El de Terrassa acumula desde que llegó al banquillo catalán: una victoria, dos empates y tres derrotas, muy lejos de las cinco victorias y una derrota con las que arrancó su predecesor, Ronald Koeman
Un año más, la Champions se ha convertido en un laberinto sin salida para Xavi. Sólo una carambola casi imposible podría permitirle al Barça avanzar hasta los octavos de final de la máxima competición europea: que el Inter no sea capaz de vencer al Viktoria Plzen, un equipo que, con cuatro derrotas, tres goles a favor y 16 en contra, es sin duda la cenicienta del grupo, ni desde luego, a un Bayern que cuenta sus partidos por victorias. La temporada pasada la historia fue parecida: los azulgrana fueron incapaces de vencer al Benfica (sólo lograron empatar 0-0 y estuvieron a punto de perder el duelo a última hora) y cayeron con estrépito ante los bávaros en el Allianz Arena (3-0).
Con los fríos números en la mano, se puede asegurar sin temor a equivocarse que Europa desnuda las carencias de un Barça que parece estar emulando esta temporada la dualidad personificada en la ficción por el doctor Jekyll y el señor Hyde. Mientras en la Liga ha logrado encaramarse al liderato con siete victorias y un empate en ocho partidos, apoyado sobre todo en una extrema solidez defensiva (sólo ha encajado un tanto), en la Champions la historia es muy diferente. Este curso, sólo ha sido capaz de ganar un encuentro, ante el poco combativo Viktoria Plzen (5-1), pero ha caído dos veces, ambas a domicilio, ante el Bayern (2-0) y el Inter (1-0) y no pudo pasar del empate en casa ante los italianos con un desquiciante 3-3. O lo que es lo mismo, ha encajado siete goles en cuatro encuentros.
Tras las visitas al Bayern y el Inter, el técnico barcelonista, queriendo o sin querer, pudo agarrarse a algunas decisiones polémicas por parte de los colegiados, en forma de dos penaltis a favor no concedidos y un gol anulado a Pedri por mano previa de Ansu Fati que, desde el punto de vista azulgrana, no fue en absoluto voluntaria. Tras el empate en casa que casi aboca a los suyos al abismo, a pesar de que recordó en varias ocasiones la pena máxima no concedida en San Siro, Xavi asumió su parte de responsabilidad, aunque algunos de sus jugadores cometieron errores muy graves en los goles del Inter. «Si falla Piqué, Busquets o Dembélé, fallo yo. No tengo ningún problema en asumirlo», aseveró un Xavi que, no obstante, sí puso más tarde el foco sobre los futbolistas, aunque fuera casi de pasada. «La sensación que tengo es que el año anterior no llegábamos y este, los partidos los tiramos nosotros», apostilló.
Sus estadísticas en general en la Champions, si sumamos los dos partidos en los que ya dirigió los destinos del Barça desde el banquillo la temporada pasada, lo convierten en el técnico con peores resultados en sus seis primeros encuentros al frente de los azulgrana en la máxima competición europea de los últimos 20 años. Suma un sólo triunfo, dos empates y tres derrotas. Ronald Koeman, su más directo predecesor, en cambio, acumuló cinco triunfos y un duelo perdido. Los mismos números que firmó también Luis Enrique. Ernesto Valverde, mientras, fue el único que no encajó ninguna derrota, aunque sumó cuatro victorias, una menos, y dos empates.
En la Europa League, mientras, Xavi acumuló dos triunfos, ambos a domicilio (ante el Nápoles por 2-4 y el Galatasaray por 1-2), tres empates (dos en casa, ante frente a los italianos y los turcos y uno en Alemania, contra el Eintracht) y cayó con estrépito precisamente contra los germanos en la vuelta de los cuartos de final de este torneo (2-3), en un duelo en el que sus rivales, arropados por casi 30.000 de sus seguidores, se sintieron como en casa.
El porcentaje de victorias, por mucho que el arranque en la Liga esté siendo muy prometedor (pese a que las últimas hayan sido por la mínima), tampoco favorece al de Terrassa. En total, suma 28 triunfos en 49 encuentros oficiales, lo que da como resultado un porcentaje del 57,14%, un registro peor que los de Koeman (58,21%), Quique Setién (60%) y Valverde (66,9%). Pero, mientras este último fue destituido por el supuesto mal juego del equipo, cuando era aún líder en la Liga y seguía vivo tanto en la Copa como en la Champions, bajo las órdenes del cántabro se perdieron todas esas competiciones, con mención especial para el sonado desastre vivido precisamente contra el Bayern (2-8), la gran bestia negra para los azulgrana en Europa.