UEFA Nations League
Los nombres propios de 2023 (VII)
El triunfo de la selección española en la Final Four de la Liga de Naciones cambió el rumbo del proyecto del seleccionador y permitió levantar un título 12 años después del último
Tal y como terminó el año, sobre todo después de lo ocurrido a partir de la final del Mundial femenino, cuesta creer que hubo un momento en el que la gran decisión de la Federación Española de Fútbol era darle continuidad o no a un entrenador, Luis de la Fuente, que había debutado tres meses atrás. Estamos en el 14 de junio de este año. El silencio envuelve los alrededores del Landhuishotel De Bloemenbeek, un discreto y coqueto hotel en mitad de la nada, a 17 kilómetros de Enschede, la ciudad donde al día siguiente, día 15, la selección juega contra Italia la semifinal de la Liga de Naciones.
«Para qué nos vamos a engañar. Si hubiésemos perdido aquel partido, yo creo que Luis de la Fuente no hubiera seguido». Lo dice una de las personas que más cerca estuvo del proscrito Luis Rubiales durante todo su mandado, alguien que estaba pegado al hoy ex presidente aquel 14 de junio. La cosa venía mal desde hacía tres meses, justo los transcurridos entre este instante y el debut del seleccionador.
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Mes de marzo. Luis de la Fuente, la sorpresiva apuesta de Rubiales para decir adiós a Luis Enrique, se ponía al frente de la selección absoluta tras más de una década logrando éxitos con las inferiores. Su edad (61 entonces, 62 ahora) y su nulo devenir en clubes de primer nivel le hacían sospechosos a ojos de los más elitistas. Todo comenzó más o menos bien, con un triunfo relativamente cómodo ante Noruega (3-0, aunque dos de los tres goles llegaron muy al final y tras desaprovechar los nórdicos, que jugaron en Málaga sin Haaland, varias opciones claras). Pero llegó, tres días después, el partido de Glasgow. Luis de la Fuente puso patas arriba el equipo. Cambió a ocho de 11 futbolistas (apenas repitieron Kepa, Rodrigo y Mikel Merino) y el revolcón que se llevó el equipo en Hampden Park fue de los que escuecen.
Con todo, lo que más señalado le dejó fue una frase en la rueda de prensa posterior: «Les he dicho a los jugadores que este es el camino. Vamos a crecer, seguro». En aquella sala, las miradas de los periodistas que cubren habitualmente la información de la selección española dibujaban una incredulidad que avanzaba, de algún modo, lo que vendría después: esa desconfianza de quien le había nombrado en Luis de la Fuente justo antes de comenzar ese partido contra Italia, volvemos a junio, al día 15.
Sin embargo, ese día España juega un buen partido. No ante un gran rival, pues a Italia apenas le queda el nombre para asustar al personal, pero sí un partido convincente, resuelto con un gol de Joselu -el nombre propio de esta nueva etapa, quizá junto a Rodrigo- a falta de pocos minutos para el final. Ese triunfo mudó una guillotina en una catapulta, pues desde ese 15 de junio, todo han sido buenas noticias para el entrenador y sus muchachos. Tres días más tarde, el domingo 18, en Rotterdam, España levantaba su primer trofeo en muchos años. En una final durísima contra Croacia, que se agarró al partido como una garrapata, la selección ofreció síntomas de veteranía, de aplomo, de seguridad… De un buen puñado de esos intangibles tan necesarios como la calidad o el talento para ganar en este deporte llamado fútbol.
Supo aguantarle la mirada a un grupo veterano y, aunque tuvo que ser en los penaltis, España, once años después de la Eurocopa de 2012, volvía a ganar un título. Un título cuyo pedigrí es minúsculo todavía, pero un título para el que, al fin y al cabo, hubo que superar a Italia y a una Croacia finalista del Mundial de Rusia y semifinalista en el de Qatar, apenada por España en octavos de final en la Eurocopa de 2021. Ese trofeo, levantado por el último vestigio de la época dorada, Jordi Alba, dio paso a un equipo que ganó (y goleó en algunos) todos sus partidos desde entonces, mostrando una estructura donde ocho o nueve nombres del once tipo de De la Fuente salen solos, y eso a pesar de la lesión de Gavi, que era uno de ellos.
Pasó por encima de Georgia (1-7) y de Chipre (6-0) en septiembre. Dio otro curso de severidad en octubre contra Escocia (2-0) y Noruega (0-1) y remató la faena sin sobresaltos en noviembre despachando a Chipre (1-3) y Georgia (3-1). Sin brillo, pero mostrando una estructura sólida, unos automatismos asumidos por la tropa y con el brillo por encima de todos del mejor mediocentro del mundo. De ese modo tan solvente llegó a la Eurocopa Luis de la Fuente, que abandona 2023 con la sensación de que todo podía haber cambiado ese 15 de junio en Enschede, el día en que las sospechas mudaron en certezas. Hasta que vuelvan las primeras. Esto es fútbol.