Fabio Capello (1946) pasea por el hotel Palace de Madrid como si fuera su casa. Los empleados le saludan, él ejerce de guía por sus pasillos y el agua con gas le espera en la mesa de la sala Matahari (yo no elijo los nombres) antes de que se siente a charlar con EL MUNDO. La leyenda italiana está en la ciudad como embajador de los premios Laureus, cuya gala se celebrará el 21 de abril en el Palacio de Cibeles con gran presencia española entre los nominados (selección masculina de fútbol, Real Madrid, Aitana Bonmatí, Lamine Yamal, Carlos Alcaraz…).
El ex entrenador de Milan y Real Madrid, entre otros, cita a Nelson Mandela para explicar su vinculación con los Laureus (“Como él, creo firmemente que el deporte tiene el poder de cambiar el mundo”) y demuestra su amor polideportivo comentando el último partido de voleibol que ha visto y recordando sus tiempos como fotógrafo submarino “cuando era joven, ya no tengo ni fuerzas ni tiempo”, explica, casi resignado. Desde su retirada de los banquillos, en 2018, es comentarista estrella de la tele italiana y da charlas a empresas. “Me llaman de todos sitios”, refunfuña con media sonrisa.
- Siendo un hombre culto y con fama de bon vivant, ¿no le apetecía desengancharse del fútbol y dedicar su jubilación a cualquier otra cosa?
- El problema es que el fútbol me viene natural aunque no quiera. Intento hacer cosas diferentes. Viajar, estar con gente, leer mucha Historia… Antes sólo tenía tiempo en verano para disfrutar de todo esto y ahora tengo algo más, pero tampoco mucho. Al final, eres lo que eres y yo soy un futbolista y un entrenador. No puedo evitarlo.
- Un entrenador que, tras recoger el testigo de Sacchi y ganar la Champions con el Milan, dirigió al Real Madrid dos veces y en ambas ocasiones ganó la Liga (96-97 y 06-07) y duró sólo un año. ¿Cómo se explica esto?
- Cada una fue diferente. La primera vez, ganamos el título y me llamó Berlusconi para pedirme que volviera a Milán. Se lo debía por la oportunidad y la confianza que me había dado al principio de mi carrera como entrenador. Por eso regresé. Se lo expliqué al presidente, Lorenzo Sanz, me entendió y así empaté las cosas con Berlusconi. La segunda vez, volví a ganar la Liga pero el club se había precipitado. En un momento de muchas dificultades que pasamos a mitad de temporada, ficharon ya a otro entrenador para el año siguiente (Bernd Schuster) y aunque luego remontamos y fuimos campeones, me echaron. La verdad es que no tenía buena relación con el presi, Ramón Calderón, y fue bastante bonito ganar esa Liga y demostrar que no sabía mucho de fútbol. El Madrid llevaba tres años sin ganar un título y decide despedir al que les da la Liga…
- El trasfondo ambas veces fue que usted era un técnico defensivo y estricto en un estadio que pedía fútbol de ataque y unos vestuarios llenos de estrellas con una actitud, digamos, laxa.
- Hay mucho tópico con eso de los estilos. Yo jugaba para ganar. Punto. Y ganaba. La cosa más importante para mí, la primera palabra que siempre salía de mi boca al llegar a un vestuario, no era defensa ni ataque, era respeto. El respeto por encima de todo. Todos tenemos problemas, todos podemos quejarnos, pero el respeto hacia la gente que trabaja en el club, hacia el staff y hacia el compañero es la base de todo. No quería retrasos, no quería malos gestos, no quería sobrepeso. A partir de ahí, para mí sólo existen el campo y el entrenamiento. Me da igual tu nombre. Este estilo lo cogí de Helenio Herrera, que siempre decía que se juega como se entrena. Pero a partir de ahí, cuando se duchaban y se iban a casa, cada uno era libre de hacer la vida que quisiera.
- Su primer Madrid era el de la Quinta del Ferrari. Mijatovic y Suker nunca han ocultado que les gustaba salir con frecuencia.
- Sí, pero luego entrenaban muy bien. Mi primera pelea con ellos fue porque les quité la botella de vino de las comidas. Protestaron, negociamos y me pidieron por favor que al menos les dejara tomar una caña antes de cenar. A eso les dije que sí [risas]. Pero la más gorda fue cuando vino un directivo y me dio el nombre de tres jugadores que habían salido por la noche.
- ¿Quiénes?
- No te lo voy a decir y te explico por qué. Estábamos en un momento clave, recuperando puntos al Barça y me cogí un gran cabreo. Al día siguiente reúno a todo el equipo antes del entrenamiento y empiezo a echarles la bronca: “Aquí hay jugadores que no son deportistas serios, os gusta demasiado la noche, os da igual ganar y esto no puede ser porque es una falta de respeto al resto. Tú, tú y tú no podéis seguir con nosotros”. Y en esas sale Fernando Hierro y dice: “Míster, déjelo, estuvimos todos”. Me mató, sólo le pude decir: “Serás hijo de puta”. Y a entrenar como si nada hubiera pasado [risas].
- ¿Es cierto que Raúl se quejó de que Mijatovic y Suker no le pasaban?
- No sólo es cierto que se quejó, es cierto que no se la daban. Al principio le dije que eso era una tontería, pero después de cuatro o cinco partidos fijándome vi que era descarado. Llamé a Pedja y Davor y me lo negaron todo, pero les puse el vídeo: “Venid para acá. Mira, mira, mira, mira, mira, mira. Todos esos pases claro no se los habéis dado”. “No le hemos visto”, me decían. ¿Ninguna? Les exigí que no volviera a pasar y a los tres partidos ya estaban otra vez igual. Esta vez ya me puse serio y les dije que si pasaba una sola vez más, uno de los dos se iba al banquillo. Sólo así pararon.
El ex entrenador italiano, en el hotel Palace de Madrid.
- Ese verano vuelve al Milan y el Madrid gana la Séptima la temporada siguiente. ¿No le dio rabia?
- No, porque hice lo que debía, pero parte de esa Champions es mérito mío porque ese Madrid llevaba tres años sin ganar nada cuando yo llegué y construimos un equipo nuevo y campeón con chavales, como Víctor [Sánchez del Amo] o Álvaro [Benito], hasta su lesión, y buenos fichajes. Porque no era un Madrid con tanto dinero como ahora y teníamos que acertar mucho. El fichaje que lo cambia todo es el de Roberto Carlos al Inter, que todavía no entiendo cómo pasó.
- ¿Por qué?
- Acababa de fichar por el Madrid, aún estaba en Milán, me llama un representante y me dice: “Fabio, el Inter vende a Roberto Carlos”. Respondí: “No es verdad, nadie es tan tonto”. Y me insiste: “Te lo prometo y cuesta 500 millones de pesetas”. Yo no me lo podía creer, es que ni siquiera era caro. Le dije que sólo me lo creía si me mandaba un fax con los papeles del Inter escritos y firmados. Eran las cuatro de la tarde y a las ocho me llegó el fax a casa. De verdad pensaba que era una broma. Llamé de inmediato a Lorenzo Sanz y le dije que viniera en el primer vuelo, porque como se supiera que lo vendían a ese precio iba a ser la guerra. A las 11 de la mañana del día siguiente estaba todo firmado. Fue el fichaje más rápido de la historia, pero es que una oportunidad así te cambia el destino. A veces el fútbol es incomprensible… porque está lleno de gente que no lo entiende.
- Su segunda etapa fue la famosa Liga del clavo ardiendo, el Tamudazo y los goles decisivos de Reyes.
- Aquello fue, de verdad, una remontada única e histórica en la que superamos muchos problemas.
- Era el ocaso de los Galácticos, una idea de equipo que chocaba con usted.
- No, no, ya ni Galácticos ni nada. Zidane y Figo ya no estaban. Roberto Carlos ya estaba acabando y tuvimos el problema de Beckham. Había firmado ya para irse a Los Ángeles y en el Madrid eso no había gustado nada porque le habían ofrecido renovar, así que Calderón y Mijatovic me pidieron que no volviera a jugar. Al principio obedecí, pero después de diez días viendo que Beckham entrenaba, entrenaba y entrenaba como el que más pese a estar apartado, dije: “Hasta aquí. Es un jugador de Madrid y va a jugar”. No sentó muy bien en el club, pero me dio igual. Era lo justo.
- Y estaba Ronaldo.
- El mejor jugador al que he entrenado. Lo eché.
- ¿Cómo se despide a uno de los más grandes de la Historia?
- Soy yo. Él estaba gordo, no quería bajar de peso y le gustaba demasiado la vida alegre. Además, lo peor no era eso, era que arrastraba a esa vida a los compañeros de equipo y me acababa creando un problema aún más grave. Le di la opción de adelgazar y comportarse, no quiso, fuera. No hay más. Pero igual que te cuento esto, te digo que Ronaldo, sin las lesiones y cuidándose, hubiera sido el número uno de la Historia, al nivel de Messi y Maradona. Por un lado no pudo y por otro no quiso. Hay futbolistas que son así. ¿Recuerdas a Guti?
- Claro.
- Un talento increíble, podía haber sido lo que le diera la gana. Yo hablaba con él todo el rato: “¿Por qué no te sacrificas un poco, llevas un tiempo una vida ordenada y con 36 años, cuando lo hayas hecho todo, ya te dedicas a disfrutar?”. Y él me respondía: “Míster, hay que pasarlo bien ahora que luego es tarde”. No hubo manera de convencerle. Y era talento puro porque mira la carrera que hizo sin poner interés. Por jugadores como Ronaldo o Guti me gusta destacar siempre lo importantísimo que ha sido Raúl en el Madrid. Cuando el equipo estaba durmiendo, él se ponía a correr, a presionar y los despertaba a todos. No tenía el talento puro de los otros, pero era tan inteligente y tan ambicioso que daba lo mismo. Ese es el futbolista que yo quiero.
- El que lidia ahora con las estrellas del Madrid es su alumno Carlo Ancelotti.
- Pero lo lleva de maravilla. Es el mejor del mundo en eso. Carlo ha sido inteligente como jugador y ahora es inteligentísimo como entrenador. Entrenar al Madrid no es fácil y a un Madrid con muchas estrellas es aún más difícil, pero él lo hace, como decís aquí, de puta madre. A veces la gente que no sabe de fútbol le desprecia, pero los que sabemos lo tenemos muy claro. Sabe cuándo necesita hablar alto y cuándo de cachondeo. Esa es la inteligencia que le ha permitido triunfar en todos los sitios. Como jugador, él se retira conmigo, en el Milan, y le ofrezco incorporarse de inmediato a mi equipo, pero ya tenía un compromiso con Arrigo [Sacchi] para ser su ayudante en la selección italiana. Como verás, los dos entrenadores que mejor le conocíamos ya sabíamos el gran técnico que iba a ser.
- ¿Será capaz de encontrar la fórmula para que Mbappé y Vinicius den su máximo nivel a la vez?
- Seguro. Los grandes futbolistas siempre pueden jugar juntos… [Capello medita unos segundos]. Bueno, igual eso es un tópico. Cuando tuve en el Madrid a Van Nistelrooy y Ronaldo pensé: “Estos dos me meten goles, los pongo juntos y ya se arreglarán”. Fueron titulares tres partidos y perdimos los tres. Así que los grandes futbolistas pueden jugar juntos menos Van Nistelrooy y Ronaldo [risas]. Ahora Mbappé se ha adaptado y ya no va a bajar el nivel porque es así de bueno. Vini tiene que lograr que no le afecte todo el ruido que hay a su alrededor. En lo del racismo tiene más razón que un santo, pero se descentra con mucha facilidad con cosas deportivas: los rivales, la grada, los gestos… Tiene mucho carácter y eso es bueno si sabe enfocarlo sólo al juego porque el talento le sobra.
- Sin embargo, usted defendió el Balón de Oro a Rodri.
- Sí, creo que fue el justo ganador: la Premier, la Eurocopa… Todo el mundo ha visto que es el director de orquesta de cada equipo en el que juega, que sin él todo funciona peor. ¿No estás viendo al City ahora?
- Sí, claro. Usted nunca ha sido muy guardiolista, ¿está disfrutando esta caída?
- [Risas] No, no, para nada. Además yo valoró mucho a Guardiola como entrenador, ha hecho cosas maravillosas. Yo he vivido tres revoluciones en el fútbol, una cada 20 años o así: el Ajax de Cruyff, el Milan de Sacchi y el Barça de Guardiola. No tengo ningún problema en decirlo.
El embajador de los Premios Laureus posa para la entrevista.
- Entiendo, pues, que el choque es más personal que futbolístico, ya discutieron cuando coincidieron como entrenador y jugador en la Roma.
- No discutimos nada. El vino a decirme cómo tenía que hacer mi trabajo y yo le respondí: “Ponte a correr y luego hablas”. Es que andaba por el campo y yo no iba a sacarle antes que gente que tenía muchas cosas mejor que él. Sin más. Ahí se acabó el debate. ¿sabes lo que no me gusta de Guardiola? Su arrogancia. La Champions que ganó con el City fue la única en la que no intentó nada raro en los partidos decisivos. Pero todos los demás años, en Manchester y en Múnich, en los días clave siempre quería ser el protagonista. Cambiaba cosas y hacía inventos para poder decir: “No ganan los jugadores, gano yo”. Y esa arrogancia le ha costado varias Champions. Yo lo respeto, pero eso lo veo claro. Además, aunque eso ya no es culpa suya, ha hecho un daño tremendo al fútbol.
- ¿Por qué?
- Porque todo el mundo se ha pasado 10 años intentando copiarle. Eso se ha cargado el fútbol italiano, que ha perdido su naturaleza. Yo decía: “¡Parad ya, no tenéis los jugadores de Guardiola!”. Además se impuso la idea absurda de que jugar bien sólo era eso. Toque, toque, toque, toque, toque, toque, toque, toque… ¡Ahora en el fútbol italiano el portero juega el balón! Un desastre y además un aburrimiento que ha espantado a mucha gente del fútbol, les basta con ver los highlights. ¿Para qué vas a ver 90 minutos de pases y pases horizontales sin lucha, sin carreras…? Por suerte el fútbol está cambiando. Lo ha cambiado, la primera, España al ganar la Eurocopa con dos extremos y jugando rápido.
- Supongo que está al día de la que hay montada en España con los árbitros.
- En España, en Italia, en Francia… Donde menos en Inglaterra, por cultura, y ya empiezan a caer en esto también.
- ¿Cómo valora que el Real Madrid diga que existe una campaña arbitral en su contra?
- Yo no creo en esas cosas. Al Madrid, como a todos, un día le perjudican y otro le favorecen y no es algo premeditado. Lo que pasa es que si hablamos de lo que ha pasado con los árbitros y el Barcelona, es normal que la gente sospeche porque todo lo demás son sólo teorías, pero que el Barcelona pagó al vicepresidente de los árbitros está demostrado.
- Sus dos etapas en el Madrid coincidieron con esos pagos a Negreira. ¿Alguna vez sospechó?
- No, ¿cómo iba a pensar algo así? Ni se me pasaba por la cabeza que alguien pudiera hacer eso.
- Bueno, usted vivió un caso similar en Italia, el Calciopoli, en el que varios equipos fueron sancionados por manipular las designaciones arbitrales. La más castigada fue la Juventus que usted dirigía, a la que descendieron a segunda y le quitaron dos ligas.
- Eso fue… [Resopla] Ganamos el título porque teníamos un equipazo, no necesitábamos ayudas ni teníamos ni idea de lo que podía estar haciendo la directiva. De todos modos, las sanciones fueron poco serias, porque se demostró que eran todos los clubes grandes de Italia y a unos nos castigaron mucho más que a otros. Lo del descenso, sin se hizo que se pague, lo injusto fue que nos quitaran los scudettos porque fueron legítimos. En la final de ese Mundial 2006, Italia-Francia, había nueve jugadores de la Juventus. Éramos los mejores.
- ¿Le sorprende que no haya habido castigo deportivo al Barça?
- Sí, me sorprende mucho que no haya pasado nada. La justicia normal va lento, vale, ¿pero para qué está la justicia deportiva? Es un caso muy grave y no se entiende que el Barcelona pueda salir de algo así sin ninguna sanción, me da igual los años que hayan pasado, que tampoco son tantos.