Sevilla-Betis, Betis-Sevilla, el morbo y la polémica siempre envuelven los partidos entre ambos equipos. Este domingo, 20 después de aquella penosa imagen de un aficionado agrediendo a un guardia de seguridad, nuevo capítulo.
Partido de ida de octavos final de la pasada Copa del Rey. El bético Nabil Fekir había marcado un gol olímpico que igualaba el choque sevillano justo antes del descanso. De repente, el bochorno. Desde el Gol Sur del Benito Villamarín un aficionado lanzó el palo de una bandera, que impactó en la cabeza del sevillista Joan Jordán. El árbitro De Burgos Bengoetxea mandó a los equipos al vestuario. Los futbolistas del Betis prefirieron seguir sobre el césped. La afición local siguió cantando e increpando a la zona desde donde había volado la barra. El colegiado suspendió el partido.
La Brigada de Información de la Policía Nacional detuvo a las pocas ahora a un joven al que se le imputaron delitos de desorden público y lesiones por lo sucedido, pero un juzgado de Instrucción de Sevilla archivó la causa. El autor del lanzamiento no había podido ser identificado a través de las imágenes aportadas por la Policía. La decisión judicial no fue recurrida. El Betis se llevó la eliminatoria y ganó el título. El suceso enturbió la relación entre aficiones y directivas. Acusaciones de teatralidad y burlas sobre lo sucedido.
Aquel oprobio trajo al recuerdo otros casos en los que el derbi sevillano dejó de ser un partido de fútbol y se convirtió en un espectáculo deshonroso. En el 2007, también en una eliminatoria de Copa del Rey, la violencia apareció por el lanzamiento de una botella de plástico llena de líquido que golpeó la nuca de Juande Ramos. El técnico sevillista se desplomó sobre el césped inconsciente. Tras ser atendido en el campo por los equipos médicos de ambos clubes, fue trasladado a la clínica Sagrado Corazón, donde le diagnosticaron «traumatismo craneoencefálico leve».
“Patadas y puñetazos de todos lados”
Pero ningún episodio tan mediático y deplorable como el de aquella noche de octubre de 2002 en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Quinta jornada de Liga. Se había trazado un plan de seguridad con el que las directivas de ambos clubes pretendían controlar los desmanes de los más radicales. A falta de media hora para que comenzase el partido, un grupo de jóvenes, muchos de ellos menores, saltaron al campo y dieron una paliza a un vigilante de la seguridad privada del estadio, Antonio Orrego. ‘
“Me empezaron a escupir y fui para allá para tranquilizar los ánimos, sin medir el peligro porque no parecía que fuera a ocurrir nada porque no pasaba nada grave, pero no fue así” , declaró al día siguiente, con la nariz rota y varias fisuras en las costillas. ”El caso es que cuando me acerqué se tiraron varios a donde yo estaba y recibí patadas y puñetazos de todos lados. No me pude ir porque cuando lo intentaba vi que algunos me cerraban el paso y yo decidí ir al frente y me topé con el chaval de la muleta. No entiendo cómo estos niños pueden tener esa agresividad tan descomunal. No lo entiendo, de verdad”, concluyó.
”El chaval de la muleta” era Bayron Castro. Un amigo había entrado apoyado sobre ella para ver si en los tornos, por pena, le dejaban entrar. Bayron la usó como un arma contra el trabajador de Prosegur. Las imágenes abrieron todos los informativos y agigantaron la mala fama de un derbi disputado, pero que suele discurrir dentro de la normalidad. Bayron fue condenado en enero de 2003, cuatro meses después del partido, por un juzgado de Menores a ocho meses de régimen cerrado en un centro de internamiento de Almería. Su nombre volvió a salir en los medios siete años más tarde.
En 2009, Bayron disfrutaba de las barbacoas del Carranza en la playa de Cádiz. Eran las tres de la mañana. En un momento de confidencias con un amigo íntimo, le dijo: «Yo te quiero a ti como a un hermano y lo que te pase a ti que me pase a mí». O eso aseguró entonces a ABC una testigo de lo sucedido. Acto seguido, el joven se clavó en el pecho una navaja de hoja corta. Bayron hizo como si nada, pero comenzó a sangrar con profusión hasta que perdió el conocimiento. Los trabajadores del servicio sanitario lo encontraron en parada cardiorrespiratoria y sin pulso, muriendo a la mañana siguiente en el Hospital Puerta del Mar.
Este domingo (21.00 horas), en el Benito Villamarín, se volverán a encontrar blanquirrojos y verdiblancos. En descenso los visitantes, en puestos Champions los anfitriones.