GP de Japón
El líder del Mundial marca una gran ‘pole’ (1:28.877) por delante de los McLaren. Sainz partirá sexto y el asturiano, con problemas ya en la Q1 y la Q2, décimo.
Ferrari, McLaren y Mercedes confiaban en que la sorpresa del domingo en Singapur tuviese continuidad este fin de semana, pero Max Verstappen borró sus ilusiones de un plumazo con una descomunal pole en Suzuka (1:28.877). El líder del Mundial, absoluto dominador de los entrenamientos libres, controló también a su antojo una sesión clasificatoria que no deja en buen lugar a Carlos Sainz y Fernando Alonso, sexto y décimo en la parrilla.
Aun siendo un abismo, las 58 centésimas sobre Oscar Piastri, segundo clasificado, no explican del todo la soberana paliza de Verstappen, protagonista en Suzuka de uno de sus mejores sábados de la temporada. Desde el viernes, el próximo campeón había venido arrasando en el primer sector, con esas espectaculares Esses, pero hoy redondeó su dominio también en el tramo final, desde la salida de Spoon hasta la línea de meta, con curvas de alta velocidad donde Ferrari y McLaren habían depositado sus esperanzas.
Otra conclusión terrible para la F1 es que ni siquiera este dominio puede ampliarse a Sergio Pérez, su compañero en Red Bull, quinto en la parrilla a 77 centésimas de la pole. El mexicano partirá entre los Ferrari, relegados otra vez a su rol de actores de reparto. Ante la atenta mirada de Benedetto Vigna, CEO de la Scuderia, Charles Leclerc y Sainz se limitaron a cumplir sólo un intento en la Q3 con el único neumático blando disponible, asumiendo el grave riesgo de que cualquier eventualidad les dejase sin tiempo.
Sin sanción para Leclerc
Tras su discretísimo rendimiento en Monza y Singapur, Leclerc recuperó el pulso, superando en todo momento a un Sainz sin sensaciones. Claro, que el monegasco bien pudo agradecer que los comisarios dejasen sin sanción un incidente, en compañía de los Alfa Romeo, por sobrepasar el tiempo máximo de vuelta (1:54) durante la Q1. Otra incongruencia en el amplísimo manual de la FIA.
Sólo seis minutos después del arranque, cuando rodaba mucho más que al límite, Logan Sargeant destrozó su Williams en la última curva. Fue el tercer accidente durante las últimas cuatro carreras para el estadounidense, con un futuro muy lúgubre en Williams. La bandera roja comprometió en cierta medida a Sainz y Leclerc, obligados a usar un juego de blandos nuevos. Aunque lo preocupante, en mitad del denso tráfico, fue el rendimiento del Aston Martin, relegado a la lucha con Alfa Romeo y Haas por evitar la catástrofe. Alonso, decimocuarto, pudo salvarse, pero Lance Stroll se despeñó a las primeras de cambio por tercer fin de semana consecutivo.
Cambio de prioridades
Con ocho plazas adjudicadas (Red Bull, McLaren, Ferrari y Mercedes), el pase de Alonso para la Q3 debía jugarse con AlphaTauri, Alpine y Williams. Necesitaba pulir su crono casi un segundo y esperar que sus adversarios no redondearan una vuelta perfecta. Sin opciones ante Yuki Tsunoda, séptimo, el asturiano tuvo que batirse el cobre ante Liam Lawson, Pierre Gasly y Alex Albon, a quienes superó merced a su gran rendimiento en los dos primeros parciales. Bien pueden agradecerlo en Aston Martin, cuyo cambio de prioridades ya resulta más que evidente.
Por arriba, Verstappen se limitaba a dejar pasar los minutos, a la espera de lo importante. Su primer intento de la Q3 (1:29.012) ya fue tres décimas más rápido que la pole de 2022. Espoleado por algún ácido comentario tras Marina Bay, Mad Max ni siquiera se exprimió para destrozar los cronos. No se trata simplemente del suelo que estrenaba Red Bull, sino del despótico dominio con el que nos ha agasajado durante el Mundial 2023.
