Desde la confirmación de su retorno, el 6 de noviembre de 2021, un golpe de efecto para remontar el tambaleante segundo proyecto iniciado por Ronald Koeman, tocado de muerte con la pérdida de Leo Messi, hasta la comunicación de su previsto punto y final, han pasado 812 días. Un tiempo en el que la ilusión por lo que parecía un regreso a las esencias del equipo y la alegría por la Supercopa y la Liga conseguidas la temporada pasada ha acabado por verse sustituida por una tensión casi irrespirable.
La imagen del equipo, en caída libre, ha llevado al ex capitán a decidir que dar un paso al costado era lo mejor para todos. Una decisión que se vio obligado a comunicar quizás antes de lo que habría querido tras la debacle ante el Villarreal, dejándole ahora a él mismo, a los jugadores y a la institución en una situación incómoda, toda una incógnita saber cómo va a terminar esto en junio.
Su estreno en el banquillo barcelonista, a decir verdad, no fue excesivamente brillante, aunque se saldó con victoria. Fue en un derbi ante el Espanyol en Liga, en el Camp Nou, en el que los azulgrana se impusieron por 1-0 gracias a un solitario gol de penalti de Memphis. A partir de ahí, encadenó cuatro victorias, cuatro empates, uno de ellos ante el Benfica, en casa, en la Champions, que acabaría por sellar prácticamente la condena a jugar la Europa League, y cuatro derrotas, una en casa ante el Bayern (0-3) y otra ante el Real Madrid en la Supercopa de España (2-3) que parecían cuestionar su proyecto.
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No obstante, la llegada de refuerzos, sobre todo la de Aubameyang, fueron un revulsivo que condujo a una racha de 15 partidos sin conocer la derrota, incluido un triunfo por 0-4 en el Bernabéu, que se rompería con una humillante eliminación ante el Eintracht de Frankfurt en los cuartos de final de la Europa League. El equipo, pese a todo, lograría acabar la Liga en el segundo puesto, aunque a 13 puntos del eterno rival. La segunda temporada de Xavi al frente del Barça, la primera completa y con la llegada al club de una estrella como Robert Lewandowski, tuvo un resultado mucho mejor, a pesar de que Europa fuera otra vez su gran borrón. El equipo se vio descabalgado de nuevo hacia una Europa League en la que el Manchester United lo eliminó a las primeras de cambio. Con una defensa casi inexpugnable, lograría en cambio hacerse con el título de Liga y con la Supercopa de España, venciendo al Real Madrid por 1-3 en la final, si bien los blancos se tomarían la revancha eliminándolos en las semifinales de la Copa del Rey con un contundente 0-4.
La presente, la tercera campaña con el ex centrocampista al mando del banquillo azulgrana, en cambio, se ha convertido en una suerte de cuesta abajo sin frenos. El rendimiento defensivo, su gran baza el curso pasado, ha caído en picado. El ambiente, cada vez más enrarecido, por mucho que buscara obtener un mejor control del mismo con cambios en su organigrama a nivel comunicativo, ha terminado por dejar el anuncio de su adiós como única válvula de escape para el de Terrassa.
Del discurso a la realidad
«Me comunicó que se iría, pero que quería acabar la temporada, y es una fórmula que acepto porque la propone Xavi y es una leyenda del barcelonismo», decía el domingo Joan Laporta. El resultado de esta arriesgadísima apuesta, por ahora, es incierto. Por mucho que los pesos pesados cerraran filas en torno a su figura tras el 3-5 ante el Villarreal, saber que su presencia ya tiene fecha de caducidad puede tener un efecto inesperado.
En su legado, claro, hay muchas más sombras que luces. Más allá de los títulos (dos), siempre hubo una distancia sideral entre el discurso («aquí no vale con ganar, hay que jugar bien») y la realidad, con un equipo que ha brillado en contadísimas ocasiones. Sus constantes excusas (el sol en Getafe, la hierba seca y alta, los árbitros) han ido manchando su imagen, fuera de Barcelona, como uno de los mejores jugadores de la historia de España. Podrá presumir, quizá, de su apuesta ¿obligada? por la cantera. Entre el primero (Ilias Akhomach, que marcó un gol con el Villarreal), y el último (Pau Cubarsí), hay 13 nombres más, entre los que destaca, sin duda, el de Lamine Yamal.