Copa del Rey
3-1 en el Bernabéu
Los blancos alcanzan las semifinales tras derribar al equipo de Simeone, que no supo concretar su dominio inicial y prescindió de Griezmann en la prórroga (3-1).
No por tantas veces repetida resulta menos dolorosa para el Atlético. La historia de una decepción más allá del tiempo reglamentario en el derbi de la capital. La pesadumbre de una eliminación que le deja hasta final de curso sin una esperanza a la que agarrarse. Los goles de Benzema y Vinicius en la prórroga valen una semifinal de Copa para este Real Madrid aún convaleciente. Y no es poco a tenor de cómo transcurrió la noche en Chamartín. [Narración y estadísticas (3-1)]
El derbi pasaba revista a la supuesta recuperación blanca tras la debacle de la Supercopa. Pero Ancelotti, fiel a sus principios, no tenía previsto variar el rumbo. Cuando llega lo serio, Carletto recurre al oficio de su vieja guardia. Suponer que un derbi, sólo por su carga emotiva, iba a disimular las actuales carencias de Kroos supuso un evidente error de partida. Bastaron dos resbalones para evidenciar que el compás del alemán se ha desajustado.
Parecía cuestión de tiempo que la debilidad de ese flanco, formado por Mendy, Rudiger y Kroos, fuese detectada por el Atlético. Aferrados a la Copa con desesperación de náufrago, los rojiblancos venían de hacer el sábado su mejor partido del año, así que Simeone, por una vez, llegó a Chamartín dispuesto a sacudirse los miedos. No sólo volvió a juntar a su mejor delantera, sino que dejó indicaciones muy concretas. Había que hurgar donde más escocía al Madrid. Y ni la ausencia por lesión de Llorente iba a sacarle de esa idea.
Rectificar antes del descanso
Mientras el madridismo reividincaba la figura de Vinicius, única mecha encendida de su equipo, el Atlético fue situándose. Y cuidando los detalles. Koke, en una esquinita del área, a la espalda de Kroos, dibujó un globo que más bien era una invitación para Molina. Morata, en el segundo palo, se limitó a cumplir con lo inevitable. De ahí al descanso, el derbi sólo giró en torno al férreo eje del Atlético, mandón y sereno. A la media hora, en un balón de Lemar se vio casi perdido Courtois.
Tal era la inferioridad, que Ancelotti hubo de rectificar deprisa y corriendo. Con Ceballos en el interior izquierdo, Camavinga pasaba al lateral y Kroos asumía el mando en la base de la jugada. El bagaje de 45 minutos fue una pared de Benzema con Vinicius, estropeada por un mal control del brasileño, y un testarazo, casi involuntario, de Militao en una acción de estrategia.
La Copa suele tomarse casi como un incordio por la Castellana, pero de ahí a ni siquiera competir en un derbi, media un abismo. Era de esperar, por tanto, la reacción del Madrid. Como en La Cerámica, Ceballos se puso a los fogones. Con un par de arrancadas, a las que se sumaría la artillería de Valverde, puso al estadio en ebullición. Vinicius, otra vez, anduvo tembloroso con el pincel fino.
Energía y calidad
Con media hora por delante, el asunto se ponía más bien turbio para Simeone. Fuera por su genética conservadora o por pura inercia, el navío rojiblanco se zarandeaba ante el vendaval. Con Witsel por Morata, sin rubor al qué dirán, quiso El Cholo taponar la vía de agua. Casualidad o no, Griezmann montó de inmediato una contra y largó un libre directo neutralizado por Courtois.
Lógicamente, el péndulo de Ancelotti debía oscilar en dirección opuesta con Rodrygo y Asensio, a quienes tantas veces elogia por su energía y calidad. Y a quienes hace muy poco ha tenido que tomar de la pechera. Tras el controvertido capítulo de hace siete días en Villarreal, el brasileño respondió a la confianza con la fabulosa acción del 1-1. Asensio, por su parte, aguardó unos minutos más.
Agonizaba el primer acto de la prórroga cuando el balear surgió por la derecha para servir el 2-1 a Benzema. Por entonces bastante hacía el Atlético sujetándose con uno menos tras la fulgurante doble amarilla para Savic. El cacique de la retaguardia parecía aún aturdido por una fantasía de Vinicius. Habrá razones para recriminar a Simeone por prescindir de Griezmann durante la media hora decisiva. Aunque lo cierto es que incluso sin su mejor activo el Atlético entregó las armas con honores.