Giuliano cumple la petición de su padre y mete al Atlético en semifinales

Giuliano cumple la petición de su padre y mete al Atlético en semifinales

Debe de ser cosas de torneos eliminatorios. Esos que tienen finales como la Champions. El caso es que el Atlético ya no busca el partido a partido, quiere llegar al último encuentro de cada campeonato. Lo hace con ahínco, con pasión y con fe. Tres características que son materia prima cholista. Y si de materia prima hablamos, cómo olvidar al vástago del entrenador. Ese al que su padre le regatea halagos y le pide goles y el joven cumple, como buen hijo. Hizo los dos primeros para dejar grogui al Getafe y Lino, Correa y Sorloth completaron la manita. [Narración y estadísticas, 5-0]

Es el Getafe un equipo al que le gusta incordiar: pelea cada balón, va fuerte al choque y presiona y muerde en cada duelo. En el Metropolitano lo hizo solo en el sorteo. Eligieron los azulones atacar en la portería donde suele hacerlo el Atlético en la primera parte a ver si así, con esa pequeña triquiñuela, se despistaban un poco los rojiblancos.

Nada más lejos de la realidad. De hecho, el equipo del Cholo se tomó la primera mitad casi como la que juega hacia la portería del fondo sur, como si ya se hubiera consumido los primeros 45 minutos. En el primer cuarto de hora hizo tres ocasiones y dos goles. Julián falló una con un mal control, Griezmann hizo lo propio con un tiro flojo tras una contra mal conducida, pero Giuliano no perdonó las dos que tuvo. ¿Querías goles papá? Aquí los tienes.

El primero lo hizo de cabeza después de que el árbitro bloqueara a Uche en una salida de los azulones desde atrás. El colegiado dejó seguir, el balón llegó a Galán, que la puso para que Simeone Jr. perforara de cabeza la portería de Letachek. El segundo fue tras una contra, esta vez sí, bien llevada. La condujo De Paul, que está de cine esta temporada. El argentino cedió a su compatriota en mitad del área que la puso por bajo a un Letachek al que parecía esperarle un vendaval.

De hecho, casi cae el tercero antes de la media hora tras una jugada de bisonte de Galán. El extremeño, duda hasta casi última hora, se coló en el once y casi hace lo propio en el área del Getafe a fuerza de voluntad y rebotes. El balón terminó tras varios rechaces en las botas de Molina, que la puso atrás, y Lino casi consigue introducirla en la portería del guardameta checo.

Resultaba llamativa una cosa en el Getafe. No se llevaban ni un duelo. Algo que probablemente estuviera haciendo que a Bordalás se le llevasen los demonios. Todos, no un 90%, sino todos, eran para los jugadores rojiblancos. Fruto de otro duelo ganado llegó una nueva ocasión del Atlético con el Getafe descolocado. Esta vez sí, condujo bien Griezmann que cedió a Julián y éste, con todo a favor, la echó fuera para alivio del equipo que vestía de blanco. Seguro que habrá gustado a Simeone ganar a un conjunto merengue antes del derbi del sábado.

Antes del descanso, Letachek tuvo que recoger otro balón de las mallas. Lino, con dos recortes en un baldosín, sentó a la defensa getafense y puso el tercero. Hubiera llovido menos si Uche hubiera conseguido hacer un tanto en las dos siguientes jugadas que tuvo y que él mismo se creó. Es el nigeriano la mayor amenaza del Getafe esta temporada, pero quizás le está faltando algo de puntería, como le pasó con esos dos disparos antes de marcharse a los vestuarios.

Sin rival

A la vuelta, todo fue igual. Salieron los rojiblancos a morder y el Getafe a especular. Quien también salió igual fue el Cholito, que pudo completar el primer hat trick de un Simeone en el Atlético si Galán hubiera esperado el pase medio centímetro antes. Pero el extremeño se adelantó y su centro al argentino terminó anulado.

A partir de esos primeros minutos, el Atlético contemporizó y esperó a una contra y el Getafe quiso, al menos, cazar el gol de la honra para despedirse de la Copa con la cabeza alta. Pero los que lo hicieron fueron Correa y Sorloth. Quizás sean los suplentes más rentables de la liga española. Hicieron cuarto y quinto para despedir el choque. A día de hoy, hay universos entre ambas plantillas y, si todo transcurre con normalidad, la victoria siempre debía ser atlética. Lo que pasa es que Bordalás está acostumbrado a complicar los partidos a cualquiera, pero quizás los azulones hagan bien en centrar sus esfuerzos en otras lides. También el Atlético, que el sábado tiene otro derbi y ese, probablemente, le resulte más complicado que este.

Óscar Rodríguez: "Estoy en contra del móvil, te ata muchísimo... Y no le veo beneficio a las redes sociales"

Óscar Rodríguez: “Estoy en contra del móvil, te ata muchísimo… Y no le veo beneficio a las redes sociales”

Actualizado Martes, 4 febrero 2025 - 22:10

A Óscar Rodríguez (Los Navalmorales, Toledo, 1998) no le gustan las entrevistas. «No me van mucho. Hay gente a la que le gusta que la conozcan más y yo soy lo contrario. No me gusta hablar de mí», admite en la charla con EL MUNDO, sentado en el césped de la ciudad deportiva del Leganés. A un kilómetro, en Butarque, su equipo recibe esta noche al Madrid en la Copa. Y Óscar, canterano madridista durante una década, aprovecha para recordar algunas cosas de las vividas en Valdebebas, donde recibió a Kylian Mbappé a los 13 años, y para reflexionar sobre las redes, la familia y el dinero.

Mbappé jugó un partido con un equipo del Madrid en Valdebebas en 2012. Ahí había un Óscar...
Sí, era yo, aunque no era consciente de ello hasta que me enseñaron la foto hace poco. Creo que vino una semana a entrenar con nosotros, pero ya no me acuerdo de nada.
Esta temporada el Leganés ya ha ganado al Barça y el Atlético. ¿Son un poco 'matagigantes'?
A ver cómo llegan después de la derrota contra el Espanyol. Vienen de perder y vendrán como un tiro. Pero bueno, estamos con ganas. Hemos logrado buenos resultados contra los grandes y lo intentaremos.
Usted es de Los Navalmorales, un pueblo de Toledo. Cuando le fichó el Madrid a los 11 años, se hacía 150 kilómetros de ida y otros 150 de vuelta junto a su padre.
Sí, toda mi familia es de Los Navalmorales. Es un pueblo pequeño, muy humilde. Siempre estaba con el balón, desde los dos años. Tenía esa obsesión con el fútbol. Mi padre ha hecho muchos kilómetros para que yo lograra mi sueño. Nos llevaba a varios, hacía de taxista por Toledo y Talavera hasta Madrid.
Y ahora, tantos años después, ¿cómo maneja lo de ser futbolista?
Creo que soy sencillo y familiar. Tengo los mismos amigos de toda la vida, los que conozco y ya está. Soy cabezón cuando me sale un mal partido, me enfado y me tiro mi tiempo para que se me pase... Pero ahora con el niño ha cambiado la cosa.
¿Ser padre le ha cambiado?
Claro, al ser padre ya no puedes llegar a casa y estar cabreado. El niño te lo cambia todo. No me gusta salir de aquí y seguir hablando de fútbol, no quiero estar todo el rato mamando eso. Quiero salir de aquí y despejar la mente.
¿El futbolista es desconfiado con el que no es de su círculo de amigos?
Sí, están estos que se te acercan... Pero los futbolistas no somos tontos. Sabes quién se acerca por interés y quién de verdad te quiere.
¿El dinero ha cambiado su forma de ser?
No, es que tampoco tengo caprichos. Tengo coches, como todos, pero no me llama la atención... Lo más caro es el coche, y no soy mucho de coches. Ni de comprar mucha ropa. Ahora los gastos ya son para el niño.
Ni gastos en usted, ni coches muy caros, ni caprichos... ¿Le dicen algo en el vestuario?
No, no... Saben que soy así, sencillo. Hoy en día la moda es aparentar, pero no me gusta, más que nada porque no lo he visto en mi familia.
Hábleme de ella.
Siempre me han apoyado, me lo han puesto muy fácil y ahora estamos siempre juntos, especialmente los hombres, mi padre, mis hermanos y yo. Nos vemos a diario.
¿Su padre le aconseja en decisiones futbolísticas?
Sí, es el que lleva la batuta. El que tiene la última palabra. Y también mi hermano. Pero siempre ha sido muy natural y nunca he tenido esa presión que sí que he visto en otros compañeros, que después de un partido decían «joder, la que me va a caer ahora...». Mi padre en la vida me ha dicho nada.
Salió del Madrid con 20 años, cedido al Leganés, luego ficha por el Sevilla y ahora, después de pasar por varios equipos, ha vuelto a Butarque. ¿Qué ha aprendido?
Salí del Madrid a Primera División, que era mi sueño, y lo cogí con muchas ganas. Ahora creo que tengo más madurez, he aprendido mucho más y todavía tengo ilusión.
¿Recibir alguna bofetada ayuda?
Sí, te das cuenta de la realidad. De que hay momentos mejores y peores, que así es el fútbol, que un día estás arriba y a veces abajo. Pero también te lleva a aprender y a madurar. La parte de Sevilla ha sido la más complicada. No me arrepiento, porque lo decidí yo junto a mi padre, aprendí mucho y me trataron muy bien. No tuve los minutos que quería, pero eso nunca se sabe, no me arrepiento.
Hablemos de música. Creo que adora el flamenco. ¿Canta?
No, no... Me gusta, pero no canto. Es lo que escucho, ni trap, ni reggaeton ni nada de eso.
No usa mucho las redes sociales.
No, cero. Las tengo ahí y antes las usaba más... Pero no le veo beneficio. Tampoco soy mucho de móvil, ni siquiera del WhatsApp. Prefiero quedar en persona. Muchas veces me ven y me dicen «te he llamado y no lo has cogido». Es que no me gusta estar con el móvil. Si estoy haciendo un plan o lo que sea, siento que el móvil te ata muchísimo.
Pues ahora los niños no se despegan del móvil.
Ahora con los dibujos no queda otra. Le pones los dibujos y se relaja un poco. Pero estoy en contra, si por mí fuera... En ese sentido soy como mi padre, que no tiene ni WhatsApp, va con un móvil de estos antiguos.
La salida de los infiernos de Arambarri: "Volver a jugar al fútbol es un regalo"

La salida de los infiernos de Arambarri: “Volver a jugar al fútbol es un regalo”

A principios de diciembre del 2023, el hijo mayor de Mauro Arambarri (Salto, 1995) había cumplido dos años y aún no había podido ver jugar al fútbol a su padre. El jugador uruguayo del Getafe había enlazado dos lesiones (tobillo y rodilla) de las que se tuvo que operar y que le tuvieron casi dos temporadas en blanco. "Hubo un momento difícil, en la mitad de la recuperación, en el que entras en un pozo en donde no vas ni para atrás ni para adelante", explica el futbolista a EL MUNDO.

De hecho, poco después de aquel cumpleaños, Arambarri no pudo estar el día que su Getafe, del que es tercer capitán, rompió la racha de 20 partidos seguidos ganando del Atlético de Madrid en el Metropolitano tras empatar a tres. "Una lástima que nunca les hayamos podido ganar, pero siempre hay una primera vez", explica el mediocampista que ha recuperado la sonrisa este curso y que se enfrentará hoy al equipo rojiblanco en los cuartos de final de la Copa del Rey.

El futbolista está intentando "pasar página" de aquel periodo de dolor y sufrimiento del que salió gracias a su entorno, especialmente a su mujer y a su hijo, que conseguían hacerle olvidar los momentos de estancamiento de la lesión, pero también gracias a la ayuda profesional. "Cuando tenía 18 o 19 años empecé a trabajar con un psicólogo que me ha ayudado muchísimo a manejar ciertas situaciones no solo a nivel deportivo, también de la vida", apuntó Arambarri. Este profesional le ayudó a quitarse de la cabeza "preguntas que no tenían respuesta".

El jugador explica que no sabía por qué tenía ciertas tensiones, dolores o presiones en el pecho a causa de su lesión y su psicólogo le ayudó a entender que la cabeza es fundamental para superar estos problemas y saber de dónde viene todo. "Hubo semanas que la lesión iba muy bien y semanas que se me complicaba un poco. Entonces, claro, eso generaba mucha ansiedad, incertidumbre", identifica.

Ese momento terminó el día en que se volvió a poner las botas en un entrenamiento. "Uno da por hecho poder entrenar todos los días y cuando algo te lo impide, es cuando realmente lo valoras", cuenta. Y encima Arambarri ha vuelto en la mejor forma de su carrera. Ha hecho cinco goles de los 11 que lleva en ocho temporadas con el Getafe y ha vuelto a ser indispensable para Bordalás. "Es un regalo para mí, al trabajo que se hizo ese tiempo, un poco a escondidas", valora.

El futbolista en un momento de la entrevista.

El futbolista en un momento de la entrevista.Ángel NavarreteEl Mundo

Es un regalo para aquel joven de 15 años que abandonó el hogar familiar en Salto, cuna de otros grandes futbolistas como Luis Suárez o Edison Cavani, para ir a Montevideo en busca de un sueño. Que dejó los entrenamientos con su padre por los del Defensor Sporting Club para hacerse un nombre en el fútbol. "Si lo hubiera pensado mucho, quizás no hubiera tomado la decisión, pero lo hice instintivamente, con el apoyo de mi familia, y hoy, claro, fue una decisión acertada", apunta.

Europa le hizo profesional, pero Uruguay le dio el carácter que muestra como futbolista. "Lo llevamos en la sangre, competir al 100%, creo que es una marca del fútbol uruguayo que nos inculcan desde pequeños", explica. A día de hoy lo hace sin miedo, ya sin las dudas que genera en los primeros partidos estar dos años en el dique seco y con un objetivo: "Estar tranquilo conmigo mismo el día que me retire, es decir, hice todo lo que tenía que hacer en cada momento, me vacié".

Arambarri, en las oficinas del Getafe.

Arambarri, en las oficinas del Getafe.Ángel NavarreteEl Mundo

La humildad del futbolista no menciona su sueño deportivo que es volver a la selección con la que ya disputó partidos clasificatorios, pero nunca una gran cita deportiva. "Sería cerrar una etapa en lo más alto, pero hay que seguir trabajando y ojalá algún día", asegura. Mala suerte que la línea más exigente de la celeste sea el mediocampo con futbolistas como Valverde, Ugarte o Betancourt como grandes estrellas mundiales.

La humildad y el trabajo son sus etiquetas, pero él rehúye de las que le asignan a su equipo desde que Bordalás es el entrenador. "Llega un momento que cansa. Cualquiera que viene a jugar aquí, cuando le ganas, siempre sale diciendo un montón de cosas que todos los equipos hacen, pero bueno, se la agarran con Getafe. Deberían respetarnos un poco más, porque cuando nos toca perder asumimos nuestra responsabilidad y seguimos adelante", pide antes del duelo copero.

Flash

Ni clásico ni derbi en el sorteo de los cuartos de final de Copa del Rey: Leganés-Madrid, Valencia-Barça, Atlético-Getafe y Real-Osasuna

Ni clásico ni derbi en el sorteo de los cuartos de final de Copa del Rey: Leganés-Madrid, Valencia-Barça, Atlético-Getafe y Real-Osasuna

Ya conocemos los cuatro emparejamientos de cuartos de final de la Copa del Rey, el momento más tenso de la competición del K.O, penúltimo paso antes de la final del 26 de abril en el estadio de La Cartuja. Las urnas de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas han deparado las últimas eliminatorias a partido único.

Al no haber llegado ningún equipo modesto, ni siquiera de la Liga Hypermotion, el sorteo ha sido puro: ocho bolas en un bombo. Y el resultado, a pesar de haber evitado el clásico, el derbi madrileño o un Atlético - Barça, es de máxima tensión.

Las eliminatorias son:

Valencia - Barcelona

Leganés - Real Madrid

Atlético - Getafe

Real Sociedad - Osasuna

La ronda se disputará entre el martes 4 y el jueves 6 de febrero, justo antes de un fin de semana en el que tendremos citas ligueras claves, como el derbi madrileño entre el Real Madrid y el Atlético.

Después de los cuartos llegarán las semifinales, ya a ida y vuelta, con el primer partido el 26 de febrero y el segundo y decisivo más de un mes más tarde, el 2 de abril.

Osasuna elimina al campeón de Copa

Osasuna elimina al campeón de Copa

Actualizado Viernes, 17 enero 2025 - 10:01

Osasuna dio la sorpresa de esta eliminatoria de octavos tumbando, por dos goles a tres, al Athletic Club, vigente campeón de la Copa del Rey, en un trepidante partido en el que el equipo que dirige Ernesto Valverde fue siempre a remolque en el marcador.

El delantero croata Ante Budimir, con dos tantos, uno de penalti, demostró que no es casualidad que se encuentre esta temporada luchando por el Pichichi, mientras que los Williams intentaron devolver la ilusión a San Mamés de tener otra opción de sacar la gabarra, como ya ocurriera tras su victoria ante el Mallorca en la final del torneo de 2024.

Se quedaron sin tiempo los leones ante un conjunto, el osasunista, que venía de una negativa racha en liga con dos derrotas en sus últimos dos partidos, una de ellas, precisamente, ante el conjunto que dirige Ernesto Valverde, que venía de seis victorias consecutivas. Además del torneo doméstico, las opciones bilbaínas para conseguir un título pasan este año por la Europa League, torneo cuya final se disputa en San Mamés.

Por su parte, la Real Sociedad de un inspirado Take Kubo se deshizo sin problemas de un Rayo Vallecano que se quedó con 10 por la expulsión del Pacha Espino en el minuto 77 de partido tras recibir dos tarjetas amarillas (3-1).

Los donostiarras, con goles de su capitán, Mikel Oyarzábal, de Olasagasti y de Sergio Gómez hicieron inútil el tanto de Óscar Trejo de penalti en el descuento del primer tiempo. La Real Sociedad fue campeona de Copa tras imponerse al Athletic en la final aplazada por el Covid y que se disputó en 2021.

El "toque de atención" del Bernabéu al Madrid, la dedicatoria de Endrick y las protestas del Celta: "Tengo que aprender cómo funciona el VAR"

El “toque de atención” del Bernabéu al Madrid, la dedicatoria de Endrick y las protestas del Celta: “Tengo que aprender cómo funciona el VAR”

96 horas después de sufrir una de las peores derrotas de los últimos años, ese 2-5 contra el Barça en la final de la Supercopa de España, el Real Madrid volvió al Santiago Bernabéu para ser juzgado por su afición. Y Chamartín dictó sentencia. Abucheó al inicio a Tchouaméni, Lucas y a Ancelotti y terminó ovacionando a Endrick, olvidado durante las últimas semanas y héroe de una noche que amenazó con tormenta en la Castellana.

Durante el calentamiento, el público silbó con cierta intensidad a sus futbolistas y cuando la megafonía anunció la alineación, cuatro nombres se llevaron silbidos contundentes: Lucas Vázquez, Tchouaméni, Ferland Mendy y Carlo Ancelotti.

En el caso del centrocampista francés, titular ante el Celta, recibió abucheos cada vez que tocó el balón. Una situación que hacía años que no se veía en el coliseo blanco y que no cesó durante todo el primer tiempo, empujada también por los errores del propio futbolista. Tchouaméni perdió un par de balones en el centro del campo que terminaron en posesión para el Celta y en pitada global de la mayor parte del estadio.

El Bernabéu clamó así contra el encuentro del galo el pasado domingo en Arabia Saudí y le culpó, en parte, de la contundente derrota contra el Barça.

En el otro lado de la balanza, Chamartín se rindió a Raúl Asencio, nuevo ídolo de la afición, aplaudido tanto en el anuncio de la alineación como durante el partido, con cánticos individuales hacia él: "Asencio, Asencio, Asencio...", corearon los espectadores en cada acción del central, contundente en sus duelos ante los jugadores del Celta.

Fue un partido de tensión, una montaña rusa de emociones desde los pitidos del inicio a los de los últimos 15 minutos, pasando por la alegría del 2-0 y el éxtasis de la prórroga. El Celta protestó un posible penalti no pitado de Lunin sobre Swedberg justo antes del 1-0 de Mbappé. El sueco regateó al portero y terminó en el suelo por el contacto. Munuera Montero, a pesar de las peticiones gallegas, no castigó la acción ni fue llamado a observar la pantalla del VAR.

"Soy un entrenador joven, llevo menos de un año en Primera División, tengo que formarme sobre el VAR, sobre cómo funciona, porque en Primera RFEF no había... Y no acabo de entenderlo", aseguró, con retranca gallega, Claudio Giráldez, técnico del Celta. "El otro día hablé de los árbitros y dije que no volvería a hacerlo. Williot dice que es penalti clarísimo y yo creo a mis jugadores, pero toca acatarlo", añadió el entrenador.

Al otro lado del campo, Mbappé celebró su gol llevándose la mano al escudo y negando con la mano, reaccionando, a su manera, a los silbidos que se habían escuchado antes hacia el equipo.

El galo volvió a ser el mejor del conjunto blanco, abrió el marcador con una cabalgada extraordinaria e inició el 2-0 con una diagonal para Brahim antes de que éste asistiera a Vinicius. El partido parecía sentenciado, pero el Madrid se durmió.

El Celta terminó empatando y provocando la prórroga y el público, parte del cual se había ido ya a la calle, no perdonó a sus futbolistas. El corrillo madridista fue un poema: aplausos y poca conversación, más tensión que otra cosa. Por suerte, Endrick apareció para salvar la noche.

El 3-2 del brasileño a pase de Arda Güler, dos de los más solicitados por la grada y menos utilizados por Ancelotti, resumió una noche inexplicable. Endrick celebró el tanto sin camiseta y con varios gritos de rabia y decantó el duelo antes del misil de Fede Valverde.

Antes de los goles del Madrid, el Celta protestó una mano de Rüdiger dentro del área, pero Munuera Montero, asistido por el VAR, señaló un ajustado fuera de juego de Bamba.

Endrick puso el broche de oro a su noche con un extraordinario gol de tacón para el 5-2 definitivo. "No sé ni qué decir. Sigo trabajando todos los días, estos dos goles son para Rüdiger, él sabe lo que hace conmigo todos los días. Nunca me da un elogio y eso para mí es bueno. Le gusto. Cuando no juego me dice que siga luchando. Ayer en el entrenamiento me dio un partido muy duro, es una gran persona y estos dos goles son para él", explicó el delantero en Real Madrid TV.

A unos metros, Carlo Ancelotti valoraba la noche, los silbidos, el sufrimiento y los goles. "No he visto el penalti, no sé", contestó sobre la polémica. "Los silbidos son un toque de atención de la afición al equipo y al entrenador, me parece un toque de atención aceptable por lo que pasó en el partido contra el Barça", admitió sobre las críticas de la grada.

El italiano defendió a Tchouaméni, "un jugador de carácter absoluto", y elogió a Endrick, que "ha mostrado su calidad", después de reconocer que "hemos regalado dos goles". "El partido estaba casi terminado y al final no hemos tenido tensión. Son cosas que no tienen que pasar pero por suerte al final todo ha salido bien", finalizó.

La angustia que provoca Ancelotti

La angustia que provoca Ancelotti

A la épica final, como gusta en el Bernabéu, como si fuera un partido de Champions, el Madrid salvó una eliminatoria que se complicó Ancelotti. Su denostado Endrick logró dos tantos que fueron dos bofetadas para el italiano. Un Celta notable acarició la proeza.

Estoy completamente de acuerdo con la frase de un melancólico Ancelotti en rueda de prensa, en la que estaba visiblemente enfadado con los críticos, ni es el mejor, desde luego que no, ni e

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Endrick sucede a Mbappé en el partido del miedo ante el Celta y lleva a cuartos al Madrid

Endrick sucede a Mbappé en el partido del miedo ante el Celta y lleva a cuartos al Madrid

Mbappé llegó para esto, aunque no esperara encontrarse esto. Para marcar, para ser decisivo, para cambiar la realidad incluso en el lugar que más a menudo la desafía. En la Copa, el Bernabéu observó cómo quien la cambiaba era el Celta, ya con Mbappé fuera del campo y el miedo en la hierba, el banquillo, la grada y el palco. El miedo que no ha tenido tiempo de conocer Endrick, a sus 18 años, no todavía. Encoraginado, revuelto sobre sí mismo, devolvió la vida a todos, de Mbappé a Ancelotti, al Madrid entero, y cerró la noche de tacón, a lo grande.

El desenlace es una prueba de vida para el equipo, pero también un síntoma de que el Madrid, pese a su clasificación para los cuartos de la Copa, no está como debe ni como quiere su entrenador, con ración doble de chicles. La purga que sucedió a la Supercopa, con hasta seis cambios en el once, no le dio los efectos esperados, con errores de bulto de Camavinga y Asencio que llevaron a la prórroga, y únicamente Mbappé con el estandarte en alto, pero para entonces ya sentado en el banquillo, como Vinicius. El destino señaló a Endrick, que apenas había gozado de oportunidades, y miró de reojo a Ancelotti. El gol de Valverde, antes del final torero del brasileño, fue como la descarga de la presión.

El adolescente Endrick es imberbe, como casi todo el Celta. Lo malo de esos equipos es que los descompone cualquier circunstancia. Lo bueno, en cambio, es que no sienten todavía el peso de la responsabilidad, de la jerarquía, como le ocurre al Madrid, atenazado. Eso explica una eliminatoria muy cargada emocionalmente. Para los gallegos, fue demasiado encajar un gol después de reclamar un penalti. Todo sucedió como en la rápida secuencia de un thriller que acaba con el movimiento de un pistolero. Mbappé cambió de ritmo en el área del mismo modo que se desefunda. Lo hizo en carrera para ganar ese espacio decisivo a Javi Rodríguez y disparar a quemarropa. Decisivo, esa es, hoy, la palabra que lo define, la palabra más esperada en la grada. El problema es que llega entre incertidumbres, sobre Ancelotti y sobre el resto. El partido fue la metáfora del momento, marcado desde el inicio por el impacto de la Supercopa.

Ese mismo Mbappé asomó ya en Yeda, pero sin la compañía suficiente frente a la supercantera en la se acompañan todos, y de la que salieron Mingueza o Ilaix Moriba, dos de los mejores con el Celta en el Bernabéu. La Copa era una empresa tremenda, pero el equipo gallego no la afrontó como un Everest, sino como una oportunidad. Supo cómo defender en el inicio y cómo desplegarse entre las dudas que dejaba el Madrid, aunque sin Iago Aspas le faltara su Galicia Calidade en el área. Cuando Camavinga falló, Bamba no lo hizo frente a Lunin; cuando Asencio derribó al propio Bamba en el área, Marcos Alonso fue preciso, quirúrgico en el penalti para llegar a una prórroga que era un martirio en el Bernabéu.

Mucho antes, nada más empezar, había alcanzado el Celta el área con claridad. Lunin salió a los pies de Swedberg, el sueco cayó con un leve contacto del ucraniano y Munuera Montero, muy cerca, no lo estimó suficiente. El VAR, con Hernández Hernández, tampoco le pidió revisarlo. La duda, al menos, merecía hacerlo. Con la cabeza en la protesta, el gol de Mbappé sacó al equipo gallego de un partido que hasta entonces había manejado con comodidad frente a un Madrid lento, al que cerró los espacios con un 5-4-1 muy efectivo. Los hombres de Ancelotti jugaban en exceso al pie, sin la velocidad de balón suficiente. Los tiros de Modric y Tchouaméni habían sido sus escasas opciones hasta que Brahim encontró una aproximación, resuelta por Iván Villar bajo palos.

De un Madrid desfigurado por los cambios podían esperarse imprecisiones. Ceballos y Modric aparecieron en el once, con Tchouaméni pero en el centro del campo, sin Bellinghgam ni Valverde. Ancelotti recurrió a todos ellos, y a todo lo que tenía, al observar la incapacidad para sujetar el resultado, pero la solución de verdad no le llegó está vez de la jerarquía, sino de un joven guardado en el desván que entra en la lucha en el momento indicado. Como Mbappé.

El Atlético y Sorloth no dan opción a la revuelta del Elche

El Atlético y Sorloth no dan opción a la revuelta del Elche

Hay trampas menos evidentes que la que iban a poner al Atlético en el Martínez Valero. El Leganés sobrevivió a otra similar en Almería, con el gancho, y los rojiblancos debían hacerlo si querían seguir haciendo historia. Pero más sabe el diablo por viejo que por diablo y Simeone se conoce todas las tablas de aquí a Arimatea. Así que, apoyado en un inspirado Sorloth, liquidó al Elche en el primer tiempo y lo remató en el segundo. Ya son 15 victorias seguidas, la historia continúa, como dirían en la Guerra de las Galaxias. [Narración y estadísticas, 0-4]

Y eso que los primeros seis minutos vieron un 90% de posesión para el Elche. Son estilos diferentes, sí, pero un equipo de Primera debe mostrar categoría en todas las circunstancias y ante cualquier rival. No obstante, como sabe el Cholo, y se ha empeñado en demostrar durante toda su carrera: la posesión no gana partidos. Ergo, en el minuto 8, Sorloth ya había hecho el primer gol no sólo en el primer disparo a puerta del Atlético, también en el primer acercamiento al área de San Román.

Por si había dudas, cuatro minutos después, Correa casi hace el segundo. Quizás es eso lo que defina a los equipos de Primera. No les van los preliminares, llegan y te matan. Contundencia en las áreas le llama Simeone. Y Sorloth, el noruego está pidiendo más minutos a gritos. Su efectividad minutos- goles en los últimos partidos asusta: un tanto cada 35 minutos. Una barbaridad.

La tela de araña sobre el Martínez Valero era rojiblanca. Los jugadores del Elche se movían, entraban y salían de zona ofensiva para limpiar las marcas, pero los discípulos del Cholo no picaban. Cerraban cada resquicio con un 5-4-1 esperando matar a la contra. Son el equipo menos goleado de Primera y eso no es casualidad.

Y en dos pases provocaron el segundo tanto. Azpilicueta buscó a Lino en profundidad, que recortó y Diaby se comió el amague con la pierna de arrastre. Error de juvenil. Sorloth no perdonó y puso tierra de por medio. La empresa y el sueño ilicitano se desvanecía en la tela de araña atlética.

Lo terminó de aplastar Nico González, quizás el jugador más talentoso del Elche de Eder Sarabia. Trastabilló por detrás a Riquelme al inicio de la segunda parte y Cuadra Fernández no le perdonó la segunda amarilla. Remontar dos goles al equipo menos goleado de Primera es casi imposible, hacerlo con 10, una quimera.

Minutos para Lemar

Así, ya en la segunda parte Simeone se dedicó a conservar fuerzas para la serie de partidos que le vienen al Atlético en los próximos días, cinco en dos semanas. Se permitió incluso sacar a Lemar, casi en blanco esta temporada. Riquelme, además, quiso reivindicarse para esa serie con un gran disparo de fuera del área que se coló por la escuadra de San Román pese a que la tocó el cancerbero. Quedaba aún un purgatorio para el Elche.

El equipo ilicitano, además, tuvo momentos en los que intentó no rifar el balón. Mala idea. El Atlético robaba arriba y llegaba rápido. Correa perdonó la primera, pero Julián, también en racha, metió la segunda. Es bueno tener la unidad B enchufada, que se lo pregunten a aquel Madrid B de Zidane que se hizo con la liga. Tiene el Atlético plantilla para pelear y para soñar. Con un compromiso imperturbable sea la competición que sea. Son 15 victorias seguidas y sumando. El Atlético también quiere la Copa.

El Barça es una fiesta y arrolla al Betis con otra 'manita' extraordinaria

El Barça es una fiesta y arrolla al Betis con otra ‘manita’ extraordinaria

Actualizado Miércoles, 15 enero 2025 - 23:07

El Barça no acusó ningún tipo de resaca por su sonado triunfo ante el Real Madrid en la Supercopa. Los azulgrana necesitaron poco más de una hora para dar por sentenciada su eliminatoria de Copa ante un Betis que, por momentos, se vio impotente. El Barça es una fiesta y ha recuperado del todo las sensaciones perdidas.

El 5-1 final, con Gavi, Koundé, Raphinha, Ferran Torres y Lamine Yamal como encargados de marcar los goles mientras Lewandowski descansaba en el banquillo y con Vítor Roque salvando de penalti la honrilla visitante, reafirma las sensaciones vividas en Arabia Saudí. Ahora, con el regreso de la Champions ya a la vuelta de la esquina, todo invita a pensar que esos titubeos han quedado ya definitivamente en el pasado.

Los azulgrana saltaron al terreno de juego con el cuchillo entre los dientes. Sin referencia en punta y con Dani Olmo moviéndose directamente por donde mejor le pareciera y con Pedri marcando los tiempos perfectamente en la distribución y ejerciendo como metrónomo del juego, los locales encontraron muy pronto premio a su actitud. Gavi, tras un pase del canario al egarense que este prolongó para que llegara hasta sus botas, se encargó de inaugurar el marcador cuando aún no se habían disputado ni los primeros cinco minutos del duelo.

El acoso del Barça al área de Vieites no se paró tras el 1-0 El propio Olmo, de hecho tuvo dos buenas ocasiones para llevarse el 2-0 al zurrón, pero el meta bético y el poste, respectivamente, marraron sus intentos. Koundé, cuando el partido se acercaba a a media hora de juego, sí supo aprovechar una exquisita asistencia de Lamine Yamal para echar algo más de tierra de por medio.

El francés, de hecho, volvería a estrellar el balón contra la red en el añadido del primer acto tras otro buen pase del joven crack barcelonista. Su tanto, no obstante, acabaría siendo invalidado por un fuera de juego casi milimétrico, señalado a instancias del VAR. Los visitantes, además, habían tenido también en el ocaso de los primeros 45 minutos una inmejorable acción para meterse de lleno en el duelo. Iñaki Peña se encargó de firmar una grandísima intervención para evitar que Vítor Roque materializara a la primera la tan manida maldición del ex.

Los de Flick se mostraron tremendamente cómodos sobre el césped. La imagen, desde luego, no tenía nada que ver con la firmada en una recta final de año que acabó por provocar que cayeran desde la primera hasta la tercera plaza de la tabla en la Liga. En la reanudación, eso sí, el Betis decidió adelantar un poco sus líneas para, por lo menos, complicarle la salida de balón a su rival.

Y Araujo, con el rival algo más envalentonado, tuvo una gran oportunidad para demostrar su en apariencia renovado compromiso como azulgrana marcándose un sprint potentísimo para rebañarle un balón que parecía a todas luces destinado a convertirse en posesión de los verdiblancos. La sombra de la Juventus, que empezó a apartarse con la confirmación de la baja por un mes de Íñigo Martínez, parece haberse disipado ya del todo.

Pese al intento bético de meterse en el duelo, no tardaría mucho en llegar otro golpe azulgrana. Directo a la mandíbula. Y con otro tanto anulado por fuera de juego, muy anterior al remate de Lamine Yamal que acabaría besando la red, como aparente ascua que prendió el fuego.

Lejos de desestabilizarse por la anulación, el de Rocafonda pareció aprovecharla como estímulo. Así lo demostraría poco después con un avance directo hacia la portería rival, deshaciéndose de todo rival que le salió al paso hasta ser derribado por un defensor. La jugada no acabó en penalti porque el colegiado concedió la ley de la ventaja y Raphinha, prolongando su idilio con el gol, sí remachó un 3-0 con sabor de sentencia que Ferran Torres redondearía algo más tarde con el 4-0.

Lejos de conformarse con el póquer, el Barça mantuvo el pie en el acelerador. Y Yamal, tras revisión del VAR tras ver en primera instancia como su gol era nuevamente invalidado por posible fuera de juego, puso la guinda con un 5-0 que Vítor Roque, de penalti y en el ocaso, transformaría en el definitivo 5-1.