Las claves de la España campeona: un ‘big bang’ sincronizado de talento

Actualizado Martes, 16 julio 2024 - 00:27

Nadie les hubiera puesto en el once de mejores jugadores de la Eurocopa el 14 junio. Quizá sólo Rodri hubiera podido hacerse hueco. Del resto de futbolistas españoles podía esperarse un buen rendimiento, pero no que salieran de Alemania convertidos en estrellas. Y menos todos a la vez. Una de las claves del éxito de España es, precisamente, un big bang sincronizado de talentos que han ido repartiéndose el galardón de MVP en los siete partidos del torneo.

Alguno, como Lamine Yamal con 16 años, ha sido absolutamente inesperado. También Marc Cucurella, pese a los años de experiencia. De otros se venía esperando un paso al frente para convertirse en estrellas y saltar al mercado con una etiqueta con muchos ceros. Es el caso de Nico Williams, Dani Olmo o Fabián Ruiz. Los tres han desempeñado un papel indiscutible en sus clubes, pero han asombrado al continente con la camiseta roja. De hecho, el futuro del navarro y del catalán está por definirse, porque todo apunta a que cambiarán de aires.

Todos han dado su mejor rendimiento en el momento oportuno y en un escaparate que, en lugar de pesar, les ha impulsado. Ha ocurrido con veteranos como Laporte, cuestionado desde su marcha a Arabia Saudí, Carvajal, incombustible, o Nacho. Los tres se han hecho mejores en este campeonato. También Rodri, si es que eso era posible.

Un eje llamado Rodri

El mejor pivote del mundo, en palabras de Pep Guardiola, aún no había tenido su momento con España. Eclipsado por Sergio Busquets, vio cómo era reconvertido a central en el Mundial de Qatar porque nadie dudaba que había que hacer hueco en el once. El problema era dónde. Luis de la Fuente lo ha tenido claro desde el principio: eje fundamental en la medular. El resultado es que se ha visto al mejor Rodri y se ha activado el runrún de si debería ser Balón de Oro.

Junto a él, otro que ha subido del notable al sobresaliente. Fabián ha catalizado el juego, marcado goles y siendo una figura más esencial que en sus buenos momentos en el Nápoles o esta temporada, a pesar de ser un fijo de Luis Enrique. Con España se ha convertido en indetectable para los rivales, dejando imágenes como el regate a tres alemanes con un solo movimiento. Su futuro está en el PSG, certeza que no tiene Dani Olmo.

El Bota de Oro del torneo con tres tantos -galardón compartido con Harry Kane y otros cuatro trigoleadores- no va a continuar en Leipzig. Su brillante campeonato, en el que partió como suplente, ha marcado goles decisivos e incluso los ha salvado bajo palos, hace que su cláusula de salida, fijada hasta el 30 de junio en 60 millones, se considere muy ajustada a mercado. A su agente, el ex internacional Juanma López, se le vio el domingo en la grada de Berlín meditando ya sobre el futuro. Puede ser el Bayern, el Barça o incluso el City, pero Olmo saldrá de su actual equipo.

Una amenaza determinante

Quien también tendrá que definir su porvenir es Nico Williams. No le gustó al presidente del Athletic, Jon Uriarte, que le preguntaran al jugador por el Barça y la posibilidad de continuar junto a Lamine, pero su protagonismo en el mercado se antoja inevitable. Su temporada en San Mamés, con la Copa del Rey, ha sido brillante, aunque sólo ha descorchado en la élite durante la Eurocopa.

Eso mismo le ha sucedido a Cucurella, que será mirado de manera diferente en el Chelsea. Llegó a esta Eurocopa por las lesiones de Alejandro Balde y José Luis Gayà, encontrando el foco tras años en el Getafe y un fugaz paso por el Brighton. Menos horas de vuelo traía Lamine. Vio su talento Xavi Hernández y lo convirtió en titular indiscutible, como De la Fuente. Así se explica por qué su padre buscó al seleccionador durante las celebraciones para fundirse en un abrazo. En el Barça Lamine ayudó, pero en la selección se ha convertido en una amenaza determinante. Y aún no se le ve el techo. Es el diamante sobre el que Hansi Flick tratará de construir.

Hay actores más secundarios que también han desempeñado un papel imprescindible y ambos comparten equipo. Mikel Oyarzabal ha ejercido como relevo de Morata en una posición en la que le educó Imanol Alguacil y que le ha llevado a marcar un gol histórico. Su compromiso como capitán de la Real Sociedad le mantendrá en el club, algo que hay dudas de que ocurra con Robin Le Normand e incluso Mikel Merino, otro jugador que deja el histórico tanto en prórroga ante Alemania. El rendimiento ha sido tan perfecto que nadie ha perdido su momento de gloria.

Morata lleva la fiesta al delirio: "Tenemos que saber que somos el mejor país del mundo"

Morata lleva la fiesta al delirio: “Tenemos que saber que somos el mejor país del mundo”

Actualizado Lunes, 15 julio 2024 - 23:37

Por inesperado o por extraordinario, la Plaza de Cibeles de Madrid, esta vez teñida de rojo, se abarrotó de gente para acoger un nuevo triunfo de la selección. La cuarta. Muchos de los que ayer agitaban la bandera gritando a sus nuevos ídolos no estaban cuando, hace ya 12 años, Sergio Ramos tenía el honor de presentar al número 23 de aquella selección, Pepe Reina, que antes había hecho lo propio con el resto de jugadores de ese equipo que se hizo leyenda. Pero esta vez fue diferente. Fue la noche de los chavales, de esos que eran muy pequeños entonces, pero que han conectado como nadie con un país ansioso por volver a gritar, con orgullo, "¡Campeones, oé, oé!". Ellos eran la atracción y ellos protagonizaron la fiesta.

Una celebración que empezó horas antes de la llegada de los jugadores, cuando los clásicos como Yo soy español, español, español o el We will rock you de Queen comenzaron a sonar. Ya no pararían. Tampoco lo hizo el calor, que obligó a los presentes a asentarse en los lugares más inhóspitos, árboles incluidos.

Así, sobre las 22.00 horas, llegaron a una plaza que, rodeada de camiones policiales, vehículos blindados y plagada de familias de todas las partes del país y del mundo, esperaba eufórica su llegada: "Venimos desde Huelva solo para ver la celebración. Llevamos cuatro horas de espera para coger un buen sitio. Lo importante es que los chavales lo recuerden y lo pasen bien", decía un padre onubense.

"Respeta a todo el mundo"

También argentinos, que fueron campeones de América en la misma noche del domingo, quisieron acompañar, con la camiseta albiceleste, la histórica celebración. Allí, junto a la diosa griega esperaban las madres, que no dudaron en mostrar su emoción por lo que estaban viviendo. "Estoy muy contenta y orgullosa de lo que Nico ha conseguido. Es un chico que respeta a todo el mundo", dijo María a TVE. Todo un símbolo.

El baile fue un elemento esencial durante toda la noche, con Wally López, Aitana, que acertó con su predicción para la final e Isabel Aaiún, autora de la canción fetiche de esta Euro: Potra salvaje. Porque esta selección demostró ser así, "libre como el principio de una canción". Sin complejos, sin la necesidad de imitar ni ser nadie más que ellos mismos. Tardaron, el procolo obligaba a saludos protocolarios que, quizás, retrasaron más la gran bienvenida de lo esperado, pero un gran escenario decorado con los colores de todos les esperaba para animar la fiesta. Ni siquiera Ibai Llanos, que bromeaba en los momentos previos con Marc Cucurella, se lo quiso perder.

Vista general de la Plaza de Cibeles, el lunes.

Vista general de la Plaza de Cibeles, el lunes.EFE

Como en todo acto que se precie, lo primero es presentarse. Y así lo hicieron. Vídeo con todos los goles, móviles en alto para inmortalizar el momento y a saltar. El primero fue Álvaro Morata, el capitán, que con una sonrisa radiante levantaba al cielo de Madrid el trofeo mientras era ovacionado. "Españoles, ¡somos campeones de Europa!", gritó tres veces. "¿Sabéis por qué? Porque habéis creído y lo hemos notado", dijo el delantero rojiblanco. "Ha sido un auténtico orgullo ser el capitán. Os aseguro que siempre me he dejado la vida por intentar conseguir esto". "Tenemos el mejor país del mundo, la mejor comida, los mejores sitios de vacaciones, los mejores trabajadores, somos el mejor país del mundo", terminó.

Justo después, se vistió de ese Pepe Reina que tanto recordábamos, y que el propio Álvaro se encargó de homenajear, para presentar a sus compañeros. Desde David Raya, pasando por Dani Carvajal o por Robin Le Normand que, a pesar de no estar acostumbrado a hablar delante de tanta gente, sí que se atrevió a gritar bien fuerte: "¡Viva España!".

También nos dejó un surtido de apodos, como el "teniente Vivian", con el que parafraseó la canción de La Bamba o el "tiburón" para Ferran Torres. Joselu se arrancó con Luis Miguel, Dani Olmo con Estopa o Grimaldo que vibró con La Falda de Myke Towers. También Álex Remiro, el único que no ha podido jugar en el torneo, se llevó su merecido aplauso. "Gibraltar es español", fue otro de los gritos coreados.

Solo quedaba el míster, Luis de la Fuente, que después de ser manteado por todos los jugadores, también mandó un mensaje al país: "Unidos somos más fuertes". Así fue la noche en la que España celebró, simplemente, ser campeona.

Una selección en nombre de una sociedad: el 87,5% de los españoles se siente identificado con La Roja

Una selección en nombre de una sociedad: el 87,5% de los españoles se siente identificado con La Roja

Actualizado Lunes, 15 julio 2024 - 20:45

La euforia por la selección, más allá de lo atribuible al éxito deportivo, encuentra su razón de ser en un grupo de jugadores que ha convertido la pequeña pantalla en el espejo en que se mira la sociedad española. Tanto es así que, según un sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO, el 87,5% de los españoles reconoce sentirse identificado con La Roja: uno de cada dos considera que los jugadores de Luis de la Fuente le representan "totalmente", otro 27% dice que "bastante" y el 11% ,"algo". Solo el 8% reniega de quienes se alzaron campeones de Europa.

Así, frente a la polarización y el ruido que acostumbran a inundar el debate público, la aventura de la selección en Alemania ha sido un oasis de consenso, incluso en los temas más polémicos. Que dos de las jóvenes estrellas de esta España, Lamine Yamal y Nico Williams, sean hijos de un marroquí y una ecuatoguineana y de dos ghaneses, respectivamente, contribuye positivamente a la cohesión social. Así lo consideran tres de cada cuatro ciudadanos, que apuntan a la diversidad de orígenes en la selección como algo beneficioso para combatir el racismo. Solo el 13% de los encuestados se opone a esta afirmación, una tasa que se eleva hasta el 17% entre los más jóvenes -18 a 29 años-. Además, ocho de cada 10 españoles están de acuerdo con que los jugadores puedan representar a un país diferente al de su nacimiento, una vez obtenida la nacionalidad. De nuevo, las generaciones más mayores se muestran más favorables a esta opinión: el 85% de las personas entre 45 y 64 años así lo apunta, casi 10 puntos más que en la franja anterior.

Con esto, "diversidad e inclusión" son los valores que elige el 24% de los españoles a la hora de definir al grupo que el domingo se alzó campeón de Europa, solo por detrás de "excelencia y esfuerzo" -el 26% considera estos como los más representativos-. Por detrás, la "competitividad", el "juego limpio" y el "orgullo por España", que solo el 6% de los encuestados sitúa en primer lugar.

Ya en términos deportivos, la victoria de la selección en el torneo continental ha sido una sorpresa para casi tres de cada cuatro ciudadanos, que reconocen que el desempeño de este grupo ha superado sus expectativas. A este respecto, las diferencias se acentúan según el género y la edad: La Roja ha conseguido más de lo esperado para el 78% de los hombres, frente al 69% de las mujeres, y las generaciones jóvenes presentan menor grado de sorpresa con el éxito alcanzado por el combinado nacional. Queda la duda de saber qué ha fallado para el 1,7% de los españoles que considera que el rendimiento de la selección ha estado por debajo de sus expectativas.

También parece haber consenso en la valoración de De la Fuente, pues más del 92% de los encuestados considera su desempeño en esta Eurocopa "bueno" o "muy bueno". Los más mayores se muestran especialmente eufóricos con el papel del seleccionador, con el 58% de quienes superan los 65 años otorgándole la máxima puntuación, frente al 43% de los menores de 29. Respecto a los jugadores, la opinión vuelve a ser bastante unánime: para tres de cada cuatro españoles, Lamine Yamal está en el top tres de futbolistas de La Roja. Completan el podio, aunque a cierta distancia, Nico Williams y Dani Olmo, elegidos entre los mejores por el 48% y el 43% de los encuestados, respectivamente. También tienen una posición destacada en el ránking Marc Cucurella (un 25% considera que fue uno de los tres top), Rodrigo Hernández (19%), Morata (18%) y Carvajal (15%).

Más allá de favoritos, de lo que no cabe duda es del calado social que ha tenido esta Eurocopa en España. El 87% de la población reconoce haber seguido el desarrollo del torneo, la mayoría de ellos a través de la televisión (96%), aunque con un importante papel de la prensa, la radio y las redes sociales, en las que uno de cada cinco se ha informado. Así, en casas, bares o plazas, La Roja ha sido centro de todas las miradas.

Ficha técnica

Universo: Personas de 18 y más años residentes en España con derecho a voto

Técnica de recogida de información: A través del Panel Sigma Dos by Trust Survey. Metodología online (CAWI) / RRSS.

Muestra: 1.628 entrevistas.

Selección de las unidades muestrales: En la entrevista telefónica mediante selección aleatoria de hogar y aplicación de cuotas de sexo y edad en la selección de la unidad última. En el caso del panel se ha aplicado asignación proporcional por sexo y grupo de edad. La distribución de la muestra ha sido proporcional por comunidad autónoma en ambas muestras.

Margen de error: El error de muestreo absoluto se puede acotar por ±2,4% para un nivel de confianza del 95,5%, y en el supuesto de variables con dos categorías igualmente distribuidas.

Fecha del Trabajo de Campo: 12 a 15 de julio de 2024

Realización: SIGMA DOS, S.L. Calle Velázquez 50, 6ª Planta (28001-Madrid)

Dirección técnica: José Luis Rojo Gil / Ignacio Javier Clemente Sierro

España cierra en Berlín la hermosa epopeya de su cuarta Eurocopa venciendo a Inglaterra

España cierra en Berlín la hermosa epopeya de su cuarta Eurocopa venciendo a Inglaterra

Berlín no es Madrid, ni Viena, ni Johannesburgo ni Kiev. Ni falta que hace. Berlín es Berlín, y desde este domingo el nombre permanece ya para siempre en la historia de un país, España, como la ciudad donde la selección culminó una epopeya maravillosa, la de su cuarta Eurocopa, tejida desde la diversidad más bonita, desde la fe, ciega, en un imposible, desde la humildad, sincera, de quien se reconoce en el compañero, más allá de su color y el de su camiseta, desde la convicción, firme, de que el camino era el correcto, desde la seguridad, en fin, de que esto era real. Vaya que sí. España, la reina, recupera el trono de Europa 12 años después, nadie tiene más Eurocopas, cuatro, nadie la quiso más en Alemania, expulsando en su camino a cuatro campeonas del mundo, ganando los siete partidos, llevándose todos los trofeos individuales (el mejor joven y el mejor jugador) deleitando la vista unas veces y mordiendo los labios otras, como ayer, cuando desmanteló a Inglaterra en un cuarto de hora sublime, pero se levantó con la mandíbula firme del gol del empate. [Narración y estadísticas (2-1)]

España ha sido el equipo más completo, el mejor. Luis de la Fuente ha construido una familia que, además, observa el futuro con una sonrisa, pues los niños, los fabricantes del primer gol, son insultantemente jóvenes, y el corazón del grupo ronda los 27 años. Ríe hoy España y mira a los que nunca le dieron ni el pan ni la sal, pero los mira con el corazón limpio, sin reproches. España es campeona de Europa con todas las letras, nadie se ha acercado siquiera a ella desde el pasado 15 de junio, cuando debutó en este mismo estadio, en esta misma ciudad, Berlín, que no es Madrid, ni Viena, ni Johannesburgo ni Kiev. Berlín es Berlín, qué carajo.

El Olímpico vio a una selección madura, respetuosa, tranquila, con los niños sentados en el sofá sin pedir de comer en casa ajena, pero mirándose con la picardía de quien no va a aguantar mucho y termina levantándose sin permiso para coger una chuchería. Eso hicieron Lamine Yamal y Nico Williams nada más comenzar la segunda parte, desmontar el partido con una trastada, y de ahí nació el partido que enseñó, escrito está, todas las versiones de este equipo: la brillante, hasta el empate, y la madura, desde él, para levantar el trofeo con una sonrisa mestiza, millenial, una sonrisa que reconoce al diferente como igual, una lección de fútbol, y de vida, para todo un país.

Enredados en la tensión

En fin, que el saque de inicio correspondió a Inglaterra. El balón fue directamente a Pickford sin pasar por nadie, y el portero del Everton mandó una pelota larguísima que salió por línea de fondo. Ese saque lo hizo España en corto, de Unai Simón a Le Normand, y la jugada salió limpia para morir, como todas las de la primera parte, en la maraña que los ingleses montaron en el balcón de su área. Fueron las dos primeras jugadas del partido, algo así como una presentación de intenciones.

Dos no se pelean si uno no quiere, y como hubo uno que no quiso, pues no hubo pelea en la primera parte. Inglaterra salió a que no pasara nada. Pero nada era nada. Ella estaba dispuesta a no atacar, y se metió tan atrás que impidió a España hacerlo. Enredados los dos equipos en la tensión propia de una final, en lugar de un partido de fútbol aquello devino en una partida del Risk, por no recurrir al tópico del ajedrez. Cada movimiento de España era contrarrestado por Inglaterra. Southgate empleó a Foden para perseguir a Rodrigo, y a Mainoo para atosigar a Fabián. Rice vigilaba con el cogote los movimientos de Dani Olmo.

Como quiera que los extremos no podían recibir en ventaja, la cosa se atascó de mala manera. No hubo que contabilizar ni una sola parada de los porteros. España tuvo más el balón, sí, pero fue para nada, mientras que Inglaterra se fue acomodando en esa monotonía en la que metió la noche. Ninguno de los entrenadores había inventado, quizá no había que hacerlo (Southgate metió a Saw en lugar de Trippier, pero vaya), y ninguno de los jugadores quiso pasar a la historia como el tipo que se equivocó en una final. Jugaron todos con miedo, agarrotados, y de ese modo salió un tostón muy serio hasta el descanso.

Nico Williams festeja el 1-0 ante Pickford.

Nico Williams festeja el 1-0 ante Pickford.AFP

Inglaterra no quería jugar, y España no quería arriesgar, confiada en que el paso de los minutos validase el día más de descanso que había tenido por jugar su semifinal el martes. El partido, así las cosas, necesitaba que ocurriese algo. Lo que fuera, algo que agitase las cosas en cualquier dirección. Y lo que ocurrió fue que Rodrigo se marchó llorando al vestuario, lesionado, y el faro de España se quedó sin luz. En su lugar apareció Zubimendi, en otra demostración más de que, si falla el titular, aquí juega el suplente. Sin más. Pero claro, en el caso del mejor mediocentro del mundo, la baja podía ser más grave.

No dio tiempo a reflexionar mucho sobre ello pues a los dos minutos llamaron a la puerta los niños con el ímpetu de quien quiere jugar a la pelota en el parque. La cogió Lamine en su banda, tiró la diagonal hacia dentro amagando con la cintura, atrajo la basculación de los ingleses y descargó, justo a tiempo, para la llegada de Nico, que cruzó abajo, imposible para Pickford y sus florituras. Pudo sentenciar Olmo un minuto después, con Inglaterra grogui, pero el caso es que lo que necesitaba el partido, ya había ocurrido, y encima había sido bueno para España.

Ya por delante, la selección, claro, empezó a jugar más suelta y mereció sentencia. Quitó Southgate a Kane, inmóvil, pero el cambio que le dio la vuelta al partido fue la entrada de Palmer. En una mala salida a la presión de Cucurella, Inglaterra armó su mejor ataque y un disparo incontestable del futbolista del Chelsea igualó el partido a falta de 20 minutos, ya con Oyarzabal por Morata en el campo. Pero esta España es mucha España. Agarró de nuevo la pelota, tranquilizó al personal y fue acumulando ocasiones hasta que Cucurella, un catalán que vive en Londres, encontró a Oyarzabal, un vasco sin complejos, para poner el punto y final a una preciosa historia de amor por el fútbol y por la vida. La vida de todos para todos. La vida en España.

Los "indignos" abucheos de la afición alemana a Cucurella: "Me parece una vergüenza"

Los “indignos” abucheos de la afición alemana a Cucurella: “Me parece una vergüenza”

Con permiso de Lamine Yamal y Nico Williams, Marc Cucurella es la estrella de la selección española. El más querido en redes sociales, todo un descubrimiento para los enviados especiales que conviven con él en la concentración en la Selva Negra y uno de los más aclamados por la grada en cada partido. En el Allianz Arena, la 'Marea Roja' se volcó todavía más con él. ¿Por qué?

Desde el primer segundo del partido, Cucurella fue abucheado por gran parte del estadio. No por los aficionados franceses, y obviamente tampoco por los españoles. Quienes silbaban a Cucurella eran los miles de alemanes con entrada que habían comprado el billete pensando que las semifinales las iba a jugar el país anfitrión. Y claro, la rabia les hizo actuar de una manera "vergonzosa", como declara su prensa nacional.

Pusieron en Cucurella su diana, acusándole a él de la derrota en cuartos y viéndole culpable por el penalti por mano que no pitó Anthony Taylor. Musiala disparó a puerta y el balón dio claramente en el brazo del lateral español. ¿La realidad? El VAR no entró porque Füllkrug estaba en fuera de juego antes.

Dio igual, Cucurella fue abucheado durante todo el duelo, sin parar, incluso cuando sólo tocaba el balón medio segundo. "Son cosas que pasan, yo no tengo culpa de nada... Lo importante es que estamos en la final y ya está", dijo el futbolista en la zona mixta de Múnich. Calmado y aceptando la situación. "No sé lo que pretendían, pero es lo que hay. Lo importante es que hemos pasado a la final", insistió.

En una entrevista con EL MUNDO, hace sólo unos días, el defensa de Alella (Barcelona) admitió que ya estaba "acostumbrado" a los insultos. "Tú no vas a un hombre que está en una obra y le insultas. ¿Por qué a un futbolista sí? No es que me moleste, porque ya estoy acostumbrado, pero la gente va al fútbol a desahogarse y parece que hay barra libre para insultar", reflexionaba.

Pero en Múnich no estuvo sólo. Unos segundos antes, Dani Vivian se había mostrado muy enfadado por los pitos de la grada a su compañero: "Me parece una vergüenza, creo que ningún jugador se merece eso. Venir a un campo de fútbol a abuchear a una persona es de no tener respeto por alguien que está haciendo su trabajo. No lo comparto en absoluto".

La prensa alemana ha sido muy dura con su propia afición. "Vergonzosa, tonta y contraria a la idea del juego limpio. Se comportan de una forma indigna", manifestó el periódico germano Kicker. "Muy malos anfitriones y muy malos perdedores", aseguraron en la cadena de televisión NTV.

La situación, a pesar de todo, no pareció afectarle durante el encuentro. Después de unos primeros minutos de algunas dudas, Cucurella cuajó un encuentro extraordinaria, secando a Ousmane Dembélé, que sólo realizó un regate en todo el choque, en una noche que le obligaba a estar más pendiente de la defensa que del ataque. Y aún así, se le vio varias veces doblando a Nico Williams y llegando a línea de fondo.

85% de acierto en el pase, dos despejes, un tiro bloqueado, una sola falta, cuatro balones largos... Su evolución durante el partido fue la evolución de España, capaz de reaccionar al gol inicial de Kolo Muani.

Un partido, otra vez, de nota. Y van ya cinco en el torneo, donde sólo ha descansado en la tercera jornada de la fase de grupos. Cucurella se ha trabajado la carrera desde el Eibar, el Getafe, el Brighton y el Chelsea, donde ha conseguido hacerse un hueco en el once de los 'blues' y en la selección. Siempre, además, con un perfil alejado del foco mediático, con su novia de toda la vida y tres hijos. Y eso que tiene sólo 25 años. "Quería ser padre joven", reconoció en la charla con este periódico.

"Cucurella come paella, bebe Estrella y tiene un pelo gigante", le cantaba la afición de Stamford Bridge, una canción que ha terminado traduciéndose al castellano, al viral "Cucu Cucurella", y convirtiéndose en la canción más escuchada de toda la Eurocopa junto a la famosa 'Potra Salvaje'. Los jóvenes y las redes sociales adoran al catalán e incluso el alcalde de Cullera, pueblo de Valencia, le ha 'cambiado' el nombre a su ciudad. un baile al ritmo de "Cucu Cucurella".

"Soy divertido. Creo que valgo para hacer monólogos", dice. En el grupo de WhatsApp del vestuario de España no dejan de enviarse vídeos y memes del futbolista, siempre con cariño. Es uno de los favoritos de sus compañeros. Una persona normal convertida en jugador de fútbol.

Una maravilla de Yamal obra la remontada ante Francia y conduce a España a la final

Una maravilla de Yamal obra la remontada ante Francia y conduce a España a la final

En una semifinal de Eurocopa, contra el equipo más poderoso del mundo en lo físico, finalista en los dos últimos Mundiales, España salió, vio cómo le metían un gol, se sacudió el polvo de los hombros, silbó, aceleró para marcar dos goles, remontar, y luego decidió que allí, en una semifinal de Eurocopa, con una hora por delante, ya no iba a pasar nada más. Como si fuera su potestad elegir los caminos de los partidos, también los de una semifinal de Eurocopa, como si dispusiera de un mando a distancia para darle al play, y luego al pause, y luego hacia delante, y luego hacia atrás, y luego al stop. España, en una semifinal de Eurocopa, gobernó la noche como le dio la gana, decidió lo que ocurría y lo que no, y agarrada al maravilloso descaro de un niño de 16 años, dueño de un gol estratosférico, le dio la vuelta al tanto francés y echó la persiana. Hasta aquí, dijo. Y hasta ahí. Luis de la Fuente y su muchachada han llevado a España a su quinta final continental, a las puertas de un título impensable hace no mucho, posible, probable, hoy. En una semifinal de Eurocopa, hizo lo que quiso, como quiso y cuando quiso. Esta es España. [Narración y estadísticas (2-1)]

Para saber más

Para saber más

Una España nacida de la desconfianza, forjada en la ignorancia, cuando no en la mofa, de una parte de la afición, que miraba con displicencia a un grupo de jugadores que permaneció callado, cabizbajo, rumiando, eso sí, algo parecido a una venganza, agarrados todos ahí dentro a la esperanza de darle la vuelta a todo y poner al país a sus pies, un país obligado hoy a reconocer el trabajo y el talento de un grupo humano que, más allá de lo que ocurra en la final, se ha ganado el respeto que hasta ahora no tuvo. Honor para España, finalista de la Eurocopa. Y honor para Lamine Yamal, el niño de 16 años, hijo de inmigrantes, que personifica esta nueva realidad española, tan diferente, tan cambiante, tan rica.

A estas alturas de torneo, los jugadores no entrenan. Ni españoles ni franceses habían hecho nada desde el viernes, cuando obtuvieron el billete a la semifinal. De hecho, se intuía un partido calmo, con los dos midiendo muy bien sus esfuerzos y los del rival. Sin embargo, en este juego de detalles que es el fútbol, y más llegados a este punto del torneo, Francia se puso por delante poco después de que lo hubiera podido hacer España. Fabién envió alto un cabezazo que parecía fácil, pero Kolo Muani sí acertó. No habían pasado ni 10 minutos y Francia estaba por delante casi sin haberse desperezado, y además Jesús Navas con amarilla por frenar una contra con pinta de 2-0.

Como quien se levanta de la siesta

Era la segunda vez que la selección estaba por detrás en el marcador. La otra vez fue contra Georgia. Y claro, Francia no es Georgia. O sí, porque lo que ocurrió desde ese momento es muy difícil de explicar. Cuando encajó, España mantuvo la calma. De hecho, tardó bastante menos en empatar, y no necesitó ni de coraje, ni de empeño, ni de suerte, ni de una jugada maravillosa. Bastó que un crío que acaba de aprobar la ESO cogiera la pelota, levantara la cabeza y pusiese en órbita un disparo maravilloso. Lamine Yamal es un niño, un puñetero niño que juega como un mayor, que levanta la cabeza, que pasa, que centra y que, sí, también regatea, pero que, ante todo, juega al fútbol como los dichosos ángeles.

La parábola de su disparo, inalcanzable en diez vidas de Maignan, catapultó a España, un equipo en trance que, cinco minutos después, se adelantaba porque Dani Olmo hizo un quiebro delicioso a Upamecano cazando el rebote de un centro. Su tiro, que iba a portería, lo desvió Koundé por si acaso, como para asegurarse de que entraba sí o sí. Había remontado España como quien se levanta de la siesta. Aguantó a pie quieto los intentos franceses, que no fueron pocos en la primera parte. El equipo de Deschamps trató de hacer daño a España en dos facetas: los cambios de orientación y las jugadas a balón parado.

Olmo festeja el 2-1 en Múnich.

Olmo festeja el 2-1 en Múnich.AFP

Mbappé, sin máscara, fue menos Mbappé que Dembélé. El ex futbolista del Barça molestó a ratos a Cucurella, y Nico Williams tuvo que ayudar lo suyo ahí. Navas, entretanto, en el duelo que se presumía tan desigual, se mantuvo con bastante más que dignidad hasta su lesión. Al equipo, en algún momento, le costó llegar a la presión porque las piernas están como están, y eso permitía a Francia encontrar alguna vía, sin éxito.

Jugar a que no pase nada

De modo que España, la España donde De la Fuente se limitó a poner a los suplentes de los sancionados y lesionados, ni más ni menos, llegó al descanso por delante y confiada, consciente, más que nunca, de la diferencia física con su rival. Era el momento de no ir al choque. Había que jugar a otra cosa. Había que jugar, por ejemplo, a que no pasara absolutamente nada.

Eso fue lo que hizo España a la vuelta del descanso, buscando trastear con la paciencia, y el físico, del rival, y al rival, claro, cuando le toca proponer, suda tinta. No pasaba nada, ni bueno ni malo, así que Deschamps quitó del campo a Rabiot y a Kanté para meter a Griezmann y a Camavinga. Mbappé ya era delantero centro, porque también se fue Kolo Muani para dar paso a Barcola, que se instaló en la izquierda. Para desgracia de Deschamps, siguió sin pasar nada.

España jugó toda la segunda parte como si fuese el tiempo de descuento. No hizo mucho por atacar, pero como tampoco le hacían daño, fue dejando pasar el tiempo en un ejercicio de madurez algo inquietante. Tanta tranquilidad en una semifinal de una Eurocopa asusta. De la Fuente debió pensar que no fueron tan buenos los cambios contra Alemania, y sí, metió a Merino y Oyarzabal, pero dejó en el campo a Nico y a Lamine por si acaso. Deschamps echó mano de Giroud como quien reclama al Cid, pero allí seguía sin pasar nada. En una semifinal de Eurocopa, hasta España pitó el final del partido.

Lamine Yamal, el Mbappé que viene

Lamine Yamal, el Mbappé que viene

En el país de los enfrentamientos, eso no ha cambiado, un grupo de futbolistas vuelve a sacar a la gente a las calles sin señalarse. Ha pasado poco tiempo desde que otros lo consiguieron, porque 12 años no es nada, pero olvidamos pronto lo bueno para revolcarnos en la ciénaga. Esta selección no se parece a aquella. No imprime estilo, no la dirige un líder moral, no es dependiente del duopolio Madrid-Barça, por mucho que en su mascarón de proa rum

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¿No pasarán? Ya hemos pasao

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Incurrió L'Équipe en la temeraria provocación de titular con el "No pasarán" y a España no le quedó más remedio que empecinarse en pasar. Para hacer historia al equipo de Luis de la Fuente solo le faltaba la rabia, la vieja furia española que parece erradicada del fútbol contemporáneo.

Hoy el talento y la táctica se presuponen pero el carácter no se enseña: se demuestra. Aflora en edades tempranas y se aloja en el corazón, no en las piernas. El g

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El largo camino de siete semifinales que gestó el antídoto contra Mbappé: "Me he acordado de cuando ganamos en 2013..."

El largo camino de siete semifinales que gestó el antídoto contra Mbappé: “Me he acordado de cuando ganamos en 2013…”

Luis de la Fuente está tranquilo. Sabe que, pase lo que pase esta noche, no le podrán acusar de nada. España ha sido, hasta la fecha, el mejor equipo de la Eurocopa, y caer con Francia esta noche (21.00 horas), finalista en los dos últimos Mundiales, con el mejor jugador del mundo en sus filas, entra dentro de lo posible. Pero Luis de la Fuente, detrás de esa sonrisa y esos 63 años y esa educación y ese llamar a los periodistas por su nombre y esa amabilidad... detrás de todo eso, en fin, hay un animal competitivo que no da por bueno caer con dignidad en Múnich.

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Por eso estos días, en la tranquilidad el hotel Der Öschberghof, ha estado incidiendo en un mensaje: "Más grupo que nunca". Como proponían D'Artagnan y los Tres Mosqueteros: "¡Uno para todos y todos para uno!". Mejor escrito, y en este caso: "¡Uno contra todos y todos contra uno!" Porque, por mucho que los protagonistas lo nieguen -lo hicieron Deschamps, Rabiot, Rodrigo y el propio De la Fuente-, y al margen de lo difícil que es marcar un gol a los bleus, la semifinal de esta noche es el colectivo español contra la aparición, o no, de un genio. Francia lleva tres goles a favor, dos en propia puerta y uno de penalti, el único que ha marcado Mbappé. España lleva 11, y además repartidos en ocho futbolistas: Morata, Carvajal, Ferran Torres, Rodrigo, Nico, Merino, Fabián (2) y Olmo (2). Lo coral contra lo único, lo colectivo contra una bestia de la naturaleza.

El seleccionador siempre dice que sus jugadores son los mejores, y que su equipo es el mejor. Que eso le deja en posición de competir para ganar. Ganar. La palabra que le obsesiona. De esa competitividad dan fe los datos. En su carrera como seleccionador, desde que llegó a Las Rozas en 2013, ha llegado al penúltimo escalón de todos los grandes eventos en los que ha participado (siete). Comenzó en el Europeo sub'19 de 2013, en Lituania, donde cayó, su primera vez de dos, ante Francia. Luego vendría el sub'19 de Grecia, en 2015. Se enfrentó de nuevo a Francia (la Francia de Coman, Dembélé, Pavard y Thuram, que hoy sobreviven). De España, nueve años después andan por aquí Unai Simón, Merino y Rodri. Cabría contar los Juegos del Mediterráneo en 2018, donde en la semifinal ganó (2-1) a Marruecos.

El seleccionador, Luis de la Fuente.

El seleccionador, Luis de la Fuente.EFE

Subiendo escalones, llegó el Europeo sub'21 de 2019 en Italia. ¡De nuevo Francia! España arrolló (4-1) con Fabián (Balón de Oro del torneo), Unai, Merino, Oyarzabal y Dani Olmo. Dos años más tarde, en el Europeo sub'21 de 2021, De la Fuente contabiliza su segunda semifinal perdida, ante Portugal (0-1), con Zubimendi y Cucurella en aquella plantilla. Luego, los Juegos Olímpicos de ese mismo año, donde se impuso a Japón en la prórroga con Unai, Cucurella, Zubimendi, Merino, Olmo, Oyarzabal y Pedri. A Fabián y a Ferran no les dejaron sus equipos, Nápoles y City respectivamente.

Por último, la Liga de Naciones del año pasado, 2-1 ante Italia, con 14 jugadores que repiten en esta Eurocopa: Unai, Raya, Carvajal, Laporte, Le Normand, Navas, Rodrigo, Fabián, Zubimendi, Merino, Morata, Olmo, Joselu y Nico Williams. Como se puede observar, ha ido horneando en estos nueve años la base del grupo que está hoy aquí.

"Es mérito de la calidad humana y deportiva de los jugadores. Lo que pasa que yo les conozco mucho. Yo elijo a estos porque sé que no me van a fallar. Estoy orgulloso de este grupo de jugadores que quieren siempre competir por ser un poco mejores", decía De la Fuente en Stuttgart, tras eliminar a Alemania. "Me ha dado una alegría extra", insistió, porque "me he acordado de cuando ganamos el europeo en Grecia con Merino, Unai... Luego el europeo sub'21 con Fabián, Dani Olmo... es un orgullo, llevamos casi 10 años juntos. No fallan, quieren seguir ganando y eso nos hace muy competitivos", cerró.

Dani Olmo y Cucurella, en el entrenamiento.

Dani Olmo y Cucurella, en el entrenamiento.EFE

"Es el mismo de siempre, lo más importante es el ambiente que crea en el grupo. Él ha conseguido que tengamos una conexión muy especial", explica Cucurella, uno de sus fetiches. De la Fuente acude casi todos los días a entrenar en bicicleta, atendió a las radios, a todas las nacionales, el domingo por la tarde, como era costumbre hasta Del Bosque. Así las cosas, el mensaje, desde la experiencia de jugar siempre semifinales, desde la consciencia de que la baja de Carvajal es importantísima, ha sido el mismo: "Ahora, más que nunca, tenemos que ser una familia". Porque eso, la unión, el grupo, el colectivo, lo de todos, es lo mejor que puede oponer España a la presencia de una estrella en el otro lado.

Kylian Mbappé no está en su prime, como dicen los chavales. Pero es el mejor jugador del mundo. Con máscara o sin ella. No ha lucido todavía en el torneo, y es difícil que un tipo como él se vaya sin, al menos, un buen partido. Ahí estará Jesús Navas, con sus 38 años, como primer dique de contención cuando caiga por su lado. "Tenemos toda la confianza en él", dijo ayer De la Fuente, que no hará experimentos porque nunca los hizo en las otras siete semifinales que dirigió: cinco victorias y dos derrotas. Hoy toca otra.

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