El nuevo salto de Simone Biles, con tres metros de altura boca abajo y 150 revoluciones por minuto: “Ha cambiado la gimnasia”

El nuevo salto de Simone Biles, con tres metros de altura boca abajo y 150 revoluciones por minuto: "Ha cambiado la gimnasia"

Mundial de Amberes

Actualizado

Tras asombrar en las clasificaciones con su Yurchenko con doble mortal carpado, suma en el concurso completo su segundo oro. “Gracias a ella, las mujeres ven que pueden equipararse con los hombres”, asegura Gervasio Deferr.

Biles, durante la final del concurso completo en Amberes.AFP

Desde mayo de 2021, cuando Simone Biles presentó su última innovación en el salto de potro, un Yurchenko con doble mortal carpado, muchos especialistas habían analizado los aspectos técnicos del ejercicio, pero sólo algunos midieron con escrupulosa exactitud cada detalle. Uno de ellos fue John Eric Goff, doctor en Física en la Universidad de Lynchburg, que tras examinar los vídeos de la gran diva estadounidense ofreció sus datos al diario Houston Chronicle. Según Goff, para que Biles clave ese salto debe acelerar hasta 25 km/h durante la carrera, impulsarse sobre el potro apoyando las manos apenas 16 centésimas de segundo, girar a 150 revoluciones por minuto (algo menos de la mitad que las aspas de un helicóptero) y elevarse, en el punto máximo y boca abajo, a tres metros sobre el suelo. «Podría hacer un mate en una canasta reglamentaria si llevase un balón en los pies», concluía Goff. Ahora, tras su segundo oro en los Mundiales de Amberes, conquistado el viernes durante la final individual del concurso completo, los expertos se preguntan hasta dónde y hasta cuándo podrá Biles seguir revolucionando la gimnasia.

«Probablemente pueda modificar sus ejercicios, intentar otras combinaciones y dificultades», apunta Diana Plaza, secretaria técnica de los equipos femenino y masculino de la Federación Española (RFEG). «Se ve que se divierte mucho. Sus 26 años son una edad adulta para una gimnasta, pero también le otorgan una madurez que le permitirá seguir disfrutando, si así lo considera. No es descartable que pueda atreverse con otro elemento cuya dificultad lo convertiría en casi inabordable para sus rivales», añade Plaza a EL MUNDO.

«Se ha ganado con creces el derecho a elegir su futuro. Esperemos que no se lesione y podamos verla en los Juegos de París, donde todos desearemos que pueda quitarse la espinita de Tokio. Después, yo creo que tomará la decisión de la retirada», vaticina Gervasio Deferr, bicampeón olímpico en Sydney 2000 y Atenas 2004 en salto de potro. Sin embargo, el barcelonés jamás presentó en competición oficial el Yurchenko con doble mortal carpado, registrado ya por la Federación Internacional bajo el nombre de Biles II, por los riesgos que entrañaba a la hora de las puntuaciones. «Sólo lo entrené cayendo en la piscina de espuma», rememora. ¿Qué tiene Biles, pues, para atreverse con un salto hasta ahora vedado a los hombres?

«Un talento único y diferencial»

«Su velocidad y potencia son brutales. Además es valiente como ella sola», continúa Deferr, antes de pormenorizar cada aspecto del salto. «Para entrar en el doble carpado, las fases anteriores tienen que ser técnicamente perfectas: el ángulo de hombros debe ser el exacto para tomar la altura necesaria durante el vuelo y el paso de las manos desde el potro a las piernas ha de ser rapidísimo», desgrana sobre esas milésimas de segundo sólo a su alcance. Los riesgos, lógicamente, se multiplican durante el aterrizaje. «Si vas muy justo te puedes romper los dos tobillos a la vez. Creo que el salto vale aún más por todos los peligros que entraña y por lo fácil que resulta fallarlo», completa Deferr, en conversación con este periódico.

Plaza, asimismo, completa el análisis con otra clave: «Por supuesto que Simone tiene potencia y velocidad, pero lo que le hace distinta al resto es su técnica en cuanto a la biomecánica del elemento. Se trata de un talento único y diferencial». Ayer, durante la final del concurso completo, Biles se limitó a un Yurchenko con pirueta y media en plancha, con una dificultad de 5,6, frente a los 6,4 del doble mortal carpado. Su acumulado final (58.399) le bastó para superar a Rebeca Andrade (56.766) y Shilese Jones (56.766), colgarse el oro y sumar ya 27 medallas en Mundiales. Hoy, durante la primera jornada de la final por aparatos, con el potro y las paralelas asimétricas, presumiblemente sí recurriá a su más difícil todavía para adornar aún más un sublime palmarés.

Salvando las distancias, el caso de Biles trae a la memoria el de Elena Produnova, la primera saltadora que se atrevió con una paloma con doble mortal adelante. La gesta de la rusa se remonta al año 2000 y desde entonces nadie pudo superarla. Por tanto, cabe preguntarse si este Biles II ha de considerarse un verdadero hito en la historia de la gimnasia. Llegados a este punto, los criterios de Plaza y Deferr divergen.

«Sin restar importancia a este maravilloso salto, no creo que esto sea un hito, ya que va en la línea de lo ofrecido durante la última década, cuando se suprime el 10, los ejercicios obligarorios y se abre la nota de dificultad», apunta la ex gimnasta, séptima con España en los Juegos de Atlanta en el concurso completo por equipos. «Hoy, incluso cayéndote, puedes ganar un oro. Antes, cuando se buscaba la perfección en la ejecución, además de la subjetividad y la originalidad, cualquier error frustraba la medalla». A juicio de Plaza, el gran hito de este deporte lleva la firma de Nadia Comaneci. «Con ella evolucionamos de una gimnasia pausada y con escasa fase de vuelo, a otra mucho más rápida, con mayor fase de vuelo y enlaces. De un físico de niñas se pasó a otro de atletas».

En cambio, Deferr sí apuesta firmemente por la trascendencia histórica de Biles. «Ha cambiado la gimnasia, porque las mujeres ahora ven que sí es posible equiparse con los hombres. Y eso transforma la perspectiva. Por supuesto que sus características físicas son diferentes, pero ellas saben ahora que trabajando las cosas salen». Para finalizar su razonamiento, el subcampeón mundial en suelo en Tianjin 1999 y Stuttgart 2007 recurre a una imagen casi poética. «Los chicos parecen que rompen la pista o el trampolín, pero ella no suena, parece que no le cuesta. Es capaz de subir y caer perfecta, como si la posasen encima de una ramita».

kpd