El piloto de Repsol Honda se produjo una fractura del primer metacarpiano tras una caída en el GP de Portugal y no podrá disputar la segunda carrera del Mundial.
Marc Márquez (Repsol Honda RC 213 V) ha sido operado con éxito para reparar la fractura del primer metacarpiano de su mano derecha y se perderá la segunda prueba del Campeonato del Mundo de MotoGP en Argentina.
El piloto de Cervera sufrió una caída en las primeras vueltas del GP de Portugal este domingo, en la que se llevó por delante a Miguel Oliveira y se vio obligado a abandonar la carrera.
Al regresar a España, a Marc Márquez se le diagnosticó una fractura intraarticular desplazada de la base del primer metacarpiano del pulgar de la mano derecha y fue sometido inmediatamente a una intervención quirúrgica en el Hospital Ruber Internacional de Madrid por el equipo del Dr. Ignacio Roger de Oña.
“La cirugía consistió en una reducción cerrada de la fractura y fijación interna de la misma con dos tornillos y transcurrió sin incidentes”, informó el equipo del piloto.
Así las cosas, tanto Marc Márquez como el equipo Repsol Honda han decidido que el ocho veces campeón del mundo “se pierda la próxima prueba del Campeonato del Mundo para centrarse plenamente en su recuperación y llegar a las próximas citas en las mejores condiciones posibles“.
Mundial de Baloncesto
Entrevista
LUCAS SÁEZ-BRAVO
Enviado especial
@LucasSaezBravo
Yakarta
Actualizado Domingo,
3
septiembre
2023
-
01:47El técnico de Badalona, a los mandos del rival de...
Un día, plena adolescencia, Lucía Martín-Portugués (Villanueva de la Cañada, Madrid, 1990) cruzaba la atestada calle Preciados y, de repente, todo se fundió a negro. "Cuando volví en mí estaba en medio, con los coches cruzándome por los lados y sin que nadie se parase a a ayudarme", recuerda. Uno de aquellos episodios que eran tortura sin explicación hasta que tiempo después descubrió, "tras muchos estudios y pruebas", que se trataba de epilepsia. Apenas un obstáculo superado: este verano, el culmen de una carrera, buscará una medalla en sus primeros Juegos Olímpicos.
Lucía, risueña, «dicharachera», «una ridícula profesional» como autodefinición, es una fiera sable en mano. A ella de pequeña, «como a todas las niñas de los 90», la apuntaron a ballet mientras que su hermano hacía esgrima. Y aquí, su frase de cabecera: «Lo mío era menos tutú y más tratrá». «Me va más lo de pegarme que lo de las poses y las danzas. Y me fue bien desde el principio», rememora esta odontóloga que en París alcanzará un hito: desde 2008, Araceli Navarro, no había una española olímpica en esgrima.
Y allí, en el Grand Palais, se acordará de su padre, fallecido hace 11 años de un cáncer de pulmón, del que no pudo despedirse porque, ya en sus últimos días, le dijo que se fuese a disputar el Europeo y ella le lloró a 2.000 kilómetros. Por eso, siempre en su cuello, las joyas de Miguel Ángel, las que en uno de los últimos torneos le salvaron. «Me dieron un golpe, pero le dieron un golpecito a uno de los collares y está marcado. Y gané. Es como si él hubiese parado un ataque», cuenta.
Pero para experiencia vital, el trance de superar lo desconocido, esas «crisis de ausencia» que no entendía. «Lo tengo supercontrolado, hace siete años que no me da una. Pero para llegar a este punto me ha costado. Muchos intentos de medicaciones, higiene de vida... Siempre digo que no hay que resignarse, que hay que seguir luchando», admite, antes de relatar el proceso. «Cuando murió Antonio Puerta yo me asusté muchísimo, porque leí que él también se mareaba. Me hicieron estudios, me vieron un montón de médicos en el CAR y me dijeron que no era nada del corazón. Me mandaron a un neurólogo, que rápidamente identificó una epilepsia, sólo había que ponerle nombres y apellidos: crisis de ausencias».
Lucía Martín-Portugués, con su sable.Angel NavarreteMUNDO
Lucía estaba pero no estaba. Se encontraba mal y de repente ya no se acordaba de lo que sucedía. «Le decía a la profesora: '¿Puedo ir al baño?' y lo siguiente que recordaba era estar sentada en la silla. La gente me contaba cosas, vives como en un metaverso», explica. «Me podían dar 12 o 14 crisis de epilepsia en un día y como tuviese una semana un poco estresante, estaba dos o tres días así. A veces era peligroso».
La madrileña, en plena batalla ahora por subir su ránking olímpico, es una apasionada de la música, del reguetón a Sabina pasando por el tecno si es necesario. Porque lo que más le sorprende de sí misma es su transformación sable en mano, el «modo supervivencia». «Cuando mis amigos vienen a verme competir siempre se quedan alucinados. Me dicen: 'Parece que les quieres matar'. Antes de salir a la pista, en el equipo chocamos y decimos: 'Matar o morir'. Tyson decía que no le gustaba mucho en lo que se convertía cuando se subía al ring. Sabes que uno de los dos va a perder, va a morir y tienes que hacer lo que sea dentro del deporte para no ser tú. Me gusta esa esa adrenalina. Pero no me gusta ese nivel de agresividad que saca esa Lucía deportista».