Un Real Madrid en estado de gracia derrite al Sevilla

Un Real Madrid en estado de gracia derrite al Sevilla

3-1 en el Bernabéu

Actualizado

El equipo de Ancelotti domina a un rival con demasiados errores iniciales y resuelve los apuros tras el empate de Lamela con los goles de Lucas Vázquez y Fede Valverde (3-1).

Fede Valverde celebra el 3-1, el sábado en el Bernabéu.AP

En estado de gracia continúa el Madrid. Un estado de gracia sin antojos, brillante pero sobrio, aunque si delante le ponen un flan, lo devora. El Sevilla lo es, pese a las iras grabadas en tinta en la piel de su mesiánico entrenador. Por apetito no será, el de los jóvenes que quieren ser como Karim Benzema o Luka Modric, el de los suplentes que llegan para pasar y marcar en minutos, y el de los Modric que no quieren dejar de serlo. Es la correa de transmisión del éxito en este Madrid para el que la velocidad de crucero es la máxima velocidad. Quien no se adapta, no sobrevive. Compite hacia afuera como hacia adentro. El croata llegó de esa forma al área para abrir el marcador a los cinco minutos, en contraste con el correr cansino de su compatriota Ivan Rakitic, más joven, en el otro bando. Dos futbolistas que son dos vidas, dos equipos, dos realidades.

La del Madrid es la vida ideal, porque tiene juego, gol, dinero y estabilidad, en el club y en el campo. Ninguno de los que deben ser, en teoría, sus rivales, pueden decir lo mismo. El Sevilla quiso serlo la temporada pasada, pero las ventas de Lucas Ocampos, Diego Carlos o Jules Koundé abrieron la grieta en la nave de Lopetegui, un gran entrenador, pero no entrenador para las mareas. Jorge Sampaoli llega para recomponerlo con la pelota y el espíritu, pero de momento no está para proponer nada de eso en el Bernabéu. Pocos equipos como el Sevilla le habían hecho padecer al Madrid con duelos apretados, lastrado por sus errores y por un planteamiento que quizás sea el camino de la reconstrucción pero no la mejor manera de enfrentarse, hoy, al Madrid.

Sampaoli diseñó un equipo de buen pie, con futbolistas para tener la pelota y la intención de no entregarla. Para eso es necesario seguridad y el Sevilla tiene todavía demasiadas dudas. El Madrid las huele como los buenos depredadores. Por eso elevó la presión en busca del error. En cinco minutos, cometió tres el equipo de Julen Lopetegui. A la tercera, Vinicius sacó partido frente a Gonzalo Montiel. Progresó el brasileño por la banda, se detuvo en seco y esperó la mejor opción de pase. Era Modric, al otro extremo. Le llegó la pelota acompañada por un tiralíneas.

Una defensa zurcida

El escenario era, pues, propicio para que el Madrid se replegará y esperara, pero no dejó de buscar la presión alta porque era una mina. Fede Valverde hizo un caño a Alex Telles, a Vinicius se le fue el control tras quedarse solo ante Bono y David Alaba se quedó a centímetros del gol en una falta. Fuera en ataque estático, en robo o en carrera, siempre sacaba ventaja el Madrid sobre una defensa zurcida con Nemanja Gudelj debido a las bajas. Fue de lo mejor.

Sin la pelota, este Sevilla no tenía sentido, porque no era fuerte físicamente ni poderoso en las transiciones. Como en otros partidos, al Madrid le faltó un gol de sentencia y, después del descanso, dio un paso atrás que el equipo de Sampaoli supo aprovechar. Con Isco como falso nueve y Óliver Torres, el Sevilla se ponía en valor si se asociaban, pero también si subía el grado de intensidad. Hizo ambas cosas sin que Sampaoli cambiara una sola pieza. Algo dijo en la caseta.

El gol de la igualada llegó, de hecho, del mismo modo que lo había encajado pero con los papeles cambiados. Fue esta vez Montiel quien robó a Vinicius en la salida, avanzó y lanzó para el desmarque de Erik Lamela en el área. Cruzó el delantero para batir a Thibaut Courtois, que volvía al once tras su baja por una ciática. Al segundo lanzamiento bajo palos, después de uno de Navas a un minuto del descanso, lo batieron, aunque pocas cuentas se le pueden pedir en la acción. No estaba, en cambio, Benzema debido a unas molestias. Hay que vigilarlas, y más el francés, que espera con ansia el Mundial que las malas compañías le negaron en el pasado.

Un tambor de victoria

Carlo Ancelotti y la grada querrían que ese estado de gracia viniera acompañado de más frutos, de más goles. Algunos de los mejores tramos de juego no han ido acompañados del margen de seguridad merecido en el marcador. El duelo con el Sevilla era otro ejemplo, y un ejemplo más peligroso, por la calidad, en el pequeño partido que es el final de un partido abierto.

Sampaoli apostó por el Papu Gómez, duro en el disparo, y Ancelotti apostó por Lucas Vázquez y Marco Asensio, profundidad y gol. En la acción siguiente a su salida, un robo en los medios fue gestionado por Valverde y Rodrygo, y acabó en Asensio, finísimo en el pase largo por dentro a Vinicius. El brasileño apuró y vio llegar a Lucas, al que ofreció el gol y el estallido del Bernabéu, redoblado por el tambor del Madrid. Lo lleva Valverde, que acabó el partido cojo, y es un tambor de victoria.

kpd