El jugador toma ritmo después de dos temporadas atípicas en el Real Madrid. El Sevilla, por su lado, aun no despega
El mejor de los Iscos en el peor de los Sevillas. El centrocampista malagueño, que era una incógnita tras unas últimas temporadas irrelevantes en el Real Madrid, se ha transformado en el oasis de un equipo que atraviesa un desierto de juego y resultados. Las dudas sobre su físico y su implicación se disolvieron tras noventa minutos mágicos en el RCDE Stadium.
El equipo de Julen Lopetegui llegaba malherido a la quinta jornada. Un punto de doce posibles y un debut con derrota escandalosa frente al Manchester City en la Champions League eran el bagaje de un técnico en el cadalso. Isco ocupó la media punta aquella tarde. El 4-2-3-1 de los nervionenses es un regalo para un futbolista con sus virtudes. Con su concepción del fútbol.
El ex madridista hizo del balón su patrimonio y faenó con brillantez. El partido agonizaba. En el marcador se iluminaba un 2-3. Eran momentos difíciles. El Espanyol apretaba en busca del empate. Su compañero Lamela había sido expulsado, Fernando estaba lesionado. Pero Isco se desfondó en la medular. Bajó a recibir, apoyó en la destrucción; mandó y venció. Un partido casi perfecto en cuanto a pases, duelos ganados y recuperaciones. El árbitro pitó el final. Era la primera vez en un año y medio que disputaba de principio a fin un partido de Liga. La pelota siempre vuelve allí donde fue feliz.
El Sevilla llegó a la pausa por la UEFA Nations League tras dos nuevos empates, frente a Copenhague y Villarreal, en los que Isco volvió a ser importante. Los hombres de Lopetegui están lejos de ser un bloque consistente, pero se vislumbran mejorías tras un arranque nefasto que llenó las gradas de inquietud. Con Isco y Fernando en el once titular, el club sevillista encuentra un equilibrio que compensa la fragilidad defensiva y las dudas en la delantera.
Una de las claves del buen momento del futbolista de Benalmádena es su mejoría física. Mientras esperaba a un nuevo equipo en verano, tras su marcha del Real Madrid, contrató a un entrenador personal, Dani Jiménez, que trabajó con él para recuperar su tensión competitiva. Dobles sesiones, pérdida de grasa y una ilusión: demostrarle a Luis Enrique que podía confiar en él para el Mundial. Aunque los fines imposibles conducen a la melancolía, y el seleccionador parece tener una idea inamovible para su España, la entrega, ubicuidad y talento de Isco en estas jornadas recuerdan al futbolista que hace no tanto fue indiscutible en las listas del combinado nacional.
Isco es la buena notica, la mala es todo lo demás. Los fichajes de Monchi no terminan de funcionar. Las marchas de Koundé y Diego Carlos han convertido la retaguardia en un solar. La paciencia tiene un límite. El parón ha permitido al Sevilla coger un poco de aire y enfriar a la afición. Contra el Atlético de Madrid se verá si Lopetegui tiene futuro en el banquillo del Ramón Sánchez-Pizjuán o si los malos resultados de su equipo son algo más que puntuales tropiezos. Isco, tras unos entrenamientos con dudas físicas, parece recuperado y apunta a la titularidad. La mejoría del Sevilla pasa por sus botas. Ya sólo queda que su buen rendimiento se extienda al resto de sus compañeros y el equipo nervionense se asemeje a lo que Lopetegui tenía acostumbrado: Competitividad, fiabilidad y ambición.