El desenlace del Mundial de 2015, el día que MotoGP explotó: “Recibí una decena de amenazas de muerte”

El desenlace del Mundial de 2015, el día que MotoGP explotó: "Recibí una decena de amenazas de muerte"

Cuesta recordar que dos humoristas italianos se presentaron en casa de Marc Márquez en Cervera, le intentaron entregar un pene enorme y todo acabó en trifulca, con el padre del piloto encendidísimo. Por los suelos, una cámara del Caiga quien caiga ‘azzurro’ y, en la grabación, la confesión irónica de Julià Márquez: “Se me ha caído sin querer”.

Cuesta recordar que coches de media Italia, así como la portada de medios como Tuttosport, se tatuaron el lema IostoconVale -Yo estoy con Vale- y que se alcanzó la hermandad norte-sur del país con una sútil pancarta en el campo del Nápoles: “Valentino, a Valencia sin reglas. Tibia y peroné”.

Cuesta recordar que un periódico transalpino, La Repubblica, publicó que Jorge Lorenzo y Marc Márquez se habían reunido en Andorra para esbozar un plan conjunto por el Mundial y que ese contubernio llegó a oídos de Valentino Rossi gracias a un piloto italiano residente en el Principado.

8 de noviembre de 2015. 08.00 horas. Circuito de Cheste. Jorge Lorenzo se levantó en su caravana y, ya a esa hora, aún saliendo el sol, empezó a sonar un cántico que le acompañaría todo el día, hasta el anochecer. “¡Vale, Vale, Vale!”. “Era increíble. Estábamos mentalizados, sabíamos que habría un ambiente hostil aunque estuviéramos en España, pero no esperábamos que los tifosi estuvieran tan coordinados. Había ruido, cánticos, incluso insultos, todo el rato”, rememora Marc Rovira, que entonces era el preparador físico de Lorenzo y su chofer por el paddock.

“No estábamos tranquilos”

Aunque sólo recorrían 20 o 30 metros, los que iban de la caravana al motorhome y al garaje, dos guardias de seguridad de la empresa LPM les acompañaban siempre de muy cerca. “Recuerdo que fui a buscar el desayuno y ya estaban allí. Los días previos incluso yo recibí una decena de amenazas de muerte en mis redes sociales. Imagina Jorge. Luego mirabas el perfil de quienes amenazaban y eran niños, pero no estábamos tranquilos”, asegura Rovira.

Este domingo (14.00 horas, DAZN) el Mundial de MotoGP vuelve a decidirse en la última carrera, con Pecco Bagnaia y Fabio Quartararo como aspirantes, y la memoria viaja al final de todos los finales, la carrera en la que ocurrió de todo. La carrera del siglo, la llamaron; merecía más. Entonces Lorenzo y Rossi, compañeros en Yamaha, se jugaban el título con siete puntos de ventaja para el italiano y un incendio que lo quemaba todo a su alrededor. En la cita anterior, en Sepang, Rossi había derribado de una patada a Marc Márquez, acusado de favorecer a Lorenzo, y la acción le costó una sanción. Si ganaba o quedaba segundo en Valencia, el italiano sería campeón, pero tenía que empezar desde la última posición.

En los días previos lo parecía, pero afortunadamente el motociclismo no es el fútbol.

Gonzalo Gobert, director del circuito de Cheste

“Aquel día podíamos haber llenado dos o tres Chestes. Las solicitudes de entradas, de pases VIP y de acreditaciones fueron lo nunca visto. Fue apoteósico. Había mucha tensión. Se reforzó muchísimo la seguridad, tanto dentro del circuito como fuera, con especialistas de antiterrorismo, de la secreta, con agentes de la Guardia Civil de paisano… había incluso un plan para dispersar al público por Valencia. ¿Y qué pasó? Pues nada. Tranquilidad absoluta. En los días previos lo parecía, pero afortunadamente el motociclismo no es el fútbol”, rememora Gonzalo Gobert, director del circuito de Cheste, con cifras de récord en la mano. Entonces en las gradas hubo 110.130 aficionados; en el paddock, más de 10.000 acreditados; y en las casas, casi seis millones de espectadores. Nunca una carrera de motos tuvo tanto seguimiento en España. La anterior plusmarca, de 1999, cuando Álex Crivillé se proclamó campeón de 500cc, apenas superó los cinco millones.

Tantísima expectación no derivó en violencia, por fortuna, pero la incertidumbre dominó la jornada. En los días previos, la organización del Mundial de MotoGP, a manos de Dorna, quiso calmar los ánimos, se reunió con Rossi, Lorenzo y Márquez, impuso el silencio de los tres, pero no sirvió para mucho. Tampoco ayudó que el entonces director general de la empresa, Javier Alonso, negara la patada de Rossi. Tampoco ayudó que, entre otras cosas, se permitiera a unos rossistas pasearse por el paddock con una pancarta enorme en la que Lorenzo le daba el biberón a Márquez. Sólo el sonido de los motores pudo tapar el ruido.

8 de noviembre de 2015. 14.00 horas. Circuito de Cheste. Los semáforos se apagaron y muchos pilotos desaparecieron. En un ejercicio nunca visto, los afines a Rossi [Danilo Petrucci,Stefan Bradl…] se apartaron y, con la única oposición de Aleix Espargaró, Il Dottore se plantó en el cuarto puesto desde el fondo de la parrilla. Si Lorenzo caía al tercer puesto, Rossi sería campeón. Pero el español estaba en trance. Ni Marc Márquez ni Dani Pedrosa, segundo y tercero, le alcanzaban. “Desde las primeras vueltas, desde la lucha por la pole del sábado, Jorge se concentró muchísimo para quitarse problemas de encima. Estuvo muy fuerte. Con todas las cosas extrañas que pasaron, tuvo mérito”, analiza Pedrosa, cuarto de aquel Mundial y el mejor en el tramo final, con victorias en Motegi y Sepang. Años atrás, en 2006, el tres veces subcampeón de MotoGP también había vivido un nerviosismo parecido por el campeonato que se llevó su compañero Nicky Hayden. También fue en Valencia y también perdió Rossi. Pero entonces la reacción del italiano fue otra.

Al quedarse sin título, el italiano organizó una rueda de prensa en la que atacó a Márquez y Lorenzo durante casi una hora. Como resumen, cinco frases. La primera: “Marc decidió que yo no ganaría el Mundial y lo ha conseguido”. La segunda: “¿Por qué? Siempre ha dicho que yo era su ídolo de infancia y quería superarme”. La tercera: “Desde aquella carrera ha hecho de guardaespaldas de Jorge de forma evidente”. La cuarta: “Jorge podía haber estado calladito y aprovechar la situación. Pero ha tenido que hablar. O es estúpido o los dos estaban de acuerdo”. Y la quinta: “Éste no ha sido un campeonato merecido”. Antes de la conferencia, Lorenzo celebraba en el podio de Cheste entre los silbidos de los aficionados y, durante la misma, el español se encerraba en su garaje con sus mecánicos en la fiesta más triste que se recuerda. Yamaha, que había apelado la sanción de Rossi, canceló todos los actos. Ganó Lorenzo, perdió su equipo.

La triste fiesta en Yamaha

“En Yamaha siempre hubo dos partes: la parte japonesa, que estaba satisfecha con la victoria de Jorge, y la parte italiana, que no lo estaba, que quería que ganase Valentino. Los responsables de marketing y de prensa, por ejemplo, eran italianos, por eso se suspendió la celebración programada. No fue una fiesta normal y todos acabamos el día con una sensación realmente rara”, reconoce Ramón Forcada, el jefe de mecánicos de Lorenzo, que aquella temporada tuvo que aguantar, entre otras cosas, el famoso muro en el interior del garaje de Yamaha. Después de aquello, Lorenzo se marchó del conjunto, Rossi vivió seis temporadas de ocaso, Márquez ganó cuatro títulos consecutivos y todo, todo, todo se fue apagando.

Cuesta recordar que el Mundial de MotoGP levantase tantas pasiones, que tantos aficionados estuvieran pendientes. Después de aquella explosión, hoy se decide otro campeonato en Cheste en un ambiente completamente distinto.

kpd