José Félix Díaz: "No tengo la viralidad de otros periodistas deportivos porque yo digo lo que veo sin que la bufanda me tape los ojos"

José Félix Díaz: “No tengo la viralidad de otros periodistas deportivos porque yo digo lo que veo sin que la bufanda me tape los ojos”

Un periodista que cubre la información del Real Madrid para otro medio y es, sin faltar, bastante más joven, me habla sorprendido de José Félix Díaz (Madrid, 1966): "Está ahí todos los días como si acabara de empezar, no se relaja". El aludido, redactor jefe de ‘Marca’ y tertuliano en ‘El Chiringuito’, asume la descripción con una visión del oficio que quizás suene ya más propia de otra época, una mejor: "La gente se extraña cuando me ve haciendo una guardia o cubriendo cualquier reunión, pero el periodismo es estar en la calle y dar noticias, no lo concibo de otra manera aunque sé que ya no es lo que se lleva".

De todos modos, navegas con soltura entre dos aguas, dar noticias en el periódico y ser parte del show en la tele.
Pero tengo claro lo que es cada cosa. No tengo el don que tenéis otros compañeros de escribir como los ángeles, pero he tenido una perseverancia tremenda, que es la clave para dar noticias. No es tanto talento como echarle muchas horas. Cuando empezaba, me enseñaron que tienes que estar peleando en la calle y eso llevo haciendo 35 años. Luego, como tú dices, está la parte del show, que evidentemente te da una popularidad que ya no te pueden dar los periódicos. Formo parte de ello y muy orgulloso, pero siempre intentando trasladar a la tele mi manera de entender el periodismo.
¿Pueden convivir show y periodismo sin enfrentarse?
Sin duda. Sinceramente creo que la gente critica ‘El Chiringuito’ desde la distancia y se equivoca porque hay sitio para todo. El periodismo ya no es tan académico como era antes y hay que asumirlo. No tiene nada que ver con cuando empecé. Cuando cumplí 18 años, mi padre me regaló ser socio del Real Madrid y, al empezar a trabajar en esto, me borré porque en aquel entonces no se concebía que un periodista deportivo se identificara o estuviera asociado con un equipo.

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Hoy no te borrarías.
Claro, eso ahora sería impensable, nadie lo haría e, incluso, se presumiría de ello. Todo ha cambiado y el show ahora forma parte de nuestro día a día como periodistas deportivos. Personalmente, me jode haberme borrado porque ahora mi hijo podría ser socio, que no hay manera, y no se habría perdido el esfuerzo que hizo mi padre para poder pagarme aquello. Me estrené con una eliminación europea del Madrid contra el Sparta de Praga en primera ronda. Estos niños de ahora, que sólo le han visto ganar, no se lo creen, pero el Madrid se iba a casa en Europa como cualquiera. El caso es que dejé de ser socio y lo hice con convencimiento. Otros tiempos.
Ahora ser madridista es parte de tu personaje público. ¿Te ha costado quitarte el corsé?
Sí, de hecho Pedrerol me sigue vacilando con que nunca he dicho de qué equipo soy. No quiero sonar pedante, pero en todos mis trabajos intento trasladar lo que veo y lo que sé sin que la bufanda me apriete ni me tape los ojos. Es lo que persigo y quizá por eso, por no decir barbaridades y decir lo que veo, no tengo esas cuotas de viralidad que logran otros periodistas. No pasa nada, es un precio que pago a gusto. No me cambia lo que pienso ser de un equipo o de otro yo. Se lo digo a algunos compañeros de programa: "¿Por qué decís que no es penalti lo que estáis viendo que sí lo es? No neguéis lo evidente, lo que ve todo el mundo". No me hacen mucho caso [risas]. La tele es un complemento que me gusta, pero mi veneno es dar noticias. Ojalá cada día pudiera dar una.
Cada día se dan menos noticias en el periodismo deportivo.
Porque se valoran muy poco. En el periodismo actual importa más un vídeo de un aficionado saliendo de un estadio, una opinión polémica o una rueda de prensa cualquiera. Las ruedas de prensa explican bien la involución: se ha pasado de despreciarlas y no darles ni un breves a buscarlas para abrir las webs. Noticias hay pocas y, además, al momento de darlas pasan a ser de todo el mundo y contra eso es imposible pelear. Pero mi lucha es seguir dando noticias, seguir estando ahí y seguir picando piedra. Me considero un privilegiado porque me dejan seguir haciendo lo que me gusta aunque no sea lo que está de moda. Las tertulias las considero un divertimento, tanto con Rubén Martín como con Pedrerol, con el que llevo muchos años y jamás he tenido ningún problema ni me ha presionado.
¿Por qué crees que es una persona tan controvertida?
Porque cualquier profesional tan exigente y con tanto éxito acaba generando opiniones a favor y en contra. Yo puedo hablar por mí y sé que es superfiel con los suyos. Hace tres años estuve a punto de dejar el periodismo, porque tuve una propuesta muy seria en otro ámbito, y la persona junto a mis hijos que más me insistió en que me quedara fue él porque sabía que no iba a ser feliz en otra cosa. Más allá de los años que llevamos trabajando juntos, no hay una relación íntima, pero le noté muy próximo en esos días en los que yo tenía que decidir si cambiaba mi vida. Eso me demostró que hay un Pedrerol que la gente no conoce.
¿De verdad no ibas a ser feliz con un sueldo más alto y una vida más tranquila?
No, jamás. El día que tenga la tentación de acomodarme diré que hasta aquí he llegado. No me llama. He vivido esa transformación de muchos periodistas que llegan a ciertas edades y se van refugiando en los cuarteles. Más redacción y menos viajes. Yo no sería capaz, no entiendo la palabra desconectar, si es que eso es aún posible en esta era del teléfono móvil. Quiero estar en la calle y viajando hasta el último día que esté trabajando. Siempre hago la misma broma, con todos los días que estoy fuera, igual Hacienda tendría que mirar si aún tengo que tributar en España [risas]. Tengo una vida familiar perfecta, pero la profesional no la entendería sentado en una redacción. Se lo digo a todos los chavales que estudian Periodismo y me preguntan: "Que os conozcan, pero para que os conozcan tenéis que estar en la calle".
¿Alguien te aconsejó a ti para ser periodista?
No, en mi familia nadie tenía el más mínimo contacto con el gremio. Mi padre trabajaba como técnico de aire acondicionado y mi madre era ama de casa. Mis hermanos, tampoco. Yo no tenía pasión por el periodismo, tenía pasión por el ‘Marca’. No me hables del ‘As’ ni de cualquier otro periódico, sólo el ‘Marca’. Con 10 y 11 años, cada día iba a un quiosco, a otro y a otro hasta que lo encontraba, lo escondía en la carpeta y lo llevaba al cole. Me sentaba en la última fila, lo leía y se lo pasaba a los compañeros. Luego, casualidades de la vida empiezo, un compañero de la universidad entró en ‘Marca’, me dijo que había algún hueco, hice un examen para entrar en prácticas de verano… y no me llamaron.
Giro de guión.
Sí, porque pasó una cosa rarísima. No me cogieron para la beca, pero el 30 de agosto me llamaron para entrar en la redacción a trabajar llamando a los clubes de Segunda B y Tercera para que me dieran los resultados. Yo ya cubría el Vicálvaro, que fue mi primera casa, y luego pasé a hacer el Atlético Madrileño y el Castilla, de donde mantengo grandes amigos como Juanma López, Mariano Aguilar o Alfonso Pérez Muñoz. Era otro periodismo, otro trato. Yo he estado comiendo un 31 de diciembre con un supercrack del fútbol, son cosas impensables ahora. El caso es que cumplí mi sueño de trabajar en ‘Marca’ y… [se emociona]. La lástima fue que no lo viera mi padre, falleció dos meses antes y me queda ese peso.
¿Qué porcentaje de culpa tenemos los periodistas en que ya no haya casi relación con los futbolistas?
Originalmente, la culpa fue de los clubes, que nos separaron. Fueron poniendo cada vez más distancia y los jugadores se han ido sintiendo cómodos en esa situación. Ahora hay mucha gente alrededor de los jugadores que tiene que justificar lo que gana y el circo ha cambiado. Pero no podemos excusarnos sólo en eso porque han ido apareciendo periodistas, o gente que juega a ser periodista, que han perdido los códigos de respeto que solía tener la prensa, hacen sentirse indefenso al futbolista y hacen mucho daño. Aunque suene duro y antiperiodístico, piensan que, una vez que ya no tienes trato con ellos, ¿qué más da decir cualquier cosa o hacer críticas muy agresivas? Eso ha roto cualquier posible puente. En la selección es en el único sitio donde aún siento que se pueden crear esas relaciones.
Los periodistas de ‘Marca’ siempre habéis tenido cierta fama de no integraros mucho con el resto en los viajes y las concentraciones.
Sí, y te reconozco que durante mucho tiempo fue verdad. Hacíamos muchos exámenes antes de incorporar a alguien a nuestro grupo y eso a veces nos ha perjudicado un poco porque parecíamos lobos pero, en realidad, no teníamos dientes. Fuimos dejando de ser así y yo tengo grandes amigos en otros medios. Los viajes son lo más divertido de esto y a veces ves cosas que morirán conmigo por el secreto profesional.
Siempre puedes escribir un libro cuando te jubiles.
Manuel Saucedo, que fue mi director y es una de las personas que más admiro y más me ha ayudado junto a Amalio Moratalla, me decía que yo era un pedazo de cabrón, que a ver si llegaba el día en que contase todo lo que sabía. Siempre le respondía lo mismo: "Ese día dejaré de ser periodista". El periodista a veces vale por lo que calla y no por lo que cuenta. Ese silencio, esa confianza, es lo que te abre puertas. Eso ahora se ha perdido. Antes había más jerarquías y ahora las llaves del periódico las tiene cualquiera. El de redes, el de web, cualquier redactor en sus cuentas… Antes te tenías que ganar paso a paso llegar a publicar representando a un medio. Ahora no hay tanta meritocracia de por medio. Todo se publica y cualquiera representa al periódico. Eso hace daño. En cuanto a lo de las noticias y los secretos, tienes que saber hasta dónde puedes llegar. A veces te equivocas, pero lo que te cuentan tienes que saber administrarlo, guardarlo y esperar el momento. Y no es fácil.
¿Cuál ha sido tu mayor equivocación?
El error con el que me han dado por todos lados fue el famoso fichaje de Mbappé del verano de 2021. Anuncié un "Mbappé inminente" que luego no fue. Yo estaba en Estambul y me dijeron desde el Madrid que el PSG parecía que iba a negociar. Llamo al periódico, lo cuento y me dicen que más o menos por ahí irá la información. Sigo llamando a gente del Madrid y me confirman que están preparando ya todo, comunicados, presentación, etc. Hasta el día de la presentación. Entonces, en ese momento yo tengo una información que es que Mbappé está prácticamente cerrado. ¿Qué ocurre? Pues que con esa inmediatez que hay ahora me piden un vídeo y digo lo que me estaban contando por todos lados, que estaba muy cerca. Luego la gente va pasando de lo cercano a lo inmediato y de ahí a que dije que estaba firmado, que no lo dije. El error fue de precipitación, pero lo volvería a hacer porque tenía una información fiable y la transmití.
Es un oficio ingrato en ese sentido porque ninguna noticia está libre de un giro inesperado y un error se recuerda más que cien aciertos.
Es así, pero el que no sepa vivir con esta presión que se dedique a otra cosa o lo va a pasar muy mal. Siempre y cuando sepas moverte por el lado correcto, el error lo asumes como parte del trabajo y sigues. No concibo que ningún periodista se invente cosas y no lo concibo porque yo no lo he hecho. Otra cosa es que te puedan engañar y te puedan utilizar. Eso pasa siempre y tú tienes que calibrar las intenciones ocultas de cada fuente, la fiabilidad de la información y contrastar. Esa es la parte delicada, claro. Si no, valdría cualquiera.
¿La noticia de la que más orgulloso estás?
Siempre de la última que he dado. Hoy, por ejemplo, la lesión de Casadó. Pero hablar de mis logros me da mucho reparo, siempre me han dicho que me he vendido muy mal. Puede ser pero es que lo que yo vendo es mi trabajo, no soy una agencia de publicidad. Mi trabajo es mi aval y el que quiera verlo, pues ahí está. La vanidad no va conmigo o, al menos, he pretendido que no vaya. Soy bastante vergonzoso.
José Félix Díaz posa en la sede de 'Marca'.

José Félix Díaz posa en la sede de 'Marca'.Sergio González Valero

Ahora estás muy encima de la remodelación arbitral. ¿Es o no es un berrinche del Madrid?
Primero hay que entender que todo viene marcado por el descubrimiento del caso Negreira. A mí lo que me duele es que desde Barcelona lo justifiquen, porque esos pagos no hay manera de justificarlos. A partir de ahí, el Madrid se pone serio en su protesta y todo desemboca en aquella reunión de la Federación, los clubes menos el Madrid, LaLiga y los árbitros en el Retiro, en la que estuve presente, y que para mí es la reunión de la hipocresía porque de los clubes que firman contra lo que había hecho el Real Madrid con sus vídeos y piden un castigo, ocho o nueve han hecho lo mismo a su manera después. Se quejan todos. Esto es más viejo que el fútbol. Creo que es necesario un cambio, pero tú no vas a ir al mercado a comprar árbitros, van a seguir siendo los mismos, y eso lo tienen que tener claro el Madrid y todos. Hay que cambiar el procedimiento, hacerlo todo más transparente y el CTA lo asume.
¿Cómo es tu trato con Florentino Pérez?
De amistad, no voy a negarlo. Me ayudó en uno de los momentos más difíciles de mi vida. Mi hijo pequeño nació con problemas graves, los médicos no nos daban soluciones, lo supo Florentino y no sé qué llamadas hizo, pero aparecieron especialistas por todos lados y salvaron la vida de mi hijo. Yo conozco a ese Florentino alejado de su imagen de empresario frío e implacable, que sé que transmite. El Real Madrid forma parte de mi vida porque llevo cubriendo su información 30 años y ahora mismo veo que está contra todo y contra todos. En muchas cosas tiene razón, pero antes de llegar a posturas extremas tendría que intentar dialogar porque muchas de sus reclamaciones las compartirían el resto de clubes si el ambiente no fuera de confrontación. Fíjate que luego el Real Madrid tiene gestos con otros equipos que no se aprecian. Es el primero en volcarse con Valencia, muchas veces paga de más en las cláusulas por no garrapiñar… Eso no lo traslada bien y le puede penalizar un poco.
Pese a tu declarado amor por ‘Marca’, en 2009 te despiden.
Hablemos claro, me despide Eduardo Inda. Lo que me da rabia es que yo no soy idiota y lo veía venir. Tres semanas antes de que me echara, le dije: "Oye, ¿hay algún problema? Vamos a hablar, vamos a llegar a un acuerdo y, si es necesario, me voy". Me mintió a la cara: "¿Cómo puedes pensar eso? Para nada…". Y luego, a la calle. Es un capítulo pasado, pero me jodió la vida porque mi vida era ‘Marca’. Suena muy dramático, pero es así. Y me lo quitó sin otro motivo que los celos y que le caía mal.
¿Fue sólo eso? ¿No hubo ningún enfrentamiento?
No, no hay nada más. Desde mi punto de vista, fue una sinrazón, pero él sabrá. Yo tengo la conciencia muy tranquila. Ese episodio me destrozó porque desde la universidad todo lo que había conocido era aquel periódico, aquellos compañeros, aquellos amigos… Al menos tuve la pequeña victoria de que el día que me fui, toda la redacción se levantó a aplaudirme y eso le reventó por dentro. Ese agradecimiento a los compañeros lo llevaré dentro toda mi vida. Ahora se han perdido un poco las relaciones que había en las redacciones, son más frías, pero en ese momento éramos una piña, la gente lo sentía por mí y yo me fui llorando. Lo que me hizo Inda lo tengo grabado, no se me va del disco duro y no se va a ir nunca. Me tiré días buscando el motivo y nunca lo encontré más allá de lo personal.
Luego habéis trabajado los dos en ‘El Chiringuito’.
Hemos trabajado en el mismo programa, pero no hemos coincidido nunca el mismo día en el plató porque puse una cláusula de conciencia que Pedrerol siempre me ha respetado. Si va él, no voy yo porque quiero evitar situaciones que puedan dañar al programa y no pretendo no llevar lo personal a lo profesional. Aquellos años de Inda fueron muy dañinos para el periodismo. ‘Marca’ dejó de ser ‘Marca’, era su cortijo. Por suerte, ya pasó y no merece darle más vueltas.
El tiempo te dio la razón y, tras cinco años al frente de los Deportes en ‘El Confidencial’, volviste.
Sí. A veces me sentía raro esos años porque iba a los viajes y la gente me consideraba como uno más de ‘Marca’ cuando ya no lo era. Estuve muy bien en ‘El Confidencial’, donde creo que logramos hacer una muy buena sección de Deportes, pero cuando se abrió la puerta a volver a casa, no lo dudé. Me llamaron justo el día que llegaba a Washington para cubrir el Mundial de Brasil 2014 y después del verano se cerró mi regreso a un ‘Marca’ distinto. Fue cumplida venganza, por así decirlo. Sé que está mal hablar de venganza, pero…
Es humano.
Claro. Por ejemplo, mi madre estaba ya mayor, no le conté el tema y recuerdo que me preguntaba: "Hijo, ¿por qué ya no te veo escribir en el ‘Marca’?". Volví también un poco por ella y por mi hija. No tuve obsesión por regresar, pero sí disfruté del hecho de poder hacerlo.
¿Por qué dices que es un ‘Marca’ distinto?
Completamente distinto. Las relaciones que había entonces ya no las hay. Me di cuenta en el primer minuto de la vuelta, aunque eso también está bien porque idealizaba demasiado lo que había. Es otra realidad, otro periodismo, otros tiempos…
En la radio, has colaborado muchos años en Onda Cero y, ahora, en Radio Marca.
Sí. Iñaki Cano fue mi padre de radio y siempre le estaré agradecido porque hasta ese momento sólo aparecía esporádicamente cuando estabas en algún viaje y me llamaban. La primera vez que entré en la radio fue con José María García, en una pretemporada del Madrid en Suiza, más cagado que todas las cosas. Luego me preguntó dos cosas fáciles, pero yo estaba sudando. Con Iñaki no tengo un trato personal, pero sí muy buen rollo profesional y mucho agradecimiento.
De todos modos, lo que de verdad te apasiona son los caballos.
También, también [risas]. Siendo un enano, me llevó mi hermano a apostar a un Gran Premio de Madrid en el hipódromo de la Zarzuela y me fascinó el paseo de los caballos. A partir de ahí, salía del colegio con 11 o 12 años y me iba andando desde Francisco Silvela a Felipe II para comprar la revista de caballos que salía los viernes. Me lo sabía todo. Mira, aquí quiero recordar a Enrique Martín [periodista y antiguo jefe de Prensa del Real Madrid recientemente fallecido], que me enseñó mucho de la vida, del periodismo, de lo que era el Real Madrid y de carreras de caballos. Soy un friki orgulloso.
Tu hija es periodista. Dime la verdad, ¿la animaste o intentaste espantarla?
Y viene otro en camino, porque mi hijo también. ¿Cómo voy a espantarles de la profesión más maravillosa del mundo?
Bueno, no te quiero deprimir, pero mirando los índices de paro, los horarios, los sueldos…
Pero ninguna profesión te garantiza nada y esta es muy bonita. Lo que pasa es que hay que diferenciar el periodismo y lo que hay alrededor del periodismo. Por ejemplo, las redes sociales no son periodismo ni todas esas personas que dan supuestas noticias allí son periodistas. El problema es que los propios medios a veces les damos una credibilidad y un peso que no tienen. Supongo que mis hijos me han visto trabajar como un cabrón, darlo todo por la gente que me rodea y por los medios que me pagan y disfrutar mucho. Saben lo bueno y lo malo y no les voy a quitar nunca la idea de la cabeza. Es una profesión que a la gente le llama la atención. Somos muy criticados, pero es curioso que ahora todo el mundo es periodista. Es un gran oficio.
Rocío Martínez: "Las nuevas generaciones de periodistas mujeres pueden ver en mí que todo es posible"

Rocío Martínez: “Las nuevas generaciones de periodistas mujeres pueden ver en mí que todo es posible”

Rocío Martínez (Burgos, 1977) lleva año y medio haciendo historia. A principios de la temporada pasada se convirtió en la primera mujer en presentar uno de los grandes programas deportivos nocturnos (‘Radioestadio Noche’, en Onda Cero, junto a Edu Pidal). Los datos han respaldado la apuesta y tendría todos los motivos del mundo para sacar pecho y presumir un poco, pero aun así se piensa mucho si hacer la entrevista. "No soy muy de rajar y a lo mejor te voy a decepcionar. No me gustan los líos, soy una mujer de paz", explica entre risas cuando finalmente se sienta ante la grabadora. Spoiler: no decepciona.

¿Cuántas veces te han llamado pionera durante estos meses?
He perdido la cuenta ya. Supongo que lo soy, pero no pienso mucho en ello aunque es una gran responsabilidad porque, al final, la realidad es la que es. Hace unos días entrevistaba a Sara Monforte, del Espanyol femenino, que es la única entrenadora mujer de la Liga F. Es un dato que llama la atención y ella decía que el hecho de ser la única supone una gran responsabilidad porque sabe que tiene que ser un referente e intentar dejar el listón alto para abrir esa puerta a más mujeres. Eso sí me pasa un poco a mí con la radio. Soy la primera a la que le han dado la oportunidad y, como pionera, tengo que hacerlo bien por mí, por mi empresa y, también, por todas las mujeres.

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¿Cómo valoras que hasta 2023 nunca hubiera llegado una mujer a esas alturas?
Ha sido tarde, pero era inevitable. La radio deportiva era uno de los pocos lugares en los que aún no había llegado la mujer a primera línea y lo normal es que acabase sucediendo. Se debe ver como un paso lógico. Para mí, el problema, lo que de verdad me interesa, no es que no hubiera sucedido hasta que he llegado sino que no vuelva a suceder. He sido la primera, pero lo que deseo es no ser la última. Ese es el reto y supone una exigencia enorme.
¿El margen de error es el mismo para las mujeres que para los hombres?
No. A nosotras todavía se nos mira con lupa más que a los hombres porque nos cuesta más llegar a los sitios, el nivel de exigencia es superior y por eso tienes que ir con cuidado con lo que dices, con lo que haces... Por ejemplo, en estas entrevistas veo que los hombres se atreven más a rajar que las mujeres, eso no es casual. Nos cuesta más llegar y tenemos más miedo a perderlo. Tampoco te voy a pintar un mundo del periodismo machista donde a las mujeres no nos dejen estar, porque eso a mí no me ha pasado y mi carrera profesional es una prueba de que de que sí podemos llegar, pero sería faltar a la verdad si dijera que lo tenemos igual de fácil que los hombres. Desde que empecé en la radio me han escrito muchísimas estudiantes de Periodismo porque querían entrevistarme. No me siento un referente de nada, pero sí me gusta pensar que las nuevas generaciones de periodistas mujeres pueden ver en mí que todo es posible.
Eso te convierte en referente…
Puede ser, sí, pero es que me da corte hasta pensarlo. Supongo que es la suerte de trabajar en la casa donde he trabajado. Atresmedia ha demostrado con su apuesta que no pasa nada, que puedes poner a una mujer al frente de tu programa deportivo y no sólo sale adelante sino que, incluso, los datos del EGM han subido. Animo a otras empresas a que apuesten por las mujeres también.
La confianza es doble porque, de lunes a viernes, antes de la radio presentas los deportes en el 'Noticias 2' de Vicente Vallés.
Vivo aquí por la tarde y por la noche. Te diré que la radio deportiva nocturna tiene un gran coste personal, tu vida tiende al caos. Es un horario que requiere de muchas renuncias a nivel personal. Yo no tengo hijos y supongo que eso me hace un poquito más fácil poder llevar esta vida y trabajar seis días a la semana en algo que me gusta mucho, pero supone un gran desgaste. Los horarios son bastante incompatibles con llevar una vida normal. Dejas de pasar tiempo con tu familia, con tu pareja, con tus amigas… Es muy difícil conciliar porque también las mujeres que no somos madres tenemos una vida personal que nos exige. Pese a todo, creo que he conseguido un equilibrio y aprovechar bien el tiempo libre que tengo para afrontar este doble reto profesional que me hace tan feliz y con el que no me atrevía ni a soñar cuando era joven.
Si antes hablábamos de referentes, ¿cuáles eran los de esa Rocío joven? No abundaban las mujeres en el periodismo deportivo de los 80 y 90.
María Escario y Olga Viza fueron mis dos grandes referentes. Además, soy de Burgos como Mari Carmen Izquierdo. En realidad, empecé a soñar con ser periodista escuchando a José Ramón de la Morena y ahora estoy haciendo el programa que estuvo haciendo él en Onda Cero. En aquella guerra García-De la Morena, yo era claramente de José Ramón. Mis primeras prácticas en la radio fueron en la Cadena SER y el primer día nos sentó en el estudio y empezó ‘El Larguero’ saludándonos. Todavía recuerdo los nervios que pasé.
En aquel momento, De la Morena era una estrella del rock entre los jóvenes.
Sí, sí. Me compré ‘Los silencios de El Larguero’ y me lo empollé, escuché mil veces las cintas que venían con el libro. En realidad, mi referente deportivo ha sido mi padre. Tengo una hermana un poco más joven y a las dos nos encanta el deporte porque hemos visto fútbol en casa toda la vida junto a mi padre. El fútbol siempre ha sido parte de mi vida, era socia del Burgos en los años 90, cuando estuvo en Primera División, ganó al Madrid y empató un par de veces en el Camp Nou. Mi ídolo era Balint.
¿Ya entonces querías dedicarte al periodismo?
Claro, ¿no ves que no me callo? Me encanta hablar. Soy una persona muy extrovertida. Tengo una relación fantástica con mi hermana, pero ella es rubia con ojos azules y de pequeñas todo el mundo se fijaba en ella, así que tuve que desarrollar una simpatía extraordinaria para que la gente me mirara un poco a mí [risas]. Creo que eso me ha traído al periodismo. Cuando estudiaba en Pamplona, estaba en un colegio mayor religioso, alguna misa coincidió con partido de Copa de Europa y me escondía el pinganillo para escucharlo en la iglesia [risas]. Por eso me fastidia tanto que me digan, en plan sorprendidos, eso de "ah, ¿pero tú eres futbolera?". ¿Tú has visto que os pregunten eso a algún periodista hombre?
No.
Pues a nosotras, a todas. ¡Claro que soy futbolera! No envidio nada la vida de los jóvenes y las jóvenes de ahora, pero hay una cosa que sí cambiaría con ellos y es que las niñas ya pueden jugar al fútbol con normalidad. En mi época, en Burgos no había ningún equipo femenino. Soy malísima, pero me hubiera encantado formar parte de uno, poder tener esa experiencia.
Profesionalmente siempre has hecho Deportes.
Sí, aunque en algún momento de mi carrera no me importaría hacer otra cosa porque a mí no me interesa sólo esto. Me interesa el mundo, me interesa la cultura, me interesa la política… Hay muchos ejemplos de periodistas deportivos que, precisamente por la capacidad de improvisación que tenemos, han dado el salto a otras cosas. Olga Viza, Matías Prats, Vicente Vallés, Manu Sánchez… No descarto dar ese paso algún día.
Tu salto a la tele fue en Real Madrid TV, donde trabajaste diez años. ¿Es defendible periodísticamente un canal de club?
Por supuesto, pero sin lugar a dudas. Es una televisión que no engaña a nadie, tienes el escudo del Madrid en pantalla y lo llevas en el micrófono. Es una televisión para madridistas y entendiendo ese contexto, que no es un secreto para nadie, hace lo que se espera que haga. Es una vía de comunicación del Real Madrid hacia sus seguidores y lo que no tiene mucho sentido es que se juzgue desde una perspectiva que no sea madridista.
Pero también se usa como arma, lo estamos viendo ahora con los célebres vídeos de los árbitros.
Personalmente, yo no haría esos vídeos, pero me parece fenomenal y comprensible que los hagan porque se dirigen hacia sus aficionados. Todo medio de comunicación genera el contenido que demanda su público, es normal. Además, estoy convencida de que esos vídeos no condicionan en nada a un árbitro profesional.
Al final, también en los medios convencionales, la información deportiva está siendo devorada por la opinión.
Ahora es más difícil hacer periodismo deportivo porque tienes mucho menos acceso a los deportistas y, especialmente, a los futbolistas de los grandes equipos. Es una pena para los aficionados que conocen menos a sus ídolos. Es verdad que ahora tanto los clubes como los deportistas tienen sus propias vías para llegar a la gente y ahí controlan más el mensaje, pero creo que lo han llevado al extremo. Es una pena porque el deporte es de las cosas bonitas de la vida y, sin personajes, a veces se va más al lado de la crispación y la polémica. Las tertulias me gustan, pero siempre con buen talante y sentido del humor. En la vida todos sufrimos cosas muy feas y el fútbol ayuda a mucha gente. Siempre se ha dicho que es pan y circo o el opio del pueblo como algo malo, pero a mí esa capacidad de distracción y de escapar de lo malo me parece una labor fantástica. Las emociones que genera el deporte son muy difíciles de encontrar en la vida. Luego tus problemas siguen ahí, pero ese ratito de felicidad es impagable.
La presentadora de 'Radioestadio Noche' posa en la sede de Atresmedia.

La presentadora de 'Radioestadio Noche' posa en la sede de Atresmedia.Sergio Enríquez-Nistal

Según cogiste ‘Radioestadio Noche’, estalló el caso Rubiales, que ahora se acaba de resolver. ¿Qué nos ha enseñado sobre el mundo del fútbol y del periodismo deportivo?
Que había que aprender a no normalizar actitudes que no son normales. De todos modos, no voy a juzgar cómo lo cubrieron los demás porque cada uno hace lo que puede, lo que sabe y lo que le gusta. Eso sí, al final ha habido un juez que ha dictaminado que Rubiales era culpable. Es verdad que hay mucho debate con el término de si eso es una agresión sexual, pero eso lo define la ley y punto. Más allá de cómo lo quiera llamar cada uno, lo realmente importante y lo que ha logrado Jennifer Hermoso es que, a partir de aquí, el día que un jefe esté eufórico porque le ha ido muy bien a su empresa y le plante un beso en los labios a una subordinada o a una compañera, todos tengamos claro que eso es un delito y no es de recibo. También te digo que si Rubiales hubiera reconocido su error y hubiera pedido perdón en vez de dar aquel discurso infame en la Asamblea, todo hubiera sido más sencillo para él. En cualquier caso, una persona que hace eso no puede estar al frente de la Federación.
¿Cómo de machista es el periodismo deportivo?
Pues como todo… Yo no he sufrido mucho machismo, la verdad. En general he tenido suerte con la gente que me ha rodeado y los responsables que he tenido me han permitido lograr muchas cosas en esta profesión, pero algún episodio sí he vivido, claro, sería imposible lo contrario, aunque ninguno muy dramático. Yo no soy periodista deportiva mujer, soy periodista deportiva exactamente igual que mis compañeros. A lo mejor hay gente que piensa que he llegado hasta aquí por cuota, eso nos pasa siempre a las mujeres, pero a mí me avala mi trabajo. Cuando Atresmedia apuesta por mí, no apuestan por una mujer sino por Rocío Martínez, periodista con 20 años de carrera. ¿Por qué cuando apuestan por un hombre nadie piensa que es por su género?
En muchos casos también lo es: hombres promocionando a hombres.
Por eso. Yo soy mujer, soy de Burgos y tengo 47 años. Ser mujer es una de las cosas que me define, pero ni la única ni la más importante. Al menos hoy en día ya no me mandan a fregar.
¿Antes sí?
Alguna vez, pero ese sexismo tan bestia hacia las mujeres que hablamos de fútbol se ha rebajado, aunque sigue habiendo cierto machismo, sobre todo con comentarios un poco paternalistas en algunas tertulias. En las redes tengo suerte porque no tengo muchos haters y, además, esas cosas no me afectan. Agradezco la crítica constructiva y el cariño que mucha gente me muestra, pero a los cafres no les hago ni caso. Cuando llegué a Antena 3, como venía de Real Madrid TV, me consta que la gente estuvo buscando en mis redes sociales a ver si me sacaban el típico tuit polémico, metiéndome con el Atleti o con el Barça, y no encontraron nada. Lo único que sacaron fue una foto mía con una camiseta del Madrid en una entrevista sobre running [risas]. Yo trabajo en Antena 3 y en Onda Cero y jamás olvido que hablo para aficionados de todos los equipos.
Ahora que hablas de running, te machacas a hacer deporte. ¿Cuánto influye la presión con el físico que sufrís las mujeres en televisión?
Principalmente, hago deporte porque me encanta, pero se juzga mucho más la imagen de la mujer que la del hombre. Eso es así en la tele y en la calle. Los hombres que trabajan en televisión se cuidan cada vez más, pero para nosotras, sobre todo según cumplimos años, es el físico. Yo soy periodista, no soy modelo y llegué a Antena 3, la cadena más vista de España, con 39 años, no con 25. Es evidente que fue mi trayectoria profesional y mi forma de trabajar lo que me trajo aquí. A partir de ahí, me gusta cuidarme porque me hace sentir bien, pero es un peligro que a las mujeres nos valoren tanto por nuestro físico por el efecto que tiene en las chicas jóvenes, quiero decirles que es mentira que no puedas trabajar en la tele si no eres guapa.
Pero influye.
Sí, pero también es verdad que tú te labras en buena medida tu imagen. Yo me cuido, pero no oculto la edad que tengo y soy una chica bastante normal. Como decía mi madre, soy resultona [risas]. Mi tarjeta de presentación es que soy una hormiguita que trabaja mucho y le encanta lo que hace. Ni tengo altura ni tengo cuerpo de modelo, ese no es mi trabajo. Si me cuido, es por mí.
¿Qué balance haces de este tiempo al frente de ‘Radioestadio Noche’?
Soy muy feliz, pero pienso mucho en mi padre. Para mí, el gran salto fue la llegada a Antena 3, pero no pude disfrutar mucho porque justo coincidió con que mi padre se puso enfermo y se murió muy poquito después. Tengo la emoción especial de que, aunque fuera desde el hospital, me vio llegar a Antena 3, pero el primer día de la radio lo que pensé es que mi padre se acostaba todas las noches escuchando la radio deportiva. Todas. Y que ojalá hubiera podido escuchar a su hija presentando un programa así. Eso lo habría hecho perfecto.
La tristeza que el fútbol nos regala

La tristeza que el fútbol nos regala

Estoy cansado de escribir sobre le épica de la derrota. El Atleti pierde de manera cruel, tecleas desde la grada una columna sobre el sentido de pertenencia, el coraje y el corazón, recoges los aplausos fáciles y hasta el siguiente disgusto. Es un truco barato porque perder es poético a veces, pero normalmente es una puta mierda. Si convertimos cada derrota en una epopeya lo único que hacemos es edulcorar la realidad. Y la realidad es que el equipo de Simeone ha visto escapar (o casi) dos torneos en cuatro días.

El primero, con ese doble toque que es cuestión de fe y yo soy ateo, sí aceptaba elogio y emoción. El segundo, con un Atleti caótico desde el 2-0, lo que merece es autocrítica. Los últimos 20 minutos, en el campo y en el banquillo, son inexplicables. Pero lo que ambos sí merecen es tristeza.

"¿Cómo puedes estar triste por un partido de fútbol?" es una de las frases más estúpidas jamás pronunciadas y todos los aficionados de cualquier equipo la hemos escuchado mil veces. Esa absurda superioridad moral que reprocha que te afecte un juego, un problema ficticio, cuando hay tantas tragedias en la vida real. Precisamente por eso, almas de cántaro. La tristeza es maravillosa cuando duele y se va, cuando permite sentir sin dejar cicatriz, cuando lloras con lágrimas de fogueo.

El fútbol te da eso como te lo dan el cine, la música o la literatura, lo que pasa es que tiene peor prensa. Nunca me cansaré de llorar viendo a Roy Batty asumir que es hora de morir, la expresión de Jim Carrey mientras escucha las cintas en Olvídate de mí, a Keira Knightley y Mark Ruffalo hacer lo que deben y no lo que merecen en Begin Again, el hermoso final de The Leftovers, a Sean Connery cayendo del puente en El hombre que pudo reinar, a Rick dejando escapar a Ilsa.

Pretendo reencontrar en las lecturas de mis hijos la primaria emoción de las muertes de Dumbledore y Boromir, de Ártax hundiéndose en el Pantano de la Tristeza, de Piggy pagando la deshumanización del resto en El señor de las moscas. Y no pasa una semana en que no necesite estremecerme con Johnny Cash sangrando el Hurt de Trent Reznor, con Jota desesperado por Florent en Línea 1, con los altos edificios que tiemblan y evocan el 11-S en Jesus, Etc. de Wilco. Y nadie me lo reprochará.

El fútbol, pese a quien pese, ofrece lo mismo. Sufres y disfrutas con la extraña sensación, entre el dolor y el confort, de saber que por real que resulte no es grave, que se pasará en unos días y podrás recurrir a ella siempre que quieras. Necesitamos sentir tristeza, no vivir en ella. "¿Cómo puede afectarte un partido?", insisten. No es que pueda, es que quiero. Y me encanta.

La Champions odia al Atlético

La Champions odia al Atlético

Es imposible, la tortura es no darnos cuenta. Cada desenlace es más inverosímil que el anterior.

A las 6 tenía los ojos como platos. A las 8 di al botón de la cafetera y se me olvidó poner la taza. A las 11 descubrí que llevaba media hora de entrevista sin encender la grabadora. A las 14 mi estómago decidió que hoy no se comía. A las 16.15 recordé (me recordaron) que los niños salían del cole a las 16. A las 18 intenté montar una cena y, ante la negativa general, eché un ojo a la cartelera. A las 19 me dirigí derrotado al Metropolitano. A las 21 no se me ocurría nada, pero nada, que pudiera frenar al Atleti. A las 24 estoy intentando escribir algo con sentido mientras me preguntó: "¿Por qué? ¿Por qué sigo haciéndome esto?".

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Entre esas tres últimas horas pasaron cosas. Antes de sentarnos marcó Gallagher provocando la unánime reacción de todo antimadridista con sentido común: "Demasiado pronto". Pero no. No, porque durante muchísimos minutos el Atleti tuvo domado al Madrid de las cuatro estrellas y el cero esfuerzo. Valverde debería exigir un plus.

Aparentemente dominaban los blancos, pero era un trampantojo made in Simeone. Se jugó siempre a lo que él quiso y las ocasiones fueron llegando sin estridencias pero constantes, un txirimiri para el que Courtois siempre encontró paraguas. El Madrid jugaba andando de manera escandalosa, pero la primera vez que corrió, Mbappé fue Mbappé y penalti. "Game over", suspiró el Metropolitano mientras Vinicius acariciaba la pelota, pero resultó que era un balón de playa y flotó hasta el cielo.

El resto fue emocionante, un Atleti que creía, ingenuo, que el destino al fin le sonreía frente al Imperio. El esfuerzo demente de Giuliano, el partido de consagración de Barrios, la amenaza permanente de Julián, Giménez imperial, Llorente en todos lados.

Pero...

No vi los penaltis. Me senté con la cabeza entre las piernas y descifré la tragedia por los gritos mientras me preguntaba: "¿Por qué? ¿Por qué sigo haciéndome esto?".


Es sencillo. Porque aunque los fiscales del orgullo ajeno aseguren que sonreir y cantar en la derrota es de perdedores, es mentira. Los pobres son ellos. La vida es estar, es el camino y volveremos aunque no tenga sentido. Que nunca lo tiene.

Sid Lowe: "No hay nada que explique España y los españoles mejor que el fútbol"

Sid Lowe: “No hay nada que explique España y los españoles mejor que el fútbol”

"Soy una gran mentira. Todo el mundo me trata como a un guiri y me pide la perspectiva británica, pero llevo 25 años en España. Me llaman de una radio para que hable 10 minutos del Manchester United antes de jugar contra la Real Sociedad y les tengo que explicar que de lo que puedo hablar 10 minutos es de la Real", bromea en perfecto castellano Sid Lowe (Londres, 1976). Entró vía Lorca, se enamoró de Oviedo y se instaló en Madrid, pero sigue siendo más inglés que la buena música aunque vista una camiseta de los suecos The Hives. Es corresponsal y columnista de The Guardian, especialista en fútbol español de ESPN y espectador sensato de este circo nuestro que le fascina.

Pese a esos 25 años, tu cultura futbolística y periodística es británica.
Eso sí. A nivel periodístico es curioso porque vivo un poco a caballo entre las dos cosas. Nunca trabajé en Inglaterra, toda mi carrera la he hecho desde aquí, pero mientras tú creciste escuchando a García o a De la Morena, yo veía ‘Match of the day’ en la BBC. Ahí sí hay una diferencia clara. Luego hay otro tema y es que mi formación es de historiador, no de periodista. Yo hice una tesis doctoral sobre la Guerra Civil española, no pensaba que iba a acabar escribiendo del Madrid y del Barça, pero el fútbol siempre fue lo que más me movilizaba. Mi hermana me regaló un libro de artículos de fútbol cuando cumplí 18 años, y en la dedicatoria decía: "Deja ya de la tontería esa de la Historia, todos sabemos que vas a terminar escribiendo de fútbol".
Te conocía mejor que tú mismo.
Sí, pero… Esto va a sonar muy prepotente pero déjame decirlo y luego ya reculo, tengo la pretensión de que no estoy escribiendo del fútbol español, estoy escribiendo de España. No quiero hacer una crónica de un partido o una pieza deportiva sobre Fulanito, quiero contar historias que van más allá porque no hay nada que explique mejor España y los españoles que el fútbol. Es la muestra más popular de cómo es la gente. Cada equipo tiene una identidad diferente, una manera de afrontar los partidos, una conexión con su afición muy característica. Me parece que el fútbol español tiene una enorme riqueza en ese sentido que vosotros dais por hecha, pero es muy llamativa cuando has crecido en otra cultura futbolística. Ese sentido de pertenencia enorme me parece muy importante y es lo que lo que hace que el fútbol español tenga tanto interés para mí.

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¿No existe ese sentido de pertenencia en el fútbol inglés?
Es diferente, aquí hay un matiz político y social que allí rara vez se da. Por ejemplo, para explicar el derbi de Sevilla siempre se habla de cuál es el equipo de la clase trabajadora y cuál el de la clase media-alta. Si esto lo llevas a una ciudad británica con dos equipos, a nadie allí se le ocurre decir que este equipo es más de barrio o más de izquierdas o más de derechas. No suele tener ese matiz excepto, obviamente, en Glasgow con Rangers y Celtic, que tienen identidades sociales, religiosas y culturales absolutamente polarizadas, pero es un caso aparte. Ese punto ideológico del fútbol español no existe casi en el inglés y para mí es bueno... En realidad, no sé si es bueno, porque conlleva muchas dificultades y enfrentamientos, pero desde luego es interesante.
Es interesante y, en general, bastante falso. Por ejemplo, desde el Atleti se lleva llamando facha al Madrid toda la vida cuando su historia y su masa social tienden también a la derecha.
Es cierto, pero es que los mitos y las leyendas tienen importancia incluso cuando son mentira, porque la gente compra ese relato y el relato tiene importancia a la hora de analizar cualquier fenómeno, hasta siendo falso. Además, muy pocas veces el relato es falso del todo, siempre tiene algún matiz. Recuerdo que Jorge Valdano apadrinó un libro de escritores madridistas de izquierdas básicamente para demostrar que existen y, en el fondo, esa sensación de resistencia lo que hace es reforzar el relato en lugar de negarlo.
Otra cosa en la que hay diferencia entre Inglaterra y España es en que allí el pueblo no ha entregado el fútbol, sigue viéndose como el deporte de la clase obrera.
Hay más resistencia al fútbol negocio. Se mostró en la reacción de las aficiones contra la Superliga y cómo los clubes ingleses recularon de inmediato y se ve en el rechazo social a la llegada de mucho capital extranjero a la Premier. Realmente no tiene tanta importancia que sea extranjero como la idea de que es una especie de invasión y vienen los millonarios a quitarnos el fútbol, que es nuestro. Y en la mayoría de estadios de Inglaterra hay un fuerte desprecio hacia la Prawn Sandwich Brigade.
¿Cómo?
La brigada de los bocadillos de gambas o lo que en español serían los piperos. Eso viene de una frase de Roy Keane cuando se quejó de que Old Trafford se había llenado de gente que sólo iba a la zona VIP a comer sus bocadillos de gambas en vez de animar. Si te digo la verdad, no creo que haya nadie en Inglaterra, por muy rico que esté, que haya comido un bocadillo de gambas en su puta vida, pero la expresión quedó y funciona. Expresa un poco esa frustración que hablábamos ante cómo el fútbol se aleja de nuestra idea de lo que debería ser. En Inglaterra sucede con el aspecto de clase, en España el fetiche es el sufrimiento.
Como atlético, me interesa esto.
Claro, porque el Atleti es el que más ha construido su relato y su identidad sobre este fetiche pese a ser un club enorme, con una masa social tremenda, que ha ganado muchas cosas y ahora mismo es de los mejores del mundo. Pero siempre está ese puntito de orgullo por ser el más leal a tu equipo. En España, el mejor aficionado es el tío que se ha tragado 17.000 partidos de su equipo y no le ha visto ganar nada. Hay un halo romántico en el sufrimiento y la derrota muy característico del fútbol español. Ganar os parece de horteras y hasta el Barça cae en eso a menudo. El único que no lo hace es el Madrid porque gana casi siempre, pero si no lo hiciera, su relato sería otro. Está en vuestra cultura.
¿Qué es lo que más te cuesta explicar al lector inglés del fútbol español?
Hay una cosa que al principio me trastocaba, y ahora a veces es hasta una ventaja, que es la necesidad en algunos momentos de partir de la idea de que no saben nada. A veces tengo que explicar cosas muy básicas de idiosincrasias, rivalidades o antecedentes, pero últimamente he descubierto que puedo jugar con esto a mi favor porque hay frases que en español son tópicos pero si las traduces de forma literal al inglés suenan de maravilla. Hay futbolistas que en español sólo sueltan frases hechas y traducidos son jodidos poetas [risas].
¿Tenemos mitificado el fútbol británico como una cosa más pura y más limpia?
Un poquito. Esa gente que sigue pensando en Inglaterra como un sitio donde los futbolistas no se tiran a la piscina, los árbitros no pitan mal y nadie pierde tiempo, tendría que pasarse un fin de semana viendo la Premier e iba a cambiar de idea. Pero es verdad que hay un punto de falta de deportividad que, incluso con el tiempo que llevo en España, sigue sorprendiéndome. ¿Joder, cómo puede ser que aguantemos esto? Creo que Mourinho fue el primer entrenador que vi en España denunciar la cultura de los piscinazos como algo malo, y eso no quita que su equipo también lo hiciera, pero provocó un debate. Un debate viciado y un poco falso, porque le convenía, pero está bien que se hable de eso.
¿Cómo entró España tan a lo bestia en tu vida?
La primera vez que vine a España fue en el instituto, mediante un intercambio de estudiantes de Londres con uno de Lorca. Lo primero que conocí de España fue Lorca y me encantó. Hace poco viajé allí a ver el debut de Iñaki Williams con la selección de Ghana y fui al piso donde viví a ver si encontraba la familia, pero no hubo suerte. Llegué sin hablar nada de español y a las dos semanas tenía la sensación de entenderme con todo el mundo. La gente era encantadora, me hice muy amigo de los tres hermanos de mi casa y mantuvimos contacto. Volví para la Semana Santa del año siguiente y flipé. Es una cosa maravillosa, espectacular, todos son azules o blancos. Iba más en serio que el fútbol eso. Me encantó y decidí estudiar en la universidad Historia y Filología Española.
¿En Inglaterra?
Sí, en Sheffield, pero me interesaba cada vez más la historia contemporánea española. Empecé con la Transición, luego el régimen de Franco, la guerra civil, sus causas, etc. Así que terminé haciendo un máster y una tesis doctoral sobre el tema. Seguramente sé más de la historia española que de la británica. La mujer de mi hermano es finlandesa, está ahora con los exámenes para obtener la nacionalidad inglesa, me manda las preguntas y no tengo ni puta idea. Es bastante más inglesa que yo [risas]. El caso es que el tercer curso de Filología se hacía en España y ese es el año que pasé en Oviedo. Ahí ya se me metió la idea de venir a vivir y, luego, durante el máster y la tesis venía constantemente a Madrid a la Biblioteca Nacional y la hemeroteca de Conde Duque. En 2001 ya estuve casi todo el año aquí y de vez en cuando escribía alguna cosa de fútbol por diversión.
¿Ahí diste el salto al periodismo?
Eso arranca porque un amigo mío de la universidad, soy una vergüenza y un enchufado de la hostia, trabajaba en ‘The Guardian’ en el momento en que decide montar una estructura de fútbol europeo. No tenían a nadie en España, mi amigo sabía que volví de Oviedo dándole la paliza con que el fútbol español es lo mejor del mundo y que sabía escribir y me recomendó. Me propusieron estar un par de semanas a prueba escribiendo una columna los lunes sobre el fútbol español y hasta hoy. La vida me ha querido en muchos momentos porque ha sido pura casualidad, soy un tío con una suerte de la leche. Una vez pasó eso, al acabar la tesis ya me instalé aquí. La primera entrevista que hago es a Sergio Kresic, entrenador del Mallorca, y luego les iba vendiendo piezas cada vez que un equipo inglés jugaba con un español: Miguel Ángel Nadal, Fran, Donato...
Ahora hay una moda un poco cateta en los clubes de la Liga que es no dar entrevistas a los medios españoles, pero sí a los internacionales.
Depende del club, porque en algunos es imposible para todos, pero sí es verdad que a veces les parece que mola más. Si te sirve de consuelo, hace poco vino un amigo de The Times, que tiene más nombre que The Guardian, y se lo dieron todo a él [risas].
Sid Lowe posa un espejo, el fetiche del fotógrafo.

Sid Lowe posa un espejo, el fetiche del fotógrafo.Sergio Enríquez-Nistal

Quien de verdad te cambia la vida es David Beckham.
Claro, la suerte quiso que en 2003 fichara por el Madrid y explotó todo. Ahí aprendí a ser periodista porque hasta entonces yo escribía, pero no había estado, digamos, en la pelea. De Inglaterra llegaron periodistas de verdad y aprendí de su mano. Fue un máster de la hostia.
Fuiste su traductor en las ruedas de prensa.
Sí, y de Michael Owen y del gran Thomas Gravesen. Fue pura casualidad también porque Beckham llega con un ayudante australiano de madre española que estaba para protegerle y hacerle todos los recados. Él tradujo su primera rueda de prensa y a David no le hizo mucha gracia porque él daba una respuesta de dos minutos y el tío traducía: "Sí" [risas]. Como yo le seguía a todos lados y tanto él como el Madrid ya me conocían, me lo propusieron porque además tenía muy buena relación con McManaman y había hecho ya, de manera improvisada, de traductor de Valdano para los periodistas ingleses cuando cerraron el fichaje. ¡Traducir a Valdano, eh! Eso sí es saltar a la piscina.
Así que de golpe te viste al lado del inglés más famoso del mundo.
Flipante. Un tipo súper educado, muy majo. Hace mucho tiempo que no lo veo, pero un amigo coincidió con él en un acto hace poco y lo primero que hizo fue preguntar qué tal estaba yo. Joder, es un detallazo. Conmigo se portó muy bien siempre, pero obviamente no deja de ser el jodido David Beckham, un suceso andante. Nuestra relación fue sólo profesional.
Da igual, el que de verdad importa aquí es Gravesen, el mito, la leyenda.
Bah, el mejor. Durante un tiempo, un amigo y yo jugábamos en un equipo de fútbol siete que iba con pantalón blanco y un día nos escuchó hablar de que teníamos que comprarlos. Sin decir nada, entró al vestuario y salió con dos pantalones del Madrid. Jugamos toda la temporada con los pantalones de Gravesen. Fue una pena lo poco que duró aquí con lo que nos reímos. Él me decía que creía que el Madrid se había equivocado al ficharle porque en el Everton jugaba Lee Carsley, que también era mediocentro y calvo, y él decía que encajaba mucho mejor en el Madrid: "Ese era el bueno, no yo, se confundieron de calvo" [risas].
No hemos hablado de cómo, en 2012, fuiste fundamental para salvar al Oviedo de la desaparición mediante una campaña para que se compraran acciones que fue un suceso.
Esa es otra mentira. Yo andaba por ahí cuando un grupo de héroes, que es lo que es la gente que estaba en el Oviedo en aquel momento, tenían un último tiro para salvar al club y dieron en el blanco. Yo eché una mano en lo que pude, que no era tanto, pero es alucinante porque cada vez que voy a Oviedo la gente me adora. Es superincómodo, porque me siento un farsante y a la vez es superbonito. El Oviedo está a un año de llegar al Centenario y, sinceramente, no pensábamos que llegaría. Y eso es literal. Es la afición la que salva al Oviedo porque, a la hora de la verdad, el fútbol siempre es de la gente.
Pasemos al periodismo deportivo. Aquí siempre andamos en una lucha de estilos que, tengo la sensación, no existe en Inglaterra.
No, ese estilo similar a ‘El Chiringuito’ no existe. Es una cuestión cultural y no quiero que se tome como una crítica sino como una realidad social. En Gran Bretaña este periodismo deportivo donde todo el mundo es de un equipo y lo demuestra no existe. Digamos que no nos identificamos a través de nuestro equipo a la hora de ser profesionales. Cuando llegué a España, esto tampoco sucedía tanto como ahora, pero las raíces ya existían. De todos modos, en Inglaterra los aficionados también tienen la sensación de que X periodista está en contra de su club, eso va a existir siempre, la diferencia es que lo sospecha, pero no lo sabe.
A cambio, allí casi todos los presentadores estrella son ex futbolistas y no periodistas. Gary Lineker es el ejemplo más claro.
Sí, pero es porque la dinámica de los programas es otra, mucho más centrada en lo futbolístico que en todo lo que le rodea de fichajes, polémicas, opiniones... Entonces, ahí encaja como un guante un futbolista con capacidad para comunicar. Yo mataría porque hubiese un ‘Match of the Day’ español.
Para eso necesitas también un Lineker español.
Y para ese formato, hablando de fútbol con rigor y humor, los hay seguro. Pones un Álvaro Benito, por ejemplo, y seguro que funciona. No sé, al final y no sólo por amistad, echo mucho de menos ‘El Día Después’ de Michael [Robinson]. En realidad, le echo de menos a él todos los días. Siempre decía que en su programa no existía el fuera de juego, que lo importante no es hablar del error de un árbitro sino del simbolismo y del significado social de fútbol porque es algo que nos pertenece a todos y no a los cinco o seis que creen que son sus dueños.
¿Crees que es una batalla perdida, que ya todo el mainstream van a ser tertulias de polémica y grito?
Lo de la tertulia del grito viene porque es relativamente fácil de hacer y funciona a nivel de audiencia, aunque yo tengo mis dudas. Se suele decir que ofrecemos esto porque la gente lo consume y sospecho que es al revés, la gente lo consume porque es lo que ofrecemos y no hay otra cosa. En cualquier caso, está claro que a mucha gente le gusta y no pasa nada. De hecho, creo que ‘El Chiringuito' es el blanco fácil de todos los ataques y se es injusto con ellos. Cuando voy a partidos raros a los que no va casi nadie, siempre está allí ‘El Chiringuito’. En ese sentido hacen un periodismo que nadie más hace y trabajan más que nadie.
¿Tú lo ves?
No, porque es tardísimo, pero no porque tenga un prejuicio. Puede no gustarnos el envoltorio, pero el programa está trabajado, dan noticias y muchos de ellos tienen una capacidad de comunicación muy alta. Sí que es verdad que hay mucho payaso en el sentido literal, que no en el peyorativo, porque es un circo y hay que hacer show, pero yo veo los clips en redes sociales. Lo único que les reprocho es que, alguna vez que me ha pillado en un hotel después de un partido y lo he puesto, acabo con la sensación de haber tirado media hora esperando una cosa que no llega y digo: "Joder, venga, cuéntalo ya y deja de tocarme los huevos, tío" [risas].
¿Cómo ve un inglés el cristo arbitral que vivimos?
Con matices. Creo que no tenemos una crisis de arbitraje, creo que la crisis somos nosotros, lo que lo que hay alrededor del arbitraje, tanto los periodistas como los aficionados. Eso no quita que haya cagadas arbitrales, pero el ruido es excesivo como pasa casi siempre que está el Real Madrid en medio. En todo caso hay que reconocer una cosa: el Madrid se siente el más perjudicado por el tema Negreira y eso es algo que no está resuelto. Los pagos existieron y esa es una realidad que mancha todo. Urge que se aclare.
Otra leyenda del fútbol inglés es que se respeta a los árbitros, ¿verdadero o falso?
Nos metemos con el árbitro, pero no tanto. Allí se discute una hora y no toda la semana. Esa celeridad con la que aquí se ve un complot no existe, aunque este año los aficionados del Arsenal han empezado a meterse un poco en ese bucle. Es normal que un aficionado se acuerde de todo lo que va en contra y no se acuerde de nada de lo que va a favor, pero los clubes, los protagonistas y los medios deberíamos no caer en eso. Aunque el rumbo que ha tomado el Madrid, que no lo justifico, tiene su aquel no por cómo le arbitran sino por lo que se ha sabido. Yo lo que sí pediría con el caso Negreira es paciencia porque estamos en un proceso legal y es lento. Veremos cómo se resuelve.
A ver, ¿decir "fuck off" a un árbitro es roja o no es roja?
Me he descojonado con todo esto de la expulsión de Bellingham, de repente toda España era Shakespeare, pero cogiendo cada uno la lección del libro que le interesaba. Mira, si en la Premier le dices a un árbitro a la cara "fuck off" te echa a la calle. Eso como norma general, lo que no quita que haya ejemplos de árbitros más tolerantes. Yo, por ejemplo, no hubiese echado a Jude porque a mí los tacos me parecen fucking maravillosos. Cuando estudias un idioma tendría que haber una asignatura de palabrotas porque es la mejor manera de demostrar que de verdad has captado el idioma.
Pues estamos.
De puta madre.

Fabio Capello: “La arrogancia de Guardiola le ha costado varias Champions”

Actualizado Jueves, 6 marzo 2025 - 21:28

Fabio Capello (1946) pasea por el hotel Palace de Madrid como si fuera su casa. Los empleados le saludan, él ejerce de guía por sus pasillos y el agua con gas le espera en la mesa de la sala Matahari (yo no elijo los nombres) antes de que se siente a charlar con EL MUNDO. La leyenda italiana está en la ciudad como embajador de los premios Laureus, cuya gala se celebrará el 21 de abril en el Palacio de Cibeles con gran presencia española entre los nominados (selección masculina de fútbol, Real Madrid, Aitana Bonmatí, Lamine Yamal, Carlos Alcaraz…).

El ex entrenador de Milan y Real Madrid, entre otros, cita a Nelson Mandela para explicar su vinculación con los Laureus ("Como él, creo firmemente que el deporte tiene el poder de cambiar el mundo") y demuestra su amor polideportivo comentando el último partido de voleibol que ha visto y recordando sus tiempos como fotógrafo submarino "cuando era joven, ya no tengo ni fuerzas ni tiempo", explica, casi resignado. Desde su retirada de los banquillos, en 2018, es comentarista estrella de la tele italiana y da charlas a empresas. "Me llaman de todos sitios", refunfuña con media sonrisa.

Siendo un hombre culto y con fama de bon vivant, ¿no le apetecía desengancharse del fútbol y dedicar su jubilación a cualquier otra cosa?
El problema es que el fútbol me viene natural aunque no quiera. Intento hacer cosas diferentes. Viajar, estar con gente, leer mucha Historia... Antes sólo tenía tiempo en verano para disfrutar de todo esto y ahora tengo algo más, pero tampoco mucho. Al final, eres lo que eres y yo soy un futbolista y un entrenador. No puedo evitarlo.
Un entrenador que, tras recoger el testigo de Sacchi y ganar la Champions con el Milan, dirigió al Real Madrid dos veces y en ambas ocasiones ganó la Liga (96-97 y 06-07) y duró sólo un año. ¿Cómo se explica esto?
Cada una fue diferente. La primera vez, ganamos el título y me llamó Berlusconi para pedirme que volviera a Milán. Se lo debía por la oportunidad y la confianza que me había dado al principio de mi carrera como entrenador. Por eso regresé. Se lo expliqué al presidente, Lorenzo Sanz, me entendió y así empaté las cosas con Berlusconi. La segunda vez, volví a ganar la Liga pero el club se había precipitado. En un momento de muchas dificultades que pasamos a mitad de temporada, ficharon ya a otro entrenador para el año siguiente (Bernd Schuster) y aunque luego remontamos y fuimos campeones, me echaron. La verdad es que no tenía buena relación con el presi, Ramón Calderón, y fue bastante bonito ganar esa Liga y demostrar que no sabía mucho de fútbol. El Madrid llevaba tres años sin ganar un título y decide despedir al que les da la Liga…
El trasfondo ambas veces fue que usted era un técnico defensivo y estricto en un estadio que pedía fútbol de ataque y unos vestuarios llenos de estrellas con una actitud, digamos, laxa.
Hay mucho tópico con eso de los estilos. Yo jugaba para ganar. Punto. Y ganaba. La cosa más importante para mí, la primera palabra que siempre salía de mi boca al llegar a un vestuario, no era defensa ni ataque, era respeto. El respeto por encima de todo. Todos tenemos problemas, todos podemos quejarnos, pero el respeto hacia la gente que trabaja en el club, hacia el staff y hacia el compañero es la base de todo. No quería retrasos, no quería malos gestos, no quería sobrepeso. A partir de ahí, para mí sólo existen el campo y el entrenamiento. Me da igual tu nombre. Este estilo lo cogí de Helenio Herrera, que siempre decía que se juega como se entrena. Pero a partir de ahí, cuando se duchaban y se iban a casa, cada uno era libre de hacer la vida que quisiera.
Su primer Madrid era el de la Quinta del Ferrari. Mijatovic y Suker nunca han ocultado que les gustaba salir con frecuencia.
Sí, pero luego entrenaban muy bien. Mi primera pelea con ellos fue porque les quité la botella de vino de las comidas. Protestaron, negociamos y me pidieron por favor que al menos les dejara tomar una caña antes de cenar. A eso les dije que sí [risas]. Pero la más gorda fue cuando vino un directivo y me dio el nombre de tres jugadores que habían salido por la noche.
¿Quiénes?
No te lo voy a decir y te explico por qué. Estábamos en un momento clave, recuperando puntos al Barça y me cogí un gran cabreo. Al día siguiente reúno a todo el equipo antes del entrenamiento y empiezo a echarles la bronca: "Aquí hay jugadores que no son deportistas serios, os gusta demasiado la noche, os da igual ganar y esto no puede ser porque es una falta de respeto al resto. Tú, tú y tú no podéis seguir con nosotros". Y en esas sale Fernando Hierro y dice: "Míster, déjelo, estuvimos todos". Me mató, sólo le pude decir: "Serás hijo de puta". Y a entrenar como si nada hubiera pasado [risas].
¿Es cierto que Raúl se quejó de que Mijatovic y Suker no le pasaban?
No sólo es cierto que se quejó, es cierto que no se la daban. Al principio le dije que eso era una tontería, pero después de cuatro o cinco partidos fijándome vi que era descarado. Llamé a Pedja y Davor y me lo negaron todo, pero les puse el vídeo: "Venid para acá. Mira, mira, mira, mira, mira, mira. Todos esos pases claro no se los habéis dado". "No le hemos visto", me decían. ¿Ninguna? Les exigí que no volviera a pasar y a los tres partidos ya estaban otra vez igual. Esta vez ya me puse serio y les dije que si pasaba una sola vez más, uno de los dos se iba al banquillo. Sólo así pararon.
El ex entrenador italiano, en el hotel Palace de Madrid.

El ex entrenador italiano, en el hotel Palace de Madrid.

Ese verano vuelve al Milan y el Madrid gana la Séptima la temporada siguiente. ¿No le dio rabia?
No, porque hice lo que debía, pero parte de esa Champions es mérito mío porque ese Madrid llevaba tres años sin ganar nada cuando yo llegué y construimos un equipo nuevo y campeón con chavales, como Víctor [Sánchez del Amo] o Álvaro [Benito], hasta su lesión, y buenos fichajes. Porque no era un Madrid con tanto dinero como ahora y teníamos que acertar mucho. El fichaje que lo cambia todo es el de Roberto Carlos al Inter, que todavía no entiendo cómo pasó.
¿Por qué?
Acababa de fichar por el Madrid, aún estaba en Milán, me llama un representante y me dice: "Fabio, el Inter vende a Roberto Carlos". Respondí: "No es verdad, nadie es tan tonto". Y me insiste: "Te lo prometo y cuesta 500 millones de pesetas". Yo no me lo podía creer, es que ni siquiera era caro. Le dije que sólo me lo creía si me mandaba un fax con los papeles del Inter escritos y firmados. Eran las cuatro de la tarde y a las ocho me llegó el fax a casa. De verdad pensaba que era una broma. Llamé de inmediato a Lorenzo Sanz y le dije que viniera en el primer vuelo, porque como se supiera que lo vendían a ese precio iba a ser la guerra. A las 11 de la mañana del día siguiente estaba todo firmado. Fue el fichaje más rápido de la historia, pero es que una oportunidad así te cambia el destino. A veces el fútbol es incomprensible… porque está lleno de gente que no lo entiende.
Su segunda etapa fue la famosa Liga del clavo ardiendo, el Tamudazo y los goles decisivos de Reyes.
Aquello fue, de verdad, una remontada única e histórica en la que superamos muchos problemas.
Era el ocaso de los Galácticos, una idea de equipo que chocaba con usted.
No, no, ya ni Galácticos ni nada. Zidane y Figo ya no estaban. Roberto Carlos ya estaba acabando y tuvimos el problema de Beckham. Había firmado ya para irse a Los Ángeles y en el Madrid eso no había gustado nada porque le habían ofrecido renovar, así que Calderón y Mijatovic me pidieron que no volviera a jugar. Al principio obedecí, pero después de diez días viendo que Beckham entrenaba, entrenaba y entrenaba como el que más pese a estar apartado, dije: "Hasta aquí. Es un jugador de Madrid y va a jugar". No sentó muy bien en el club, pero me dio igual. Era lo justo.
Y estaba Ronaldo.
El mejor jugador al que he entrenado. Lo eché.
¿Cómo se despide a uno de los más grandes de la Historia?
Soy yo. Él estaba gordo, no quería bajar de peso y le gustaba demasiado la vida alegre. Además, lo peor no era eso, era que arrastraba a esa vida a los compañeros de equipo y me acababa creando un problema aún más grave. Le di la opción de adelgazar y comportarse, no quiso, fuera. No hay más. Pero igual que te cuento esto, te digo que Ronaldo, sin las lesiones y cuidándose, hubiera sido el número uno de la Historia, al nivel de Messi y Maradona. Por un lado no pudo y por otro no quiso. Hay futbolistas que son así. ¿Recuerdas a Guti?
Claro.
Un talento increíble, podía haber sido lo que le diera la gana. Yo hablaba con él todo el rato: "¿Por qué no te sacrificas un poco, llevas un tiempo una vida ordenada y con 36 años, cuando lo hayas hecho todo, ya te dedicas a disfrutar?". Y él me respondía: "Míster, hay que pasarlo bien ahora que luego es tarde". No hubo manera de convencerle. Y era talento puro porque mira la carrera que hizo sin poner interés. Por jugadores como Ronaldo o Guti me gusta destacar siempre lo importantísimo que ha sido Raúl en el Madrid. Cuando el equipo estaba durmiendo, él se ponía a correr, a presionar y los despertaba a todos. No tenía el talento puro de los otros, pero era tan inteligente y tan ambicioso que daba lo mismo. Ese es el futbolista que yo quiero.
El que lidia ahora con las estrellas del Madrid es su alumno Carlo Ancelotti.
Pero lo lleva de maravilla. Es el mejor del mundo en eso. Carlo ha sido inteligente como jugador y ahora es inteligentísimo como entrenador. Entrenar al Madrid no es fácil y a un Madrid con muchas estrellas es aún más difícil, pero él lo hace, como decís aquí, de puta madre. A veces la gente que no sabe de fútbol le desprecia, pero los que sabemos lo tenemos muy claro. Sabe cuándo necesita hablar alto y cuándo de cachondeo. Esa es la inteligencia que le ha permitido triunfar en todos los sitios. Como jugador, él se retira conmigo, en el Milan, y le ofrezco incorporarse de inmediato a mi equipo, pero ya tenía un compromiso con Arrigo [Sacchi] para ser su ayudante en la selección italiana. Como verás, los dos entrenadores que mejor le conocíamos ya sabíamos el gran técnico que iba a ser.
¿Será capaz de encontrar la fórmula para que Mbappé y Vinicius den su máximo nivel a la vez?
Seguro. Los grandes futbolistas siempre pueden jugar juntos… [Capello medita unos segundos]. Bueno, igual eso es un tópico. Cuando tuve en el Madrid a Van Nistelrooy y Ronaldo pensé: "Estos dos me meten goles, los pongo juntos y ya se arreglarán". Fueron titulares tres partidos y perdimos los tres. Así que los grandes futbolistas pueden jugar juntos menos Van Nistelrooy y Ronaldo [risas]. Ahora Mbappé se ha adaptado y ya no va a bajar el nivel porque es así de bueno. Vini tiene que lograr que no le afecte todo el ruido que hay a su alrededor. En lo del racismo tiene más razón que un santo, pero se descentra con mucha facilidad con cosas deportivas: los rivales, la grada, los gestos… Tiene mucho carácter y eso es bueno si sabe enfocarlo sólo al juego porque el talento le sobra.
Sin embargo, usted defendió el Balón de Oro a Rodri.
Sí, creo que fue el justo ganador: la Premier, la Eurocopa... Todo el mundo ha visto que es el director de orquesta de cada equipo en el que juega, que sin él todo funciona peor. ¿No estás viendo al City ahora?
Sí, claro. Usted nunca ha sido muy guardiolista, ¿está disfrutando esta caída?
[Risas] No, no, para nada. Además yo valoró mucho a Guardiola como entrenador, ha hecho cosas maravillosas. Yo he vivido tres revoluciones en el fútbol, una cada 20 años o así: el Ajax de Cruyff, el Milan de Sacchi y el Barça de Guardiola. No tengo ningún problema en decirlo.
El embajador de los Premios Laureus posa para la entrevista.

El embajador de los Premios Laureus posa para la entrevista.

Entiendo, pues, que el choque es más personal que futbolístico, ya discutieron cuando coincidieron como entrenador y jugador en la Roma.
No discutimos nada. El vino a decirme cómo tenía que hacer mi trabajo y yo le respondí: "Ponte a correr y luego hablas". Es que andaba por el campo y yo no iba a sacarle antes que gente que tenía muchas cosas mejor que él. Sin más. Ahí se acabó el debate. ¿sabes lo que no me gusta de Guardiola? Su arrogancia. La Champions que ganó con el City fue la única en la que no intentó nada raro en los partidos decisivos. Pero todos los demás años, en Manchester y en Múnich, en los días clave siempre quería ser el protagonista. Cambiaba cosas y hacía inventos para poder decir: "No ganan los jugadores, gano yo". Y esa arrogancia le ha costado varias Champions. Yo lo respeto, pero eso lo veo claro. Además, aunque eso ya no es culpa suya, ha hecho un daño tremendo al fútbol.
¿Por qué?
Porque todo el mundo se ha pasado 10 años intentando copiarle. Eso se ha cargado el fútbol italiano, que ha perdido su naturaleza. Yo decía: "¡Parad ya, no tenéis los jugadores de Guardiola!". Además se impuso la idea absurda de que jugar bien sólo era eso. Toque, toque, toque, toque, toque, toque, toque, toque... ¡Ahora en el fútbol italiano el portero juega el balón! Un desastre y además un aburrimiento que ha espantado a mucha gente del fútbol, les basta con ver los highlights. ¿Para qué vas a ver 90 minutos de pases y pases horizontales sin lucha, sin carreras…? Por suerte el fútbol está cambiando. Lo ha cambiado, la primera, España al ganar la Eurocopa con dos extremos y jugando rápido.
Supongo que está al día de la que hay montada en España con los árbitros.
En España, en Italia, en Francia… Donde menos en Inglaterra, por cultura, y ya empiezan a caer en esto también.
¿Cómo valora que el Real Madrid diga que existe una campaña arbitral en su contra?
Yo no creo en esas cosas. Al Madrid, como a todos, un día le perjudican y otro le favorecen y no es algo premeditado. Lo que pasa es que si hablamos de lo que ha pasado con los árbitros y el Barcelona, es normal que la gente sospeche porque todo lo demás son sólo teorías, pero que el Barcelona pagó al vicepresidente de los árbitros está demostrado.
Sus dos etapas en el Madrid coincidieron con esos pagos a Negreira. ¿Alguna vez sospechó?
No, ¿cómo iba a pensar algo así? Ni se me pasaba por la cabeza que alguien pudiera hacer eso.
Bueno, usted vivió un caso similar en Italia, el Calciopoli, en el que varios equipos fueron sancionados por manipular las designaciones arbitrales. La más castigada fue la Juventus que usted dirigía, a la que descendieron a segunda y le quitaron dos ligas.
Eso fue… [Resopla] Ganamos el título porque teníamos un equipazo, no necesitábamos ayudas ni teníamos ni idea de lo que podía estar haciendo la directiva. De todos modos, las sanciones fueron poco serias, porque se demostró que eran todos los clubes grandes de Italia y a unos nos castigaron mucho más que a otros. Lo del descenso, sin se hizo que se pague, lo injusto fue que nos quitaran los scudettos porque fueron legítimos. En la final de ese Mundial 2006, Italia-Francia, había nueve jugadores de la Juventus. Éramos los mejores.
¿Le sorprende que no haya habido castigo deportivo al Barça?
Sí, me sorprende mucho que no haya pasado nada. La justicia normal va lento, vale, ¿pero para qué está la justicia deportiva? Es un caso muy grave y no se entiende que el Barcelona pueda salir de algo así sin ninguna sanción, me da igual los años que hayan pasado, que tampoco son tantos.
El mejor resultado posible para el Atleti: ira y fuego en el Metropolitano

El mejor resultado posible para el Atleti: ira y fuego en el Metropolitano

Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado.

Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que los derbis se disfrutaban. Serían otros. Otros derbis u otras personas. Llegas a la redacción, al taller, al colegio de los niños y es un campo de minas. En cada encuentro aparentemente inocuo hay una trampa, un Vicente Ruiz, un Madueño, una Ana María Ortiz que llevan meses fingiendo ser personas normales, tus amigos incluso, pero son agentes durmientes.

Usted, querido atlético, tendrá sus equivalentes. Horas y charlas, bromas y cafés, pensando que son gente decente y son madridistas de los (más) chungos, de los falsos victimistas, los del contragafe y el "enhorabuena" horas antes de que empiece el martirio. Porque lo peor no es que te vacilen y presuman de Champions, lo peor es que te tomen por tonto. Te quieren vender que el Atleti es favorito, un igual al menos, y en el Atleti es indiscutible Javi Galán. No hay más preguntas, señoría.

No se tome esto como insulto, sino como síntoma. Bastante ha hecho el chaval, un descarte a principio de curso, cubriendo con dignidad el puesto cuando Simeone vio que en el regreso al 4-4-2 residía la resurrección y no tenía otro lateral izquierdo en plantilla. Aun así, el Atleti, demostrando una vez más que la ambición del equipo no se contagia a los despachos, decidió dejar pasar el mercado de invierno, con todos los títulos al alcance, sin reforzar el obvio boquete. A los tres minutos Rodrygo abusó de Galán y le gritó al emperador que iba desnudo. A este nivel, un detalle es un suicidio.

El resto fue igualado porque los puntos flojos del Atleti son más flojos que los del Madrid (como se encargó de recordar dolorosamente Brahim, supuesto fondo de armario, en el 2-1), pero los fuertes no tienen nada que envidiarle. Oblak, este De Paul centrado, Llorente a la carrera, Barrios creciente, el Griezmann organizador... y Julián Álvarez. Sobre todo, Julián Álvarez. Sobre esa piedra construirá el Atleti su iglesia, su catedral o lo que le dé la gana.

Durante todo el día discutí con Perico Simón, con Miki Murcia, con Guisasola, con Luis Martínez, con los buenos, cuál era el mejor resultado. Concluímos que perder por uno, no tener dudas con a qué salir en la vuelta, ira y fuego en el Metropolitano y si tiene que ser un desastre, que sea un desastre esplendoroso. Los Atletis del Cholo siempre empeoran cuando echan cuentas.

Y cuando me venía arriba pensando en eso, recordé que en una semana otra vez la misma tortura. Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado. Pero allí estaremos. No somos listos, pero somos fieles. De algo hay que morir, aunque siempre sea de lo mismo.

Jesús Gallego: "Si Clemente y yo no nos pegamos fue sólo porque se metieron por medio los de seguridad"

Jesús Gallego: “Si Clemente y yo no nos pegamos fue sólo porque se metieron por medio los de seguridad”

Jesús Gallego (Jaraicejo, 1968) lo ha visto todo. Desde muy cerca. Soldado en la guerra entre la SER y García hasta casi llegar a las manos, parte del núcleo duro que se marchó a la COPE… sin ofrecerle acompañarlos, director de ‘Carrusel Deportivo’ de 2014 a 2016 de donde salió por no ceder ante la empresa, testigo directo de los altos y bajos de la tele y, ahora, feliz presentador de ‘Hora 25 Deportes’ y novelista debutante, con ‘Herencia’, sobre los tiempos agitados de la Transición.

"Es una cosa que tenía en la cabeza desde hace tiempo, pero no me había puesto. En el verano del 23 terminó mi etapa televisiva, me encontré con que tenía tiempo libre y decidí lanzarme. Estuve leyendo libros que me faltaban de Vargas Llosa, que es una referencia para mí, y Juan Gabriel Vásquez, que es la hostia, y decidí que tenía que escribir algo. Me ha salido una cosa que ni yo mismo esperaba, sinceramente", explica.

Música indie, política, libros… Siempre te has movido en zonas no demasiado transitadas por el periodismo deportivo.
Creo que sigue habiendo ciertos prejuicios dentro de la profesión. Recuerdo que había un estigma y decían de ti despectivamente: "Ese lee libros". Dentro de la fauna periodística cada uno tiene sus señas de identidad y no tienes porqué renunciar a ellas. Desgraciadamente, creo que las nuevas generaciones, tanto en el periodismo deportivo como en la sociedad, han leído menos libros que las nuestras. Hubo un momento muy bueno en que, siguiendo el ejemplo de Segurola, empezó a parecer gente que escribía muy bien de deportes. Ahora faltan figuras como esas, no las veo surgir. También es cierto que entonces a menudo se decía "parece Segurola" como insulto. Joder, a mí me dicen que parezco Segurola y doy palmas. Ahora las pantallas, internet y las redes sociales han provocado una involución donde se ha priorizado el titular llamativo, breve, conciso y, si puede ser, hiriente y esa figura del periodista más reflexivo, que se recrea en el lenguaje, ha ido desapareciendo. Ojalá vuelva porque es necesario.
Llevas ya ocho años haciendo ‘Hora 25 Deportes’. No sé si es lo que esperabas porque cuando te lo dieron, tras ‘Carrusel Deportivo’, parecía un paso atrás.
Cuando cogí este programa no tenía la sensación de que fuera un proyecto a largo plazo. Salí de ‘Carrusel’ porque no llegamos a un acuerdo económico y yo no quería seguir currando los fines de semana si no estaba a gusto. Me quemé bastante y esto lo vi como una pausa, iba a empezar a hacer tele otra vez con ‘El Golazo’ y me venía bien otro ritmo, pero con el tiempo me he ido sintiendo muy cómodo, tengo una relación guay con Aimar Bretos y estoy realmente bien en ese tramo horario y en ese formato de media hora de muchas noticias, pero dando también opinión.
¿Te lo tomaste como un castigo al principio?
Un castigo no, pero sí un retroceso. Los dos años que hice ‘Carrusel’ subió un 15% la audiencia del programa. La SER estaba encantada y quería que siguiera. Me hizo una oferta, pero yo no me sentí bien tratado entonces y no la acepté. ‘Carrusel’, ‘Tiempo de juego’ o como se llame en cada cadena es el programa más duro que hay en la radio y no está reconocido. Es infinitamente más duro que hacer un programa diario de hora y media o dos horas como ‘El Larguero’ porque estar ocho o nueve horas manteniendo esa intensidad es agotador y dificilísimo. Había días que salía fulminado del programa y, además, lo haces sábados y domingos, pierdes enteros los dos días en los que la gente hace la vida. Los cumpleaños, las barbacoas, las fiestas, las resacas, el amor, la vida familiar… Todo pasa el fin de semana y tú te lo pierdes. Yo estaba muy quemado vitalmente y necesitaba un respaldo de la empresa que no sentí. Ahora entiendo lo que sucedió: la SER estaba pendiente de que De la Morena se iba, dieron por hecho que yo seguía en ‘Carrusel’ y como estaban con el otro problema más gordo no prestaron mucha atención a lo mío.

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Y se estropeó todo.
Claro. Es comprensible a nivel empresarial, pero a nivel personal tú piensas en lo tuyo. Yo me estaba matando, los resultados eran buenos y nos enzarzamos en una negociación agria. No hubo un acuerdo y yo me acogí a una cláusula que puso la empresa cuando me dio ‘Carrusel’ por si los resultados eran malos. Decía que si en dos años no continuaba, volvía a mi anterior situación contractual y punto. Entonces eso es lo que hice.
¿Te arrepientes de no haber cedido?
Hubo un tiempo que tuve dudas de si me había equivocado y fue jodido porque todo el mundo interpretaba: "Hostias, se han cargado a Gallego". Estar explicando todo el rato que no era así, que no es porque fuera mal el programa, era un coñazo y te jodía un poco en el orgullo, pero con el tiempo me he dado cuenta de que para mí ha sido un crecimiento. He tenido otras experiencias porque hacer ese programa constriñe tu vida en todos los aspectos, mentalmente supone un esfuerzo tan brutal que no existe nada más.
¿Cómo puede llevar Paco González más de 30 años haciéndolo?
Porque es muy bueno y porque sólo ha hecho eso. El talento creativo de Paco González, que es enorme, lo ha dedicado exclusivamente a ese carrusel que se inventó en la SER, todo ha estado ahí y no ha podido crecer en nada más. Paco hubiera podido funcionar en la tele, en un programa de entrevistas, en cualquier otro formato, pero cuando estás metido en eso no puedes hacer nada más. No hay forma.
¿Siempre quisiste ser periodista deportivo o fue azar?
Fue casual. En el verano del 90, estaba en cuarto de carrera, me parece e hice las pruebas de la SER. Eran 70 preguntas tipo test de sociedad, política, internacional... A mí me gustaba el deporte y escuchaba a De la Morena, primero a las tres de la tarde y luego ya en ‘El Larguero', pero no quería hacer Deportes. Lo que sucedió es que me seleccionaron y me hizo una entrevista Luis Fernández, que era director de Informativos y luego sería presidente de RTVE. Me preguntó qué me gustaría hacer y yo le dije lo típico: el ‘Hoy por hoy’ de Iñaki Gabilondo, el ‘Hora 25’ de Carlos Llamas, los deportes... Ahí se le iluminó la cara porque se había ido una parte de la redacción a Canal+, Alfredo Relaño, Chus Galán, Carlos Martínez, Chus del Río… Había hueco y necesitaban gente. Y me preguntó otra cosa que te explica bien cómo veían entonces los Deportes en la SER.
¿Qué te preguntó?
Que si yo escuchaba los deportes de la SER y cuando le respondí que sí, que escuchaba ‘El Larguero', me dijo: "Pero qué vas a escuchar ‘El Larguero’, tú escuchas a García como todo el mundo". Flipé con que el director de Informativos de la SER me dijera eso. El caso es que me mandó a Deportes y esas circunstancias condicionaron mi vida completamente. Es acojonante. Evidentemente eso me ayudó a crecer porque había huecos. Si no, quién sabe, a lo mejor estás tres meses y a la calle.
Ese ambiente de redacción joven contribuyó a crear el grupo de amigos que fue durante muchos años Deportes de la SER.
Efectivamente. Una de las cosas que fue fundamental es que la diferencia de edad con Lama y Paco, que eran los líderes allí, no era tan grande. Ellos habían llegado muy pronto a ser top, pero tenían muy pocos años más que yo, así que había una coincidencia generacional que ayudó a que todo fuera fácil. Currábamos, hablábamos, salíamos y nos divertíamos. Ellos eran los cracks y nosotros estábamos llegando, pero éramos un grupo de amigos. Y encima surgió la guerra con García que nos unió aún más. Yo entré justo cuando sancionaron y apartaron de la radio a De la Morena porque contestó a García en antena y le llamó de todo. En su ausencia, ‘El Larguero’ lo hacía Paco y en aquella época me pasaba el día entero en la radio. Iba a la Ciudad Deportiva del Madrid por la mañana, enlazaba con SER Deportivos a mediodía, luego el programa de Lama por la tarde y acababa con ‘El Larguero’, Estaba todo el puto día en la radio y era feliz, pese a que luchar contra García era muy difícil y desagradable.
¿En qué sentido?
En que te la clavaba todo el rato. Quedabas con un tío que era protagonista porque habías tenido la suerte de llegar primero al sitio donde estaba, le habías dicho que le íbamos a llamar por la noche y había aceptado. Luego le presionaban, se echaba atrás y entraba con García. Eso te jodía muchísimo y la frustración generó una unión que nos hizo muy guerreros y muy luchadores. Aquello empezó a ser una guerra contra García, volvió De la Morena con su manera de ser y le plantó cara y fue creciendo hasta que, casi sin darnos cuenta, estábamos por encima. Fue un despliegue tremendo.
Se ha mitificado mucho aquella guerra, pero también hay voces críticas que dicen que fue muy negativa para el periodismo. ¿Cómo lo ves habiéndolo vivido desde dentro?
Creo que todo el mundo sobrepasó líneas que no se debían haber sobrepasado. Era una situación muy encrespada desde el inicio porque García era un personaje, no nos engañemos, que desde sus inicios había basado su éxito en que en España estaba él y sólo él. Hace poco, en un documental, cuenta cuando secuestraba a los protagonistas. Llegaban a Madrid, los cogía, los encerraba y se acabó. Era él y era su exclusiva.Cuando tienes eso enfrente, acabas utilizando las mismas armas para defenderte. En aquella época de reportero pasé muy malos ratos porque la presión y la competitividad no eran sanas. No me gustaría que las nuevas generaciones vivieran eso.
¿Tú también actuaste de manera inapropiada?
No. Siempre he tenido muy buena relación con los reporteros de García y me he llevado fenomenal con Pipi [Estrada] y el resto. Digamos que el enfrentamiento que había entre De la Morena y García, de insultarse el uno al otro, no podíamos permitir que llegara a donde estábamos nosotros, que era juntos en la banda y en los entrenamientos, porque eso hubiera derivado en cualquier cosa, incluso en agresiones. Yo siempre intenté asumir la derrota. Llega un momento en que hay que ceder y si has perdido, has perdido. Lo que me jodía era ganar y que me robaran por la puerta de detrás. Te sentías muy frustrado. Creo que aquella fue una etapa increíble de la radio española, con momentos muy emocionantes, pero ojalá no se vuelva a repetir porque muchos periodistas lo sufrieron y lo sufrimos.
La guerra principal derivaba en otras colaterales, como la de Javier Clemente. En su episodio más tenso, llegaste a las manos con él en la Eurocopa del 96.
La situación estaba muy caliente porque ‘El Larguero’ ya era líder y Clemente era un personaje entregado a García. Yo no podía con que en las ruedas de prensa previas a los partidos le preguntásemos por el planteamiento, nos dijera que no nos iba a dar la alineación a nosotros, que se la guardaba para los futbolistas y, por la noche, García dijera el once cada vez. Me encabronaba muchísimo y al día siguiente me dedicaba a calentar a los veteranos como Iñaki Cano, Manuel Esteban o Enrique Ortego . Les decía: "Clemente se ha meado en vosotros, luego estáis en los corrillos con él haciendo bromas, no os cuenta nada y se lo dice todo a García, os ha humillado…".. Les ponía la cabeza como un bombo porque yo contra eso me rebelaba. Y ese mal rollo explota en la Eurocopa.
¿Cómo y por qué?
El detonante fue que, los días antes de los partidos, la selección entrenaba a puerta cerrada en el campo del Leeds y yo, a través de un amigo, había conseguido ver los entrenamientos. Clemente llegaba, ensayaba con Alkorta en el centro del campo y yo lo veía. Entonces, por joderle, en la rueda de prensa le preguntaba directamente: "¿Por qué mañana va a jugar Alkorta en el medio?". Él se ponía negro y los jugadores también, porque pensaban que había uno que me filtraba. Eso fue creando una tensión hasta el último partido del grupo. Logramos pasar a la siguiente fase con el gol de Amor y yo estaba en la zona mixta entrevistándole cuando pasó Clemente, me dio una hostia en el micrófono y dijo delante de todos: "Amor, no hables con estos hijos de puta".Me soltó la mano y, claro, con la tensión le llamé cabrón, me fui a por él y se montó el número. Si no nos llegamos a pegar fue sólo porque se metieron por medio los guardias de seguridad.
Luego, Lama y Paco querían irse a por él.
Sí, sí, claro. Piensa que todo esto lo estaban escuchando porque estábamos en directo. Fue súper desagradable, no lo disfruté y me convertí en protagonista esos días sin querer serlo. Fue difícil porque luego los jugadores de la selección con los que yo tenía relación del Real Madrid, como Alkorta o Cañizares, me evitaban porque no querían problemas. Una situación muy jodida. Recuerdo que me llamaron de ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’, que era un fenómeno de la hostia, querían mandarme una cámara y estuvieron una hora intentando convencerme, pero estaba hasta los huevos del tema y dije que no.
Jesús Gallego posa para la entrevista.

Jesús Gallego posa para la entrevista.Alberto Di Lolli

Y tras todas esas vicisitudes, llega 2010. El despido de Paco González de la SER y la separación. ¿Cómo lo recuerdas?
Todo empezó, el día de la final del Atleti en la Europa League, con algo que no entendimos ninguno. Por más que hubieran discutido, no tenía sentido que apartasen a Paco del programa porque se habla siempre mucho de ‘El Larguero’, pero el ‘Carrusel’ de Paco González era un fenómeno exactamente igual. Iba como como un tiro y, de pronto, estalla esto. El director de la SER quería que se hicieran unos programas de cara al público durante el Mundial y Paco, que se había ganado ya de sobra un estatus, dijo que él no los iba a hacer porque ese tipo de carruseles son un coñazo, que es cierto. Se calentó la cosa, hubo un enfrentamiento y apartaron a Paco de antena, que es como si Fernando Alonso un día decide que no hace unos entrenamientos y le quitan el coche. Fue un error, pero como nadie lo paró, fue creciendo, llegó el despido y todo lo que vino después ya es consecuencia de esa mala gestión inicial de la radio. Fue una puta locura.
Y en lo personal, ¿cómo viviste esas semanas?
Me comí un marrón importante porque le quitaron a Paco el ‘Carrusel’ de la última jornada de Liga, alguien tenía que hacerlo y el director de la SER me lo mandó a mí. Pedí consejo a Manolo [Lama], porque Paco estaba desconectado y era muy difícil hablar con él, y me dijo que no montásemos más lío y lo hiciera. Quedó bien, no por mí sino porque estaban Pepe Domingo y el resto del equipo y aquello funcionaba solo, y la radio me dijo que también querían que lo hiciera en el Mundial. La verdad es que no sabía qué hacer porque Paco o gente del grupo se lo podía tomar como una traición y yo no quería eso.
¿Qué hiciste?
Volver a preguntar a Manolo, con el que tenía una relación especial de haber viajado 15 años juntos, y además era el que estaba allí. Me dijo: "Pídeles una pasta, hazlo y ya está". Y fue lo que sucedió. No fue fácil porque el ambiente era raro, malo. Yo estaba centrado en hacerlo bien y que no se notaran la tristeza y la tensión, pero me daba cuenta de que había gente ya que estaba con la cabeza en otra parte. Los programas salieron bien, no hubo ningún problema, pero cuando terminó aquello todo el mundo había decidido quién se iba y quién se quedaba.
¿Tú también?
Bueno, es que yo no llegué a tener la opción de irme, ni siquiera negociamos, y la SER, por su parte, quiso que me quedara.
Pero para la temporada 2010-11 no te dieron el ‘Carrusel’ tras haberte comido el marrón inicial. ¿Por qué?
Durante el Mundial tuve reuniones con la dirección donde me decían que lo estaba haciendo muy bien, que iban a quedar huecos libres, que tenían que saber qué quería hacer yo… Pero yo les dije en todo momento que no iba a decidir hasta que acabase el torneo porque, esa es la verdad, también tenía en la cabeza que a lo mejor me iba a la COPE con Paco y Manolo, que me iban a hacer la oferta, con lo cual yo no estuve ahí hábil para asegurarme ‘Carrusel’.
Sinceramente, siempre pensé que sí te habían ofrecido irte con ellos.
No. No tuve ni la opción.
¿Sabes por qué no te lo ofrecieron?
No lo sé y me lo he preguntado, pero sus razones tendrían. Luego he trabajado muchos años con Manolo en la tele y ni siquiera se lo he preguntado porque es un tema que ya había pasado y tampoco iba a quemarme la sangre con ello.El caso es que no tuve una oferta para irme a la COPE y en la SER decidieron apostar por Javier Hoyos, con lo cual yo seguí haciendo mi programa y debí ser de los pocos que no sacó nada de todo el lío. Me sorprendió un poco, pero tampoco podía hacer más.
¿Con Paco González has vuelto a hablar?
Sí, tenemos trato. Indudablemente la relación ya no es la de antes, es normal. Con Manolo he mantenido la amistad porque me llamó para para ‘El Golazo’ y he estado con él cinco años aprendiendo y pasándomelo que te cagas. Con Paco mantengo contacto, nos mensajeamos de vez en cuando sobre asuntos personales y hay un cariño eterno porque he aprendido de quien he aprendido, pero la relación de amistad cómplice que teníamos en la SER se ha perdido.
Ahora no estás haciendo tele, ¿lo echas de menos?
Hombre, económicamente… [risas]. A cambio, me he puesto a escribir, que me llena muchísimo. Fíjate que yo no empecé en la tele en deportes, sino haciendo el programa de actualidad, ‘Te vas a enterar’, en Cuatro, en 2012. La verdad es que el formato iba muy bien, pero cometimos un error y es que el director mandó una cámara a un escrache en la casa de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y se montó un pollo en Mediaset que ya vi que el programa estaba en peligro. Ese verano, cuando me fui de vacaciones, la productora me dijo que tenía la posibilidad de irme a ‘Deportes Cuatro’ y yo no quería, porque me encantaba ese programa, pero me dijeron que, viendo el panorama, mejor lo cogiera. Estuve un año haciendo el informativo por la tarde y estaba todo bien, pero entonces me convencieron de coger ‘Carrusel’ y lo dejé porque no podía compatibilizarlo.
Volverías, ya en 2016, a ‘El Golazo’.
Sí, la verdad es que esos años con Manolo fueron la hostia. Más allá de los datos de audiencia, que eran muy buenos, por lo que más cariño tengo a ese programa fue por el buen rollo, la sensación de que no había jefes, que todos éramos iguales, el ambiente familiar que era parecido al que de la primera época de la SER. Cuando me fui de ‘El Golazo’ lloré a lágrima viva.
¿Y por qué te fuiste?
Porque la oferta de Movistar era irrechazable, pero me follaron en un año [risas]. Me fichó un director, al año lo pasaron a otro departamento y trajeron uno nuevo que se cargó al que había fichado su antecesor. Un clásico. Nos reunimos y yo le daba opciones y le planteaba propuestas, más que nada porque había dejado otro curro por ellos y me largaban al año, hasta que al final me dijo textualmente que es que quería poner por mí a una chica joven y atractiva.
¿A quién pusieron?
A Lucía Villalón.
Pese a todo, eres razonablemente optimista con el estado del periodismo deportivo.
Sí. Tú eres muy crítico con el panorama, pero yo no tanto. En realidad creo que es el mismo periodismo deportivo de siempre, con un espectro muy amplio en el que hay cosas mejores y cosas peores. Lo único que es claramente peor es lo que se paga a los chavales, pero en cuanto a los contenidos sigue habiendo mucho entre lo que elegir. Lo que pasa es que los formatos de bufanda, a rebufo de ‘El Chiringuito’, han crecido bastante y hay menos reductos de ese periodismo más sosegado y más analítico. Yo echo mucho de menos a un tipo como Michael Robinson, ese fenómeno comunicador que tenía gracia sin ser bufandero, que informaba en serio sin ser aburrido, que era culto sin ser elitista. Era la figura perfecta. Pero ha entrado gente nueva, esos que algunos llaman panenkitas, y han explotado los podcasts… No sé, es un aire fresco que a mí me gusta. Yo disfruto con el panorama.
En realidad, estas renovaciones son cíclicas.
Claro. Hoy hay mucha gente esperando a Pedrerol como antes había mucha gente esperando a García. Hay un punto de envidia ahí hacia el que tiene éxito. Lo que me molesta es que desde Barcelona se nos equipare con ‘El Chiringuito’ a todos los que trabajamos en Madrid. Todos somos caverna y te hablan siempre en segunda persona del plural: "Vosotros decís que el Madrid todo lo hace bien". A ver, lo dirán unos sí y otros no. Si yo tengo que decir que el Madrid hace el ridículo no yendo al Balón de Oro, que es una cagada brutal y que han tirado el prestigio del club por los suelos, lo digo y me toca los cojones.
¿Cómo ves su denuncia de una campaña arbitral contra él?
No olvidemos que ha sucedido algo sustancial en los últimos años que es el caso Negreira. Eso ha sido muy duro, me ha cambiado la perspectiva y no puedo abstraerme por más que piense que Florentino y Real Madrid TV se pasan y deberían cortarlo. Bien, pero lo realmente grave es que el Barcelona pagó 17 años al vicepresidente de los árbitros y mientras eso esté sin castigo, todo lo demás es secundario.
Iñaki Cano: "Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza"

Iñaki Cano: “Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza”

Iñaki Cano (Madrid, 1957) es periodista, marido de periodista (Toni Martínez, de ‘Herrera en COPE’) y padre de periodistas (Iñaki, en Movistar+, y Dani, en 'As'), pero no se suma a esa visión vocacional del oficio que tanto nos gusta vender para disimular sus miserias. "No, no, de vocación nada, yo llegué a esta profesión por amor. Por estar con mi mujer y que los buitres no se la llevaran", cuenta con su voz de trueno y remata con una carcajada que lo mueve todo excepto su bigote, esa imagen de marca que mantiene intacta desde sus tiempos en TVE. Allí se hizo famoso en los años 80 y 90 y siguió hasta 2006, cuando dio el salto a Onda Cero para conducir ‘Al primer toque’. La aventura, como explicará luego, acabó pronto y mal por motivos turbios y desde entonces ha sido un trotamundos laboral con El Chiringuito y Radio Marca como escaparates actuales.

Tras todas las vicisitudes que has vivido en el periodismo, especialmente las últimas dos décadas, ¿no intentaste disuadir a tus hijos?
Sí, sobre todo a Iñaki, que es el mayor. Nosotros queríamos un médico o un abogado, pero en unos Reyes le regalamos un radiocasete con micrófono para cantar, porque se sabía todas las canciones de Los 40, y unos días después nos despertamos mi mujer y yo y nos encontramos al niño con un partido de fútbol en la tele y narrándolo con el cacharro ese. Dijimos: "A tomar por culo el médico". De todos modos, en mi casa, por salud, no hablamos de periodismo y Toni y yo somos muy críticos con ellos. Estamos muy orgullosos de lo que hacen, pero no regalamos el elogio y ellos, al parecer, están agradecidos.
¿Orgullosos pero preocupados?
La profesión ya no está tan bonita como estuvo. Doy clase en un máster y la primera pregunta que hago es quién quiere ser famoso o millonario. A los que levantan la mano, les digo que se dediquen a otra cosa. Los que quieren ser Paco González, Manolo Lama o, ahora, Rubén Martín van muy mal porque esos ya existen. Es una profesión cada día más vocacional, porque es difícil ganar dinero, pero sin embargo da una satisfacción enorme al ególatra que todos los periodismos llevamos dentro, como es que alguien te reconozca y te diga que lo que has hecho es bueno, pero ahí siempre recuerdo lo que me dijo Paco Vela, uno de mis primeros jefes: "El éxito solo figura delante del trabajo en el diccionario". Y aún así, en esta profesión currar mucho casi nunca garantiza el éxito.

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Tú sí pillasteis una época en la que el periodismo deportivo era un chollo: trabajo, buenos sueldos, viajes, dietas…
Sí, y eso que llegué un poco tarde. En Radio España empecé con la música y los magazines y hasta mediados de los 80 no pasé a deportes, con Andrés de Sendra y J.J. Santos. Tuve la suerte de que rápidamente empezaron a confiar en mí y ya me empecé a tomar en serio lo de ser periodista.
¿Qué plan de vida tenías hasta entonces?
Era disc jockey en la Gran Vía y en unas cuantas salas más y, además, jugaba muy mal al fútbol, pero estaba en Tercera y ganaba mi dinerito. Te daban hasta 5.000 pelas por partido ganado, que entonces era un pastón. Y luego me iba a la discoteca y me pagaban 300 0 400 pesetas por noche y las copas gratis. Vivía como dios [risas]. Y me lo pasaba muy bien, porque era el Madrid de los 80 y he sido muy canalla.
Era la época en la que periodistas y futbolistas salíais juntos por la noche.
Mira, ahora que mi hijo Iñaki ha escrito un thriller (‘Si te digo mi nombre, tendré que matarte’), si yo le contara todo lo que he vivido tendría para hacer una saga, pero he valido siempre por lo que callo y no por lo que cuento. Nunca me ha interesado la vida personal de la gente, sólo la vida profesional, y eso lo he tenido muy, muy, muy, muy en cuenta a la hora de relacionarme con los futbolistas. Los de aquella época me apreciaban porque sabían que era un tío legal y de fiar.
¿Con quiénes tuviste más trato?
Lo increíble es que con casi todos los del Madrid y el Atleti. Tenías la gran ventaja de que al acabar el entrenamiento en la Ciudad Deportiva o en el Calderón, íbamos a tomar cañas o un café con ellos. Con Juanito, con Vicente del Bosque, con Camacho, con Adelardo, con Ufarte, con Luis Aragonés... Había dos bares, uno en la Castellana y otro en Pirámides, donde te reunías con ellos y hablabas de que los niños no dormían porque tenían fiebre o de dónde ir de vacaciones. Los entendías un poquito más y, aunque teníamos nuestras enganchadas, formabas una relación. Eso es lo que la gente echa ahora en falta del periodismo deportivo.
¿Nos lo hemos cargado entre todos?
No. Principalmente se lo han cargado los clubes. Es cierto que entonces éramos ocho periodistas y ahora son 800, pero los clubes se empeñaron en tener su Comunicación, que me parece muy lógico, y controlarlo todo ellos como si los medios no fueran necesarios. Ahí es donde se equivocan, creo, porque no todos los aficionados del Atlético de Madrid, del Real Madrid o del Barça ven la televisión de su club, entran en la web oficial o están en redes sociales. La mayoría está escuchando la radio, viendo la tele o leyendo un periódico. Creo que el futbolista no es tan gilipollas como parece, son como tú y como yo, con momentos mejores y peores, virtudes y defectos. Si tú te sientas con ellos a hablar, puedes sacar cosas bonitas que les hacen humanos, pero al encerrarlos en una burbuja todo eso se pierde. Lo peor es que no creo que tenga ya vuelta de hoja.
Ese alejamiento de los protagonistas ha derivado en que, en radio y tele, el periodismo deportivo sea en un 90% tertulias, más o menos encendidas.
En eso quiero defender a algunos porque hay tertulias y tertulias. Hay algunas en las que la bronca es constante, pero en las buenas se mezcla la bronca con mucha información. Lo que sucede es que esta es una profesión de ególatras y envidiosos que se cabrean cuando otro saca una noticia y no le dan importancia o, peor, se dedican a atacar al que lo ha hecho mejor.
¿Esto va por las críticas que recibe ‘El Chiringuito'?
Sí, pero no sólo. En las tertulias de la SER, la COPE o Radio Marca también se sacan muchas noticias. Lo peor que podemos hacer en esta profesión es sentarnos en un plató para hacer una tertulia sin tener información. Si haces eso, pensar que con opinar basta, la vas a cagar. Sé que con cualquier defensa que haga de ‘El Chiringuito’ más de uno va a decir: "Joder, ¿cómo no lo vas a defender si estás ahí currando?". Es verdad, pero podría callarme y fuera. Te digo una cosa con total sinceridad: me gustaría o me hubiera gustado tener el equipo que tiene Pedrerol, gente joven que lo ve, lo huele, está y tiene atrevimiento. Mira, ‘El Chiringuito’ es conocido en todo el mundo y no triunfas a ese nivel sólo por hacer ruido. Recomendaría a todo el que critica a Pedrerol que le viera en directo hacer un programa. Mira que he hecho tele en directo y me da envidia cómo maneja todo. No es casualidad que sea el programa al que todos han imitado luego y ahora todos esos que envidian, protestan y rajan siguen la corriente de las informaciones que da ‘El Chiringuito’.
Retrocedamos 60 años. Te aficionaste al fútbol… en Suiza
Sí. Yo soy emigrante, hijo de emigrantes y por eso me duele toda esta ola antiinmigración que vivimos. Tengo un respeto bestial por todos los que vienen a buscarse la vida porque sé lo mucho que se sufre intentando sacar las castañas del fuego. Soy de un barrio de aquí al lado, de Manoteras, y nos tuvimos que ir a Suiza cuando yo tenía tres años. Mi padre era un madridista acérrimo, vi la sexta Copa de Europa del Real Madrid, la de los yeyés, a través de una ventana, subido en un barril de cerveza fuera del Centro Español de Grenchen. Mi padre era un enfermo de aquel Madrid. Una de las cosas bonitas que me ha dado esta profesión fue que, muchos años después, ‘Marca’ celebró en el Ritz una fiesta homenaje a las primeras Copas de Europa y, junto con Juan Manuel Gozalo, hice una entrevista conjunta a Alfredo Di Stéfano, Paco Gento y Ferenc Puskas. Les comenté que me tenían hasta el gorro porque mi padre no paraba de hablar de ellos durante toda mi infancia. De ellos y de Amancio, que es el futbolista que más me ha enganchado. Amancio, luego Cruyff y Maradona.
Muy ecléctico el podio.
Sí, sí. Amancio era la hostia, ahora con los highlights sería trending topic cada fin de semana. De Cruyff me enamoré porque en Suiza veíamos mucho a Beckenbauer y a Johan porque eran las ligas que ponía la televisión alemana. Cuando he estado a su lado, me he vuelto loco. Y Maradona, es otra cosa, es el genio, el mito… Para mí es el mejor, aunque en estas cosas siempre es fundamental lo que tú hayas vivido y a qué edades. Veía a Maradona y… Joder, ¿cómo este tipo embarrado hasta el cuello y recibiendo patadas a la altura de los dientes es capaz de esto? Hacía cosas maravillosas.
Te escuché una vez que hay dos personajes capitales en el inicio de tu carrera periodística: Pepe Domingo Castaño y Joaquín Prat.
Pepe trabaja mucho tiempo con mi mujer, primero en la SER y luego en la COPE y es... Joder, sigo hablando de él en presente. Era un amigo excepcional que siempre te daba muy buenos consejos. Le adoro, le admiro y ojalá hubiera podido imitarle. Y Joaquín Prat es el que me ficha para la COPE desde Radio España y, luego, me voy con él a Radio Nacional. Eran dos personas maravillosas, como lo es José Ángel de la Casa, que sería el tercero en esa lista.
Puede ser la única persona en este mundillo de la que nadie habla mal.
Es que es muy difícil hablar mal del Tofo [De la Casa]. En esta vida he defendido a Pepe aunque la cague, a Joaquín aunque la cague, a Juanma Gozalo, que he llegado a estar sin hablarme con él y teníamos bronca diaria, aunque la cague... Pero a José Ángel ni siquiera he tenido la necesidad. Entre lo callado y lo buen tipo que siempre ha sido es muy difícil hablar mal de él. Creo sinceramente, y desde aquí lo pido, que merece y necesita un gran homenaje del periodismo español, pero que se den mucha prisa porque lo necesita ahora. Lo tiene que vivir y disfrutar mientras aún pueda. En este país todos somos muy buenos cuando hemos muerto, pero José Ángel ha sido la hostia y se merece ese homenaje en vida. Ahora ha cambiado la narración, con internet todo está ahí, pero cuando viajabas con 200 periódicos para intentar saber de qué jugaba Fulano, allí estaba el Tofo con su libreta y su calma tensa. No perdía nunca los papeles, salvo aquel día por culpa del Señor. Es un tipo sensacional.
En RTVE es donde te haces popular. ¿Cuánto contribuyó ese bigotazo?
Teresa Vega, que es la viuda de Pepe Domingo, siempre me decía que, hiciera lo que hiciera, cambiara lo que cambiara, para la gente Pepe siempre tenía su pelo largo, sus canas, sus gafas y su sonrisa, que esa es la imagen con la que siempre se le va a recordar. A mí me pasa lo mismo con el bigote, la perilla de mosquetero malo y el pelo tirando a largo.
Mantienes pelazo
Sí, si no me enfocan desde arriba [risas].
Eres parte de una generación de reporteros de tele y radio que vivistes en la banda las tensiones de la guerra García-De la Morena.
Con eso estoy muy quemado.
¿Por qué?
Porque me joden los pacificadores falsos. Te lo digo así de claro. Mira, perdono a José María García porque es mayor y ya no quiere líos, no porque trabaje con él en los Megacracks del Inter Movistar, que me lo paso de maravilla y me lo pagan muy bien. Tuvimos muchas broncas en su día, pero hemos hablado, nos hemos calmado bastante y ahora nos llevamos de maravilla. Sin embargo, que ahora él y José Ramón de la Morena quieran pacificar el mundo con la que liaron es una vergüenza. El daño que se hayan podido hacer entre ellos y a sus respectivas familias, que se lo perdonen ellos si quieren, pero el daño que han hecho a la profesión es imperdonable. Fue una época terrible, desagradable y nada edificante.
Iñaki Cano posa para la entrevista.

Iñaki Cano posa para la entrevista.SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL

¿Os afectaba también a los que no trabajabais con ellos?
Yo estaba en terreno neutral, pero era imposible apartarse de aquello porque todo el rato había dos bandos y, aunque tú te limitases a hacer tu trabajo, era conmigo o contra mí. Cuando estaban en la guerra con Clemente, en la guerra con Florentino, en la guerra con Mendoza… Cualquier cosa te posicionaba en una batalla que no iba contigo. Ellos creen que han levantado la profesión, pero lo único que levantaron seguro fue sus cuentas corrientes. El fútbol y el deporte le habrían interesado lo mismo a la gente con ellos que sin ellos.
Siempre has tenido fama de ser bastante beligerante.
No he sido nunca un pacificador. En la banda, aunque Roberto Gómez me llame Poulidor porque dice que llegaba siempre el segundo, peleaba por mi empresa como el que más y cuando he tenido que reprocharle algo a otro periodista, no me he escondido, lo he cogido, me lo he llevado aparte y se lo he dicho a la cara. Pero este tipo de batallas sucias nunca me ha interesado. Estoy muy agradecido a esta profesión y a lo que he conseguido viniendo de donde vengo y a base de currar, pero a mí esto de las pacificaciones de cara a lavar tu imagen no me gusta un pelo.
Presentaste ‘Estudio Estadio’ con otro clásico, Juan Carlos Rivero. ¿Qué tal fue vuestra convivencia?
Rivero no me ha perjudicado, pero tampoco me ha beneficiado. Él va a lo suyo, es un corcho que siempre flota, pero no tengo ninguna queja sobre él. Ahí su conflicto es más con Paco Grande, que es un tipo con el que tuve grandes enfrentamientos y, sin embargo, ahora sé que tengo que estarle muy agradecido porque aprendí muchas cosas de él y, con el paso de los años, he visto que es uno de los mejores profesionales que tenemos en España. Poco valorado.
¿Por qué en TVE siempre hay bronca?
Televisión Española tiene un problema y es que se dirige políticamente. Gana Pepe las elecciones y el Gobierno decide que Juanito sea el nuevo director, Juanito a su vez coloca a su amigo Curro de jefe de Deportes y a partir de ahí hacen unas cosas que uno no llega a entender. Esto es tan viejo como la democracia, no es cosa de este Gobierno, por eso no he entendido ese lío con Broncano, que es un fenómeno, que hace un trabajo excelente con naturalidad y ha enganchado a mucha gente que ni soñaban que iban a encender la tele. ¿Que cobra un dinero? Coño, pues claro, como todos. Las cosas raras en TVE son otras. Por ejemplo, yo aún no sé porque me quitaron de ‘Estudio Estadio’.
¿Qué te dijeron?
Nada, no le gustaría al nuevo jefe de Deportes, que era Pedro Barthe. Por política no fue porque yo soy de izquierdas y me quitaron cuando llegó Zapatero. Que vienen los míos, cuerpo a tierra [risas]. Lo que sí sé es que ‘Estudio Estadio’ nunca ha vuelto a tener las audiencias que hacíamos nosotros ni los protagonistas que llevamos nosotros: Florentino Pérez, Ronaldo, Valdano… Al final me fui de RTVE porque Barthe me sentó en una esquina como una planta, no me ofreció hacer ninguna otra cosa.
Y también porque Onda Cero te ofrece presentar su programa nocturno, ‘Al primer toque’.
Sí, lo que pasa es que aquello, que parecía una aventura estupenda, acabó siendo una de las experiencias más duras y desagradables de mi carrera.
¿Por qué?
Me sacan del programa tras sólo un año porque me niego a entrar en una guerra contra José Ramón de la Morena. Me pedían que le diera de hostias cada noche y yo le dije a [Javier González] Ferrari, que era el presidente de la radio, que yo no estaba allí para eso, que a mí me habían fichado para hacer un programa de deportes nocturno con muy buenas audiencias. De hecho, cuando lo ficharon, De la Morena me parece que no superó nuestras cifras de audiencia. Las económicas, sí… por mucho. Yo tenía buen rollo con De la Morena, no éramos íntimos ni he pasado la Nochevieja en su casa como tantos poderosos, pero me niego a hacer eso porque no estoy en esta profesión para dar hostias a los compañeros, yo no utilizo el micrófono para hacer daño a la gente.
¿Qué te dijo Ferrari?
Que a ver cómo lo solucionábamos y le respondí que muy fácil, que me pagara lo que me tocaba y me iba a la puta calle sin ningún problema. Y me fui. En ese momento, y esto sí que quiero que conste en acta, de este maravilloso mundo que somos los periodistas sólo me llamaron para ver en qué podían ayudar Elías Israel, Paco García Caridad, Guillermo Salmerón y Josep Pedrerol, que fue el primero. Eso no lo puedo olvidar porque el palo que me llevé fue muy gordo, me quedé en el paro sin haber hecho nada nada mal. ¿Sabes quién no me llamó nunca?
¿Quién?
De la Morena. Ha sido muy cruel conmigo porque en todo este tiempo jamás me ha agradecido que me negase a ir a por él a costa de mi trabajo. Y ahora ya me da igual, pero entonces lo necesitaba y él era el tío más poderoso de la radio. Al mes o así, sí que le mete un palo muy grande a Onda Cero y a Ferrari explicando mi salida, pero a mí nunca me llamó para ver cómo estaba la situación o si me podía ayudar en algo, porque yo me quedé boquerón en ese momento. He seguido trabajando todos estos años porque soy bueno, pero ni nóminas fijas, ni estabilidad ni nada. Por eso, ahora que va reuniéndose con unos y con otros como si fuera Nobel de la Paz, me pregunto cómo puede ser así una persona. Será todo lo bueno que se pueda ser como periodista, pero como persona no merece la pena. De hecho, he coincidido varias veces con él desde entonces y, siendo yo el dañado, le aparto la mirada. Como no soy creyente, no voy a andar con disimulos para no ir al infierno.
¿Lo pasaste muy mal esos meses?
Fatal. Desaparecí tres meses de la vida porque tenía un bajón de cojones. No llegó a depresión, creo, pero no veía tele, no escuchaba radio, no quería saber nada de este mundo porque no entendía que había hecho yo mal para verme así. Por suerte, me quedaba toda una vida por delante y vuelvo a dar las gracias a estas cuatro personas que, pese a que a Pedrerol le dejé tirado al principio en Punto Radio, me llamaron y me dijeron: "Iñaki, tú no te preocupes, tú conmigo". Y aquí sigo, gracias a ellos, pero el que me tenía que haber sacado del hoyo no lo hizo.
Aquí sigues gracias a ellos y a los médicos.
Sí, hace ya ocho años tuve un infarto. Estuve muerto y me reanimaron con varias descargas del desfibrilador, pero ahora estoy perfectamente. Gordo, pero bien. Tengo tanto que agradecerle a mis hijos, que han comprendido mis ausencias, y a mi mujer, que siendo la mejor periodista de la familia me ha comprendido, me ha ayudado y ha sabido soportar mi ego... Así que estoy empezando a adelgazar para intentar gustarle otra vez, se lo debo [risas].
¿Seguro que el filial del Barcelona es el Atleti?

¿Seguro que el filial del Barcelona es el Atleti?

En lo que va de temporada se han producido los siguientes hechos: el Real Madrid ha perdido sus dos partidos contra el Barça por un global de 2-9, el Atlético ganó 1-2 a los de Hansi Flick en Montjuïc y Gil Marín lideró el veto de LaLiga a la inscripción de Dani Olmo mientras Florentino Pérez, que ya dijo en su día que "necesitamos un Barça fuerte". respaldaba a su aliado Joan Laporta. Repito: son hechos. No sospechas, suspicacias o teorías de la conspiración. Fríos datos. Pese a ello, cierto madridismo aún acusa al Atleti de ser un filial culé.

Quizás esta noche los azulgrana arrollen al Atleti, pero eso no cambiaría una realidad indiscutible: el mayor aliado del Barcelona en el fútbol español es el Real Madrid. Y entiendo que eso duela a sus aficionados, porque es una postura empresarial absolutamente contraria a la esencia sentimental de este juego, pero es lo que hay.

Esa esencia sentimental es la misma que provoca, por supuesto, eso que tanto molesta al madridismo: que el aficionado atlético prefiera de manera abrumadora que, no afectando a su equipo, gane el Barça y no el Madrid. Obvio. No entender eso es no entender nada.

El fútbol no tiene sentido sin rivalidades y el rival del Atleti es y siempre será a quien sufre cada día en su ciudad. El Barça ha sido incluso un aliado, un placebo, un alivio efímero durante esos tiempos oscuros, hasta que llegó el Cholo, en que los rojiblancos eran incapaces de estar a la altura de su historia. Cuando no peleaban los tuyos, sólo quedaba que Messi peleara por ti.

"Pero al madridista le da igual el Atleti", claman. Falso. Pregunten a Florentino, que creció en una época en que su vecino era un rival real, cuál es su enemigo de cabecera. O miren ahora, que vuelve a ser un equipo de élite, el odio que genera Simeone en Chamartín. La diferencia es que el Madrid tiene dos enemigos, uno ciudadano y otro nacional, donde Atleti y Barça sólo tienen uno, pero su comportamiento es exactamente el mismo que critica. Y es normal, todos somos antis en el fútbol. También ellos.

Lo curioso es que en los últimos tiempos, como reacción al procés en determinado sector y tras desvelarse el caso Negreira en el resto, se ha producido en la masa atlética un claro desapego hacia el Barça, hasta el punto incluso de equipararlo al Madrid en una aristocracia contra la que luchar. Eso duró, claro, hasta que el Madrid decidió recordarle, a base de ataques y lloros, que aún hay diferencias. Sustanciales.