Por su parte, Valverde, técnico del Barça durante tres años y ahora entrenador del Athletic, aseguró que “no sabía ni que existían” esos informes.
Xavi, en rueda de prensa.Enric FontcubertaEFE
El entrenador del Barcelona, Xavi Hernández, aseguró que “a nivel grupal” no ha tratado el ‘caso Negreira‘ con el vestuario, que lo está afrontando “de la mejor manera posible” y que incluso se hace alguna broma al respecto.
En la rueda de prensa previa al encuentro liguero contra el Cádiz, el técnico egarense fue preguntado por cómo están viviendo sus jugadores el caso que está investigando la Fiscalía de los pagos que el club azulgrana realizó a una empresa de José María Enríquez Negreira, vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros entre 1994 y 2018.
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“El vestuario lo está afrontando de la mejor manera posible y hasta hace alguna bromita. Nosotros tenemos que centrarnos en nuestro trabajo, que es hacerlo lo mejor posible y competir. No lo hemos tratado a nivel grupal, no se ha ni hablado”, afirmó.
Xavi insistió en otra respuesta que sus jugadores están centrados en el próximo partido. “Hoy hemos hablado del Cádiz, hemos hecho un vídeo del Cádiz, algo de balón parado del Cádiz y todo del Cádiz. Hemos hecho un aislamiento gaditano”, zanjó.
Valverde: “Ha sido una sorpresa”
Por su parte, Ernesto Valverde, entrenador del Athletic Club y técnico del Barcelona entre 2017 y 2020, aseguró que el ‘caso Negreira’ “ha sido una sorpresa” para él y confesó que “no sabía ni que existían” esos informes arbitrales.
“Ahora mismo me pilla un poco lejos y supongo que se irá aclarando con el tiempo porque todavía no tenemos todos los datos. Ha sido una sorpresa, pero hay que ser cautos para ver por dónde va todo esto”, apuntó Valverde, cuestionado sobre este asunto en la rueda de prensa previa al partido frente al Atlético de Madrid.
El técnico añadió que los informes sobre los colegiados son “algo común” para conocer las “estadísticas” de los árbitros que les van a dirigir cada partido, “lo que ha ocurrido antes con él, el ratio de victorias o si saca más tarjetas”, y que en el Athletic le llegan a su ayudante, Jon Aspiazu.
“A veces los miro o me comenta algo por encima Sendoa (Aguirre, delegado), pero en Barcelona ni los miraba y no sabía ni que existían“, zanjó.
El mexicano Saúl 'Canelo' Álvarez derrotó este sábado por decisión unánime a su compatriota Jaime Munguía para mantener sus cuatro cetros mundiales de boxeo en la división súper mediana.
Álvarez fue de menos a más para imponerse con tarjetas a favor por 117-110, 116-111 y 115-112.
El retador Munguía, invicto hasta este sábado, salió a negar los momios que lo anunciaban como posible víctima y en los tres primeros asaltos impuso condiciones con su 'jab' de zurda, que aterrizó en la anatomía del 'Canelo' con un promedio de ocho por cada asalto.
Álvarez comenzó con la guardia cerrada, pero a partir de la segunda vuelta comenzó a castigar a los brazos de Munguía.
El punto de quiebre del pleito fue el cuarto 'round'. Munguía insistió en llevar la iniciativa. En su afán de agredir, descuidó la defensa y fue derribado por un 'upper' de derecha del campeón defensor, que envió a la lona a su rival.
A partir de ahí, 'Canelo' mostró su mejor versión, con variadas combinaciones ante un oponente que bajó el ritmo, y disminuyó la potencia de sus ataques.
Munguía resurgió en el octavo asalto, combinó mejor, escapó con certeros movimientos de cintura y hizo fallar al 'Canelo', que emparejó las acciones en el noveno, parejo.
Aunque recibió dos derechas en el rostro, Munguía volvió a proponer, a pegar más en el décimo asalto. 'Canelo', con ventaja en las tarjetas apostó más a la calidad que a la cantidad de sus golpes y se encaminó a la victoria.
Después de 10 'rounds' de desgaste, los dos rivales dieron muestra de una gran preparación; en el undécimo Munguía hizo impactos con las combinaciones y no desentonó ante el favorito.
'Canelo' esperó de pie el asalto final y salió a noquear en el duodécimo asalto. No lo logró, pero conectó buenos impactos ante un Munguía que, aunque derrotado, no desentonó y por momentos puso en apuros al campeón.
Álvarez llegó a 61 victorias, 39 antes del límite, con dos empates y dos derrotas, en tanto Munguía perdió el invicto luego de 43 triunfos, 34 por nocáut.
"Esperé mi momento; Munguía es un gran boxeador, fuerte, aunque un poco lento y pude pegar a la contra. Ahora estoy en posición de hacer lo que quiera y pedir lo que quiera", dijo Álvarez, al referirse a la posibilidad de enfrentar a David Benavides, quien ha pedido que se respete su condición de retador mandatorio del Consejo Mundial de Boxeo, pero ha sido ignorado.
Hubo un tiempo no demasiado lejano en el que Felix Auger-Aliassime era un rival de cuidado, un joven de posibles con notable proyección en el circuito. De hecho, es uno de los pocos jugadores que aún conserva un balance favorable en el cara a cara con Carlos Alcaraz, a quien había vencido en tres de sus cuatro enfrentamientos, si bien el ya penúltimo de ellos cayó en manos del español, hace un año, en cuartos de final del torneo que nos ocupa, camino del título.
Hoy, el aún joven tenista canadiense, que llegó al top 6 y disputó unas semifinales del Abierto de Estados Unidos, ha caído hasta el puesto 31º después de perder mucho protagonismo. Los problemas físicos y la debilidad de un revés que no responde a su potencial detuvieron el impulso que tomó en el otoño de 2022, cuando encadenó una racha de 16 victorias y tres títulos consecutivos, en Florencia, Amberes y Basilea.
El duelo de este domingo en la tercera ronda de Indian Wells plasmó la diferencia que existe ahora entre uno y otro. Alcaraz, que busca estabilizarse tras la lesión de tobillo que le obligó a retirarse el pasado 20 de febrero en Río de Janeiro después de haber varado ante Nicolás Jarry en las semifinales de Buenos Aires, tardó poco en tomar el mando y se impuso por 6-2 y 6-3, en una hora y 18 minutos. Despegó con una primera rotura en el quinto juego, que repetiría en el séptimo para cerrar con su saque un parcial diáfano, en el que Auger-Aliassime reprodujo sus problemas de carácter casi endémico: dos dobles faltas (cinco en el global), serios problemas para competir con segundos servicios, un drama con el revés y un evidente déficit de confianza.
Nada cambió a continuación. Otro break de entrada disparó a Alcaraz hacia los octavos, donde le espera el húngaro Fabian Marozsan. Curiosamente, este gigante de 24 años le venció en el último Masters 1000 de Roma, enfrentamiento que, sin embargo, no conviene tener demasiado en cuenta dado que Alcaraz ya se había garantizado rescatar el número 1 del mundo en el Foro Itálico y administraba sus fuerzas para Roland Garros.
Tras ceder un set en el debut ante Matteo Arnaldi, Alcaraz mejoró sus prestaciones con un juego serio y fluido, que le facilitó incluso darse alguna alegría en la red y encontrar ese punto de deleite que su propio ADN tenístico demanda con dejadas marca de la casa.
Hace un mes, en ese simulacro del Tour que fue el Criterium Dauphiné tan contundentemente ganado por Tadej Pogacar, el esloveno se dejó un resquicio, una tarea pendiente, una pequeña y aparente debilidad. En la contrarreloj entre Charmes sur Rhone y Saint Péray, poco más de 17 kilómetros, perdió 28 segundos con Jonas Vingegaard (y 48 con el ganador Remco Evenepoel). «No es algo que me estrese nada. Estoy seguro de que cuando llegue el Tour de Francia no voy a perder tanto tiempo», despejó, son su suficiencia habitual. Profecía cumplida.
En tierra de calvados, en la normanda Caen donde Óscar Freire ganara a Tom Boonen al sprint en 2006, todo el ímpetu inicial de Vingegaard sufrió un zarpazo. Pogacar, casi al nivel de ese dios de la aerodinámica llamado Evenepoel, no sólo se acercó al danés, le golpeó con una desmesurada ventaja de 1:05 en los 33 kilómetros planos y soleados, sin dificultades técnicas y sin viento que influyera. Le vino a revivir los fantasmas del pasado Tour, donde también le tumbó en las dos ocasiones en que se las vieron contra el crono.
Tadej tortura sin compasión a su rival. En cualquier muro final de estos días, a la mínima ocasión de rascar una bonificación o, más duro, en el terreno donde menos se le espera. Pero el esloveno no es sólo genialidad y talento. Es también trabajo. Su mejora individual contra el reloj se explica en el pasado invierno, en su obsesión por el túnel del viento, en los detalles de su Colnago, en sus días en el velódromo valenciano Luis Puig, con la afrenta de Combloux 2023 clavada con chinchetas en su amor propio. El pasado mes de mayo, a pesar de la lluvia y el tráfico abierto, ya viajó a Normandía a inspeccionar el trazado de esta quinta etapa. Nada al azar. «En el Dauphiné acabé muy decepcionado. Miré todos los detalles que hice mal, probé material y creí en mí mismo. Tal vez Vingegaard no haya tenido su mejor día. Me sorprendió, no voy a mentir», confesó. En unas semanas, más de un minuto y medio de mejora.
Antes de imaginar el porvenir. El año pasado agarró el liderato en la cuarta etapa y ya no lo saltó. Quizá, por sus palabras, esta vez pretenda otro escenario. Porque este jueves, camino de Vire Normandie, otra 'clásica', «puede que sea un día para la escapada, que alguien se meta en ella y se haga el maillot amarillo...». El viernes, el Muro de Bretaña. Él decidirá si quiere calma o no. «Llevamos cinco etapas y todas han sido rapidísimas. El recorrido de este año es muy nervioso, y te obliga a estar atento todos los días. Estoy muy contento de haber cogido el amarillo, pero también sabemos que la carrera puede hacerse muy larga de aquí a París. A partir de ahora, nuestra prioridad será mantener la ventaja que tenemos respecto a los rivales de la general, y no necesariamente el maillot. Vamos a mantenernos lo más tranquilos posible», deslizaba el líder del UAE, que actualmente es primero en la general, en la montaña y en la regularidad.
Pogacar, con el maillot de líder del Tour.LOIC VENANCEAFP
Pero también hay detalles en sus rivales. Remco ha acreditado desde hace tiempo que no hay nadie como él en la especialidad. Pero el belga honra su maillot arcoíris y su oro olímpico. La temporada pasada, tras sus éxitos, quiso ir más allá y pidió a la marca que fabrica los cascos para Soudal Quick Step (Specialized) una mejora, concretamente en la visera. Junto con los técnicos, la ahuecó en la parte frontal y le dio mayor altura en los laterales, para que el flujo de aire penetrara por ahí. Una evolución mínima pero efectiva. «En EEUU, en Morgan Hill (California), donde los ciclistas vienen a realizar pruebas en el túnel de viento, contamos con un maniquí Remco, lo que nos permitió trabajar en esta visera durante 2024 y ofrecerle algunos prototipos cuando vino en noviembre», confesaba en L'Equipe, el ex ciclista Léo Menville, ahora técnico de Specialized.
«Necesitaba que las piernas respondieran. Creo que no podría haber ido más rápido de lo que he ido, así que nuestros planes han dado su fruto. He procurado ser muy regular en el esfuerzo, yendo un poco más fuerte en las subidas que en las bajadas. La estrategia ha sido perfecta y todo ha salido bien», explicaba Evenepoel, segundo ya de la general -tras la victoria número 21 en contrarreloj en su carrera-, en un panorama similar al de estas alturas en el pasado Tour, aunque hasta él mismo es consciente de que aún no es su tiempo en la Grande Boucle: «Algún año vendré a por la victoria en la general... pero todavía es un poco pronto».
Evenepoel y su esposa Oumi Rayane, tras la victoria en Caen.EFE
En el otro lado... Ni su director se explicaba la decepcionante tarde de Vingegaard, que un rato de antes de partir había seguido desde el coche del Visma Lease a Bike la (gran) actuación de su compañero Edoardo Affini (tercero). «Esperábamos más. Aunque esto no cambia nada, la lucha sigue mañana», pronunciaba Grischa Niermann, a la espera de poder hablar con Jonas, de intentar conocer las razones de su mala tarde, peor incluso que la de Primoz Roglic.
Aunque para penurias, las de Enric Mas. Todas las buenas señales mostradas por el balear en los primeros días fueron echadas por tierra en Caen, donde se dejó más que ninguno de los que optan al Top 10, casi tres minutos. «Tengo que analizar lo que ha fallado. He dado todo», admitía, tan lejos de sus compañeros, séptimo Iván Romeo en la primera contrarreloj de su vida en el Tour, décimo Pablo Castrillo.