El Dortmund maniata al PSG y apaga el último sueño de Mbappé en París

El Dortmund maniata al PSG y apaga el último sueño de Mbappé en París

Lloró París. Se quedó helado Kylian Mbappé. Se acababa una era sin el título más deseado. No habrá visita a Wembley, ni adiós glorioso para el mejor jugador francés, que se marchará con el dolor de dejar una tarea pendiente. La gloria se la robó Hummels, líder de un Dortmund arremangado, capaz de asaltar un lugar que nadie le reservaba: la final de la Champions. [Narración y estadísticas (0-1)]

El Parque de los Príncipes se vistió de fiesta convencido de que nadie podría aguársela, sin embargo, la realidad fue otra: sufrió y mucho. El Dortmund se agarró a su ventaja con uñas, dientes y mucha cabeza. Ni se les pasaba por la mente ser los colaboradores necesarios en la noche de un PSG que no pudo avasallar. Y es que todos en el estadio sabían que darle la vuelta al guión de estas semifinales pasaba por las letras que escribiera Mbappé, siempre vigilado con disciplina germánica.

Quiso Luis Enrique que luciera su estrella acomodándole donde más le daño hace, escorado en la banda izquierda, estirando a la defensa e inquietándola con sus movimientos. A Gonçalo Ramos lo reclutó para que recogiera sus centros y los de Dembélé o Hakimi, que fue el primero en servirle un balón. Con ese remate y una volea de Mbappé sin complicaciones para el meta Kobel quiso meter el miedo en el cuerpo al Dortmund. También lanzó un aviso Vitinha de que, incluso mirando a la grada, es capaz de dejar a su compatriota Ramos en posición de disparo a puerta.

Aún así, los alemanes ni se inmutaron. Es cierto que ni tenían el control del partido ni podían correr, pero estaban cumpliendo con el plan de Edin Terzic. Era cuestión de esperar que la ansiedad de los parisinos le abriera los espacios. Empezaron a aparecer mediada la primera parte, aunque Adeyemi ya había avisado rematando una asistencia con el pecho de Füllkrug, que mantenía entretenidos a Marquinhos y Beraldo. Menos protagonismo tuvo Jadon Sancho porque Nuno Mendes aprendió de su sufrimiento en el Wetsfalenstadion y Luis Enrique le puso ayuda.

Providencial Hummels

El duelo derivó en un intercambio de golpes. Otra vez Füllkrug hizo de pared en la línea de fondo para, de espaldas, fabricarle a Ryerson un remate franco que no atinó a colocar entre los tres palos.

Mbappé tenía que aparecer y lo hizo conduciendo desde la orilla al corazón de área hasta encontrar el agujero por donde servirle a Dembélé una ocasión más. La oportunidad para romper el empate la tuvieron los dos equipos en el minuto 34. De una portería a otra. Fue primero el astro francés quien, asociado con Vitinha y Fabián, se coló en el punto de penalti y, cuando armaba la pierna, vio cómo un imperial Hummels aparecía para arrebatarle el balón.

La jugada continuó en una carrera endiablada de Adeyemi desde su campo hasta toparse con Donnarumma. No perdía el orden el Dortmund pero tampoco la más mínima ocasión de aumentar su ventaja viendo que el PSG no se desataba. Probó Vitinha desde fuera del área y Mbappé hasta cambió de banda buscando la forma de hacer daño al filo del descanso. No sólo no lo lograron sino que fueron castigados al regreso del vestuario.

Estrellado en los postes

Subió las revoluciones del partido el PSG y un centro de, otra vez, Mbappé lo intentó cazar Ramos en el primer palo y acabó desviándolo para que Zaïre-Emery, en el segundo, estrellara su remate en el poste. Era un primer paso que se volvió insuficiente cuando el Dortmund golpeó. Brandt botó un córner para que el cómodo testarazo de Hummels en adelantaba a los alemanes y obligaba al PSG a hacer dos goles para forzar, al menos, la prórroga.

No podían rendirse aunque la decepción fue un lastre inevitable no tanto en las botas como en el ánimo. El acoso era la única vía posible y lo vio venir Terzic, que renunció al peligro de Adeyemi para amurallarse colocando a Süle como tercer central. Ni una grieta podría abrirse en el muro, porque los franceses la pensaban encontrar, como hizo Nuno Mendes con un disparo que, de nuevo, se estrelló en el palo. La madera fue una aliada del Dortmund en toda la eliminatoria.

Probaba si fortuna Ramos, a quien Luis Enrique envió al banquillo buscando el genio de Marco Asensio, y no desistía Mbappé, primero aprovechando una asistencia de Dembélé para poner un centro sin rematador y después un disparo que salvó la mano de Kobel. Entretanto vio cómo a Hummels le anulaban otro gol por fuera de juego mientras que él, con el equipo de su espalda, no podía hacer más. La desesperación aumentó cuando, con el campo inclinado hacia Kobel, primero Mbappé y Vitinha se estrellaron con el larguero. Fue imposible derribar el muro.

El último desafío de Mbappé: la herida de Lisboa, la preparación mental y el deseo de una despedida triunfante

El último desafío de Mbappé: la herida de Lisboa, la preparación mental y el deseo de una despedida triunfante

«Quiero hacer historia para mi país. Esta es mi misión: ganar la Champions». Las palabras de Kylian Mbappé sonaron a premonición aquella tarde del 22 de agosto de 2020 en Lisboa. En esa inusual Champions pandémica, huérfana de público en las gradas y desplazada en el calendario, el PSG, liderado por el francés escoltado por Neymar y Di María, se deshizo del Atalanta y el Leipzig para plantarse en la final ante el Bayern Munich. Todo parecía indicar que los parisinos iban a convertirse en el segundo equipo francés en proclamarse campeón tras la gesta del Olympique de Marsella en 1993.

Sin embargo, no tuvieron opción. El Bayern de Hansi Flick se llevó su sexta Copa de Europa con un 0-1 de Kingsley Coman en el minuto 50 ante el que el equipo de Thomas Tuchel no pudo reaccionar. Aquella derrota dejó huella en Mbappé, el sentimiento de que no había cumplido con la tarea que le encomendaron cuando le ficharon en 2017 por 180 millones de euros- 35 de ellos sujetos a variables- y le rodearon de estrellas.

No pudo cobrarse venganza en 2021, porque el Manchester City le apeó en semifinales de manera inapelable. Pero busca hacerlo esta noche, arropado por el Parque de los Príncipes en la que será, seguro, su última gran noche europea en ese estadio. «Llegaré al partido con buen humor, dispuesto a defender los colores y llevar al equipo a la final. Ya estoy preparado», advirtió el domingo en un acto con su fundación con decenas de niños. No será fácil ante un Dortmund que llega con la ventaja del gol de Füllkrug, pero no hay escapatoria.

Liderar a los jóvenes

No habrá otra oportunidad, como no la ha habido desde 2021 de pelear por llegar a la final, algo que sólo habían conseguido una vez en toda su historia un año antes. Antes de la irrupción del flujo millonario catarí, el PSG había pisado en una ocasión las semifinales de la máxima competición. Fue en 1995 con Luis Fernández en el banquillo y con George Weah como estrella, pero el Milan de Fabio Capello les apartó de la final que acabaría llevándose el Ajax de Louis Van Gaal.

Con ese peso de la historia a sus espaldas, para que Mbappé acabe su misión tendrá que hacerse más presente que el duelo de ida, donde le costó dañar al conjunto alemán. Lo tendrá que hacer con sus incuestionables condiciones, pero también ejerciendo el liderazgo de la plantilla más joven que queda en la competición. Con una media de 24,5 años, casi ninguno de los que estará en el once ha vivido una situación similar. Se lo puede contar el propio Mbappé y el capitán Marquinhos, protagonistas en el once titular de aquella noche de lágrimas en Lisboa, como también de la decepción ante el City en 2021. También se mantiene en la plantilla de aquellas derrotas Keylor Navas y de la última, lesionado en el tendón de Aquiles, Kimpembe.

Los campeones, del Madrid

Achraf Hakimi llegó después con una Champions bajo el brazo que ganó con el Real Madrid en 2018, pese a haber jugado sólo dos partidos en la fase de grupos y haber ido convocado a otro, la ida de los octavos precisamente ante el PSG.

Son algunos de los menos protagonistas para Luis Enrique los que mejores recetas tienen sobre cómo jugar, y ganar, la Liga de Campeones. Uno de ellos es el guardameta costarricense, que alzó tres con el Real Madrid. Las mismas ha conquistado Marco Asensio, con un rol residual para el asturiano, pero fue campeón en 2017, 2018 y 2022.

La máxima de que todos los campeones de Europa que hay en el PSG lo fueron con la camiseta del Real Madrid la rompe Lucas Hernández. Él supo lo que es ser campeón precisamente en Lisboa, pero jugando para el Bayern. La opción de ayudar a poder devolver a la afición parisina la euforia arrebatada en 2020 se esfumó hace una semana. El central francés no estará hoy en el césped del Parque de los Príncipes y es una de las principales bajas de Luis Enrique. En el intento por evitar el gol de Füllkrug se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda.

Todos ayudarán a empujar contra los alemanes, pero las miradas serán para Mbappé. En sus botas estará si la despedida se alarga hasta Wembley buscando que la relación acabe con buenos recuerdos y una bonita amistad, o si el final de una leyenda empieza a llorarse en París.

El PSG, entre la falta de liderazgo de Mbappé y el mal fario con los palos

El PSG, entre la falta de liderazgo de Mbappé y el mal fario con los palos

Actualizado Jueves, 2 mayo 2024 - 17:22

La máxima exigencia de una semifinal de Champions se llevó por delante los buenos deseos del PSG en Dortmund. El equipo de Luis Enrique acumuló el 57% de posesión y 158 pases más que el Borussia, por lo que terminó corriendo casi 10 kilómetros menos. Sin embargo, su déficit en la presión y su falta de acierto en las áreas resultaron determinantes. "Los jugadores no son robots ni máquinas. Nos faltó intensidad en un ambiente adverso", admitió el técnico asturiano.

El PSG perdió demasiados duelos ante un adversario más limitado técnicamente, pero con mucha mayor determinación. Nuno Mendes y Bradley Barcola parecían cohibidos, como Warren Zaire-Emery, sin esa potencia de las últimas semanas para proyectarse en ataque. Por no hablar de Kylian Mbappé y Ousmane Dembélé, las estrellas de su ataque, sin la precisión necesaria ante una de las defensas más vulnerables de la Champions.

Mbappé sólo pudo disparar una sola vez, al poste, a lo largo de 90 minutos y su actuación recibió el suspenso del diario L'Equipe (4/10). El astro francés completó dos de sus siete regates y ganó tres de sus 10 duelos sobre la hierba del Westfalenstadion. Su falta de liderazgo contrastó con el acierto de Mats Hummels, autor de uno de sus mejores partidos de los últimos años. Los remates al poste de Mbappé y Achraf Hakimi prolongaron la racha del PSG, el equipo que más veces se ha estrellado contra la madera en la vigente Champions (10).

El mal tino de Dembélé

Dembélé, en su regreso a Dortmund, recibió los pitos de la hinchada amarilla cada vez que entraba en contacto con el balón. El extremo, autor de dos lanzamientos algo precipitados durante el tramo inicial, nunca supo marcar la diferencia y desperdició en el minuto 77, con un remate alto, la mejor ocasión parisina.

La imagen de Lucas Hernández tirado sobre la hierba durante varios minutos tras el gol de Niclas Füllkrug, antes de abandonar el partido por lesión, era la de un equipo sorprendido y dominado. Un solo pase de Nico Schlotterbeck bastó para perforar al centro del campo y la defensa parisina y hacer rugir el Muro Amarillo. Y aún pudo ser peor si Julian Brandt logra definir ante Gianluigi Donnarumma una clara oportunidad en el minuto 84.

Mensaje optimista

Dejando a un lado las preguntas sobre haber renunciado a cuatro cambios, Luis Enrique reiteró durante la rueda de prensa un mensaje de optimismo: "Vamos a clasificarnos para la final". Para ello será necesario elevar el nivel táctico y físico, especialmente en lo que respecta a su defensa: Nuno Mendes sufrió demasiado en el carril izquierdo ante Jadon Sancho. Pero Luis Enrique apenas cuenta con margen de maniobra por la probable baja de Lucas Hernández, víctima de su problema en la rodilla izquierda y sustituido en el eje de la zaga por Lucas Beraldo.

La inexperiencia del brasileño y la irregularidad manifiesta de Danilo convierten al capitán Marquinhos en el único central con galones para aguantar física y mentalmente, a un rival que viene mostrando gran peligro cada vez que logra pisar el área rival. Tras eliminar al Atlético de Madrid, el Edin Terzic podría dar la sorpresa en el Parque de los Príncipes y convertirse en la gran revelación en la final de Wembley.

Oh la la, Lucho, otra derrota

Oh la la, Lucho, otra derrota

El PSG se montó en una montaña rusa en Dortmund y pasó mucho miedo, porque pudo el Borussia meter hasta cuatro goles. El caduco toque- toque de Lucho es absolutamente ridículo. Y no lo tiene fácil para alcanzar la final. Perder por uno a cero siempre es puñetero.

Salvo el ataque de la caballería rusticana de los primeros quince minutos, el PSG estuvo en numerosas rápidas jugadas zarandeado por un Dortmund, muchísimo más intenso, más rápido y, sob

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->
La criptonita alemana del Dortmund frena a un humano PSG con Mbappé desorientado

La criptonita alemana del Dortmund frena a un humano PSG con Mbappé desorientado

A Londres se va por París. Ese es el consuelo que le queda a un PSG humanizado y huérfano de Mbappé que fue incapaz de golpear a un siderúrgico Borussia Dortmund cuya perfecta maquinaria alemana sigue asustando en esta Champions. Van a sufrir aún más los franceses para doblegar a un rival descarado y eficaz que siempre tuvo un plan.

Le bastó un destello, una imagen que bien podría ser un souvenir del fútbol alemán, para inclinar el partido. Un balonazo larguísimo de Schlotterbeck desde la defensa para que Füllkrug, aprovechando la salida de Marquinhos, cogiera la espalda de Lucas Hernández y, tras un control celestial, batiera a Donnarumma.

Ese gol fue un martillazo en el ánimo de los parisinos que, además, perdieron a Hernández por lesión. Había avisado más el Dortmund empujado por la enloquecida grada. Adeyemi le mostró a Achraf Hakimi que no iba a poder subir la banda con alegría y Sabitzer se aprovechó de un error de Nuno Mendes para plantarse en un mano a mano, muy escorado, eso sí, ante el guardameta italiano. No estaba cómodo el PSG, con Mbappé deambulando por el campo sin apenas entrar en juego.

Quiso estirar al equipo Dembélé con dos disparos en el área sin demasiado peligro a los que respondieron los alemanes enseñando las uñas. Empezaban a empujarles hacía la portería de Kobel, pero tenían capacidad para dar zarpazos. Eso hizo Brandt desde la frontal para estrellarse en la cabeza de Marquinhos.

Asfixiado sin poder mover la pelota con comodidad, las recuperaciones de Vitinha no llevaban con fluidez a las bandas, donde Barcola apareció sin ventaja ni espacios que atacar. El Dortmund les estaba conteniendo de manera agresiva y con ayudas solidarias a sus laterales. Los dos equipos sabían cuáles eran sus debilidades y se protegían.

Luis Enrique quería más circulación de pelota para encontrar la grieta en el muro alemán, esa por dónde Mbappé, otra vez como delantero centro, pudiera asestar el mazazo. Edin Terzic quería anular eso y sacar provecho de la falta de firmeza de un rival que le han marcado en todos los partidos de Champions. Con la pelota en los pies y mirando hacia adelante, es temible. Sin ella, sus jugadores se humanizan y Donnarumma tuvo que emplearse para atajar otro ataque de Sabitzer antes de que el PSG se reseteara en el vestuario.

Dos palos

Volvió al césped con más velocidad y más descaro. Un remate Barcola fue el preludio de la primera aparición peligrosa de Mbappé. Buscándose el hueco escorado a la izquierda armó un disparo que estrelló en el palo largo y el rechazo lo envió Achraf Hakimi a la cepa del potro poste. Se crecía el PSG conforme se hacía más imprevisible para el Dortmund. Aceleraba Barcola y hasta Marquinhos tiró de jugada ensayada para colocar un balón al punto de penalti donde apareció para cabecearlo sin fortuna Fabián.

Necesitaban reaccionar los alemanes y eso provocó que el duelo se enloqueciera y se volviera de nuevo más amarillo. Un veloz desborde de Jadon Sancho acabó con un paso atrás del inglés que dejaba en clara ventaja a Füllkrug, que no pudo rebañar ese balón. El delantero, quebradero de cabeza de la defensa francesa, reclamó incluso un penalti de Nuno Mendes.

El PSG volvía a languidecer, incapaz de presionar, recuperar y jugar. Por eso Luis Enrique echó mano de Kolo Muani para permitir más movilidad a Mbappé. Aunque los ataques eran trastabillados, volvió a aparecer para atraer a tres defensas al borde del área pequeña y dejar a Dembélé un remate que, pese a ser forzado, salvó la mano de Kobel. Si encontraban a su mejor recurso aún había alguna esperanza de igualar aunque fuera a trompicones.

Eso pensó Vitinha al ver escaparse a Hakimi por la banda. Lo buscó y el marroquí asistió a Dembélé en el punto de penalti, pero su disparo fue a la grada. Estaba siendo extraño que el PSG no fuera contundente, como si le pesara demasiado la responsabilidad y sin ni siquiera poder morir acosando. Y es que los alemanes no se agarraban al marcador y Sancho buscaba una y otra vez cómo quebrar más al rival. Sabían que la renta puede ser corta ante un apurado PSG. Si reaparece.

Barcola, el tercer mosquetero de Luis Enrique que sigue los consejos de Mbappé: "Ve al uno contra uno y no te hagas preguntas"

Barcola, el tercer mosquetero de Luis Enrique que sigue los consejos de Mbappé: “Ve al uno contra uno y no te hagas preguntas”

«Quien tiembla un segundo deja escapar quizá el cebo que, precisamente durante ese segundo, la fortuna le tendía». La frase de Alejandro Dumas guía los pasos de Bradley Barcola, el joven de 21 años que comparte el ataque el PSG con Mbappé y Dembélé sin temblar. Son los Tres Mosqueteros que tienen embelesada a Francia y que pretenden conducir al equipo qatarí, repudiado por la élite por su falta de pedriguí y acostumbrado a comprar talento a golpe de talonario, hacia la final de la Champions League, si el sorprendente Borussia Dortmund se lo permite.

Le faltaba a Luis Enrique una pieza que aumentara la letalidad de su ataque y la encontró el pasado verano en un jugador pícaro que, si bien tiene números discretos en cuanto a goles, sumar cuatro y ocho asistencias en 37 partidos, quiebra defensas con facilidad y abre partidos. Bien lo saben Hamari Traoré y Ronald Araujo, a los que avergonzó en los octavos y los cuartos de final de la competición.

El PSG pagó 50 millones de euros por esta joya que creció en la cantera del Olympique de Lyon. La complicada situación económica del club y el cambio de propietario provocaron que se aceptara su salida pese a los lamentos de los aficionados. El director deportivo del PSG, Luis Campos, y un recién llegado Luis Enrique sabían que tendría hueco en la idea de juego del asturiano, pero además tuvieron la paciencia necesaria para facilitar su adaptación y le fueron buscaron un hueco.

La idea de centrar a Mbappé fue un espaldarazo, pero su aparición ante los focos europeos fue el 13 de diciembre precisamente ante el Dortmund buscando una primera plaza del grupo. Un empate a uno que les servía a los dos equipos para pasar a octavos y fue suficiente. Fue una sanción de Dembélé la que le llevó a un once del que Luis Enrique se resiste a bajarle. Por la orilla izquierda o por la derecha, Bradley Barcola es un arma que, además, alimentan sus compañeros.

Como una esponja recibe y acepta los consejos de los dos estrellas con las que comparte ataque. «Ousmane [Dembélé], por ejemplo, es el que me dice 'coge el balón, ve a jugar uno contra uno, no te hagas preguntas'. Y lo mismo Kylian: 'Busca el uno contra uno. Si puedes disparar, dispara. Y si puedes ponerlo, pónmelo a mí", reconocía el jugador en una entrevista a los medios oficiales del club parisino.

Con esta compañía, Barcola está haciendo un máster, que suma a su picardía natural, determinante en la eliminatoria ante el Barça. Tenía estudiado cómo iba a sacar de quicio de Araujo y lo consiguió. «Sabía que era muy rápido. En el partido de ida hice un movimiento similar, pero no le superé muy bien y me alcanzó. Esta vez le iba a adelantar y sabía que o me hacía falta o me quedaba mano a mano con el portero», explicó hace unos días.

Talento Mendes

Pese a su juventud, lleva mucho fútbol visto. Su madre, que también jugó, le reclutó como entrenadora en el equipo de su pueblo, el As Buers Villeubanne, pero a los ocho años dio el salto al Olympique. Allí estaba ya su hermano mayor Malcom, tres años mayor que él y portero. Bradley le acompañaba a cada sesión, observaba y se aprovechaba para regatear y chutar a puerta. La suerte de Malcom ha sido distinta a la de su hermano, que del filial del Lyon pasó al Tuzla de Bosnia y ahora está sin equipo tras debutar como internacional con Togo, el país de la familia. Donde va Bradley va todo el clan a arroparle y darle estabilidad para que su fútbol brille.

Su fortaleza en las ayudas en la banda, el dominio de las dos piernas y, sobre todo, su velocidad le auguraban un futuro y Jorge Mendes, cazador de talentos, no dudó en incorporarlo a su cartera de representados. Cómo se iba a negar si su ídolo reconocido es Cristiano Ronaldo, «por no darse nunca por vencido y trabajar mucho».

El PSG es el mejor escaparate posible y le ha consolidado en la selección francesa sub-21 . Nadie duda que estará en los Juegos de París y, de momento, ése será el reto de su verano porque Didier Deschamps aún no le ha llamado con los bleus. Podía haberlo hecho en marzo, pero no lo hizo. El crecimiento de Barcola acabará por abrirle un hueco sin tardar demasiado.

El Real Madrid, la Champions y lo inevitable

El Real Madrid, la Champions y lo inevitable

El problema no es que el Madrid gane la Champions, el problema es saber que va a ganarla. La inevitabilidad. Vivir el proceso día tras día durante el mes y medio que va desde el milagro de Manchester hasta la final de Wembley, la frustración de que no exista Bayern ni Mbappé que te hagan dudar y ver los partidos con cierta esperanza. Mejor irse al cine.

Todos los antis supimos que el Madrid iba a ganar La Enésima en el mismo momento en que resisti

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->
El cabreo de Xavi: "Al árbitro le he dicho que ha sido un desastre"

El cabreo de Xavi: “Al árbitro le he dicho que ha sido un desastre”

Actualizado Miércoles, 17 abril 2024 - 00:14

La rueda de prensa de Xavi Hernández del lunes fue profética. El técnico del Barça avisó de que una expulsión podía condicionar mucho el devenir del partido y aseguró que estaba convencido de que su equipo iba a sufrir durante muchos minutos. Y ambas predicciones, muy a su pesar acabaron por cumplirse.

Para saber más

Después, no se mordió. En absoluto. El egarense expresó tan vehementemente su opinión sobre las decisiones de Istvan Kovacs desde el banquillo que acabó por ver su enésima cartulina roja como técnico barcelonista. Y, no contento con ello, nada más acabar el encuentro, se fue como una exhalación a por el rumano, a quien le leyó su particular cartilla sobre el mismo césped de Montjuïc. Así lo confesaría el propio entrenador azulgrana ante las cámaras de Movistar Liga de Campeones.

«Al árbitro le he dicho que ha sido un desastre, que ha estado muy mal. Ha matado la eliminatoria, la expulsión lo cambia todo. No nos gusta hablar de los árbitros, pero esto tengo que decirlo», esgrimió el técnico. «Estamos contrariados, enrabietados, porque pienso que la jugada marca la eliminatoria. Jugando 11 contra 11 estábamos bien, la jugada marca la eliminatoria por completo. Para mí, es demasiado sacar una roja en esa jugada. Y, a partir de ahí, hay otro partido, otra eliminatoria», insistió un Xavi que no paró de darle vueltas una y otra vez a esa acción.

"Me habría gustado 11 contra 11"

«Es una pena que el trabajo de toda una temporada se termine aquí, por una decisión arbitral. Me habría gustado jugar 11 contra 11 contra PSG y contra Luis Enrique los 90 minutos. Para mí, esta expulsión es innecesaria», abundó el entrenador barcelonista, quien quiso deslizar también que los suyos tuvieron también sus opciones a pesar de todo. «Tuvimos el 2-2 con un disparo de Gündogan e incluso el 2-0 con un remate de Lewandowski, pero ir siempre a remolque y con 10 es muy complicado», sentenció el técnico.

«No quiero decir que haya sido un fallo de Araújo, porque quería ir a por el balón, pero, si pita falta, tiene que enseñar la roja y eso lo cambió todo. Si no llegamos a encajar el empate en el minuto 40, quizás habríamos podido luchar, pero, por lo que que he visto, lo agarra y la verdad es que se puede pitar», señaló por su parte Ter Stegen. Para el alemán, lo más importante ahora es que el equipo pueda cambiar el chip. «Toca cargar pilas y volver a conectarnos en lo que toca, competir en la Liga. Trataremos de ponérselo lo más difícil posible al Madrid, que ahora mismo está con ventaja. Esperamos que tras el clásico sea menos», señaló.

"Hay gritos en todos los estadios"

El tono abatido de los azulgrana contrastó, y mucho, con la alegría de un PSG que volvió a meterse en las semifinales de la Champions por cuarta vez en toda su historia. Ousmane Dembélé, determinante en Montjuïc, lucía una sonrisa inequívoca. Tanto, que incluso le quitó hierro al recibimiento que le brindaron los seguidores del que fue su equipo hasta el verano pasado. «Es la vida, no pasa nada. Hay gritos en todos los estadios», esgrimió. Luis Enrique, por su parte, vivió también todo un coctel de sensaciones. Con un final perfecto, en su caso. «Empezamos partido de manera brillante, estábamos preparados para cualquier escenario, incluso para encajar, pero he visto un equipo muy maduro. Luego, ha llegado la expulsión, pero creo que hemos hecho un partido muy completo de principio a fin», señaló el asturiano.

En su opinión, ese final perfecto estuvo también en gran parte propiciado por la actuación de Mbappé, incluso en labores menos vistosas de cara a la galería. «El líder en la presión, con el ejemplo, ha sido Kylian. Y cuando Kylian es capaz de transmitir eso, somos mucho mejores», esgrimió el técnico del PSG, quien esquivó pronunciarse sobre cuál puede ser el futuro de su estrella. «Vamos a esperar a que hable el señor Mbappé. Cuando él hable, nos pronunciaremos todos los demás», sentenció.

La autodestrucción de Xavi: el PSG elimina al Barça con una goleada

La autodestrucción de Xavi: el PSG elimina al Barça con una goleada

La autodestrucción de Xavi, a patadas con la publicidad en la banda, fue la autodestrucción del Barça, como un Saturno que devora a sus hijos, a una obra inconclusa. Esta eliminación tras un 1-4 en su casa no augura que pueda acabarla, que reconsidere su decisión de marcharse. Cuando lo hizo del banquillo de Montjuïc, expulsado, era como si lo hiciera del Barcelona. [Narración y estadísticas (1-4)]

Lamine Yamal mostró un camino que el propio entrenador cercenó cuando sintió el miedo de una expulsión, la de Araújo, pese a los dos goles de ventaja en ese instante. El pavor llevó entonces al campo a los fantasmas de Liverpool, Roma o Lisboa, como sombras chinescas frente a un PSG que no necesitó a un gran Mbappé, pese a sus dos tantos. Bastó con su versión más terrenal para citarse con el Borussia Dortmund y cerrar las puertas de las semifinales de Champions a un club que vuelve a la casilla de salida, con su ADN, su deuda y sus miedos.

LA DECISIÓN DE YAMAL

Ese Yamal había sido Mbappé un solo instante fugaz, como la carrera de un guepardo, fugaz pero mortal. Hay algo felino en este futbolista que corre sin pisar la hierba. Se desliza. Hay algo también de depredador que aguarda su momento, ausente de lo que sucede durante muchos minutos, porque su minuto es el minuto de oro, el que justifica su presencia en el campo. Al recibir de Araújo, orientó con la cabeza y dejó atrás a Nuno Gomes como se dejan las puertas de esquí en un slalom. El centro del gol fue para Raphinha, que sumaba su hat trick en la eliminatoria después de sus dos goles en París.

Si había un jugador diferencial sobre el campo, acabábamos de verlo en Montjuïc. Si hubo un futbolista al que Xavi eligió para dejar el campo cuando Araújo fue expulsado, fue precisamente Yamal. La mirada baja del futbolista al retirarse era la de la resignación de un joven que todavía no siente como propia la jerarquía que ya tiene en el campo. Había dado al Barcelona la cobertura con la que protegerse, un gol más de ventaja, añadido al que ya trajo en el equipaje de regreso de París. Xavi pensaba en la muralla y por eso llamó a una torre, Íñigo Martínez. En su decisión había cálculo y poco ADN Barça. En su decisión perdía al futbolista que mejor podía correr a la espalda de un PSG desesperado y volcado. Lo lamentaría.

Araujo ve la tarjeta roja.

Araujo ve la tarjeta roja.FRANCK FIFEAFP

Había todavía partidos por jugar dentro del mismo partido, pero Luis Enrique era quien más claro tenía el suyo. Lo había empezado con el mando en el juego y los cambios que más le habían dado en el Parque de los Príncipes, como Barcola y Vitinha. El primero se situó en la izquierda, con Dembélé en la derecha, por lo que el lugar del 9 era para Mbappé. Centrado, buscaba saltar de la línea del vértigo, mientras Araújo iba en su busca a todas partes. Era el central del riesgo y era el central por el que empezaron los problemas para el Barcelona cuando había hecho lo más difícil y podía jugar realmente el partido que quisiera. En la ida lo consiguió; en la vuelta, no.

EXPULSIÓN FATAL

Barcola ganó en la carrera un balón al espacio y Araújo lo derribó al borde del área. La falta fue fuera del rectángulo, pero el colegiado le mostró la roja por tratarse Barcola del último hombre. El VAR no corrigió su decisión pese a las protestas azulgrana y al no estar el francés exactamente en perpendicular a Ter Stegen. Restaba una hora de partido, la hora de la autodestrucción.

El gol del PSG no llegó en la jugada inmediata, una falta mal lanzada por Nuno Gomes, pero el gol estaba ya en la dinámica del partido. Un centro de Barcola, en otra de sus llegadas por la izquierda, no fue interceptado por Cubarsí ni por Cancelo y Dembélé marcó a placer. Lo mejor para el Barça fue el descanso; lo peor, el regreso.

Lo hizo el equipo azulgrana con las mismas dudas con las que se había ido a la caseta, con el mismo miedo. El acoso metió en su área a un equipo que no está para levantar murallas, y menos un Íñigo Martínez fuera de la dinámica del equipo. En pocos minutos, había visto una amarilla en una disputa con Mbappé. También el francés, pero las amonestaciones pesan menos en un delantero.

UN TÉCNICO HISTÉRICO

Fabián pudo adelantar al PSG a los pocos minutos, pero lo hizo a continuación Vitinha en un paseo por la frontal en el que nadie salió a su encuentro, blando De Jong y en un papel que no es el suyo Lewandowski. El hábitat del polaco es el área contraria, no la suya. Mal asunto. La igualada en inferioridad enmudeció a un Montjuïc convencido de lo contrario y sacó de sus casillas a Xavi. Por una falta sin trascendencia, le dijo de todo al árbitro y pateó una valla de publicidad. Su expulsión era su fracaso, que no pudo corregir su hermano Óscar con las entradas de Ferran Torres, Fermín o Joao Félix, al que siguió el de un Barça desnortado y desamparado.

Cancelo cometió un penalti sin sentido sobre Dembélé cuando el francés iba hacia fuera del área. Ter Stegen se movió como un muñeco de feria y entonces Mbappé, un Mbappé de blanco, no falló para firmar con otro gol más una sentencia en la que poco tuvo que ver. Casi todo, lo bueno y lo malo, fue cosa de Xavi.

Las dos Champions de Mbappé en Montjuïc bajo las miradas del presente y del futuro

Las dos Champions de Mbappé en Montjuïc bajo las miradas del presente y del futuro

Kylian Mbappé es cantidad, pero lo que se espera de Mbappé es que sea calidad. Los números del delantero del PSG esta temporada son incontestables, con 39 goles en 41 partidos en todas las competiciones. Sólo Harry Kane puede mejorarlos, aunque de forma prácticamente centesimal, ya que ha marcado los mismos tantos con el Bayern, pero en dos partidos menos: 39 en 39. Vinicius ha conseguido la mitad (18), lo mismo que Lewandowski (20), mientras que Haaland se queda a casi a una decena de distancia (31). Pero a Mbappé no le sirve el granero, sólo el mejor grano, el de las ocasiones especiales. Es un jugador elegido y pagado para decantar las grandes noches. Lo es para quienes se sienten despechados en el Parque de los Príncipes por su anunciada marcha, como para quienes le aguardan ilusionados en el futurista Bernabéu. La última noche de París, en cambio, fue una noche cualquiera, gris, mediocre. La de Montjuïc le aguarda, hoy, entre la deuda de su pasado y el crédito de su futuro. Son sus dos Champions.

El nulo protagonismo de Mbappé ante el Barcelona en la ida de los cuartos ha hecho que las críticas arreciaran de forma exacerbada en su país en la última semana, amplificadas por el dolor que produce su partida entre los franceses. La única esperanza es esta Champions y su participación en los Juegos de París, algo que, como dijo el propio Mbappé, ya no está en su mano ni en la de Emmanuel Macron. Si es la mano de Florentino Pérez, es una mano dura. Sin embargo, no es únicamente dolor. Es la impresión de que siempre han estado por delante sus intereses personales, económicos, y los de su clan. En los días malos, eso pasa factura. También hay madridistas que lo piensan.

"Su actitud fue escandalosa"

De «falta de respeto» llegó a calificar su actuación en la ida el ex campeón del mundo Christophe Dugarry. «Se pueden fallar pases, regates, tener un mal día, pero la actitud de este muchacho fue escandalosa», prosiguió en una intervención en 'RMC Sport'. «Has escupido a la cara de la Champions, que al parecer quieres ganar. Tenías la oportunidad de jugar en un estadio tan hermoso, contra todo un Barcelona, y la actitud fue una vergüenza absoluta», añadió el ex campeón del 98 y ex azulgrana, que apeló a la dignidad y orgullo de la estrella ante el partido de vuelta.

Las duras, incluso insultantes, palabras de Dugarry no se reprodujeron en su textualidad entre el resto de los medios y creadores de opinión franceses, pero todos coincidieron en las críticas, también los que habían sido más próximos al jugador y su entorno. El PSG se ha liberado del divismo que representaban Neymar y Messi, y busca un nuevo camino con Luis Enrique, con el que Francia fue mucho más condescendiente que con Mbappé, pese a que su planteamiento fue ampliamente superado por el de Xavi. El propio Dugarry excusó de responsabilidades al asturiano por el adverso 2-3.

¿UN PSG SIN EGOS?

Luis Enrique, ayer en Montjuïc, dijo que tiene un «equipo unido, sin egos». Tuvo algo de interpretación la declaración del asturiano, que tuvo sus desencuentros iniciales con la estrella gala como también le pasó con Messi en el Barcelona. No mencionó a Mbappé ni una sola vez, pero quizás pensaba en él cuando dijo que «un gran jugador debe saber levantarse después de caer, como nos pasó a nosotros».

«Estoy seguro de que veremos a un gran Mbappé en la vuelta. Conociéndolo un poco, asumirá la responsabilidad y hará un gran partido. Es el jugador que más querrá clasificarse». La voz no es de Luis Enrique, sino de Javier Pastore, ex futbolista del PSG. Ha sido de las pocas contemporizadoras con Mbappé extramuros del Parque de los Príncipes. De hecho, el argentino puso por delante el acierto de Xavi al encontrar el antídoto contra el delantero: «Fue muy inteligente, al colocar a dos hombres para cerrarle los espacios. Pero al atraer defensas, Mbappé liberó espacio para otros, lo que explica que viéramos más uno contra uno de Dembélé en la banda opuesta».

Dada la ventaja de un gol con la que parte el Barcelona tras el 2-3 de la ida, Luis Enrique no espera un partido muy distinto. Tampoco debería hacerlo, pues, Mbappé, que necesitará del mejor desborde y hasta duplicidades ofensivas frente a un mejorado Koundé, un Araujo firme y el creciente Cubarsí.

Todas las cábalas colocan a Mbappé en el Madrid la próxima temporada. José Mourinho se ganó buena parte de su fichaje después de apear, como técnico del Inter, al Barça de Guardiola en unas semifinales de Champions en el Camp Nou. El francés no necesita ese refrendo, pero sabe que en este partido se juega más de una Champions, la de su pasado y presente como francés y jugador del PSG, y la del futuro.