GP de Las Vegas
El monegasco firma su quinta pole del año ante un Verstappen que ni siquiera atacó en su último intento. El asturiano partirá noveno, tres puestos por delante de Sainz, sancionado con 10 plazas.
La delicada apuesta por el neumático blando, las bajas temperaturas, la sincronización del momento de salir para disponer de un intento más, el lío de las vueltas preparatorias, la mejora exponencial de una pista que apenas conocían a través de los simuladores… Había que manejar multitud de factores para dar en el clavo en Las Vegas. No sólo con la pole, donde Ferrari partía como favorita, sino para afianzarse en cabeza, como pretendía Aston Martin. Charles Leclerc cumplió con los pronósticos (1:32.726), con 44 milésimas sobre Carlos Sainz, cuya sanción le condena a la duodécima plaza, mientras Fernando Alonso dejó con el gesto torcido a la escudería de Silverstone.
El noveno puesto del asturiano, combinado con la rutinaria eliminación de Lance Stroll en la Q2, no debería interpretarse por sí mismo como una debacle. Sin embargo, resulta inevitable el desencanto, ya que en el último tramo de la Q3, el ’14’ se fue despeñando en favor de Pierre Gasly, Alex Albon, Logan Sargeant, Valtteri Bottas y Kevin Magnussen, rivales no tan cualificados. Esa rebelión de Williams, Alfa Romeo, Haas, y Alpine, los modestos de la parrilla, frustró la inercia positiva de Aston Martin desde Interlagos.
No acertó Alonso con su último ataque con el neumático blando, al contrario que Leclerc, que pudo pulir el crono casi tres décimas. Un golpe definitivo a su quinta pole del año, porque tras su primer intento, Sainz aún se mantenía a 22 milésimas, con Verstappen a ocho centésimas, seguido de Alonso, a medio segundo. Lo más terrible del caso es que Mad Max renunció de antemano, reservando un juego de blandos nuevos para la carrera.
Desastre de McLaren
Puede que Red Bull cuente con razones ocultas para seguir creyéndose por encima del resto, aunque no debería subestimar la potencia de Ferrari en un fin de semana propicio para las sorpresas. Las Vegas no es estrictamente Singapur, pero la Scuderia mantiene cierto optimismo para reeditar aquel épico triunfo de Sainz en Marina Bay. Hay infinidad de cabos sueltos en las inmensas avenidas de los casinos y en el sinuoso paso por The Sphere.
A la igualdad del viernes, disputada sin público por motivos logísticos, se sumaron los enigmas de la última sesión libre, con George Russell en lo más alto de la tabla más la bandera roja tras el choque de Alex Albon contra el muro, a cinco minutos del final. En un trazado donde dos terceras partes se compite con gas a fondo, Ferrari se presentaba como la referencia. Más que con la configuración aerodinámica, los ingenieros debían atinar con las alturas de las suspensiones, porque los cronos se cerrarían en las cinco frenadas.
Con un bagaje previo tan escaso, sobre un asfalto a sólo 17ºC, nadie podía descuidarse en la Q1, pero McLaren se dejó llevar de modo incomprensible. La pista mejoraba tan rápidamente que Lando Norris, a a quien habían borrado su mejor vuelta por culpa de los límites de pista, terminó noqueado en el último instante, por Lance Stroll. El penúltimo puesto de Oscar Piastri, sólo por delante de Yuki Tsunoda, completaba la debacle papaya.
Mientras los ingenieros tomaban nota de seis pilotos, incluidos ambos Mercedes, que no habían respetado la velocidad mínima en el pit-lane, Verstappen se enzarzaba en un descabellado incidente con Esteban Ocon. Una cuestión de honor, al parecer, donde pudo haber echado por tierra todas sus opciones. No se le veía fino al tricampeón, a ocho décimas de Leclerc en la Q2. Y aún menos a los ingenieros de Red Bull, que perdieron por el camino a Sergio Pérez.
El mexicano se había apuntado un 1:33.855, a 25 milésimas de Alonso, que entonces marcaba la referencia. Conformes con el dato, no devolvieron al asfalto a su coche número 11, descolgado mientras la competencia pulía los tiempos. A una ruina muy parecida se vio abocado Lewis Hamilton, que debió abortar su último intento antes de lanzar un sollozo: “No podía ir más rápido”.
Estas ilustres ausencias favorecían a Alonso, que había usado dos juegos de blandos en la Q2 y uno en la Q1, asomándose al balcón de Verstappen y Russell. Muy por delante se perfilaba Leclerc, con medio segundo de promedio sobre Sainz. Bastante hacía el madrileño con mantener la concentración y no perder el hilo. Su castigo de 10 puestos en la parrilla, tras el episodio del viernes con las alcantarillas, debe interpretarse como uno de los más arbitrarios e incomprensibles del año.