Hacía falta ganar. Era casi una obligación. Para coger confianza y para dejar sellada la clasificación a los cuartos de final de los Juegos. A esa ronda, que a pesar de llegar como campeones de Europa, todavía sigue generando mucho respeto. Ese será, después del encuentro ante Egipto, el siguiente reto para los de Santi Denia tras conseguir la victoria ante una República Dominicana entrenada por un viejo amigo, Ibai Gómez.
Al contrario que ante Uzbekistán, la selección comenzó concentrada, controlando el partido desde inicio para que no sucediera ningún imprevisto que complicara el pase. Con un gran Pablo Barrios comandado el centro del campo, España presionó alto para romper el esquema defensivo de los caribeños y estuvo a punto de obtener su premio cuando el portero dominicano le regaló a Abel Ruiz un balón en la frontal.
El nuevo delantero del Girona no acertó, pero sí lo hizo Fermín, que aprovechó otra mala salida para batir a Boesl y estrenar así el marcador en el minuto 24. Todo parecía que el segundo iba a tardar poco en llegar, pero después de otra buena ocasión del capitán español, Ángel Montes cabeceó solo un saque de esquina para poner el empate. La primera para dentro.
Expulsión de Azcona
España no acusó demasiado el golpe y continuó con su dominio, pero antes del descanso se produjo una jugada que iba a cambiar decididamente el encuentro. Azcona fue expulsado al agredir a Pau Cubarsí con una patada después de que el catalán le arrebatara el balón con una entrada.
A la vuelta de vestuarios, todo se centraba en cómo conseguir el segundo para desatascar definitivamente el partido. Con uno más no se podía fallar, y en el minuto 55, Álex Baena sacó un disparo desde la frontal que, tras tocar en Urbaez, se metió dentro de la portería. España volvía a sonreír.
Con el resultado en contra, la República Dominicana se encerró de nuevo en su campo, mientras el equipo de Santi Denia combinaba de lado a lado para encontrar el espacio. Fermín buscó el doblete con insistencia, pero el que sí marcó fue Miguel Gutiérrez, lo hizo a placer, aunque tuvo que esperar a una larga revisión del VAR para celebrarlo.
Diego López y Turrientes, con un fuerte disparo esquinado, pudieron lograr el cuarto, pero nada se movió. Con este resultado, la República Dominicana se queda con un solo punto y tiene muy difícil conseguir la clasificación.
Esta es la España que sí sabe ganar, frente al anfitrión, frente a la atmósfera o contra las adversidades. Es la España de los antidivos, como lo era Fermín López, autor de dos tantos para remontar en la final, hace unos meses y lo es Sergio Camello, un futbolista comprado por el Rayo al Atlético a precio de saldo, que cerró la final con dos goles en la prórroga como lo hacen los grandes, sutil y mortal. Es la España que conoce bien Santi Denia, aunque no lo hagamos los demás, un entrenador de silencios, pero un entrenador independiente, fuera ante Luis Rubiales, al que no aplaudió en la Asamblea de la vergüenza, o ante quien sea. El título olímpico premia una forma de ser y de hacer que no está de moda, pero, hoy, es de oro.
La victoria del fútbol masculino llega en un clima depresivo para los equipos españoles, a la espera de las mujeres del waterpolo, una selección de época. Las selecciones olímpicas de fútbol, en cambio, son efímeras debido a la normativa, que sólo permite menores de 23 años con tres excepciones, pero la que se impuso a Francia (3-5) en el Parque de los Príncipes se ha ganado que su recuerdo permanezca, como lo hizo la del 92. El oro del fútbol se ha hecho esperar 32 años. Está de vuelta.
Ese oro regresa en un año especial, el mismo en el que España ha conquistado la Eurocopa para lograr un doblete que únicamente consiguió Francia hace 40 años, al ganar en su Eurocopa y en Los Ángeles'84. El primer título lo levantó en el mismo Parque de los Príncipes donde pierde esta final y a costa de España, en cuya portería Arconada tuvo un fallo que marcó injustamente de por vida a un portero colosal. Del mismo modo empezó la final olímpica, cuando Arnau Tenas no pudo despejar un disparo de Millot que acabó por introducir en su portería. Maldito destino.
Seis goles en el torneo
Un gol nada más empezar para inflamar a Francia, desbocada y vertical en su arranque. Es lo que hace porque es lo que tiene, no más. Thierry Henry no pudo contar con Mbappé, el capricho de Emmanuel Macron, pero tampoco con futbolistas en edad de ser olímpicos, como Leny Yoro, fichado por el Manchester United. También a Santi Denia le habría gustado contar con Lamine Yamal, pero los precedentes aconsejaban cautela. El pacto con el Barça y la absoluta de que fuera Fermín quien jugara ambos torneos resultó providencial.
Con dos goles en la final, seis en el torneo, Fermín es el futbolista de los Juegos, aunque el marroquí Rahimi sume dos tantos más. No han sido, además, goles de granero, sino claves, fuera ante Japón, Marruecos o Francia. En el Parque de los Príncipes lo hizo para empatar y adelantar a España con las llegadas al área que lo convierten en un futbolista indescifrable. Se mueve entre las líneas con una intuición natural para caer en el espacio de la muerte. Los compañeros lo buscan como lo hace la pelota. Cuando llega, pega, no titubea. Primero marcó por el centro y después a la caza de la segunda jugada, tras el rechace del portero Restes, siempre al primer toque. Un control puede ser una duda.
Los dos goles llegaron como consecuencia de lo que España necesitaba para cambiar la tendencia del partido: tener la pelota y asociarse. Si jugaba a la carrera y el choque, era peor que Francia, con el gigante Mateta en el área; si jugaba a la pelota, era mejor que el adversario. Lo sabía Henry. Por eso reclamó al público que llenara el estadio y no dejara de animar. Que donde no llegara el equipo lo hiciera la atmósfera. Cumplieron los franceses, pero el público olímpico, más festivo, no es el que acude a los partidos del PSG.
Fermín anota el 1-2 en el Parque de los Príncipes.AFP
Si en el primer gol de España fue Baena quien encontró a Fermín en el espacio dejado por los centrales -con mucha dificultad para seguir los movimientos de un jugador que no da referencias- en el segundo la acción fue más coral, síntoma de una España ya dominadora. Cubarsí lanzó a Miranda, cuyo centro fue rematado por Abel Ruiz. Al rechazo llegaba Fermín, mitad halcón, mitad hiena. Llegados en el margen de siete minutos, Francia sintió el efecto y España lo aprovechó para poner más distancia, gracias a una falta muy bien lanzada por el jugador del Villarreal y mal interpretada por el portero galo.
El valor de las canteras
El gol y la asistencia señalan, asimismo, a Baena como uno de los jugadores del torneo. Es, junto con Fermín, el otro de los campeones olímpicos que disputó la Eurocopa. El doblete de ambos sólo tiene un precedente en la historia, y es el del portero francés Albert Rust en 1984. En la absoluta era suplente de Joël Bats. La juventud del fútbol español que ya se proyectó en la Eurocopa, con Lamine Yamal o Nico Williams, continúa en estos Juegos, con el propio Fermín o Cubarsí, oro olímpico a los 17 años y el futbolista más joven en París. Yamal lo fue de la Eurocopa que también conquistó. Ambos torneos dejan un mensaje positivo para las canteras y, en concreto, para la del Barcelona. La crisis no ha podido con ella. También para la del Atlético, donde creció Camello.
Henry movió el banquillo nada más iniciarse la segunda mitad, en la que Francia aceleró en la velocidad y la presión, pero con escasa claridad. Un lanzamiento al palo y dos disparos de Kone permitieron a Arnau Tenas redimirse del error que abría la final, otro jugador de la cantera azulgrana, pero nada pudo hacer ante la falta lanzada por Olise, que acabó en la red sin que nadie la tocara, dada la falta de contundencia de la defensa española.
La celebración española del 1-3, obra de Baena.AFP
Ya sin Fermín, exhausto, y Baena, los dos mejores españoles del torneo y de la final, sobre el campo, España quiso administrar sus salidas y jugar con su ventaja, el reloj y los nervios de Francia. Estar en tu área es un peligro constante. El ligero contacto de Miranda con Nkambadio acabó en el VAR. Fue un penaltito. Mateta, pese a la presión, no dudó.
La prórroga aparecía como el peor escenario, sin los mejores ya sobre el campo y con Francia rearmada moralmente, en mitad de los temblores del cemento del Parque de los Príncipes. España respondió a los tambores con dos notas de violín de Camello ante el portero, una en cada parte de la prórroga. Las notas de una balada de oro.
El Villarreal CF se ha tomado en serio el propósito de hacer del Estadio de la Cerámica un campo inexpugnable. Como hace un par de semanas ante el Mallorca, el equipo de Marcelino dio otro recital goleando al Real Valladolid y metiendo presión al Athletic en su pelea por la cuarta plaza. Ayoze Pérez rompió la igualdad poco antes del descanso y acabó con la resistencia del colista, que se vio ampliamente superado en la segunda mitad por el juego coral y la pegada de los castellonenses. [Narración y estadísticas (5-1)]
Ayoze le da al Villarreal un plus en un ataque ya de por sí temible. Los problemas físicos han impedido al jugador canario tener continuidad pero cuando está se nota. Ante el Valladolid volvía al once casi mes y medio después de su última titularidad y fue el gran protagonista. No solo abrió el marcador sino que podría haberlo engordado con un poco más de acierto en la definición.
El delantero participó prácticamente en todas las acciones ofensivas del conjunto amarillo, como si quisiera recuperar el tiempo perdido, aunque no fue hasta el tramo final del primer periodo cuando rompió el equilibrio. Le había costado hasta entonces al Villarreal desbordar a un Valladolid ordenado y que no renunciaba a buscar portería, sobre todo a través del insistente Chuki.
Los de Marcelino, que daban la sensación de echar en falta el criterio de Dani Parejo en la medular, únicamente conseguían generar peligro a balón parado hasta que Ayoze firmó una genialidad tras convertir un saque de banda en una acción letal. El canario recibió de Cardona y se marchó entre tres rivales para encarar a Hein y batirle de tiro cruzado.
Gueye, en ambas áreas
El gol despertó el instinto asesino del delantero, que aún dispuso de un par de ocasiones antes del descanso. Se le fue por centímetros un remate después de una deliciosa pared con Gerard Moreno en la frontal. Sí cogió portería su siguiente tiro, tras bajar magistralmente un despeje de Gueye, pero Hein sacó una buena mano para despejar. Nada más arrancar el segundo tiempo tuvo otra buena opción tras una pérdida del Valladolid en la salida del balón, pero se le marchó arriba su tiro tras el pase de Gerard.
El conjunto de Diego Cocca trataba de mantenerse agarrado al partido y merodeaba el área local, aunque sin ocasiones excesivamente claras. Diego Conde abortó una internada de Sylla tras una buena maniobra del delantero senegalés. Tampoco llegó a buen término un tiro de Lucas Rosa que fue bloqueado por Gueye.
Intentando reivindicarse
El francosenegalés fue protagonista en las dos áreas, ya que solo un minuto antes había desperdiciado un pase de Ayoze rematando por encima del larguero. No perdonó la segunda que tuvo, definiendo con un ajustado disparo raso tras una acción de fortuna. Pepe quiso jugar de tacón tras un pase filtrado de Álex Baena pero el balón rebotó en un defensa y acabó en los pies de Gueye.
Por si había dudas sobre el desenlace del partido, Comesaña las ahuyentó firmando la sentencia a veinte minutos del final con un impecable cabezazo a centro de Cardona, una de las jugadas favoritas del Villarreal. Lejos de conformarse, los de Marcelino siguieron apretando, con los jugadores de refresco tratando de reivindicarse. Barry hizo el cuarto poco después de entrar al terreno de juego tras recibir de Denis Suárez, que no quiso ser menos y firmó el quinto con un disparo a la media vuelta. En la última acción del partido, Amallah maquilló la goleada para el Valladolid con una buena volea desde la frontal.
Un gol de Alexander Sorloth en el último minuto del tiempo añadido permitió al Villarreal romper la buena racha del Sevilla y prolongar el sueño de lograr una plaza para competir en Europa. En un final frenético, con penaltis y goles anulados por el VAR, el equipo de Marcelino tuvo más fe y pegada para llevarte un partido repleto de alternativas, suspense y ocasiones. [Narración y estadísticas (3-2)]
El Sevilla, sin control del balón, supo sufrir para capear el dominio inicial castellonense y en su primera llegada encontró un premio inesperado en un penalti cometido por Kiko Femenía, al que el balón golpeó en el brazo tras un salto con Suso. En-Nesyri definió desde los 11 metros, pero la alegría visitante apenas duró cinco minutos. Sorloth convirtió en gol, con un cabezazo picado, un preciso servicio de Cuenca. El empate desató al Villarreal, que recuperó la chispa inicial, aunque el Sevilla no rehusó la pelea y también comenzó a asomarse.
Jesús Navas encontró un filón en su banda y comenzó a nutrir de balones a sus delanteros. Ocampos, con una chilena, desperdició el primer servicio del lateral, pero En-Nesyri no perdonó, ya al límite del descanso, con un cabezazo inapelable. El final de la primera parte aún deparó otra sorpresa desagradable para el Villarreal, que perdería en el añadido a Coquelin, lesionado.
De todas las formas posibles
Los locales repitieron el guion del primer periodo y salieron en tromba tras el descanso. En apenas un minuto, Álex Baena iba a desperdiciar dos ocasiones para el 2-2. En la primera, se topó con los reflejos de Nyland, salvador en el mano a mano, y en la segunda envió fuera de volea tras un pase al espacio de Parejo.
El Villarreal, desbocado, rozó el empate con un remate de cabeza de Cuenca y en un disparo de Guedes, tras un pase de fantasía de Baena, que Nyland volvió a salvar. El Submarino lo intentó de todas las formas posibles, con centros al área, balones filtrados y disparos lejanos, pero no encontró la forma de derribar la muralla del Sevilla hasta que Mosquera cazó un balón en el primer palo.
Rectificación del VAR
Con siete minutos aún por delante, y conscientes de que el punto no valía, ambos equipos se enzarzaron en un desenfrenado intercambio de golpes. En-Nesyri remató al palo y, poco después, el VAR rectificó un penalti señalado a favor del Sevilla por una mano de Capoué que resultó ser de Agoumé.
Terrats, ya en el descuento, también vio cómo Díaz de Mera le anuló el 3-2 por fuera de juego. En plena locura ofensiva, Baena volvió a frotar la lámpara para asistir a Sorloth, que no perdonó para tumbar al Sevilla, mantener vivo el sueño europeo y luchar por el Pichichi LaLiga. De momento suma 19 tantos, uno menos que Artem Dovbyk.