GP de EEUU
El canadiense, fuera de la Q1 en las siete últimas carreras, protagoniza el único abandono de la ‘sprint race’ en Austin, donde Aston Martin podría salir hoy desde el ‘pit-lane’.
A dos vueltas para el final de la sprint race en Austin, Lance Stroll envió un lacónico mensaje a través de la radio de Aston Martin: “Necesito entrar en boxes. Sin frenos”. Sólo un minuto antes, el canadiense había cedido la posición ante Daniel Ricciardo y Fernando Alonso, dado que tampoco había logrado conservar su neumático medio. “Te está dejando pasar, porque sus gomas están muertas”, advirtieron al asturiano, que nada más cruzar la meta, en decimotercera posición, preguntó por el orden de llegada y por la situación de su compañero. Una vez más, Stroll se marchaba de vacío.
El declive de Aston Martin en la segunda mitad de Mundial ha dejado aún más en evidencia a Stroll, eliminado en la Q1, sin excepción, durante las siete últimas carreras. Ni siquiera este sábado, cuando Alonso perdió tres posiciones en la primera vuelta, pudo Lance acabar por delante del bicampeón. Sin agarre, luchando para mantener en pista el AMR-23, los pilotos de Aston Martin vivieron un nuevo calvario. Sus prestaciones, por debajo incluso de AlphaTauri, hablaban muy mal del paquete de mejoras aerodinámicas que han estrenado en Texas. Por si no bastase, Stroll estampó su firma para el único abandono de la sprint race.
Y eso que en el primer giro había mostrado una llamativa agresividad ante Alonso, a quien desafió en la horquilla de la curva 11. Tras un kilómetro de recta, el ovetense se vio empujado por su compañero hacia la escapatoria de asfalto de la curva 12. La situación continuaría estable hasta la citada vuelta 17, cuando Stroll lanzó su llamada de socorro. Una reedición de lo vivido durante la única sesión libre del fin de semana, cuando únicamente aguantó cinco giros por el sobrecalentamiento de sus frenos delanteros.
A base de monosílabos
Una situación demasiado precaria que compromete en extremo las opciones de alcanzar hoy la bandera a cuadros. A estas alturas parece más que evidente que Aston Martin no ha acertado con los reglajes de sus monoplazas, así que en las próximas horas podrían cambiarlos, rompiendo los precintos reglamentarios del parc fermé. En caso de privilegiar la refrigeración, las prestaciones del AMR-23 decaerían aún más. “Lo llevo pensando desde ayer. Es mejor aprender algo del coche con un nuevo set up que rodar 56 vueltas sólo por darlas”, avanzó Alonso. Las explicaciones de Stroll, una vez más, resultaron bastante más confusas. “Nos reagruparemos esta noche -con la ventaja de haber rodado un poco más- y nos prepararemos para salir de nuevo mañana”, avanzó. Al menos esta vez sí salió de los monosílabos.
Porque durante la rueda de prensa del viernes, la pregunta fue formulada con tanta asertividad como educación. “Obviamente, la última carrera fue bastante frustrante para ti, porque la FIA te echó la bronca. Me preguntaba si has arreglado las cosas con la persona a quien empujaste en la parte trasera del garaje en Qatar, porque vimos las imágenes por la televisión. Sólo me preguntaba: ¿Has arreglado esa relación? ¿Sigues disfrutando de la F1?” En la sala de prensa del Circuito de las Américas, repantingado a la izquierda de Carlos Sainz, con la misma desidia de los dos últimos meses, Stroll respondió del modo más escueto posible: “Sí y sí”.
La persona a la que se refería el periodista del diario The Sun era Henry Howe, el entrenador personal de Stroll, a quien se quitó de encima de forma airada justo después de otra frustrante jornada. El canadiense, que ya había arrojado su volante delante de las cámaras, aún debió sentirse afortunado ante la benevolencia de la FIA, que se limitió a amonestarle por escrito. Hace cinco años, durante un episodio similar ante Esteban Ocon en Interlagos, Max Verstappen fue castigado con dos días de servicio a la comunidad.
En cualquier caso, lo sucedido sobre el asfalto hace dos semanas en Losail, cuando su crono quedó a 1,1 segundos de Alonso, se ha reeditado en el Circuito de las Américas. Desde aquel sábado lluvioso de Spa, a finales de julio, su cúmulo de desgracias sólo es comparable al de Logan Sargeant, el peor piloto del Mundial. En Monza, donde el viernes fue sustituido por Felipe Drugovich, Stroll marcó el tiempo más lento y partió último; en Singapur sufrió un fuerte accidente al final de la Q1 que ni siquiera le iba a permitir tomar la salida; en Suzuka, un par décimas le dejaron fuera de la Q2, antes de que otro problema en el alerón forzase su retirada cuando sólo había completado 20 vueltas. Y hoy partirá penúltimo en Austin, sólo por delante de Sargeant, cuyo futuro en Williams se ha torcido sin remedio.
La situación de Stroll en la escudería de Silverstone, no obstante, se antoja diferente. Al menos, mientras su padre Lawrence mantenga su intrépida aventura como propietario. “En el inicio de temporada, Lance hizo un trabajo heroico para recuperarse de sus dos muñecas rotas y desde entonces ha tenido mucha mala suerte”, aseguró el magnate, cuya fortuna ronda los 3.000 millones de euros, antes de viajar a Texas. Aquel accidente de bicicleta, obviamente iba a dificultar la adaptación de Lance al AMR-23, con el que sólo ha sumado 47 puntos en 17 carreras (146 menos que Alonso). “Tuvo nueve abandonos por averías en el motor”, abundó el progenitor, completamente ajeno a los datos oficiales, que registran una sola rotura en la unidad de potencia, allá por marzo, en el GP de Arabia Saudí.
A comienzos de septiembre, Mike Krack, team principal de Aston Martin, también tuvo que salir al paso cuando le insistieron por la incapacidad de Stroll para seguir el ritmo de Alonso: “No hay una gran diferencia de rendimiento, sino de puntos”. Aquel análisis choca con la contundencia de la estadística, ya que Stroll acumula 56 centésimas de déficit ante el asturiano en las sesiones de clasificación. Y en las 13 carreras que ambos terminaron, su promedio estuvo en 4,7 posiciones por detrás en la meta. Hace dos semanas, en una de las contadas ocasiones en que salió de los monosílabos, él mismo debió admitirlo: “Fernando tiene un estilo especial de pilotaje. Ahora, el coche tiene muchas limitaciones y él puede sortearlas mejor”.