso y el gaditano asumió toda la responsabilidad. Por detrás, decisiones atribuladas y no consultadas con la dirección deportiva, caprichos, como fue la vuelta de Jorge Sampaoli, y un enfriamiento de relaciones entre despachos y césped que fueron en perjuicio de la entidad. El despido de Lopetegui, en contra de la opinión de Monchi, que pedía más paciencia y serenidad a la hora de descabezar su proyecto, fue el principio del fin. Cuando todo el mundo cree saber de fútbol, el fútbol cae en la vulgaridad; es el eco en las oficinas de muchos clubes.

Un final incómodo

Se va el artífice de la profesionalización y de los éxitos del Sevilla FC. Con él a los mandos, asumidos en Segunda División, en el año 2000, el Sevilla ganó once títulos. Dos Copas del Rey, una Supercopa de España, siete Europa Leagues y una Supercopa de Europa. Eindhoven, Glasgow, Turin, Varsovia, Basilea, Colonia y Budapest. Los aficionados nervionenses recitan las ciudades de memoria. Un puñado de futbolistas, muchos de ellos completos desconocidos, que llevaron al club andaluz al cielo. «Los milagros de Monchi», repetía la prensa, cuando Baptista, Keita o Rakitic hacían las maletas llenando las arcas del Ramón Sánchez-Pizjuán.

Pero el fútbol no tiene memoria. Tras unas negociaciones muy duras, tras desencuentros y medias verdades, Monchi se va, hasta pagando de su bolsillo una parte del dinero que el Aston Villa debe abonar al Sevilla por llevarse a su director deportivo. En principio, la presidencia le abrió la puerta de salida, después se desdijo y ha terminado rascando algo en el traspaso. Ha sido un final incómodo, inesperado y donde algo se ha roto, quizá para siempre, en el corazón del León, que está viviendo las últimas horas en el club rodeado de los suyos, de su equipo en la dirección deportiva, los que fueron testigos de sus alegrías y de sus preocupaciones. Fue diferente aquella aventura italiana, en el 2017, donde se fue aclamado y volvió pisando palmas, olivo y laurel. Aquí parece acabar un ciclo. No siempre los finales se convierten en hasta prontos.

El equipo inglés, que acabó séptimo en la Premier League, jugará en la Conference League la próxima temporada. El vino y celeste sustituirá el blanco y rojo habitual. Monchi empieza de cero. Allí no será el líder que es en Nervión, sino un currante, un empleado que aún tiene que demostrar su trabajo. Así lo ha expresado en confianza. Lo hace dolido, pero con ilusión por los nuevos retos. Los aficionados tendrán que buscarlo en Gol Norte, en aquel Sánchez-Pizjuán que tantas veces ha coreado su nombre. No todas las historias de amor tienen finales felices. «El tiempo pondrá las cosas en su sitio», pensarán casi todos, pero la dignidad y el decoro no cotizan en Transfermarkt. Son valores más sutiles. Se va el león y se va rampante, con las garras abiertas, y la mirada al frente. Y orgulloso de su trabajo, porque la humildad no está reñida con el éxito. Y quien dude, pensará, puede darse un paseo por la sala de trofeos, que en esas vitrinas está todo perfectamente explicado.

kpd