La amarga huella de Koeman en Mestalla: una Copa, una guerra en el vestuario y una maldición

Actualizado Sábado, 22 marzo 2025 - 20:57

«Valencia nos ayudará», pronosticaba Álvaro Morata tras el empate ante Países Bajos en Rotterdam. Quien puede estar seguro de que nadie le echará una mano es Ronald Koeman. No hay peor estadio en el que presenta refugiarse el seleccionador neerlandés que Mestalla. Nunca ha vuelto a sentarse en el banquillo de un campo en el que dejó una tan amarga que, pese las vicisitudes que atraviesa el club en la última década, no se olvida. Koeman se fue de Valencia en 2008 con una Copa del Rey bajo el brazo, pero habiendo descompuesto un vestuario plagado de internacionales (Villa, Silva, Albelda, Marchena, Baraja o Joaquín) y dejándolo al borde del descenso.

Para saber más

Koeman fue elegido por Juan Soler para relevar a Quique Sánchez Flores tras un inicio de temporada que, pese a tener al Valencia cuarto, se consideraba insuficiente en aquellos tiempos. Estaba entonces en el PSV y se optó por pagar la indemnización para traerlo a Mestalla por tres años y que encabezara un proyecto para soñar con volver a pelear la Liga. Nada más lejano a lo que ocurrió.

En datos, los 22 partidos que la leyenda del Barça dirigió al Valencia fueron los peores en su carrera como entrenador. Dirigió un total de 34 partidos, con 11 victorias, nueve empates y 14 derrotas. Solo ganó el 41,7% de lo que disputó, el porcentaje más bajo de su trayectoria incluso en equipo donde también fue destituido.

En Liga fue un desastre. Sumó 18 puntos en 22 partido: cuatro ganados, seis empatados y 12 perdidos. De las siete jornadas en Mestalla, convertida siempre en un fortín para el equipo, perdió más que ganó. Cinco frente a dos y tres empates. Le humillaron el Barça, el Almería, el Sevilla, el Mallorca o el Racing de Santander. Tampoco en Champions le fue bien: una derrota ante el Rosenborg (0-2) y un empate a cero con el Schalke.

La Copa se convirtió en el único bálsamo porque ahí el Valencia sí funcionó. Eliminó al Real Unión, el Betis, el Atlético de Madrid y el FC Barcelona antes de plantarse en la final el 16 de abril de 2008 en el Vicente Calderón y vencer 3-1 al Getafe, el equipo de moda al que apoyaba hasta el Rey Juan Carlos.

la voladura del vestuario

Aquella final la ganó un vestuario con Baraja y Marchena como líderes que tuvo que remendarse y autogestionarse tras la voladura que había provocado el holandés en diciembre. En un día apartó a Cañizares, Angulo y Albelda. «Nunca vas a jugar en el Valencia conmigo. No creo en tu liderazgo», le dijo al capitán, que se pasó cuatro meses apartado y eso le costó que Del Bosque le dejara fuera de la Eurocopa de 2008.

La fractura social fue tremenda y el presidente Juan Soler acabó en el banquillo de los acusados demandado por Albelda, a quien no dejaban jugar pero le exigían los 60 millones de cláusula para salir al Villarreal. Ese ambiente respiraba el equipo y Mestalla mientras las derrotas se acumulaban. Koeman despreciaba a las leyendas, incluso a Joaquín que había costado 30 millones y, en opinión del entrenador, «no rindió ni 30 euros». La única decisión que perduró en el tiempo fue la apuesta por Juan Mata, recién llegado de la cantera del Real Madrid con 19 años y que tuvo especial brillo en la Copa.

Aquel título, que Albelda siguió en la grada como comentarista de una cadena de radio, ni siquiera se festejó. No quiso una plantilla desesperada ya con el holandés. Tanto que, tres días después de ser campeones, cayeron goleados 5-1 en San Mamés. Era su forma de exigirle al club, que ya había cambiado hasta de presidente, que despidiera al entrenador. Ni siquiera hacía falta. Entonces ver al Valencia a dos puntos del descenso era motivo suficiente para justificar esa decisión. Tuvo que aparecer por primera vez Voro González para, restituyendo a los apartados y sacando al grupo de la agonía para llevarlo a una décima plaza, muy lejos de Europa, pero tranquila.

Koeman salió de Mestalla con dos gestos. El primero, perdonar los tres millones de euros netos por cada uno de los dos años que le restaban de contrato con la única condición de que sí los cobraran íntegros sus ayudantes, Toni Bruins y José Mari Bakero. La segunda fue menos conciliadora. El neerlandés se fue dejando dicha una maldición: «Mi Copa será el único título en los próximos cincos años». En realidad fueron 11 los que tardó el Valencia en volver a ser campeón, en 2019 ante el Barça en Copa con Marcelino García Toral como entrenador.

Nunca volvió a pisar un área técnica en Mestalla. Nunca volvió a pisar un área técnica en Mestalla. En su etapa en el Barça, el regreso en mayo de 2021 se frustró por una expulsión. Aún así, su equipo venció 2-3. Su segunda temporada no duró lo suficiente al frente del equipo azulgrana como para tener opción de regresar. Ahora lo hace con Países Bajos, recordando lejanos aquellos momentos. Tuve buenos momentos aquí y otros menos agradables. Ganamos la Copa, buenos partidos ante el Atlético o el Barça, no todo fue malo», sonrió el entrenador al que no le gusta «ver al Valencia sufrir». «Un club para ganas cosas y crecer necesita tranquilidad. Tanto cambio de presidente, de dueños, de entrenadores... no es la mejor manera para mejorar", diagnosticó. En otro contexto, Mestalla agradecería sus palabras. Hoy recordará su amarga huella y bramará para que no salga ganador.

España salva un día gris en el descuento y deja para Mestalla el pase a la Final Four

Actualizado Jueves, 20 marzo 2025 - 23:06

No se le da bien el mes de marzo a España. Perdió hace dos años ante Escocia metiéndose en un buen lío. Perdió el año pasado ante Colombia en un amistoso intrascendente, y estuvo a punto de perder este jueves de nuevo ante Países Bajos, aunque un fallo de Verbruggen le permitó salvar los muebles en el descuento. Decidirá Mestalla el domingo en la vuelta de estos cuartos de final de la Liga de Naciones, con la campeona de Europa obligada a ganar después de una noche gris donde las piernas pesaron más de la cuenta, donde el balón no transitó como suele y donde, en fin, España fue mucho menos España. [Narración y estadísticas (2-2)]

La selección ya se fue al descanso con mala cara. Después de muchos meses sin verse, en mitad de una temporada asfixiante, Luis de la Fuente apenas había tenido tiempo de juntarles para descansar, relajarles y recordarles mínimamente los automatismos que les han llevado hasta aquí, ganando Liga de Naciones y Eurocopa por el camino. España se fue con mala cara al descanso porque hacía mucho tiempo que un equipo no le metía en su campo para no dejarle salir. Y eso fue lo que consiguió Países Bajos en la primera parte.

Y eso que la noche no pudo empezar mejor. Con la alineación que todo el mundo esperaba, porque el seleccionador no es amigo de experimentos, el partido se rompió enseguida gracias a un jugador mayúsculo, seguramente el mejor centrocampista del mundo hoy. En el minuto ocho, lo primero que pasó es que Hato se hizo un lío morrocotudo y Lamine Yamal porfió hasta quitarle la pelota. Se la dio a Pedri, ese jugador mayúsculo, ese que es seguramente el mejor centrocampista del mundo hoy, e hizo algo que muy pocos hacen. Casi en el área pequeña, recibió de espaldas. Paró el balón, se giró, levantó la cabeza (todo esto, conviene insistir, con un central encima y cerca del área pequeña) y se la dio a Nico, que finalizó con un giro sobre sí mismo.

Sin balón se apaga la luz

Muy pronto, pues, España estaba por delante y todo parecía ir cuesta abajo, en la línea que acompaña a este equipo desde hace tiempo. De hecho, un rato después Morata tuvo el segundo tras una jugada colectiva impecable. Pero ahí se apagó la luz. Epaña perdió el balón y se fue metiendo atrás. Le costaba incluso atravesar el centro del campo, y eso permitía a los holandeses merodear por el área hasta que encontraron el hueco tras una jugada de Frimpong que terminó Gakpo en el otro costado.

El empate no era, sin embargo, la peor noticia. La peor noticia es que no había noticias de jugadores como Zubimendi, Fabián o Pedri. Tampoco de Nico ni de Lamine. Morata bastante tenía con ayudar a achicar agua allá donde hiciera falta, lo mismo daba en una banda que por el centro que defendiendo un córner.

Al ritmo de De Jong, que ha recuperado el nivel con el que un día deslumbró, el equipo de Koeman se sintió cómodo ante la campeona, a la que arrinconó en su propio campo y a la que hizo correr detrás de la pelota durante demasiado tiempo. Porque a España, a esta España, no le incomoda meterse atrás. Pero un rato. No durante casi media hora. La lesión de Cubarsí, que dio paso a otro jovencísimo que llega, Huijsen, cerró un primer asalto en el que Reijnders pudo haber puesto las cosas peor si su remate desde la frontal hubiese encontrado la red en lugar del larguero.

Van Hecke salta con Ayoze.

Van Hecke salta con Ayoze.NICOLAS TUCATAFP

Falló antes del descanso, pero no después. No tardó ni un minuto en marcar el segundo gracias, de nuevo, al velocísimo Frimpong, cuyo pase atrás lo estampó el jugador del Milan en la red. Por debajo en el marcador, la selección reaccionó y al menos tuvo la pelota. No hizo gran cosa con ella, pero jugó en campo contrario. A falda de media hora, De la Fuente renovó al equipo metiendo a Oyarzabal por Lamine, a Olmo por Pedri y a Ayoze por Morata.

No cambió el panorama. Olmo sí fue capaz de hilar un poco más el ataque español, que terminó el partido en busca del empate, más cuando Países Bajos se quedó con uno menos por una entrada a destiempo de Hato sobre Le Normand. Pudo en un último suspiro igualar gracias a un error grosero de Verbruggen a disparo de Nico. Mikel Merino, que pasaba por allí y que le está cogiendo el gusto en el Arsenal a esto de jugar como delantero, salvó los dos años sin perder un partido oficial y puso a Mestalla bajo el foco.

Memphis Depay, el ‘ojito derecho’ de Koeman que acecha el récord de Van Persie: “Está muy fresco”

Actualizado Miércoles, 19 marzo 2025 - 23:07

31 años y con la carta de libertad camino del Brasil. El fichaje de Memphis Depay por el Corinthians el pasado mes de septiembre casi anticipaba la jubilación del delantero neerlandés. Hasta pareció que así lo entendía Ronald Koeman. El seleccionador, que siempre ha tenido una particular relación con el goleador, díscolo y con facilidad para envolverse en polémicas, lo dejó fuera de la fase regular de la Nations League. Había salido del Atlético de Madrid y no parecía centrado en el fútbol cuando, en agosto durante las vacaciones en Mónaco, fue detenido por superar la tasa de alcoholemia a bordo de su Rolls-Royce. Sin embargo, ahora lo recupera para la eliminatoria decisiva de cuartos ante España.

Koeman sabe perfectamente lo que Depay le puede dar. Lo conoció muy joven y domó su carácter para convertirlo en su 'ojito derecho'. Lo recomendó para el Barça, le perdonó sus extravagancias -como dar su apoyo a Quincy Promes y Dani Alves acusados de narcotráfico y agresión sexual- y no dudó en llevárselo a la Eurocopa pese a las lesiones que habían lastrado su temporada en el Atlético de Madrid. En Alemania, en el camino hasta las semifinales, fue titular en todos los partidos aunque sólo marcó uno de los diez goles de Países Bajos y dio una asistencia.

La lesión de Brobbey, el joven delantero del Ajax, le benefició entonces y con su recuperación, unida a la emigración a Brasil, perdió el sitio en la 'orange'. «He tenido mucho contacto con él. Todavía no está suficientemente bien», aseguró el técnico ante la primera convocatoria en el mes de septiembre.

Un viaje a Brasil para verlo en directo este enero le hicieron cambiar su visión. «Está mejor que en la Eurocopa», reconoció a su regreso. Ayer volvió a mostrarle su fe en el delantero. «La forma en que he visto a Memphis en Brasil y lo visto aquí, lo fresco y en forma que está, me da confianza», sentenció. Tanto es así que dejó en casa a Zirkzee, con un rendimiento discreto en el Manchester United.

A Memphis lo ve ahora en condiciones pese a que sus números en Corinthians se han ido convirtiendo cada vez en más discretos con el paso de los meses. Depay llegó al conjunto paulista en loor de multitudes, como lo que era: una estrella que no tenía sitio en las grandes ligas europeas, cuando quedaban 12 jornadas para finalizar el Campeonato Brasileño-Serie A. Jugó 11 partidos en los que marcó siete goles y dio una asistencia, que no sirvieron para evitar que Corinthians acabara séptimo, a 23 puntos del campeón, el Botafogo.

En el Campeonato Paulista, que se disputa del 16 de enero al 27 de marzo, el rendimiento de Depay bajó. Marcó dos goles y firmó cuatro asistencias en los once partidos disputados. Corinthians se clasificó para la final a doble partido ante Palmeiras, en la que tomó ventaja 0-1 el pasado domingo y que se decidirá el viernes 28.

La posibilidad de ganar el primer título de la temporada ha envuelto en polémica al delantero por las cláusulas de su contrato, que le han traído algún problema. En enero, el club anunció que Memphis cambiaría de dorsal: del 94 que lució de septiembre a diciembre pasaría al '10', aunque eso significara arrebatárselo al argentino Rodrigo Garro. Una decisión que no cayó bien en el vestuario.

Una prima, una condena y un récord

No es la única que ha hecho arquear la ceja a los aficionados que tanto le aclamaron. En el contrato del neerlandés figura que cobrará un bonusde 800.000 dólares (735.000 euros) en caso de que Corinthians se proclame ganador de alguno de los torneos que dispute. Eso supone que si el día 28 alza el trofeo del Campeonato Paulista, algo que no ocurre desde 2019, el 94% de las ganancias que le reportaría al club el título irían al bolsillo del delantero. Y eso en un equipo que pelea por generar ingresos genera recelos.

La convocatoria de Koeman le ha llegado a Depay la misma semana del partido de ida de la final y en la que el Tribunal Penal de Mónaco le ha condenado a cuatro meses de cárcel y 9.000 euros de multa por el conducir bebido.

Sin embargo, el delantero tiene en mente otro reto deportivo. Ya ha logrado ser el primer jugador convocado con Países Bajos mientras juega en Brasil, y ahora quiere hacer historia. Con 46 goles como internacional, está a cuatro de igualar los 50 de Robin Van Persie, máximo goleador neerlandés de todos los tiempos.

El peor Betis de Pellegrini visita a un renacido Barcelona

El peor Betis de Pellegrini visita a un renacido Barcelona

Actualizado Martes, 14 enero 2025 - 21:56

Manuel Pellegrini vive momentos complicados en el banquillo del Real Betis Balompié. La reciente derrota frente al Valladolid, que sólo había ganado tres partidos en dieciocho jornadas, dejó un dato rotundo: la 24/25 es la peor primera vuelta desde que el técnico chileno desembarcó en Sevilla en 2020. 25 puntos, décimo clasificado, a cinco puntos de Europa y con síntomas de fatiga en los planteamientos deportivos.

«Nos faltó actitud», dijo el entrenador tras el mal partido en Pucela. Lo anímico imponiéndose a lo lúdico. No es el qué, sino el cómo. Un vestuario que arrastra dudas, falta de liderazgo y poca confianza en sí mismo. El errático desempeño en Europa tampoco ha ayudado al equipo, que atraviesa una racha con poco juego, poco gol y futbolistas sobrepasados por la responsabilidad. Con este panorama, el club verdiblanco se enfrenta este miércoles (21.00 h., Movistar) en octavos de final de Copa del Rey en el Lluís Companys a un renacido Fútbol Club Barcelona.

La dirección deportiva dejó demasiados agujeros sin tapar tras la renovación del plantel en verano. La crisis del Betis actual no es solo una cuestión de puntos, sino también de sensaciones. Plantilla desmantelada y un recambio insuficiente. El Betis que ganó la Copa del Rey en la temporada 2021/22 ya no existe. Jugadores clave como Guido Rodríguez, Álex Moreno, Canales o Borja Iglesias han salido, y sus sustitutos no han estado a la altura. La gestión del club, además, parece haber entrado en un ciclo de venta constante sin reposición de calidad equivalente, lo que ha dejado al equipo sin una base sólida. Se irá Rui Silva, se ha ido Assane Diao, y Lo Celso estará KO unas semanas.

Un técnico erosionado

El desgaste de Pellegrini es evidente. Aunque en varias etapas de su ciclo en el Betis se han generado dudas, siempre había conseguido hacer magia para superar los momentos críticos. Fue él quien convirtió a Juanmi en un goleador inesperado, sacó lo mejor de Borja Iglesias y devolvió a Isco a un nivel competitivo. Pero esta vez, el técnico chileno parece agotado, harto de encajar piezas en un puzle en constante cambio. Sus últimas declaraciones reflejan ese cansancio, y lo más preocupante es que el Betis parece haber perdido su capacidad de sorprender. Como dijo alguna vez Lopera: «Me estáis exigiendo... que me estáis cansando». Algo similar parece ocurrirle ahora al chileno.

El problema no es solo la calidad de los fichajes, sino también la pérdida de líderes en el vestuario. Jugadores como Joaquín, Canales y Guardado eran los referentes emocionales y deportivos del equipo. Ahora la plantilla parece huérfana, y aunque Isco muestra cierta ambición, no parece suficiente para canalizar la crisis. Esa falta de liderazgo también se traduce en el campo, donde el equipo muestra mucha ansiedad. La dupla ofensiva formada por Vítor Roque y Bakambu tiene menos pólvora que sus predecesores, y los números lo confirman: el Betis es el peor equipo de las cinco grandes ligas en la diferencia entre goles marcados y goles esperados.

Otro síntoma del desgaste de la plantilla es la falta de alternativas en posiciones clave. El año pasado, Ayoze tenía a Abde como recambio. Este verano, Ayoze se fue y no llegó nadie para ocupar su lugar, lo que refleja la política errática de fichajes. Situaciones similares se ven en otras demarcaciones. El caso de Guido Rodríguez es paradigmático: una pieza fundamental que salió sin que el club encontrara un sustituto de su nivel.

Un torneo propicio

El Betis se enfrenta ahora a una encrucijada: confiar en que Pellegrini pueda reconducir la situación, o asumir que su ciclo está llegando a su fin. Queda la incógnita de si el Betis será capaz de reaccionar en Copa del Rey, ese torneo que ha dado tantas alegrías al club en los últimos años. La ilusión es menguante y los problemas estructurales del equipo no suelen solucionarse con heroicidades puntuales. Quizá vivamos el ocaso de una etapa dorada.

El partido contra el Barcelona de este miércoles llega como un desafío monumental para un equipo que busca desesperadamente un punto de inflexión. El recuerdo de aquel gol icónico de Juanito en 1994, con Koeman desolado, que dejó una de las imágenes más representativas de la historia reciente del club, resuena como un símbolo de rebeldía y esperanza. En aquella ocasión, un Betis modesto y en Segunda desafió al todopoderoso Barça de Johann Cruyff. Fe y corazón bastaron.

Ahora, treinta años después, la situación es distinta, pero aquel espíritu combativo sigue siendo referencial para los béticos. Necesitan reencontrarse con ese coraje que les permitió dar aquellas sorpresas y que, en tiempos recientes, parecía haber sido reemplazado por una versión más pragmática y fiable del equipo. La pregunta es si esta plantilla y este Pellegrini, desgastado pero aún capaz, encontrarán un bálsamo en la Copa. Un alivio para una crisis que amenaza con devorar los cimientos de un proyecto que fue exitoso y ahora tambalea.

El Barça de Flick, ante su ogro en la Champions: "El pasado no cuenta"

El Barça de Flick, ante su ogro en la Champions: “El pasado no cuenta”

Actualizado Miércoles, 23 octubre 2024 - 00:06

Si hay un equipo que ha angustiado al Barcelona en los últimos cuatro años, ese es el Bayern de Múnich, al que se medirá esta noche en Montjuïc (21.00 horas) en la tercera jornada de la liguilla de la Champions. Desde que el conjunto bávaro, de la mano en aquel entonces del actual técnico azulgrana, Hansi Flick, le endosara un demoledor 2-8 en los cuartos de final de la Champions de la temporada 2019-20, cada partido entre los azulgrana y la formación alemana ha caído del mismo lado. Y, además, casi siempre por goleada.

Por eso, el Bayern se antoja como la piedra de toque ideal para medir realmente el momento de forma de los culés. «El pasado no cuenta, lo que vale es el aquí y el ahora. Ya no podemos influir en lo que ocurrió, pero sí podemos influir en lo que va a pasar. Y lo que queremos es ganar al Bayern», recalcó ayer en la sala de prensa el siempre prudente Flick.

Las dos últimas visitas de los alemanes a Barcelona se saldaron con sendos 0-3. En el primero, en la temporada 2021-22, Ronald Koeman apuraba sus últimas fechas en el banquillo azulgrana. En el segundo, en la 2022-23, era ya Xavi Hernández quien dirigía los destinos barcelonistas. Ambos, eso sí, tuvieron como escenario el antiguo Camp Nou. El técnico de Terrassa, además, fue el responsable de preparar al equipo en sus dos últimos desplazamientos al estadio Allianz Arena. En el primero de ellos, cerró la fase de grupos con un 3-0 en contra. En el último, mientras, encajó un 2-0 en la segunda jornada de la liguilla.

«Siento la amabilidad con que me tratan»

En la Champions, ambos equipos se han enfrentado en 13 ocasiones, con 10 triunfos del Bayern, un empate y dos victorias del Barça. 33 goles a favor de los alemanes y 13 de los catalanes.

Según señaló Flick, los aficionados no le tienen en cuenta que él fuera el artífice de la mayor humillación del Barça en Europa. «Todos los días siento la amabilidad con que me tratan los seguidores, no tiene nada que ver con el pasado o con promesas de futuro. Lo que tenemos que hacer es trabajar cada día. El equipo está muy unido y La Masia influye en cómo trabajan los futbolistas, juntos, con entrega y respeto. Se preocupan los unos de los otros. La vuelta de Gavi, con el ambiente y el aplauso de los compañeros, me puso la piel de gallina. No sé si ganaremos todos los partidos, pero trabajaremos duro para lograrlo», recalcó el germano en la previa del encuentro de hoy.

Con los fríos números de lo que llevamos hasta ahora de temporada, la verdad es que el choque entre el Barça y el Bayern promete emociones fuertes. Ambos lideran sus respectivas ligas. En el caso de los azulgrana, con nueve victorias y una derrota en 10 jornadas disputadas, en las que han marcado 33 tantos y han encajado 10. Los bávaros, por su parte, suman cinco victorias y dos empates en siete jornadas, con 24 tantos a favor y siete en contra.

«una broma de mal gusto»

En el caso de los barcelonistas, gran parte de sus brillantes estadísticas anotadoras se debe al excelente momento de forma por el que atraviesa Robert Lewandowski, capaz de sumar 12 goles en el torneo de la regularidad. Por parte germana, su estilete es Harry Kane, quien acumula ocho goles en la presente edición de la Bundesliga. Tres de ellos, eso sí, los anotó el pasado fin de semana frente al Stuttgart.

Por parte azulgrana, además, destaca también Raphinha, incansable al que, según ha señalado, no le sentaron bien las especulaciones de que Nico Williams le tomara el relevo en el equipo el verano pasado. «Lo que hicieron en Instagram con las camisetas de Nico y la mía fue una broma de mal gusto. La gente puede hacer lo que quiera, pero me pareció una falta de respeto. Aunque no ha influido en mi arranque, sí debo decir que estoy muy motivado. Si antes daba el 100%, ahora doy el 200», recalcó el brasileño.

Ansu Fati inicia su enésimo retorno

Ansu Fati inicia su enésimo retorno

Actualizado Miércoles, 11 septiembre 2024 - 19:15

El 7 de noviembre se cumplirán ya cuatro años de una lesión que cortó de raíz la progresión de un jugador que se atrevió a heredar el 10 de Leo Messi. Desde entonces, el camino de Ansu Fati, llamado hasta entonces a convertirse en el nuevo gran ídolo de la afición azulgrana, mucho antes de que Lamine Yamal irrumpiera en escena, ha estado plagado de baches. En el arranque de la pretemporada, sus ganas e ilusión por hacerse con un puesto en el nuevo Barça de Hansi Flick provocaron que el técnico valorara muy positivamente sus opciones.

No obstante, una lesión en la planta del pie derecho, cuando mejor parecían irle otra vez las cosas, le recordó el lado más amargo del fútbol. Esta misma semana, por fin, ya ha podido entrenarse con el grupo y, si todo va bien, incluso podría tener minutos contra el Girona este domingo en Montilivi.

En sus comienzos con el primer equipo, de la mano de Ernesto Valverde, parecía estar tocado por una varita mágica. Fue todo un soplo de aire fresco y, además, también logró marcar goles decisivos para los suyos. Por eso, no es nada raro que el actual técnico del Athletic propiciara su estreno con el primer equipo cuando aún tenía 16 años.

7 de noviembre de 2020

El 26 de septiembre de 2021, en su primer regreso desde los infiernos, ya con Ronald Koeman como entrenador azulgrana, volvió a evidenciar esa suerte de toque especial. Después de haber pasado por hasta cuatro operaciones de rodilla para olvidar de una vez por todas ese 7 de noviembre de 2020, vivió un retorno al césped de ensueño.

Saltó al terreno de juego como relevo de Luuk de Jong a falta de nueve minutos para que se cumpliera el tiempo reglamentario y, tras firmar varias acciones de mérito, culminó su reestreno con un gol que sellaba el definitivo 3-0 ante el Levante. A su padre, Boti Fati, incluso se le escaparon algunas lágrimas de emoción cuando el joven atacante subió a la grada para fundirse en un abrazo con el doctor Lluís Til, a quien consideraba como el gran artífice de su retorno.

La alegría, a pesar de todo, volvió a serle esquiva. Un mes después, se resintió otra vez de molestias en la rodilla. Y, posteriormente, encadenaría una serie de problemas musculares que, unidos a otros condicionantes físicos, le llevarían a permanecer en el dique seco 162 días más.

Cláusula de 1.000 millones

En la temporada 2022-23, con Xavi Hernández como máximo responsable del banquillo, las lesiones parecieron darle tregua: únicamente se perdió dos partidos por este motivo, con un total de seis días de baja por una contusión en la rodilla. Su papel en el equipo, pese a ello, no fue aquel que parecía llamado a tener en sus primeros días. El de Terrassa contó mucho con él y llegó a alinearlo en 51 partidos de una campaña en la que los azulgrana se hicieron con la Liga y con la Supercopa de España, pero partiendo casi siempre desde el banquillo. Únicamente formó parte del once titular en 13 ocasiones. Y su rendimiento, cómo no, también se resintió. En total, marcó 10 goles, siete de ellos en la Liga, dos en la Copa del Rey y uno en la Supercopa de España, y repartió cuatro asistencias, todas en el torneo de la regularidad.

El curso pasado, el club decidió buscarle una salida en forma de cesión a un jugador que, en octubre de 2021, el día en que se hizo oficial la última ampliación de su contrato como azulgrana y su decisión por lucir el 10 de Messi, había visto cómo su cláusula de rescisión se catapultaba hasta los 1.000 millones de euros. Entonces, parecía llamado a ser el relevo del gran ídolo, quien había vivido una traumática salida de la entidad ese mismo verano. Su paso por el Brighton no fue todo lo bien que habría desado. Con el equipo inglés jugó 27 partidos, 19 de ellos en la Premier, seis en la Europa League, uno en la Copa y uno en la Copa de la Liga, casi siempre saliendo desde el banquillo, y anotó un total de cuatro goles.

Una lesión en el gemelo derecho, en este caso, provocó que se perdiera un total de 14 encuentros y removió viejos fantasmas que, ahora, quiere exorcizar de una vez por todas en el Barça.

Hansi Flick: el último extranjero novato en el potro de tortura

Hansi Flick: el último extranjero novato en el potro de tortura

Actualizado Miércoles, 14 agosto 2024 - 23:58

Hansi Flick se convertirá este sábado en el último técnico extranjero que se estrena en el fútbol español. Lo hará desde el banquillo de un Barcelona que en los últimos años ha sido una montaña rusa de emociones. Y, también, un potro de tortura. Dos leyendas de la entidad azulgrana, Ronald Koeman y Xavi Hernández, acabaron triturados por la exigencia de un puesto para el que no se tiene memoria. Ni paciencia. El primero, dejó la entidad por la puerta de atrás tras ganar una Copa del Rey. El segundo fue despedido tras sumar una Liga y una Supercopa de España y poco después de ser ratificado en su cargo.

El banquillo azulgrana supone un desgaste tremendo. Incluso a nivel físico. Basta con ver fotografías de Pep Guardiola, Luis Enrique o Ernesto Valverde, al inicio y al final de sus respectivas etapas, para comprobarlo de manera tremendamente esclarecedora. Para esta entidad que el primer equipo cierre una temporada en blanco es imperdonable. A sus seguidores no les importa lo más mínimo que la caja del club esté atravesando por un largo proceso de recuperación. Algo que condiciona las operaciones que pueden llevarse a cabo para conseguir los refuerzos adecuados para pelear por todo. Por lo pronto, el club ha cerrado este verano, hasta ahora, únicamente dos llegadas: Pau Víctor y Dani Olmo. Y, al menos hasta ayer, ninguno de los dos estaba convenientemente inscrito para jugar el sábado ante el Valencia en el estadio de Mestalla.

Cambios en el estilo

Las lesiones de Pedri o Frenkie de Jong, la Eurocopa y los Juegos Olímpicos han provocado que Flick se viera obligado a afrontar los primeros amistosos sin muchos jugadores clave. Y, cuando por fin pudo contar con algunos de ellos, sobre todo con uno que ha tomado tanta trascendencia como Lamine Yamal, llegó la derrota más dura y clara. Con el 0-3 encajado ante el Mónaco, el alemán escuchó los primeros pitos de una grada que va a ser muy exigente. Desde el primer minuto. Los seguidores barcelonistas quieren victorias y buen juego, y les trae sin cuidado que el libro de estilo del ex entrenador del Bayern (bajo su dirección derrotó 2-8 al Barcelona en la Champions de 2020) y de la selección germana (estuvo desde 2021 a 2023) tenga en principio poco que ver con aquello a lo que se han acostumbrado en las últimas décadas.

La preparación física es vital para un entrenador que exige a los suyos que desplieguen una presión asfixiante por todo el terreno de juego. Por eso, las cargas de trabajo están siendo muy fuertes. Ante el Mónaco, los azulgrana parecieron no tener fuelle suficiente durante muchos minutos. Puede que su equipo vaya a ir de menos a más. Pero, aun así, ganar ante el Valencia es vital. Si no, descubrirá muy pronto la peor cara de ser técnico azulgrana.

Gakpo, el Pichichi que organiza lecturas de la Biblia en la concentración de Países Bajos

Actualizado Miércoles, 10 julio 2024 - 00:22

Si esta noche Cody Gakpo (Eindhoven, 1999) marca un gol a Inglaterra, gritará hacia la grada y levantará el dedo índice de su mano derecha al cielo. En la Eurocopa de Alemania, el delantero de Países Bajos ya le ha dedicado tres goles a Dios. Es el Pichichi del torneo. Más tarde, terminado el partido, será el líder de una sesión de rezo a la que se sumarán la mayoría de sus compañeros, entre ellos el futbolista del Atlético de Madrid Memphis Depay. Es el día a día del vestuario dirigido por Ronald Koeman. La fe como motor hacia unas históricas semifinales contra Inglaterra. «Me llevo la Biblia a todas partes», dice Gakpo.

Estas reuniones religiosas del combinado Oranje surgieron en el Mundial de Qatar, cuando Denzel Dumfries, lateral derecho del Inter, y Depay comenzaron a unirse a las lecturas del propio Gakpo, revelación del torneo. «Empezamos en Qatar. Memphis también es muy religioso, nos enfrentamos a muchas situaciones en el campo y fuera de él y necesitábamos hablar. Quedábamos y debatíamos sobre lo que decía la Biblia. Eso creo que nos unió más como grupo», explicaba Gakpo en una entrevista con ESPN antes del torneo.

En Alemania, Gakpo está repitiendo las actuaciones que le convirtieron en una de las estrellas del último Mundial. A finales de 2022 jugaba en el PSV Eindhoven y había rechazado varias ofertas de la Premier League «por deseo divino», aseguró en su momento.

«señal de Dios para que me quede»

Un día, antes del último partido del mes de agosto de ese año, justo cuando más se hablaba sobre su futuro, decidió que si marcaba un gol se iba al Southampton, si anotaba dos fichaba por el Leeds United y si conseguía un hat-trick, se quedaba. Había logrado dos cuando peleó con un rival y el balón entró en la portería. No sabía si se lo darían. «Le dije a un compañero, si deciden que no es en propia puerta, será una señal de Dios para que me quede. Y así fue», ha explicado.

Se quedó en la liga neerlandesa, explotó con la selección en el Mundial y firmó con el Liverpool en enero de 2023, donde ya es una estrella. Ahora, en Alemania, acumula los mismos tres goles que anotó en Qatar, aunque su selección camina hacia unas semifinales extraordinarias.

Más allá de la fe, la historia de Gakpo se explica desde el deporte. Su padre fue jugador de la selección de fútbol de Togo y su madre, holandesa, jugaba al rugby. Se conocieron en África y se acabaron mudando al país materno, a Eindhoven, donde nacieron Cody y sus tres hermanos. De pequeño, su habitación estaba repleta de fotos de Pelé y Maradona, los ídolos de su padre; y de estrellas del PSV como Phillip Cocu o Ibrahim Afellay. El Philips Stadion fue su segunda casa desde muy pronto.

Van Nistelrooy, clave

Tuvo una adolescente normal hasta que con 14 años conoció a Ruud van Nistelrooy. El ex delantero del PSV, Manchester United y Real Madrid, entre otros, entrenaba en las categorías inferiores del PSV cuando se cruzó con Gakpo y se convirtió en uno de sus mentores. Le entrenó en la categoría sub'17, en sub'19 y en el primer equipo, desde donde dio el salto a Inglaterra, como Ruud.

Gracias a los consejos de Van Nistelrooy, Gakpo pasó de ser uno más en la cantera del PSV a una de las mayores promesas del equipo, donde terminó explotando a partir de los 20 años. Después de cuatro temporadas en Eindhoven, tuvo un inicio extraordinario en la 2022-2023, con nueve goles en 14 partidos antes del Mundial, y sonó para los grandes clubes. El United, club en el que jugó Van Nistelrooy, se interesó por él, pero el delantero terminó aceptando la oferta del Liverpool de Jürgen Klopp y de su compatriota Virgil van Dijk.

En su temporada y media en Anfield acumula 15 goles en 56 partidos, cifras peores que las de la selección nacional pero que espera aumentar a partir del curso que viene, tras la salida de Klopp. «Todavía no he hablado con Slot (el nuevo entrenador), pero la diferencia entre la selección y el Liverpool es que aquí juego como extremo izquierdo. Allí como delantero. Yo prefiero la izquierda, claro», dijo ayer. Hoy, ante Inglaterra, nueva cita.

Southgate y Koeman, la gloria y el drama de los 90: una noche mágica como revancha por no haber jugado el Mundial

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Wembley brillaba con un hechizo único aquella noche de martes. "El ambiente era increíble, por el colorido en las gradas y los cánticos de nuestra gente. Aquel día pensamos que podíamos ganar la Eurocopa", recordó Alan Shearer. El 18 de junio de 1996, los aficionados ingleses se animaron incluso con el Swing Low Sweet Chariot, el himno reservado al rugby en el templo de Twickenham. Muchos se frotaban los ojos ante semejante despliegue de juego. Al primer toque, con un fútbol vertiginoso y los dobletes de Teddy Sheringham y Shearer, Inglaterra había aniquilado 4-1 a Holanda, una de las favoritas. Su único momento de zozobra llegó poco antes del descanso, tras un despiste de la defensa. La norma que impedía ceder el balón al portero con los pies acababa de estrenarse en el torneo, así que muchos centrales aún no habían desarrollado los automatismos. De modo que David Seaman tuvo que corregir ante Dennis Bergkamp con la mejor parada del partido. El compañero que había querido entregarle el balón con un errático cabezazo se llamaba Gareth Southgate.

Por entonces, el actual seleccionador de Inglaterra era un prometedor defensa del Aston Villa, de 26 años, que disputaba su sexto partido con los pross. Una semana después del debut ante Suiza (2-0), cuando formó en la posición de líbero, Terry Venables quiso encomendarle la misión más delicada. Southgate debería hacerse cargo de Bergkamp. Sus condiciones físicas se adaptaban mejor al delantero del Arsenal que las de Tony Adams, cicerone durante su primera temporada en Highbury. Durante más de una hora, la intensidad de Southgate en cada salto, en cada balón dividido, abrumará a Bergkamp. El único destello del '10' se hizo esperar al minuto 79, con una deliciosa asistencia a Patrick Kluivert. De no ser por ese remate, Holanda hubiese caído eliminada en favor de Escocia por la diferencia de goles.

"Debemos admitir que nos han dado una lección en todos los aspectos", admitió Guus Hiddink, cuyo 3-4-3 se vio muy debilitado por las bajas de Edgar Davids, apartado por sus constantes indisciplinas, y el lesionado Frank de Boer. "Tuvimos suerte de marcar uno, porque el partido fue para 5-0 o 6-0", admitió su hermano Ronald. El talento de la Oranje, con cuatro titulares de aquel Ajax que venía dominando la Champions League, nada pudo hacer ante el torrente desatado por Venables. La acción del 3-0, iniciada por Steve McManaman y Paul Gascoigne, aún se celebra entre los analistas, por la generosidad con la que Sheringham cedió el balón para que Shearer ajusticiara a Edwin van der Sar.

"Dale las gracias por ello"

El vapuleo suponía todo un desquite para algunos veteranos como Seaman, Adams, Shearer o Paul Ince, privados del Mundial de 1994 tras un duro 2-0 en Rotterdam. Ronald Koeman, autor de un gol de libre directo y exonerado de la expulsión pese a un clamoroso derribo sobre David Platt, compartió protagonismo con Graham Taylor. El seleccionador inglés, objeto de innumerables críticas en la prensa, protagonizó una curiosa conversación con el juez de línea: "Sólo le estoy diciendo a su colega que el árbitro me ha ehado. Dale las gracias por ello, ¿quieres?"

La llegada de Venables, el técnico que había conducido al Barça a la final de la Copa de Europa de 1986, supuso un revulsivo para la FA y su complejo entorno, siempre acuciado por de las urgencias históricas. De hecho, tras el citado 4-1, las casas de apuestas empezaron a considerar muy seriamente a Inglaterra como candidata al título. Había eludido a Francia en cuartos para proseguir camino en Wembley, donde condenaría a España tras los errores de Fernando Hierro y Miguel Ángel Nadal en la tanda de penaltis.

Sin embargo, la dicha desde los 11 metros se agotaría frente a Alemania, con un error de Southgate en el sexto turno, iniciada ya la muerte súbita. Desde aquella fatídica semifinal hubo que esperar 22 años, hasta marzo de 2018, para ver a The Three Lions ganar de nuevo a los neerlandeses. Curiosamente, aquel 0-1 en el Amsterdam Arena, ya con Southgate a los mandos, fue el primer partido de Koeman como seleccionador neerlandés.

Joshua Zirkzee, el suplente de oro de Koeman que llegó 'in extremis' a la concentración

Joshua Zirkzee, el suplente de oro de Koeman que llegó ‘in extremis’ a la concentración

Actualizado Lunes, 8 julio 2024 - 17:39

Era el minuto 87 de los cuartos de final ante Turquía y Ronald Koeman preparaba su último cambio del partido. Su selección había logrado remontar el 0-1 de los otomanos, pero el encuentro no estaba ni mucho menos cerrado y el ex técnico del Barça quería frescura y más artillería en la parcela ofensiva. Fue entonces cuando Joshua Zirkzee (Schiedam, Países Bajos, 23 años) tomó el relevo de Xavi Simmons para hacer su debut en una Eurocopa. "Es un sueño de infancia", dijo el delantero después de sellar su clasificación a las semifinales.

Pero hace solo unas pocas semanas, su plan de viaje estaba en otro lugar, concretamente en Orlando, donde el delantero se encontraba pasando las vacaciones visitando Disney World hasta que una llamada de urgencia de su seleccionador le hizo comprar el billete de vuelta. Brian Brobbey, joven delantero del Ajax, había sentido molestias en uno de los últimos entrenamientos y era necesario cubrirse las espaldas. Cosas del fútbol, el siguiente de la lista era él. Un destino que, lejos de regalarle ese estreno, también le sitúa muy cerca de ser dirigido por otro compatriota, Erik ten Hag, en el Manchester United, que necesitado de ilusión y de goles, estaría a punto de cerrar su incorporación como nuevo red devil.

Zirkzee, que podría haber jugado con Nigeria debido a la ascendencia de su madre, comenzó su carrera en las calles de su ciudad donde, según cuenta en una entrevista a La Gazzeta dello Sport, "cada domingo iba directo al campo a jugar. Crecí alrededor de gente que te hacía duro. Tenías que jugar de una manera para protegerte y ser inteligente. Gran parte de mi juego actual nace de ahí".

"No se deja atrapar"

Su habilidad y sus características físicas, 1,93 metros de altura, no tardaron en llamar la atención en las categorías inferiores del Feyenoord, pero en tan solo un año el Bayern de Múnich llamó a su puerta para jugar en las categorías inferiores del club. "Es el tipo de jugador que todos buscan. Un poderoso delantero que se mantiene frío y no se deja atrapar", dijo en una entrevista su mánager en la academia alemana, Holger Seitz.

A pesar de ello, su periplo en tierras bávaras no tuvo un gran recorrido, pues pese a dejar muestras de su calidad con cuatro goles en nueve partidos en 2019 bajo las órdenes de Hans Flick, se marchó cedido primero al Parma y después al Anderlecht, lugar donde sí pudo demostrar ser esa referencia capaz de decidir partidos. Quince goles en la liga local fueron suficientes para confirmar todos los pronósticos. Bélgica fue su catapulta y Bolonia el siguiente paso en su carrera.

En su segundo año y con Thiago Motta a los mandos, Zirkzee ha sido pieza clave para que el club italiano haya vuelto a competición europea casi seis décadas después. Once tantos y cinco asistencias llevan su firma. Su precio no es casualidad. Cuarenta millones parece ser la cifra mágica que le permita dar el paso que le falta. Stefano Pioli, entrenador del Milan hasta este verano, ya destacó su nombre como uno de los delanteros a tener en cuenta. "Es un jugador joven que sigo desde el Bayern y el Parma; ahora es mucho más completo, está más involucrado y tiene una gran calidad".