El Mallorca se enfrentará a la Real Sociedad en las semifinales de la Copa del Rey, mientras que el Atlético de Madrid se medirá al Athletic de Bilbao, según ha deparado el sorteo celebrado en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
Los encuentros de ida se disputarán en Palma de Mallorca y Madrid en la semana del 7 de febrero, mientras que los de vuelta se jugarán en San Sebastián y Bilbao la semana del 28 del mismo mes.
La final tendrá lugar el sábado 6 de abril en el estadio de La Cartuja, en Sevilla.
Para alcanzar las semifinales, la Real Sociedad superó al Celta en Vigo (1-2) en cuartos; el Mallorca fulminó al Girona (3-2); el Athletic tumbó al Barça de Xavi en un vibrante duelo de gigantes coperos (4-2); y el Atlético de Madrid se impuso al Sevilla (1-0).
Cuarenta años después, la gabarra del Athletic volverá a recorrer la ría de Bilbao para celebrar un título, la Copa del Rey conquistada el sábado pasado ante el Mallorca en Sevilla. Y la expectación es máxima. Se espera la presencia de un millón de personas, casi tres veces más que la población de la capital vizcaína (346.096 personas en 2023).
Desde primera hora de la mañana, la gente se ha congregado en los márgenes de la ría del Nervión: los más jóvenes celebrando con bebidas y señores de avanzada edad reservando un sitio privilegiado con sus hamacas.
Además, en los últimos días se han puesto en alquiler los balcones y terrazas con vistas a la ría por precios desde los 300 a los 1.000 euros.
Para saber más
La travesía de la gabarra comenzará a las 16.30 en el Real Club Marítimo del Abra de Las Arenas, en Getxo, pero desde 24 horas antes ya se podían ver en algunas partes del recorrido, de unos 13 kilómetros, banderas y vehículos con distintivos rojiblancos ya apostados para el acto.
Está previsto que la celebración dure más de cuatro horas. A continuación, los jugadores del Athletic visitarán el Ayuntamiento y la Diputación. En la gabarra se subirán un máximo de 60 personas y será escoltada por 160 embarcaciones y 32 traineras.
El Gobierno vasco ha anunciado que la multa por saltar a la ría será de hasta 60.000 euros, para evitar tentaciones de aficionados. Habrá tres helicópteros vigilando la celebración.
La expectación es máxima, no sólo en la ciudad, sino en toda Vizcaya. Anoche llegó al aeropuerto de Loiu un avión procedente de Lanzarote repleto de aficionados canarios del Athletic con sus camisetas rojiblancas. También se han desplazado decenas de autobuses de jóvenes hinchas desde toda la geografía española.
LaLiga EA Sports
Athletic - Atlético (2-0)
LUIS NÚÑEZ-VILLAVEIRÁN
@LNvillaveiran
Actualizado Sábado,
16
diciembre
2023
-
18:10Ver 1 comentarioLos dos hermanos, con un gran...
Cuando Julen Agirrezabala y Nico Williams nacieron, la gabarra llevaba 18 y 16 años sin pasear a un campeón por la ría de Bilbao. Nadie de su generación ha visto al Athletic alzar la Copa del Rey, cinco veces han llorado que se les escapó y ambos se conjuraron y fueron clave para levantarla 40 años después. Les costó 120 minutos probar de todas las formas posibles cómo batir a un combativo Mallorca que los llevó hasta una tanda de penaltis en la que no fallaron. La gabarra, por fin, volverá al agua el próximo jueves.
Fue Iker Muniain quien recorrió los escalones hasta el palco de La Cartuja para recoger de manos del Rey Felipe el título. A final de la larga fila de autoridades estaba Iribar, con lágrimas en los ojos. Como el mítico guardameta, el capitán navarro sabe lo que ha costado volver a ser campeones. "Una barbaridad, muchas derrotas, muchas lágrimas, muchos momentos amargos. Hoy saboreamos el lado bueno del fútbol. 40 años han pasado para coger la Copa y no soltarla jamás", aventuró.
Buscó Iker a otro veterano, De Marcos, para volver a levantar una Copa que llegó pronto a las manos de Ernesto Valverde. No rehuyó el protagonismo como tampoco se libró del manteo.Técnico siempre comedido, agarró el trofeo, caminó en solitario hacia la grada rojiblanca de La Cartuja y, sin dejar de sonreír dejó la Copa en el punto de penalti desde donde se acababan de proclamar campeones. No tiene comparación con ninguno, Sólo hay que ver cómo estaba el campo lo que significa para esta afición. Al final fue en los penaltis, porque también hemos sufrido", admitió el técnico, que miraba de reojo los lanzamientos pero se alegró de la parada de Agirrezabala. "Ha jugado partidos muy comprometidos antes de esta final, como contra el Atlético o el Barça", destacó Valverde.
No será la que se vio en el césped su única celebración, que tendrá que planear. "Me había negado a pensar cómo celebrarlo y ahora tendré que hacerlo. Cuando estaba en Grecia, después de una final aparecíamos en un bar perdido para comer un gyros (un sandwich con pan de pita) y beber cerveza. Algo así haremos", confesó el entrenador mientras la fiesta seguía en el césped.
Una valla cedió
Celebró el Athletic con su afición tan de cerca que una valla del fondo cedió ante la eufórica cercanía de los jugadores sin que se lamentaran daños y al unísono con su plantilla de campeones abrazada en el área entonaron el Txoria Txoi antes de que Asier Villalibre sacara su mítica trompeta y Unai Simón y Yuri se pasaran un ratito cortando la red donde acabaron los cuatro penaltis pateados por el Athletic.
No llegó a patear Nico Williams, que fue el peligro, el mejor jugador del partido, el talento al que se agarraron los rojiblancos. «No puedo esperar más a subir a la gabarra. Llevamos mucho tiempo persiguiendo esto, desde el parque hasta este estadio. El año pasado fallé dos ocasiones en las semifinales y ahora esto es un sueño. Por mi familia, mi hermano, De Marcos, estoy feliz de haberlo logrado en el club de mi vida».
Ese sueño lo cumplirá el próximo jueves y tendrá un protagonismo especial: "Siempre he sido el hermano de, pero ahora me estoy haciendo mi nombre".
Lo mismo sentía Julen Agirrezabala, otro veinteañero a quien le han contado la historia de cuando fueron los mejores. En este partido fue creciendo hasta atajar las ocasiones del Mallorca, que no fueron muchas pero algunas muy claras, y el penalti de Morlanes que hundió a los de Aguirre con una suerte que muchas veces les salió de cara. Esta vez Dominik Greif no pudo ser el héroe ni llevarse una Copa de regalo de cumpleaños que borrara tres años de calvario de lesiones.
Lo tuvo cerca el Mallorca. Aguirre reconoció más a su equipo que Valverde durante muchos minutos. La Cartuja era rojiblanca y rujía en euskera, pero sus futbolistas estuvieron atenazados por la responsabilidad en toda la primera parte. Les costaba hacer correr a los Williams, que lo peleaban con más corazón que cabeza. Iñaki contra Copete y Lato mientras Nico lograba quebrar a Gio González y Valjent pero no encontraba la portería de Greif.
De la ansiedad se pasó al temblor con el gol de Dani Rodríguez. «Como si jugaras en la plaza» le había dicho al gallego su mujer y por eso no dudó en rematar una pelota escupida por Prados que le ofreció Gio González para que se convirtiera en héroe. Ni Muriqi ni Larin ni Abdón. Aquel chico criado en el Deportivo que en el que llegó del Albacete en el verano de 2018 para jugar en Segunda acercaba al Mallorca a la segunda Copa. Eso pensaba en el palco bufanda al cuello, Rafa Nadal y su entrenador Carlos Moyà. Unas filas más abajo sufría Iríbar viendo a su Athletic tambalearse y a Nico, en un mano a mano escorado contra Greif, estrellar el empate en el exterior de la red antes de que le anularan un tanto por fuera de juego.
En el vestuario, Valverde les leyó todo lo que había apuntado en su libreta y hubo un despertar. Si Larin pudo hacer el segundo, nada evitó que su rival se quedara el balón y que el pequeño de los Williams se echara el escudo a la espalda. Se escapó por la banda izquierda, perdió la pelota ante Gio, peleó la recuperación con Samu Costa y asistió a Oihan Sancet para que batiera la meta mallorquinista. Este regalo le convierte en el tercer jugador más goles ofrece a sus compañeros de toda Europa.
Todo empezaba de nuevo aunque, esta vez con un Athletic que se sacudió la tensión para mandar con descaro, jugar y crear ocasiones, pero sin poder evitar la prórroga que puso nerviosos a todos. Pudo cerrar el partido otra vez Nico, pero los 40 años de sequía acabaron de penalti, un castigo que el Mallorca recuerda que ya sufrió en 1998 en su primera final en Mestalla. Al partido le puso fin el largo abrazo de Valverde y Aguirre.