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Novena jornada (4-0)
Doblete del inglés ante un débil equipo navarro en una tarde donde Vinicius y Joselu, que falló un penalti, cerraron la goleada (4-0).
Brazos en cruz, el Bernabéu venera a su nuevo Cristo, un Cristo pagano, un Cristo del gol. Razones tiene el exigente público de Chamartín, porque Bellingham marca como un 9, juega como un 10 y trabaja como un 5. La tentación de buscar precedentes a este arranque es humana, como lo es la nostalgia, pero a Bellingham no hay que buscarlo en el pasado, sino en el futuro, por su capacidad de combinar técnica y precisión con el poder físico y la velocidad que exigen los nuevos tiempos del fútbol. En un Madrid solvente hace un Madrid ganador. El equipo de Ancelotti necesita que la estampa vencedora de Belligham se repita. Como un Cristo sobre la hierba del paraíso, no en la arena del calvario. [Narración y estadísticas (4-0)]
Osasuna, que cayó por un contundente 4-0, dio facilidades para que la imagen no se hiciera esperar. Defendió por posición pero sin agresividad. Para un equipo como el navarro es como jugar sin corazón. A la primera rotura de líneas, provocada por Camavinga y Modric, el croata entregó a Carvajal dentro del área y éste cedió para la llegada de Bellingham. Había tráfico, por lo que en esa situación hay que tener la sangre fría para no precipitarse, hay que ser ‘killer’. El inglés esperó, salvó una pieza y golpeó sin lastres por la responsabilidad.
Algo parecido sucedió con el segundo tanto, después de que Osasuna volviera a salir al terreno de juego contemplativo tras el descanso y el inglés buscara una pared para definir bajo las piernas de Herrera. Fácil. Impropio de un jugador de apenas 20 años que acaba de llegar al Madrid.
POCO HIERRO DE OSASUNA
Entre uno y otro gol, pasaron pocas cosas, sin más sustos para Herrera, pese al dominio del Madrid, y con dos para Kepa al final del primer periodo, cuando Osasuna hizo cosas que hace bien en las transiciones. El equipo dirigido circunstancialmente por Alkiza en la banda del Bernabéu, dada la sanción de Arrasate, hace tiempo que ya no responde únicamente a un equipo que lucha y resiste. No. Sus intenciones ofensivas son claras, aunque en el Bernabéu le faltó convicción y seguramente energía. Salió de su cueva para encontrar el disparo de Moncayola y un remate de gol clarísimo de Budimir, después de una empanada de Carvajal y Kepa, ambos antes del descanso. Nada más. Para visitar al Madrid es necesario más hierro.
El segundo gol de Bellingham, sin embargo, cercenó cualquier cambio de escenario que pudiera intuirse tras esas dos ocasiones aisladas del equipo de Arrasate, desesperado en el palco. Osasuna estaba muerto. El Madrid se había gustado con la pelota y lo haría más a partir de ese momento, con Modric de nuevo titular, Camavinga en el pivote y Tchouaméni como central de circunstancias. El último es rápido, pero no posee las mediciones que ofrece el oficio en ese puesto. Normal.
Ancelotti utiliza una lógica impagable. En lugar de dejarse llevar por la cerril jerarquía de los puestos para adaptar el equipo a las ausencias, prefiere hacerlo por la calidad. Como la población con mayor talento está en el centro del campo, utiliza centrocampistas para tapar agujeros: mejor uno bueno en otro puesto que uno menos bueno en el suyo. Eso explica los viajes de Camavinga al lateral o la presencia, ayer, de Tchouaméni en el centro de la defensa.
Talento en estado puro es Vinicius, cuyo inicio de temporada no es el final de las anteriores, lesión mediante. El Madrid lo necesita en su mejor versión, porque no puede hablarse de ‘Bellinghamdependencia’, pero mejor no provocar tendencias que van contra el sentido de equipo. En un escenario diferente al del principio, Vinicius, al que había tapado bien Areso, encontró el espacio para correr hacia el gol. Después del que logró en Nápoles, es el segundo consecutivo del brasileño, algo que debe contribuir al reencuentro consigo mismo. Mejor en el camino del área que entre el ruido o en el juzgado.
Vinicius hizo más, al dar la asistencia del cuarto tanto a Joselu, mientras Ancelotti movía el banco, con minutos para el eléctrico Brahim o Ceballos, y Arrasate intentaba lo imposible con el suyo. Joselu suma y sigue, sin que nadie se pregunte por el penalti fallado en el desenlace, pero el Madrid necesita consolidar esa suerte tras la marcha de Benzema para cuando sea necesaria bajo presión. Pedírselo también a Bellingham parece demasiado. O no.