Los datos eran los que eran. El Real Madrid de Xabi Alonso había ganado 13 de los 14 primeros encuentros de la temporada, 10 en Liga y tres en Champions League, y sólo había perdido contra el Atlético en el Metropolitano. El Liverpool, por su parte, había vencido en nueve, cayendo contra el Brentford, el Manchester United, el Chelsea, el Galatasaray y el Crystal Palace. Ese era el pasado de ambos, pero la realidad de Anfield cayó a plomo sobre el conjunto blanco. Los datos son los que son.
"Hay muchas formas de perder y la de hoy es muy diferente a la del Metropolitano", se apresuró a analizar Xabi Alonso, insistiendo en la igualdad del partido y pasando demasiado por alto la actuación extraordinaria de Thibaut Courtois, que con ocho paradas evitó una goleada mayor sobre su equipo, más parecida a los cinco goles encajados en el derbi madrileño.
En el Metropolitano, el Madrid recibió 13 remates totales, siete de ellos a puerta. En Anfield, los disparos de su rival se elevaron hasta los 17, nueve sobre los tres palos del belga. Es decir, en tierras británicas los blancos concedieron más oportunidades a su rival, incansable ante Courtois. El 1-0 fue corto con respecto al 5-2 del Atlético, pero las sensaciones fueron muy similares, confirmando la tercera derrota del Madrid de Alonso ante un equipo 'grande' desde que llegara al banquillo de Chamartín tras la sufrida en las semifinales del Mundial de clubes contra el PSG.
"No hemos tenido esa sensación (de falta de intensidad). Creo que hemos competido bien", aseguró el tolosarra en la sala de prensa de Anfield. "Ha sido un partido igualado, exigente, de ritmo alto, y nos ha faltado amenazar un poco más el área rival. Luego en la segunda parte han sido detalles, teníamos que estar en el partido y no conceder y hemos concedido muchas faltas, algún córner... Y ese gol les ha dado la ventaja. Es la primera fase y podremos recuperar puntos", analizó Alonso, que tendrá un par de días para valorar el duelo antes de enfrentarse al Rayo Vallecano en Vallecas el domingo.
Algo más duro con sus compañeros fue Fede Valverde, que se retiró del campo con molestias en el aductor derecho pero apareció en zona mixta para ejercer de capitán y portavoz delante de la prensa. "El gol que nos hacen a balón parado es falta de actitud a la hora de marcar. Tenemos que cambiarlo lo antes posible", criticó el uruguayo.
El Madrid repitió en Anfield las sensaciones del curso pasado, donde también cayó derrotado en la liguilla, aunque 2-0, en un partido en el que tampoco fue capaz de estar al nivel de su rival. "Con este escudo hay que salir a ganar. Perdemos por falta de actitud a la hora de marcar en el balón parado. Tenemos que prestar más atención. Es normal que ellos tengan ocasiones claras porque tienen buenos jugadores y un buen equipo. Hay que saber sufrir, saber defender y mejorar a la hora de atacar", explicó.
En los pasillos de Anfield estaba también Gareth Bale, que a unos metros de los protagonistas analizaba la actuación de las estrellas del Madrid en el partido y la necesidad de un delantero centro que fije a los centrales rivales. "Es frustrante y creo que se complican las cosas. A veces Vini y Mbappé sólo necesitan intentarlo y probar al defensor, porque son claramente más rápidos que nadie en el campo. Pero creo que tal vez no lo hacen porque no hay nadie más en el área esperando los centros. Tal vez se necesita ese número nueve de referencia".
En ese argumento, llamaron la atención los cambios de Alonso, que apostó por Rodrygo y Trent en la segunda parte y por Brahim en el descuento, dejando sin minutos a Gonzalo y Endrick, delanteros del equipo. "Busqué cambiar un poco las dinámicas y generar otras asociaciones en la banda derecha. Tenemos calidad en el banquillo para hacerlo, pero los detalles han caído de su parte", insistió Alonso en su argumentario.
Se le preguntaba a Simeone por los goles en la previa de Champions y en el post se le hacía casi por la hora. Porque a punto estuvo el cuento de la Cenicienta belga de terminar bien en el Metropolitano. "Sentimos decepción porque lo vimos cerca", comentó Schoof, jugador del Union Saint-Gilloise, al finalizar el encuentro y añadió que "la diferencia fue la calidad".
Y el coraje, como el de Giménez, que tuvo que salir por la lesión de Le Normand a mitad del primer tiempo y pudo conseguir otra portería a cero si Ruggeri no comete una falta en un lugar innecesario y si los jugadores belgas "no miden muchos más de 1,90", según confesó el uruguayo en zona mixta. Porque el central del Atlético admitió que su gol descontroló el partido de tal manera que, en los últimos minutos, el duelo pudo caer para cualquiera. "Había jugadores de ellos por todos lados", apuntó el defensor.
De hecho, el empate lo tuvo una de esas torres. Louis Patris, que roza esos 190 centímetros, dispuso de un cabezazo a metros de Oblak casi en el último minuto de encuentro. "Sólo quería que la pelota me cayera a mí porque estaba delante del arco", apuntó Kevin Mac Allister sobre esa oportunidad perdida.
Precisamente, fue su hermano el que marcó a 1.800 kilómetros de distancia ante el Real Madrid. "La familia está contenta, agradezco a mi madre que vino a este partido y seguro que estuvo pendiente del celular todo el tiempo", reveló el futbolista del Saint-Gilloise.
Un equipo que sorprendió a todos menos a Simeone. "Sabíamos que iba a ser un partido complejo", explicó el argentino sobre la 'Cenicienta' belga, que venía de perder en Champions por sendos 4-0 ante Inter y Newcastle. Y culpó a esa falta innecesaria la repentina rebelión de los belgas. "Con el 2-0 podíamos haber evitado esa falta. Sabíamos que podiamos sufrir a pelota parada porque tienen mucha altura", secundó el técnico a Giménez.
Elogios para todos
Terminado el encuentro, el entrenador valoró positivamente el esfuerzo de sus jugadores. Especialmente el de Giuliano, otra vez decisivo, y el de Pablo Barrios, que volvió de lesión, pero pareció completamente recuperado. "Tiene fuerza, trabajo, defiende y recupera pelotas, te las quita", explicó algunas de las virtudes del canterano.
Tampoco se quiso olvidar de Sorloth. El noruego ha sufrido un cambio tremendo tras la charla que tuvo con el míster en el entrenamiento de puertas abiertas previo al duelo en Sevilla ante el Betis. Ha cambiado la indolencia por el esfuerzo y eso es muy apreciado por su técnico. "Cuando el rompe a los espacios es muy potente, muy fuerte, lo ha hecho muy bien, me pone contento por él porque necesitamos su mejor versión", elogió a su pupilo.
Sufrimiento y recuerdo
Sufrimientos aparte, el Atlético necesita sumar de a tres para colarse en el top-8. Si ganara todo lo que le queda: Inter, PSV, Galatasaray y Bodo Glimt, podría igualar su puntaje de la temporada pasada, con el que fue quinto. De momento, y a falta de los partidos del miércoles, duerme decimocuarto.
Antes de comenzar la rueda de prensa, el Cholo quiso tener unas palabras de recuerdo para Daniel Willington, el entrenador que le hizo debutar con 17 años en Vélez Sarsfield. "Estaré agradecido para toda la vida", quiso homenajear el argentino a su mentor.
Sólo Antoine Griezmann, en 2021 frente al Liverpool, había reunido en un partido de Champions dos goles y una tarjeta roja, hasta que ayer Luis Díaz quiso emularle en el Parque de los Príncipes. El colombiano decantó con su doblete el triunfo del PSG antes de marcharse expulsado poco antes del descanso tras una dura entrada que lesionó a Achraf Hakimi en el tobillo izquierdo. [Narración y estadísticas (1-2)]
El protagonismo de Díaz, para bien y para mal, no debe eclipsar el formidable triunfo del equipo de Vincent Kompany, que esta temporada enlaza ya 13 victorias consecutivas. Los bávaros supieron defender con aplomo su ventaja, después de que Joao Neves apretara el marcador en el minuto 74. En ese tramo final destacó, como a lo largo de toda la noche, Dayot Upamecano.
Además de su segunda derrota de la temporada, el vigente campeón también tuvo que lamentar la lesión de Ousmane Dembélé. Poco antes de la media hora, el Balón de Oro pareció resentirse de sus problemas en el muslo derecho. Kang-in Lee, su sustituto, no anduvo especialmente inspirado, ni siquiera durante los minutos de superioridad numérica.
Mejor con Ramos
Abrumados por la intensidad física de los muniqueses, el PSG pagó caro su error en el minuto, cuando Díaz aprovechó un disparo de Michael Olise que Lucas Chevalier había rechazado. Traspasada la media hora, el ex del Liverpool se benefició de un grave despiste de Marquinhos para doblar la ventaja. El Bayern, con Harry Kane a los mandos, evidenciaba una superioridad abrumadora.
Quien sí dio otro aire al PSG fue Gonçalo Ramos como principal referencia ofensiva a partir del minuto 66, cuando relevó a Bradley Barcola. El delantero portugués atrajo la atención de los centrales y dio mayor sentido a la pizarra de Luis Enrique. Sin embargo, los minutos de asedio no lograron concretarse ante Manuel Neuer, autor de varias intervenciones de gran mérito, especialmente ante Warren Zaïre-Emery en el minuto 78.
Con este último revés, el PSG encadena cinco derrotas ante el gigante bávaro, su peor racha contra un rival en la Champions. Paradójicamente, su último tropiezo oficial se produjo durante el Mundial de clubes frente al conjunto parisino (2-0).
Los panes y los peces de Courtois no sacian el hambre que necesita esta Champions, en la que al Madrid no le bastan los milagros de su portero. Le dieron un título, en París, frente a un Liverpool mejor al que encontró en Anfield. Pero hablamos también de un Madrid mejor al que por ahora se reconstruye de la mano de Xabi Alonso. Caer en Anfield no es dramático, y menos después de haber ganado los tres primeros partidos de la primera fase del torneo. Lo preocupante es hacerlo sin mostrar apenas amenaza, dominado por un rival grande, pero en un momento de dudas. Después de perder ante el PSG en el Mundial de clubes y en el Metropolitano frente al Atlético en Liga, el Madrid de Xabi Alonso lo hace en Anfield con su portero en figura. Con la Juventus lejos de la primera línea, el Barça es por el momento su única pieza de caza mayor.
Las cuatro intervenciones de valor gol realizadas por Courtois auguraban que habría una quinta. Conviene no pedir ante el altar todos los días ni en todos los partidos. Frente a un Mac Allister a quemarropa ya no quedaban panes ni peces. El Liverpool se puso por delante porque era lo que decía el juego, inapelable, ambicioso, tenso en el caso de los ingleses, pero contemplativo y plano por parte de los madridistas.
Xabi Alonso optó por la exitosa fórmula del clásico, al incluir a Camavinga en el centro del campo. No funcionó, impreciso el francés y superado todo el equipo blanco por el ritmo de juego impuesto por el Liverpool. Apenas Carreras, frente a Salah, respondió en los duelos individuales. Fue de más a menos Vinicius, detenido por Bradley. Estuvo desaparecido demasiado tiempo Mbappé, sin conectar, y la generosidad de Bellingham no encontró socios. Suya fue la única ocasión real del Madrid, la única.
Nada pone en cuestión esta derrota más allá de constatar que el Madrid es ya apto para la velocidad de la Liga, líder con comodidad, pero todavía tiene que acelerar para alcanzar la que imponen los ilustres de la Champions. El intento de hacerlo tras el gol del Liverpool fue decepcionante, porque no generó peligro real y expuso más a Courtois. La tendencia de esos ilustres la marca un Bayern de récord, 16 de 16 victorias en la temporada tras vencer al PSG de Luis Enrique en el Parque de los Príncipes. Eso es caza mayor de verdad.
Es raro que los cuentos terminen mal. Al menos para las princesas. Pero, más allá de la moraleja que siempre dejan, la historia de la Cenicienta belga debía tener mal encaje en el Metropolitano. Un purgatorio. Sonaba raro que este equipo haya conseguido arrancar con victoria una competición en la que debutaba este año. Su status lógico, con una décima parte de presupuesto que muchos de los participantes en esta competición, es el de abultadas goleadas. El Atlético no quiso ser menos que Inter y Newcastle, pero no pudo. Ganaron y gracias. Sin ritmo y sin presión. [Narración y estadísticas, 2-1]
Los rojiblancos esperaron no como en la Cenicienta, sino como en Blancanieves, a que la manzana fuera cayendo de madura. Y eso que comenzó ciertamente envenenada porque los belgas tienen mejor pie de lo que se esperaba en el Metropolitano, Los primeros minutos fueron suyos para desesperación del Cholo, que quizás preveía resistencia, pero no iniciativa.
Sin embargo, la gravedad que provoca la caída de la manzana es, últimamente, Giuliano. El argentino aporta mucha más fuerzas G al juego del Atlético y también a este partido que empezó a ritmo cansino, como el del Sevilla del pasado sábado. Entonces, el extremo diestro decidió teletransportarse del medio campo al área y consiguió, además, frenar el tiempo en el área, cualidad que ha ido ganando con los partidos. En ese lapso temporal, cedió a Julián y éste, pese a su mal control, marcó.
Parecía que el tanto inclinaba un poco el campo. Y hacía falta, porque la primera parte fue un tostón. De hecho, a segundos para el final, Griezmann consiguió anotar un segundo tanto tras el rechace de un obús de Molina. El VAR cortó la celebración rojiblanca. Fuera de juego. Lástima, porque quizás la rebelión de la Cenicienta habría terminado allí.
Visto lo visto, el equipo de David Huberts funcionaba mejor en campo contrario que propio. Un riesgo en esta nueva Champions donde los goles son importantes para colarte en el top-8. Algo que el Atlético consiguió el año pasado con 18 puntos pero que en este, si quiere igualarlos, necesitará ganar todos los partidos que le quedan. Y este lo sudó demasiado, pese a la diferencia de plantilla.
Aún así, el medio funciona mejor con Barrios. Por eso salió el canterano pese a que venía de un pequeño tironcillo en Sevilla. De hecho, a Koke quizás se le viera un poco falto de velocidad para tapar al mediocampo belga y el 8 tuvo que multiplicarse tanto en ataque como en defensa. Griezmann, en cambio, sigue siendo uno de los más rápidos de pensamiento. El pase de 40 metros que le metió a Baena para abrir la segunda parte fue maravilloso, pero el almeriense falló en el control ante Scherpen.
Control sin ritmo
El control ya era rojiblanco, pero faltaba ritmo. Entró Sorloth y el Atlético tuvo más presencia ofensiva hasta el punto que en el primer balón que tocó pareció penalti, pero no lo apreció así Eskas. En la siguiente, en cambio, no quisieron los defensas belgas irse al suelo y el noruego aprovechó para ceder atrás. El balón terminó en Gallagher que no perdonó. Era una distancia importante y necesaria, porque apenas dos minutos antes Promise, que también había salido del banquillo, perdonó el empate.
Pero llegó el gol de los belgas en una acción absurda de Ruggeri, haciendo una falta donde no debía. El saque lo remató Sykes a la altura que los aviones sobrevuelan Barajas, aunque quizás Oblak debió hacer algo más. Los últimos minutos fueron de infarto, pero pudieron no serlo si Julián Álvarez hubiera anotado un mano a mano sólo y centrado ante Scherpen. En el descuento ellos fallaron un cabezazo solos ante Oblak. Ya cuando moría el partido, Llorente anotó el tercero para cerrar una victoria lógica pero trabajada. Moraleja del cuento: no te fíes ni de las Cenicientas.
El primogénito del ídolo aprende las buenas costumbres en el inicio de su prometedora carrera y llena de orgullo a su padre. Cristiano Ronaldo Júnior comienza a adornar con trofeos propios la lujosa mansión de su familia en Riad (Arabia Saudí). 'Cristianinho' se ha proclamado campeón de la Copa de las Federaciones con la selección sub'16 de Portugal.
En la final disputada este martes. en Antalya (Turquía), Portugal derrotó a Inglaterra por 2-1, con un doblete de Rafael Cabral, canterano del Braga. El primogénito del ex jugador del Real Madrid, que sólo cuenta con 15 años, disputó los últimos minutos del partido dejando destellos de su calidad. En el encuentro anterior a la final, ante Gales, fue titular y marcó uno de los tres goles de su selección. Su debut en esta categoría se produjo el pasado 30 de octubre contra Turquía (2-0).
Este es el segundo título conquistado con su país por el prometedor futbolista. En la última primavera consiguió el trofeo Vlatko Markovic de categoría sub-15, disputado en Croacia. En la final, Portugal se impuso por 2-3 a la selección anfitriona, con dos tantos del hijo de Cristiano.
Cristiano dos Santos juega en la cantera del Al Nassr saudí (el actual equipo de su padre) y anteriormente militó en las categorías inferiores del Manchester United y la Juventus de Turín, otros conjuntos en los que estuvo Ronaldo. Es un delantero habilidoso y su estampa recuerda a la de su padre. Mide 1,85 metros y juega de extremo izquierdo, en la misma posición en la que comenzó a destacar su progenitor.
'Cristianinho' nacio el 17 de junio de 2010 en La Mesa (California), mientras su padre disputaba el Mundial de Sudáfrica, y tiene nacionalidad estadounidense y portuguesa. CR7 siempre ha mantenido en secreto la identidad de la madre biológica del joven jugador. La empresaria y modelo Georgina Rodríguez afirma estar orgullosa del chaval, al que educa y trata con si fuera su propio hijo.
Una de sus ilusiones de Cristiano dos Santos es jugar en el mismo equipo que su padre, una posibilidad factible, dado que Cristiano Ronaldo (40 años) termina contrato con el Al-Nassr en junio de 2027, entonces el chaval contaría con 17 años. A largo plazo, la meta del nuevo campeón de la Copa de Federaciones es jugar en una escuadra de primer nivel de Europa. Varios clubes, como el Bayern Múnich, Manchester United y Borussia Dortmund siguen los pasos de la nueva perla portuguesa.
Dicen que Tony Bloom (Brighton, 1970) va siempre con un cuaderno y un bolígrafo para anotar probabilidades y predicciones sobre jugadores. El excéntrico multimillonario y apostador profesional ha construido su figura desde modelos matemáticos y con ellos ha creado dos historias futbolísticas con tintes de Cenicienta. Si consiguió ascender al Brighton tres años antes de lo que predijo (avisó que lo haría en 2020 y lo consiguió en 2017), el año pasado hizo al Union Saint-Gilloise campeón de liga tras 90 años.
"No compramos jugadores por lo que han hecho, sino por lo que harán", ése es el principio que inicia la configuración primero del Brighton & Hove Albion desde su llegada en 2009 y que continúa en el Union Saint- Gilloise, el equipo en el que aterriza en 2018 junto a uno de sus socios en el análisis de datos, Alex Muzio. Hoy Muzio es la cabeza visible del proyecto belga ya que la UEFA no permite "el control o influencia decisiva" de una persona o entidad en más de un club participante en una misma competición de clubes.
Las variables que Bloom estableció para la compra eran: un club accesible desde Londres, con potencial de crecimiento y que necesitara poca inversión. Se desconoce el precio por el que se adquirió la propiedad pero, en tan sólo 7 años, se ha pasado de la Segunda División al primer puesto en la Jupiler Pro League, primera categoría belga. Fue el resurgir de una entidad con mucha tradición: ganadora de 12 ligas, tres Copas de Bélgica y que aún ostenta la séptima mayor racha de partidos invicta de la historia con 60 duelos.
referencias a antiguos compañeros
El método para conseguirlo no se basó en una inversión multimillonaria sino en modelos predictivos a la hora de configurar su plantilla. El equipo de Muzio y Bloom tiene un balance positivo de altas y bajas de casi 90 millones de euros en las últimas cinco temporadas y la elección de los jugadores se basa en variables medibles: físicas, tácticas y de rendimiento y en datos psicológicos y de adaptación.
La cronología de un fichaje, que se puede desarrollar normalmente en torno a 10 meses, es: primero petición del entrenador, posteriormente cribado por análisis de datos y restricciones económicas, luego investigación del background del jugador en redes sociales y, por último, pero muy importante, petición de referencias a antiguos compañeros y entrenadores. "Suena intenso pero es para estar seguro de que fichamos a buenos chicos", contó Muzio al Independent.
En esa fase de los datos, la dirección deportiva valora: en rendimiento, goles y asistencias esperadas entre otras variables; a nivel físico, distancia recorrida, aceleraciones...; en cuestiones tácticas, zonas de calor, estilo posicional; en datos contextuales, edad, ligas previas, tiempo de adaptación... y en la fase psicológica, perfil de comportamiento o impacto grupal a través de Inteligencias Artificiales conductuales.
Nada queda al azar para el equipo del Lagarto, un mote que se le puso al propietario del Union Saint-Gilloise, por su capacidad para mantener la sangre fría en momentos de tensión, especialmente en el póker donde ha acumulado casi cuatro millones en premios. De hecho, su trayectoria es un poco como la historia del conjunto belga. Compitió de 1998 hasta 2010, periodo en el que ganó el Aussie Milions, uno de los torneos más importantes, y luego un periodo de inactividad hasta 2022, año en el que volvió a participar en torneos y venció el Poker Masters de las Vegas.
Empresa de éxito
De Lagarto, Lizard en inglés, surgió Starlizard, la compañía de análisis de datos con la que se inició todo. Sus modelos sirven para: predecir gracias al machine learning el rendimiento futuro de un futbolista, calcular su valor añadido respecto a los puntos del equipo, encontrar jugadores de similares características a menor precio y cruzar la proyección deportiva con el coste salarial y su valor de reventa.
Con ello han conseguido hacer campeón al equipo con menor presupuesto del top-3 de la liga. Como ejemplos: en el Brighton fichar a Cucurella les costó 18 millones y lo vendieron al Chelsea por 65 y a Ben White lo traspasaron al Arsenal por 58 millones cuando lo ficharon por 28. En el Saint-Gilloise compraron al croata Ivanovic por 1,7 millones y lo vendieron al Benfica por 23 este verano.
El Atlético de Madrid no se enfrenta esta noche a un equipo de fútbol tradicional, lo hace ante una maquinaria adaptada al futuro, con las estrategias que Brad Pitt mostró en la película Moneyball y que hoy son realidad en fútbol gracias al equipo de Bloom y Muzio. El Brighton es la empresa 'matriz' de esa asociación, pero el Union Saint-Gilloise es un 'campo de pruebas' que ya ha llegado a la máxima competición continental. Del ordenador de Bloom se dice que "sabe más de fútbol que la mayoría de entrenadores", en el Metropolitano el Cholo será su prueba definitiva.
La carrera de Maradona se alteró tras el Mundial Italia 1990. Le asfixiaba la pasión callejera de los tifosi napolitanos. Le acaparaba la mafia como amigo-trofeo al que despeñaba por la peor vía. Sufría una acusación de paternidad. Y, peor, pagaba las consecuencias de un error grave: ante la semifinal Italia-Argentina, en Nápoles, reclamó a la ciudad que le apoyaran a él, recordándoles que el resto de Italia les despreciaba. Todo acabó cuando en la jornada 25 dio positivo por cocaína, cosa que a nadie extrañó pues esnifaba continuamente, y le cayó una suspensión de año y medio. Adiós Nápoles, adiós Italia.
Instalado en Buenos Aires, la policía entró en su casa, le encontró en posesión de cocaína, fue detenido, liberado bajo una fianza de 20.000 pesos y obligado por la jueza a someterse a un proceso desintoxicación. Paralelamente, la justicia italiana le condenó en ausencia a 14 meses de prisión. El D10S se había convertido en carne de páginas de sucesos.
Cumplidos los 15 meses de suspensión, se dispuso a volver al fútbol con idea de jugar el Mundial Estados Unidos 1994. Su ficha aún pertenecía al Nápoles, que reclamaba su incorporación, pero él no quiso ni oír hablar de eso. Surgieron dos posibilidades, el Olympique de Marsella y el Sevilla, que tenía como entrenador a Carlos Bilardo, el que fuera seleccionador de la Argentina campeona del mundo con Maradona en México 1986. Le gustó esta opción y Blatter, presidente de la FIFA, presionó al Nápoles para que aceptara un traspaso razonable, pensando que una regeneración de este jugador daría buena imagen al fútbol y mejores beneficios en el Mundial. El Sevilla pagó 5,7 millones de dólares ayudado por Mediaset, de Silvio Berlusconi, a cambio de televisar amistosos que el Sevilla se comprometió a jugar. Regresó rodeado de expectación, el 28 de septiembre de 1992, ante el Bayern de Múnich.
Las cosas no fueron mal en principio. Se entrenó decentemente y puso lo mejor de sí en cada partido. Un control aquí, un pase allá, una ruleta, un caño, algún que otro golito... Mejoraba paulatinamente. Los compañeros le adoraban. Pero de esa mejoría derivó el desastre, pues el 18 de febrero le convocó Argentina para dos partidos a jugar en una semana, en plena temporada: el del Centenario de la AFA, ante Brasil, y la Copa Artemio Franchi, entre las selecciones campeonas de América y Europa, Argentina y Dinamarca. El Sevilla pretendió impedirle ir, se rebeló, fue, a su regreso, sancionado y, rota la relación con el club, se entregó por despecho al desenfreno más absoluto.
El Sevilla le puso un detective, al que destrozó con sus horarios, idas y venidas. Descuidado de los entrenamientos, se convirtió en un peso muerto. Bilardo le sustituyó antes del fin de un partido ante el Burgos y fue el acabose. Le insultó al salir y ahí finiquitó la aventura sevillana tras 29 partidos, seis goles y nueve asistencias. El Sevilla terminó séptimo.
El 10 de Argentina, en el partido contra Nigeria.AFP
Y, claro, dejó de contar para la selección, que sin él ganó la Copa América. Tampoco jugó la liguilla de clasificación para Estados Unidos 1994, que Argentina disputó a Colombia, Uruguay y Perú. El campeón iría directo al Mundial, el segundo tendría la oportunidad de una repesca contra el campeón del grupo oceánico. Argentina y Colombia llegaron empatadas a puntos a la última jornada, el 5 septiembre de 1993, cuando debían enfrentarse en el Monumental del River Plate. Por supuesto, Argentina era favorita, pero se iba a encontrar con el resultado más catastrófico de su historia: 0-5. La afición se indignó, y en el segundo tiempo empezó a escucharse: «¡Maradooo...! ¡Maradooo...!», reclamando el regreso del astro, presente en la tribuna.
Julio Grondona, presidente de la AFA, y Coco Basile, seleccionador, asumieron que estaban obligados a contar de nuevo con él. Una eliminación en la repesca ante Australia sin Maradona hubiera provocado que les arrastraran por las calles. Las fechas eran 31 de octubre en Sidney y 17 de noviembre en el Monumental. Pero D10S estaba inactivo y eso se resolvió gracias a Torneos y Competencias, televisión que le buscó un equipo fuera de Buenos Aires a fin de aumentar audiencias en el interior. El elegido resultó ser el Newell's Old Boys y su primer entrenamiento, el 13 de septiembre, fue una conmoción en la ciudad, Rosario: cerraron comercios y escuelas. Se presentó con buen aspecto, casi fino. Hacía semanas que trabajaba en el gimnasio New Age del barrio de Belgrano con un fisioculturista llamado Daniel Cerrini, que a la larga sería su condena.
Debutó el 7 de octubre en un amistoso ante el Emelec de Ecuador y en el abarrotado estadio estuvo Lionel Messi junto a su padre. Sólo tenía seis años, y apenas recuerda otra cosa que el tumulto. Permanecería en Newell's 145 días, hasta febrero del 94. Sólo jugó cinco partidos oficiales, no hizo gol y no ganó un solo partido, pero se recuerda su paso con orgullo, como ocurre en el Levante con Cruyff.
El 31 de octubre se disputó el partido de ida de la repesca en Sidney, con Maradona, por supuesto. Hizo poco, pero lo esencial: le envió a Balbo el pase del gol argentino. El partido acabó 1-1, y el de vuelta, el 17 de noviembre, 1-0 (Batistuta). Argentina se clasificó para el Mundial, que iba a ser el cuarto de Maradona. Se había convertido en su obsesión: quería que sus hijas, Dalma y Giannina, le vieran como campeón del mundo.
Convenció a su preparador físico, Signorini, que le acompañó a Nápoles y estaba cansado de su inconstancia, de volver a trabajar juntos, y éste buscó un lugar aislado en La Pampa, un rancho llamado El Marito en un lugar semidesértico, a unos 70 kilómetros de Santa Rosa. Sólo les acompañaron el padre del jugador y el representante, Marcos Franchi. Signorini vetó a Cerrini, el mago que le había hecho adelgazar antes de fichar por el Newell's. Maradona aceptó.
En El Marito iban a trabajar a fondo, con toda la naturaleza encima, a partir del primero de abril. La coca no entró allí. Tomaba calmantes para enfrentarse al síndrome de abstinencia en una lucha feroz de la que salió ganador. En un estupendo documental titulado The Fall [La caída], Signorini cuenta cómo una noche Maradona apareció en el quicio de su puerta, con los ojos fuera de las órbitas, y le dijo: «¡Vamos!». Se vistió y salieron a correr en la noche. Maradona respiraba muy agitadamente. Al cabo de un buen rato soltó un grito atronador, paró y le dijo: «¡Ya está!».
Regresó de aquella cuarentena curado y se incorporó al grupo. Hubo que cancelar una gira programada por Japón, que le negó la visa por sus antecedentes con las drogas, pero se hicieron suficientes partidos de preparación con él y llegó al Mundial en un óptimo estado físico para sus 33 años. En el Babson College de Boston, donde se hospedó el equipo, el comentario permanente era el «milagro Maradona». Fuerte, ágil, bienhumorado, sin rastro de su adicción, brillante... provocaba asombro. Sólo una cosa contrarió a Signorini: se empeñó en tener de nuevo a su lado a Daniel Cerrini, casi como cábala. Hubo que aceptar. La AFA admitió en la delegación oficial a un séquito de Maradona formado por cuatro personas: Franchi, Signorini, Cerrini y Salvatore Carmando, antiguo masajista del Nápoles.
El equipo no era sólo Maradona; estaban también Caniggia, Batistuta, Redondo, Simeone, Cáceres, Ruggeri... El primer rival fue Grecia, en Boston, el 21 de junio, y la victoria fue aplastante: 4-0. Tres del joven Batistuta y uno de Maradona, en una preciosa llegada en paredes. Corrió a la banda y lo gritó desesperado, a un palmo de la cámara, enviando a los hogares de todo el mundo un gesto salvaje de alegría y superación. A los cuatro días, nueva victoria, sobre Nigeria, 2-1. Los dos de Caniggia, uno a pase de Maradona.
Maradona, camino del control donde terminaría dando positivo.E. M.
Mientras acababa el partido, se hizo el sorteo para el control antidoping, al que asistió el segundo médico de Argentina, Roberto Peidró. Él mismo extrajo los dos números argentinos: el 2, Sergio Fabián Vázquez, y el 10, Diego Armando Maradona. Ninguna preocupación, le pasaban sus controles y la coca estaba olvidada. Tan era así que en la bocana del vestuario Peidró animó a la enfermera, Sue Carpenter, a salir al campo: «Anda, ve por él, saldrás en todos los lados». Ella fue y le tomó la mano. Maradona iba feliz saludando a sus conocidos en la grada.
A los dos días explotó la bomba: positivo. ¿Cómo era posible? Signorini y Daniel Bolotnicoff, abogado de Maradona, sospecharon de Cerrini, fueron a su habitación y le exigieron que les mostrara todo lo que le estaba dando. Resultó que un suplemento alimenticio de nombre Ripped que le venía suministrando se le había acabado y fue a comprarlo a una farmacia de Boston. Pero compró la variedad Fast, no Fuel, como el que tenía. Las cajitas eran muy parecidas: fondo negro con letras rojas uno, y el otro al revés. No pensó que hubiera diferencia. Sacaron el prospecto y vieron que el nuevo contenía efedrina. «Tomá el primer avión lo más lejos que podás», le dijeron.
El dopaje lo hizo oficial el doctor Michel D'Hooghe, de la FIFA, recitando «efedrina, seudoefedrina, norefedrina, norseudoefedrina y metaefedrina». Llegó a sugerir un cóctel elaborado ad hoc. Peidró y Bolotnicoff viajaron a Los Ángeles, a la contraprueba.
Allí Peidró vio un rayo de esperanza: el frasco del contraanálisis tenía un cartelito con la palabra efedrina, lo que violaba el protocolo del doble ciego. Se hubiera podido anular el procedimiento, o al menos retrasar la sanción, pero los precedentes de Maradona no ayudaban. Joao Havelange fue inflexible: «Estamos en un país que gasta anualmente 50.000 millones en combatir las drogas, ¿y ustedes me piden que mire para otro lado?».
Maradona hizo protestas de inocencia y se derrumbó: «Me cortaron las piernas». Grondona replicó: «Se las cortó él solito», e invirtió esos días en evitar que Argentina fuese expulsada y no en salvarle. Criticó su entorno.
Argentina siguió, ya que Sergio Vázquez no dio positivo, lo que descartaba un dopaje de equipo. Pero perdió el tercer partido del grupo, con Bulgaria, y el de octavos, ante Rumanía. La caída de Maradona dejó un ánimo fúnebre en el equipo. Le suspendieron otros 15 meses, tras los cuales reapareció en Boca: «La pelota no se mancha», dijo emocionado, renovando sus protestas de inocencia. Reales, porque él no se dopó. Fue la torpeza de Cerrini. Pero la fatalidad le había atrapado. Volvió a la coca, a la vida desordenada, en dos años jugó siete partidos, perdió la familia, fracasó como entrenador y murió solo, con 60 años.
El frío y el viento aceleran helados por el río Mersey para iniciar el mes de noviembre y ya casi nadie se atreve a pasear por los muelles de Liverpool. El sol lleva escondido varias semanas y los abrigos y el gorro son una obligación para caminar alrededor del Royal Albert Dock, antes centro neurálgico del comercio en esta parte del Reino Unido, ahora punto de interés turístico y siempre la zona con las temperaturas más bajas de toda la ciudad. Sorprende comprobar que pudiendo vivir en una casa grande en el interior de la región, resguardado de fotógrafos, aficionados y grados bajos, un futbolista joven como Xabi Alonso, recién llegado de España a sus 22 años, decidiera vivir en un apartamento en pleno centro.
«Abrazó la vida de Liverpool, vivía en el centro y se convirtió en enlace entre la vieja guardia del vestuario y los nuevos que llegaban desde España», recordó Jamie Carragher, leyenda del equipo británico. La estatua de The Beatles sigue atrayendo turistas hacia los muelles de Albert Dock, en línea recta con The Cavern, pub natal del grupo y núcleo del ocio de Liverpool.
El entrenador del Real Madrid regresa esta noche a Anfield 21 años después de su fichaje por el club inglés. No será su primera vez, tras debutar como técnico visitante el curso pasado con el Bayer Leverkusen, pero sí la que conecta dos de los tres mundos de su carrera futbolística: la 'red' y la blanca, dejando a un lado emocional la txuri-urdin.
Lo hace, además, en un momento clave para su gobierno en el banquillo de Chamartín: en plena racha de victorias, seis seguidas y 13 de 14 entre Liga y Champions, y una vez superada, de momento, la polémica alrededor de su relación con Vinicius Júnior. Situación interesante y que seguro le trae recuerdos de Liverpool, donde vivió momentos de éxito y tensión con Rafa Benítez. El técnico español le convenció para firmar por el conjunto red en 2004, ganaron una Copa de Europa juntos en el famoso 'Milagro de Estambul' en 2005, donde Xabi marcó uno de los goles, y terminaron dividiendo caminos entre tiranteces, mensajes directos y peticiones.
"Rafa no es de ese tipo de personas"
En 2008, Benítez le pidió que se fuera para poder fichar a Gareth Barry, capitán del Aston Villa que finalmente firmó con el City. Y en 2009, Alonso, que se había quedado a pesar del interés de varios grandes, acabó yéndose al Madrid en contra de la postura del entrenador, que en ese instante sí le quería en la plantilla.
«Todo el mundo sabe que un jugador agradece sentirse querido, una palmadita en la espalda de vez en cuando, pero Rafa no es de ese tipo de personas», admitió Alonso después de su salida en una entrevista en Champions Magazine. «En 2009 ya no tenía nada que probar ni una motivación extra. Y se lo dije a Rafa: 'El año pasado me querías fuera y ahora soy yo el que se quiere ir'», dijo en otra publicada por el propio Liverpool años después.
Benítez es uno de los técnicos que influyó en la carrera como entrenador de Alonso, pero un escalón por debajo de Guardiola y Mourinho, figuras clave para entender la trascendencia del vasco en los banquillos. Del catalán tiene la presión tras pérdida y la importancia de la ocupación de espacios, y del portugués la verticalidad y la fortaleza defensiva. De ambos, eso sí, aprendió y copió la necesidad de la cercanía entre el futbolista y el entrenador.
Así ha tratado de gestionar el enfado de Vinicius. Le ha dado espacio al futbolista, que necesitó un par de días para disculparse con el grupo, y a partir de ahí intenta recuperar sensaciones con el brasileño con una relación «directa y sincera». «Lo más importante es ser auténtico y tener una relación directa y sincera, sabiendo el rol de cada uno y siempre pensando en lo mejor para el equipo», explicó el viernes.
"Un personaje fuerte y amado"
Y ahí, quizás, hay algo de Benítez. Directo cuando en 2008 le dijo que tenía que buscarse equipo. «Rafa no opera como otros técnicos, mantiene las distancias emocionalmente, él es el entrenador y tú el jugador, así le gusta y hay que aceptarlo», dijo en The People hace años.
La salida de Xabi hacia el Madrid descompuso al Liverpool, que terminó séptimo en la Premier League tras haber peleado el título en el último año de Alonso. Un fracaso que provocó el despido de Benítez. «Era un personaje fuerte y amado por los fans, así que cuando Benítez quiso venderlo hubo mucho alboroto. Fue un momento crucial. Cuando se fue, el funcionamiento de nuestro equipo se rompió, su salida afectó a todos», explicó Carragher.
21 años después de firmar por el Liverpool y 16 después de abandonar Anfield para fichar por el Madrid, Xabi puso ayer un pie de nuevo en Anfield, lugar donde aprovechó, junto a Arnold, Huijsen y Emilio Butragueño, para honrar la memoria de Diogo Jota. «La época en el Liverpool ha influido mucho en mi carrera como entrenador y recuerdo muchas cosas que me ayudan en el día a día, seguro. Con Rafa aprendí mucho», admitió ayer.
Hubo un hombre, en el origen de todo, que tuvo que explicar al Real Madrid cómo se jugaba al fútbol. No se trataba de un debate estético, sino de una cuestión embrionaria, primordial. Hubo un pionero que enseñó a sus compañeros de equipo -los primeros socios del club- que había que pasarse el balón y no avanzar a lo loco con él, como haría cualquier niño; que había que nombrar a un capitán; que cuando la pelota salía del campo había que devolverla con prontitud en lugar de encender un cigarrillo junto a la línea de cal. Ese pionero, autor del primer gol en la historia del Madrid, se llamaba Arthur Johnson y hoy recibirá una ofrenda floral en el cementerio de Wallasey antes de que la Champions eche a rodar en Anfield.
«Johnson es un símbolo de la importancia que tuvo lo extranjero en el desarrollo económico español. En cómo se incorporó el deporte en la cultura. Se trata de un concepto básico del regeneracionismo del 98 y de la Institución Libre de Enseñanza, con su empeño de europeizar España. Una de las formas de europeizarnos fue el fútbol», explica Ángel Bahamonde, autor de El Real Madrid en la historia de España (Taurus, 2002), el libro que mejor ha profundizado en la evolución del club blanco a lo largo del siglo XX. «Su lápida debería ser cuidada desde aquí. Tendría que ser un compromiso moral», subraya, en conversación con EL MUNDO.
A juicio de Bahamonde, durante la etapa de Johnson, aquel Madrid FC era «un grupo de amigos que se dedicaban a jugar al fútbol, sin más». «Los socios del club eran los que disputaban los partidos, así de simple. No es que fueran amateurs, sino que se trataba de un mero divertimento. Y es algo que creo que aún no llegamos a entender bien», añade el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Carlos III.
13 de mayo de 1902
Nacido en Dublín el 31 de agosto de 1878, Johnson llegó a Madrid en 1900 por motivos laborales. Trabajaba como ingeniero en la United Alkali Company, una empresa química británica con la que andaba de allá para acá. En la capital contrajo matrimonio y nació su primogénita, a la que puso el nombre de Carmen. Según contaba Julián Palacios, primer presidente del Madrid, su boda se celebró un sábado porque el novio quería participar, a toda costa, en el partido del domingo.
El 13 de mayo de 1902, Johnson ejerció de capitán del Madrid FC durante la semifinal de la Copa Coronación, saldada con derrota ante el FC Barcelona (1-3), donde él anotaría el gol del honor, el primero en la historia del club. En 1904, abandonó la Villa y Corte. Y ya nunca regresaría. En España sólo ha quedado registrada otra breve estancia en la localidad onubense de Valverde del Camino. Después se instaló en Liverpool, donde falleció el 23 de marzo de 1929, con 50 años, víctima de una neumonía.
Hasta aquí las evidencias de un personaje envuelto en la bruma y sobre el que se amontona el polvo del olvido. Algo habitual entre los padres fundadores del Madrid. Su legado sólo quedó por escrito en Heraldo del Sport. Fue el 22 de marzo de 1902 cuando esa revista publicó sus cuatro normas «para el mayor desarrollo de este sport y para que en nuestra patria llegue a ejercitarse en toda su pureza».
La tumba de Johnso y su esposa, en el Cementerio de Wallasey.
«El Barcelona cuida muy bien su historia, pero el Madrid sólo la atiende a partir de Santiago Bernabéu. Es lo que yo llamo Bernabéu, año cero. Se han preocupado de una parcela importante, aunque antes de Bernabéu no tienen ni idea. Y no les interesa, que es lo peor del caso», subraya Bahamonde. Hoy, 96 años después de su muerte, Johnson recibirá un pequeño acto de reparación. No de un modo oficial, sino gracias a un grupo aficionados del Liverpool y del Real Madrid, que colocarán una corona de flores sobre su tumba y rezarán una breve oración en su memoria.
La iniciativa ha contado con el impulso de Les Wright, veterano hincha de los reds, acostumbrado a confraternizar con las peñas madridistas durante los últimos años. «Los ingleses nos siguen dando lecciones, no solamente de cómo llevan la Premier y el negocio del fútbol, sino del modo en que cuidan la tradición y la traen al presente», admite Juan Antonio Simón, autor de Construyendo una pasión: el fútbol en España, 1900-1936 (UNIR, 2015).
Cuando en 2011 defendió su tesis, sobre el origen y desarrollo del balompié en nuestro país, Simón se dio de bruces con la realidad. Apenas existía un rastro que seguir sobre aquel primer tercio del siglo XX. Por entonces, el propio Real Madrid aún proclamaba a Johnson como su primer técnico. Un disparate para quien haya leído algo sobre aquella época primigenia. «Por entonces no existía la figura del entrenador, como tampoco la del entrenamiento», zanja este especialista en Historia del deporte.
El primer partido entre el Madrid CF y el FC Barcelona, en 1902.ARCHIVO ABC
«El rol de entrenador llegará a partir de la segunda mitad de los años 20, cuando se empieza a apostar por el profesionalismo. Eso significa una estructura donde hay que tener contratos, sueldos y hay que intentar jugar el mayor número de partidos para generar un beneficio económico. Y no partidos del Campeonato Regional, donde quizá no haya grandes taquillas, sino de los buenos. Lo que se plantea ahora con la Superliga ya se hacía a principios de siglo», afirma Simón.
Durante los últimos años, este profesor en el INEF se ha topado con las dificultades para rastrear en las actas, en las hojas de contabilidad, en los presupuestos, en los papeles roídos por el tiempo, en las cajas que abultaban demasiado y terminaron en el vertedero. Casi en las antípodas de lo que sucede los clubes británicos. «Ellos tienen un culto al fútbol. Cada dos por tres andan homenajeando a sus pioneros. Es algo que aquí no entendemos», abunda Bahamonde.
De regreso a la figura seminal de Johnson, el autor de Madrid 1939. La conjura del coronel Casado (Cátedra, 2014) destaca algunos aspectos que arrojan algo de luz sobre aquellos jóvenes en pantalones cortos que daban patadas a un balón entre las calles Narváez y O'Donnell. «Hasta 1920, los socios jugadores del Madrid aún eran niños bien, con posibilidades económicas, muchos de ellos estudiantes», describe. Al citado primer clásico contra el Barça, disputado en el Hipódromo, se acercaron unos 2.000 curiosos.
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«Muchas veces pensamos que el fútbol es global desde hace 10 minutos, pero cuando vemos el ejemplo de Johnson nos damos cuenta que el fútbol ya lo era a principios del siglo XX. También se ve en el caso de un suizo como Joan Gamper, fundador del FC Barcelona. Estos jóvenes extranjeros se trasladaban por cuestiones profesionales y allá donde caían, en Francia, en España o en Alemania, intentaban seguir desarrollando el fútbol, el rugby u otros deportes», recalca Simón. «Aunque la colonia británica no fue muy importante en el fútbol de Madrid, a diferencia de lo que sucedía en Barcelona, Bilbao, San Sebastián o Huelva, sí hubo quienes dieron ese primer paso para organizarlo. Johnson, aunque estuvo muy pocos años en el Madrid CF, fue quien les enseñó a jugar, así que a nivel cualitativo fue clave», sostiene el autor de Football and International Relations under Francoism (Routledge, 2024).
Aún hoy, más de un siglo después, causa asombro el modo en que aquellas formas precursoras del fútbol iban a convertirse, en tiempo récord en un fenómeno de masas. «¿Cómo fue posible que en sólo dos décadas la gente fuese a recibir al Madrid a la estación de Atocha? ¿Y que se construyeran estadios como el Metropolitano, Les Corts, Montjuic, o el viejo Chamartín para que miles de personas llenen las gradas? Eso es lo increíble. Eso es lo que se tiene que seguir investigando?», concluye.