La estrella de World Wrestling Entertainment (WWE), Bray Wyatt, ha muerto “inesperadamente” este jueves a los 36 años, según ha informado la propia WWE. Por el momento se desconoce la causa de la muerte de Wyatt, cuyo nombre real era Windham Rotunda.
“A la WWE le entristece saber que Windham Rotunda, también conocido como Bray Wyatt, falleció el jueves 24 de agosto a los 36 años”, dijo la WWE. “WWE extiende sus condolencias a la familia, amigos y fans de Rotunda”.
Wyatt, el campeón de la WWE de 2017, también era conocido como ‘The Fiend’ y su última actuación televisada fue en el Royal Rumble 2023.
“Conocido por sus actuaciones cautivadoras y su increíble presencia en el ring, Wyatt fue una superestrella definitoria de su generación”, dijo WWE. Wyatt era hijo de Mike y Stephanie Rotunda.
El abuelo de Wyatt, Robert Deroy Windham (Blackjack Mulligan), su padre y dos de sus tíos (Barry y Kendall Windham) lucharon en la WWE. Su abuelo también jugó fútbol americano universitario en UTEP. Wyatt también jugó en el equipo de fútbol de Troy en 2007.
Uno de sus ex compañeros en el wresting y que ahora es uno de los actores más cotizados y mejor pagados de Hollywood, Dwayne Johnson, ha querido despedirse de Wyatt en las redes sociales.
“Siempre tuve un tremendo respeto y amor por Windham Rotunda y la familia Rotunda. Me encantó su presencia, sus promociones, su trabajo en el ring y su conexión con el universo de la WWE. Un personaje único, genial y poco común, lo cual es difícil de crear en nuestro loco mundo de la lucha libre profesional”, ha tuiteado ‘La Roca’.
La noche del 16 de marzo de 1988, la única que pisó el césped del Bernabéu, Hansi Flick terminó con magulladuras por toda la coraza. Hubo más patadas que fútbol y el Real Madrid se clasificó para las semifinales de la Copa de Europa (2-0). El central del Bayern, tras perseguir durante los 90 minutos a Emilio Butragueño, fue víctima de una alevosa acción de Milan Jankovic que el árbitro quiso solventar sin tarjeta. Sin embargo, lo que verdaderamente tuvo que escocerle fue su fatídico protagonismo en el 1-0, obra del yugoslavo. Corría el minuto 26 cuando Flick derribó a El Buitre en la frontal. Una gran oportunidad para el libre directo de Hugo Sánchez, que Ricardo Gallego optó por ceder hacia Jankovic. Flick, el único defensa en percatarse, tuvo que salir apresuradamente de la barrera, pero el balón rozó lo justo su muslo para hacer imposible la estirada de Jean-Marie Pfaff. Desde aquella eliminación, Flick sólo pudo disputar un partido completo con el Bayern en el máximo torneo continental. En 1993, tras un rosario de problemas en sus rodillas, Flick dejó el fútbol. Tenía 28 años y no había llegado a debutar con la selección alemana.
«A menudo necesitaba la lesión de un compañero para entrar en el once. Incluso rindiendo bien, podía perder el puesto cuando el titular volvía a estar disponible. Era una situación difícil de manejar para alguien tan ambicioso como él», explica a EL MUNDO Günter Klein, autor de Hansi Flick: Die Biografie (Riva Verlag, 2021). La feroz competencia en aquel Bayern, liderado por Lothar Matthäus, Andreas Brehme o Klaus Augenthaler, obligaba a Flick a alternarse como central, interior derecho o pivote. Un cómodín para Jupp Heynckes, que acababa de aterrizar en Múnich tras ocho temporadas al frentedel Borussia Mönchengladbach.
A los 41 años, el sustituto de Udo Lattek debía gestionar los egos del vestuario, la retirada de Uli Hoeness y las urgencias de un club apremiado por su historia. Tras la derrota en la final de la Copa de Europa ante el Oporto, donde Flick también salió en la célebre fotografía del taconazo de Rabah Madjer, el Bayern sabía de la trascendental importancia de ese cruce ante el Real Madrid. Así que cuando Alexis Ponnet señaló el final, cumplidos los seis minutos de añadido, su compatriota Pfaff quiso enseñarle los tacos de Hugo Sánchez marcados en su costado. Por esa herida supuraba la decepción de Heynckes, que se sabía muy superior a Steaua, Benfica y PSV, los otros semifinalistas. El bofetón anímico fue tan duro que el Bayern se dejó puntos en seis de las últimas 11 jornadas de la Bundesliga, que terminaría en poder del Werder Bremen. Flick, de 23 años, sólo disputó cuatro de esos partidos como titular.
El influjo de Rutemöller
«A veces se quejaba del entrenador, pero años después hubo de admitir que las decisiones de Heynckes siempre fueron correctas», abunda Klein. Desde entonces, entre ambos surgió un vínculo que sobrevive hasta hoy. «En noviembre de 2019, cuando se hizo cargo del Bayern, Hansi recibió un fuerte apoyo de Jupp. Por aquellos días, todos hablaban de Flick como una solución interina, pero Heynckes defendió públicamente que contaba con el potencial para dirigir a este gran club», reitera el periodista del diario Münchner Merkur.
El otro personaje clave para el desarrollo de Flick como estratega fue Erich Rutemöller. «Durante los tres años que le dirigió en el Colonia (1990-1993) ya estaba seguro de que Hansi llegaría a los banquillos. Fue el primero en darse cuenta de que sobre el césped tenía la mentalidad de un entrenador. Y que era muy bueno conectando personas», razona Klein. Una década después, Rutemöller trabajó para la Federación Alemana (DFB), dirigiendo la academia de entrenadores cuando Flick obtuvo su licencia profesional de Fußballlehrer.
Sin esa empatía con sus jugadores no se puede entender el éxito de Flick, campeón de la Copa del Mundo de 2014 con Alemania como ayudante de Joachim Löw y timonel del Bayern durante la temporada 2019-2020, la mejor de su historia, con seis títulos. El seleccionador germano, ferviente admirador del fútbol de toque con el que la España de Vicente del Bosque alcanzó la gloria en 2010, confiaba en su primer ayudante para las acciones a balón parado, decisivas en el título de la Mannschaft en Brasil. Durante su etapa juntos (2006-2014), Flick y Löw viajaron varias veces al Camp Nou y el Bernabéu para asistir en directo a los clásicos de Liga y Champions.
Regalos por cumpleaños
El ascenso de Flick en la Federación, desde el puesto de director deportivo, supuso un trampolín para su meteórica carrera. Del banquillo del Hoffenheim pasó a asistente de Niko Kovac en el Bayern. El volcánico carácter del croata, en guerra abierta con Hasan Salihamidzic, terminaría desencadenando su destitución. Corría la undécima jornada de la Bundesliga cuando Flick promocionó como interino en el Allianz Arena, dejando claro, desde el primer minuto, que su modo de tratar al vestuario en nada se iba a parecer al de Kovac. De esa empatía saben mucho ahora en la Ciudad Condal.
«Conoce las fechas de cumpleaños de todos sus jugadores y su staff técnico. Les compra regalos. También felicita a algunos amigos que siguen al frente de equipos juveniles. Incluso les llama horas antes de una jornada de Champions», revela Klein, recordando cómo durante su etapa en la Federación mantenía hilo directo con los 18 entrenadores de la Bundesliga, sin importarle su aportación efectiva al combinado nacional. «La mayoría de aficionados no considera a Hansi como un gran comunicador, dado que no se siente cómodo cuando ha de comparecer ante la prensa. Sin embargo, creo que uno de sus puntos fuertes sigue siendo la facilidad con la que se vincula y comunica con el vestuario», razona.
Flick, el miércoles, durante el Barça-Bayern de Champions.EFE
Desde luego, los logros de Flick en el Barça han de interpretarse desde esta cercanía, de carácter humanista, con la que ha potenciado el rendimiento de Jules Koundé, Raphinha o Robert Lewandowski. Hoy, en la Ciudad Deportiva Joan Gamper se entrena a un ritmo muy diferente respecto a la época de Xavi Hernández. No se trata sólo del trabajo de Julio Tous, Pepe Conde, Rafa Maldonado y Germán Fernández, nuevos responsables de la preparación física, sino de la firme creencia de Flick en esta parcela.
Fuentes cercanas al vestuario azulgrana subrayan las diferencias respecto al curso pasado, cuando Lewandowski apenas podía resistir el avance de los minutos sin caer exhausto. Hoy, el polaco vuelve a parecerse a aquel ariete que dominaba cada rincón el área durante la fase final de la Champions 2020. El trabajo físico de Flick previo a aquella fase final de Lisboa, según recuerdan a este diario desde Alemania, resultó crucial para la sexta Orejona del Bayern. Y eso que por entonces, el gigante bávaro no exhibía un esquema tan extremo como el de este Barcelona, que mañana se presentará en el clásico con una defensa casi 50 metros por delante de Iñaki Peña. El objetivo de Flick pasa por mantener ese plan de riesgo ante Vinicius y Kylian Mbappé, posiblemente los dos mejores delanteros del planeta a campo abierto.
Un despido y un hogar
Un buen resultado en Chamartín fortalecería la candidatura del Barça y la figura de su técnico, quien hace poco más de un año vivía su peor momento como profesional. El humillante 4-1 encajado ante Japón precipitó su destitución como seleccionador alemán. Entre marzo y junio de 2023, la tetracampeona mundial sólo había solventado con victoria uno de sus cinco amistosos. Así que Hans-Joachim Watzke, presidente de la DFB, tuvo que decidir el primer despido en la historia de la Mannschaft. Por dura que se presentase la coyuntura, Flick mantuvo la calma bajo el calor de sus más cercanos.
Porque la familia siempre ejerció una gravitación decisiva para Flick, un tipo orgulloso de sus raíces provincianas. Nacido en Heidelberg, una ciudad de 160.000 habitantes a las afueras de Mannheim, su infancia transcurrió en la vecina Mückenloch. «Hans, su padre, había jugado de portero en el BSC Mückenloch. Y aquel minúsculo club fue el primero de Hansi, que siempre llevó a mucha honra ese diminutivo», rememora Klein.
Hoy, el preparador azulgrana mantiene su casa en Bammental, adonde regresa cada vez que dispone de algún día libre. De hecho, Silke, su esposa desde hace más de tres décadas, ni siquiera se ha mudado a Barcelona y se mantiene en el domicilio familiar. Un curioso modo de afrontar el contrato del Barça, extendido hasta 2026. Entonces, Flick habrá cumplido ya 61 años, seis más que el creador del mejor Barça de siempre. Desde Alemania, las fuentes consultadas por este diario, ven muy claras las diferencias. «No es un genio como Pep Guardiola, sino un técnico pragmático, capaz de ampliar las virtudes de sus jugadores y ocultar los defectos».
No será porque Simeone no lo avisó. Sabía el argentino la importancia del balón parado, no en vano le dio una liga en 2014. Aquel cabezazo mágico de Godín tras un córner en el Camp Nou ante el Barça. Allí David tenía la onda ante Goliat, aquí Goliat tenía no sólo la onda sino un arsenal de misiles tierra aire con una lanzadera espectacular. "Ellos en estos momentos son mejores", ha sentenciado el técnico argentino.
Rice era el adulto que colocaba el tobogán para que los niños se tirasen. Lo aprovechó primero Gabriel y luego Gyokeres, la primera sangre y la puntilla. Y no es por altura, es técnica, es táctica. Porque Simeone puso centímetros en el campo. Sorloth aportaba 193, el más alto de los 22 jugadores. Y luego si hacemos una media, ambos equipos se situaban en 183. "No lo pusimos por la pelota parada defensiva. Era más para los centros ofensivos, pero el equipo no pudo ayudarlo. Él hizo el trabajo que tenia que hacer", ha concedido el técnico.
Y lo cierto es que fue esa primera falta botada por el mediocampista británico traído al Arsenal por 120 millones, la que rompió el trabajo rojiblanco. Después, Martinelli y un doblete del sueco rompieron la baraja. "A mí siempre me encantó la pelota parada y hay equipos que la trabajan muy bien. Tiene un valor increíble en cada partido. Cuando rompes el encuentro en una pelota parada hay mucho camino recorrido a favor", ha apuntado Simeone.
Le estaba costando sacar la máscara al jugador que anotó 54 goles la temporada pasada en el Sporting de Portugal, pero se la puso dos veces, y con ella se pasó el juego. "A nadie le importaba hasta que me puse la máscara", citó en su momento el sueco para explicar su celebración. Pero Bane, el malvado personaje de Batman en el Caballero Oscuro, siempre vuelve. Y Gyokeres ya se pone en cinco tantos este curso, el último, claro, tras una nueva maravilla de la estrategia.
El Arsenal ha marcado 102 goles a balón parado desde que Nicolás Jover, su pensador en el cuerpo técnico, aterrizó en los gunners en 2021. Esta temporada son ya 10 los tantos de córners o faltas laterales. No es casualidad lo que hacen aunque, a veces, necesiten un poco de desorden. "Una vez que se ha generado el caos hemos tenido más oportunidades de hacerles daño", ha revelado Arteta.
Una sorpresa muy repetida
Ese caos ha traído cuatro tantos a favor a un Atlético, el de Simeone, que siempre se le ha tildado de equipo defensivo. "Es algo atípico especialmente con el Atlético y en la Champions", se ha sorprendido David Raya, portero del Arsenal y luego le ha secundado Koke, capitán del Atlético de Madrid: "Para mí es un resultado engañoso".
Pero este aldabonazo no aparta del camino al Atlético. No fue la derrota de Lisboa en la que "el equipo jugó mal", según ha recordado Simeone, sino un accidente quizás demasiado repetido lejos del Metropolitano. "No es mala suerte, son errores. Los detalles son determinantes", ha apuntado un técnico que perdió en Cornellá, Liverpool y Londres y ha empatado en Elche, Vitoria, Mallorca y Vigo. Ninguna victoria en siete encuentros. Dramático.