El senador y alcalde de La Roda (Albacete), Juan Ramón Amores, desde hace años enfermo de ELA, ha denunciado en la red social X que los servicios de seguridad del Espanyol no dejaron entrar al campo a su hijo de 11 años en el derbi del miércoles, porque llevaba puesta una camiseta del Barcelona.
Amores ha publicado en un hilo de denuncia en X: "Hoy he llevado a mi hijo de 11 años a su primer partido de @LaLiga y no nos han dejado entrar. El equipo de seguridad del @RCDEspanyol no ha dejado pasar a mi hijo porque debajo de la sudadera llevaba la camiseta del @FCBarcelona y un pantalón corto".
El regidor ha continuado: "Se ha puesto un chubasquero mío encima y se ha quedado en calzoncillos. Ha guardado su equipación en la mochila de mi silla de ruedas y no ha sido suficiente. Querían que la tirara a la basura y yo me he negado".
"Mi hijo llorando y yo impotente porque mi voz no me dejaba discutir", ha lamentado el regidor de La Roda en referencia a su enfermadad.
Y ha aseverado: "La mejor liga del mundo?? Mis narices!! Se habla de racismo, de homofobia, del respeto al árbitro, de lo que se vive en las gradas del deporte de formación... pero no poder ir con tu hijo al fútbol con su camiseta es LAMENTABLE".
Asimismo, Amores ha comentado en que le gustaría que este hilo de denuncia sea leído por la ministra de Educación, Pilar Alegría, y por el presidente de la Liga Nacional de Fútbol Profesional (LNFP), Javier Tebas, así como por conocidos periodistas deportivos.
"No sé si mi hijo volverá a un estadio con el miedo que ha pasado hoy. Desde luego yo me siento orgulloso de que haga natación", ha manifestado Amores, que ha añadido: "Desde luego a mí hoy me cuesta explicarle porqué no ha podido entrar al fútbol y qué hemos hecho mal después de 6 horas de viaje".
Un golpe de genio de Lamine Yamal, un zurdazo que limpió las telarañas de la portería, las buenas intervenciones de Wojtiech Szczesny y un último gol de Fermín propiciaron que se cumpliera lo que ya parecía inevitable desde el último clásico: el alirón del Barça.
El triunfo, por 0-2, ante un Espanyol incansable durante gran parte del duelo y finalmente condenado por la expulsión de un Cabrera a quien se le fue la mano, literalmente, en los útlimos instantes del partido, selló el tercer título para los de Hansi Flick en una temporada que, para muchos, debía ser de transición y que se ha saldado con un dominio barcelonista únicamente ensombrecido por la eliminación en las semifinales de la Champions ante el Inter. Y al germano no sólo le han acompañado los resultados. También un juego que ha despertado la admiración dentro y fuera de las fronteras españolas.
El Espanyol, cómo no, trató de apretar al máximo a lo largo de los primeros 45 minutos. Su motivación, desde luego, era doble: sellar a la práctica la permanencia en Primera y, de paso, evitar que el eterno rival volviera a celebrar un título en su estadio, tal y como ya pasó hace un par de años. Un encuentro que sentenció la Liga para los azulgrana y condenó a su vez a los blanquiazules a bajar a los infiernos.
Con esas premisas, no es nada raro que el conjunto que entrena Manolo González tuviera las opciones más claras para abrir el marcador. Szczesny, finalmente de nuevo titular por mucho que Flick diera rienda suelta a las opciones de que Ter Stegen volviera a estar bajo los palos, tuvo que estar muy atento a los frecuentes llegadas de los locales. Sobre todo, para frustrar una grandísima ocasión de Javi Puado que a punto estuvo de significar el 1-0 cuando ya se había cumplido el primer cuarto de hora del duelo.
Los azulgrana, por su parte, tras unos primeros instantes en los que el Espanyol rondó con más frecuencia las inmediaciones de su área y tras unos momentos de desconcierto provocados por el anuncio de un atropello masivo instantes antes del partido en los alrededores del estadio, intentaron desplegarse un poco más frente a un rival inasequible al desaliento en tareas defensivas.
Los locales trataron de cerrar todos los pasillos a un equipo visitante que, pese a todo, logró apuntarse algunas llegadas a su casillero, si bien con más intención que puntería. Joan García, uno de los porteros de Primera con más pretendientes a sus espaldas, de hecho, no tuvo que firmar ninguna intervención de mérito en unos primeros 45 minutos en los que el marcador, para descontento de unos y otros, se mostró aparentemente inamovible. Ni Lewandowski, titular finalmente por la baja de un Ferran que tuvo que operarse de urgencia por una apendicitis en la noche del miércoles, espoleado en principio por retomar la pelea con Mbappé por el Pichichi, llegó a mostrarse inspirado.
Quien se encargó de romper de una vez por todas la igualada, en este caso, fue un Lamine Yamal que demostró una vez más estar tocado por los dioses. Con una internada en diagonal arrancando desde la derecha como aquellas que solía firmar en su momento de máxima madurez un Leo Messi que parecía a todas luces irrepetible, se sacó de la chistera un zurdazo que se alojó en la escuadra derecha de la portería de Joan García.
Un nuevo golpe de genio de un futbolista que, según destacó Flick, fue clave para remontar el 0-2 anotado en el primer cuarto de hora por el Real Madrid el pasado domingo en Montjuïc y que, en ese momento, aseguraba el campeonato de Liga para los barcelonistas.
Con el 0-1 en el zurrón, los visitantes pudieron abundar en su búsqueda de control del juego. Y, con ella, dormir un poco un partido en el que la agitación podía remar a favor de los intereses del Espanyol. Pero, pese a su voluntad, los locales aún serían capaces de encontrar alguna posibilidad para volver a meterse en el partido. Su mejor intento, pese a algún que otro titubeo, con todo, se vería frustrado por un casi siempre sólido Szczesny. Y la expulsión de Cabrera, tras un golpe en el estómago de Lamine y a instancias del VAR, acabaría por condenar del todo sus opciones. Unas opciones que Fermín sentenció en el añadido con el 0-2.
En el minuto 8 del derbi catalán, el árbitro de la contienda Soto Grado suspendió unos minutos el encuentro cuando se le comunicó que se produjo un atropello masivo en los alrededores del estadio de Cornellá en el que se enfrentaban el Espanyol y el FC Barcelona.
Según se puede ver en las imágenes, el condutor de un vehículo de color blanco, rodeado de varios centenares de seguidores, arrancó contra la multitud que le increpaba y zarandeaba el coche. Al volante iba una mujer, según los Mossos D'Esquadra, y el atropello pudo ser algo accidental. Los Mossos han afirmado también que la conductora ha sido detenida.
Se desconocen las consecuencias ocurridas tras el atropello masivo, aunque las primeras informaciones apuntaban a que no hay heridos de gravedad y podrían haberse visto afectadas unas 13 personas, cuatro de carácter leve y otras nueve menos graves, según los servicios de Emergencia de la Generalitat.
El encuentro se reanudó sólo unos minutos después por parte del colegiado, aunque numerosos aficionados de la grada protestaron por la continuación entendiendo que no se debería haber producido ante la gravedad de los hechos y abandonaron la grada.
Algunos medios aseguran que hay hasta siete ambulancias trabajando en el lugar del siniestro así como varias unidades policiales para terminar de desalojar el área afectada. Los Mossos también han indicado que no hay riesgo para los asistentes al estadio.
Salvador Illa, presidente de la Generalitat, ha felicitado la rápida acuación de los servicios de Emergencias y se ha alegrado de que las consecuencias de este "accidente" no hayan sido de gravedad, según ha afirmado en el descanso del encuentro entre el Espanyol y el FC Barcelona.
Lo que ha conseguido este curso Fran Garagarza al frente de la dirección deportiva del Espanyol cabe calificarlo como poco menos que un milagro. Un milagro con jornadas de trabajo maratonianas, que pueden llegar hasta las 12 o las 14 horas. Atenazado por una economía de supervivencia, y a la espera de que la cúpula de la entidad lleve a cabo una ampliación de capital largamente esperada, ha puesto las bases no solo para que el primer equipo blanquiazul acaricie la permanencia cuando en el fútbol español muchos no apostaban precisamente por ello en el arranque del presente curso. También, para que la cantera vuelva a tener un peso tan decididamente considerable como el que firmó a finales de la década de los 90 del siglo pasado con la llamada quinta de la Intertoto. El conjunto que dirige Manolo González, a pesar de la inversión cero llevada a cabo en fichajes en los tres últimos mercados, está solo a un suspiro de sellar la permanencia. Justo, cuando su gran rival, el Barça, se dispone a visitar Cornellà-El Prat.
El fichaje del técnico fue una de las primeras apuestas de Garagarza tras su llegada al Espanyol. En su caso, para llevar las riendas inicialmente del filial, por mucho que al término de su primera campaña en los despachos el gallego estuviera ya al mando del primer equipo y sellara, otra vez un año después del descenso, el regreso a la máxima categoría del fútbol español. Con el descenso, al director deportivo blanquiazul ya le tocó hacer malabarismos tanto para sacar buenas ventas (como las de Darder o Montes, por ejemplo), como para compensar operaciones por lo menos difíciles de entender desde fuera tanto en lo deportivo como en lo económico (como la cesión de Joselu al Real Madrid). Y, si racionalizar cada euro ya fue importante en aquel entonces, no lo fue menos con el retorno a Primera.
La caja no estaba precisamente en sus mejores momentos. La temporada 2022-23, la del descenso, el límite salarial era de 72 millones de euros. Al volver, este quedó en siete millones. Con, además, una deuda de 57 millones de euros de por medio y la entidad afectada por el artículo 100, las cesiones y los jugadores libres debían ser las principales vías para conseguir refuerzos. Desde fuera, porque la cantera también debía recuperar el papel preeminente de antaño.
Fran Garagarza, director deportivo del Espanyol.EL MUNDO
Así, el pasado verano llegaron jugadores que han dado un rendimiento por lo menos notable. Como, por ejemplo, Carlos Romero, Alex Kral o Marash Kumbulla, quienes se incorporaron como cedidos desde el Villarreal, el Unión de Berlín y la Roma, respectivamente. Y lo mismo puede decirse de un mercado invernal en el que aterrizaron en Cornellà-El Prat piezas como Roberto Fernández o Urko González, a préstamo desde el Braga y la Real Sociedad, respectivamente. La inversión, en los tres últimos mercados, ha sido de cero euros. Sobre todo por condicionantes económicos, pero también por filosofía, el fútbol formativo blanquiazul ha tenido también un gran peso en el que destaca, por encima de todos, un nombre: el de Joan García. El joven guardameta, a quien se le ha vinculado a lo largo de los últimos meses con varios equipos de la Premier, entre los que destacaría el Arsenal e, incluso, con los dos grandes del fútbol español, el Barça y el Real Madrid, es un jugador estratégico. Aunque su venta podría aliviar mucho la economía del club, desde la dirección deportiva son tajantes: solo se marchará si alguien abona su cláusula de rescisión. Cifrada, en estos momentos, en 30 millones de euros.
Desde la llegada de Garagarza al club se han producido casi 70 renovaciones que se desglosan entre el primer equipo, el filial y el juvenil. La cantera, de nuevo, debe ser la auténtica base del conjunto blanquiazul. Para lograrlo, y para el cuidado del primer equipo, también se han introducido múltiples innovaciones técnicas. Como, por ejemplo, un departamento de Big Data, para controlar el rendimiento de los futbolistas, cámaras de hipoxia e hiperbárica, para su tratamiento e, incluso, un sistema de realidad aumentada, para que los lesionados puedan acelerar su recuperación. El gran objetivo es lograr que por lo menos la mitad de la plantilla esté formada por jugadores formados en la casa. A la espera de lograr un patrocinador principal de peso para la camiseta y de lograr un buen negocio por los naming rights del estadio, uno de los mejores del fútbol español, tras un fiasco estadounidense que fue más promesas que realidades, el gran deseo es que el fútbol formativo del Espanyol sea de nuevo la gran joya de la corona. Y el deseo está en vías de hacerse realidad.
Hay aún muchas trincheras abiertas a falta de tres jornadas para la conclusión del campeonato. Casi resuelto el título, a falta de una victoria del Barcelona en los duelos que le restan, y definidas tres de las cuatro plazas para la próxima Liga de Campeones, después de que el Atlético de Madrid la certificase el sábado con su goleada a la Real Sociedad, están en juego los otros dos equipos, pues serán cinco españoles, que disputen el máximo torneo continental. También sigue abierta la pelea por acceder en la Liga Europa, donde hasta el decaído conjunto guipuzcoano, que es duodécimo, podría contar con opciones.
Salvo el Atlético de Madrid, que ya puede pensar en el Mundial de Clubes, todos los equipos de la Liga EA Sports se juegan algo en lo que resta de campeonato. A los rojiblancos les quedaría el plus de poder terminar subcampeones.
CHAMPIONS. Entre Athletic, Villarreal y Betis se disputarán las dos plazas de Champions. Los vizcaínos, aún convalecientes de la cruda eliminación ante el Manchester United en las semifinales de la Europa League, torneo cuya final se jugará en San Mamés, han llegado justos al tramo definitivo del curso. El triunfo ante el Alavés (1-0), gracias al autogol de Sánchez, les permite, no obstante, asentarse en la cuarta posición, con tres puntos sobre el Villarreal y seis sobre el Betis. El Athletic visita al Getafe el jueves y al Valencia el domingo. Cierra la temporada frente al Barcelona, en San Mamés.
El Villarreal puja fuerte después de su victoria en Montilivi. Recibe el miércoles al Leganés, visita al Barcelona el domingo y se despide como local el día 25 frente al Sevilla.
El Betis, eufórico tras clasificarse para la final de la Conference League, en la que se medirá con el Chelsea. sólo pudo empatar ante Osasuna (1-1). Viaja a Valllecas el jueves y al Metropolitano el domingo y cierran en el Villamarín frente al Valencia.
LIGA EUROPA. En principio, salvo que el Betis gane la Conference y la muy improbable hipótesis de que caiga hasta el noveno puesto, en cuyo caso habría nueve equipos españoles en Europa, serán un total de ocho. Aquí sí que la pugna está muy abierta. Además del descartado en la lucha por la Champions, tienen opciones Celta, Rayo, Mallorca, Valencia, Osasuna y Real Sociedad.
DESCENSO. La victoria del Leganés, que se impuso por 3-2 al Espanyol, le mantiene vivo en busca de la permanencia. Pocos se libran de problemas en la zona baja, donde la inquietud, si bien escasa para los madrileños, alcanza hasta el Getafe, que es decimotercero, con 39 puntos. El Leganés acabó apurado ante el Espanyol después de ir 3-0 por delante hasta el minuto 79, cuando Cabrera hizo el primer tanto de los catalanes, que volvieron a marcar gracias a Milla en el 98. Cissé (min. 33), Diomandé (min. 41) y Kumbulla (min. 63, en propia puerta) habían dado la holgada ventaja al equipo que entrena Borja Jiménez. Capaz de derrotar al Barcelona en Montjuïc y al Atlético de Madrid en Butarque, y de exigir al Real Madrid tanto en Liga como en Copa, el Leganés sufre por sus dificultades para litigar con rivales de su clase. Ayer respondió en una cita crucial para mantenerse vivo, beneficiado, además, por la derrota del Alavés. Todo indica que entre Alavés, Leganés y Las Palmas saldrán los dos equipos que acompañen al Valladolid a segunda. Pero Sevilla, Girona, Espanyol e incluso Getafe no pueden descuidarse.
Sin ansiedad que atenazara las piernas y sin miedo a arriesgar por si el error tenían un coste excesivo, Valencia y Espanyol se retaron con dos goles incontestables de Puado y Javi Guerra que les dejan un pasito más cerca de la permanencia matemática y uno más lejos de soñar con la pelea europea. [Narración y estadísticas (1-1)]
Ambos equipos fueron buscando poco a poco por dónde dañarse, ahora que ya son dos sólidos, que se han sacudido la losa que les lastró en la primera vuelta e incluso podrían en sus manos ilusionarse con un futuro europeo. Lo buscó con más ahínco el Valencia, que acabó empujando a los pericos a sobrevivir en su área agarrados a la estrella que siempre brilla de Joan García.
En casi nada se parecen los dos equipos que se buscaron en Mestalla a aquellos que sufrieron en Cornellá. Era como si no tuvieran pasado. Los pericos porque Manolo González dio con la tecla cuando todo pendía de un hilo; los valencianistas gracias a que Corberán ha obrado el milagro de una resurrección. Este era el partido que permitía respirar de una vez por todas y fue el Espanyol, aquel equipo endeble lejos de su estadio, quien se llevó un pellizco de un Mestalla que parecía inexpugnable.
Sin prisa, sin riesgos
Al inicio, el Valencia se enredaba camino del área blanquiazul, tanto que el mejor portero de LaLiga se permitió cocinar jugadas de ataque. En un saque buscó a Puado a la carrera a la espalda de Gayà para que el capitán descargara en Expósito, que armó un disparo desde la frontal que se estrelló en el palo. Ese atrevimiento a punto estuvo de costarle caro al guardameta, que se dolió de muslo derecho y el runrún de la lesión corrió por la grada hasta quedar en una falsa alarma.
Para despertar al valencianismo apareció Rioja, encadenando recortes a Romero para apoyarse en Javi Guerra y que sacara un centro que Hugo Duro cabeceó alto. Se durmió el partido, sumido en una pelea por el control que no llegó a las áreas. Buscaban los pericos sorprender a la espalda de una defensa atentísima con Tárrega expeditivo. Solo un cabezazo sin fe de Puado a las manos de Mamardashvili inquietó. Nadie arriesgaba porque no había prisa.
Por si acaso, el capitán del Espanyol desequilibró el duelo antes del descanso. Reclamó el Valencia la falta que Pulido Santana señaló de Almeida a Romero cerca del pico del área, pero Expósito acabó con el debate cuando su disparo lo tocó con la punta de la bota Puado para colárselo al portero georgiano por el primer palo. Ni rozó la maraña de piernas antes de acabar en el fondo de la portería.
Más energía con Mir
Obligado, el equipo de Corberán fue empujando a su rival, que se aculó cómodamente para defender una ventaja que les daba la continuidad en Primera, algo que no le pudo arrebatar un remate de cabeza de Javi Guerra desde el punto de penalti. Era la primera vez que probaba a Joan García. La segunda fue gol.
Al regreso del vestuario, el banquillo local energizó el partido. Rafa Mir se convirtió en la compañía de Hugo Duro, incomodando mucho al Espanyol. A la carrera salió el murciano retando a toda la defensa y, cuando se quedó sin opciones, se apoyó en Rioja para que filtrara una asistencia a Javi Guerra, que llegaba al área como un torrente y cruzó a la red.
El empate hizo instalarse al Valencia en campo contrario, trenzando y buscando la victoria mientras Manolo González no encontraba cómo sacar a sus hombres del asedio. Al salvador lo tenía bajo los palos. En el minuto 79, voló Joan García de palo a palo para evitar que se colara por la escuadra un centro de Diego López peinado por Gayà donde cualquier portero no habría alcanzado. Ese muro ya no lo pudieron tumbar.
"Marzo, marceador, un día malo y otro peor". Así se resume el mes del Atlético de Madrid en el que el equipo dijo adiós a dos de las tres competiciones a las que aspiraba. Los colchoneros, campeones de invierno, se han desinflado en el momento más importante del curso, donde se dirimen los títulos. El entrenador, Diego Simeone, se sigue acordando del doble toque de Julián Álvarez en cada rueda de prensa, pero tampoco oculta la evidencia: "Dentro de la temporada hay momentos, buenos, malos y regulares. Hay que seguir compitiendo hasta el final".
El equipo está en un momento malo no, crítico. Además de la eliminación de la Champions y el recuerdo del penalti de Julián, en la segunda vuelta ha perdido 17 puntos de 30 posibles, cuatro de 12 en marzo, los mismos que dejó escapar en la primera mitad del curso. Con ese tanteo, los rojiblancos se quedan a nueve puntos de la cabeza y el golaverage perdido ante el FC Barcelona. "Los equipos de detrás ya se están acercando y nos alejamos de donde queremos", apuntó Jan Oblak tras el empate en Cornellá.
La Copa, este miércoles, es la gran esperanza rojiblanca para intentar conseguir un título esta temporada, aunque aún esté el Mundialito de Clubes en el horizonte. Pero la afronta, precisamente, contra un Barça que ha ganado sus últimos nueve encuentros ligueros, un récord de épocas de Pep Guardiola y Luis Enrique. Mal enemigo para agarrarse al flotador.
Nueve goles en seis partidos
Lejos queda aquella victoria sufrida ante el Athletic, al inicio de este fatídico marzo con gol de Julián. Fue un espejismo con truco, hasta cuatro palos golpearon Los Leones en ese duelo que se les escapó por la contundencia del argentino y la gran defensa rojiblanca, línea que ha naufragado en los últimos encuentros y con la que el equipo había conseguido agarrarse a la cabeza de la tabla, de la que ahora parece haberse despegado definitivamente.
El Barcelona abrió la brecha en la ida de la Copa, consiguiendo quebrar hasta en cuatro ocasiones la meta de Jan Oblak. Desde entonces otros nueve tantos han ido a parar a las redes rojiblancas en seis partidos. Siguen como el menos goleado de Primera con 23 goles, pero el segundo ya queda mucho más cerca, precisamente el Athletic con 24 y el Getafe cerraría el podio con 25.
Simeone, en el banquillo de Cornellà.AFP
La fragilidad defensiva era algo que parecía de épocas pasadas, pero ha vuelto acompañada de falta de contundencia y de energía para afrontar el maratón de partidos que acumularon los rojiblancos desde la vuelta de Navidad, 18 encuentros en 10 semanas. Incluso Giuliano, un electrón con carga siempre positiva, ahorró carreras en Cornellà, fundido como venía de hacerse 8.000 kilómetros para jugar con Argentina.
Hay que destacar que parte del descalabro también ha venido por errores de concentración que han costado puntos. Vienen a la mente el planchazo y posterior cruzada de cables de Ángel Correa en Getafe, que terminó con su expulsión y la pérdida del argentino para los siguientes cinco partidos, y el penalti que hace Clement Lenglet ante el Espanyol. Un agarrón inocente, pero en la cara del árbitro, que concedió el empate al conjunto blanquiazul. En el Metropolitano este miércoles tocará limpiar la mente y, sobre todo, recuperar los resultados.
Cualquier debate sobre Simeone nace viciado porque para los atléticos no es un entrenador sino un familiar y un héroe y para los madridistas, que aseguran que a ellos el Atleti les da igual pero plagan las redes y los medios de ataques al Cholo, no es un entrenador sino un pimpampum. Este segundo grupo refuerza la reacción siciliana del primero y a partir de ahí todo es elegir bando. La más leve crítica te hace anticholista y cualquier elogio, un devoto ciego.
Y no. O no debería porque limita el asunto a una ridícula pugna de máximos: hay que renovarle de por vida o despedirle hoy mismo. Dos bobadas de similar calibre. Simeone recogió un Atlético en derribo y con las piezas de un triciclo destrozado construyó un avión. Es uno de los trabajos más brillantes de un entrenador en este siglo y eso no se lo va a quitar nadie.
Tan cierto como que una primavera más, y van cuatro seguidas, apenas comienzan las alergias y el Atleti ya está a verlas venir, con un partidito a la semana para acabar tercero sin sudar y decir que ha cumplido objetivos (la baza de la Copa cambiaría el ánimo más que la evaluación). La justa indignación con el (supuesto) doble toque de Julián Álvarez llega hasta donde llega y ese lugar no debería ser la rueda de prensa del Cholo tras dar pena ante el Espanyol. Era día para la autocrítica y, como ha pasado demasiadas veces en los últimos años, no llegó.
El Atleti no se dejó la Liga en el 2-4 del Barça sino en los esperpentos en Getafe y Cornellà. Una escena, la dimisión fuera de casa cuando no se mide a colosos, que repite desde hace un lustro. No es casualidad. Si la sensación es mejor esta temporada que las pasadas es porque el Cholo ha vuelto a crear un equipo competitivo ante Madrid y Barça, ha ganado la arriesgada apuesta de Giuliano y ha captado para la causa a un fuera de serie como Julián. No es poco, pero no es suficiente.
Simeone es el entrenador que es, como Guardiola, como Ancelotti, como Flick, como todos. Ha evolucionado, claro, pero dentro de los parámetros del fútbol en el que cree (control, que ocurra lo menos posible, esperar el error...). Y cuando lo basas todo en resistir, tus futbolistas morirán por ti en el Bernabéu, pero se sentirán peces fuera del agua cuando no tengan molinos enfrente en Leganés o Vallecas. Ahí ni encontrarán un enemigo ante el que ser David ni sabrán ser Goliat. Serán la nada. Así lleva años el Atleti y le condena al limbo de la decepción. ¿Es capaz el Cholo de cambiarlo? A estas alturas, la duda es legítima y el tiempo para resolverla no puede ser eterno.
Las heridas no escuecen hasta que les echas sal. Y a Simeone le debió caer un salero en rueda de prensa previa al choque contra el Espanyol. Dos palos, le dijeron. Dos palos, no, uno, se revolvió sobre los fiascos, que no derrotas, ante Real Madrid y Barça, y recordó la polémica del doble toque de Julián. Pero lo cierto es que en una semana el Atlético se despidió de la Champions y LaLiga. Y ante el Espanyol, el tercer palo.
Faltaba saber si el equipo resucitaba en el césped y no lo hizo. Lento y sin ideas, se agarró a un gol que se encontró de Azpilicueta y dejó ir el partido hasta que se vio con el duelo empatado. Vida para el Espanyol, extrema unción liguera para el Atlético. Queda la Copa, pero no llega en la mejor dinámica el equipo. [Narración y estadísticas, 1-1]
Quien sí mostró una nueva vida, como Lázaro, fue Griezmann. Se levantó y anduvo el francés tras un último mes para olvidar. Edad, exceso de minutos, mala dinámica... las razones pueden ser variadas, pero la calidad del extranjero con más partidos en LaLiga siempre vuelve. Mostró otra energía pero se agotó pronto.
Había otros electrones con menos carga aún por el parón de selecciones. Giuliano no llegó a un pase en largo y tardó en responder a dos ayudas a Llorente y eso es noticia en el Cholito. Se muestra siempre omnipresente pero no se puede apalizar a Brasil y hacer lo propio al Espanyol en apenas tres días. ¡Ay!, las famosas 72 horas.
No juega el equipo catalán cada tres días, pero sí lo hace con la tensión de estar entre los cinco que se pegan por evitar las dos plazas que quedan sin candidatos para el descenso. El farolillo rojo es difícil que se le escape al Valladolid. Aunque para tensión la que se vivió a la media hora cuando Roberto y Le Normand chocaron las cabezas en un remate del delantero blanquiazul. La historia médica del hispanofrancés hizo contener el aliento a muchos. El Cholo lo retiró inmediatamente por precaución y el central salió con la cabeza ensangrentada.
Azpilicueta celebra su primer tanto con la camiseta del Atlético.Alberto EstevezEFE
Poco después, en el minuto 37, los blanquiazules recibieron el primer golpe, fortuito y tras un choque entre Kumbulla y Sorloth con tintes de falta en ataque. Pero Alberola se tragó el pito y Azpilicueta quiso evitar la contra espanyolista con un zapatazo. La diferencia entre un despeje y un golazo es que la bala fue a la escuadra, imposible para Joan, uno de los porteros del campeonato. Y al gol, el primero del navarro como colchonero, se agarró el Atlético para hacerle dos ocasiones en un suspiro a los blanquiazules, pero las falló.
Simeone dio descanso a Julián ante el Tourmalet, otro, que le espera al Atlético. Era la hora de la reivindicación de Sorloth, que venía de marcar en el parón de selecciones, pero el noruego tiene cara de jugador número 12 en este equipo. Juega mejor media hora que 60 minutos, que es lo que le dio el Cholo en Cornellá. Ante los blanquiazules apenas un disparo cruzado al inicio de la segunda mitad. De hecho, cuando vio el técnico que el partido no estaba ni mucho menos controlado, decidió sacar al artillero argentino pese al kilometraje que llevaba en sus botas.
Buen final blanquiazul
Manolo González se tiró con todo a por los puntos de Cornellá y dobló la delantera con Véliz para juntar más al Atlético a Oblak. El argentino metió el susto en el cuerpo a los rojiblancos con un control en medio del área que le rebañó Llorente cuando iba a empalar. La verdadera oportunidad llegó justo después y fue un fallo bestial de Lenglet. Hay miles de agarrones en cada partido, pero hacerlo delante del árbitro es de inocentón. Puado no perdonó y puso en jaque al conjunto colchonero.
Que decidió no reaccionar o por actitud o por capacidad. Sin embargo, el Espanyol sí quiso buscar la victoria en casa. Algo, por cierto, que a veces le viene bien al Atlético para cazar alguna contra. Despertaron los colchoneros en el 90. No se le dan mal los descuentos este año, pero los cuatro que dieron fueron insuficientes. La vida está en la Copa. La única.
Hay una llamada que Jofre Carreras (Girona, 2001) añora en cada partido que juega. La de sus padres, que fallecieron prematuramente, su padre cuando el jugador tenía 19 años y su madre cuando alcanzaba los 22. "Hablábamos antes y después de los partidos, eran como mis mejores amigos, ahora lo hago de otra forma, les pido que me den fuerza y suerte. Cuando meto un gol siempre se lo dedico", apunta el futbolista a EL MUNDO.
El centrocampista del RCD Espanyol les "echa mucho de menos" y su ausencia le ha servido para darse cuenta que tienes que "intentar dedicar más tiempo a los tuyos". Así que las charlas que antes eran para sus progenitores, hoy son para su chica y para su representante, que ejerce un poco de padre, y le ayudan a sobrellevar la ausencia de dos personas insustituibles, "únicas", para él.
El contrapunto, que no el consuelo, es que el futbolista ha cumplido su objetivo de pequeño. Ese que les respondía a sus profesores del colegio desde su etapa infantil cuando le preguntaban qué quería ser de mayor. "Yo sabía que era muy difícil, pero era mi sueño", revela y añade las dificultades que entraña y los obstáculos que tienes que superar, una grave lesión de rodilla entre ellos, pero que lo hacen más bonito cuando al fin se llega a la cima de la montaña.
Tras pasar por la sección de fútbol de un club de excursionistas, el Geieg, liderado entonces por el hoy presidente del Girona, Delfí Geli, Jofre creció futbolísticamente y llegó al infantil del RCD Espanyol. Con 20 años y 197 días debutó en Primera División, un 31 de diciembre de 2021, ante el Valencia. Apenas nueve minutos inolvidables. "Tenía los típicos nervios, pero a la que me llamó el míster, estaba preparado. Venía de una lesión muy larga y había trabajado muchísimo para llegar ahí", cuenta el futbolista que asegura que mantiene esa camiseta guardada como oro en paño.
El jugador en un entrenamiento con el Espanyol.RCD Espanyol
Sin embargo, Carreras no considera que, por debutar en Primera y acumular ya una treintena de partidos, haya llegado a la meta. "Hay gente que puede pensarlo, pero el mundo del fútbol es muy cambiante, un día estás arriba y otro eres el peor. Nunca hay que dar nada por hecho, hay que disfrutar, sobre todo porque somos unos privilegiados", admite el extremo que es consciente de la importancia del trabajo y la disciplina para mantener el sueño.
¿Tenéis los futbolistas una vida afortunada?
La mayoría de cosas no solo en el fútbol, sino en la vida, son complicadas. Obviamente estamos ganando bastante dinero, haciendo lo que siempre hemos querido hacer y lo que más nos gusta, ya solo por eso me considero privilegiado. Pero también estamos muy expuesto mediáticamente y tenemos menos vida privada que otras personas y creo que depende de cómo seas como persona o jugador te puede afectar más o menos.
Quizás por eso, Jofre no sea el típico futbolista que se pasa la vida chequeando las redes y exhibiendo un tren de vida propio de una profesión muy bien pagada. "No me gusta estar todo el día pegado al teléfono. Juego a la Play y veo Netflix, pero lo de estar en redes sociales como tal no me gusta y tampoco me siento cómodo", cuenta. Lo suyo es la vida tranquila, con su perro, su chica y los amigos de siempre de Girona, con los que se enfadaba cuando perdía al fútbol en el recreo. "Para mí eran duelos a vida o muerte, lo disfrutaba mucho, pero me enfadaba muchísimo también cuando perdía", recuerda.
El jugador en un partido en LaLiga EA SportsRCD Espanyol
Viajero
Con lo que sí disfruta es viajando (algo que no ha podido hacer de pequeño por la situación familiar su padre fue camarero), y que hoy aprecia especialmente para "desconectar", conocer otras culturas y salir de la rutina. Pero ni en sus viajes, ni tampoco en verano, Jofre olvida cuál es su profesión y su importancia, así que apenas descansa una semana en la época estival antes de seguir entrenando para estar a tope para su profesión. "No me cuesta porque lo llevo haciendo desde bien pequeñito", asume.
Le necesitan a tope en un equipo en el que es el segundo máximo goleador con tres tantos solo por detrás de Javi Puado, la estrella blanquiazul, con ocho. El gerundese suma además cuatro asistencias. El Espanyol necesita los puntos porque está jugándose el descenso con varios equipos y Jofre quiere seguir jugando en Primera en estadios imponentes como el Bernabéu, el que más le ha impresionado, y ante colegas como Rodrygo, el mejor futbolista que ha visto en el césped. "En el Bernabéu ya me gustó bastante, pero en casa me pareció el mejor de los de arriba". De momento, llega este sábado el Atleti y, como les gusta decir al Cholo, también repite Jofre sin obsesionarse con la tensión de la posición en la tabla. "Partido a partido", concluye el delantero.