El Masters es un evento de tradiciones y por eso, para no perder las buenas costumbres, los tres españoles participantes en el torneo, José María Olazábal, Sergio García y Jon Rahm, se citaron en la víspera del comienzo del torneo en tee del hoyo 1 a las 10 de la mañana.
Los tres tienen sitio reservado en el parking de ganadores, disfrutan de una taquilla en el vestuario de campeones y por su puesto pueden vestir sus chaquetas verdes en las instalaciones del club más exclusivo del mundo.
La secuencia recordó a 2023, cuando Olazábal abrazó a un Jon Rahm ya ganador, aunque en estos 365 días han sucedido demasiadas cosas. Las turbulencias en el panorama golfístico mundial han dado paso a un silencio desalentador. Todos los actores promulgan a los cuatro vientos que el acuerdo entre el PGA Tour y el LIV Golf es crucial -las audiencias de televisión están cayendo en torno a un 20%-, pero la paz se hace esperar.
La previa de Rahm
“Vaya cenita te marcaste”, decía socarrón Sergio al campeón defensor. El de Barrika aguantaba, estoico, las bromas del capitán de los Fireballs, antes de pegar un espectacular madera 3 en la primera salida de Augusta. “Vaya misil he pegado”, le confesaba a Olazábal mientras guardaba cuidadosamente su palo. Jon Rahm apareció mucho más relajado tras la cena de anoche, un auténtico festín de cocina vasca que diseñó concienzudamente el chef José Andrés. La palabra que mejor definiría el encuentro de los campeones vivos del Masters (solo faltaron Sandy Lyle y Ángel Cabrera) fue camaradería.
Rahm llega al Masters con una preparación justa, probablemente lejos de la ideal. Ha competido en solo cinco torneos del LIV Golf llegando a todas las finales, aunque sin concretar ninguna victoria. No es un problema de las tres rondas del LIV, aunque Rahmbo reconoce que jugar cuatro rondas le beneficia. Y tampoco es un tema de ambición competitiva. “Quiero ganar tanto como quería ganar antes de pasar a LIV. Eso realmente no cambia”, dijo en su encuentro con los medios donde volvió a admitir echar de menos el PGA Tour. “Todavía amo el PGA Tour y le deseo todo lo mejor. Todavía espero que en algún momento pueda competir allí nuevamente”, respondió contundente antes de matizar que no se arrepiente de su salto al LIV Golf donde ve muchas cosas positivas
Rahm saldrá el jueves a las 10:30 hora local (16:30 hora en España) junto a Matt Fitzpatrick, el inglés ganador del US Open el año pasado y a Scott Dunlap.
El buen momento de García
Sergio García, ganador del Masters en 2017, llega a Augusta con su segundo puesto hace unos días en el LIV Golf de Miami, donde el jugador dio su mejor versión en años. A pesar de caer en el desempate, el juego largo de García recordó al que le llevó a conquistar aquí su primer major. Además, gracias al reciclaje de un putter antiguo de hace ya 25 años está cimentando una esperanzadora regularidad en los greenes. Se trata de un modelo de Scotty Cameron que Sergio usó en su famoso segundo puesto en Medinah en 1999 donde plantó cara al mismísimo Tiger Woods.
García debutará el jueves acompañado de Chris Kirk y Ryan Fox desde las 15:12 hora española.
El trio de españoles lo cerraba José María Olazábal, ganador en 1994 y 1999. En el entrenamiento con sus compatriotas pegó con el alma el drive del hoyo uno y aun así se quedó 20 metros por detrás de las maderas tres de García y Rahm. Juega otro torneo, pero la sensación es que la sola presencia durante nueve hoyos es mucho más beneficiosa de lo que incluso Olazábal podría llegar a imaginar.
La lucha de Woods
En el plano internacional Tiger Woods volvió a acaparar de nuevo las principales miradas. “Se le ve muy bien de golf”, afirman desde su entorno, pero la lucha será otra. Contra su físico, las exigentes cuestas de Augusta National y la previsión de lluvia del jueves. “¿Cuál es tu sensación acerca de lo que eres capaz de hacer esta semana?”, le preguntaba el martes uno de los periodistas. “Si todo sale bien, creo que puedo conseguir un major más. ¿Necesito extenderme más en la cuestión o estamos bien así?”, contestaba rotundo Woods.