LaLiga Santander
Real Madrid 2 – Celta de Vigo 0
Omnipresente en el juego, da la asistencia del primer gol a un gran Asensio. El Madrid queda a ocho puntos del Barça, que hoy juega en el Metropolitano
El Bernabéu se inclina hacia la izquierda. Es la exuberancia de Vinicius. Es un voto inevitable. El crecimiento del futbolista le lleva a hacer compatibles registros que parecen antagónicos: puede ser un salvaje en el regate y un asistente pausado y frío hasta en la misma acción. Asensio fue el beneficiario frente al Celta, en esta Liga que todos dicen que esta decidida. Todos menos Xavi, de nuevo, hoy, frente al sol en el Metropolitano. Después, veremos que dicen.
En Vinicius acaba la pelota como las aguas en el mar. No hay que preguntar, ni dar instrucciones. Lo ideal es encontrar alternativas para no facilitar el trabajo defensivo a los rivales, imposible, ayer, para Kevin. Cuando eso sucede, suelen sacar partido otros. Siempre hay algún futbolista que explota al lado de un grande y Vini está ya en el segmento de los mejores. La Champions ya lo ha conocido como goleador en una final, pero el choque que viene, ante el City de Haaland, tiene algo de duelo en la cima individual, con Mbappé fuera del foco.
El Madrid no se hizo preguntas e insistió por la izquierda, con Benzema siempre a su encuentro. Cuando la coge el brasileño, todos se posicionan, porque algo va a pasar. El francés no estuvo en su versión más afinada, tampoco en Stamford Bridge. Es un Benzema suficiente pero no el mejor Benzema. Sobre el estado de Vinicius, en cambio, no hay dudas. Asensio sí encontró ese lugar, sin apresurarse a buscar la primera línea de remate. Vini decidió lo mejor para el remate y en el golpeo hay pocos como el balear. Titular frente al Celta en el lugar de Rodrygo, es el francotirador perfecto para Ancelotti, que realizó hasta cinco cambios en el once con respecto a la Champions. Ni Kroos, ni Modric, ni Alaba, ni Rodrygo, ni Carvajal.
El italiano sabe que Asensio es un jugador intermitente, incluso irregular, al que le cuesta sostener la misma intensidad durante todo un partido, aunque lo hiciera contra el Celta. A pesar de ello, parece haberse corregido, camino, quizás, de una renovación. Al contrario que otras veces, el Bernabéu le premió al dejar el campo. No era para menos. Suyo fue también el centro que remató a la red Militao, poderoso en las dos áreas. En la suya, es difícil, hoy, encontrar un defensa mejor. Su ausencia contra Haaland, en la ida de las semifinales, no es una ausencia cualquiera.
El Madrid no necesitó mucho más que a su mejor futbolista para inclinar un duelo en el que el Celta apenas compareció. Esperaba el Bernabéu algo más del joven Gabri Veiga, una perla que ilusiona para el futuro, pero apenas dispuso de un disparo en el que decidió mal. No llegó con las ganas de comerse el escenario, como el maletilla que salta a la plaza. Pasó lo contrario. Sin utilizar todas las marchas bastó a los locales para dominar a un rival en el que sólo Iago Aspas estuvo cerca de la esperanza del gol, pero perdió lo mejor en un mano a mano con Courtois. Poquísimo para un equipo que tiene más. Eso, no obstante, habla del buen estado del Madrid, que aunque lucha en muchos frentes, va a exigir al Barça remar mucho hasta la orilla del título.
En un centro del campo sin los tenores Kroos y Modric, Camavinga volvió a aparecer en el lateral izquierdo, y con buen resultado. Muy sintomático. Ceballos está también en el camino de decidir su futuro, conjuntamente con el club, y pide más minutos, ahora que recobra protagonismo en la selección. Mientras los reyes de verdad en esa línea lo hagan como lo hacen en la Champions, el papel que le queda es el de paje. En sus apariciones esta temporada ha contribuido mucho al equipo. Para empezar, a sobrevivir en la Copa de la que jugará la final. La forma de lanzar con un pase a Vinicius en el primer gol es un ejemplo de lo que puede ofrecer en el desenlace de una temporada apasionante. A esa se apuntan todos.