Extracto del libro ‘Gracias, el legado de Rafael Nadal’ (Ediciones B, 2023) de Sebastián Fest
- Alguien me dijo una vez lo siguiente: «Nunca nadie jugó al tenis como Nadal y nunca nadie volverá a jugar así. Es más, no debería hacerlo, porque no se puede jugar así».
- No sé a qué se refiere.
- El drive de Nadal es muy especial…
- No, no es cierto. Cuando entrena, Rafael le pega muy bien. Lo que sucede es que cuando juega se asusta y tiende a irse para arriba porque sabe que así él da un pelín de giro más a la pelota. Y tampoco nadie, nunca, pegó el drive como Steffi Graf, que le pegaba siempre tarde, y sin embargo ganó no sé cuántos Grand Slam. Todo el mundo tiene una forma de pegar a la pelota, hay mucha gente que le pega de manera complicada y más o menos lo hace bien.
El «cuando juega se asusta» es, probablemente, de las afirmaciones más disruptivas que haya hecho Toni Nadal acerca del tenis de su sobrino. Nadal asustado parece un oxímoron tenístico, pero el tío y exentrenador tiene razones para afirmarlo. Tiene razones, pero eso no le quita un ápice de impacto a lo que dice. ¿Quiere entonces decir que Nadal jugó asustado buena parte de su carrera?
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Toni Nadal desbloquea su teléfono móvil y busca entre sus mensajes de WhatsApp un vídeo. En él se pueden ver puntos de la final del challenger de Aix-en-Provence 2003, que enfrentó a Nadal con el argentino Mariano Puerta.
«Es que tú coges un hábito, y cuando coges el hábito… Esto se lo enseño muchas veces a los chicos de aquí de la academia. ¿Has visto dónde acababa el drive? Y el saque lo hacía mejor… Dieciséis años. Con dieciséis años lo pegaba bastante bien».
Aquella final en el challenger francés la ganó Puerta por 3-6, 7-6 (8-6) y 6-4, el único triunfo del argentino sobre Nadal, aunque no cuente para el cara a cara oficial de la ATP, que muestra un 4-0 a favor de Nadal. Entre esos partidos, la final de Roland Garros 2005, el
primer gran éxito de Rafa.
Cuanto más habla Toni Nadal, más asombroso es lo que dice. El «con dieciséis años lo pegaba bastante bien» suena a que luego le pegó peor al drive, su arma más poderosa, precisamente ese golpe que enloqueció al tenis, porque era lo nunca visto. Y sí, eso es lo que dice. «Rafael entra muy pronto en el circuito…», desliza como justificación.
Traducido: Rafael Nadal era muy joven y optó por algo conservador por miedo a perder. El sobrino pragmático se impuso al tío y entrenador lírico.
- Aquella primera final de Roland Garros, la que Nadal le ganó a Puerta, ¿la ganó jugando mucho más atrás que la de Aix-en-Provence?
- Sí, sí…
- ¿Porque sintió la responsabilidad?
- Es que si ves todo el partido del challenger francés, verás a Rafael pegándole bien. Todo el partido. Porque yo era un exagerado de pegarle muy bien a la pelota, haciendo el movimiento completo, por una cuestión de estética y de sentido común y de lógica. ¡Si yo tiro hacia allí, el brazo va hacia allí!
- ¡Pero su marca registrada es otra!
- ¡Claro, claro! Es otra porque después empieza a jugar con gente mayor ya asiduamente y… ¡joder! Empieza a pegarle un pelín tarde. Y empieza a levantar la pelota con más giro, para darse más tiempo… ¡y gana! Y como le va muy bien, sigue. Y como le va muy bien, yo no le digo nada. Le digo: «No, no, sigue, sigue».
- Tu objetivo de que Nadal le pegara a la bola haciendo el movimiento completo, con esa elegancia, ¿era entonces un error?
- Bueno, no lo sé, así le fue bien y esa es la realidad. Tú ves al Nadal de dieciséis años y dices: «Joder, este tío cómo le pega, buscando el drive, yendo a buscarla adelante, jugando encima de la línea»
- ¿Estamos de acuerdo en que ese tipo de juego más conservador que adoptó le generó más desgaste?
- Sí, claro.
- Y que entonces eso afectó a su físico.
- Es que no lo sé. No lo sé.
- ¿No sería lógico pensar que sí?
- David Ferrer hizo mucho desgaste y su físico no estuvo afectado.
- Le pegaba más plano que tu sobrino David Ferrer…
- Es que el problema físico de Rafael le viene del problema del pie, que es de toda la vida.
La conversación había entrado en un callejón sin salida. Si el estilo de jugar cuatro metros detrás de la línea de fondo, que es el que Nadal desarrolló en los primeros años de su carrera, le generó más desgaste, entonces claramente afectó a su físico. En todo caso, la lesión en el pie no fue la causa, sino la consecuencia. Lo lógico sería pensar que el problema físico no vino por el problema en el pie, sino que el problema en el pie llegó a partir del problema físico en toda su dimensión: la de un joven que le exigió a su cuerpo lo que ninguno de sus rivales le pidió quizá nunca, y que fue exitoso con esa apuesta, aunque cinco años los pasara en el dique seco.
La situación había llegado a un límite difícil de imaginar en junio de 2022. En el teléfono móvil de Feliciano López y otros jugadores aterrizó una foto: la del pie de Nadal.
La reacción fue de incredulidad lindante con el espanto. ¿Cómo puede Rafael Nadal jugar (¡y ganar!) en esas condiciones? Era una foto del pie izquierdo, de ese pie afectado por el síndrome de Müller-Weiss, que lleva a que el hueso vaya perdiendo vida. Es una necrosis del hueso, el hueso muere. A los que vieron la foto les asustó el estado del empeine.