La intrahistoria de la ‘revolución Luis Enrique’ en París: “Tenía un plan clarísimo, quería hacer historia”

Actualizado Viernes, 30 mayo 2025 - 22:47

«Nunca pensé que llegaría al fútbol francés». Sincero y directo. Así se presentó Luis Enrique en París en julio de 2023. Si alguien torció el gesto al escucharlo, hoy pensará por qué el PSG no le llamó antes. El asturiano ha conquistado París y ha hecho creer al club, a sus aficionados y a sus propios jugadores que, ahora sí, pueden ganar la primera Champions esta noche en Múnich ante el Inter.

«Desde el primer día la intención era hacer historia y estamos en condición de lograrlo», explicaba hace unos días el técnico, que sí sabe lo que es ganarla porque lo hizo con el Barça de Messi, Suárez y Neymar en 2015 ante la Juventus. Sin embargo, este proyecto es diferente a aquel en Barcelona y al que han impulsado durante una década los dueños del PSG, Qatar Sport Investiment (QSI), con Nasser Al-Khelaifi a la cabeza. Hoy, han aprendido que no se trata de acumular estrellas, sino de construir un equipo.

«Hemos tenido que ir gestionando perfiles de jugadores, que construir. Tenemos futbolistas de mucha calidad, de alto nivel, pero con mentalidad de equipo», confiesa el entrenador, que no duda en lanzar órdagos propios de su arrolladora personalidad, que puede generar tanta afinidad como rechazo: «Estamos preparados para todo».

Casi dos años después de encerrarse durante los primeros meses en la Poissy y sin saber ni una palabra de francés, el PSG refleja lo que buscaba Luis Enrique. «Tenía un plan clarísimo», cuentan quienes le rodean. Ha amoldado un entorno con muchas posibilidades económicas a su idea. Ha conseguido desde lo más sencillo, una grúa elevadora desde donde controlar los entrenamientos desde las alturas sin necesidad de andamio, al fichaje de futbolistas que, sin ser ya megaestrellas, apuntan a ello. Pero al ex seleccionador nacional no le vale sólo ganar, quiere sembrar. «Que se sientan atraídos por cómo jugamos no sólo los aficionados del PSG, sino cualquiera», advierte.

Sin el peso de Mbappé

En ese reconstrucción, el aparejador que se ha convertido en pieza clave es el director deportivo con el que llegó de la mano: Luis Campos. Cogieron las riendas no sólo para llevar al equipo a ganar dos ligas y la Copa de Francia, sino para reestructurar un vestuario que andaba descompensado. El peso de Mbappé lastraba, como reconoció sin tapujos en un documental el propio Luis Enrique: «El hecho de tener un jugador que se movía por dónde él quería, implica que hay situaciones del juego que no controlo. El año que viene las voy a controlar todas. Todas, sin excepción», aseguraba sin medir sus palabras.

La salida del delantero al Real Madrid ha permitido la transición de un grupo en el que ha integrado el fichaje de jugadores convertidos en esenciales en su once y que han arrastrado a los demás a la fe de Lucho. «Nos dijo que sin Kylian meteríamos más goles y creo que no se ha equivocado», reconocía Zaïre-Emery. Han sido 138 en todas las competiciones frente a los 120 de la pasada campaña, cuando Mbappé marcó 44. La estrella goleadora ha sido Dembélé, con 33 goles, despertado en el arranque de 2025, justo cuando lo hizo todo el grupo, porque el inicio de campaña no fue fácil.

El asturiano observa a sus jugadores en el Allianz.

El asturiano observa a sus jugadores en el Allianz.L. BRUNOAP

El equipo se bloqueó en efectividad y marcó uno de los peores datos de Europa, lejos de lo que se esperaba una plantilla como la del PSG. Derrotas en Champions que dolieron como ante el Atlético y el Liverpool, y un trabajo que consistió en «recuperar la confianza generando hábitos de juego».

A eso se sumó el factor generosidad de un grupo que se destapó como solidario. Luis Enrique había buscado en el mercado el talento en jugadores de menos de 25 años con tanta calidad como hambre. El portugués Joao Neves, la perla francesa Douré o el ecuatoriano William Pacho, por el que se arqueó la ceja en las gradas cuando se pagaron 40 millones por su llegada. Sin protagonismos excesivos, ensamblaron, y a ellos se sumó en enero la guinda: el georgiano Kvaratskhelia. En total una inversión de 220 millones pero con mucho crecimiento. «He visto esta temporada todo lo que quería mejorar. Me he maravillado», confesaba Luis Enrique hace unos días, con la mirada ya puesta en la final de esta noche.

La bandera de Xana

Quizá por eso a mitad de enero el asturiano se atrevió a verbalizar un sueño que va incluso un poco más allá de hacer historia en el fútbol francés. «Recuerdo una foto que tengo increíble con mi hija en la final de la Champions en Berlín, después de ganar, clavando una bandera del FC Barcelona al campo. Tengo el deseo de poder hacer lo mismo con el PSG. No estará mi hija, no estará físicamente, pero estará espiritualmente, y eso para mí es muy importante», contó el entrenador sobre Xana, de donde nace parte de su fuerza.

Contará con la ayuda de estos jugadores jóvenes a los que Luis Enrique ha inoculado o estimulado el gen ganador. Estarán sobre el césped cuando arranque el partido en el Allianz Arena y muchos lo harán por primera vez en sus carreras. En una final de Champions sólo tienen experiencia Lucas Hernández y Marquinhos. Los dos en la misma: en Lisboa en 2020. El francés la ganó con el Bayern y el brasileño, único superviviente que sigue en el PSG, la perdió abriendo una herida que no cicatrizado. Han sido semifinales en las que se ha tropezado una temporada tras otra pese a la inversión de más 2.000 millones en fichajes. La Champions es la desea y si Luis Enrique la consigue, conquistará París.

Luis Enrique: "Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo que más me motiva"

Luis Enrique: “Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo que más me motiva”

Luis Enrique tiene muy claro que su PSG está "preparado" para ganar la primera Champions de su historia. Lo repitió varias veces a lo largo de su discurso en la previa de la final. Preparado para afrontar los desafíos tácticos que les plantee el Inter; preparado para manejar la carga emocional que supone tener a mano el sueño de un club y toda una afición. "Estamos preparados y no tenemos miedo", insistía. Al asturiano los retos no le lastran sino que le dan alas y tiene ante sí uno de los mayores de su carrera, aunque esta sea su segunda final. "Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo más me motiva. El mayor reto es hacer historia", aseguró.

Como no ha sido fácil la trayectoria de los parisinos en esta competición, saben lo que es jugar finales. "Nuestro recorrido ha sido difícil y duro, y eso es una ventaja ahora. Yo lo intento vivir con la tranquilidad de tener diez años más de edad y experiencia, porque no he parado de trabajar, y transmitiendo a los jugadores la bonita oportunidad de vivir una final y de hacer historia, pero a la vez lo gestionamos para que no nos supere esa situación", explicó.

El Inter no se lo pondrá fácil. "Va a ser difícil quitarles el balón y, cuando lo pierden, además saben defenderse bien. El Inter tiene patrones de juego claros y añade movilidad, lo que implica atención. Cuando un equipo se repliega bien, hay poco espacio y mucha agresividad. Pero ésa es una de las fases del juego que más conocen mis equipos. Adaptarse y saber jugar la final será clave. Y soy optimisma. Vamos a llevar el partido al terreno donde creo que somos los mejores", advirtió.

De entre sus jugadores, "entre los mejores si no el mejor", dijo Luis Enrique, es Dembélé, que no dudó en considerar un placer estar en la final después de haber cambiado la dinámica del equipo en enero. En su nuevo rol de falso 9, tiene claro que debe "ser astuto y volver locos a los defensas", justo lo que le pide el entrenador. Para él, vital será controlar las emociones. "Hay que jugar con calma, seriedad y una sonrisa, porque el momento es increíble, Pero no les podemos dejar ni un segundo", recordó.

En el control de esas emociones para "hacer feliz al pueblo parisino", para el capitán Marquinhos ha sido esencial el entrenador, que les ha devuelto la felicidad. "He pasado muchos años aquí, pero este equipo se divierte en el día a día, corremos juntos, nos entendemos. Estoy enamorado de lo que hace este equipo". Por eso quiere con ellos ganar esta Champions, la que se le escapó en 2020 en Lisboa. "Tengo una segunda oportunidad y no la puedo dejar pasar. Tenemos que hacer lo que haga falta para llevar el trofeo a París", sentenció.

Inzaghi: "Tenemos determinación, no obsesión"

Si el proyecto de Luis Enrique acaba de arrancar, el de Simone Inzaghi huele a despedida. La sombra del adiós del italiano planea sobre la final y un título con el que quiere poner el broche a su etapa interista. "Merecemos esta final. Hemos mostrado voluntad desde el primer partido. Nos queda una última etapa antes de ganar este trofeo. Este equipo ha ganado muchísimo, también hemos perdido algunos partidos, pero siempre lo dimos todo. Estamos orgullosos de representar al Inter", explicó el técnico escoltado por sus dos capitanes: Lautaro Martínez y Nicoló Barrella.

Tienen los italianos su propio reto mental tras sumar 15 años sin ganar el trofeo. "Tenemos determinación pero no obsesión. Sabemos como se preparan estos partidos. Tenemos campeones del mundo, campeones de Europa y preparar esta final es como hacerlo en el Mundial o la Euro. Va a ser un partido muy igualado", aventuró el entrenador.

"De niño soñaba con jugar partido de Champions. Como jugador no pude, pero gracias a estos jugadores he jugado dos", recordó el preparador que ha tenido estos días que apartar dos recuerdos amargos. El primero, el de la final de Estambul ante el Manchester City que perdieron por un gol de Rodrigo Hernández. El segundo, la "reciente" decepción de ver cómo se le escapó el Scudetto. Ninguno de ellos tiene peso: "No hay obsesión, veo determinación para ganar esta final", advirtió.

Lautaro junto a Frattesi en el entrenamiento.

Lautaro junto a Frattesi en el entrenamiento.AP

El italiano declaró su admiración por Luis Enrique, "un entrenador excepcional que me gusta mucho como persona", pero tiene claro que intentará "no darles el balón". "El rival tiene un equipo de mucha calidad, pero nosotros en posesión estamos entre los tres mejores de Europa. Vamos a tener posesión y circular pelota limpia", advirtió

Eso pasa por Barella, que se medirá a un centro del campo del PSG con mucha calidad, y confía en que "la fuerza del Inter está en el equipo". Enfrente, guardando la portería francesa estará su amigo Donnarumma, con quien ha hablado estos días, "pero solo de la familia y de la selección italiana", puntualizó.

La mayor amenaza para el guardameta será Lautaro Martínez, convencido de que esta final, el "objetivo" que le falta a su carrera se decidirá por "detalles". "Se gana puliéndolos, porque habrá que hacer un partido perfecto. Hay que ser muy conscientes de eso, saber lo que hace bien el PSG y sacarle partido", aseguró el argentino, no quiere pensar en un posible Balón de Oro. "Lo más importante es este premio que hace 15 años que el Inter no gana. Mi pensamiento es hacer felices a los hinchas del Inter", sentenció.

Alain Roche, el capitán del último PSG campeón en Europa: “Luis Enrique ha recibido muchas críticas, pero tenía razón y lo ha demostrado”

Actualizado Jueves, 29 mayo 2025 - 22:11

«Fue un recibimiento como si hubiéramos ganado la Copa del Mundo». Alain Roche (Brive-la-Gaillarde, 1967) mira con nostalgia una fotografía en la que alza la Recopa de 1996, el único título europeo que tiene el PSG en sus vitrinas. Durante seis temporadas, el central francés visitó la camiseta de aquel equipo, fue capitán y disfrutó de la llamada Edad de Oro que el club vivió a principios de los 90. «Ese título nos ayudó mucho, porque en Francia no se habían conquistado tantos títulos europeos y fue un salto para todo el fútbol francés», recuerda. Compartió vestuario con el brasileño Raí, Djorkaeff, el mítico guardameta Bernard Lama, George Weah o David Ginola. Pero a aquella generación le faltó una guinda que arrastra el club. Jugó dos semifinales de la Copa del Europa pero nunca llegó a una final. La primera vez que el PSG lo consiguió fue en 2020, en un formato especial por la pandemia de coronavirus que proclamó campeón al Bayern Munich. Ante el Inter lo volverán a intentar. Sin con ellos fue clave en el banquillo Luis Fernández, ahora lo es Luis Enrique. Para Roche, pieza esencial para haber vuelto a una final.

Casi de la misma generación, se cruzaron en LaLiga cuando Roche vestía la camiseta del Valencia y él la del Barça, «y les ganamos», bromea el francés, que tiene muy claro lo que el asturiano ha inculcado al vestuario: «Ahora hay un espíritu y mentalidad de lucha continua. Nunca han bajado los brazos. Se pudo ver en esta Champions, creo que desde el partido ante el City». Rememora Roche el duelo en la penúltima fase de la liguilla, buscando la clasificación, que inició con un 0-2 en el Parque de los Príncipes que acabó con un 4-2. También reivindica el ex capitán el éxito en el campeonato francés, «que nadie mira pero que es muy físico, de mucho contacto».

Roche recibe la Copa de Francia en 1995 de manos de Mitterrand.

Roche recibe la Copa de Francia en 1995 de manos de Mitterrand.AP

No oculta el ex capitán que no todo fue un camino de rosas para Luis Enrique. En la primera temporada, gobernando a un Mbappé con un pie en Madrid y cayendo en la semifinal ante el Dortmund. Y en esta segunda con un arranque Champions que arrojaba dudas.

«Ha tenido muchas críticas sobre la manera de gestionar pero estaba convencido de que tenía razón y lo ha demostrado. El mejor ejemplo es Dembélé y cómo reaccionó en 2025. Pero también Vitinha, Hakimi, Donaruma... Luis Enrique conoce el fútbol e hizo un equipo a su medida. Ahora, en la final, todo el mundo le aplaude, pero él siempre ha estado convencido», reflexiona destacando la personalidad del ex seleccionador español. «Tiene una confianza enorme en sí mismo enorme y en su carrera, en el Barcelona o en la selección, ha ganado títulos importantes. Y en su vida personal, ha vivido un momento trágico que le ha dado una fuerza terrible que transmite».

Clave ha sido también hacer un equipo a su estilo, coral y con jóvenes que auguran un proyecto a largo plazo, y que deben ser «tan maduros como Mbappé o Lamine». «Además, un espíritu increíble y hambre de títulos. Fabián Ruiz es el único campeón de Europa con España. La suerte que tenemos los aficionados es que el PSG tiene ahora la posibilidad de conservar y hacer crecer a este equipo porque tiene dinero para conseguirlo. Luis Enrique está construyendo un equipo que cada año va a reforzarse», advierte.

Ese cambio se dio tras la llegada de los fondos de Qatar, que han transformado el club convirtiéndolo en una referencia mundial a base de estrellas. «Permanece el espíritu, pero el club ha cambiado muchísimo. En mi época era conocido en Europa y ahora, desde que llegaron los nuevos accionistas, tiene una dimensión internacional. Han pasado por el vestuario multitud de estrellas. Beckham, Messi, Neymar o Mbappé jugaron en el PSG y eso es un salto mundial», reconoce.

De hecho, por eso Roche tiene en Valencia una habitación personalizada en el hotel del grupo Accord Novotel Lavant, honor que comparte en otros lugares del mundo con otros históricos como Raí, Pastore, Anelka o Pauleta. Todos ellos tiene una fijación: ver al PSG campeón de Europa, algo que sólo ha logrado otro equipo francés, el Olympique de Marsella en 1993, eterno 'enemigo'. «Nosotros ganamos la Recopa, pero estamos a un paso de la más bonita». En Múnich verá Roche si su deseo se cumple.

Tres heridos en un atropello deliberado cerca de los Campos Elíseos durante la celebración de la clasificación del PSG

Tres heridos en un atropello deliberado cerca de los Campos Elíseos durante la celebración de la clasificación del PSG

Actualizado Jueves, 8 mayo 2025 - 08:10

Tres personas resultaron heridas la pasada noche al ser atropelladas por un coche cerca de los Campos Elíseos de París, mientras los aficionados del PSG celebraban la clasificación de su equipo para la final de la Liga de Campeones contra el Arsenal, informaron fuentes policiales.

El incidente tuvo lugar "en una calle perpendicular a la avenida de los Campos Elíseos cuando un vehículo, en circunstancias indeterminadas por el momento (acto deliberado no probado por el momento), colisionó con tres personas", indicó la Prefectura de Policía de París (PP).

"El vehículo fue luego incendiado en la avenida Marceau, no lejos de los Campos Elíseos, según vídeos difundidos en las redes sociales. Un periodista de Afp vio un coche incendiado en esta avenida, y otro periodista de la misma agencia vio un vehículo del Ayuntamiento de París incendiado en otra calle, también cerca de los Campos Elíseos.

A la 01:30 (23:30 GMT), diecinueve personas habían sido detenidas, según un primer balance de la policía. A primera hora de esta mañana, la cifra de arrestos era de 43 personas vinculados a la vandalización de comercios, coches quemados, policías agredidos y heridos en el tumulto, según informa un sindicato policial en X.

Luis Enrique, a por el triplete con el primer PSG sin Mbappé: "Jugar la final contra Barça hubiera sido lo peor"

Luis Enrique, a por el triplete con el primer PSG sin Mbappé: “Jugar la final contra Barça hubiera sido lo peor”

Sonreía Al Khelaifi en el palco del Parque de los Príncipes tras el pitido final del duelo ante el Arsenal, estaba el presidente del PSG ante la segunda oportunidad de conseguir la ansiada Champions que el Bayern le negó en aquella burbuja pandémica en Lisboa en 2020. Pensaría el dirigente en la despedida de Kylian Mbappé, un jugador que, pese a decir que su "sueño era ganar una Champions con el PSG", salió destino al equipo que lo había conseguido 15 veces.

Era el único título que les faltaba a ambos. Pero ahora son los franceses los que están en la final y no los blancos. Seis títulos en los últimos 10 años, parecía una apuesta segura la del delantero. Pero en este primer envite, quien resultó ganador fue el mandatario. La suya fue Luis Enrique, un entrenador que había conseguido el triplete con el Barça con un juego que costó implantar en el campeón francés, pero ahora lo han asimilado de una manera brillante y, sobre todo, efectiva. "Creo que nosotros merecemos estar en la final", valoró el entrenador parisino.

No necesitaron realizar su mejor juego en este segundo partido ante el Arsenal, pero su pólvora arriba consiguió lo que intentó la británica, mojada en los últimos metros. Aunque es complicado dilucidar si la falta de gol gunner fue por demérito propio o mérito ajeno. Más bien lo segundo. "Un equipo para ser grande necesita un portero como Gigi", alabó Marquinhos a su portero.

Donnarumma resultó un muro bajo palos, con paradas espectaculares en todos los momentos del encuentro: desde el agobio inicial inglés hasta las desesperadas llegadas finales para volver a meterse en el partido. "El mejor jugador de los dos partidos ha sido el portero que les ha ganado la eliminatoria", concretó Mikel Arteta, entrenador del Arsenal.

Aspira el equipo de Luis Enrique al triplete, esta vez con el ya proclamado campeón de la liga francesa a falta de cuatro jornadas. "Somos un equipo de raza", calificó. Se lo jugará en el espacio de una semana. El Reims espera en el último título doméstico, el Inter en el europeo, el más deseado. Son tres los entorchados en la máxima competición continental de los italianos. "El Inter es un equipo muy difícil, pero queremos hacer historia en el club", explicó Marquinhos.

Cuando Felix Zwayer pitaba el final del encuentro, el asturiano corría a saludar a Arteta en un abrazo cariñoso, pero breve. "Hemos sido mejores que el rival y merecíamos más, pero estamos fuera", valoró el técnico vasco. Luego, la euforia, corro de la patata con todo su cuerpo técnico mientras el estadio estallaba. Era mucha la tensión que había vivido el técnico, renovado este año hasta 2027, para lograr el sueño de los qataríes. De momento les ha llevado de nuevo a una final tras un "camino tortuoso" cinco años y cuatro entrenadores después.

La final, mejor sin el Barça

A algunos les parecerá un reto, otros, como el fichaje de este año, Joao Neves, pensaban que "con este gran equipo sería raro no llegar a la final". Aunque admitió el mediocampista luso que "siempre hay que sufrir" y que "siempre hay algo para mejorar" a la hora de lograr lo que todos ansían: la Orejona. "Perdí la primera, sé cómo es de difícil jugar una final, pero también el camino de llegar a ella", concluyó Marquinhos.

Luis Enrique, que celebró justo a las 0.00 su 55 cumpleaños, se alegró de no tener que jugar la final contra un FC Barcelona que, a su juicio, mereció pasar a ella por el juego desplegado. "Jugar la final contra el Barça hubiera sido lo peor", reveló el asturiano sobre el choque emocional que le habría supuesto. No obstante, se verá el 31 de mayo en Múnich.

El PSG vence al Arsenal y buscará, a la segunda, su ansiada Champions

El PSG vence al Arsenal y buscará, a la segunda, su ansiada Champions

Era un duelo de segundas oportunidades, de buscar la gloria después de haberla rozado. Los parisinos no pudieron alcanzarla en aquella época de mascarillas y coronavirus y los británicos sucumbieron precisamente en este mismo estadio hace casi dos décadas a manos del germen del mejor Barça de la historia. Así que el PSG vio la puerta abierta y se coló para presentarse en la final ante el Inter. Lo hizo sin Mbappé, pero con un equipo solidario que demuestra que la Champions la tienen que atacar y defender once futbolistas. [Narración y estadísticas, 2-1]

Salió el Arsenal a encontrar pronto el tanto del empate en la eliminatoria, mandón y muy agresivo. No se habían cumplido los primeros 10 minutos y ya llevaba tres ocasiones claras de gol, una de Martinelli tras un saque de banda de Skelly a modo córner, otra de Rice, un cabezazo que se fue por poco tras un gran centro de Timber y la última un disparo desde fuera del área de Odegaard. En las dos últimas, la respuesta de Donnarumma fue más que sobresaliente. La mano abajo para despejar el disparo del noruego competirá con la de Sommer a Yamal por la mejor parada de esta Champions.

Los ingleses notaron la vuelta de Thomas Partey a su centro del campo. El jugador ghanés permitió a Rice volver a ocupar el carril interior, lo que daba más llegada al peligroso medio británico, y sus saques largos de banda generaban casi más peligro que un saque de esquina. También Odegaard pudo aparecer más en tres cuartos y comandar la presión alta que ordenó Arteta a sus hombres.

No encontraban los franceses el balón para desesperación de Luis Enrique. Kvaratskhelia no lo necesitaba. El primero que le llegó lo mandó al palo y encendió a la grada a la par que bajó un poco el ánimo de los gunners. De hecho, pese a que los ingleses quisieron mantener alta su presión, poco después un robo de Fabián dejó solos a Doué y Barcola para montar la contra. Quizás fue la juventud o la falta de picardía, pero la jugada terminó con un disparo inocente del que ejerció como nueve en ausencia del tocado Dembélé.

Poco después, el español decidió hacerlo por su cuenta y clavar un gol de bandera. El interior recogió un rechace de la defensa británica en el balcón del área, regateó a Martinelli con su control de pecho y la clavó con la zurda, imposible para Raya tras un roce con un defensa. Golpe que pudo ser doble si Barcola, un minuto después, hubiera conseguido culminar bien un nuevo contraataque del PSG. Le sobró un toque de balón.

El partido perdió efervescencia. El Arsenal, por miedo a recibir más castigo y el PSG, contento por haber duplicado su ventaja en una primera parte que comenzó como quien es vapuleado por una gran ola bajo el mar. Afortunadamente, sin heridas de gravedad, apenas un leve mareo.

El rugido de los Príncipes

La segunda mitad comenzó tranquila, como en un armisticio. Entonces salió a calentar Dembélé y rugió el Parque de los Príncipes. El PSG empezó más conectado al juego y a la eliminatoria. Resultaba metafórico ver a Kvaratskhelia perseguir a Saka en ayuda de Mendes, amonestado en el primer tiempo, y al equipo con más querencia por el esférico, como le gusta a su técnico.

Como en un espejo, en el minuto 65, fue Saka el que emuló la jugada de Kvaratskhelia para recortar hacia dentro y poner el balón en la escuadra. En esta ocasión no fue el palo el que evitó el tanto sino Donnarumma, inspiradisimo toda la noche, con otra mano inverosímil. Pero más inverosímil se antojó la remontada británica después de que el VAR llamara a Zwayer por una mano de Timber tras un disparo de Achraf. Penalti de los modernos, pero penalti. Sin embargo, Raya quiso dar un hálito de vida más a los suyos y detuvo el lanzamiento de Vitinha.

Último aliento

No lo quisieron tomar los británicos que se durmieron en una diagonal de Kvaratskhelia en la que el balón terminó en las botas de Achraf con un Partey blando en el duelo. El marroquí metió una comba imposible para Raya. Ese segundo tanto francés espoleó algo el orgullo inglés, que quiso anotar el tanto del honor poco después, obra de Saka tras una gran lucha de Trossard.

El partido se alocó, pero la ventaja francesa permitía a los de Luis Enrique reducir la ansiedad habitual de los últimos minutos. La final se tocaba con la punta de los dedos y los de Donnarumma la merecieron durante toda la eliminatoria. Espera el Inter, un equipo con más oficio y tres entorchados. Mal negocio.

El racismo, su 'debut' de lateral izquierdo y el dorsal 3: las pruebas de madurez de la estrella Bukayo Saka

El racismo, su ‘debut’ de lateral izquierdo y el dorsal 3: las pruebas de madurez de la estrella Bukayo Saka

Cuando Bukayo Saka (Londres, 2001) llegó al Arsenal tenía ocho años. El menudo jugador de origen nigeriano había mostrado tanto talento tras su aterrizaje que en el club les preocupó haberle asignado el dorsal número 3, correspondiente a un defensor, por si eso enfadaba a su familia o al futbolista. Obviamente, ese número no afectó al jugador, ya que una de las principales características del extremo gunner es su fortaleza mental, algo que ha mostrado en múltiples ocasiones.

La última, en la vuelta de los cuartos de final de la Champions League ante el Real Madrid. El delantero cogió el balón en el Bernabéu para intentar batir a Courtois desde el punto de penalti, pero el belga adivinó su lanzamiento a lo panenka. Lejos de condicionarle, el británico anotó en la segunda parte precisamente con un golpeo similar, aunque en esa ocasión con el balón en juego. "Tenía mucha confianza en que marcaría, el chip funcionó en el segundo tiempo", admitió riendo ante la televisión británica.

Pero hubo un instante más importante aún en la carrera del delantero, puesto que cuenta que su debut en la selección inglesa fue "uno de los mejores momentos de su vida como futbolista", fue aquel fallo en la tanda de penaltis en la que Inglaterra perdió la Eurocopa ante Italia. "En ese instante supe que recibiría insultos racistas", expresó el jugador que compartió esa triste suerte junto con sus compañeros Jadon Sancho y Marcus Rashford. "Puedo prometeros que no dejaré que ese momento negativo me rompa", apuntó el futbolista.

Saka no sólo no se rompió, y tenía apenas 19 años, sino que siguió creciendo dentro de su club y de la selección para mostrar el talento que siempre han visto sus entrenadores en Hale End, academia del Arsenal. "Mentiría si dijera que un jugador con 11,12 o 13 años va a ser una superestrella, pero con Bukayo, con 15, jugando en la selección y con nosotros y realizando grandes partidos ante grandes rivales empiezas a pensar: 'Este chico puede hacerlo'", expresó Luke Hobbs, uno de sus técnicos en categorías infantiles.

Destacan de él que es un chaval "nada arrogante" y muy sencillo. De hecho recuerdan en el Arsenal que los primeros tratos con su entorno fueron siempre a través de su padre, sin ningún agente de por medio, y que su progenitor nunca tuvo problemas con las decisiones que tomaron desde el club, como que hubiera partidos en sus inicios que los jugara como lateral izquierdo y no como delantero. "No hay problema, Luke, si juega con los mayores es una buena experiencia para él", respondía Yemi Saka al técnico.

Ataque y defensa

Precisamente, ese sacrificio defensivo es el que destacó Thierry Henry de su juego ante el Madrid, pasando por alto, no sin cierta sorna, que el joven delantero copiara su celebración tras marcar en el Bernabéu pidiendo silencio al público, como hiciera Raúl en el Camp Nou. Un sacrificio que también ha mostrado en la ida de semifinales ante el PSG. Especialmente en los primeros 15 minutos de juego, donde los franceses apabullaron a los británicos en el Emirates. "Sé que sólo cambiaron dos jugadores tras nuestro primer encuentro. Pero la cohesión que tienen, cómo mueven el balón... Eran mucho mejores y me impresionaron mucho. Creo que lo son, sí [el mejor equipo al que se han enfrentado este curso].

En la segunda parte cambió el dominio y no el marcador gracias a Donnarumma. El portero italiano desbarató todas las oportunidades del Arsenal y su defensa le protegió lo suficiente para marcharse con un buen botín al Parque de los Príncipes. Nuno Mendes fue el encargado de secar a Saka, la mayor peligro gunner. "Es un lateral top, muy rápido. Fue una gran batalla y me encantó librarla, tengo ganas ya de la de la semana que viene", valoró tras el duelo. Aún así, el británico completó cuatro de los 11 regates del equipo inglés, generó una ocasión y disparó una vez a puerta. La prensa francesa, aunque algo dividida, le calificó como la mejor baza de los británicos en la ida y la gran amenaza para la vuelta de esta noche.

Con un Arsenal mermado en ataque por las sensibles bajas de Gabriel Jesús y Kai Havertz, Saka, con la productiva colaboración de Mikel Merino, deberá dar un paso al frente si quiere meter al Arsenal en la final de Champions, escalón que no pisaba el equipo británico desde 2006. Su rival fue el FC Barcelona.

La revolución de Luis Enrique sin Mbappé seduce a París: "Es provocador y soberbio, y eso, unido al éxito, encaja bien con esta ciudad"

La revolución de Luis Enrique sin Mbappé seduce a París: “Es provocador y soberbio, y eso, unido al éxito, encaja bien con esta ciudad”

Luis es nombre de reyes en el país que sublima la república. Los Luises de Francia fueron prácticamente una veintena, incluido Luis Felipe I, de la Casa de Orleans, que reinó durante un breve periodo, conocido como la Monarquía de Julio, antes de abdicar y dar paso, en 1848, a la creación de la Segunda República Francesa. Desde Luis I el Piadoso, los franceses tuvieron de todo: Luis II el Tartamudo, Luis V el Holgazán, Luis VI el Gordo, Luis XI el Prudente o Luis XII del Pueblo hasta el gran Luis XIV o Rey Sol, cuyo reinado, de 72 años, fue el más largo de la historia y marcó un tiempo de esplendor militar, además de reorganizar administrativamente el país y aplacar a la nobleza en favor de la política. También llevó el centralismo y el absolutismo al extremo, con el lujo de Versalles como metáfora. Luis XV, su nieto, fue su némesis, un desastre, y Luis XVI acabó por pagar los desmanes heredados y propios en la guillotina. La restauración trajo a otro Luis, un Borbón, pero la fascinación por la Revolución había cambiado a Francia para siempre. El país de todas las revoluciones, la burguesa, la estudiantil y hasta la sexual, vive otra en el fútbol de la mano de un Luis que no llega de Versalles. Es un sans-culotte del fútbol y la Champions, su Bastilla.

La seducción que produce Luis Enrique en Francia no tiene que ver únicamente con su trabajo en el PSG, a un paso de clasificarse para la finalísima de Múnich, si es capaz de hacer valer su ventaja sobre el Arsenal (0-1)m en la vuelta de las semifinales. Los resultados provocan crítica o reconocimiento, pero con el asturiano existe identificación merced a su personalidad en un país que ama la rebeldía, la irreverencia. Más que un país, una ciudad: París. «Luis Enrique es perfecto, porque es provocador y soberbio, y eso, unido al éxito, encaja bien con la ciudad», dice el filósofo y editor Thibaud Leplat, profesor en el Liceo Internacional de Madrid.

Luis Enrique da instrucciones, junto a Arteta, en Londres.

Luis Enrique da instrucciones, junto a Arteta, en Londres.NEIL HALLEFE

«Existe una fascinación entre la intelectualidad francesa por los personajes irreverentes, provocadores, y Luis Enrique lo es», añade Leplat. Es patente en la literatura, desde Simone de Beauvoir a Michel Houellebecq, pero también en el cine y hasta en el fútbol. Uno de los jugadores más contraculturales y antisistema de la historia fue el francés Éric Cantona, nieto de un exiliado de la Guerra Civil española. Cantonà era la revolución en carne y hueso contra cualquier forma de poder, incluidos los del propio fútbol que adoraba y le encolerizaba.

Cantonà acabó por pasarse al cine, aunque jamás jugó en el PSG, en cuyo origen se implicaron muchos personajes de la farándula, humoristas y actores como Jean-Paul Belmondo, uno de los canallas de la ficción. El entrenador Luis Fernández o David Ginola fueron en el campo fieles a esa condición que encaja con el carácter del español. "Es un club latino, mediterráneo, en el París que buena parte de Francia mira con desdén por el centralismo, porque para todo hay que pasar por la capital. Eso también contribuye a ser un club más odiado y a convertir cada partido en Estrasburgo, Lille, Niza o Marsella en choques con mucha tensión, algo a lo que se adapta bien un carácter frontal como el de Luis Enrique", continúa el profesor de filosofía afincado en España.

«Cualquiera que represente la revolución es, asimismo, adorado, porque la Revolución no es únicamente un periodo de nuestra historia, sino parte de la idiosincrasia de Francia. Hasta Emmanuel Macron título su autobiografía Révolution, aunque realmente su revolución no sea tal. En cambio, Luis Enrique, de alguna forma, ha impuesto la suya en un club sometido al dictado y los caprichos de las grandes estrellas», prosigue Leplat.

Mbappé, en un partido con el Madrid en el Bernabéu.

Mbappé, en un partido con el Madrid en el Bernabéu.BallesterosEFE

El PSG al que llegó era, en realidad, un Versalles de futbolistas siempre adocenados por el lujo, desde Ibrahimovic hasta Messi, y donde sólo existía un Rey Sol: Kylian Mbappé. Cuando se marchó, Luis Enrique dijo que el PSG jugaría mejor sin el actual delantero del Madrid. Una declaración más que provocadora, temeraria. El tiempo ha demostrado que tenía razón. «Se ha producido un efecto liberador con su marcha de París. Liberador para todos, el entrenador, el resto de jugadores, la hinchada y hasta los propietarios qataríes, que ahora están encantados con Luis Enrique, aunque los inicios fueron difíciles», recuerda Leplat.

Broncas a Mbappé, Dembélé o Asensio

El asturiano mantuvo su dialéctica habitual con los periodistas, una frontalidad que, unida a la irregularidad inicial del equipo, generó muchas críticas en su contra. A pesar de alcanzar las semifinales de la Champions, la temporada pasada, la forma de caer ante el Borussia Dortmund aumentó la sensación de impotencia en un momento de depresión por la pérdida de Mbappé, que meses atrás había comunicado al club su decisión. El documental No tenéis ni puta idea, sobre la figura del asturiano y su método de trabajo, realizado el pasado año por Movistar, no tenía inicialmente compradores en Francia, al contrario que en otros países. Esas voces críticas volvieron a arreciar ante las dificultades en la fase previa de esta edición de la Champions, pero a partir de noviembre, con el despegue del equipo, todo cambió y el documental, finalmente estrenado, arrasó.

«Michael Jordan cogía de los huevos a sus compañeros y se ponía a defender como un hijo de puta. Te vas a pegar todo el partido presionando a Cubarsí, a Ter Stegen y volviendo rápido... Para ser un líder», dice Luis Enrique a Mbappé en una escena recogida por el documental. Hiperactuada o no, ha habido muchas broncas más. Mbappé se marchó a un lugar donde presionar no es una obligación, no por ahora, y también lo hizo Asensio, pese a pedir al asturiano discutir el problema en grupo. De eso nada.

Ni siquiera Dembélé, al que llamó personalmente para que dejara el Barcelona y fichara por el PSG, se libró de sus medidas disciplinarias por no respetar normas que el técnico considera claves para el crecimiento del equipo. Dembélé fue una petición expresa que Luis Enrique hizo a NasserAl-Khelaifi al llegar al club, la temporada pasada. Un futbolista de una verticalidad tan mortal como incomprensible, algo que conecta con el pasado como jugador del asturiano, delantero en el Sporting, lateral en el Madrid y prácticamente extremo en el Barcelona, pero siempre en vertical.

Dembélé celebra su gol en Londres.

Dembélé celebra su gol en Londres.NEIL HALLEFE

La salida de Mbappé tras las de Neymar o Messi, convertía al ex azulgrana en la gran referencia. Por ello, su caída de la convocatoria antes de jugar en el Emirates, durante la primera fase de esta Champions, desató una crisis. «Lo volvería a hacer», dijo Luis Enrique, pese a caer (2-0). «Ousmane no tiene un problema conmigo, es un problema de sus obligaciones con el equipo», añadió. El delantero acudió a pedir disculpas al técnico. Meses después, en el mismo escenario, el titularísimo Dembélé cobraba la valiosa ventaja de la semifinal.

El técnico ha conseguido optimizar las cualidades de Dembélé, al que suele llevar al centro para dejar las bandas a Barcola o Doué, el gran talento que viene. El crecimiento individual de todos los jugadores ha sido enorme, y la prueba está en el mediocentro Vitinha o hasta en la renovada confianza del gigante Donnarumma. Hay equipo y hay juego, "el mejor de la historia del PSG", según concluye en Francia, claro, pero lo que verdaderamente hay es un liderazgo desconocido, que asombra e inquieta a los dueños qataríes, y enamora a los parisinos. C'est la révolution.

El PSG post Mbappé toma Londres y se muestra como aspirante a esta Champions

El PSG post Mbappé toma Londres y se muestra como aspirante a esta Champions

El PSG post Mbappé quiere esta Champios. Lo mostró tomando el Emirates. Primero apabullando y luego controlando. Muy serio el conjunto de Luis Enrique ante unos ingleses faltos de mordiente. Tenían muchas bajas, sí, pero su imagen estuvo mucho tiempo lejos de la que exhibió en los cuartos ante el Madrid. [Narración y estadísticas, 0-1]

Arteta daba vueltas sobre sí mismo, Odegard alzaba los brazos en señal de impotencia y, mientras, el PSG acumulaba 15 minutos de tormento sobre la portería de Raya con resultado de un gol, un posible penalti y varios acercamientos peligrosos. El inicio de las semifinales de la Champions mostraba lo que los franceses ya llevaban apuntando en este tramo final de la temporada: Son un equipo engrasado y que tiene claro a lo que juega.

Con un 70% de posesión en la primera media hora, los parisinos mostraban un gran gusto por la pelota, con la paciencia que mostraba aquella España de Luis Enrique, pero con mucho más colmillo. Mordían arriba para recuperar rápido y, si veían opción de finalización, iban a por ella sin dudar empujados por dos puñales en las alas como Doué y Kvaratskhelia. Si la jugada requería pausa, volvían hacia Donnarumma para construir desde su portero.

La salida la buscaban por banda pero, si no aparecía, se acercaba Dembélé para ofrecerla, como ocurrió en el primer tanto del encuentro. Una jugada de casi dos minutos de posesión que culminó el mosquito tras recibir de Kvaratskhelia un balón que él mismo le había cedido previamente. Declan Rice se equivocó saliendo a por el georgiano en lugar de seguir la línea del delantero francés, que está de dulce este curso con 33 tantos y 12 asistencias, aunque este último lo convirtiera con la espinilla y en el segundo tiempo se retirara lesionado.

Tardó casi media hora el Arsenal en ajustar y asustar. No mucho. Pero lo suficiente para recordar a los parisinos que el encuentro era en el Emirates. Pero el susto se lo llevaron poco después los ingleses, que pudieron irse al descanso con un 0-2 si Raya no hubiera sacado una mano milagrosa a un disparo de Doué a bocajarro. Tiene el PSG todos los registros del juego a nivel ofensivo ya sea desde la posesión o desde el contragolpe.

Metieron una marcha más los chicos de Arteta antes del descanso. Apretaron la salida de balón francesa y consiguieron acercarse con peligro a la portería de Donnarumma. Reclamaron un penalti sobre Merino que no fue, un centro que no llegó Martinelli por poco y un patadón de Raya de una falta lejana que a punto estuvo de convertirse en una ocasión tras pasearse el ulterior centro de Saka por el área del portero italiano.

Show de Donnarumma

Apareció precisamente el transalpino ante el delantero brasileño del Arsenal después de que Achraf se saliera de su posición y Neves se olvidara de su espalda. La mano dura, abajo, fue un deja vu de la realizada por Raya minutos antes. Hubiera sido un gran golpe anímico ya que la ocasión llegó un minuto antes del descanso. Lo pudiron dar un minuto después de volver de vestuarios, a la inglesa, golpe franco bien sacado por Rice y Merino, el nueve de este Arsenal, con un soberbio cabezazo, la introdujo en la red, pero lo hizo con medio cuerpo adelantado.

Este tanto anulado animó a los gunners que, conscientes de que debían sacar algo más positivo en casa, inclinaron el Emirates. Lo que pasa es que hoy comparecía el Donnarumma de las grandes noches y el italiano sacó otra mano milagrosa a un disparo de Trossard tras una elegante y potente cabalgada de Rice.

Arsenal, sin definición

Volvía el Arsenal a parecerse a aquel equipo mandón y compacto que se exhibió ante el Madrid. Se aprovechó de la desaparición de las alas parisinas y apabulló al mediocampo francés en inferioridad táctica y numérica ante la pujanza, especialmente, del verdugo de los blancos. No ayudó la lesión de Dembélé, de gran ayuda en la salida de la pelota y definición arriba.

Precisamente definición es lo que le faltó a los londinenses. Movían el balón muy lento y lo fiaban todo a las individualidades de Saka o Trossard. El PSG se mantenía a pie firme, haciendo dos contra uno en las bandas y saliendo con peligro cuando podía correr. En dos de esas salidas, de hecho, Barcolá y Ramos, que habían salido por Doué y Dembélé, desperdiciaron la oportunidad de hacer el segundo. La guerra culminará en París, pero la primera batalla es francesa.

Luis Enrique y la revolución infantil del PSG tras la salida de Mbappé: Doué, Zaïre Emery y onces de menos de 22 años

Luis Enrique y la revolución infantil del PSG tras la salida de Mbappé: Doué, Zaïre Emery y onces de menos de 22 años

Hace poco menos de un año, Kylian Mbappé decía adiós al PSG en un vídeo. Acababan los galos de ser eliminados en semifinales de Champions League contra el Borussia Dortmund, y el siete no había tenido la mejor de sus actuaciones. Tras los vaivenes de la estrella francesa a lo largo de los años, a Luis Enrique le tocaba tomar un nuevo rumbo para la escuadra parisina. "Tenemos que aprender a jugar sin Kylian", dijo el técnico asturiano. Ese rumbo era muy diferente al de los últimos años y muy parecido al de otro exequipo de Lucho: el FC Barcelona.

A finales del año pasado el PSG inauguraba su nueva ciudad deportiva en Poissy, la corona del nuevo pilar que ya esbozaba el entrenador en el acto de presentación de ese espacio de 59 hectáreas y 16 campos de fútbol. "Es fundamental construir un equipo sólido desde la base. Queremos que los jugadores formados aquí lleguen al primer equipo y sean protagonistas", explicaba el técnico español y evidenciaba el cambio de modelo que iba a primar ahora en el PSG de los Messi, Neymar y Mbappé, fichajes con un gasto de casi 500 millones de euros.

No es que el equipo de Paris se cerrara a las estrellas, de hecho han fichado a Kvaratskhelia por 70 millones de euros, pero no se construiría la plantilla en torno a ellas sino en torno a una idea: juventud y cantera. Así, a los Zaïre Emery, Mayulu o Zague se incorporaron de fuera Doue, Pacho, Neves o Moscardó, jugadores de menos de 23 años con gran proyección de cara al futuro. Kvaratskhelia, por cierto, acaba de cumplir los 24. "Si queremos un equipo menos dependiente de estrellas y más equilibrado, necesitamos formar a nuestros propios líderes", apuntó el técnico en línea con la política de fichajes del club liderada por el portugués Luis Campos.

Más allá de incorporar talento joven, lo importante es conjuntarlo y alinearlo. Luis Enrique ha tardado un poco en dar con la tecla de este nuevo PSG. Los franceses, pese a su dominio en el campeonato doméstico, lo habitual de cada temporada, sudaron tinta china para poder colarse entre los 24 equipos de la segunda fase de la nueva Champions. A día de hoy, el equipo se proclamó campeón de la Ligue1 con seis jornadas de antelación, juega la final de la Copa de Francia el 24 de mayo ante el Reims y este martes afronta las semifinales de la Champions ante el Arsenal.

Precisamente ante los ingleses, el técnico asturiano alineó a uno de los onces más jóvenes de la competición. Con una media de 23,2 años, el conjunto francés perdió por dos goles a cero ante los gunners en la segunda jornada de la fase de grupos. Ese contratiempo no cambió la idea del club ni del cuerpo técnico que siguió confiando en apostar por esa idea y se mantuvo firme tanto en Europa como en los torneos domésticos.

Onces históricos

Luis Enrique ha alineado esta temporada los cinco onces más jóvenes de la historia del conjunto parisino. Ante el débil Saint Marcel, en la Copa de Francia, puso sobre el césped a once jugadores cuya media de edad no superaba los 22 años (21,9 concretamente). 22,5 de media en el partido de Liga ante Le Havre y 22,6, también en Ligue1, contra el Rennes. Todos los partidos de ese top3 terminaron con victoria de los parisinos.

Esa guardería de Luis Enrique tiene varios nombres propios. Si hablamos de la representación de la cantera, Warren Zaïre Emery es la principal estrella emergente. Lleva tres tantos y una asistencia el mediocentro francés y cada vez tiene más presencia en el conjunto que dirige Luis Enrique. "Warren es un ejemplo de lo que queremos construir. Tiene talento, compromiso y ADN del club. El futuro del PSG pasa por jugadores como él", elogió el técnico a su pupilo.

Zaïre Emery, en un partido de la liga francesa.

Zaïre Emery, en un partido de la liga francesa.Mohammed BadraEFE

Desiré Doué, el extremo proveniente del Rennes, es la otra sensación joven de la temporada. Con un incremento de su presencia en los onces del asturiano, Doué se ha convertido en una de las principales armas del ataque parisino. Desequilibrante y con gol, el delantero lleva 13 goles y 12 asistencias, lo que muestra su gran capacidad de decisión cuando se acerca a las inmediaciones del área rival.

En total son 13 los jugadores de 23 años o menos los que conforman este nuevo PSG, un 54% de la plantilla parisina. Luis Enrique tiene una guardería a su disposición para afrontar los grandes retos que aún le restan esta temporada. El principal, claro, colarse en la gran final que el año pasado se escapó en el último peldaño. Sería irónico que los franceses consiguieran este año el reto por el que Mbappé se mudó al Real Madrid. Su rival podría ser, precisamente, otro equipo que ha tomado el mismo camino tras la salida de Messi. Irónico.