El italiano asegura que “España no es un país racista pero hay situaciones que ocurren y que se tienen que terminar”
Carlo Ancelotti se fue muy enfadado de Mestalla, este domingo, después de lo ocurrido con Vinicius. Así que era de esperarse que su comparecencia girara en torno al tema que ha traspasado lo deportivo, y se ha convertido en un debate internacional. Las exigencias del técnico italiano fueron claras. Solicita a las instituciones que actúen de inmediato, haciendo especial hincapié en LaLiga y la Federación. “Estoy esperando a ver que pasa, ojalá pueda ocurrir algo. Queremos darle la vuelta a esta situación, y está en manos de la Liga, la Federación y la la educación de cada uno”, remarcó el entrenador.
Ancelotti expresó que en el equipo “estamos preocupados por lo que ha pasado”. Dicho esto, quiso también remarcar sus palabras del pasado fin de semana con respecto a los insultos en Valencia. “Cuando me refiero al estadio de Mestalla no me refiero a 46.000 personas, sino a un grupo que se ha portado muy mal.”
Además, el italiano quiso matizar algo que ha sido muy comentado tras el comunicado de Vinicius en el que tachaba a España como un país racista. Ante esto Ancelotti aseguró que: “Estoy convencido de que España no es racista pero hay situaciones que pasan y que se tienen que terminar. Yo soy un ciudadano y no tengo la obligación de tomar medidas como otras instituciones”.
MEDIDAS A APLICAR
Durante la comparecencia también se le preguntó sobre el protocolo de actuación actual. Ancelotti tuvo muy clara su respuesta: “El protocolo está obsoleto. Si el árbitro lo tiene que aplicar, se tendría que haber aplicado cuando el autobús llegó al estadio, que es cuando comienzan los insultos. El protocolo tiene que empezar ahí, si lo aplican en el 70 se han equivocado”.
El italiano también confesó que hacer comunicados condenando lo ocurrido no es suficiente. “Hace mucho tiempo que condenamos actos de racismo, pero después de ello hay que actuar. Es un problema de racismo y de insultos. Hay países donde no te insultan, en Inglaterra por ejemplo”, sentenció el técnico.
Vinicius se queda en el Real Madrid
Sobre como se encuentra el jugador, Ancelotti reconoció que “Vinicius está muy triste, hoy no ha entrenado porque tiene una pequeña molestia en la rodilla y estamos esperando a conocer la sanción”.
El técnico prevé darle una semana de vacaciones si la sanción es de dos partidos o que continúe entrenando si es de un encuentro.
Con respecto al futuro del brasileño en el Real Madrid, Ancelotti no tiene ninguna duda. “Vinicius ama el fútbol y el Real Madrid, en su pensamiento no está irse. Su amor por el Real Madrid es muy grande y quiere hacer su carrera y tener el protagonismo en este club”, señaló el técnico ante la posibilidad de que el jugador se marché de la liga española.
"Estoy agotado. Necesito un vino o una cerveza. Y este domingo el puro, seguro", bromeaba Carlo Ancelotti en los pasillos del Estadio de Wembley, una vez superada la celebración sobre el césped, la entrega de la copa, los compromisos con los medios oficiales, la rueda de prensa y la zona mixta. El técnico italiano, a sus 64 años, vivió otro partido después de la final de la Champions League. El Real Madrid, su Real Madrid, levantó la Decimoquinta con cierto sufrimiento pero mucha felicidad, dos palabras que el italiano ha repetido sin cesar durante esta temporada, y cuando el colegiado anunció el final se inició un nuevo partido en el estadio que tuvo de todo: fiesta, muchas fotos, muchas palabras, risas, cánticos e incluso alguna pelea. Veamos.
Las lágrimas de Courtois tras el pitido final fueron el comienzo de la fiesta. Bellingham saltó del banquillo sin control, dando saltos de alegría, y se sumó al corrillo que se había creado alrededor de Carvajal, Rüdiger y Nacho. Mientras, en el banquillo, tranquilo, Toni Kroos iba abrazando a todos los presentes y buscaba con la mirada a su compatriota Hummels, amigo de la selección. Para él fue su saludo más sincero y su primera pausa. Un señor hasta el final.
A unos metros comenzaban los bailes. Vinicius se acercó a celebrarlo con el fondo madridista mientras Tchouaméni y Camavinga bailaban y el resto cantaba ese "Cómo no te voy a querer" y los operarios de la UEFA preparaban el escenario para la entrega del trofeo, momento reservado para Zidane, que entregó la copa a Nacho. El francés y Gareth Bale fueron los ex que acompañaron al equipo. Todo quedó en familia.
Manteo, bailes, el capote...
Después de que el capitán elevara la orejona al cielo de Londres, la situación se descontroló. Los jugadores celebraron el triunfo en la zona del césped más cercana al fondo de la afición madridista y en el córner donde se congregaban la mayoría de los familiares de los futbolistas. Y desde un primer momento esa situación fue un problema, porque la seguridad del estadio no quería dejar pasar a los familiares al césped y los jugadores sólo querían celebrar con ellos.
Trabajadores del Madrid intentaron reconducir la situación mientras la fiesta seguía. Manteo a Ancelotti, baile con el italiano, Nacho con el capote torero, Kroos a hombros de Militao rodeado de sus compañeros en una imagen icónica... Y todos levantando la copa, incluido Jeremy de León, jugador del Castilla que ha viajado con el equipo en Champions para cuadrar el número de jugadores en los entrenamientos y al que en el vestuario llaman, con cariño, el "amuleto".
A su lado, Rüdiger casi acaba con Modric. "¡Mi rodilla!", le tuvo que gritar el croata, en broma, al alemán cuando éste le cogió a hombros. "¡Seis, seis, seis, seis!", repetía como un loco el central, en referencia a las Champions ganadas por Luka.
Pelea entre la seguridad
En la grada, los miembros del club consiguieron convencer a la seguridad para que los familiares saltaran al campo, pero hubo algunos malentendidos y la situación se tornó en pelea. Trabajadores del departamento de seguridad del Madrid y de seguridad del estadio de Wembley (no de la UEFA) se enzarzaron en una discusión que llegó a las manos, con agarrones y empujones entre ellos. Todo porque no dejaron pasar a algunos familiares, lo que provocó el enfado de los futbolistas y del club. Los trabajadores del estadio argumentaban que esas personas no tenían la acreditación correspondiente y los propios futbolistas tuvieron que subir a los asientos a buscarlos. La situación continuó en el interior con varios operarios de seguridad de Wembley empujando contra las paredes del estadio a los de seguridad del Madrid. Un caos.
La madre de Bellingham, fan de Mourinho
En el césped, el hermano de Vinicius corría a abrazar a Bellingham, que le recibía como un familiar más. El inglés hizo de gancho entre su madre y Jose Mourinho, al que le pidió una foto con ella. "Mi madre es una gran fan de Jose desde hace años y le tuve que pedir que se sacara una foto con ella", explicaba el jugador, que le regaló la medalla de la Champions y la camiseta del partido a su madre. "Si la próxima temporada te enfrentas al Fenerbahce, relájate", le dijo el técnico portugués, que acaba de fichar por el conjunto turco.
Vinicius se acercó a la grada a saludar a su 'jefe', el rapero Jay-Z, propietario de la agencia de representación Roc Nation, que el pasado verano adquirió la empresa que lleva los negocios del brasileño. Fue uno de los VIP que se acercó a los jugadores, junto a otros como Lando Norris, piloto de Fórmula 1, que bajó al césped a sacarse fotos con varios futbolistas. En la portería, Camavinga, incansable, jugaba al fútbol con su hermano pequeño y con los hijos de otros compañeros. Tenía gas para más.
La fiesta se trasladó a la zona mixta y al autobús, donde Vinicius apareció ya con gafas de sol. No se las quitó en toda la noche mientras tarareaba canciones del Madrid. "Llega un momento que los jugadores del Madrid dicen 'ahora', y van y ganan", resumía Florentino Pérez en los pasillos. "Sin armar ruido, creo que hemos hecho una buena temporada", bromeaba el presidente.
Al lado del máximo responsable del club estaba Vinicius, que le pedía "que me renueve otra vez, quiero estar aquí para siempre". Toni Kroos, admitía que es "el final perfecto" para su carrera, Bellingham reconocía que "no es una temporada perfecta, nos faltó la Copa", y Modric recordaba que está "cansado de que hablen de la edad, yo me siento bien". Todo mientras desde el bus se escuchaban los golpes de las manos contra las ventanas. Ya había empezado la música que no se apagará hasta que termine la fiesta en Cibeles, este domingo por la noche.