La noche que Vinicius hirió de muerte a Xavi

La noche que Vinicius hirió de muerte a Xavi

Real Madrid 4 – Barcelona 1

Actualizado

Su ‘hat trick’ muestra las vergüenzas de un Barça desintegrado. “Ha necesitado dos o tres partidos, pero Vinicius ha vuelto”, admite Ancelotti.

Vinicius celebra su hat trick.FAYEZ NURELDINEAFP

Se vio poderoso Vinicius para bordar en Riad de tres puntadas su nombre en la historia del Real Madrid, una vez más, y herir, quien sabe si de muerte, a Xavi Hernández. Quería un clic el técnico azulgrana y lo que escuchó en la final de la Supercopa fue el crujido de su equipo, quebrado en poco más de media hora por el brasileño.

Para saber más

Vini se vio capaz en la noche saudí de recuperar las miradas giradas hacia Bellingham y demostrar, en casa de Cristiano Ronaldo y ante su mirada, que es un futbolista letal. En 39 minutos deshizo al FC Barcelona con tres chasquidos de dedos. Se besó el escudo, se puso la mano tras la oreja y festejó con la grada volcada al estilo portugués: un ‘siiuu’ que encierra admiración.

El brasileño no celebraba desde el 11 de noviembre, cuando su doblete al Valencia llegó acompañado de una lesión muscular que le apartó de siete partidos de Liga y Champions. Llevaba entonces seis goles, que engordó en el mejor escenario posible y ante el archienemigo. “Vini ha jugado muy bien. Ha necesitado dos o tres partidos pero ha vuelto”, admitía Carlo Ancelotti.

29 años después de Zamorano

Burló a Koundé a los siete minutos y volvió a batir a Iñaki Peña 178 segundos después. Desde 1953 ningún futbolista del Real Madrid le marcaba dos goles a los azulgrana en menos de tres minutos. No sería la única estadística que fulminó.

Antes del descanso, y cuando Robert Lewandowski había apretado el marcador, le sacó a Araujo un penalti que completó su ‘hat trick’, el segundo de su carrera, que le sirve para coger el testigo de Iván Zamorano, el último madridista que anotó tres veces en la primera parte de un Clásico. Fue en 1995, cinco años antes de que el brasileño naciera.

Tuvo Vinicius su momento de gloria, pero también de desconexión, algo que tuvo que frenar Ancelotti antes de cambiarlo por sus taconazos -“no me gustan, se lo he dicho”, admitía el entrenador- y sus gestos al banquillo culé. El futbolista lo reconoció: “No soy un santo, a veces hablo demasiado y hago regates que no debo hacer. Pero estoy para mejorar y dar ejemplo a los niños”.

La debilidad defensiva de la adelantada línea, suicida, del equipo de Xavi lo convirtió en una bicoca para un futbolista fugaz al que, esta vez, no pudo ensombrecer Araujo para festejo de una grada mayoritariamente blanca que jaleaba las carreras de Vini y Rodrygo, pero seguía silbando a Kroos.

Vinicius anota el 2-0 ante Iñaki Peña.AFP

Reconoció Xavi Hernández la dureza de la derrota. “Tenemos que pedir perdón a la afición. Nos ha costado competir. Serán días duros, de aguantar mucha crítica. No hemos estado al nivel del partido, de la final y del club. Hemos mostrado la peor cara. Esta derrota nos tiene que servir para competir y jugar mejor. Se trata de reponerse. Necesitamos un ‘reset’. El Barça volverá”, advirtió.

Lunin se reafirma

Quien también volvió fue Lunin. Lo eligió Ancelotti para la titularidad, advirtiendo de que Kepa estará en el derbi copero del jueves, y las intervenciones decisivas del ucraniano le dieron la razón al italiano. Salvó un doble ocasión de Gündogan y Ferran con el empate a cero, volvió a sacar con el pie un disparo del valenciano y sólo lo pudo batir Lewandowski. Sin excesivo trabajo, en la segunda frustró a Lamine Yamal y a Joao Félix. Cinco paradas de mérito que reflejan una confianza que Kepa no demostró tener en esta Supercopa.

El partido hizo vibrar a las 22.000 personas entregadas que llenaron el Al Awwal Park, un estadio en aforo poco acorde con una competición que deparó uno de los mejores duelos del mundo. Desde 1936, cuando la Copa se jugó en un Mestalla de 22.000 localidades, no se elegía una sede con capacidad tan reducida.

Entre esos espectadores, en un palco privado, estaba Cristiano, jaleado por el público en la que es su casa, y también Gerard Piqué, que pasó más desapercibido. Más que por pasión, el excapitán blaugrana estaba en Riad por sus negocios con Kosmos y su intención de apoyar a la Liga Saudí. En otra zona reservada sí se vio al seleccionador Luis De La Fuente, que en pocas semanas firmará su renovación con España hasta 2026.

kpd