El italiano Jannik Sinner, número 1 del mundo, se coronó este lunes en el Masters 1.000 de Cincinnati, al derrotar con autoridad al estadounidense Frances Tiafoe.
Sinner padeció en la primera manga pero fue ampliamente superior en la segunda para ganar la final por 7-6 (7/4), 6-2 en una hora y media de juego.
El italiano de 23 años logró en Cincinnati su quinto torneo de la temporada y quedó en muy buena posición para pelear por el título en el Abierto de Estados Unidos, el último Gran Slam del año que comenzará en una semana.
Sinner estuvo en peligro en el primer set aunque en el tie break impuso su categoría y variedad de golpes para ganarlo por 7-4. En la manga definitiva, el europeo se calzó a pleno el traje de número 1 del mundo y quebró el saque del estadounidense en el primer juego y también en el cuarto, cerrando el partido a toda máquina.
“Estoy contento, ha sido una semana muy difícil”, dijo el ganador luego del partido. “Ha sido dura mentalmente, pero he intentado hacerlo lo mejor posible”, señaló. La victoria fue la tercera de Sinner en un torneo ATP Masters, tras las logradas en Toronto y Miami.
Sinner, vigente campeón del Abierto de Australia, cuenta ahora con 15 títulos tras negar a Tiafoe el primer éxito estadounidense en Cincinnati desde que Andy Roddick se impusiera en 2006.
«¿Mis hobbies? Me gusta hacerme las uñas. Me las hago yo, tardo tres horas, así que no me da mucho para otra cosa», bromea Antía Jácome (Pontevedra, 1999) mientras enseña sus manos. En su mirada de ojos impresionantemente grandes y azules se refleja el dorado de las dos medallas que anhela en París, una gallega menuda y fortísima que pasó su adolescencia en Sevilla y ahora vive y entrena en Mallorca, paladas de ambición y un «lado coqueto» que reivindica con un discurso decidido: «Me gusta ir mona. Que se vea que una chica deportista puede ir guapa a entrenar. La gente flipa cuando me ve vestida normal y luego en la canoa muy musculada».
El piragüismo es el gran caladero de medallas para España y en Tokio descubrió a Antía, quinta en su primera experiencia, la primera canoísta nacional de la historia, un rayo en el C1 200. Ahora, cambiada «al 99% física y mentalmente», no sólo luchará por un oro, lo hará por dos, porque descubrió en su gran rival, María Corbera, a su gran compañera. Y esa ambivalencia deber ser todo un éxito en el Estadio Naútico de Vaires-sur-Marne. «Nos llevamos muy bien y eso le quita tensión al barco individual, que es donde está la rivalidad. Ahí somos otras personas, somos competitivas, lo llevamos dentro. Si otra me apretase las tuercas como lo hace María...», explica Antía de María, a la que dejó fuera de los pasados Juegos y viceversa en el último Mundial y con la que aguarda ansiosa ese gran 500 que «todavía está por venir».
Ese «mal rollo» pretérito ahora es complicidad. Un objetivo común y personalidades en las Antípodas. «Yo me despierto, me echo mis 800 cremas, me maquillo, me pinto las pestañas, me hago la coleta y las trenzas bien. No puedo tener ni un pelo por fuera. Ese es mi ritual, todo perfecto. María es todo lo contrario, le da exactamente igual. Va con el moño con un pelo para cada lado y me pone muy nerviosa. Le digo: '¿Quieres un poco de fijador para el pelo?'», ríe la gallega, que descubrió el piragüismo a los 12 años, cuando acompañaba a su padre en una travesía a nado en la playa de La Lanzada.
Antía Jácome posa para EL MUNDO.SERGIO ENRIQUEZ-NISTALMUNDO
Antía fue diploma (5ª) en Tokio con 21 años y ya es doble campeona de Europa y plata Mundial el año pasado en tres modalidades en Duisburgo. Pero la resaca olímpica supuso un trauma. «Me fisuré una costilla y estuve tres meses sin tocar la canoa, era muy doloroso. Y en el selectivo me ganó María y me sacó la plaza para el Mundial. No podía competir, no tenía nada. Y a la vuelta, mis entrenadores se fueron [Marcel y Georgina Glavan, que ficharon por China, el gran rival], dimitieron sin avisarme después de seis años. Fue todo el año terrible. Un bajón enorme. Me recompuse como pude», detalla quien se trasladó a Mallorca con el grupo de Kiko Martín y empezó «a disfrutar» y a valorarse a sí misma. «Salí fortalecida, siempre me estaba comiendo la cabeza, con miedo a que pensasen que no podía», cuenta quien, para celebrar ese resurgir, el verano pasado se fue a un voluntariado a Kenia que le cambió la vida.
«Fue una experiencia diferente a todo lo que había vivido, con sensaciones extrañas. Te sientes mal, porque nos quejamos por cosas sin importancia. Quiero volver y vivir eso desde dentro, ayudar a las mujeres en riesgo, a los niños en la educación. Repetiré pronto». Tal vez no después de París, donde espera poder hacer surf y salir de fiesta. Porque Antía son dos. Dentro del barco, «muy competitiva, autoexigente» y fuera, «muy alocada».
Las sensaciones con las que Williams cargó en Imola sus bártulos dirección a Mónaco bordeaban lo esquizoide. Por un lado, Alex Albon había rondado las posiciones de podio después de que sus neumáticos trabajaran hasta última hora antes de la salida. Por el otro, Carlos Sainz salía del Autodromo Enzo e Dino Ferrari con un botín de puntos -cuatro por su octavo puesto- inferior a sus merecimientos. Igual que en Miami, hace 15 días, el madrileño se había visto perjudicado por la estrategia de su equipo.
Nada más cruzar la línea de meta, James Vowles tomó la radio para enviar un mensaje al piloto al que han entregado las llaves de su proyecto. "Cometimos un error y es culpa nuestra, pero lo más importante es que luchaste hasta el final", dijo el team principal de Williams. "Sí, lo he hecho lo mejor que he podido. Creo que no era fácil predecir la carrera, pero algún día acertaremos", replicó Sainz, sin dejarse arrastrar por la ira. Al fin y al cabo, en sus 10 años en la F1 siempre fue extremadamente disciplinado a la hora de asumir las órdenes.
Sin embargo, Sainz tenía claro desde antes de la salida que sus opciones pasaban por una estrategia a una sola parada. Así se lo transmitió, de hecho, a su ingeniero en la primera fase de la carrera, justo después de que le ordenasen calcar la estrategia marcada por Charles Leclerc y George Russell. "Estuve a punto de no entrar, porque me parecía muy pronto", relató el español, que por entonces preparaba su adelantamiento a Fernando Alonso. "Si me piden parar en esa vuelta, tengo que obedecer, soy un hombre de equipo", añadió.
"me estaba relamiendo"
Los mecánicos no se mostraron precisamente habilidosos durante el pit-stop (3,4 segundos) y se reincorporó en la decimoséptima posición. Una vez estabilizada la situación, tras la vuelta 15, Sainz rodaba decimocuarto. Justo en ese momento, Albon aprovechaba el primer paso por boxes de Oscar Piastri y Alonso para colocarse tercero. Es cierto que veía a nueve segundos a Lando Norris, aunque tampoco conviene pasar por alto que mantuvo esa posición hasta traspasado el ecuador de la carrera.
El FW47 mostraba un ritmo sólo inferior al de los McLaren y el líder, Max Verstappen. Un rendimiento que incluso sorprendió a sus propios ingenieros, que no contaban con repetir el nivel mostrado hace dos semanas en Miami. De su velocidad también quedó constancia tras el safety car provocado por Andrea Kimi Antonelli. Entonces, Albon se animó incluso a lanzar un par de hachazos a Leclerc.
"Podría haber sido un poco más paciente ante Charles, pero si te soy sincero, ya me estaba relamiendo. Pensé que podría incluso adelantar a Piastri, porque el ritmo era muy bueno y los neumáticos nuevos duros rendían muy bien", confesó Albon, que pudo repetir otro quinto en la meta pese a tras la agresiva defensa de Leclerc, obligado a devolver la posición. Al igual que hace un par de semanas en Florida, Williams se colaba entre la elite por puro ritmo, compitiendo de igual a igual. Un logro insólito para la escudería de Grove desde 2016.
Albon, el viernes, en el 'paddock' de Imola.AP
En cualquier modo, la frustración de Sainz también iba a actualizar otras recientes discordias. "Así no es como corro chicos, no me importa. He perdido mucha confianza aquí... en todo", había advertido Carlos por radio en Miami. No sólo quería señalar a Gaetan Jego, su ingeniero de pista, sino al propio Vowles.
"Por una razón o por otra, las cosas se tuercen el domingo. Hay que ejecutar mejor, porque se nos están escapando muchos puntos", abundó el madrileño, que sólo cuenta con 11 unidades, 29 menos que su compañero. En cualquier caso, Williams ha sumado en sólo siete carreras seis puntos más que la suma de los dos últimos campeonatos.
Renunciar a las actualizaciones
Nada desdeñable para una escudería cliente de Mercedes, que desde el inicio del curso ha insistido en rebajar las expectativas. Todos sus esfuerzos, de hecho, parecen enfocados en el Mundial 2026. Así lo reiteró Vowles en las horas previas a su viaje a Imola. "Nos sentimos decepcionados, porque teníamos más opciones", concedió el team principal.
En el Autodromo Enzo e Dino Ferrari, Williams fue el único equipo, junto con Haas, que no quiso montar una sola actualización aerodinámica. Ni vinculada al rendimiento, ni a las particularidades del trazado. Y esa misma debe ser la constante de aquí a final de temporada. Ni siquiera el esperadísimo cambio del alerón delantero, programado por la FIA para el GP de España (2 de junio), parece que interrumpirá la hoja de ruta de Williams.
Sainz, que continúa adaptándose a las exigencias de su monoplaza, aventaja a su compañero en la qualy de los sábados (4-3), aunque pierde por la mínima su pulso durante las carreras (1-4). Para equilibrar este registro precisará al menos, algo de colaboración de puertas para adentero. "Era una decisión muy complicada y hoy no acertamos, pero ya llegará su día y le colocaremos donde su talento merece"; finalizó Vowles.
Era el mejor partido de esta primera jornada de la nueva Liga de Campeones. Nada menos que la final del curso 2022/23, ganada por el Manchester City con un gol de Rodri. El equipo de Pep Guardiola ha iniciado la Premier League con la autoridad acostumbrada y Haaland particularmente certero: nueve goles en cuatro partidos. El Inter asumió el papel en el que suele sentirse más cómodo, el mismo de la final de hace dos temporadas, en la que complicó mucho la vida a los británicos. Inzaghi se guardó a Lautaro Martínez de entrada, decisión sorprendente.
Tardaron 18 minutos los locales en rematar a portería. Lo hizo Haaland de cabeza tras un centro de Savinho. El extremo brasileño cuenta con la confianza de su entrenador, en el salto cualitativo tras el destacado aprendizaje en el Girona. Tocaba y tocaba el City, a la espera de encontrar alguna fisura en un Inter contemplativo, bien armado atrás. En el banquillo de casa estaban, entre otros, Walker, Doku, Foden y Gündogan, una muestra del calado de la plantilla.
Alternativas
Guardiola echó mano de los dos últimos tras el descanso, en lugar de Savinho y De Bruyne, que se fue con molestias. Buscaba alternativas ofensivas en un equipo demasiado plano, con dificultades para penetrar entre la aplicada defensa italiana. Este tipo de partido son un lugar común para el Manchester City, la mayoría de cuyos rivales fían sus opciones a que el tiempo transcurra sin que sucedan demasiadas cosas.
Ingresó Lautaro en el minuto 64 como relevo de Thuram. Sin modificar un ápice la partitura, Inzaghi intercambiaba piezas arriba a la espera de aprovechar cualquier eventualidad al contragolpe. Foden disparó al cuerpo de Sommer tras una precisa secuencia de pases a la que se sumó Gündogan. Poco después remató Guardiol, también neutralizado por el guardameta.
Entró Doku a falta de diez minutos en lugar de un Bernardo Silva en tonos ocres. Desconectado Haaland, el City, que suma 47 partidos sin perder en Champions en su estadio, trataba de afilarse con el extremo belga, que tampoco pudo procurarle opciones de remate. Tuvo una Gündogan, en un cabezazo que fue la última noticia seria de su equipo en el área rival.
Del resto de los partidos de la jornada de este miércoles, destaca la goleada del Celtic, 5-1 al Slovan de Bratislava, y la concluyente victoria del Borussia Dortmund en Brujas, 0-3.