Ancelotti exprime los recursos del equipo como si utilizara una navaja suiza. El triunfo (4-2) permite a los blancos ser primeros de grupo
Cuando Bellingham tose, el Bernabéu contiene la respiración. No es la tos del abuelo. Es la tos del que acaba de llegar, pero que, en poco más de tres meses, se ha convertido en el depositario de una misión histórica, como siempre lo es la Champions para su autoritario emperador. Bellingham cae, se duele y el respetable tiene la inesperada sensación de asomarse al vacío, algo que no se corresponde con las sensaciones de entereza que emite su equipo en la hierba, capaz de sobreponerse a la rotura de sus mástiles, Courtois y Militao, de perder el cuchillo de Vinicius o de empezar sin un ‘nueve’, pero jugar con solvencia y acabar con el gol del más inesperado, Nico Paz, la prueba de vida de la cantera perdida. Eso hizo frente a un digno Nápoles para cumplir con la hoja de ruta que impone su historia, primero de grupo donde es el primero de todos.
Ancelotti buscó durante toda la semana su navaja suiza en Valdebebas y en su once aparecieron Alaba, de regreso, Ceballos y Brahim, un alta por línea, que no es poco. La alineación del malagueño junto a Rodrygo en el ataque implicaba la incógnita de su complementariedad, porque ninguno es un rematador puro. No son delanteros que esperen el remate. Son delanteros que llegan al lugar del remate. En pocos minutos lo hicieron para empatar un choque empezó en frío para el Madrid, con el centro medido de Kvaraskhelia y la llegada final de Gio Simeone. No hay mejor lugar donde marcar para un hijo del mesías rojiblanco. Lunin mostró reflejos y mano dura, pero dentro ya de la portería, según dijo la tecnología de gol al colegiado. Bendito dispositivo para evitar enredos. Hay que preguntarse por qué no se utiliza en la Liga española. Con tanto lío con el VAR, no estaría de más quitarse alguno de encima.
LOS RECURSOS DE BRAHIM
Rodrygo resolvió del mismo modo que lo hizo hace unos días, con uno de sus recorridos en perpendicular en el área a la espera de encontrar su disparo, duro, colocado. El brasileño, sin embargo, no habría podido hacerlo sin la maniobra previa de Brahim, tras un robo y un giro sobre sí mismo que le permitió orientarse en vertical hacia portería. La orientación correcta posibilita la anticipación para cobrar ventaja. Es el tipo de detalle que define la calidad de un jugador. Posee más este futbolista que va a tener que hacer un gran esfuerzo por sobrevivir en el Madrid cuando se recuperen jugadores y lleguen otros. Con los recursos de la calle, tiene mucho que aportar a lo largo de una temporada, aunque no siempre sea titular. De entenderlo, tanto el jugador como el Madrid, dependerá su futuro. Unos calambres le impidieron acabar, sustituido por Nico Paz, de 19 años. Recordará este primer gol como se recuerda la primera vez.
La cualidad de llegar es también una de las cualidades de Bellingham, que las tiene prácticamente todas. El inglés llegó al área al intuir el desplazamiento de Alaba, que parecía, realmente, lanzado por Kroos. No hay mejor pie en el Madrid, pase el tiempo que pase. Ni mejor vista. Cabeceó en carrera el inglés lejos de Meret. Después pisó mal en una alfombra, algo que puede ocurrir, se hizo el silencio y pasó una pequeña pájara. Más allá de que se sintiera menos cómodo, padeció la pérdida de iniciativa del Madrid, sorprendido por Anguissa en su área nada más regresar al terreno de juego tras el descanso. Kroos y Mendy midieron mal su llegada. El jugador del Nápoles centró de pena a la primera, pero el rechace naif de Ceballos le cayó en los pies. Entonces disparó sobre Lunin como si lo hiciera a un metro con una recortada.
EL PERDÓN A JOSELU
Walter Mazzarri, un viejo zorro de los banquillos italianos, se había reservado a Osimhen para los últimos 45 minutos, por lo que el Nápoles se encontraba en un escenario predilecto. Tuvo las llegadas que buscaba pero no disfrutó de la pegada del nigeriano. En el Bernabéu se paga, porque el Madrid siempre vuelve, y ahora sabemos que también lo hace Bellingham. Con este futbolista, cada partido es un descubrimiento.
Volvió a mandar y acabó por dar la asistencia de un gol redentor a Joselu, al que Ancelotti había puesto en pista para superar el empate del Nápoles, pero sin suerte. Ni en las chilenas que probó ni a puerta vacía después de que Meret rechazara un disparo del propio Bellingham. El honor de deshacer ese empate correspondió a Nico Paz, con una excelente maniobra y mejor disparo. A Joselu el tanto le sirvió para pedir perdón. No hace falta. El Bernabéu le perdona, poRque la Champions lo perdona todo.