Desde su debut en LaLiga, Gavi no había sufrido ni una sola lesión con el Barcelona. Desde aquel 29 de agosto de 2021, a las órdenes de Ronald Koeman ante el Getafe, el joven centrocampista sólo se había perdido dos partidos con los azulgrana por culpa del covid. De hecho, bajo el mando de Xavi Hernández, esta temporada ya había disputado 1.172 minutos entre Liga y Champions, el 86,5% del total. Con la selección española, también fue titular en las seis jornadas de clasificación para la Eurocopa, donde únicamente se ausentó durante 67 minutos. A los 19 años, en pleno esplendor físico, el sevillano no sólo vivía un asombroso momento de forma, sino que parecía un futbolista indestructible, inmune a cualquier contingencia. Sin embargo, este domingo, Gavi se quebró de mala manera sobre el césped del José Zorrilla. Las pruebas de ayer confirmaron una rotura completa del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha, con afectación en el menisco. Una dolencia que le apartará de la competición durante ocho meses. Es decir: adiós a 27 partidos con el Barça y adiós a la Eurocopa y a los Juegos Olímpicos con España.
Para saber más
Los parásitos del fútbol de selecciones
El caso de Gavi es el último episodio en la extensa nómina de desgracias que ha dejado el parón de selecciones. Una plaga que agita, como cada año, el debate sobre la salud de los futbolistas y ante la cual se abren tres opciones: reducir la carga de partidos, asumir las lesiones como algo consustancial o afrontar una reforma ambiciosa del modelo de negocio. En busca de respuestas, este diario se ha puesto en contacto con profesionales de primer nivel, aunque, dado lo resbaladizo del asunto, ninguno quiso revelar su identidad.
«Los jugadores internacionales no pueden gozar del bien más preciado: su tiempo y su descanso. Son presos de un calendario cada vez más sobrecargado, donde las lesiones son la consecuencia y el calendario, una de las principales causas», asegura el fisioterapeuta de un club madrileño de Primera. El desarrollo de su planteamiento perfila una perspectiva quizá poco conocida para el gran público. «Para ellos siempre es difícil encontrar momentos de oxígeno. A nivel mental pueden vivir cerca del burnout, es decir, del agotamiento emocional. Y a nivel fisiológico y biológico viven continuamente expuestos al estrés, algo insostenible en el largo plazo», sostiene.
«Menos capacidad de respuesta»
Durante las dos últimas décadas, el fútbol de máximo nivel ha involucionado de un modo preocupante. No se trata de una mera valoración especulativa, sino de un hecho contrastado científicamente por la propia UEFA. Desde 2001, el máximo organismo europeo ha venido desarrollando un proyecto de investigación, bajo las siglas ECIS, entre 3.909 futbolistas de 54 clubes para entender mejor el fenómeno de las lesiones. Según este estudio, dirigido por el sueco Jan Ekstrand, la incidencia de los contratiempos en el muslo había aumentado de un 12% en 2002, a un 24% en 2022. En la misma proporción, los periodos de baja vinculados a estos problemas musculares habían pasado de un 10% a un 20%.
«Nadie puede cuestionar la evidencia entre el aumento de carga de trabajo y el porcentaje de lesiones. Pero no debemos ceñirnos sólo a las sobrecargas o roturas musculares. Existe un alto porcentaje de lesiones traumáticas», comenta a EL MUNDO un reputado especialista. «El incremento de la actividad y el cansancio no sólo provocan más traumatismos, sino que disminuyen la capacidad de respuesta. Es decir, si giras la rodilla de un modo extraño estando muy fatigado tienes menos capacidad de defenderte de esa posible lesión», añade desde su clínica, reconocida desde 2013 como Centro FIFA.
Según los datos de FIFPro, el sindicato mayoritario de futbolistas, entre julio de 2022 y abril de 2023 se contabilizaron más de 3.000 lesiones en las cinco mejores ligas europeas (Premier, LaLiga, Serie A, Bundesliga y Ligue 1). Un promedio de 30 al año por cada equipo. El 64% de ellas afectaron a tejidos blandos, como músculos, tendones y ligamentos. LaLiga, con 487, fue la menos afectada, a larga distancia de la Premier (686).
Debe haber comunicación directa entre clubes y federaciones. Sólo así podremos proteger al futbolista
Aún más interesante resulta la comparativa que FIFPro establece entre generaciones. Uno los ejemplos más ilustrativos es el de Jude Bellingham. Antes de cumplir los 20 años, disputó 14.445 minutos al máximo nivel, frente a los 9.187 de Michael Owen o los 10.989 de Wayne Rooney, otras estrellas inglesas de explosión temprana. Las diferencias en la carga de trabajo también resultaron abismales en otros casos de estudio. Por ejemplo, Kylian Mbappé participó un 37% más que Thierry Henry a su misma edad y Pedri, un 20% más que Xavi Hernández.
Y si acercamos las cifras al presente inmediato, pocos llegaron tan lejos como Raphael Varane, quien el pasado febrero, con tan sólo 29 años, anunció su retirada de la selección francesa. Según la plataforma especializada Football Benchmark, el central del Manchester United había completado, entre 2018 y 2023, casi 230.000 km durante 324 horas de vuelo. A lo largo de esas cinco campañas, únicamente en 2019 y 2022 pudo disfrutar de cuatro semanas de vacaciones veraniegas. Y ningún año descansó las dos recomendadas a mitad del curso.
En una esfera similar, aunque no tan extrema, cabe recordar que Vinicius, víctima el jueves de otra recaída en su muslo izquierdo, jugó 16 partidos de forma consecutiva durante el pasado otoño. Entre agosto de 2022 y mayo de 2023, participó en 59 partidos de nueve competiciones distintas, el 75% de ellos sin el preceptivo descanso de cinco días.
«El pan de cada día en el fútbol base»
La recaída del ‘7’, quien con toda su buena fe anunció que lo «daría todo» para jugar hoy mismo frente a Argentina, debe explicarse por las urgencias, tanto las impuestas como las asumidas por él mismo. Una desenfrenada carrera a la que las estrellas se acostumbraron desde la primera adolescencia. «Por supuesto que esto es el pan de cada día en el fútbol base. Los padres son los primeros que no te preguntan cómo está su hijo, sino cuándo podrá jugar de nuevo. Así que muchos ya tienen asumido, desde muy jóvenes, este demencial modus operandi», afirma un alto responsable de cantera, que combina su actividad con la labor docente en la Universidad Europea.
En cuanto a las consecuencias económicas, las que más preocupan a los clubes, baste el ejemplo del Liverpool, donde 19 jugadores se ausentaron al menos una jornada de la pasada Premier por razones médicas. Tras quedar apeado, siete años después, de la Champions, el club de Anfield vio esfumarse más del 65% de los ingresos por su participación en competiciones europeas. Por no mencionar el descalabro financiero que supusieron las ausencias de Thiago Alcántara -con un salario anual de 12 millones de euros- durante el 60% de los partidos o de Diogo Jota -con una ficha de 8,5 millones- durante el 49%.
¿Qué hacer pues, ante semejante panorama? Un profesional del ramo, con 13 años de experiencia en otro club madrileño de Primera, ofrece su punto de vista. «Entiendo que no es una tarea fácil, porque el jugador siempre quiere competir, pero los casos recientes ponen de manifiesto que debe haber una comunicación directa entre clubes, que son los que manejan información de primera mano, y federaciones para un bien común. Sólo con esta consonancia podremos proteger al futbolista».
A la espera de esta alineación de intereses, el futuro a corto y medio plazo se presenta más bien desolador. Sin ir más lejos, el nuevo formato de la Champions, que en 2024 pasará de 32 a 36 participantes, exigirá 17 partidos a los finalistas, cuatro más que ahora. Asimismo, los planes de la FIFA para su Mundial de Clubes incluyen ampliar el formato de siete a 32 participantes, con una fase de grupos y un máximo de siete jornadas. Su inclusión, entre junio y julio, supondrá otra vuelta de tuerca para unos atletas exhaustos. De este modo, los 80 partidos de la campaña 2021-22 darían paso a 89 en la 2024-25, con una pretemporada jibarizada, cada vez más lejos de las cuatro semanas recomendadas por los especialistas.
Ha llegado la hora de tomar ejemplo y seguir los pasos de NBA, NFL y NHL
«Somos conscientes de que existen otro tipo de necesidades de los clubes. Son riesgos que se asumen, porque rodean al negocio del fútbol. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, basado en la excelencia, nos resistimos a hablar de lo que se debería hacer y preferimos centrarnos en políticas de prevención», revela el doctor en contacto con este periódico.
La presión, desde luego, termina aflorando tarde o temprano. A tenor de una encuesta de FUTPro, realizada poco después del Mundial de Qatar, el 20% de los internacionales confesaba sentir más fatiga mental que otros años por las mismas fechas. Y el 53% de ellos admitió que se encontraba de baja o en grave riesgo de acabar en la enfermería. «Siempre recomiendo la necesidad de un trabajo psicológico, a cargo del club o a través de un profesional contratado por el jugador, para identificar su contexto y gestionar las situaciones de estrés». A la luz de estas declaraciones quizá se entienda mejor aquel sábado en que Ousmane Dembéle se rompió durante su debut con el Barça en el Coliseum. O aquella tarde de septiembre de 2013, cuando Gareth Bale no pudo presentarse en sociedad ante el Bernabéu, por una sobrecarga durante el calentamiento.
Parece pues, llegado el momento del cambio. Así lo considera el fisioterapeuta consultado por este diario, que lanza un mensaje para la esperanza. «En otros deportes, la burbuja ya explotó hace décadas. Ellos lucharon por mejores calendarios y por vacaciones de Navidad. Quizá ahora sea la ocasión para que los jugadores retomen su silla en la mesa de las decisiones. Porque son ellos, sin ninguna duda, los principales protagonistas del espectáculo. Ha llegado la hora de tomar ejemplo y seguir los pasos de NBA, NFL y NHL, que en este sentido nos llevan años de ventaja».