Roberto Baggio y su familia fueron víctimas de un violento robo este jueves por la noche mientras presenciaban el partido Italia-España de la Eurocopa. La pesadilla para el ex futbolista de 57 años comenzó alrededor de las 22:00 horas, cuando una banda de al menos cinco personas, todas armadas, irrumpió en la villa del futbolista en Altavilla Vicentina.
Cuando entraron a la casa, Baggio intentó enfrentarse a uno de ellos y después de un brevísimo forcejeo, el ladrón lo golpeó en la frente con la culata de un arma, provocándole una herida profunda. Luego él y sus familiares fueron encerrados en una habitación.
Mientras tanto, los delincuentes pusieron patas arriba todas las habitaciones, robando relojes, joyas y dinero. Aún no es posible cuantificar el botín. Cuando el futbolista se dio cuenta de que los ladrones se habían ido, derribó la puerta de la estancia donde estaban encerrados y llamó a la Policía.
Los cuerpos de seguridad tomaron declaración a Baggio y a su familia y ya han comenzado a estudiar todas las imágenes de videovigilancia de la casa. El ex futbolista fue llevado a urgencias en Arzignano, donde le pusieron varios puntos en la frente. Los demás miembros de la familia, pese al tremendo susto que vivieron, resultaron ilesos.
Un gol de Julián Álvarez y otro de Lautaro Martínez en el segundo tiempo le dieron la victoria a Argentina ante una valiente selección canadiense, en el partido inaugural de la Copa América, que convirtió a Leo Messi en el jugador que más encuentros ha disputado en la historia del torneo, con 35.
La 'Araña' volvió a reivindicarse y Lautaro aligeró el lastre de su falta de acierto con la Albiceleste para prolongar la felicidad del campeón del mundo, que dejó algunas dudas en forma de claras ocasiones canadienses para empatar en la segunda mitad (Jonathan David de cabeza y el mallorquinista Cyle Larin) y no aprovechó muchas propias para golear.
En medio de un ambiente de euforia del que era difícil de sustraerse, el equipo de Lionel Scaloni salió dispuesto a solventar el choque por la vía rápida. A ello ayudó la valiente apuesta de Jesse Marsch, que adelantó la defensa hasta el centro del campo, juntó líneas y no rehuyó el ataque. Su meta no abarca esta competición, sino el Mundial, y apostó por mirar a la cara al campeón del mundo.
Una temeridad si te enfrentas a Ángel di María o Leo Messi con tantos metros a tu espalda. En diez minutos pudieron dar por solventado el partido, pero el primero estrelló el balón contra el cuerpo del arquero Maxime Crepeau, tras recorrer 20 metros en solitario, y al segundo se le fue por centímetros más allá del poste.
Canadá pudo irse al descanso goleada (un remate desde fuera del área de Leandro Paredes, un cabezazo flojo de Alexis Mc Allister), pero también encontró motivos para reforzar su apuesta, porque al desborde por la banda izquierda de Alphonso Davies solo le faltó rematador y, sobre todo, porque solo Emiliano Martínez, pleno de reflejos, evitó que Liam Millar, a bocajarro, diese la sorpresa (minuto 43).
No le alcanzó para más, porque al comienzo del segundo tiempo Messi encontró al borde del área a Mc Allister que se topó con el meta y el rechace lo aprovechó a placer Julián Álvarez, para reforzar la apuesta de Scaloni, capaz de dejar en el banquillo al mejor jugador de la Serie A. Luego la entrada de Lautaro con tiempo suficiente para fallar un gol y anotar otro (minuto 88), que tras el pase de su capitán, contentó a todos.
Y si no hubo felicidad plena fue porque Messi, pese a plantarse solo en dos ocasiones ante la meta canadiense, no marcó. No importa, porque el devorador de récords ha puesto la mirilla en la marca de los mejores artilleros, del que, con 13, le separan cuatro goles. Quiere sentarse a la mesa de Zizinho y Tucho Méndez antes de su despedida.
Leo Messi
El capitán de la selección Argentina de fútbol, Lionel Messi, acogió con alegría la dura victoria sobre Canadá por 2-0 en el comienzo de la Copa América de 2024 y, tras el esfuerzo, afirmó que hay que disfrutar el logro.
"Tenemos que disfrutar porque los rivales van a buscar jugarnos diferente", expresó el 10 tras el partido en el Mercedes-Benz Stadium, de la ciudad de Atlanta.
A pesar de la victoria, dejó una asignatura pendiente para la plantilla de Lionel Scaloni de cara al segundo partido del Grupo A, este martes frente a Chile: "Tenemos que tener el control".
"Siempre digo que el primer partido de cualquier competición es difícil, pero lo más importante es que saquemos el resultado adelante. Tuvimos un par de situaciones bastante claras y no se dio. Ellos eran un equipo intenso, que tiene jugadores físicamente fuertes que salían rápidamente a la contra. Sabíamos que no iba a ser fácil y creo que todos los partidos de la Copa van a ser de esta manera", señaló en la zona mixta del estadio Mercedes Benz.
Messi admitió, como lo hizo previamente su técnico, Lionel Scaloni, que el estado del terreno de juego no les favoreció. La cancha tampoco ayudaba mucho, el equipo en general hizo un desgaste físico importante, pero tenemos días para descansar y preparar Chile que va a ser complicado también", añadió.
Respecto a su nueva plusmarca de jugador con más partidos en la historia de la Copa América aseguró: "La verdad que no soy de mirar esas cosas de los récord. Simplemente agradecido de estar una vez más en una Copa América, en una competición oficial con la selección e intentaremos de dar el máximo como siempre".
Ficha Técnica
2. Argentina: Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Lisandro Martínez (Nicolás Otamendi, m.74), Marcos Acuña; Ángel Di María (Lo Celso, m.67), Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, Alexis Mac Allister; Lionel Messi y Julián Álvarez (Lautaro Martínez, m.74).
0. Canadá: Maxime Crépeau; William Johnston, Moise Bombito, Derek Cornelius, Alphonso Davies; Tajon Buchanan (Shaffelburg, m.59), Ismael Koné (Jonathan Osorio, m.85), Stephen Eustaquio, Liam Millar (Russell-Rowe, m.859; Jonathan David y Cyle Larin (Lareya, m.80)
El pueblo de Mykola Shaparenko fue completamente destruido. De los 6.000 ciudadanos que había sólo quedan 300 y no hay electricidad ni agua. La misma situación que la aldea de Serhii Sydorchuk. La ciudad de Lunin y Mudryk, Krasnohrad, está siendo bombardeada por el ejército ruso desde el inicio de la guerra y el seleccionador Serhiy Rebrov lleva diez años sin pisar su casa en Donetsk. Es la realidad de los hombres ucranianos, también futbolistas, que están disputando la Eurocopa de Alemania a miles de kilómetros de su hogar, si es que siguen teniendo uno.
Ucrania sufrió una dolorosísima derrota ante Rumanía (3-0) en su debut en un torneo que es mucho más que fútbol para ellos. Cómo no. "Sólo puedo decir que lo siento", admitía Lunin, emocionado. "Disculpas a nuestro país, pero tenemos que mantener la cabeza alta", pedía Sudakov. El fútbol es parte de la guerra, influye directamente en el ánimo de un país devastado.
Cada mañana y cada tarde, antes de cada entrenamiento, la plantilla se pone en fila, se lleva la mano al corazón y escucha el himno de su país. "Queremos mostrarle a Europa el carácter de nuestra nación", dice Rebrov. Es más una cuestión de orgullo que de triunfo. Una forma de devolverles a los soldados del frente todos los mensajes que les envían cada día.
Una selección sin hogar
Los 26 futbolistas y el cuerpo técnico de la selección llevan tres años siendo "nómadas". Así se definen ellos mismos: "el equipo nómada". Como el Shakhtar Donetsk, el club más importante del país, su casa ha sido todo el continente. Durante los últimos meses, Ucrania ha sido local en Praga, Varsovia, Eslovaquia, Polonia y Alemania, pidiendo hueco en los campos de otras federaciones, siendo animada por nacionalidades que no eran la suya y pisando un suelo que nunca pensaron en llamar 'hogar'. "Viajar es duro, pero nada comparado con lo que sufren nuestros soldados en el frente", admite con honestidad Rebrov.
Los móviles, obligados
En la concentración ucraniana nadie se atreve a hablar más de fútbol que de guerra porque nadie ha hablado más de fútbol que de guerra en los últimos años. No se lo pueden permitir. Estos días, a raíz de la decisión de Luciano Spaletti, técnico de Italia, de prohibir los teléfonos móviles en las salas de fisioterapia o en las comidas, este periódico preguntó en la expedición de Ucrania. "No nos lo podemos permitir", fue la respuesta. No hay tiempo para bromas.
Cada futbolista tiene en su móvil la aplicación de alertas de los misiles que llegan al país. La realidad es la que es. "Llevan bombardeando mi ciudad día y noche desde el inicio. Aún así, mi familia sigue en Krasnograd porque mis padres quieren seguir construyendo su vida en su hogar. Creen en la victoria de Ucrania", responde, contundente, Mudryk, estrella del Chelsea.
Aunque el resto de Europa se pueda haber acostumbrado, la realidad en el país es todavía más dura que antes. Según el último informe de Naciones Unidas, el número de civiles muertos en mayo fue un 31% superior al de abril. Y ese dato también llega a la selección.
Rebrov, lejos de darle importancia al fútbol, ha decidido que la guerra también entre al vestuario. Cómo no va a entrar. Antes del partido contra Rumanía, durante la charla motivacional, repetirá algo tan duro como necesario: enseñará a sus 26 futbolistas un vídeo de niños ucranianos hablando sobre lo que están sufriendo en la guerra, a qué país han tenido que escapar, a qué familiares han tenido que dejar atrás... Las imágenes provocan lágrimas, admiten en la concentración, pero también rabia. "Cuando ves estos vídeos entras al césped de otra manera. Es una motivación extra", ha reconocido estos días el entrenador. A veces, incluso, provoca demasiada excitación, demasiado sentimiento.
Después de la derrota contra Rumania, los jugadores pidieron al seleccionador que les dejara solos en el vestuario. Querían hablar, recomponerse. "Sí, me lo pidieron. Querían hablar entre ellos", confesó el técnico tras el duelo. La emoción es gigante en la plantilla, que tiene contacto directo con los soldados del frente. "Son conscientes de lo importante que es esto para el país", añade Rebrov.
En Alemania, la selección se reencuentra con más de un millón de refugiados ucranianos, la cifra más alta de toda la Unión Europea. Son niños y madres los que aparezcan en las gradas del Dusseldorf Arena esta tarde. Los demás seguirán en el frente, consultando en sus móviles o preguntando a sus compañeros si su país ha ganado un partido de fútbol. Una selección en guerra.
Internet es traicionero, pero se ha convertido en nuestra propia memoria. Si uno busca en Google «Campeones del Mundial de Francia 1998» las primeras imágenes son de Zinedine Zidane levantando la Copa del Mundo rodeado de todos sus compañeros. Icono y leyenda de esa generación y de la historia del fútbol galo, Zizou marcó dos goles aquella tarde contra Brasil, pero no fue el primero en levantar la copa. El capitán era otro: Didier Deschamps, cuyo nombre hay que incluir en la búsqueda para encontrar su imagen elevando el trofeo.
El mismo Deschamps que ahora, 26 años después, tras haber conquistado otro Mundial como entrenador y acumular más de una década como seleccionador, sigue sin tener todo el cariño del pueblo francés, del vestuario del 98, de los periodistas y de los jugadores actuales. Estos últimos, revueltos ante las elecciones mientras él capea el temporal como soldado de la Federación Francesa. Para muchos, incluidos aquellos de la plantilla del 98, es un traidor.
«Me dan igual las críticas. No leo, no escucho. Puedes decir que soy un mamón, no es un problema. Si se va de las manos tomo acciones legales y ya está», explicó esta misma semana. La realidad, preguntando en la concentración de Francia en Paderborn, es que «Didier sólo quiere ganar. El resto le da igual». Y Didier, criticado e insultado, ha ganado, aunque no todo lo que gustaría en Francia y no todo lo que promete la mejor lista de jugadores del mundo.
Cuartos de final en 2014, finalista en la Euro de su país en 2016, campeón del Mundial 2018, octavos de la Eurocopa 2021 y de nuevo finalista del Mundial en Qatar. Quizás a raíz de esa frase que tantos firmarían han llegado la mayoría de sus problemas. El estilo de juego, la defensa, la ausencia de Benzema durante años, su vuelta cuando se convirtió en el mejor jugador del mundo, su fría relación con la prensa, sus discusiones con antiguos compañeros, su forma de llevar el vestuario... Una serie de situaciones que han derivado en algunos insultos demasiado exagerados, como «racista» o «dictador». «Nada de eso», admiten los periodistas galos en Alemania. «El caso Benzema dividió a la sociedad. Le llamaron 'racista', le hicieron pintadas... Le afectó mucho. Pero mira, cuando Karim se convirtió en el mejor del mundo, le volvió a llamar. Fue pragmático», resume Jeremy Jeanningros, de L'Equipe.
«Deschamps nunca será Zidane, eso está claro. Pero es una leyenda», explica Denis Menetrier, de Le Monde. «Zidane representa algo más. Es único, pero aún no ha sido seleccionador de Francia. Didier es una leyenda. Sólo le falta una Eurocopa para tener todo el traje, pero la gente quiere ganar y ganar con estilo». Claro, la Eurocopa.
Una Eurocopa salpicada por las elecciones y el enfrentamiento del vestuario contra la ultraderecha. Igual que en 1998. Y de nuevo, como en 1998, con Deschamps en el medio. De capitán a técnico. Del lado de una Federación que en palabras de su presidente, Noel Le Graet, criticó a Zidane. «No le cogería el teléfono a Zidane», dijo el directivo, que defendió a Deschamps y provocó un cisma en el vestuario del 98. «Deschamps no siempre viene a las comidas para celebrar el Mundial. Ha elegido su bando, la Federación», dijo Dugarry. «Tenemos un grupo de WhatsApp y hablamos. Le Graet tocó a nuestro Zizou... Pero él no está en el chat», añadió, refiriéndose al seleccionador.
En el césped, las críticas son feroces e incluso se ha creado una expresión malsonante para definir su «suerte» comparándola con el órgano sexual femenino: «La chatté à Dédé». «No me molesta en absoluto. Nunca me ha molestado. Puede ser peyorativo o se puede resumir como simple suerte. Una vez puede pasar con suerte y azar, pero cuando se repite, hay menos probabilidad. Me lo tomo con sorna y humor, también soy un charlatán. Espero que me acompañe durante mucho tiempo», bromea él.
Deschamps ha ido relajando su relación con el vestuario durante esta década. «Antes era más estricto. Ahora habla más con ellos, les hace bromas... Pero siempre con respeto», explica Menetrier, que admite que el técnico no tiene problema en «enfrentarse a la prensa». «Es que quiere controlar todo. No quiere frases que puedan desestabilizar al equipo durante el torneo», añade Jeanningros. Mientras, Deschamps lo de siempre: ganar su primera Eurocopa. Sin más. El cómo no importa.
Hubiese resultado injusto, un disparate, que al final la mediocre selección italiana le hubiera birlado a España el triunfo. Hubiera sido un escándalo si al menos ocho ocasiones de gol clarividentes no llegan a servir para nada.
Salvo el miedo en los últimos quince minutos, España condecoró a su fútbol como el mejor de Europa. Sin discusión. Porque juega como las elegidas, posee más técnica que nadie y una serie de jugadores ya se sitúan entre los
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A esta nueva selección le ha acompañado hasta Alemania una máxima: la muerte del 'tiqui-taca'. Se ha dicho con algo de hastío, incluso desprecio. Lo primero que hay que decir es que el tiqui-taca dio mucho a España, el mejor periodo de su historia, una trilogía única: Euro-Mundial-Euro. Respeto, pues. Esta selección está a otra cosa, porque cambian los futbolistas y cambian las tendencias, ya que el fútbol no es ajeno a la 'Ley del péndulo', pero
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Hay una cosa maravillosa con la selección y es que nos permite disfrutar de una de las mejores sensaciones de la vida: venirse arriba. Durante la temporada de clubes es un placer del que sólo disfrutan los madridistas, mientras el resto, incluso cuando nuestros equipos van como aviones, nos pasamos las semanas esperando a que el cielo se derrumbe sobre nuestras cabezas (y generalmente se derrumba), pero con España es diferente.
Quizás porque es u
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En el minuto 84, la afición italiana celebró un córner como si fuera un gol, y quizá no haya mejor resumen que ese para explicar lo que fue el partido de anoche. Un España-Italia dominado de principio a fin por España, mucho mejor, más vertical, más atrevida, más divertida, más coral, más todo. A lomos de un futbolista brutal como Nico Williams, la selección de Luis de la Fuente bailó con Italia, hizo con ella lo que quiso y certificó, más allá de lo ajustado del marcador, dos cosas: primero, que jugará los octavos de final y, segundo, que en Alemania hay un señor equipo y se llama España. [Narración y estadísticas (1-0)]
Cuando Vincic, un árbitro terrorífico cuyo único mérito debe ser compartir nacionalidad con el presidente de la UEFA, dispuso el descanso, España había hecho 25 ataques, por cinco de su rival; había disparado nueve veces, por una de su rival (de ellas, cuatro a portería, por ninguna del rival); había dado 299 pases, por 177 del rival... ¡Ah! Y había tenido el balón un 61% por el 39% del rival, pero como el debate de la cansina posesión ha sido superado, quede a título meramente informativo. Cuando Vincic, pues, dispuso el descanso, España había hecho suficientes cosas como para ir ganando el partido, pero su rival, Italia, salió indemne del primer tiempo, que era lo mejor que le podía pasar. La selección, mucho mejor en todas las facetas del juego, más dinámica, más peligrosa, más ambiciosa, se dejó en las manos de Donnarumma y en sus propia ceguera la opción de ponerse por delante.
Aprovechando unas molestias de última hora de Nacho, De la Fuente dio carrete a uno de sus fetiches. Laporte es un futbolista con una jerarquía incuestionable al que solamente su decisión de jugar en una Liga de juguete, con todo lo que ello conlleva, permite cuestionar. El central zurdo es uno de los referentes del vestuario y en tanto que eso, que líder, supone un asidero hasta emocional para el equipo a juicio del entrenador. Quitando eso, el resto fueron los mismos que el sábado, no hace ni una semana, tiraron menos, atacaron menos, pero iban ganando 3-0 al descanso.
Sin noticias de Chiesa y Barella
La primera jugada fue un aclarado para dejar a Nico frente a frente con Di Lorenzo. Le encaró y sacó un centro que, de no haber sido Pedri el cabeceador, hubiera sido gol. Pero el menudo mediapunta remató con la destreza con la que hubiera colgado una lámpara. Ninguna de las suertes le resulta familiar, de modo que, con toda la portería para él, se la puso a Donnarumma en el guante. El portero italiano, con todo, sufrió para sacarla por lo cercano del remate. Los italianos, por cierto, también eran los mismos que le ganaron a Italia. Spalletti, un buen técnico, está construyendo desde el verano pasado un equipo bastante apañado, pero no cuenta con la calidad individual de otras épocas. La baja forma de Chiesa y Barella, probablemente sus dos mejores jugadores, tampoco ayuda.
La segunda jugada fue más de lo mismo. Nico contra Di Lorenzo. Vencedor, Nico. En el otro costado, Lamine Yamal estaba más vigilado, primero por Di Marco, el lateral, pero luego por Barella y Pellegrini, atentísimos a esas ayudas. España intentó probarse otra vez su traje nuevo de equipo vertigionoso, y un balón largo de Unai Simón lo bajó Morata para Pedri, y Pedri para Morata y Morata para Nico, que a medio metro de la portería hizo lo más difícil que podía hacer en su remate de cabeza: echarla fuera.
España veía pasar por delante ya muchas opciones, media docena a la media hora tras un eslalon de Lamine, un disparo desde su casa de Fabián que despejó apuradísimo Dunnarumma y un 'huy' de Morata, algo ofuscado. Veía pasar España esas opciones y observaba un partido raro, con Italia relativamente cómoda pese al acoso y con algún susto cuando Scamacca lograba, fue muy pocas veces, dejar de cara para que corrieran los de fuera. Nada serio. De hecho, lo más serio fue la amarilla a Rodri que le impedirá jugar contra Albania el lunes.
Chiesa, ante Cucurella, en el Veltins Arena.AFP
A la vuelta del descanso, Spalleti quitó a Jorginho. El jugador del Arsenal las había pasado canutas con Pedri a su espalda. Entró Cristante, que le dejó un recado a Rodri a modo de saludo y que vio la amarilla. La tuvo Pedri tras otra buenísima jugada de todo el equipo, pero la envió, como Nico en la primera parte, incomprensiblemente fuera.
Prueba de madurez
Llegó el gol, no podía ser de otra manera. Y llegó, tampoco podía ser de otra manera, con Nico otra vez encarando a Di Lorenzo (el lateral del Nápoles va a tener pesadillas con el chico). Su centro no lo atrapó Donnarumma y Calafiori se lo metió en propia puerta. Era una prueba de madurez para el equipo, ya por delante tras haber jugado realmente bien y con un equipo enfrente, Italia, a la que le faltará calidad, pero nunca le sobra coraje (ni algo de suerte). Dio un paso adelante el equipo de Spalletti, no le quedó otra, pero entretanto Pedri no cazó una por muy poco y Nico, quá noche la suya, estrelló un balón en la escuadra.
Agotado Pedri y confuso Yamal, De la Fuente dio entrada a Ferran Torres y Alex Baena, dos que debutaban en el torneo, igual que Ayoze. Dio igual. España no concedió un solo tiro más a Italia. Fueron 20 tiros contra tres. Fueron 57 ataques contra 11. Fue poca posesión (56%). ¿Y? Fue, así como suena, un baile.
Kylian Mbappé ha entrenado este jueves con una máscara azul, blanca y roja con el resto de sus compañeros de equipo antes del partido de Francia contra Países Bajos.
El futbolista del Real Madrid pasó algún tiempo jugueteando con su nuevo casco antes de unirse a sus compañeros en los ejercicios de carrera. Se lo ha retirado para hablar con Olivier Giroud y luego se lo volvió a poner mientras se estiraba entre Giroud y Antoine Griezmann.
Algunos de sus compañeros parecían bromear sobre el delantero, que efectivamente tenía la bandera francesa en la cara: azul sobre el ojo derecho y roja sobre el izquierdo. Pero Mbappé parecía plenamente integrado con el resto del equipo mientras entrenaba con el grupo tras los estiramientos.
"Haremos todo lo posible"
"Todo va bien después del shock que tuvimos. Ayer pudo realizar algunos ejercicios ligeros y seguirá igual esta tarde. Todo está evolucionando en la dirección correcta", dijo Deschamps antes del entrenamiento. "Haremos todo lo posible para asegurarnos de que esté disponible mañana".
Mbappé se rompió la nariz en la victoria de Francia 1-0 sobre Austria, cuando el pasado lunes su cara chocó con el hombro del defensa austriaco Kevin Danso mientras intentaba cabecear el balón. La sangre manchó su camiseta blanca de Francia. Si juega el viernes, deberá usar la máscara.
"Kylian llevará una máscara", confirmó Deschamps a los periodistas. "No necesitamos conocer los detalles de esta máscara. Creo que hay suficiente para saber de dónde viene".
Mbappé volvió a los entrenamientos ligeros el miércoles tras ser sometido a pruebas por su lesión en la nariz. Los preparativos para el partido del viernes han estado dominados por la especulación sobre si el capitán de Francia podrá jugar o no. "Sin riesgos no hay victorias", había escrito Mbappé en Instagram.
Si juega, la estrella del Real Madrid esperará finalmente marcar en una Eurocopa en el sexto intento. Mbappé tiene 47 goles en 80 partidos con Francia, incluidos 12 en la clasificación para la Eurocopa, pero aún no ha marcado en nincuno de los cinco partidos del torneo.
Francia y Holanda están empatados a tres puntos en el Grupo D. Los holandeses remontaron para vencer a Polonia 2-1 y Francia necesitó un gol en propia meta para vencer a Austria. Francia ha ganado siete de los últimos ocho encuentros entre ambos equipos, incluidas victorias en casa y fuera de casa en la fase de clasificación.
Inglaterra puede llegar lejos porque en su plantilla tiene a algunos de los mejores jugadores del mundo. Bellingham fue el mejor de LaLiga, Foden MVP de la Premier, Harry Kane máximo goleador de la Bundesliga... El talento está ahí y compite de tú a tú con el vestuario de Francia, pero a Inglaterra le falta fútbol. Tiene la suerte de que esta Eurocopa es un torneo corto en el que prima por encima de cualquier cosa el talento, pero sin fútbol es complicado conquistar el continente por primera vez. Lo confirmó ante Dinamarca con un empate (1-1) y una actuación extremadamente decepcionantes.
Southgate, seleccionador inglés, no consigue hacer carburar al equipo. Contra Dinamarca repitió el once de la primera jornada, con el que sufrió para ganar por la mínima a Serbia, y repitió los mismos errores. Ha reconvertido a un lateral como Alexander-Arnold en mediocentro porque no ha encontrado en todo el país una opción mejor, pero ni así los 'Three Lions' fluyen. Al contrario, el colapso es todavía mayor porque el futbolista del Liverpool todavía no se ha hecho a la posición.
Inglaterra es predecible, plana y lenta con balón, y sólo crece en los errores del rival. Así llegó el 0-1. Dinamarca no le hizo ascos a la posesión y sólo sufrió en una única transición, la del primer tanto. Después de un intento de Foden unos minutos antes, en el 17 Bellingham envió un pase al hueco a Walker que se quedó corto, pero Kristiansen, lateral danés, se durmió y el lateral inglés le ganó el duelo. Llegó hasta el área y cedió atrás para que Kane se estrenara en el torneo. Delirio inglés.
El gol, curiosamente, le sentó muy mal a Inglaterra. Bueno, no es que le sentara mal, es que el gol llegó tan pronto que no dio tiempo a ver la realidad de esta plantilla. Sin fútbol no hay química, se nota en el lenguaje corporal de unos jugadores con demasiado por demostrar con su país. Desde Foden a Bellingham, desesperados a pesar de la victoria.
Dinamarca creció con balón. Sus tres centrocampistas, Hjulmand, Hjojberg y Eriksen se hicieron con la pelota crearon muchos problemas a su rival. Los daneses hicieron amplio el campo para combinar por dentro y desequilibraron la defensa inglesa, teórica virtud de Southgate.
Para Alemania o España es fácil pensar con balón y dormir los partidos, tienen jugadores para ello, pero Inglaterra o no sabe, o no puede o no quiere. Vive en el caos. En el 34, Kane se sacó el balón de encima tras un saque de banda y en vez de enviarlo a la otra banda, se lo entregó en la frontal a Kristiansen, que cedió a Hjulmand para que éste probara un disparo desde 28 metros que tocó en el palo derecho de Pickford y se coló en su portería. Un golazo.
Inglaterra estaba K.O, con Saka como único punto de luz, y Dinamarca siguió dominando. Hay que insistir en el lenguaje corporal porque ayuda a entender las situaciones. Quejas, nervios, brazos en alto, protestas a los compañeros y al árbitro... «¿Qué pasa en este equipo?», se anima uno a preguntar a un compañero inglés: «Mira al banquillo». Para los aficionados y periodistas ingleses, Southgate es el problema.
Los cambios de Southgate
Lastrado por un estilo de juego inexistente, el seleccionador inglés movió su árbol, para sorpresa de los expertos. En el 53 quitó a Arnold y metió a Gallagher, un centrocampista, y después de que Foden estrellara un balón en el palo desde la frontal, su posición favorita, el técnico realizó un triple cambio inesperado. Retiró a Kane, Foden y Saka y le dio el ataque a Eze, Bowen y Watkins. Secundarios en el lugar de las estrellas mundiales.
En el 71, Watkins no acertó a definir ante Schmeichel tras un pase al hueco de Bellingham. Parecía que el plan de Southgate podría funcionar, pero el tramo final fue un monólogo danés. Los nórdicos pudieron marcar en tres ocasiones, especialmente en una arrancada de Bah hacia el área que Guedi llegó a salvar.
Inglaterra era un flan, fallando pases cortos, perdiendo los duelos individuales y, de nuevo, con gestos de nervios y desesperación en el césped, en el banquillo y en la grada, que abucheó a su selección. Los británicos terminaron el partido pidiendo la hora, asegurando cuatro puntos y pensando ya en Eslovenia.