Nico Williams echa chispas para llevar al Athletic a cuartos goleando a la Roma

Nico Williams echa chispas para llevar al Athletic a cuartos goleando a la Roma

San Mamés puede romperse las manos aplaudiendo a un futbolista imprevisible que siempre aparece cuando hay que hacer al Athletic aún más grande. Si la grada quiere ver a su equipo en la final de la Europa League, si persigue ese sueño europeo, aparece Nico Williams para encarrilarlo con descaro dando la vuelta a una eliminatoria que se complicó en Roma. Si allí se la engriseció una expulsión y un error en los minutos finales, en Bilbao una roja le asistió en la remontada que, esta vez sí, hasta la grada protegió. [Narración y estadísticas: 3-1]

Tuvo que perseverar San Mamés hasta encontrar el primer gol de Nico Williams en el tiempo añadido después de una primera parte que se le puso de cara casi desde el inicio. La determinación con la que saltó al campo el equipo de Valverde deparó que, en el minuto 3, a Maroan Sannadi, en su primer partido decisivo en la Catedral, de esos que son para veteranos, le faltara un centímetro para conectar su testarazo a un centro perfecto que de Iñaki, convertido en un dolor de muelas para Angeliño y N`Dicka. Sin embargo, respondió la Roma con un remate de cabeza de Cristante al poste que asustó a la grada pese a estar anulado por fuera de juego.

Justo cuando el Athletic recordó que no iba a ser fácil remontar el 2-1 de la ida, el partido se le inclinó. Hummels se equivocó en un pase horizontal buscando a Mancini que cazó Maroan y el alemán, pese a que faltaban 30 metros para que el hispano marroquí pisara el área, lo derribó sin miramientos. Tampoco los tuvo el colegiado Turpin para mostrarle la roja directa y dejar a la Roma en inferioridad ante el gesto contrariado de Ranieri.

Rugió San Mamés y su equipo se instaló en campo italiano, buscando cómo activar a los Williams sin prisa pero sin pausa. Le costó muchísimo aprovecharse porque la Roma se comportó como un pinball: pelota que llegaba al área, un hábitat donde se siente cómodo, pelota que escupían. Era cuestión de no desesperar. Eso mismo se decían Dybala y Dovbyk, que ni olían el balón.

El Athletic tenían claro el plan: insistir. Maroan trató de picar un pase filtrado de Unai Gómez para sorprender al meta Svilar, pero el golpeo se le fue alto. Fue entonces Nico quien comenzó a aparecer para desequilibrar con conducciones verticales en las que fue capaz de retar a Cristante y Rensch, quebrarles con un gesto y cruzar un latigazo que se estrelló en el palo.

De nuevo el joven 9 de los leones armó un disparo duro que salvó el meta romano sin que su rechazo lo cazara Iñaki porque fue derribado sin que el VAR apreciara penalti. Veía Valverde que necesitaban acertar en el último pase, con el último remate, porque la Roma es capaz de sacudirte en un momento, como hizo en el partido de ida y en el minuto 38, pese a la inferioridad, otra vez Cristante enganchó un tiro que rozó el palo de Aguirrezabala.

Sin embargo, y pese a que Aitor Paredes le devolvió la ocasión, el premio para el Athletic llegó con el tiempo cumplido cuando Iñaki volvió a soltar otro centro que no pudo rematar Maroan en el punto de penalti pero quedó listo para que Nico fusilara en el segundo palo. Ya estaba la eliminatoria igualada, ahora había que ganarla.

El inicio de la segunda parte lo marcó un cabezazo de Iñaki a centro de De Marcos, pero Ranieri, consciente de que jugaba contra once y todo un estadio, también movió ficha para buscar una contra que le volviera a dar vida. La consiguió, pero Shomurodov no tuvo premio, como tampoco Berenguer cuando le dio la réplica. El duelo seguía siendo rojiblanco y había que cerrarlo. El primer paso lo dio Yuri con un impecable cabezazo que sorprendió a Svilar. Ese segundo gol ya invitaba al Athletic a mantener en control y la paciencia para no cometer errores. El fantasma de lo ocurrido en el Olímpico de Roma se esfumó cuando en el 82, otra vez Yuri subió la banda y asistió a Nico para que se colara en el área burlando a Mancini y a N'Dika y marcara el tercer gol.

Aun así, tocó apretar los dientes cuando Turpin señaló penalti por agarrón de Gorosabel a El Shaarawy. Marcó Paredes el 3-1 en el segundo minuto de alargue, pero la lección estaba aprendida y San Mamés sigue tras su sueño europeo que ahora pone en el camino al Rangers o al Fenerbaçhe.

Raphinha y Lamine Yamal, el dúo que hace brillar al Barça y lo lleva a cuartos tras golear al Benfica

Raphinha y Lamine Yamal, el dúo que hace brillar al Barça y lo lleva a cuartos tras golear al Benfica

Al atardecer, en la montaña de Montjuïc, con una ausencia clavada en las entradas del vestuario, Raphinha y Lamine Yamal se conjuraron para matar la pena y hacer brillar a un Barça que destrozó a dentelladas a un Benfica que, si esperaba a un rival afligido por el dolor, se equivocó. Fue atrevido, vertiginoso y voraz para meterse los cuatros de final en el bolsillo en un pestañeo. Es casi imposible parar al equipo de Flick cuando Pedri manda, genera e inventa, con Balde desencadenado en la banda, Lamine juguetón hasta con un agujero en la bota y Raphinha afilando el instinto caníbal. Eso le debió decir el técnico alemán al entrenador portugués, que tiene jugadores capaces de deslumbrar. [Narración y estadísticas: 3-1]

Apenas le costó diez minutos que todos aparecieran. Por la orilla derecha, Dahl sufría para perseguir a la joven estrella que no se cansaba de retarle con un descaro adolescente. Le enseñaba la pelota, se la escondía con un recorte mientras enfilaba el área y tumbaba a Florentino para armar un centro chut entre dos centrales que acabó rebañando Raphinha en el segundo palo. El primer gol ya daba la medida de lo que sería el partido.

Se enrabietó el Benfica y pensó que podía hacer enloquecer el encuentro a base de correr hacia el área de Szczesny. De la primera contra, un minuto después de que el Barça se adelantara, nació el empate con un cómodo testarazo a bocajarro de Otamendi en un saque de esquina. Al argentino le había dejado solo en un desajuste de las marcas. Ya no se equivocaron más los azulgranas.

Seguía encantado Lamine buscándole las cosquillas a la defensa portuguesa y probando a ver cómo podía sorprender a Trubin... hasta que lo logró. Pueden prever los rivales cuáles van a ser sus movimientos, pero no pueden pararle. Enfila el área, se cuela, se perfila y, esta vez, acarició la pelota para enviarla al palo largo donde el guardameta ucraniano no alcanzaba. Y lo hizo con la bota rota, para convertirse en el jugador más joven en marcar y dar una asistencia en Champions.

El dominio del Barça era incuestionable y el Benfica no encontraba la manera ni siquiera de sostenerse con vida en una eliminatoria que debía remontar. Cuando lo intentaba, el oficio culé en el fuera de fuego les penalizaba, especialmente a Pavlidis, el único jugador con capacidad de inquietar. Apareció entonces Dani Olmo para sumarse al recital con sombreros en la medular y una asistencia al punto de penalti a Lewandowski que el polaco, grisáceo quizá por sus molestias físicas, estrelló en el cuerpo del cancerbero del Benfica. El resultado era corto y, aunque el partido parecía controlado, el Barça merecía más. Y buscó más.

Lo hizo Balde con una contra eterna desde campo propio, viendo a Raphinha y Lamine cabalgar por los costados pero aguantando para, con un pase preciso, regalar el tercer tanto al brasileño. Con 11 goles, se convierte en el Pichichi de la competición. El Barça disfrutaba tanto que hasta se olvidó de mirar al cielo de los médicos con cada gol, quizá porque la plena felicidad es el mejor homenaje.

No cambió nada tras el descanso y el Benfica volvió a estar a merced de los culés. Incapaz de robar la pelota y conducirla, el único que se revolvía era Pavlidis, pero caía en la trama de la línea defensiva o se topaba con Szczesny, que apenas tuvo que aparecer en todo el partido.

Si Bruno Lage buscó activar al Benfica desde el banquillo, Flick empezó a mirar la hoja de excel para proteger a Lewandowski de sus molestias, a Dani Olmo y hasta a Iñigo Martínez de una amarilla de quedarse castigado en cuartos. El colmillo de Ferran y el instinto de Gavi debían ser suficientes para aguantar la cómoda victoria con largas posesiones que arrancaron los olés de la grada y también para agrandarla. Pero se guardaron los goles.

Hubo tiempo para taconazos de Raphinha con De Jong y hasta para que entre Koundé y Sczcesny se liaran ante un cabezazo de Amdouni que atajó el polaco. Nada iba a amargar la felicidad. Ahora, las vallas en el camino las pondrán el Lille o el Borussia Dortmund.

La ACB anuncia que el Roig Arena de Valencia será la sede de la Copa de Rey de 2026 y 2027

Actualizado Martes, 11 marzo 2025 - 18:19

El nuevo Roig Arena, el recinto multiusos que impulsa el empresario Juan Roig en Valencia, será la sede de las dos próximas ediciones de la Copa del Rey, 2026 y 2027. Así lo anunció este martes el presidente de la Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB), Antonio Martín, en un acto en el Palau de la Generalitat en el que estuvo acompañado por el presidente Carlos Mazón y la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, administraciones responsables del acuerdo por dos ediciones, un hecho inédito.

"Estamos muy felices de poder anunciar las dos próximas ediciones de la Copa del Rey. Valencia lo tiene todo, las facilidades para venir, el clima... Si a todo eso le añades una instalación como el Roig Arena, es una combinación perfecta. Será un evento inolvidable que va a cambiar para siempre la Copa. El Roig Arena condiciona positivamente lo que tratamos de hacer con la Copa del Rey más allá de la práctica del baloncesto", explicó Antonio Martín, que se erigió "en voz del baloncesto" para agradecer a Juan Roig "todo lo que hace por el baloncesto".

El Roig Arena, que estará operativo a partir del próximo verano, será la casa del Valencia Basket y aspira a ser sede de eventos, culturales y empresariales, pero sobre todo deportivos de primer orden como puede ser la Copa del Rey "y otros que están cociendo de los que no puedo hablar", avanzó Martín.

La edición de 2026 se celebrará del 19 al 22 de febrero y la disputarán los siete primeros clasificados de la Liga Endesa al finalizar la primera vuelta de la fase regular junto a Valencia Basket como anfitrión. No está asegurado que el equipo valenciano tenga también plaza asegurada para la 2027 porque, según fuentes de la ACB, el sistema que rige las competiciones es anual y no pueden garantizarlo.

Que el Roig Arena se convierta en la casa de la Copa del Rey es gracias a la implicación de las instituciones que ven en este evento una fórmula para la "recuperación emocional", en palabras de Carlos Mazón. "Demostramos que somos capaces de brillar desde ya. Somos capaces de esto y de más. Volvemos al brillo, al liderazgo y volvemos a estar al 'cap davant' en los grandes eventos", explicó el presidente confirmando que "Valencia y la Comunidad Valenciana, juegan las grandes ligas". "Que nadie piense que hemos abandonado nuestra ambición y nuestras ganas de brillar", puntualizó.

La alcaldesa de Valencia, por su parte, agradeció a todos los que han hecho posible este acuerdo. "Tenemos un buque insignia como el Valencia Basket y ahora la mejor instalación de Europa. Es un lujazo acoger la que para muchos es la competición de clubes más espectacular del baloncesto FIBA y hacerlo en este escenario", destacó Catalá, que confirmó la predilección que siente por este deporte.

El Valencia se agarra a los goles de Sadiq y obra ante el Valladolid el milagro que le saca del descenso

Actualizado Sábado, 8 marzo 2025 - 21:01

Cinco meses y medio, 162 días, 19 jornadas, todo ese tiempo ha pasado el Valencia en puestos de descenso, con Mestalla ejerciendo de salvavidas pero cómo al equipo le costaba reaccionar. Sufría el mismo castigo que Sísifo, condenado a empujar la piedra por la ladera de la montaña, a pelear por sacar la cabeza de la cola de la clasificación y, cuando parecía que llegaba con ella a la cima, que podía pasar una jornada sin estar en peligro, algo ocurría y le obliga a empezar de nuevo. Ante el Valladolid, también se enfrentó a lastres como la falta de acierto o el error tan grosero como inesperado de Mamardashvili, pero reaccionó, se sacudió Sadiq la losa de sus fallos y logró el milagro de asomar la cabeza para tomar aire fuera del infierno. [Narración y estadísticas: 2-1]

El momento del Valencia, sin permiso para descuidarse ni un momento, se evidenció claramente en este partido y lo personificaron el atacante nigeriano y el guardameta con errores groseros. El primero perdonó clarísimas ocasiones de gol que bien podían proporcionado un descanso a Mestalla, que por primera vez en mucho tiempo percibió que podía ver fútbol sin tener un nudo en el estómago de manera permanente. Le había regalado esa tranquilidad el gol de Diego López en apenas seis minutos y la ocasiones que fueron cayendo, una tras otra, en el área de Hein. Alguna tenía que entrar, que sí, que el Valencia estaba dominando a un Valladolid que ni siquiera intimidaba y que había tenido que reponerse de la conmoción que obligó a su central David Torres a abandonar el campo. El aturdimiento lo había demostrado todo el conjunto pucelano, que respiraba al ver que el corto marcador les daba vida. Y así fue.

En el minuto 40, Mamardashvili, el mismo jugador de manos milagrosas en el que se impulsó el Valencia la pasada temporada, le regaló el empate con un fallo incompresible en la salida de balón. Sin tensión, sin saber a quién tenía que entregarle la pelota, la mandó a los pies de Latasa, que no perdonó y se llevó el empate al vestuario. No está el georgiano entero, aparecieron algunos pitos en Mestalla que se tornaron en aplausos para sostenerle el ánimo.

Imposible no responsabilizar al guardameta, pero tampoco se pueden olvidar que hubiera sido un lunar si en ataque el Valencia hubiera sido más letal. Hasta cinco ocasiones claras tuvo de ampliar el marcador. La tuvo Rioja en el minuto 10 con un disparo perfilado que se le escapó rozando la escuadra. Más clara fue cinco minutos después la de Sadiq, que no enganchó de cabeza un centro telegrafiado por Gayà.

Volvió a fallar el nigeriano, titular indiscutible por la lesión de Hugo Duro, al no aprovechar otro centro raso que le sirvió el capitán al punto de penalti tras una jugada de pizarra al saque de una falta a la media hora de partido. Dos minutos después, cabeceó alto otra pelota llovida de Almeida, muy gris. El Valencia generaba mucho peligro sin que su delantero fuera capaz de sacar provecho ante un Valladolid que parecía capaz de acompañar.

Se animó Rioja, poco exigido en sus labores de carrilero y más centrado en intimidar como extremo, a conectar con Diego López pisando área para dejársela de cara a Enzo Barrechena en la frontal. Pero el tiro del argentino, sin demasiada fe en su golpeo, se perdió a la izquierda de la portería pucelana. Es lo único que le falta a este centrocampista que cuajó un partido soberbio y que ha dado estabilidad al juego del equipo.

Ya con el empate, fue de nuevo la conexión Rioja-Gayà la que provocó que el sevillano enganchara un testarazo al fondo de la red, aunque en un ajustadísimo fuera de juego. No se afinaba.

El Valencia volvió tras el descanso con la herida abierta de un castigo que no merecía, y le costó algo sobreponerse. Lógico porque el rival intentaba no enterrar todas sus opciones de salvación y eso pasaba por no dejar pensar. Lo pudo hacer el medio argentino para enviar una pelota a Sadiq que la espalda de Cenk. Esta vez no falló. Con su control orientado y su poderoso cuerpeo venció al turco en el duelo para batir a Hein. Se había redimido, como también lo hizo Mamardashvili salvando un cabezazo de Latasa en el minuto 59.

Desde ahí mostró el equipo de Corberán una versión desconocida: supo manejar en el encuentro, con Enzo a la batuta, contener el ímpetu que, aunque fuera por agallas, mostraron los pucelanos y hasta pudieron marcar el tercero en un córner que Tárrega cabeceó a la cruceta. Mestalla, al borde de Fallas, encendió la traca que le permite soñar con la permanencia.

El Barça se agarra al instinto de Raphinha y al ‘jubilado’ Szczesny para asestar el primer golpe al Benfica

Actualizado Miércoles, 5 marzo 2025 - 23:25

Si no se puede ser brillante hay que ser práctico. Eso fue lo que logró el Barça para salir vivo de Lisboa en un duelo que se complicó mucho en apenas 20 minutos por la expulsión de Cubarsí. Necesitó para lograrlo la mejor versión de Szczesny, un portero jubilado que se agigantó para hacer milagros, y del despertar de Raphinha, un futbolista determinante casi más por carácter que su fútbol, que es mucho. Se arremangaron los azulgranas demostrando que saben jugar de frac y con el mono de obreros. [Narración y estadísticas (0-1)]

Fue el meta polaco el primero que recordó al Barça el valor de lo que estaba en juego en Lisboa. De nada serviría una brillante liguilla si un tropiezo en octavos te condena a ver la competición por la tele. No habían pasado ni 30 segundos cuando la primera pelota que tuvo el Benfica se convirtió en un disparo de Aktürkoglü que salvó una mano milagrosa. El susto espabiló al equipo de Flick, que había puesto en el campo a todo su talento. Por primera se encontraban De Jong, Pedri y Dani Olmo. Suyo fue el primer el aviso a los portugueses con un remate que salió rozando el palo. Incluso se animó a probar Cubarsí con un flojo cabezazo que atajó Trubin. El central sería protagonista en negro poco después, pero el guardameta ucraniano arrancó antes los vítores del estadio con una triple parada a todo el frente de ataque culé: despejó el tiro de Olmo a pase de Raphinha, escupió el rechazo que cazó Lewandowski y, reptando para tapar portería, atajó también el tercer intento de Lamine Yamal.

Aunque el Benfica pareció querer enloquecer el juego, el Barça le iba cogiendo el pulso y se engrasaba con la pelota en los pies buscando la grieta de un rival que no se descomponía. De hecho, trataron de acercarse los lisboetas, siempre con el instinto de Pavlidis, explotando su velocidad a la espalda de los adelantados centrales. Fue así como asestó el primer mazazo al Barça en el minuto 22. Se había colado por el eje de la zaga y envió a Cubarsí al vestuario con roja directa por frenarle. El plan que tenía Flick tenía que cambiar. Sacrificó a Olmo para poner en el campo a Araújo y la tarea de buscar las cosquillas al Benfica se complicó. Aún así cogió aire porque los locales no supieron aprovechar su superioridad.

Una estrella al ralentí

De Jong y Pedri trataron de dormir la pelota echando mano de galones. Había que resistir. Hasta la aparición de bengalas en las gradas contribuyeron a darles un respiro para adaptarse. De las botas del neerlandés y del canario salieron las mejores asistencias que Raphinha, por primera vez, interpretó mal durante muchos minutos y a un Lamine Yamal al ralentí.

Mientras, el Benfica no sacaba provecho porque Pavlidis siguió con el punto de mira desajustado y otra vez Szczesny apareció, esta vez disfrazado de Gonzalo Pérez de Vargas, para salvar un testarazo a bocajarro de Aktürkoglü. Pese a todo, el Barça tuvo una clara ocasión al filo del descanso cuando un taconazo de Pedri pegado a la orilla izquierda permitió a Raphinha encarar a la carrera el área. Lo que merecía un zurdazo inapelable lo convirtió en una asistencia estéril a un tibio Lamine.

Necesitaba el Barça intimidar más en la segunda parte y lo que se encontró fue un Benfica más entero y con las ideas muy claras. Una de ellas es que debía empezar a aparecer Carreras. Asomó para poner un centro raso a Pavlidis y Flick entendió que era el momento de mandar a Yamal al banquillo y buscar el colmillo de Ferran. El equipo, mientras, se sostenía en su portero, al que nadie se atreve a cuestionar.

Raphinha festeja el gol del triunfo en Da Luz.

Raphinha festeja el gol del triunfo en Da Luz.AP

Fue entonces cuando Raphinha recordó lo estelar que fue, en este mismo estadio, hace unos meses y se sacudió la nube negra que lo ofuscaba. Titubeó el Benfica en una salida de pelota y el brasileño apareció para robar y soltar un latigazo desde la media luna que batió a Trubin. En el peor escenario, el Barça había vuelto a aparecer.

Ya no pudieron los azulgranas salir del asedio lisboeta. Vivieron pegaditos a su área pequeña y refugiados en el acierto del guardameta polaco, a quien nadie puede recuerda que volvió del retiro. Volvió a amargar a Aktürkoglü, un fuera de juego de Pavlidis le libró de un penalti por tumbar al griego y todo el equipo se amuralló a su alrededor para resistir el bombardeo a base de saques de esquina. Puro oficio para mantener una meritoria ventaja.

El "divertido" y goleador despertar de Ousmane Dembélé que amenaza al Liverpool

El “divertido” y goleador despertar de Ousmane Dembélé que amenaza al Liverpool

Frágil, indolente y, por momentos, díscolo. Con unas condiciones de genio que no aprovecha. Bien podría haber sido esa la definición de Ousmane Dembélé en los seis años que pasó en el FC Barcelona y a su llegada al PSG. Sin embargo, todo cambió el 1 de enero de 2025. En realidad fue algo antes, pero se evidenció con el inicio del nuevo año. El francés se ha convertido en la estrella que la grada del Parque de los Príncipes esperaba y en el jugador más importante para Luis Enrique en su intento de asaltar la Liga de Campeones, donde esta noche le espera el Liverpool.

Dembélé suma 18 goles en los 13 partidos oficiales que ha disputado en los dos primeros meses del año, cinco más que Mbappé (14), siete que Lewandowski (11) y ocho más que Mohamed Salah (10), con quien se cruzará en el partido de octavos.

Esta capacidad goleadora en apenas 60 días sólo la había mostrado Messi en 2016, cuando celebró 17 goles con el Barça. Fulminar un récord del argentino es algo con lo que no hubiera soñado en sus seis años como azulgrana, donde marcó 40 goles, lo que arroja una media de menos de siete por temporada. Esos datos vienen lastrados también por los más de 100 partidos que se perdió por lesión.

Los datos del 'Mosquito' se han disparado desde enero, porque antes sumaba ocho goles, unas cifras que estaban en la media de lo logrado en los últimos años. Para encontrar su mejor temporada hay que remontarse a las 18/19 cuando marcó un total de 14. Nunca había logrado los 26 que suma en 33 partidos, con un tercio de campaña por delante.

¿A qué se debe este cambio? Quizá la explicación esté en el rol que le ha otorgado Luis Enrique y en los toques de atención que recibió al inicio de la campaña. El asturiano le dejó fuera de la convocatoria en el segundo duelo de Champions ante el Arsenal y deslizó un mensaje que apuntaba a su conducta. "Si alguien no cumple o respeta las expectativas del equipo, significa que no está preparado para jugar. Tomé la mejor decisión para el equipo y por eso firmé aquí, para crear un equipo que tenga una identidad fuerte y mucho carácter", explicó el técnico como si apuntara justo a lo que le faltaba al francés.

Después llegó una controvertida tarjeta roja en la decepcionante derrota 1-0 del PSG contra el Bayern Munich y pareció que recuperar a Dembélé podría ser complicado. Nada más lejos de la realidad. Fue el jugador el que reaccionó. Se quedó dos partidos en el banquillo, que se saldaron con dos empates ante el Nantes y el Auxerre, y Luis Enrique le recuperó. Su respuesta fue marcar un doblete para cerrar el año ante el Mónaco y otro para empezar con bien pie frente al St. Etienne. De hecho, en la Ligue 1 sólo se ha librado de sus goles el Toulouse y, en Champions, el Stade Brestois.

Dos hat tricks

Además, en estos dos meses se ha convertido en el único jugador del PSG capaz de marcar dos hat tricks en dos partidos consecutivos: le endosó tres goles al Stuttgart el 29 de enero en Champions y, el 1 de febrero, otros tantos al Stade Brestois en la Ligue 1.

El cambio de Dembelé nació en su cabeza. "Estoy bien colocado, estoy en el rol de número nueve y tengo que marcar goles", explicó hace unas semanas. Pero, sobre todo, es feliz en un equipo que ha marcado 40 goles en diez partidos. "¡Lo estamos disfrutando mucho! Todos atacamos, todos defendemos. Somos un equipo muy unido, y eso se refleja en resultados. Es simplemente divertido jugar durante 90-95 minutos", confesó tras vencer, y marcar, al Lille el pasado fin de semana. "Desde el inicio de la temporada, (Luis Enrique) nos ha insistido en jugar buen fútbol. Todos estamos involucrados, ya sean centrocampistas, defensores o delanteros. Todos queremos ser decisivos", admitió.

Ahora espera el Liverpool, de los rivales más difíciles por la trayectoria de la temporada, y con quien Dembélé tiene una cuenta pendiente. En mayo de 2019, Messi le dio una asistencia para que batiera a Alison en el Camp Nou y pusiera un 4-0 en el marcador que casi daba al Barça el billete para la final de la Champions que se disputaría en el Metropolitano. Pero erró y su flojo disparo se estrelló en el cuerpo del brasileño. No debía ser importante ese fallo, pero lo fue. El Liverpool, en Anfield, fue capaz de remontar y endosarle el 4-0 para plantarse en una final que acabó ganando. Hoy Dembélé recordará que no puede tener piedad.

El Valencia cambia de presidente: el hijo de Peter Lim, Kiat Lim, coge las riendas del club que niegan haber puesto en venta

Actualizado Lunes, 3 marzo 2025 - 12:59

El máximo accionista del Valencia, Peter Lim, ha tomado la decisión de dejar en manos de su hijo Kiat Lim la presidencia del club, que niega haya puesto en venta. Miembro del consejo de administración desde diciembre de 2022, ejercerá a partir del próximo 5 de marzo como nuevo presidente en sustitución de Layhoon Chan, que regresará a Singapur para seguir al frente de otras empresas del holding. Así lo ha comunicado de manera oficial del club, que deja la puerta abierta a que el nuevo presidente pueda estar en el palco de Mestalla el próximo sábado en el duelo ante el Valladolid.

"Kiat Lim asume esta nueva responsabilidad en un momento clave para la organización. Su nombramiento demuestra un firme compromiso a largo plazo con el Club y refuerza la apuesta del club con la estabilidad y la construcción de un proyecto sólido para el futuro", explica el comunicado, en el que la todavía presidenta le da la bienvenida.

"Me complace pasar el testigo al Sr. Kiat Lim, hijo de nuestro máximo accionista. Este nombramiento es una clara afirmación del compromiso continuo con el club y su futuro. También quisiera expresar mi más sincero agradecimiento a nuestros aficionados y a todas las personas cercanas al club por su apoyo durante mi tiempo en este cargo", asegura.

Desde que compró la mayoría accionarial del Valencia en 2014, el empresario ha confiado las riendas a tres presidentes: Amadeo Salvo, Layhoon Chan, en dos etapas, y Anil Murthy. Ahora será un miembro de la familia Lim en primera persona quien lidere al Valencia, auxiliado por Javier Solís, actual director corporativo y figura que se fortalece con el cambio en la presidencia.

Lim provoca este relevo en un momento delicado, con el equipo luchando por salir de los puestos de descenso y en plena negociación para conseguir, de la mano de Goldman Sachs, un préstamo de hasta 320 millones de euros para acabar las obras del nuevo estadio. Por el momento, esta financiación no se ha cerrado.

El cambio llega, además, en medio de rumores sobre el interés de Lim en vender el Valencia por una cantidad cercana a los 400 millones, algo que hoy mismo Meriton ha negado en un comunicado recogido por el diario The Business Time. "Meriton quiere dejar claro que tales informaciones son falsas. El Valencia CF no está en venta y sigue comprometido con el Valencia CF". Muestra de ese compromiso entienden que es poner al frente a Kiat Lim y reforzar ante los mercados su compromiso de continuidad para liderar un proyecto para el que están buscando financiación externa.

Contrasta esta postura con la manifestada por la presidenta Layhoon Chan tras la pasada junta de accionistas en el mes de diciembre, cuando dejó por primera vez la puerta abierta a una salida: "No he oído hablar de ninguna oferta. Si es muy atractiva, seguramente la estudiará. No tiene ninguna prisa en vender", expresó. Encajaba esa respuesta con los acuerdos para refinanciar la deuda y la rebaja de los costes operativos, empezando por la plantilla deportiva.

Para entonces, el deseo de quien ha sido la ejecutiva mano derecha de Lim era volver a Singapur una vez cumplida la tarea encomendada por Peter Lim, que no era otra que desbloquear las relaciones con el Ayuntamiento de Valencia para reanudar las obras del nuevo estadio. Una vez conseguido el acuerdo y con el desgaste generado por la mala campaña del equipo, su intención era volver a dejar Valencia.

Por su parte, Kiat Lim se había convertido en el interlocutor de los ejecutivos locales. Como miembro del consejo de administración -conformado al completo por personas del entorno directo empresarial de Lim-, estaba al tanto de todos los movimientos, pero también era el enlace con el que se consultaban los movimientos deportivos y de inversiones en el último año.

La única vez que estuvo en Valencia, en diciembre de 2022, el hijo de Lim concedió una entrevista a los medios del club en la que fijó cuáles eran sus intenciones. "Queremos exactamente lo mismo que todos. Queremos jugar en Europa, queremos ganar partidos, queremos ganar títulos. Eso es lo que claramente queremos. Creo que con respecto a todo lo que ha sucedido, tengo ganas de formar parte del Consejo y estar aquí a título oficial", aseguró. Entonces entrenaba al equipo Gattuso, que dimitió un mes después y el equipo acabó luchando por evitar el descenso con Baraja en el banquillo y alejándose mucho de Europa y los títulos.

El taconazo de Sadiq rescata al Valencia en El Sadar pero no le saca del descenso

El taconazo de Sadiq rescata al Valencia en El Sadar pero no le saca del descenso

Para no rendirse hace falta creer ponerse detrás de la bandera de quien no se sienta nunca derrotado. Para el Valencia, uno de esos estandartes es Umar Sadiq. Con un increíble taconazo rescató un punto en El Sadar en el minuto 87 cuando Osasuna ya trataba de amarrar la victoria. Fue lo mismo que hizo en Villarreal para dar oxígeno al equipo mientras trepa para salir del abismo. [Narración y estadísticas: 3-3]

No es casualidad que el Valencia sea el único equipo de LaLiga que no ha logrado ganar sin el abrigo de su parroquia. Lejos de la coraza de Mestalla, se vuelve débil, quebradizo por más que, a ráfagas, de signos de que puede lograrlo. Siempre ocurre algo que le deja en el camino al menos dos puntos. En Pamplona fueron demasiadas cosas.

Llegó a El Sadar preparado para la brega bajo la premisa de Corberán de jugar con tres centrales y con Rioja esforzado en las vigilancias a Bryan Zaragoza. De ese duelo entre pillos saltaron chispas, pero el Valencia parecía más centrado que Osasuna. Un disparo de Enzo Barrenechea y alguna última mala decisión de Sadiq en el área inquietaban a los rojillos, que se vieron con un gol en contra en el primer cuarto de hora y por las líneas del VAR. Rioja buscó a Diego López a la espalda de Catena, la corrió el asturiano sin mirar la bandera del asistente, recortó a Sergio Herrera y marcó. Por si acaso. Hizo bien, porque la revisión determinó que había partido en posición correcta y el gol subió al marcador.

Pudo Sadiq hacer el segundo cuando Gayà le puso un balón al punto del penalti, pero en lugar de buscar el disparo intentó asistir a Diego López. El nigeriano acabada de impedir que el Valencia tuviera un minuto de tranquilidad, porque Osasuna empezó a despertar. Bryan consiguió burlar a su sombra sevillana y obligó a Mamardashvili a rechazar su disparo cruzado. El extremo había cogido carril y desde la banda buscó a Budimir en el corazón del peligro. Solo pudo el croata rebañarla desde el suelo para que Aimar Oroz la enganchara ante la pasividad de la nutrida defensa valencianista.

El partido iba de golpe en golpe y no estaba todo dicho. Si apareció Oroz, con tres kilos menos por una gastroenteritis, también lo hizo Javi Guerra para cabalgar hasta la línea de fondo y poner un centro que, ahora sí, Sadiq mandó al fondo de la portería. Se había repuesto el Valencia y, una vez más, no supo manejar su ventaja por Osasuna mostraba más empaque. De hecho, en apenas seis minutos al filo del descanso le dio la vuelta al marcador.

Aimar Oroz festeja su segundo gol ante el Valencia.

Aimar Oroz festeja su segundo gol ante el Valencia.EFE

Primero con una genialidad de nuevo de Aimar Oroz, que sabía que no aguantaría todo el duelo y se exprimió. Se escapó Areso por banda derecha para poner un centro que cazó de volea picada en la frontal sin que Mamardashvili, algo adelantado, pudiera atajarla. El talentoso centrocampista actuó por instinto, pero hubiera tenido tiempo para pensar porque para el Valencia fue invisible en esa jugada. Nadie le importunó.

Si el empate fue un mazazo para el equipo de Corberán, el penalti de Mosquera a Rubén García con el tiempo cumplido, tan indiscutible como innecesaria la jugada, lo fue más. Esta vez Budimir engañó el guardameta georgiano para convertirse en el máximo goleador de la historia de Osasuna en Primera División con 58 goles. El 59, cuando encaraba de nuevo la portería valencianista solo, lo envió a la grada.

Osasuna había dado la vuelta al marcador en un partido en el que enmendó sus errores mejor que el Valencia, revolucionado en la segunda parte. Tuvo que salir del campo Oroz por lesión y los ataques se espaciaron a pesar de que a Bryan Zaragoza se le escapó el cuarto ajustado a la escuadra valencianista. Corberán miro al banquillo y lanzó el órdago junto a Sadiq con Rafa Mir. La tuvo el murciano de cabeza, como también Rioja con un zurdazo cruzado que se perdió rozando el poste. Apretaban a un Osasuna que empezó a protegerse para aguantar su ventaja secuestrando el balón. Mientras, el Valencia sacó del campo a Gayà después de una entrada y a Javi Guerra, dos decisiones sorprendentes.

Cuando nada parecía suficiente para evitar que los rojillos sumaran por que nada ocurría... hasta que apareció Sadiq para hacer magia. Con un taconazo convirtió a un centro de Canós en el gol del empate porque Catena, en el añadido, erró el testarazo que hubiera vuelto a romper la igualada.

Otro gol de Julián Álvarez acuna al Atlético como líder

Otro gol de Julián Álvarez acuna al Atlético como líder

Nada lastra a Julián Álvarez. No hay responsabilidad ni expectativas ni suplencia que pesen en su juego. Es un superhéroe que viste de anónimo pero aparece siempre cuando el Atlético le necesita. Ante el Athletic, para romper un partido trabado y arrimar al equipo al liderato. Con diez minutos en el campo le bastó. [Narración y estadísticas (1-0)]

No iba a ser un duelo fácil y la lluvia decidió complicarlo más. Los dos equipos remaron mucho para no equivocarse y agarrarse a sus objetivos. El del Atlético para dar el sorpasso al Real Madrid justo cuando se avecina el derbi europeo. Para el Athletic la intención era sostenerse en la cuarta plaza dispuesto, por qué no, dar el zarpazo al podio. Por eso siempre estuvo vivo en el partido. Fue la fuerza de esos deseos lo que equilibró un duelo con poco errores y solo un acierto.

En ambas facetas arrancó el Atlético. Le Normand remató alto un centro de Javi Galán en el minuto 4 que hubiera engrasado un partido al que el equipo de Valverde llegó con la lección bien aprendida. No tenían aún que sujetar a Julián Álvarez, pero no podían dejar campar a sus anchas a Griezmann y había que vigilar bien a Sorloth para que no abriera huecos que pudieran aprovechar Lino y Giuliano. Le pusieron la camisa de fuerza al francés con Vivian anticipándose a todo, pero por momentos se les escapó el argentino, al que le costó un poco empezar a aparecer. Primero tuvo que hacerlo Oblak saliendo a los pies de Iñaki Williams al que Dani Vivian había regalado una pelota filtrada que le dejó cara a cara con el meta esloveno. Las dos mejores ocasiones ya se habían visto a los 10 minutos.

Orden y colmillo

Pareció que el equipo de Valverde quería acosar, con un doble golpeo de Ruiz de Galarreta desde la frontal que se estrelló primero en De Paul y luego en Lenglet, pero entonces apareció Giuliano para poner un centro al segundo palo que a punto estuvo de cazar el gigante noruego. La segunda del menor de los Simeone nació de un robo con coraje al que tuvo que responder con una salida al borde del área Unai Simón.

Los rojiblancos querían mandar al tiempo que eran conscientes de que cualquier fallo lo pagarían ante un rival que mostró orden y tenía guardado el colmillo. El fallo lo cometió De Paul con una pérdida ante Berenguer, que no supo resolver el prometedor contraataque. La movilidad del delantero que se había convertido en un quebradero de cabeza para los centrales atléticos, pero no conseguía conectar con los Williams.

Al filo del descanso fue cuando ambos equipos se olvidaron de contener y se soltaron la correa para golpear. Sorloth cogió a Unai Simón descolocado en un remate que salvó Vivian mientras los bilbaínos obligaban a una defensa con demasiadas vigilancias pendientes. Si el partido no se había roto era por la falta de puntería.

Iñaki Williams, tras una ocasión desperdiciada por el Athletic.

Iñaki Williams, tras una ocasión desperdiciada por el Athletic.AFP

Simeone y Valverde mandaron el mismo mensaje en el vestuario: con 45 minutos por delante no se puede jugar a golpes, no demasiado pronto. Los dos equipos bajaron el pistón y fue el técnico argentino quien decidió cuándo se aceleraba. Otra vez lo hizo mirando al banquillo. De una tacada mandó al césped a Llorente, Gallagher y Julián Álvarez, poco después a Correa, y no tardó en verse por qué. Necesitaba pulmones y crear más peligro.

Primero la tuvo Berenguer con un tiro blando desde el punto de penalti, pero el Atlético se enlazó en el momento justo. Inició la jugada Molina, se apoyó en De Paul para encontrar escorado en la banda derecha a Llorente, que filtró para la aparición de La Araña entre los centrales. Se tambaleó el Athletic tras el gol aunque en lo que tardó en recomponerse no recibió más sustos.

Es más, Valverde inyectó pólvora con Guruzeta y el nuevo valor Maroan Sannadi buscando una remontada que se estampó en los palos de Oblak. Primero fue un saque de falta que Vivian estrelló en la cepa y el rechazo lo mandó Iñaki al larguero. Después una jugada ensayada que Nico Williams mandó al larguero. Fueron avisos ante los que los madrileños con un libre directo de Julián que hizo volar a Unai Simón. Un instante después, a Guruzeta se le escapa rozando el palo un centro raso de Yuri. Entonces apareció el rugido del Metropolitano para guardar la victoria e irse líderes a la cama.

Barça y Atlético escriben su elogio de la locura en Montjuïc

Barça y Atlético escriben su elogio de la locura en Montjuïc

No hay destino al que no se sobreponga el Barça ni reto del que se apee el Atlético. Ambos trasmutan en indestructibles cuando se enfrentan. Como forjados en una siderurgia, pueden tambalearse pero no caen. Resisten, toman aire y empiezan a mostrar sutileza, talento o resiliencia que acaba noqueando a los rivales. Hasta en la locura pueden reinar los dos. Y loco fue un duelo que olió a partido de otro milenio, de aquellos que crearon memoria. Barça y Atlético en esencia pura, rompiéndose a golpes sin cálculos, pero ambos muriendo y resucitando.[Narración y estadísticas (4-4)]

El Atlético salió al asalto, como si quisiera prolongar el duelo de la Liga que se llevó por empuje en el último suspiro. No pudo ser más calcado el final, con Sorloth de protagonista, pero como entonces, los rojiblancos tardaron en sonreír. Y eso que Szczesny tuvo que tocar la primera pelota en juego para mandarla a córner porque Griezmann ya había colocado la pelota para el remate de Julián Álvarez. La supervivencia culé apenas duró un instante. Puso el francés la bola en juego desde la esquina, se tiró el apoyo con De Paul y la recogió para telegrafiarla al segundo palo, donde apareció La Araña. 53 segundos y ya estaban por delante de un Barça que aún ni sudaba.

El arañazo se convirtió en herida cuando el argentino aprovechó el pase blando de Koundé a De Jong para robar y lanzar la carrera del Principito, que quebró a Balde en el punto de penalti para engordar el marcador y sólo habían transcurrido seis minutos. Grogui estaban los azulgranas, que tardaron diez en tirar a puerta.

Resetear en dos minutos

El vendaval que se intuía empezó a amainarlo Ferran, al que Pedri y Raphinha dejaron solo ante Musso, que le ganó por serenidad. Empezaba a desperezarse el Barça bajo la seria mirada de Flick en la banda. Todo empezaba por jugar y eso fue lo que hizo Lamine, lanzando a Koundé hasta la línea de fondo para que pusiera el balón atrás, al corazón del área, donde apareció Pedri. Casi en la celebración, Gallagher cede un córner que Raphinha pone al segundo palo para que Cubarsí marcara. El Barça en dos minutos, en dos jugadas, había reseteado el duelo.

Entonces la intención fue dominarlo y no tardó en conseguirlo, porque la efervescencia del Atlético desapareció en media hora. Es cierto que se ajustó para no sufrir, pero vivió tan alejado de Szczesny que le costó poner a prueba al polaco, por momentos más un libre de antaño que un guardameta. Los rojiblancos eran incapaces de arrebatarle la pelota al Barça y no podían correr. Tampoco Simeone pareció enloquecido, más bien amarró muy consciente de que la eliminatoria tenía minutos por delante y 90 más en el Metropolitano.

Era el consuelo que le quedaba mientras suspiraba aliviado al ver a Ferran birlarle la pelota a su defensa pero volver a ser presa del ansia, pegarle mordida y tan floja que apareció Giménez a despejarla con Musso vencido. Necesitaba pasar por el vestuario el Atlético a recomponerse, pero lo hizo con un gol más en contra. Nació de un caño de Lamine a Galán un córner que Raphinha mandó de nuevo al segundo palo donde esta vez, solo, apareció Iñigo Martínez para poner un testarazo cruzado al fondo de la red. En el añadido apareció de nuevo Yamal para soltar su zurdazo fetiche y hasta Olmo, con poco brillo.

El remate de Pedri en la acción del 1-2.

El remate de Pedri en la acción del 1-2.AFP

En la segunda parte, los rojiblancos volvieron a descifrar cómo hacer daño. Se encontraron con que Pedri no cazó otro balón lateral de Raphinha y que Hernández Hernández no consideró penalti la caída de Lamine en el área, pero también con que Julián Álvarez leía que había una pradera tras la espalda de la defensa culé. No dejó de intentar forzar el fallo una y otra vez. Buscó en largo a De Paul que aparecía por la orilla derecha, pero se rehízo Balde antes de que el centrocampista pudiera armar el remate. Además, Julián se encontró a Correa como socio para castigar al Barça en transiciones que les hacían correr demasiado hacia atrás.

El partido había entrado en una fase de locura que bien podía acabar con un empate porque el Atlético quería resucitar. Lo había intuido Flick y mandó al campo a Lewandowski. No tardó el polaco en demostrar que huele el gol. Pedri habilitó a Lamine en la banda para que rompiera a Reinildo y su centro tenso lo cazó el goleador culé. Fue entonces cuando el alemán quiso poner la pausa y mandar piernas frescas al campo y a Pedri a descansar al banco.

Era el minuto 85 y, lejos de cerrarse, el duelo siguió siendo de ida y vuelta. Por eso Julián Álvarez encontró premio a su tesón, aunque tuviera que ser en forma de asistencia a Llorente para que recortara distancias. Todo era posible, tanto como que un resbalón de Koundé dejó solo a Lino en su carrera hacia el área para darle a Sorloth el empate con sabor de déjà vu liguero.