El caso más bochornoso de la historia del club azulgrana mancha la ilusión y lealtad de su afición mientras sus dirigentes buscan salavarse a sí mismos
El escritor Nick Hornby dice que se enamoró del fútbol del mismo modo que se enamoró de las mujeres. Tenía que suceder. El niño se hizo hombre con todos los cambios que esa evolución implica, pero sin romper un cordón umbilical: la conexión con el Ar
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Nasser Al-Khelaifi esperó a Joan Laporta en el hall del hotel, en Roma, como se espera a un matador de toros, al triunfador de la feria. A los abrazos siguieron las bromas con el presidente del Barcelona, acompañado por el vicepresidente Rafa Yuste. Los enemigos de Florentino Pérez, el Cid de la Superliga, confraternizaban con su gran aliado, que se mueve en un peligroso equilibrio. La realidad es que Laporta necesita las dos barajas por tres razones. La primera es porque, aunque aumenten los ingresos del Barcelona, nada supondría el fin de la crisis económica del club azulgrana como una Superliga, escindida o apadrinada por la UEFA. La segunda es porque necesita la benevolencia del organismo que preside Aleksander Ceferin por el cumplimiento del Fair Play, el Camp Nou y hasta el caso Negreira, en el largo plazo. La tercera es porque visualizarse en un decorado beligerante con el presidente del Madrid siempre suma en un curso que acaba con elecciones.
A Laporta no le asustan los ejercicios de funambulismo. Al contrario, es un especialista. Ya los ha practicado con LaLiga de Javier Tebas, condescendiente con sus palancas. Tebas desea la ruptura del Barça con la Superliga, incluso la ha dado por hecha, pero nada hace presagiar un posicionamiento oficial de ese tipo, no por ahora. Sobre todo, si existe un canal abierto entre la UEFA y A22 Sports Management, la sociedad que explota la Superliga, con la posibilidad de un acuerdo futuro. Lo único que podría provocar un giro radical de Laporta sería un horizonte electoral complejo, pero restan meses y no aparece un opositor amenazante. En el Madrid, pues, observan sus movimientos con calma.
Al-Khelaifi preside la Asociación de Clubes Europeos (ECA), que en su congreso de Roma cambia de nombre a Clubes de Fútbol Europeos (EFC). Integrada en la sociedad UC3, junto a la UEFA, el martes aprobaron la estrategia comercial para las competiciones masculinas durante el periodo 2027-33, como si la Superliga no existiera. Ese hecho no es óbice para que otras negociaciones continúen. Laporta es uno de los más interesados. Asistió anoche a la cena en Roma, pero no a las sesiones de la Asamblea, al no ser el Barcelona miembro del EFC. Una forma de estar sin estar.
Las 'palancas' y la UEFA
El dirigente acude después de presentar unas cuentas con dos caras, que deberán lograr el beneplácito de sus socios compromisarios, a los que Laporta seduce con facilidad. La buena cara es que han aumentado los ingresos en la temporada 2024/25 hasta los 964 millones, 100 más de lo presupuestado y 216 por encima de la anterior, gracias al nuevo contrato con Nike, el merchandising y el ticketing de Montjuïc. La previsión es alcanzar los 1.075 millones este curso, con la apertura del Spotify Camp Nou.
Aunque el club haya dado números rojos en 17 millones, la tendencia es buena. El problema es que Crowe, el auditor, ha corregido las pérdidas de 2023/24, que pasan de 90 millones a 180, por la pérdida de valor de Barça Studios, una de las mágicas palancas de Laporta. De una valoración de 400 millones en 2023 se ha pasado a 178, 226 millones menos.
Ello cuestiona uno de los ejes de la reconstrucción económica del dirigente, aprobada por LaLiga pero no por la UEFA, que multó al club por la palanca de la venta de derechos futuros. De 60 millones de sanción, el organismo de Ceferin la rebajó a 15 con la condición de cumplimientos futuros del Fair Play. Esa multa ha elevado las pérdidas del pasado ejercicio y podría lastrar el actual si el perdón del organismo decayera.
Laporta y Al-Khelaifi, el miércoles en Roma.EFE
Laporta se encontró de nuevo en Roma con el presidente de la UEFA, con el que ya estuvo la pasada semana, en el palco de Montjuïc, o en la gala del Balón de Oro, con el Barça en pleno. Donde no va Florentino, allí está el presidente azulgrana. El premio de France Football, con patrocinio de Qatar, tuvo en Ousmane Dembélé a su ganador y en Al-Khelaifi a su triunfador.
El sapo de Figo
Laporta estaba muy interesado en la presencia de Ceferin en Montjuïc, aunque eso implicara tragarse el sapo de Luis Figo. Pocos días después, la UEFA daba su aprobación al Barcelona-Villarreal en Miami, aunque en su razonamiento fuera crítica con el fondo y se acogiera a un vacío legal. El derecho puede ser muy creativo.
Ahí no acaban, sin embargo, los favores de Ceferin que puede necesitar el Barcelona. Con la apertura del nuevo Camp Nou pendiente, los criterios para disputar la Champions son más exigentes que en la Liga, por lo que la UEFA hará su propia peritación con vistas a la segunda fase de la competición, que se inicia en marzo.
En el largo plazo permanece, además, la amenaza del caso Negreira, aún en instrucción. Si hubiese condenas en el ámbito penal, la UEFA, a la espera de sentencia en España, podría activar el artículo 4.2 del Reglamento de la Champions y expulsar al Barça. En la partida de Roma, pues, había que estar con la baraja indicada.
Alejandro Blanco ha sido reelegido para afrontar su sexto mandato al frente del Comité Olímpico Español (COE), después de recibir el apoyo en forma de avales de 35 de las 36 federaciones olímpicas y 23 no olímpicas. En la votación finalmente realizada en la sede del organismo, de 165 votos a favor, ha obtenido 157, con ocho abstenciones. Es decir, ningún "no". Como en anteriores elecciones, salvo las primeras, en las que derrotó a Mercedes Coghen, en septiembre de 2005, no ha tenido opositor, al no presentarse otras candidaturas, hecho que habla de Blanco como uno de los dirigentes del deporte con mayor consenso.
A los 74 años, afronta, esta vez sí, su último mandato, que debe concluir después de los Juegos de Los Ángeles'28, aunque las elecciones en las que tomará el cargo su sucesor serán en el primer semestre de 2029.
"Gracias a todos por confiar en mí una vez más. Es un honor y una responsabilidad seguir liderando la casa del deporte y de los deportistas. Vamos a continuar trabajando con la misma ilusión, esfuerzo y dedicación para que nuestros deportistas y nuestras federaciones cuenten con todo el apoyo necesario para seguir dejando el nombre de España en lo más alto del panorama internacional", manifestó Blanco tras la votación.
Entre sus objetivos para este nuevo ciclo, al margen del desarrollo y apoyo a los deportistas españoles, está el de proponer un modelo nuevo para el deporte español, algo que deberá consensuar con el Consejo Superior de Deportes (CSD), y la puesta en marcha de la Universidad del Deporte, en Madrid, en colaboración con la UCAM, convertida desde hace años en uno de los grandes patrocinadores del deporte olímpico, de la mano del fallecido José Luis Mendoza.
Blanco anunció tras su cuarto mandato que dejaría paso a un relevo, pero reconsideró su posición por la puesta en marcha de la candidatura Barcelona-Pirineos a los Juegos de invierno. Malograda en los caladeros políticos, la puesta en marcha de otros intentos, entre los que se encuentra el viejo anhelo de Madrid, deberá esperar a tiempos nuevos, ya sin el dirigente gallego al frente del COE. El objetivo de superar las 22 medallas de Barcelona'92, que Blanco creía posible en París, deberá esperar a Los Ángeles'28, pero puede formar parte de su legado final.
ORFEO SUÁREZ
@OrfeoSuarez
Actualizado Martes,
15
agosto
2023
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