Vitoria, campus de guerra

Vitoria, campus de guerra

Honrado, presionado y agotador triunfo del Madrid ante un Alavés, que para meter un gol, la portería debería ensancharse hasta los quince metros. El equipo blanco flotó como un corcho, que lo manejaba un Camavinga celestial, impresionante. Quizá en el mejor partido que ha jugado en el Real Madrid desde que llegó. Encima fue el héroe del único tanto del partido.

Ya me entra la risa cuando un prevaricador “negreiro” como Soto Grado ensuciaba la honestidad, la justicia y el fútbol. Dejaba maniobrar a sus anchas patadas constantes de un Alavés super- leñador, como corresponde al estilo de su entrenador argentino Coudet, exageradamente y degradante “canchero”, como ellos se manifiestan.

A la cincuentena de faltas, ya dejé de contarlas. Más menos sólo el 25% las pitó a favor de su “enemigo” Real Madrid. Ademas de patética, la corrupción de los árbitros ya huele mal. Infantino, lo sabe, cuidado.

Cansado de recibir patadas, Mbappé perdió los nervios y se auto expulsó ante el jugador que le había molido a palos. La expulsión metió el partido en un engorroso encharcamiento de barro, violencia y falta de ideas y juego. El Madrid salió a flote, porque otro “vengador” se cargó a Vinicius y se igualaron las fuerzas.

En fin, que el Madrid salió con vida de ese campus de guerra que fue Vitoria, incluso con minas, planeado por un sospechoso Coudet, que huele definitivamente a equipo de Segunda. Tiene la opinión ridícula de que si se gana al Madrid la salvación estaba ganada.

Me indigna mucho una Primera División de veinte equipos, de los que sobran, al menos, diez. Cuánto echo de menos aquellas Ligas con sólo 16, que mejoraban el nivel técnico de un campeonato espantoso de Tebas.

kpd