El Real Madrid de las “dudas”, reconocidas hasta por Chus Mateo, de las derrotas inesperadas, del juego sin demasiada consistencia y de los apuros. También el Real Madrid de los increíbles, porque en eso no hay nadie como él, ese ADN para las remontadas o para las canastas imposibles. Gaby Deck firmó dos triples tan parecidos como insólitos, de jueves a domingo, de Kaunas al WiZink, de Llull a Llull y de triunfo en triunfo. Sobre la bocina, el argentino finiquitó a un Joventut de mérito, que plantó cara pero no pudo escapar de su crisis. [98-95: Narración y estadísticas]
Para saber más
Hubiera sido otro disparo en el pie, otra derrota en ACB para estropear todo lo anterior e impulsar más el liderato que todavía conserva Unicaja. Deck (y antes los triples de Hezonja), evitó el mal mayor desde la esquina, escondido cuando todos miraban a Llull para jugarse la última. Finiquitó al Zalgiris en Euroliga y finiquitó al Joventut -que estrenaba a Dani Miret en el banquillo después de cinco derrotas consecutivas y casi despedirse del playoff- para evitar el tercer tropiezo seguido.
“Decide partidos”, dice Mateo de Deck, que también admite las “distracciones” de su equipo, esta vez sin Campazzo, espeso y de nuevo perezoso, a merced por momentos del Joventut. Fue, otra vez, una primera parte desconcertante del Madrid. Se viene repitiendo últimamente y, por supuesto, no es buen síntoma. Apatía, descontrol, poco énfasis en defensa. La Penya, que llegaba del fin de la era Carles Duran, se encontró cómoda en el WiZink después de superar el mal trago inicial.
Cuando el joven Dani Miret impulsó sus rotaciones y el brío al juego visitante, el Madrid se quedó alarmantemente petrificado. Llegó a mandar por siete (17-10) y se fue al descanso ocho abajo y con caras largas (37-45). Nada reactivaba a los de Chus Mateo, que miraban las transiciones verdinegras como meros espectadores pasar un avión. Baloncesto andando que no desaprovechaba el Joventut, con los puntos de Tomic en la pintura y el acierto desde el perímetro.
Hubo reacción a la vuelta de vestuarios, como no podía ser de otra forma. Arreón de orgullo, de físico y de intensidad que no duró tanto. Un parcial de 16-3, liderado por Musa, en poco más de tres minutos que equilibró la tarde en el Palacio. Pero era un espejismo, porque no tardó en rehacerse la Penya, con el descaro de Andrés Feliz. Un parcial final de 10-2 dejó al Madrid con una pequeña ventaja para afrontar el acto final. Los triples de Hezonja habían sido el resquicio a su espesura.
Esas idas y venidas en el marcador iban a ser la tónica de toda la segunda parte. El ímpetu del Joventut, la inconsistencia del Madrid. Cuando apretó un poco más (y en ese tramo un triple de esos de frotarse los ojos de Llull) y pareció paladear el triunfo (88-79), con el quinto acierto de Hezonja, de nuevo regresó la Penya, también desde el perímetro, el veterano Pau Ribas, el jovenzuelo (otro más de la cantera) Ruzic, el americano Andrew Andrews (91-90, a 1:15 del final).
Hasta la misma orilla. “Hemos podido ganar”, reconoció Miret, que observó con calma la polémica, un tapón ilegal de Hezonja a Andrews que tras la revisión no lo fue. Igualó el alero desde el tiro libre, pero en la última posesión murió su equipo. Asistencia de Llull, triple de Deck. Por segundo partido consecutivo.