Argentina logró su tercer Mundial tras imponerse a Francia en la tanda de penaltis en una de las mejores finales de siempre. Leo Messi al fin pudo levantar la única copa que le faltaba para completar su leyenda. Sin embargo, la celebración de la albiceleste ha dejado algunos gestos que han desatado las críticas.
Tras el partido, el Dibu Martínez fue elegido mejor portero del campeonato. Pero cuando recogió el Guante de Oro su gesto de llevarse el trofeo hacia la zona genital no dejó indiferente a nadie. Ya en la tanda definitiva el guardameta había protagonizado algunos momentos polémicos al burlarse de Coman tras detener su lanzamiento y tratando de poner nervioso a Tchouaméni antes del suyo.
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Ya en el vestuario, el nivel de euforia se disparó. Algunos de los jugadores emitieron en directo algunos fragmentos de la celebración y pudieron escucharse algunas frases ofensivas con los rivales franceses a los que acababan de derrotar. De nuevo, el Dibu fue protagonista en un polémico cántico. Con todos los futbolistas haciendo una conga, el portero dedicó “un minuto de silencio, para Mbappé, que está muerto”.
Pero el delantero del PSG, derrotado pese a sus tres goles en la final, no fue el único jugador galo objeto de las burlas. El ‘Kun‘ Agüero, uno de los más activos en la fiesta pese a estar retirado, la tomó con Camavinga. “Para Camavinga… cara de pinga”, asegura el ex delantero del Barcelona y el Manchester City en la fiesta del vestuario argentino.
También Rodrigo de Paul lanzó un mensaje grosero a los que cuestionaron a la selección argentina, que comenzó el Mundial con una sorprendente derrota ante Arabia Saudí en el debut. “Todos los que dudaron, chúpenme bien la pinga”, afirma el jugador del Atlético de Madrid.
"Gracias, Daniel". Un conciso mensaje, el único que trascendió en la voz de Max Verstappen tras 62 vueltas en Singapur. Un guiño para su ex compañero Daniel Ricciardo, piloto de la filial de Red Bull, que arrebató a última hora la vuelta rápida a Lando Norris. Un logro simbólico para derruir la moral del aspirante, gran dominador de la noche ante Mad Max, todo un maestro a la hora de contener los daños. Porque la fiesta nunca termina por ser completa para Norris. Si quiere ser campeón, el británico deberá recortar 52 puntos en las seis últimas carreras.
El despótico poderío de Norris se plasmó en la tabla de tiempos, con 21 segundos sobre Verstappen, segundo, el doble sobre Oscar Piastri, su acompañante en el podio y 96 sobre Carlos Sainz, el último que pudo librarse de los doblajes. El séptimo puesto del madrileño, justo por delante de Fernando Alonso, puede considerarse un mal menor tras la catastrófica qualy del sábado. Su 200ª carrera de F1, en cualquier caso, merecía otro desenlace.
Por una vez, a Norris no le tembló el pulso para soltar a tiempo el embrague y mantenerse a salvo en la salida. Las cuatro zonas de DRS suponían una amenaza para el líder en ese inicio, pero ya en la tercera vuelta marcó un 1:38.480 con el que dejar las cosas claras a Verstappen. Desde ese momento fue engordando su ventaja cuándo y cómo quiso. Se iba a anotar el Grand Chelem, con victoria, pole, vuelta rápida y liderato durante toda la carrera, cuando a dos giros de la meta Ricciardo borró su registro por medio segundo (1:34.486).
"relájate y trae el coche a casa"
Poco antes de cumplir la mitad de la prueba, Norris se había dado un susto terrible en la curva 8, con un error de frenada que puso en riesgo su alerón delantero. Por entonces, mandaba con tanta holgura que incluso partió por delante de Piastri a la salida del pit-stop. Nada menos que 21 segundos sobre Verstappen. Un dominio a la altura del mejor Red Bull de 2023. A falta de 13 giros, cuando ya rozaba el medio minuto, Norris atacó la vuelta rápida (1:34.925) porque ese punto de bonus resultaba precioso tal para la lucha por el Mundial. Justo entonces debió de cundir el pánico en el garaje de McLaren al ver a su piloto rozando una de las protecciones. "Sólo relájate y trae el coche a casa", le cantaron por radio.
Ni siquiera por ésas hubo opción de safety car, cita obligada en Marina Bay a lo largo de sus 14 presencias previas en el Mundial. Kevin Magnussen, con un pinchazo lento, supo arrastrar su monoplaza hasta los boxes, frustrando la última posibilidad. Nada habría cambiado tampoco en las posiciones de cabeza, porque Piastri cedía 20 segundos con Verstappen y éste mantenía 18 sobre Russell. El podio del australiano se forjó a fuego lento, con un par de adelantamientos calcados en la curva 7 sobre Lewis Hamilton y George Russell.
Para desgracia de McLaren, nadie importunaba al tricampeón mundial, que navegó con comodidad durante ese primer tramo, lejos del alcance de Mercedes. Toto Wolff había dividido el plan con los neumáticos para sus pilotos, probando los blandos para Hamilton. Tras 17 giros, el heptacampeón mundial pasó al compuesto duro. Ese primer movimiento podía dar pistas sobre lo que vendría después.
Alonso, por delante de Leclerc en Marina Bay.AFP
"El undercut aquí parece fuerte, en torno a los dos segundos", advirtieron por radio a Norris, tras medir el tiempo que había conseguido Sainz con su parada en la vuelta 13. Partiendo décimo, el madrileño debía aferrarse a un milagro en esas calles donde el año pasado obtuvo una memorable victoria. Ferrari, por supuesto, mantuvo todo el tiempo que pudo a Leclerc, aguardando un safety car que no llegaba. Tras 36 vueltas, el monegasco fue el último piloto en renovar sus gomas.
Debió de hacerse largo ese relevo a Leclerc, demasiado tiempo por detrás de Alonso, que le negaba todos los espacios pese a su clamorosa desventaja mecánica. Bastante hacía el Aston Martin para sujetarse al alerón trasero de Nico Hulkenberg, quinto con el Haas tras darse el capricho de ganar provisionalmente la posición a Piastri. Una noche especial la de estos dos veteranos, porque Alonso aún tuvo que ajustarse los machos en el último tercio de carrera.
No había manera de contener a los Ferrari, por supuesto, pero su Aston Martin había de contener a Hulkenberg, Sergio Pérez y Franco Colapinto. Ya podía quejarse el mexicano de que su Red Bull saltaba "como un canguro" y ya podía apretar los dientes el argentino, única esperanza de Williams tras el madrugador problema de Alexander Albon con una toma de refrigeración. Ya podía insistir también Hulkenberg, orgullo de Haas, porque Alonso no iba a entregar su octava plaza.
La competición se abrió con un chasco-fiasco. La primera final del Campeonato de España en Pista Corta ('short track', la nueva denominación de la pista cubierta), y una de las más interesantes, la del salto de longitud, no gozó de la presencia de Lester Lescay. Con molestias en los isquios, el nacido en Santiago de Cuba arrió la bandera sin llegar siquiera a izarla.
El vacío dejado por el caribeño, recientemente nacionalizado español y que debutaba como tal, un hombre de 8,35 en 2024, sexta marca del año, puso el concurso en manos de Jaime Guerra y Eusebio Cáceres. El primero, la estrella de la jornada, compensó en buena medida la falta de Lescay con un brinco magnífico de 8,14, mínima para el Europeo y cumbre métrica de una convincente serie. Cualquiera de sus saltos le hubiera proporcionado el título. El peor fue de 7,83, tres centímetros más que los 7,80 de un Cáceres renqueante, como es, a su pesar, harto frecuente desde que entró en la élite. Incluso así, el alicantino mejoró su marca del año (7,73) y dio una lección de coraje. El bronce acabó en poder de Jan Díaz (7,59).
El pentatlón fue un canto a la nostalgia a causa de la ausencia de María Vicente, ya en proceso de retorno a la escena. Sin ella, con su sombra planeando quejumbrosa sobre la pista, la prueba, en la segunda y última final del día, se la llevó Alba Ramírez. En la otra combinada, excelente actuación de Jorge Ureña, que lidera el heptatlón con 6.93 en los 60 metros; 7,49 en longitud; 14,56 en peso y 2,02 en altura.
La final del 800, plato fuerte
El madrileño pabellón Gallur acoge hasta el domingo un campeonato interesantísimo, antesala clasificatoria del Europeo de Apeldoorn, entre el 6 y el 9 de marzo. Además de María Vicente, faltan algunas figuras. Especialmente Jordan Díaz, Adel Mechaal, Mario García Romo y Marta Pérez. Pero figuran en liza muchas otras. Se espera, en los 800, un duelo electrizante, a alto nivel internacional, entre Elvin Josué Canales, flamante plusmarquista nacional (1:44.65), Mohamed Attaoui, que doblará en los 1.500, y Mariano García.
Quique Llopis, Asier Martínez y Abel Jordan dirimirán la supremacía en los 60 metros vallas. Aunque con molestias en una rodilla, es favorita Ana Peleteiro en el triple salto. En gran condición ambas, Marta García y Águeda Marqués se disputarán el título en los 3.000. Muy atractivos los 400 femeninos, el de mayor fuste conjunto en los últimos años, con, sobre todo, Eva Santidrián y Paula Sevilla, que ha subido de distancia desde la velocidad, con, respectivamente, la segunda y tercera marca españolas de todos los tiempos, 51.70 y 51.79, sólo por detrás del récord de Sandra Myers (50.99).
Un sábado trufado de finales dará paso a un domingo atestado de ellas. Las más esperadas.