La selección española sub-19 no pudo revalidar el título continental tras caer este jueves ante la de Países Bajos por 0-1 en la final del Campeonato de Europa disputado en Rumanía, tras un gol en propia portería del guardameta Raúl Giménez en el minuto 62.
Los de Paco Gallardo no tuvieron su mejor partido en Bucarest y concedieron en exceso a los neerlandeses, que se mostraron muy sólidos en defensa tras adelantarse en el marcador.
Una selección, dirigida por Peter van der Veen, que consigue su primer título en la categoría sub-19 en la primera final que disputan y ante el equipo más laureado, con 12 títulos.
El primer tiempo fue de menos a más para los españoles, que se vieron sometidos en los primeros minutos por una selección neerlandesa que presionó muy alto y monopolizó la posesión.
Los de Gallardo aguantaron el dominio rival gracias a una defensa muy atenta que se fue haciendo cada vez más fuerte, mientras que en ataque todas las miradas estaban puestas en Pablo García, el encargado de liderar los contragolpes.
Fue tras la pausa de hidratación (ecuador de la primera parte) cuando España dio un paso adelante y empezó a gozar de más posesión y ataques largos, finalizados en ocasiones de peligro. Países Bajos estaba avisada del cambio de dinámica y acabó el primer tiempo incómoda en su campo.
Los primeros 10 minutos tras el descanso fueron trepidantes. El control de la primera parte pasó a ser ocasión tras ocasión en la segunda, con dos palos por parte de España y uno de Países Bajos.
Un guion de partido que acabó por perjudicar a los de Gallardo, que en el minuto 62 y con la defensa descolocada por el ritmo alto encajaron el 1-0. Un balón centrado y raso con dirección al área pequeña que se anotó en propia meta Raúl Jiménez, quien midió mal su salida y con el pie mandó el balón a sus redes.
En cuanto se adelantaron los neerlandeses, España no fue capaz de crear peligro real. La defensa de los chicos de Peter van der Veen se mostró impenetrable y sólida hasta el pitido final.
Julián tenía apenas dos años cuando Rafa Varas le conoció. Llegó de la mano de su abuela materna junto a sus hermanos y, cuando pisó el campo del Club Atlético Calchín, corrió como loco a por un balón que era más grande que él y se puso a conducirlo de banda a banda. "Este nos va a salvar", le dijo el primer entrenador del argentino a la abuela. Más de 20 años después, nunca unas palabras sonaron tan acertadas.
La temporada pasada, Julián Álvarez (Calchín, Argentina, 25 años) ya había ganado un Mundial jugando junto a Messi, juntando así dos de sus sueños infantiles, y había vivido su mejor momento en el Manchester City a nivel individual, aunque se terminara escapando la Champions. Era el noveno jugador más utilizado de la plantilla, había marcado 19 goles y por fin era una pieza fundamental para Pep Guardiola. Pero, tras dos años en Manchester, Julián "necesitaba un cambio".
En las oficinas del Atlético daban por hecho que el fichaje de Sorloth dejaba casi cerrada la plantilla. Sin embargo, Fernando Hidalgo, el representante de Julián, llama a Miguel Ángel Gil. "Al chico le gustaría jugar en el Atlético", le dice. El siguiente paso es una conversación entre el Consejero Delegado rojiblanco y Ferrán Soriano, director ejecutivo del City. Ambos se conocen desde hace años, pero en el Metropolitano, de esa llamada telefónica, extraen una conclusión: el fichaje es imposible.
Ocurre que el agente del futbolista insiste, y entonces empieza una riada de llamadas. De Gil con el jugador, con su padre, de Simeone con el propio Julián... Y es esa llamada, la del Cholo (que estaba como loco ante la posibilidad del fichaje) al delantero la que reaviva la operación. Julián habla con Guardiola y le dice que quiere salir. El técnico da luz verde a ese adiós, aunque el primer precio que pone el City es desorbitado.
Sin embargo, como la opción ya era real, el Atlético empieza a echar cuentas. Recién aprobada (finales de junio) la ampliación de capital de 70 millones, en el club se volvieron "locos", según fuentes cercanas a esas negociaciones. Tras las inversiones en Le Normand (35 millones más variables), Gallagher (casi un intercambio por Joao Félix) y Sorloth (otros 35 millones más variables), Miguel Ángel Gil, durante un crucero, cierra la operación en 80 millones, que subirán otros 10 si se cumplen ciertos requisitos.
Hay quien, en el club, sintió mucho vértigo ante el fichaje, pues una inversión tan alta siempre es un riesgo, y aquí vuelve a lucir el nombre de Joao Félix. Sin embargo, estos primeros meses en el Atlético han disipado esas dudas. "Es buen chico. Introvertido, trabajador, discreto", definen a Julián en las oficinas. "Educado y humilde", añaden desde el vestuario. "Debe ser difícil llevarse mal con él", bromean las mismas fuentes.
Entre los trabajadores que rodean al primer equipo llama la atención esa personalidad del futbolista que, pese a viajar a todos los desplazamientos rodeado de un grupo de 11 personas (su novia, sus hermanos, las novias de los hermanos, padres, agentes, etc...), es capaz de aislarse y enseñarse como un profesional al que no cabe reproche alguno.
Y es que Julián Álvarez ha sido un hombre muy apegado a su familia desde pequeño. Los tres hermanos, Rafael, Agustín y el propio Julián se pasaban horas jugando al fútbol en una canchita muy próxima a su casa de Calchín. También iban juntos a los entrenamientos del equipo desde el Centro Educativo Rivera Indarte de esta población argentina de poco más de 2.000 habitantes. "A los tres o cuatro años ya vimos que era un nene diferente, tanto en lo físico como en lo técnico. Era especial", explica Rafa Varas, ese primer entrenador de Julián en el Atlético Calchín, a EL MUNDO.
Esos focos nunca deslumbraron al joven, que siempre se mantuvo humilde pese a su superioridad en el campo. "No recuerdo si con 9 o 10 años, le veo hacer un gol de rabona tras driblar a todo el equipo contrario. No lo festejó. Le aplaudió todo el estadio, incluso los padres de los rivales", recuerda Varas. Esa "varita" que dice su técnico que tenía, la vio también un ojeador argentino, Piero Foglia, que le consiguió una prueba en el Real Madrid con apenas 11 años. También les llamó el padre de Messi como intermediario del FC Barcelona: "Fue halagador, pero ya se había tomado el compromiso de viajar para la invitación del Madri"», explicó en una entrevista su padre.
Fueron apenas 20 días en España en los que el jugador argentino se calzó la camiseta del (hoy) eterno rival y con la que consiguió ganar un torneo de infantiles en Peralada (Girona). No obstante, la reglamentación impidió que los blancos pudieran hacerle un contrato a Julián, y él y su padre volvieron a Argentina. La Araña, apodo que le pusieron sus hermanos al ser imposible quitarle el balón, terminó en River, club del que siempre había sido hincha. River le puso el foco, el City, la lanzadera y con el Atlético ha despegado.
El argentino en un torneo infantil con el Real Madrid.IG
Su partido ante el Leverkusen dio la vuelta al mundo. Simeone le considera el relevo natural de Griezmann como estrella rojiblanca. En el vestuario secundan la ilusión del entrenador: "Lo vemos como todo el mundo, como un crack", afirman. De momento, lleva ya 16 goles y cuatro asistencias esta temporada y es el pichichi del equipo.
El clan argentino
La clave del encaje de Julián en el Metropolitano es el clan argentino, el mismo con el que fue campeón del Mundo en Qatar en 2022. Correa, De Paul y Molina (y Giuliano, que no estuvo en el Mundial) son la pandilla de Julián en España y los que le abrasaron a llamadas para que fichara por el Atlético. Con ellos se le vio en unas imágenes en una fiesta en Navidad, algo raro, porque Julián es un hombre tranquilo y que prefiere pasar el tiempo con su novia, Emilia Ferrero. Junto a ella y su perro Tarzán celebró recientemente sus 25 años.
La pareja se tuvo que mudar a otra urbanización del norte de Madrid después de que se descubriera que la primera casa que alquilaron en Boadilla del Monte era en la que se fotografió al Rey Emérito en actitud cariñosa junto a Bárbara Rey. Los paparazzis se apostaron en la puerta de un futbolista que siempre ha rehuido de los focos, aunque todos los del Metropolitano, y hoy también algunos del Bernabéu, le apunten a él.
La historia de la camioneta
Rafa Varas
Cuando llegó la pandemia no pude seguir trabajando en el fútbol así que tuve que buscar otro empleo. Me puse a vender alimentos a los supermercados a mi pueblo. Había pensado en vender mi coche porque se me había quedado pequeño para hacer el reparto y se lo estuve comentando a su padre. Doce horas después aparece una furgoneta en mi casa. "Te lo regala La Araña", me dijo su padre. Nos abrazamos y nos pusimos a llorar. Eso fue un sábado y como él estaba concentrado con su equipo no sabía si llamarle por si lo molestaba. A las 22.05 me envió un mensaje: "¿Te llegó el regalo?". Me puse a llorar otra vez. Esas cosas no pasan muy a menudo. El gesto no me sorprende conociéndole a él y a su familia. Él antes me había regalado una camiseta autografiada y ya estaba feliz.
El ex futbolista montenegrino Andrija Delibasic, que pasó por varios equipos de la Liga española, ha muerto a los 43 años, dos años después de que se le diagnosticara un tumor cerebral del que tuvo que ser intervenido.
Delibasic se estrenó en la Liga española, en las filas del Real Mallorca, en 2004, que le fichó procedente del Partizán de Belgrado. En nuestro país vistió también las camisetas de la Real Sociedad, el Rayo Vallecano y el Hércules.
Los clubes han lamentado su pérdida en sus redes sociales y han mandado sus mensajes de condolencia a sus familiares.
Su última aparición en público fue la temporada pasada en la celebración del centenario del Rayo Vallecano, cuando recibió una sonora ovación como muestra de apoyo para superar la enfermedad.
Delibasic dejó un buen recuerdo en las ciudades por las que pasó, especialmente en Alicante, donde logró el ascenso durante su etapa con los blanquiazules en 2010.