El viento fue el principal protagonista de la primera jornada del LIV Golf Andalucía que se está disputando en el Real Club de Golf de Valderrama, hasta tal punto que el juego tuvo que ser suspendido. La ronda se reanudará a las ocho de la mañana de este sábado. Está previsto que la segunda jornada comience a partir de las 10.
Las fuertes rachas convirtieron el ya de por sí complicado recorrido gaditano en todo un infierno y fueron varios los jugadores que se plantaron ante la organización alegando la imposibilidad de competir en el popular campo, con azotes de viento que llegaron a superar los 53 kilómetros por hora. Con unos greenes rapidísimos cerca de 13 pies en el stimpmeter, incluso la organización tomó una decisión muy pocas veces vista en un campo de golf, al tener que regar el green del hoyo 11 a mitad de vuelta, ante las quejas de algunos jugadores. Brooks Koepka fue el más vehemente. Esta circunstancia se ha dado muy pocas veces y cuestiona de manera discutible el balance de los jugadores que hasta ese momento habían disputado ese green en condiciones más complicadas.
Cinco supervivientes
Hasta la suspensión, cinco jugadores eran los únicos supervivientes con rondas bajo el par: Talor Gooch, Lee Westwood, Cameron Smith, Joaquin Niemann y Branden Grace. Todos terminaron provisionalmente compartiendo el primer puesto con -1.
Por detrás de ellos se han colocado al par del campo el estadounidense Bryson DeChambeau y el español Jon Rahm, que busca su primera victoria del año en el LIV y en el campo de Valderrama, donde habitualmente no ha tenido demasiadas buenas actuaciones. Mientras, ya por encima del par del campo terminaron Sergio García, decimoctavo con +2, Josele Ballester, trigésimoprimero con +3, David Puig, trigésimo noveno con +4 y Luis Masaveu, que esta semana juega con los RangeGoats, 55º con cinco sobre el par del campo.
En la clasificación por equipos y tras esta jornada suspendida por el viento, los Smash de Brooks Koepka son líderes con +5, empatados con los Crushers de Bryson DeChambeau y los Legion XIII de Jon Rahm.
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Un safety car, el primero en tres años en Montmeló, sacó de sus cabales a Max Verstappen. A 11 vueltas, cuando Andrea Kimi Antonelli quedó varado en la grava de la curva 10 tras una rotura de motor, los favoritos debieron pasar otra vez por boxes. A Red Bull sólo le quedaba un juego de duros para Mad Max, abocado desde entonces a la peor de las suertes. El holandés supo salvar un latigazo salvaje a la entrada de la recta, pero nada pudo hacer frente a Charles Leclerc y George Russell. Totalmente desquiciado, el tetracampeón vio de lejos el doblete de McLaren, con Oscar Piastri por delante de Lando Norris.
Una merecida sanción, por colisionar ante Russell, relegó a Verstappen a la décima plaza, justo por detrás de Fernando Alonso. De este modo, el asturiano sumó sus dos primeros puntos del año, tras quitarse de encima a Gabriel Bortoleto y Liam Lawson. Entre tantas escenas de caos, ninguna como la de Nico Hulkenberg con Lewis Hamilton. Un Sauber, el coche más lento de la parrilla, rebasaba a un Ferrari y era quinto en la meta.
Hubo invasión de pista para conmemorar este loco desenlace, decisivo para la suerte del Mundial. Piastri conquista su quinta victoria del año, mientras Verstappen sale casi de vacío de Barcelona. Nunca quiso claudicar, exprimió al límite su estrategia, pero ahora queda a 49 puntos del liderato. Traspasó los límites para defender el podio y acabó disparándose en el pie. Desde la salida quiso dejar claro que no iba de farol.
Norris, lento en la salida
Piastri aún guardaba recuerdo del error de Imola, cuando intentando sujetar a Russell dejó un resquicio a Verstappen, autor de un excepcional adelantamiento. Esta vez, McLaren no hubo de lamentar la pérdida del liderato, pero sí la lentitud de Norris, que se dejó ganar la partida frente al líder de Red Bull. Tampoco anduvo fino Russell ante los Ferrari, abocados desde entonces a un duelo fratricida.
Aunque el auténtico protagonista de la salida fue Hulkenberg, envuelto en un toque que le hizo salirse por el exterior de la curva 1. Dicha maniobra fue validada por los comisarios, así que el veterano ganó cuatro posiciones hasta situarse a la estela de Alonso. En la segunda vuelta, el bicampeón también hubo de capitular ante el Sauber.
Los malos presagios asomaron con una peligrosa maniobra de Lawson y se agudizaron con una salida de pista en la curva Seat. Tras 13 vueltas, la degradación mermaba al AMR25, así que dos giros después entró el asturiano para montar los medios y reincorporarse último. En la décima vuelta ordenaron a Hamilton ceder el paso a Leclerc y Williams llamó a capítulo a Carlos Sainz. Algo habían detectado en el alerón delantero, con daños desde la primera vuelta, así que fue preceptivo el cambio. Tras casi 11 segundos en el pit-stop, las opciones del madrileño pasaron de remotas a nulas.
Alonso, el domingo, en la recta de meta de Montmeló.EFE
La baja de Lance Stroll, víctima de un problema en una muñeca, había permitido avanzar un puesto a Carlos en la parrilla, por delante de Franco Colapinto y Yuki Tsunoda, que partió desde el pit-lane. Un domingo terrible para el madrileño, condenado a luchas de escaso rango. A bordo de un Williams muy lento en las curvas de Montmeló, con daños en el alerón delantero por culpa de Lawson, aún puede darse por satisfecho con su decimocuarta plaza final.
Lawson, un peligro rodante
En la decimotercera vuelta, Norris se quitó de enmedio a Verstappen a final de la recta. Nada podía oponer frente a los monoplazas papaya, pero el holandés sí dejó un glorioso adelantamiento a Antonelli, en la zona del estadio, y otro frente a Russell, en la Moreneta. En una carrera tan táctica, Red Bull aún guardaba su cuota de esperanza.
Por eso tomaron la iniciativa en la vuelta 14 para colocar un segundo juego de blandos a Verstappen. Ocho giros más tarde, McLaren optó por los medios con Norris y también para Piastri, cediendo la cabeza ante el tetracampeón. En la vuelta 30, Red Bull lanzó otro órdago, metiendo medios, mostrando que iban a tres paradas. A 19 giros para la meta llegaría la última parada para el holandés. McLaren, por supuesto, respondió de inmediato con Norris y Piastri.
Durante las dos últimas ediciones, no se había registrado ni una sola bandera amarilla, así que el safety car postrero con Antonelli hubo de interpretarse como una bendición. Los comisarios ya se habían ahorrado medidas cautelares incluso cuando Lawson hizo trizas el ala delantera de Alex Albon. El sol ardiente debió de pasar factura al neozelandés, demasiado agresivo frente Sainz y Oliver Bearman. Y ni por esas recibió una penalización.