Rafa Nadal podría acabar, a principios de julio, jugando en Hamburgo, Gstaad o Bastad, o la semana siguiente, en Umag o Kitzbuhel. Construir un calendario con rivales de nivel ahora mismo es complicado, pero después de su derrota este lunes ante Alexander Zverev, el ganador de 22 Grand Slam lo tiene claro. «Quiero jugar los Juegos Olímpicos aquí y después ya veré si sigo», aseguró y así contestó a la pregunta: ¿Y ahora qué?
Una percepción ambicio
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Unos 15 minutos después de que Rafa Nadal abandonara la Philippe Chatrier, cuando los aficionados ya desfilaban y abarrotaban el village de Roland Garros, toda la familia del 14 veces campeón seguía en las gradas de la pista central haciéndose fotos, guardando el momento en sus teléfonos. Estaban los habituales, la mujer del tenista, Mery Perelló, su graciosísimo hijo, Rafa, sus padres, Sebastián y Ana María, o su hermana, Maribel, pero también estaban todos sus tíos, incluidos el ex futbolista Miguel Ángel, o su abuela materna, Bel, de 93 años.
La 'àvia', muy unida a Nadal, había acudido de su mano a algunos actos en Mallorca, pero nunca antes se le había visto en un partido, ni tan siquiera décadas atrás, en los inicios del tenista. Tanta era la importancia del día. Tanta fue la emoción vivida. Llegados de Mallorca el mismo día por la mañana -cosas de la huelga de controladores aéreos franceses-, todos acabaron retratándose con los ojos rojos por culpa de las lágrimas, orgullosos, emocionados. ¿Todos? «Nadal press conference now».
El mensaje de la Federación Internacional de Tenis (ITF) llegaba de repente a los periodistas que todavía cerraban sus crónicas en la tribuna de prensa. Mientras los suyos seguían con los sentimientos a flor de piel, Nadal pasaba rápido por la ducha, se cambiaba y llegaba a la sala de prensa antes de dirigirse a su hotel, el Intercontinental de la Plaza de la Ópera. Después de caer ante Alexander Zverev por 6-3, 7-6 (5) y 6-3 en primera ronda de Roland Garros, el español mostraba una actitud muy distinta a la que tuvo tras sus eliminaciones en Barcelona, Madrid o Roma. Entonces, sensible y sentido, hablaba de emociones, de la vida, de lo que vendrá. Este lunes, en cambio, Nadal estaba en «modo competición», como él mismo admitía, con la mente puesta al 100% en el tenis.
"Me gusta el tenis"
«Cuando estás en competición vives el día a día, no puedes pararte a pensar. Cuando pasé el tiempo valoraré un poco más lo que ha pasado aquí», comentaba y se reconocía, más que nada, «decepcionado por perder». «He ofrecido un buen nivel de tenis, me he sentido bien, estoy feliz por eso. Si es la última vez estaré en paz conmigo mismo», añadió.
Nadal, este lunes en rueda de prensa.YOAN VALATEFE
Llegados a este punto, ¿Qué es lo que te empuja a seguir?
En el futuro quiero saber que hice todo lo que estaba en mi mano. Haberlo dado todo es lo que siempre me ha hecho sentir mejor cuando estoy en casa, más incluso que los títulos. No quiero que pase un año, encontrarme bien físicamente y empezar a pensar: '¿Por qué no intenté seguir?'. Estoy aquí, lo estoy intentando y lo intentaré hasta que esté motivado. Me gusta el tenis, me gusta la competición y estoy disfrutando de esta época, viajando a los torneos con mi familia.
En los días previos a su estreno, Nadal ya había rechazado un homenaje oficial de Roland Garros y por eso, al acabar el mismo, sólo hubo una rareza: la directora del torneo, Amelie Mauresmo, bajó a la pista en persona y le pidió unas palabras. El español aceptó el requirimiento, habló unos minutos, agradeció su cercanía al público, se llevó una ovación atronadora y ya encaró los vestuarios. «Soy feliz sintiendo tanto amor en un sitio que he querido tanto», comentó.
El respeto de Zverev
En los últimos años, la afición parisina ya había cambiado su actitud hacia Nadal, no había ni rastro de los abucheos que tuvo que escuchar en sus primeras victorias, pero nada parecido a lo vivido estos últimos días. En los entrenamientos previos a su duelo ante Zverev se desató una especie de locura. La organización decidió colocar una de sus sesiones en la Suzanne Lenglen, la segunda pista, con capacidad para 6.000 personas, y se llenó, pero además cualquier movimiento suyo fue seguido de cerca por centenares de fans. Este lunes, por la mañana, de hecho, en su calentamiento en la pista 4, generó una cola de más de 150 metros para intentar acceder a las gradas. Muy pocos lo consiguieron.
Rafa Nadal en los Roland Garros 2024
Luego, durante el partido, escuchó algún «¡Allez, Rafa!» y muchos, muchísimos «¡Vamos, Rafa!» con marcado acento francés. Con Novak Djokovic, Carlos Alcaraz o Iga Swiatek entre los espectadores, Nadal negó cualquier ejercicio de melancolía con un juego intenso, tan intenso que durante muchos minutos fue Nadal. Si delante hubiera habido cualquier otro rival, incluso más de un Top 10 del ranking ATP, hubiera sufrido más para derrotarle, si lo lograba.
Más allá de un arranque nervioso y de una conclusión fatigada, el español ofreció un segundo set de altura. Zverev, que en cada intercambio le cedía primero el paso a Nadal en señal de respeto, pudo haberse enredado ahí. Algún rastro de inseguridad por su parte habría abierto la puerta al español y su instinto competitivo, pero negó toda opción. «No tengo mucho que hablar. Hoy no soy el protagonista, el protagonista es Rafa», dijo el alemán tras el partido en la habitual entrevista al ganador para echarse a un lado y dejar que ocurriera todo: un público entregado, una familia emocionada y un Nadal disgustado. Todos querían llorar cuando él sólo quería ganar.
A la hora de recapitular, no resulta fácil escoger los instantes señeros del largo y triunfal paso de Rafael Nadal por Roland Garros, pues han sido 116 partidos los que ha protagonizado en la que será siempre su tierra infinita. Hasta este lunes, hasta esta digna derrota frente a Alexander Zverev, sólo Novak Djokovic, en dos ocasiones, y Robin Soderling habían sido capaces de vencerle. Ahí van algunos de sus encuentros más significativos en sus 19 presencias en el torneo.
3/6/2005. Roger Federer
Llegaba avalado por un formidable curso sobre arcilla. Campeón en Montecarlo, en el Conde de Godó y en Roma, tenía ante sí a Federer, número 1 del mundo, en los albores de la que iba a ser una de las rivalidades más hermosas del deporte. El partido se prologó en Roland Garros como si se tratase de la lucha directa por el título, con el olfato promocional de confrontar a dos personalidades distintas y complementarias, dotadas de un enorme glamour. En el día de su 19º cumpleaños, Nadal venció al suizo por 6-3, 4-6, 6-4 y 6-3, antes de imponerse dos días más tarde a Mariano Puerta, para ganar el primero de sus 14 títulos.
31/5/2009. Robin Soderling
Fue su primera derrota en el torneo. Se despidió en octavos de final. Robin Soderling le superó por 6-2, 7-6 (2), 4-6 y 7-6 (2). Condicionado por una lesión crónica en el tendón rotulianode la rodilla izquierda, no podría defender el título conquistado un año antes en Wimbledon.
24/5/2011. John Isner
Ya pentacampeón, recuperado plenamente el pulso tras el accidente ante Soderling, Nadal hubo de salvar una primera ronda de alto riesgo. Ahí estaba John Isner, dispuesto a hacer valer sus 2,08 metros, para amenazar con la voladura de todos los barruntos en uno de los encuentros más delicados que el español ha encarado en su torneo. Necesitó cuatro horas y un minuto para acabar imponiéndose por 6-4, 6-7 (2), 6-7 (2), 6-2 y 6-4 y poner rumbo al sexto título.
7/6/2013. Novak Djokovic
Superado en cuatro sets por Nadal en la final de 2012, Djokovic envidó de nuevo en las semifinales de la siguiente edición. Ese partido se recordará, entre otras muchas razones, por el punto en el que el serbio tocó la red tras conectar una sencilla volea antes de que la pelota diera el segundo bote. Lo perdió, tal como dicta el reglamento. Mandaba 4-3 y saque en el quinto. Estaban 40-40. Nadal, presto a la reclamación en cuanto observó el desenlace de la jugada, venció por 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 (3) y 9-7, después de cuatro horas y 37 minutos.
3/5/2015. Novak Djokovic
El annus horribilis. En un momento crítico, que le hizo meditar incluso con la posibilidad de su retirada, Nadal varó en cuartos de final ante el serbio: 5-7, 3-6 y 1-6. Era la consecuencia lógica de un tránsito decepcionante en la gira previa sobre arcilla, una inquietante secuencia a la que sabría poner remedio.
11/6/2017. Stan Wawrinka
A la derrota ante Djokovic le siguió el año siguiente una lesión que le impediría disputar la tercera ronda ante Marcel Granollers. Es por ello que el título de 2017, 6-2, 6-3, 6-1 a Wawrinka, en una edición en la que no concedió un solo parcial, posee un extraordinario valor.
Nadal abandona la Philippe Chatrier, este lunes.Jean-Francois BadiasAP
9/6/2019. Dominic Thiem
La segunda de las finales ante Dominic Thiem, quien se había vislumbrado como su heredero, supuso la cerfificación de que a Nadal aún le quedaban algunas vidas en París. El español venció por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1. Thiem se llevó un set, a diferencia del año anterior, pero su revés a una mano volvió a sangrar demasiado ante el drive de plomo del zurdo.
11/10/2020. Novak Djokovic
Fue el Roland Garros de la pandemia. Mes de octubre. Frío casi invernal en París. El cambio a pelotas Wilson tras una década con Babolat generó beligerantes protestas del español: «Las bolas son una piedra, peligrosas para la salud», llegó a decir, incómodo desde el primer día por las circunstancias excepcionales en las que se desarrolló el torneo. Otra vez sin entregar un solo set en toda la competición, asestó a Djokovic una de las derrotas más crueles en su cara a cara: 6-0, 6-2 y 7-5.
29/5/2022. Felix Auger-Aliassime
Sólo tres hombres, Djokovic, Isner y el canadiense, pudieron llevarle a los cinco sets en Roland Garros. A Auger-Aliassime no le bastó con completar uno de los mejores partidos de su vida en aquellos octavos. Nadal ganó 6-3, 3-6, 2-6, 3-6 y 6-3.
5/6/2022. Casper Ruud
El noruego, puro ADN de tierra, bola pesada, tenista loado por los técnicos, algo aburrido para el público de a pie, había tomado el relevo de Thiem, con la nominación para hacerse grande en Roland Garros. Nadal le avasalló, 6-3, 6-3 y 6-0, para conquistar su decimocuarto título, el último de una cadena irrepetible.
Posiblemente haya sido la primera ronda más vista de la historia del tenis. La atmósfera en la Philippe Chatrier era más propia de una final del torneo que de un encuentro del segundo día de la competición. Fue una tarde especial, de las que no se olvidan. Nadal se apaga, y todavía no somos muy conscientes de lo que hemos presenciado durante todos estos años, de tantas y tantas victorias en una competición donde se ganó la vitola de indestructibl
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Ni una sola de las 15.000 personas que abarrotaron la Philippe Chatrier este lunes se atrevió a moverse de su silla antes de que Rafa Nadal entrara en el túnel de vestuarios y abandonara la pista central de Roland Garros quién sabe si para siempre. Un pleno de manos rompiendo en ruido para despedir al tenista más grande que ha visto el lugar. Casi ajeno a ello, sereno ante tantísima emoción, el 14 veces campeón se acercó al centro de la pista, saludó a todos y se marchó sin más. Unos pocos minutos antes, la directora del torneo, Amelie Mauresmo, le había pedido que se quedara a responder unas preguntas, un hecho fuera del protocolo, la única rareza en la jornada.
Unos pocos minutos antes más, Nadal había caído en primera ronda ante Alexander Zverev por 6-3, 7-6(5) y 6-3 en tres horas y cinco minutos de lucha. "No sé si será mi última vez, pero si lo es, he disfrutado. Hay un gran porcentaje de opciones de que no vuelva, pero no puedo decir que es un 100% porque me estoy divirtiendo", comentó con la intención de normalizar los sentimientos a su alrededor, la piel de gallina, las lágrimas de la gente, incluso de su gente. Seguramente Nadal se calmaba con la certeza de que habrá más días así, de que no es el final. Como había pedido, no hubo una despedida oficial, ni mucho menos un homenaje; hubo un partido de tenis, un muy buen partido de tenis, y eso ya es mucho.
Después de más lesiones de las que ha sufrido cualquier otro tenista, de dolores en decenas de músculos y más ligamentos, Nadal quiso ganar de nuevo y podría haberlo hecho. En otras condiciones y, sobre todo, ante otro rival, seguiría ante la posibilidad de levantar su decimoquinto título en París. Seguramente Alexander Zverev era el peor a quien enfrentarse en este momento y seguramente el día, muy frío, pesado, lluvioso, tampoco era el mejor.
EMMANUEL DUNANDAFP
Pero Nadal convirtió una ceremonia nostálgica en un duelo disputado, es decir, consiguió lo que buscaba. Como habían hecho antes los aficionados de Barcelona, Madrid y Roma, el público francés fue a verle para agradecer y recordar, pero acabó aplaudiéndole por su juego, ya está. El primer punto del español en el partido, un error no forzado de Zverev, fue celebrado por la Philippe Chatrier con la melancolía de los regresos a los escenarios de los grupos de música divorciados. Pero poco a poco volvieron los intercambios vencidos, los puños al aire, las celebraciones de verdad.
Especialmente apoteósico fue el segundo set, el mejor momento de Nadal. Con 2-1 en contra en el marcador y dos bolas de break para Zverev, el español desplegó los golpes prohibidos, un revés cruzado, un ace, una derecha paralela y se lanzó con todo a por el periodo. Llegó a romperle el servicio al alemán, pero éste se revolvió y llevó la resolución al tie-break.
La dureza de Zverev
En las semanas previas, dejó dicho Nadal que si tenía que morir lo haría aquí, en la pista central de Roland Garros, en los instantes decisivos, y entonces lo hizo. Con dos horas de meneos en las piernas seguía con respuestas para el bombardeo continuo de Zverev, sólo falló la estrategia. Para contrarrestar la potencia que le llegaba del otro lado de la pista, decidió probar con un par de dejadas y ambas fueron fallidas.
EMMANUEL DUNANDAFP
Luego, en el tercer set, empezó con un break a favor y tuvo opción de otro más, pero el saque de Zverev era incuestionable. Un argumento demasiado grande a favor de su victoria. Igualmente después, hasta el final, Nadal dejó toda gota de esfuerzo y momentos de antología, entre ellos passing shots muy propios que hicieron saltar al público francés. El que es, no el que fue. Porque nada tiene que ver cómo se marchó el español este lunes de la Philippe Chatrier a cómo llegó, casi dos décadas atrás.
El público francés, entregado
Los abucheos, por ejemplo, en su derrota ante Robin Soderling en 2009 se convirtieron en una exaltación de su figura, desde su enorme escultura que luce en la entrada del recinto a la expectación ante cualquiera de sus pasos. Ante Zverev quedó claro que, Roland Garros ha entendido que Nadal no es sólo el campeón de 14 ediciones, si no que es su imagen, su emblema, su mito. Que no sea francés ya no importa o importa poco: Roland Garros es Nadal, Nadal es Roland Garros.
En el boulevard d'Auteuil, entre el Parc des Princes y la Philippe-Chatrier, este lunes se agolpaban los reventas para hacer su primer agosto, pues luego vendrán los Juegos Olímpicos. "¿Cuánto?", preguntaba el periodista. "3.000", contestaba el más joven de ellos, aunque luego era capaz de bajar hasta los 2.000 euros. En todo caso, un precio que probablemente no alcanzará la final del torneo del próximo 9 de junio, la juegue quien la juegue.
EMMANUEL DUNANDAFP
"¡Allez, Rafa!", se escuchaba como nunca en la Philippe Chatrier, entre muchos '¡Vamos, Rafa!" con marcado acento galo y una banda de música con banderas tricolor que adaptaba todos sus cánticos al español. En la parte superior, lejos de los palcos donde estuvieron Novak Djokovic, Carlos Alcaraz o Iga Swiatek, se llegaron a lanzar olas de apoyo al ganador de 22 Grand Slam: "Raaaaaaafaaaaaa".
En ese ambiente, con tamaño palmarés, Nadal podía haber entendido de una vez que lo ha logrado todo y nadie le exige más, pero su manera de ver el deporte nada tiene que ver con la percepción de otros. Para poder dormir tranquilo en el futuro, cuando vengan los años, necesita saber que lo dejó todo sobre la pista, lo que tenía y lo que no. Ahora está más cerca de alcanzar esa paz. Este domingo, quiso ganar de nuevo y podría haberlo hecho. El tiempo casi cae derrotado por primera vez.
En Barcelona, en Madrid, en Roma y en sus entrenamientos en Roland Garros antes de su debut este lunes ante Alexander Zverev (sobre las 16.00 horas, Eurosport), multitud de aficionados se agolpaban allí por donde pasaba Rafa Nadal para despedirlo. Desde su comunicado en la primavera del año pasado, la mayoría del público había aceptado que se retiraba, que este 2024 abandonaría para siempre el Grand Slam francés y que disputaría sus últimos partidos en los Juegos Olímpicos de París, pero no estaban en lo cierto. ¿Quién lo desmintió? El propio Nadal.
Primero, las semanas anteriores, con timidez y finalmente, este sábado, con rotundidad el vencedor de 22 Grand Slam lo negó todo. «No quiero obligarme a decir que este es mi último Roland Garros. No quiero cerrarme puertas. Estoy disfrutando del tenis, viajando con mi familia y no sé cómo responderé si juego con menos limitaciones», comentó en la sala de prensa de la Philippe-Chatrier, su casa. Una alegría para su público. O no. Porque Nadal sueña con jugar otra temporada, pero también reconoce que cualquier contratiempo, cualquier 'crec', cualquier dolor, le devolvería al abismo de la retirada. El equilibrio es incierto. El español deshoja y deshoja la margarita de su futuro, pero la flor todavía no le responde. No es el momento.
YOAN VALATEFE
«Le entiendo. Se sigue notando motivado, en los entrenamientos se encuentra bien y piensa que no hace falta retirarse, pero luego en los partidos su físico le lastra y cambia de parecer. Un día ve el sol y el otro, las nubes y así es difícil tomar una decisión firme. Hay que pensar que Rafa no se retira porque quiere, se retira porque su cuerpo le obliga. Eso es muy importante», analiza en París, Alex Corretja, dos veces finalista aquí, ahora comentarista del segundo Grand Slam de la temporada para Max y Eurosport, que lo emitirán al completo.
Fuerte en los entrenamientos
Quien fuera número dos del mundo recoge así las percepciones del entorno del propio Nadal que asegura que su nivel físico está por encima de lo mostrado en los últimos partidos. La cruda derrota ante Hubert Hurkacz en segunda ronda del Masters 1000 de Roma fue muy desconcertante. Pero ya lo había sido la dificultad para vencer a Zizou Bergs en el estreno del torneo. Nadal entonces venía de una semana de entrenamientos a altísima intensidad, con un set de práctica ganado a Stefanos Tsitsipas, y se entendía capaz de más.
Ahora, antes de Roland Garros, también llega después de derrotar en entrenamientos a rivales de la talla de Sebastian Korda, Stan Wawrinka, Daniil Medvedev y Holger Rune, por lo que ni él mismo deduce qué pasará. El trabajo de los últimos meses podría florecer, vencer a Zverev y abalanzarse sobre el torneo como hizo tantas veces. O podría caer pronto, hacerse daño y entender que sí, que ahora ya, que toca decir adiós.
Sin homenajes en París
En ese funambulismo se mantiene desde hace más de un año. Un continuo sí, pero no. «Mi intención es que 2024 sea mi último año», dijo en marzo de 2023 cuando se apartó de las pistas, pero unos meses después, en septiembre, ya recuperado de su operación de cadera, se retractó: «No puedo asegurar que 2024 será mi último año». Ausente del Masters 1000 de Montecarlo, este curso tampoco se despidió del todo del Trofeo Conde de Godó y el Masters 1000 de Roma y sólo fue tajante sobre su última participación en el Mutua Madrid Open, un torneo hacia el que siente amor y odio. Nadal nunca ha dicho que éste será su último año en Roma.
ALESANDRO DI MEOEFE
«Creo que en 2025 jugará en Montecarlo y en Roma, pero dependerá de cómo le vaya en los próximos torneos», aseguraba esta semana Paolo Lorenzi, ex jugador y director del torneo italiano, que recordaba también que al español le queda calendario esta misma temporada. Porque Nadal se ha inscrito en Wimbledon -aunque es improbable que juegue- y ha confirmado que estará en la Rod Laver Cup de septiembre.
Su indecisión ha impedido que Nadal reciba homenajes oficiales más allá del que vivió en Madrid y tampoco habrá actos parecidos en Roland Garros. Pese a la escultura que luce esplendorosa a la entrada de la Philippe-Chatrier, el español podría abandonar el torneo parisino sin más, pues así lo ha pedido él. «Teníamos algo planeado, pero quiere dejar la puerta abierta, así que no le presionaremos. Puedo confirmar que no habrá homenaje este año», comentaba ayer la directora de la competición, Amelie Mauresmo, que confía en que, llegado el momento, la afición parisina improvise una despedida a Nadal a su altura.
Nunca quise mirar los cuadros. "No me digáis nada", imploraba a mi equipo, sólo pendiente del primer partido. No quería hacerme muchas películas ni manejar hipótesis. Estaba en mi mundo, evitaba pasar tiempo en las redes sociales y navegar en internet para mantenerme a salvo. Mejor así. Miren sino. Rafael Nadal debutará ante Alexander Zverev en el que puede ser su último Roland Garros. Un duelo que supondrá de por sí un enorme desafío para el mej
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Una esperanza resonaba estos días en el entorno de Rafa Nadal: que la suerte esté de nuestro lado. En las últimas semanas, el vencedor de 22 Grand Slam ha sumado entrenamientos magníficos y, por eso, su mal juego en el Masters 1000 de Roma se leyó como una consecuencia de la falta de partidos. Nada más. Estaba en condiciones de desplegar un mejor tenis. Según su gente, en Roland Garros, si el sorteo del cuadro fuese amable, si los dos o tres primeros partidos no eran exageradamente exigentes, Nadal podría llegar lejos en el 'grande' francés. "Si llega a la segunda semana, apostaría por él como ganador", declaraba incluso su tío, Toni Nadal, en 'La Voz de Galicia'. Pero este jueves esa esperanza se desvaneció.
Pese a sus 14 títulos allí, París le dio la espalda al español. En la división del cuadro, Nadal quedó emparejado en primera ronda con Alexander Zverev, posiblemente el peor rival posible. Mientras los tres primeros del ranking ATP, Novak Djokovic, Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, llega con dudas, el alemán -ahora cuarto en la lista- aterriza en Roland Garros después de alzar el título en Roma: es el favorito más forma. Además, Zverev tiene la espina clavada de las semifinales de 2022, cuando se lesionó ante Nadal y tuvo que retirarse, y ya sabe lo que es ganar en tierra batida al español, pues lo hizo en los cuartos de final del Mutua Madrid Open de 2021.
El único consuelo de Nadal es el resto de camino. Si consigue superar a Zverev, durísima prueba para su estado de forma, tendrá delante algunos partidos en los que realmente podrá encontrar su ritmo, su juego, su tenis. En segunda ronda se mediría al vencedor del duelo entre David Goffin y Giovanni Mpetshi Perricard; en tercera ronda, quizá ante Tallon Griekspoor -su sparring la semana pasada en Mallorca-; y en cuarta ronda, ante un Holger Rune dubitativo o ante Karen Kachanov. Luego, ya en cuartos de final, le esperaría Daniil Medvedev, por ejemplo, pero esa ya es otra historia, como el posible duelo con Novak Djokovic en semifinales. Su final será ese debut ante Zverev.
Alcaraz y los qualys
Por el lado contrario, en forma y fondo, colocó el sorteo a Carlos Alcaraz que tendrá un suave aterrizaje en París y podrá probar su lastimado antebrazo derecho. Jugará contra un adversario llegado del torneo clasificatorio en primera ronda y, quizá en segunda ronda, y a priori hasta cuartos de final no encontrará un rival de su nivel. En cuarta ronda le podría esperar los jóvenes Félix Auger-Aliassime o Ben Shelton, pero ninguno de los dos está en su mejor momento -pese a la rara final del canadiense en el Mutua Madrid Open-. Luego, entonces sí, en cuartos de final se toparía con Andrei Rublev o Stefanos Tsitsipas y podría haber una semifinal Alcaraz-Sinner. En la primera ronda del torneo también destacará el enfrentamiento entre Novak Djokovic y Pierre-Hugues Herbert y el duelo entre Andy Murray y Stan Wawrinka, dos campeones de Grand Slam.
Badosa, tampoco afortunada
En el cuadro femenino, Paula Badosa sufrió la misma mala fortuna que Nadal. También ausente la pasada edición, la española empezará con una cabeza de serie, Katie Boulter, podría vérselas con la estadounidense Sloane Stephens en segunda ronda y ya en tercera ronda tendría un enfrentamiento hipotético con su amiga Aryna Sabalenka, número dos del ranking mundial. Badosa, que alcanzó los cuartos de final hace tres años, deberá pelear duramente si quiere alcanzar la misma ronda. En el Grand Slam empezarán, como mínimo, 14 españoles, una cifra notable. Junto a Nadal, Alcaraz o Badosa, estarán Alejandro Davidovich, Pedro Martínez o Sara Sorribes, con opciones de alcanzar la segunda semana.
A la espera de ratificar su participación en Roland Garros, que se inicia este domingo en París, Rafael Nadal ya goza del apoyo entusiasta de los aficionados. El ganador de 14 títulos en un torneo que aguarda su respuesta definitiva volvió a pisar la Philippe Chatrier por primera vez desde que el 5 de junio de 2022 logró su última copa de los mosqueteros al imponerse a Casper Ruud en la final. Lo hizo ante 6.000 personas que le aclamaron al grito de "Rafa, Rafa, Rafa", deseosos de ver al veterano guerrero, que el día 3 cumplirá 38 años, en la que puede ser la despedida de su torneo fetiche.
Después de dos años muy complicados por los problemas físicos, con escasos partidos en sus piernas y las dudas que arrojan los resultados obtenidos hasta ahora en la gira de tierra, el ex número 1 del mundo parece decidido a darse una oportunidad postrera en un territorio que domina como nadie. Eliminado por Alex de Miñaur en la segunda ronda del Conde de Godó, octavofinalista en el Masters de Madrid, donde dijo adiós definitivamente al torneo tras caer frente a Jiri Lehecka y detenido en segunda Ronda del Masters 1000 de Roma por Hubert Hurckaz, el ganador de 22 títulos del Grand Slam trata de afinarse en el templo de la arcilla.
Tanto en Madrid como en Roma, Nadal reiteró que no piensa comparecer en un torneo que significa tanto para él sin encontrarse en condiciones de competir. El escenario, que conoce como nadie y en el que ha logrado resultados que se adivinan inalcanzables, le favorece, pero persisten las dudas sobre sus condiciones físicas en una competición que, además, se disputa al mejor de cinco sets. Frente a su vitola indestructible, pesa también su ránking. El español es el número 276º del mundo y quedaría abocado a tempranos enfrentamientos con rivales de máximo peso.
De su lado, un Roland Garros más abierto que nunca. Novak Djokovic, defensor del título, juega esta semana el ATP 250 de Ginebra con la intención de ajustarse a la tierra tras un paso decepcionante en los torneos previos, con las semifinales de Montecarlo como mejor resultado. Carlos Alcaraz se dio de baja en el Foro Itálico tras resentirse en la Caja Mágica de sus problemas en el antebrazo derecho. Nombres como el de Alexander Zverev, reciente campeón en Roma, ganan peso en la prospección de favoritos, después de una secuencia de torneos señalada por la imprevisibilidad.
Ya entrada la noche de este lunes se despidió Holger Rune, décimo favorito y finalista del pasado año, víctima del argentino Sebastián Báez, en el Grand Stand Arena, segunda pista del Foro Itálico. En la Central aún sudaba Daniil Medvedev, el defensor de la copa, lesionado en Madrid y duda hasta el último momento, que necesitó dos horas y 50 minutos para deshacerse de Hamad Medjedovic. El Masters 1000 de Roma sigue la misma tendencia del torneo disputado en la Caja Mágica.
Con la derrota de Stefano Napolitano frente a Nicolas Jarry, la capital italiana perdió a su último representante local. Número 125 del mundo, el jugador de Biella se había abierto paso superando de forma consecutiva a sendos lucky loosers para ganar por primera vez en su carrera dos partidos en un torneo ATP. Napolitano tiene 29 años. Es el décimo en el escalafón de su país.
Alexandre Muller, el hombre que terminó en tercera ronda con Andrey Rublev, cuarto cabeza de serie y campeón en el reciente torneo de Madrid, había perdido su cinco partidos frente a jugadores del top 10 y los ocho disputados ante adversarios del top 20. Tiene 27 años. Es el decimoprimer tenista francés. Nunca había estado siquiera en los dieciseisavos en un torneo de esta categoría.
Eliminado en segunda ronda Novak Djokovic, primer favorito, hexacampeón del torneo y seis veces finalista, ausentes por lesión Jannik Sinner, número 2 del mundo, y Carlos Alcaraz, tercero de la lista, noqueado de entrada Casper Ruud, quinto preclasificado, campeón del Conde de Godó y finalista en Montecarlo, el torneo se quedó pronto también sin Rafael Nadal, diez veces ganador del título y finalista en una ocasión, que sólo sumó cuatro juegos ante Hubert Hurkacz. Por primera vez desde 2004, ni Djokovic ni Nadal estarán en cuartos de final.
Oportunidad de reivindicación
Hombres como Alexander Zverev, ganador del torneo en 2017 y finalista un curso después, cuando parecía que su raqueta iba a llegar más lejos de lo que hasta ahora, a sus 27 años, ha prosperado, o Stefanos Tsitsipas, finalista en 2022 y tricampeón en Montecarlo, que venció a Cameron Norrie y buscará los cuartos contra Alex de Miñaur, cuentan con una buena oportunidad de reivindicarse y lanzar su candidatura a Roland Garros.
Roma es tierra de oportunidades. Con el progresivo declinar de Nadal, gran dominador de la superficie durante varios lustros, y la extensión a dos semanas de los torneos de Madrid y el Foro Itálico, la arcilla ha pasado a ser un espacio volátil.
Ganador en el ATP de Auckland, en los albores de la temporada, del primer título de su carrera, Alejandro Tabilo, 26 años, 32º, disputará ante Karen Khachanov sus segundos octavos de final de un Masters 1000, después de perder en la pasada edición en Indian Wells ante Frances Tiafoe viniendo de la fase previa. El chileno fue el héroe del domingo, con su triunfo ante Djokovic. Zhizen Zhang, 57º, sólo había ganado un partido este curso sobre polvo de ladrillo hasta que llegó a Roma y venció consecutivamente a Adrian Mannarino y Ben Shelton, 12º favorito, para situarse por tercera vez en los octavos de un Masters 1000, donde se enfrentará con Thiago Monteiro.
Los cuatro grandes torneos previos a Roland Garros contarán con distintos campeones. Hace un año, Alcaraz se impuso en Barcelona y en Madrid, Rublev lo hizo en Montecarlo y Medvedev consiguió en Roma su primer título en arcilla. Djokovic, hoy taciturno y dubitativo, salió campeón en París.